"𝙄'𝙫𝙚 𝙛𝙚𝙡𝙩 𝙨𝙤 𝙨𝙩𝙧𝙖𝙣𝙜𝙚... 𝙒𝙞𝙡𝙡 𝙮𝙤𝙪 𝙩𝙖𝙡𝙠 𝙩𝙤 𝙢𝙚 𝙖𝙜𝙖𝙞𝙣?"
-Existe otro mundo.- Explicaba Dustin. -Un mundo oculto debajo de Hawkins. A veces se cuela en el nuestro.-
-¿Fantasmas y cosas así?- Preguntó Eddie, asustado pero a la vez, muy confundido.
-Hay criaturas mucho peores que los fantasmas.- Dijo Max, mirándolo fijamente. Mi cuerpo solo pudo estremecerse.
-Los monstruos del otro mundo... creíamos que habían desaparecido. Pero ya han aparecido varias veces. Por eso te buscábamos.- Acabó de explicarle Dustin, con un poco de temblor en su voz.
-Si han vuelto, queremos saberlo.- Dije, rogándole a Eddie con la mirada, notando el pequeño rastro de lágrimas en sus ojos.
-¿No has visto nada como partículas oscuras en el aire?- Preguntó el chico de nuevo, impaciente.
-No, no había nada visible ni... tangible.- Murmulló Eddie, sin fuerzas. Esta situación le venía demasiado grande. -Intenté despertarla, lo juro. No se movía, era como si estuviera en un trance o algo así.
-O bajo un hechizo. Una maldición.- Susurró Dustin, dirigiendo su mirada al chico y dándose cuenta de algo. -La maldición de Vecna.-
-¿Quién es Vecna?- Preguntó Steve, preocupado por la respuesta que iba a recibir.
-Una criatura no muerta de un enorme poder. Un mago oscuro.-
-Un hechicero.-
El grupo salió de la cabaña a por algo de comer, ya que Eddie se había quedado sin comida y, como es obvio, si salía acabaría arrestado. Él estaba apoyado en la pared, mirando por la ventana, mientras yo estaba sentada en el suelo. Me sentía algo mareada y había preferido quedarme en la cabaña.
-Oye Harrington.- Dijo Eddie, sentándose él también. Ya estaba cansado de mirar por la ventana. -Siento mucho lo de antes, no tenía intención de hacerle daño a tu hermano.- Se veía en sus ojos como se sentía arrepentido, lo que me hizo sonreír ligeramente.
-No te preocupes, fue un momento tenso.- Dije, tratando de calmarlo. Saqué el paquete de cigarrillos del bolsillo y saqué uno de ellos. -Está todo olvidado Munson. Después de lo que acabas de vivir, no te juzgo por reaccionar así.- Encendí el cigarrillo y me lo llevé a la boca. El chico me observaba expectante. -¿Quieres?- Le extendí la cajetilla, invitándole a coger uno.
-No podría negarme.- Dijo mientras lo cogía, inclinando la cabeza para que pudiera encendérselo, cosa que no dudé en hacer.
Volví a recostarme en la pared, expulsando el humo de mi boca en un largo suspiro. Cada vez que creía que todo había terminado, siempre volvía a pasar algo. Siempre se nos escapaba algo. Siempre quedaba algo que no habíamos terminado. Siempre terminaba mal. Siempre. Siempre. Siempre. ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué a mí?
Si esta situación volvía a acabar igual que la del año pasado, no sé si seré capaz de soportarlo.
-¿Cómo es que sigues estando bien de la cabeza después de estar tres años enfrentándote a esa... "cosa"?- Me preguntó mientras le daba una calada a su cigarrillo. Sus manos seguían temblando y se notaba que la situación que vivió hace unos días no paraba de repetirse en su mente. Tuve pena por él, ya que le ha tocado asimilar todo este infierno en tan poco tiempo y sin ningún tipo de apoyo.
-En ningún momento he dicho que esté bien de la cabeza.- Dije con una media sonrisa. No sabía formular una respuesta coherente a esa pregunta. -Creo que la compañía de los idiotas que acaban de salir a comprar son lo que hacen que no pierda del todo la cabeza.- Sonreí, agachando la cabeza e inhalando el humo lentamente. Y si, era completamente cierto. Esos "idiotas" eran mi familia.
Eddie me miró en silencio, con algo de pena, mientras se limpiaba la ropa y ambos apagábamos el cigarrillo y lanzábamos la colilla dentro de la barca en la que hace pocas horas el chico había utilizado como escondite.
