Él la miró como si le hubiesen salido dos cabeza.
El rostro helado de Klaus Mikaelson era una mezcla de sentimientos frente a Rosalie. Tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Un rostro frío con cejas fruncidas y ojos que vagaban de ella a Alice.
Su corazón estaba detenido.
A la espera de algún tipo de señal o respuesta, Rosalie permanece con las manos en el vientre esperando alguna reacción.
La mente de Klaus se hizo eco de su frase. Una y otra vez, bombardeándolo con noticias que no esperaba recibir.
"Estoy embarazada de su hijo".
Los ojos del híbrido se volvieron hacia el vientre cubierto de la mujer. La pálida mano yacía sobre la tela oscura. Apoderándose de casi todo el abdomen.
Su boca se abrió en el aire.
Y la risa que salió de ella resonó por toda la casa.
Con el rostro arrugado en clara confusión, Rosalie observa cómo sus hombros tiemblan y su cuerpo se inclina hacia adelante. Temblando de arriba a abajo en una carcajada.
Riendo, él se reía.
- ¿Puedes decirme qué es tan gracioso? - preguntó Alice, sin ocultar su irritación.
Pero la risa de Klaus sólo se hizo más fuerte.
Apoyando su mano en el respaldo de la silla, el híbrido respiró hondo en un intento de recuperar el aliento. Se le escapó una risita mientras miraba al suelo.
- Me disculpo. - finalmente deja de reír. El dorso de la otra mano presionado contra los labios. - No todos los días entra alguien a mi casa y dice tonterías como ésta.
Enderezando su espalda nuevamente, había eliminado la broma de su rostro para dar paso al habitual odio en sus ojos.
Rosalie sintió que le hervía la sangre.
- ¿Tonterías dices? -explotó la rubia frente a los dos vampiros - ¿Crees que estoy mintiendo?
- No me malinterpretes, amor, pero el golpe en el vientre no funciona para ninguno de nosotros. Si quieres engañar a alguien, elige a una persona realmente estúpida. - Klaus no escatimó en su sinceridad.
- ¡Sinvergüenza! - exclamó la rubia. - Ya no tengo paciencia para semejante imbecilidad.
- ¿De verdad crees que te creería? ¡Los vampiros no pueden procrear! ¡Los híbridos tampoco! ¿Qué esperabas obtener de esto? ¡¿Una boda?!
Después de eso siguió un fuerte ruido.
La cara de Klaus giró hacia el lado izquierdo. Su mejilla ardió cuando recibió la bofetada de las manos de Rosalie.
Ella ni siquiera sabía que lo había golpeado. Sólo se dio cuenta de lo que había hecho cuando sintió una sensación de ardor en la mano.
Klaus giró lentamente su rostro hasta que su visión encontró nuevamente el rostro de su compañero. Ojos dorados ardiendo de ira. Una belleza incendiada.
- Me he cruzado con mujeres embarazadas durante mil años. Ni siquiera escucho el corazón de ninguna criatura. - habló en tono de voz serio. Disgustado.
- ¡Tienes que creer en nosotros! - gritó Alice.
- Escucha, enana. - miró a la mujercita. - No sé qué te ofrecieron esas brujas de mierda para que vinieras aquí. Pero juro por Dios y por el diablo que si no te apartas de mi camino ahora, desearás haber muerto cuando eras humana.
Los ojos de Klaus se iluminaron. Y tanto Rosalie como Alice dieron un paso atrás cuando vieron los ojos brillando dorados como una criatura que nunca habían visto.
- Salgan de aquí. - s voz era espesa y baja.
Harta de tantas desgracias. Rosalie agarró la mano de Alice y le dio la espalda a Klaus. Sus zapatos chasquean alejándose de él.
Ignorando el corazón desgarrado mientras cruzaba la puerta para irse.
[...]
No pudo aguantar mucho tiempo.
La concurrida calle del barrio francés les dio la bienvenida afuera. El sol puesto no detenía la música y el ajetreo de los seres humanos yendo y viniendo.
Rosalie soltó la mano de Alice cuando llegaron a la acera. Sus ojos se movían en toda dirección. Su mente da vueltas y su corazón grita.
- ¡Rose! - la llamó Alice cuando su hermana iba en dirección contraria al auto estacionado al otro lado de la calle.
Las lágrimas de la rubia comenzaron a caer a mitad de camino. Moviéndose entre la multitud de turistas, ignoró la llamada de Alice y se dirigió sin rumbo fijo.
Sólo se detuvo cuando se sentó en un banco de alguna plaza. El lugar, rodeado de pintores mostrando su arte, música y más turistas, contrastaban alegremente con la tristeza que sentía.
- ¡Rosalie! - Alice se sentó al lado de su hermana.
