The Proposal

By caferegui

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Muy pronto su reputación de playgirl sería cosa del pasado... Lauren Jauregui necesitaba una esposa, una muje... More

Palabras...
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22

Capitulo 9

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By caferegui

Jueves. El día de su boda.

Camila nunca había sufrido claustrofobia, pero estaba empezando a sentirla. Las paredes del espacioso dormitorio parecían cerrarse a su alrededor a medida que el reloj se acercaba a la hora de la ceremonia.

La seda del vestido de color marfil flotaba alrededor de sus tobillos desnudos mientras paseaba de un lado a otro.

No podía evitar comparar aquella boda con la primera. Su ex tenía segundas intenciones. Lauren también, pero lo que iba a hacer Lauren no era ilegal y nadie acabaría en la cárcel. Además, esta vez Camila sabía lo que estaba haciendo. O eso esperaba.

A los dieciocho años era increíblemente ingenua y obstinada. Y cuando su padre le prohibió salir con Ariana Grande, decidió que era la única chica con la que quería salir. Tontamente, se había creído lo bastante madura como para tomar sus propias decisiones.

Según Ariana, ella era mayor de edad y podía hacer lo que quisiera con su vida sin darle explicaciones a nadie. Por eso había aceptado ir a México con ella durante un fin de semana, mientras sus padres creían que iba a casa de una amiga. No fue una de sus mejores decisiones.

En Tijuana, Ariana la había emborrachado con tequila antes de pedirle que se casara con ella. Camila, aunque borracha, sabía que su padre se pondría furioso, de modo que se negó. Pero a la mañana siguiente despertó con una resaca y una barata alianza en el dedo que ella no recordaba haber puesto allí. Y cuando le preguntó a Ariana, ella admitió que le había echado algo en la copa para desinhibirla y ayudarla a tomar la decisión que, según ella, sabía que en el fondo quería tomar.

Eso la preocupó, pero lo que la asustó de verdad fue su plan para hacerse ricas en cuatro días. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía que escapar de allí.

Esa fue la última vez que se rebeló. Después de que su padre la rescatara del desastre se había convertido en la hija perfecta; una buena estudiante y una buena chica, como sus padres querían.

Pero una buena chica no se escaparía a Cuba para casarse con su jefa y no olvidaría invitar a su madre a la boda.

Haciendo una mueca, Camila salió al porche. No la había llamado porque no quería que Susan supiera nada sobre aquella boda. Se llevaría un disgusto al saber lo lejos que estaba dispuesta a llegar para saber algo sobre su madre biológica. Vería aquello como un fracaso por su parte. Y no era verdad; Susan había sido una madre maravillosa.

Camila miró el mar, intentando calmar sus agitados nervios. El arco que Normani había encargado para la ceremonia estaba en la arena, entre el búngalo y la playa.

Entonces oyó voces. ¿Sería Normani? La necesidad de ver una cara conocida era tan grande que bajó los escalones del porche de dos en dos.

Lauren, Dinah y Normani se volvieron a la vez.

—Veo que no eres supersticiosa —sonrió Normani.

—No, no lo soy —contestó ella.

Lauren llevaba un vestido completamente blanco que acentuaba su bronceado del momento y hacía que sus ojos parecieran más verdes. Era la fantasía de cualquier chica lesbiana. Guapa, rica, encantadora.

Sexy.

Intentando olvidar esa última parte, Camila se pasó la lengua por los labios.

«Nadie te respetará si tú no te respetas a ti misma», recordó las palabras de su padre.

Así que nada de sexo y nada de la «mujer del momento». Ni siquiera con la que iba a casarse en cinco minutos.

—Si es verdad que da mala suerte que los novios se vean antes de la ceremonia, Lauren y yo hemos metido la pata. Nos pasamos el día de ayer yendo de una oficina a otra para arreglar papeles.

Ella le pasó un brazo por la cintura y Camila se puso tensa.

—Estás muy guapa.

—Gracias. Tú también. El vestido te queda de maravilla.

Intentaba parecer tranquila, pero su corazón se había acelerado y tenía que hacer un esfuerzo para no echarle los brazos al cuello. Debía acostumbrarse a que la tocara. Y tenía que hacerlo rápido, porque Normani no sabía la verdad.

Dinah y Normani se quedarían a cenar después de la ceremonia y, aunque no le gustaba nada tener que fingir que estaban enamoradas, así retrasaría el momento de quedarse a solas con Lauren.

La noche anterior había sido una pesadilla. No recordaba haber estado tan nerviosa en su vida. Cada vez que Lauren se movía, cada vez que ponía la copa sobre la mesa era como un estruendo. Y, por fin, la tensión la llevó a su dormitorio con la excusa de un dolor de cabeza. Intentó leer una novela, pero un romance con ardientes escenas de amor era lo último que necesitaba. Incluso con la puerta cerrada estaba pendiente de sus movimientos.

