Lover of mine | George Russell

By walxleclerc

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Pocas personas notaban cuando el pulso de George se aceleraba ante la presencia de aquella joven de ojos agua... More

-author's note.
-lover of mine.
-rosé wine cheap.
-lucky charm.
-falling in love.
-hiding places and adrenaline.
-the first time.
-the victory.
-dress.
-paper rings.
-crossroads of emotions.
-night in london.
-reconstruction at Yas Marina.

-good luck before the race.

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By walxleclerc


Pov- Saya Wolff


-2019-


El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas del elegante estudio de mi padre, iluminando la habitación con una luz cálida. Me encontraba sentada frente a su imponente escritorio de roble, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras intentaba convencerlo de dejarme acompañarlo a la primera carrera del año.

Era la primera carrera que iba a correr George como piloto de Williams, y necesitaba estar a su lado para apoyarlo.

Desde el momento en que recibió la noticia de su ascenso, pude sentir la mezcla de emoción y nerviosismo que lo consumía. George había estado practicando y entrenando incansablemente para este momento durante meses, dedicando horas interminables en el simulador, perfeccionando su técnica en cada curva, cada frenada, cada adelantamiento.

Cada noche, después de que terminaba su jornada en el paddock, lo encontraba absorto en su trabajo, revisando datos, estudiando videos de las carreras anteriores y analizando cada aspecto de su desempeño en la pista.

Su determinación era palpable, pero a pesar de su dedicación y su talento innegable, George no podía evitar sentir la presión que venía con su nuevo papel como piloto titular de Williams. Sabía lo mucho que significaba para él esta oportunidad, lo mucho que había sacrificado para llegar hasta aquí, y no quería defraudar a su equipo ni a sí mismo en su primera carrera en la máxima categoría del automovilismo.

Durante las últimas semanas, lo vi enfrentarse a sus propios demonios, luchando contra los nervios y la incertidumbre mientras se acercaba el día de la carrera.

A pesar de sus esfuerzos por mantener una actitud positiva, podía ver el estrés en sus ojos, la tensión en su cuerpo mientras se preparaba para el desafío que tenía por delante.

Pero a pesar de sus dudas y sus temores, George seguía adelante con determinación, enfocado en su objetivo de hacer una buena actuación en su debut. Y yo estaba decidida a estar a su lado en cada momento, ofreciéndole mi apoyo incondicional y recordándole lo increíblemente talentoso que era, incluso cuando las dudas amenazaban con socavar su confianza.

Así que si, tenía que convencer a mi padre de que mi presencia era necesaria allí, pero sin revelar la verdadera razón: George.

—Por favor, papá, solo serán unos días. —insistí una vez más. —Estoy segura de que puedo ponerme al día con mis estudios después.

Toto Wolff, mi padre y jefe del equipo Mercedes, me miraba con seriedad desde su silla, con una expresión que dejaba claro que su decisión estaba tomada.

—Saya, entiendo que quieras apoyar al equipo, pero tu educación es tu prioridad. —respondió, su voz firme pero comprensiva. —No puedo permitirte perder días en la universidad por una simple carrera, recién está comenzando el campeonato...

Suspiré frustrada, sabiendo que mi padre era implacable cuando se trataba de mi educación y mis responsabilidades.

—Pa, por favor....

Respiré profundamente, tratando de contener mi desilusión mientras buscaba una forma de hacer que mi padre reconsiderara su decisión.

Sabía que no sería fácil, pero no podía rendirme sin intentarlo.

—Papá, entiendo lo importante que es mi educación para ti, y aprecio tu preocupación por mi futuro. —comencé, tratando de apelar a su sentido de responsabilidad paterna y a mis últimos intentos de disuadirlo. —Pero sabes que esto podría ser beneficioso, podre presenciar de cerca el funcionamiento del equipo, la dinámica entre los pilotos y los ingenieros, y todo el proceso detrás de escena que hace posible que una carrera de Fórmula 1 se lleve a cabo.

Mi padre me escuchaba atentamente, pero seguía mostrando cierta reticencia.

—Saya, sé que tienes un gran interés en el mundo del automovilismo, pero... —repitió, su tono firme pero comprensivo. —No puedo permitirte perder clases y retrasarte en tus estudios.

—¡Pero es un fin de semana! —rogué. —Y podremos pasar tiempo juntos, tu siempre te quejas de que no pasamos suficiente tiempo juntos...

Mi padre reflexiona por un momento, su expresión suavizándose ligeramente mientras consideraba mis palabras.

Toto se levantó de su escritorio y se acercó a mí, colocando una mano reconfortante en mi hombro.

—Eres una pequeña manipuladora...

Sonreí ante su comentario, sabiendo que no estaba completamente convencido, pero al menos estaba considerando mi solicitud.

—¿Entonces? —pregunte, mirándolo a los ojos con mucha esperanza.

Toto suspiró, pero su expresión se suavizó aún más, revelando una pequeña sonrisa juguetona.

—Está bien, cariño. Te dejaré ir, pero bajo una condición.

Mi corazón dio un vuelco de emoción, esperando escuchar que había aceptado mi petición sin condiciones.