-¿La pelirroja es tu novia, verdad?- Me preguntó con curiosidad, volviendo a su posición. Podía notar como no tenía ninguna intención de ponerme incómoda.
-Sí. Max lleva siendo mi pareja desde el baile de invierno. A finales del próximo invierno cumplimos dos años.- Sonreí. -Quiero hacerle el mejor regalo de la historia cuando termine todo este infierno.- Le conté con toda la ilusión del mundo mientras él me miraba divertido. -Creo que su compañía es la que más necesito.- Dije bajando la mirada. La amaba incondicionalmente, pero hace ya mucho que no podía disfrutar ni de quince simples minutos de su compañía. Cuando se sentía mal, se aislaba, y aislaba a los demás. Y yo, desafortunadamente, no era una excepción. -Te vamos a proteger, Eddie.- Le hice saber, cambiando de tema, llamando su atención de nuevo. Noté como su mirada se iluminó por unos segundos. -A pesar de las situaciones pasadas, ahora estás metido en este agujero negro, pero ten por hecho que no voy a dejar que nadie de nosotros se quede solo.- Lo miré a los ojos con una sonrisa y pude notar como su cuerpo se relajó. Quería hacerle saber, a él y a todos, que no iba a permitir que alguna vez sintieran que están completamente solos, porque he estado ahí, y no se lo deseo a absolutamente nadie.
De repente, la puerta se abrió, haciendo que Eddie y yo diéramos un grito del susto.
-Servicio a domicilio- Dijo Dustin con una sonrisa. -¿Habéis podido aguantar media hora sin mataros?-
-Llegáis a tardar un poco más y lo mato.- Dije. Eddie y yo reímos, chocando las manos. Los demás nos miraron confundidos, sin entender la situación.
-Bueno, mejor tenerlos de amigos que tener que separarlos cada vez que lleven un arma en el bolsillo.- Le susurró Max a Steve en el oído, mientras este asentía con la cabeza, dándole la razón.
-Te he escuchado Mayfield.- Dije mirándola, haciéndome la ofendida. Ella me sonrió. -¿Y bien? ¿Qué ha pasado?-
Los chicos dejaron toda la comida que habían conseguido encima de la mesa, mientras se sentaban en un círculo para poder hablar con más tranquilidad. Eddie comenzó a devorar toda la comida. Se notaba que se le habían acabado los suministros desde hace un par de días.
-Vale. Tenemos buenas y eh... malas noticias.- Intentó decir con calma Dustin para no alterar al chico. -Tú eliges el orden.-
-Las malas primero, siempre.- Dijo convencido el chico, bebiendo un gran trago de un batido de chocolate.
-Vale, las malas. Digamos que hemos captado la radio de la policía con Cerebro, y definitivamente te están buscando de manera oficial.- La cara de Eddie era digna de colocar en un cuadro de arte dramático. -Están bastante convencidos de que tú la mataste.-
-Más bien un 100% convencidos.- Dije, llevándome un codazo por parte de Raven. -Eso ha dolido.-
-¿Y las buenas noticias?- Preguntó ya preocupado el chico, moviendo ansiosamente las manos.
-Tu nombre no ha trascendido. Pero si nosotros te hemos encontrado, solo es cuestión de tiempo.- Dijo Robin, -Y si corre la voz, todo aquel con menos de dos dedos de frente iría a por ti.-
-A cazar al bicho raro, ¿no?- Musitó con rabia Eddie. Todo su cuerpo estaba temblando de miedo y rabia.
-Exacto.- Dijo Raven.
-Mierda.-
-Antes de que eso pase hay que matar a Vecna y demostrar tu inocencia.- Dijo Dustin, de manera apresurada.
-¿Y ya está? ¿Nada más?- Preguntó irónicamente Raven.
-No, eso sería todo.- Contestó con seguridad, sin captar el sarcasmo de su pregunta.
-Escucha Eddie, sé que todo lo que Dustin te ha contado parece una locura, pero ya hemos pasado por algo parecido.- Dijo Robin. -Ellos varias veces. Yo solo una. La mía fue más corporea y la suya un poco más vaporosa, pero en líneas generales, podemos solucionarlo.-
-Normalmente contamos con la ayuda de una chica que tiene poderes, pero su familia se ha mudado así que...- Dijo Steve, cruzándose de brazos. -Técnicamente estamos más bien en una...-
-Fase de lluvia de ideas.- Dije, asintiendo con la cabeza de manera incómoda. Sonábamos como unos completos locos.
-Pero no te preocupes por nada, ¿vale?- Intentó tranquilizarlo Dustin.
-Tarde.- Dijo Raven, con una incómoda risa.