Lo que Alice podría haber dicho no tenía ninguna posibilidad de ser pronunciado. Sintiendo la presencia de su hermana, Rosalie, envolvió sus brazos alrededor de su torso. Su mejilla encontró el pecho de Alice y sus lágrimas mancharon su camisa azul marino.
Parecía una niña abrazada a su madre. Inconsolable. Sin prestar atención a las personas que comenzaron a mirar la escena.
- Oh Rose...- susurró Alice. Su delicada mano va hacia la espalda de su hermana, haciendo movimientos de adelante y atrás sobre el cuero de su abrigo.
- No quiso escucharme. - susurró Rosalía, soltando un sollozo. - Ni siquiera quiso escuchar el resto de la historia. Alice, ignoró nuestro vínculo...
Podía sentir el odio y el resentimiento pulsando a través de su vínculo recién nacido. Podía sentir la atracción que él sentía por ella y la manera grotesca en que la había tratado.
- Oh Dios mío Rose...- murmuró Alice al entender a su hermana. - Lo siento... - envolvió a Rosalie en un abrazo protector.
La única persona que realmente podía amarla más allá de su alma la había destrozado.
- Lo odio. - dijo con odio. - Y lo rechazo por toda la eternidad.
Él la había rechazado y ella también.
- Si lo hubiera sabido...- murmuró Alice. Más para ella que para Rose. Había varias posibilidades para el final de esa conversación. Eran posibilidades que Alice no podía ver con claridad.
Cullen se odió a sí mismo por hacer pasar a su hermana por esto.
Rosalie, liberándose de los brazos de Alice, encaró a la duendecillo. Los ojos rojos de la vampira en una abierta declaración de llanto.
- No fue tu culpa.- consoló secándose la cara. La vieja y dura Rosalie pronto comenzó aparecer de nuevo.
¿A quién le importaba un compañero tan imbecil e idiota como él?
- Vamos a casa. - murmuró la rubía. - Pero primero tenemos que solucionar este problema. Si me viste embarazada, necesitamos saber por qué no podemos sentir la presencia de la criatura.
- Mis visiones no siempre son claras sabes, tal vez yo...- Alice se ríe sintiéndose culpable por el dolor de Rosalie.
- Nueva Orleans es conocida por su misticismo. Klaus habló de brujas. Busquemos una y descubramos qué está pasando.
- ¿Pero como? Hasta ahora no sabíamos que existían las brujas. No tengo idea de cómo encontrarlas.
- Lo sé. - respondió Rosalie. Su memoria alfa volvió al olor de la mujer que casi la había matado en el bosque. - Busquemos una. Klaus Mikaelson no me vencerá.
Ella no iba a dejar ese pueblo como un perrito asustado. No importa si ella no tuviera su apoyo, ella resolvería ese problema.
¿Y si realmente hubiera un bebé...?
- Con permiso.
Una mujer pelirroja llegó junto a ella. La mujer tenía una expresión amistosa y sonrió levemente a las Cullen.
- Lamento molestarla. Pero no pude evitar prestar atención a su conversación. - se disculpó cortésmente.
La vaga memoria recién adquirida de Rosalie la reconoció. La pelirroja estaba sentada frente a un caballete muy cerca de ellas.
- Realmente no suelo entrometerme en la conversación de alguien, pero es imposible no escuchar el nombre que mencionaste. - se disculpó nuevamente.
- ¿Y que quieres a cambió? - pregunta Rosalie.
- Nada. - respondé simplista. - Pero estaban hablando de Klaus Mikaelson y de un posible mal que te hizo.
La pelirroja se paró frente a ellos, como si no quisiera ser escuchada por nadie más.
- Puedo ayudarlas a resolver lo que sea.
El olor de la chica bailó hasta Rosalie mientras se acercaba.
Y luego lo olió, la fragancia desconocida como la de la otra mujer. El olor de una bruja.
- Ayúdanos entonces. - pidió Rosalie, sin más. - Pagaré el precio que quieras.
- Bueno, querida, no será necesario. - pronto empezó a hablar. - Cuando se trata de Klaus Mikaelson, todo lo que se pueda hacer para detenerlo no tiene precio.
Decidida, Rosalie se levantó del banco.
La creciente ira que sentía ya no era hacía su compañero, sino la de ella misma.
- Si pudieras empezar ahora... Por cierto, soy Rosalie Hale. - dijo extendiendo su mano.
- Es un placer conocerla, señorita Hale. - la mujer extendió la mano para devolverle el apretón. - Soy Genevieve Levesque.
Les juro que me estaba riendo, pero cuando llegue a escena de Rose llorando me puse triste 😭😂.
Quién se apunta para darle unos cuantos zape a ese híbrido idiota?
Nos vemos en el próximo capítulo.
200 votos para el siguiente capítulo.