—¿Cuál es la condición? —pregunté, ansiosa.

Mi padre levantó un dedo en señal de advertencia, pero su mirada estaba llena de complicidad.

—Prométeme que estarás pendiente de tus estudios y que no te dejarás llevar por la emoción de la carrera ni por otras cosas ajenas a ella. —dijo seriamente, mientras se bajaba los anteojos y levantaba una ceja.

Asentí con determinación, agradecida de que mi padre estuviera dispuesto a ceder un poco.

—Lo prometo, papá. —aseguré, con una gran sonrisa en el rostro.

Toto asintió con satisfacción, dando por terminada nuestra conversación.

—Saldremos temprano. —dijo, con una mirada significativa.

Me levanté de mi silla, abrazando a mi padre con gratitud.

—Gracias. —dije, sintiendo un alivio abrumador al saber que tendría la oportunidad de estar junto a George en su gran día.

Con una sonrisa en los labios, me dirigí hacia la puerta, lista para comenzar a hacer la valija.

El sonido del celular rompió el silencio mientras caminaba hacia mi habitación. Mi corazón dio un vuelco al ver en la pantalla el nombre de George parpadeando y con manos temblorosas, contesté la llamada.

—Hola, Georgie. —mi voz sonaba más calmada de lo que me sentía, tratando de ocultar la emoción que amenazaba con desbordarse.

Amor mío. —intento sonar calmado, pero la ansiedad en su voz era palpable, haciéndome sonreír al otro lado del teléfono. —¿Vas a venir a la carrera?

Una chispa de traviesa diversión se encendió en mí mientras decidía cómo responder. Quería mantenerlo en suspenso un poco más, hacerlo ansiar mi presencia aún más.

—Hmm, no estoy segura todavía. —respondí, disfrutando el efecto que mis palabras tenían en él. —Papá no quiere que pierda días en la universidad.

—Oh, entiendo. —la decepción en su voz era notable, haciendo que mi corazón latiera con más fuerza. —Eso es importante para ti, podrás venir en otra oportunidad...

El corazón me dio un vuelco al escuchar la desilusión en la voz de George. Por un momento, me sentí tentada a revelarle mi plan y aliviar sus preocupaciones, pero sabía que mantener la intriga solo haría que su sorpresa fuera aún mayor al final.

—Sí, lo sé. Pero estaré pendiente de todo, te prometo que no me perderé ningún detalle. —le aseguré, tratando de infundir algo de esperanza.

—Está bien, amor mío. —sus palabras estaban cargadas de nostalgia, y supe que tenía que hacer todo lo posible para que valiera la pena. —Te extrañaré mucho...

—Yo también te extrañaré, pero te prometo que estaré pensando en ti en cada momento. —suspire. —Buena suerte, Georgie.

Gracias. —su voz se suavizó, y sentí un cálido cosquilleo en mi pecho al escuchar sus palabras. —Te amo.

Deseaba poder estar a su lado en ese instante y besarlo.

—También te amo.

Después de despedirnos, colgué el teléfono y me quedé allí, con el corazón lleno de emoción y anticipación por lo que estaba por venir. Estaba decidida a hacer que esta sorpresa valiera la pena, no solo para George, sino también para mí misma.



El día de la carrera amaneció radiante, con un cielo despejado y un sol resplandeciente que prometía una jornada emocionante en el circuito. Después de prepararme con nerviosismo y emoción, me vestí con cuidado, eligiendo un conjunto elegante pero cómodo para la ocasión. Opté por un vestido midi de color azul marino que resaltaba mis ojos, acompañado de unos zapatos bajos y unas gafas de sol. Quería lucir presentable, pero sin dejar de lado la comodidad, ya que sabía que pasaría la mayor parte del día en el paddock caminando de un lado a otro.

Cuando mi padre y yo llegamos al autódromo, el ambiente estaba impregnado de una energía vibrante y emocionante. El sonido de los motores rugiendo a lo lejos y el olor a combustible llenaban el aire, añadiendo un toque de emoción al ambiente.

Caminamos por los pasillos, papá saludaba a sus conocidos y yo admiraba los monoplazas que se alineaban en sus respectivos boxes.

Aunque el paddock estaba abarrotado de gente y la actividad era frenética a nuestro alrededor, yo solo tenía ojos para una persona. Busqué con la mirada entre la multitud, ignorando todo lo demás a mi alrededor y sintiendo un cosquilleo de anticipación en el estómago al imaginar su reacción cuando me viera.

—Enseguida voy para allí. —le advertí a mi padre, quien seguía su camino hacia el box de Mercedes.

Su mirada curiosa no pasó desapercibida para mí.

—Te quiero aquí antes de la carrera.

Asentí con la cabeza antes de hacerle una seña con la mano a modo de despedida.

El paddock estaba lleno de actividad y emoción mientras me abría paso entre la multitud. El sonido ensordecedor de los motores llenaba el aire, y mi corazón latía con la misma intensidad mientras me acercaba al box de Williams.