-¿A qué te refieres?- Le pregunté, sintiendo curiosidad.
-Ya me lo ha contado todo.- Habló por fin Eddie. Todos nos giramos a ver a Raven, quien solo se encogió de hombros. -Estamos jodidos.-
De repente, sonidos de coches de policía comenzaron a sonar a lo lejos, asustándonos a todos.
-Mierda. La lona.- Dije, obligando a Eddie a meterse en la barca, cosa que no dudó ni un segundo en hacer. Los demás nos asomamos por la ventana, observando como una fila de vehículos policiales y de emergencia conducían en servicio de urgencia.
-¿Qué está pasando?- Pregunté, más bien para mí, aunque lo dije en voz alta. Todos los presentes nos miramos en silencio durante unos segundos antes de asegurarnos de que Eddie se quedase escondido y salir de la cabaña para dirigirnos al mismo sitio que la policía.
Nos encontrábamos en completo silencio dentro del coche de mi hermano. Dustin, Max y yo íbamos en los asientos de atrás y Robin y Steve delante. Nadie decía nada y el trayecto se me estaba haciendo eterno. Miraba por la ventanilla, intentando entretenerme de alguna manera.
-Raven.- Oí que alguien me llamaba, así que me giré hacia Dustin y Max. Ambos me miraron extrañados.
-¿Me habéis llamado?- Pregunté.
-No.- Respondió Max, mirándome con extrañeza. -Nadie ha dicho nada desde que salimos de la cabaña.- No sé quién estaba más confundida ahora, si ella o yo.
-Es que llevamos tanto tiempo en silencio que estoy empezando a delirar.- Me quejé, pero algo dentro de mi dio un vuelco. Mi corazón iba a mil por hora. Juraba que alguien había dicho mi nombre. Comencé a sentir incomodidad respecto a lo que acababa de pasar, pero ahora mismo no era el momento de decírselo a los demás y mucho menos preocuparlos. Max pareció notar mi incomodidad. Siempre lo hacía, así que puso su mano encima de la mía, apretándola ligeramente. Sonreí ante su contacto, al igual que lo hizo ella.
Al cabo de cinco minutos, Steve paró el coche por fin. Toda la anchura de la carretera estaba rodeada de cinta policial, y a lo lejos podíamos observar a un número bastante amplio de agentes de Hawkins. Lo que captó nuestra atención fue ver a Nancy hablando con el jefe de policía. Se le notaba nerviosa y tenía una expresión de miedo y tristeza que podría asustar a cualquiera. Ella volteó a vernos después de unos segundos, mientras se le cristalizaban los ojos y nos dedicaba una pequeña sonrisa.
-¿Me estáis diciendo que la cosa que mató a Fred y a Chrissy está relacionada con lo del año pasado?- Preguntó Nancy, sorprendida por toda la información que acababa de procesar. Nos encontrábamos sentados en uno de los bancos de la zona de caravanas, para que nadie pudiera escucharnos a lo lejos.
-Es lo más probable.- Dijo Steve.
-Nuestra teoría es que lanzó un ataque de maldición o... un hechizo.- Explicó Dustin. -No sé si actúa por orden del Azotamentes o solo disfruta matando a chicos, no lo sabemos.-
-Pero sí sabemos que esto es distinto.- Dijo Max. -Es algo nuevo.-
-No tiene sentido...- Nancy intentaba buscar algo que pudiera explicar la situación, pero no encontraba la respuesta.
-Es solo una teoría.- Dije, apoyando mi cabeza en mis brazos y recostándolos en el banco.
-No es eso. Fred y Chrissy no me cuadran.- Volvió a decir Nancy, ganándose las miradas de todos. -A ver, ¿por qué ellos?-
-Estarían en el lugar equivocado.- Dustin intentó no darle mucha importancia. -Fueron al partido.-
-Y al parque de caravanas.- Dijo Max.
-Es justo donde estamos.- Dijo asustado Steve, mirando a los alrededores. -Eh... a lo mejor no deberíamos estar aquí. Comenzamos a mirar hacia todas las direcciones.
-En este sitio ocurre algo. Dije. Este lugar me transmitía una sensación extraña.
-Noté a Fred muy raro cuando llegamos.- Nos contó Nancy. Me estaba fijando en como Robin miraba atentamente a Nancy y se me escapó una pequeña sonrisa. Esto tengo que contárselo a Max.
-¿Raro en que sentido?- Preguntó justamente Robin, que había estado callada hasta ahora. Yo le lancé una mirada , pero al parecer no me prestó mucha atención.