Su matrimonio era un simple acuerdo entre las dos, pero la boda parecía tan real, tan permanente... Aunque no lo era. Y no tenía que serlo. Algún día encontraría la mujer de su vida, una que se casaría con ella sólo porque la quería y no con segundas intenciones.

No como había hecho su padre cuando se casó con Susan, como Ariana y Lauren con ella. Pero no todos las personas podían ser tan tramposos. Tenía que haber alguien bueno y, cuando todo aquello terminase, la encontraría.

De modo que se obligó a sonreír.

—Mani, esto ha quedado precioso. No puedo creer que lo hayas hecho tan rápido.

—Lo he pasado muy bien. Además, es un ensayo para mi boda.

—¿Cuándo será eso? —preguntó Lauren.

—Pronto —contestó Dinah, mirando a su prometida.

Camila quería que un chica que la mirase así, con ese brillo de amor en los ojos.

Poco después llegó la persona que iba a oficiar la ceremonia, pero ella prestó poca atención a las presentaciones porque una alarma había empezado a sonar en su cerebro. Estaba tan asustada que quería salir corriendo hasta California. Pero no podía hacerlo hasta que hubiera encontrado las respuestas que buscaba, de modo que clavó los pies en la arena y el movimiento pareció llamar la atención de Lauren.

—Perdónenme un momento —Lauren entró en la habitación y volvió poco después sin zapatos. Y el corazón de Camila empezó a latir como loco. Había algo increíblemente sexy en una mujer descalza, con vestido blanco, en la playa y no sabía por qué.

—Bueno, está empezando a ponerse el sol. ¿Lista?

«No».

—Sí.

—¿Empezamos? —Lauren le ofreció una rosa con una cinta de seda color marfil atada al tallo antes de tomarla del brazo.

La brisa del mar movía suavemente su pelo, sujeto con una diadema de flores, y Lauren apartó un mechón para colocarlo detrás de su oreja. El roce la hizo temblar de deseo, de excitación. Y ninguna de las dos emociones era adecuada.

Cuando Normani y Dinah se colocaron en su sitio el oficiante empezó con la ceremonia. En otro momento, la voz melódica del hombre le habría parecido preciosa, pero el fragante arco cubierto de flores sobre su cabeza parecía encerrarla como una celda.

Una niebla fría se había instalado en su corazón. No podía creer que fuera a casarse con un mujer que no la quería para descubrir algo sobre otra mujer que la había descartado de su vida.

Pero, ¿por qué no la había querido Sinuhe? Esa pregunta evitaba que saliera corriendo. Tenía que saberlo. Y contaba con la casa de Lauren para encontrar las respuestas.

Como si quisiera convencerla para que no se fuera, ella la miraba a los ojos mientras hacía las promesas del matrimonio con su voz ahumada. Si tenía alguna duda sobre la charada que estaban haciendo lo escondía bien. Y no le temblaron las manos mientras le ponía una banda de platino y diamantes en el dedo.

Y luego llegó el turno de Camila, que repitió las palabras del oficiante rezando para que aquél no fuera un error aún mayor que su boda con Ariana. Había confiado en ella y la había traicionado. ¿Haría Lauren lo mismo?

Sólo su palabra de honor evitaría que quisiera consumar el matrimonio esa misma noche. O cualquier otra noche. ¿Podía confiar en ella?, se preguntó.

«Un poquito tarde para preocuparte por eso, ¿no?».

—Yo las declaro felizmente casadas. Enhorabuena.

Camila Cabello de Jauregui.

Antes de que pudiera digerir esas palabras, Lauren tomó su cara entre las manos para besarla. Y aquél no era un beso tentativo. No, la besaba como una mujer segura de que iba a ser bien recibida. Separaba sus labios con la lengua como si tuviera todo el derecho del mundo a hacerlo.

El beso parecía invitarla a una fiesta de delicias sensuales que, sin duda, aquella mujer podría darle. No había tenido ninguna amante desde Ariana, que no era más que una cría egoísta de veintitrés años. Y antes de Ariana, sus novias siempre habían sido adolescentes como ella.

El beso de Lauren prometía delicias desconocidas y Camila sintió que empezaba a perder la cabeza. El roce de su lengua despertaba el deseo de terminar con una sequía de muchos años y quería aceptar la invitación, descubrir si hacer el amor podía ser tan excitante como en las novelas románticas a las que era tan aficionada.

Registró vagamente los gritos de las gaviotas sobre su cabeza y las olas golpeando la playa, pero fue la risa de Normani lo que la devolvió a la realidad.

«¿Qué estás haciendo?».

Camila se apartó, nerviosa.

Había cometido muchos errores en el pasado, pero nunca había querido engañar a una mujer. Y ese beso, cargado de años de pasión contenida, había prometido algo que no tenía la menor intención de darle.

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Se casaron al fin ¡Yei! Gracias por la paciencia, por sus likes y sus bonitos comentarios.

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