Cuando vi a George, concentrado y serio, parado junto a su monoplaza, rodeado de mecánicos y miembros del equipo, mi corazón dio un vuelco al verlo, y un sentimiento de emoción y alivio me invadió por completo

Sabía lo mucho que significaba para él este día, y quería hacerlo aún más especial.

Con paso decidido, me acerqué a él, sintiendo la emoción burbujeando dentro de mí y sintiendo cómo la adrenalina recorría todo mi cuerpo.

George se giró hacia mí de repente, y nuestros ojos se encontraron en un instante de conexión intensa. Su rostro se iluminó con una sonrisa radiante al verme allí, y supe que había tomado la decisión correcta al venir.

Sin prestar atención a nada más a mi alrededor, me abrí paso entre el grupo de personas con determinación, centrada únicamente en llegar a su lado.

Los sonidos a mi alrededor se desvanecieron, solo existíamos él y yo en ese momento, unidos por el vínculo especial que compartimos.

Cuando finalmente estuve frente a él, el mundo pareció detenerse por un instante, y solo se percibía la emoción palpable entre nosotros.

Note como su rostro se iluminó con sorpresa y alegría al verme, y su mirada dulce me hizo sentir como si todo estuviera bien en el mundo.

—¡Sorpresa! —exclamé, con una sonrisa nerviosa.

George pareció quedarse momentáneamente sin palabras, pero una sonrisa radiante iluminaba su rostro. 

Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, con pasos largos y decididos, George atravesó el espacio que nos separaba y me rodeó con sus brazos con una fuerza que me dejó sin aliento. Sentí su corazón latiendo contra el mío, sincronizando nuestros latidos en un ritmo armonioso .

—Estás aquí. —exclamó, su voz llena de alegría y gratitud mientras me apretaba contra él con ternura.

Respondí a su abrazo con la misma intensidad, envolviéndolo con mis brazos y dejando que el calor de su cuerpo me envolviera por completo. En ese momento, el mundo se desvaneció a nuestro alrededor, no importaba el resto de las personas, solo nosotros.

El paddock, la multitud, el ruido de los motores; todo desapareció ante la intensidad de nuestro abrazo, dejándonos solos en nuestro propio pequeño universo de amor y felicidad.

Nos quedamos así, abrazados en silencio, compartiendo el momento mágico en el que nuestras almas se encontraban en perfecta armonía. 

Y en ese instante, no había ningún otro lugar en el mundo donde quisiera estar que, en los brazos de George.

Estar allí para él en este momento significaba más de lo que podía expresar con palabras, y no cambiaría esta experiencia por nada en el mundo.

George se alejó unos centímetros, sentí cómo él me tomaba de la mano con determinación y me miraba con ojos brillantes y llenos de emoción.

Sin decir una palabra, supe lo que quería hacer.

Con un gesto rápido, el británico de ojos celestes nos alejó de la vista de los demás, guiándome hacia un rincón más apartado del paddock. Allí, rodeados por la anticipación del día de la carrera, nos encontramos solos por un breve momento, lejos de las miradas curiosas y los murmullos de la multitud.

En ese instante, George me miró profundamente a los ojos, antes de acercar su rostro al mío con suavidad, y sentí el calor de sus labios encontrando los míos en un beso cargado de emociones.

Un gesto que hablaba más que mil palabras y que dejaba claro cuánto significaba para él mi presencia en ese día tan especial.

Cuando finalmente nos separamos, sentí cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho, lleno de emoción y adrenalina.

—Tengo que volver allí, pero quería que supieras que estoy muy feliz de tenerte aquí. —su voz suave, mientras entrelazaba nuestros dedos con ternura.

—Lo sé. —dije con una sonrisa honesta. —Quería desearte suerte antes de la carrera.

Él me miró con gratitud, sus ojos brillando con determinación y confianza.

—Ahora tengo a mi amuleto de la suerte... —respondió con sinceridad, apretando suavemente mi mano entre las suyas.

Sentí un cálido cosquilleo recorriendo mi cuerpo al escuchar sus palabras, sabiendo que mi presencia allí era importante para él.

—Estoy segura de que vas a hacerlo increíblemente bien. —añadí con una sonrisa llena de confianza.

—Gracias por creer en mí, Saya. Voy a dar lo mejor de mí en la pista. —aseguró con determinación.

Nos quedamos unos instantes más, compartiendo un momento de complicidad antes de que George se viera obligado a volver al trabajo. A pesar de la emoción y la anticipación que llenaba el aire a nuestro alrededor, nos sentimos tranquilos y seguros el uno al lado del otro.

Con un último apretón de manos y una mirada llena de cariño, nos despedimos momentáneamente, sabiendo que nos encontraríamos nuevamente después de la carrera para celebrar juntos, independientemente del resultado.

Observé cómo George se alejaba con paso decidido hacia su monoplaza, sintiendo una mezcla de emoción y orgullo por él.

Estaba ansiosa por verlo brillar en la pista y estaba segura de que este día sería el comienzo de un futuro lleno de éxitos para él.

Con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de esperanza, me encaminé hacia el garaje de Mercedes para presenciar la carrera, lista para animar a George en cada vuelta y compartir su alegría en la línea de meta.

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