-Asustado. Nervioso. Disgustado.-
-Max dice que Chrissy estaba disgustada.- Dijo Dustin, recordando lo que la pelirroja le había contado. Yo miré a Max confundida, esperando a que explicara lo sucedido, ya que no me lo había dicho en ningún momento.
-Sí, pero no aquí.- Comenzó a decir. -Estaba llorando en el baño del instituto.-
-Los asesinos en serie acosan a la víctima antes de atacar, ¿no?- Preguntó Robin, o más bien confirmó, mirándonos a todos. -Puede que Fred y Chrissy vieran a Vecna.-
-No sé vosotros, pero si yo viera a un monstruo hechicero loco, se lo mencionaría a alguien.- Dijo Steve, rascándose la nuca. Esto volvía a parecerle surrealista.
-Puede que lo hiciera.- Dijo Max de repente. Se notaba como algo se le había venido a la mente. -Chrissy estuvo en el despacho de Kelley. Si ves un monstruo, no acudes a la policía. No te creerían. Pero puede que acudas a tu...-
-Psicólogo.- Terminé de decir, cruzando miradas, mientras ella asentía. En cuestión de segundos, nos levantamos del banco, dirigiéndonos al coche de Steve, pero Nancy pasó de largo.
-¡Eh, Nance!- Gritó Steve. -¿A dónde vas?-
-Oh, es que primero quiero comprobar una cosa.- Dijo ella, sin pausar su marcha.
-¿Algo que quieras compartir?- Pregunté, con los brazos abiertos.
-No quiero que perdáis tiempo. Son solo palos de ciego.-
-¿Te has vuelto loca? ¿Te vas sola con ese tal Vecna suelto?- Steve la miraba incrédulo. -Es peligroso. Tienes... Alguien tiene que...- Le costaba decir. Yo sonreí desde la puerta al ver como aún seguía poniéndose nervioso cuando hablaba con ella. Le lanzó las llaves a Robin. -Toma. Me voy con Nance, ¿vale? Preguntad a la psicóloga.
-No debería conducir tu coche.- Dijo Robin. -No tengo carné.-
-Excusas.- Susurré por lo bajo, pero parece ser que solo Max me escuchó. -Luego te cuento.- Volví a susurrar pero en su oído, para no interrumpir la conversación.
-¿Por qué no tienes licencia?- Preguntó desquiciado Steve.
-Soy pobre.-
-Conduzco yo.- Dijo Max convencida.
-Me parece bien.- Le di la razón, apoyándome en su hombro.
-No, no, tú no, por favor. Cualquiera menos tú.- Dijo alterado Steve, mientras un horroroso deja vu se le venía a la mente. Max solo rodó los ojos.
-Venga, a ver, es una tontería.- Dijo Robin, devolviéndole las llaves a Steve. -Nosotras las señoras iremos juntas.- Se puso al lado de Nancy, con una sonrisa. -A menos que creas que necesitamos tu protección.- Rieron ambas, para después reanudar su marcha y separarse de nosotros.
-¿Te vas a quedar ahí mirando?- Le pregunté a Steve, que se había quedado estático.
-Cállate y sube al coche.- Dijo entrando en el asiento del conductor. -Y límpiate los zapatos Raven.- Al decir esto, puse un pie dentro del vehículo y me limpié los zapatos. -¡Antes de entrar, no dentro!-
-Me encanta el empoderamiento femenino.- Dije ignorándolo, observando por el retrovisor como las dos chicas se iban. -Aprende de Robin hermanito.-
-Me caes mal.-
El plan era dirigirse a la casa de la psicóloga Kelley para comprobar si sabía algo o si había visto algo. Steve había aparcado unos metros atrás del lugar.
-Vale. ¿Cómo lo hacemos?- Preguntó, mirándome en busca de una respuesta.
-Puedo ir yo.- Sugirió Max, pero yo noté como algo dentro de ella no estaba conforme con eso.
-Te acompaño.- Dije abriendo la puerta, sin ni siquiera dejar que formulara una respuesta. -Vamos.-
Ambas nos dirigimos a la puerta de la entrada. Estábamos nerviosas. Max tocó al timbre y en unos pocos segundos, Kelley apareció delante nuestra.
-Max, Raven. Hola.- Dijo la mujer, con un tono de confusión al vernos ahí.
-Hola. Siento que te molestemos en vacaciones, pero...- Le dije, dirigiendo la mirada a Max. -¿Podemos hablar?-
-Ah... sí. Por supuesto.- Nos invitó a pasar.
Me asusta lo que estoy escribiendo y lo que voy a escribir a continuación. Disfrutad.