EL MAR TE ESCUCHA (I)

By JamesA_L

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Hay que tener cuidado, decían los ancianos, de lo que esconde el mar con recelo y que por ello inunda las ciu... More

EPÍGRAFE
PEQUEÑO CORAZÓN
TRAICIONERO
DEBIL
OJOS Y CORAZONES
CAJA DE PANDORA
OLAS PELIGROSAS
ZIGOR Y ÉL
¿POR QUÉ NO LO CONTÓ?
EL DIOS DEL AVERNO
FALACIAS
ALGO DE PAPEL
EL DIOS OSCURO
SUEÑOS QUE PARECEN REALES
QUE ESCONDES, ÁNGEL OSCURO
EL INFIERNO LLEVA SU NOMBRE
¿QUÉ ME DICES?
FALSO
NO TE QUIERO CERCA
¿QUÉ DESEA ZIGOR?
EL PASADO
LOS PRIMEROS PECADOS
LA ESTOY ESPERANDO
MUY CERCA
ÉL SUELE ARDER
HUELE A PAZ
CRISTAL
CRISTAL Y HIERRO
POBRE DIOS
FINAL

AQUÍ HACE FRÍO

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By JamesA_L

— ¿Qué has hecho desquiciado? —inquirió en voz baja viéndolo seguir comiendo como si todo estuviera bien.

—Es mi reino, Erein, todo aquí gira en torno a mis reglas —contestó dejando los cubiertos a un lado y viéndolo fijamente. Erein miró a la mujer, sus ojos tristes pero le sonreía a los niños mitad minotauros. Se le hacía conocida, ¿pero de dónde?

— ¿Y estos...niños?

— ¡Ah! Mis hijos, de los tanto que he tenido —estiró la mano hacia la mujer y luego se la llevó a la boca, dejando un suave beso—. Lin, Lier y Leopoldo

— ¡Ah! Mis hijos, de los tanto que he tenido —estiró la mano hacia la mujer y luego se la llevó a la boca, dejando un suave beso—. Lin, Lier y Leopoldo

— ¡Nosotros no podemos tener hijos!

—Con las mortales no, pero aquí en mi reino sí.

—No te estoy entendiendo.

—Salgamos, te haré un recorrido del infierno —se puso de pie, arregló el traje oscuro y luego se acercó para dejar un beso en la cabeza de cada criatura, que seguían comiendo, como si todo ahí fuera normal. El dios del mar vio los ojos oscuros de la mujer, como si pidiera ayuda, y ahí la recordó, ella era el amor de aquel guerrero que luchó contra los dioses ¡Liev la robó para él!

A medida que descubría ese lugar, podía notar que estaba tan podrido como el corazón de su hermano, que no era algo bueno, que no era tan bueno como él por siglos pensó. En su cabeza Liev seguía siendo un pequeño niño asustadizo, pero ahora podía ver que no, y ahora podía confirmar que él fue quien lo manipuló.

Liev avanzó y abrió unas puertas grandes de acerco, el dios del mar lo siguió, con cautela, manteniéndose a la expectativa por si salía un ataque inesperado. Antes de llegar, había pedido que protegiera su corazón, que lo envolvieran con agua, que nada cruzara para que no volviera nunca más hacer manipulado, y mucho menos por el dios del infierno.

El sol lo golpeó y tuvo que colocarse la mano encima de la frente para protegerse del sol, cuando sus ojos se acostumbraron, pudo visualizar un lugar muy parecido a la isla con la diferencia que era pequeño, había animales yendo de un lado a otro, incluso perros. Había una pequeña banca y desde ahí se tenía una perfecta vista del mar, todo muy detallado, como si quisiera tener algo de la tierra en su propio infierno.

— ¿Qué es esto?

—Mi reino.

— ¿Cuándo lo cambiaste tanto?

—Ah, eso fue desde que Elan dejó de venir al infierno, le dolía tanto pisar este lugar, que aproveché para cambiarlo —Liev desabrochó el saco azul marino y se sentó en el banco, Erein aun indeciso lo acompañó. Se sentó y admiró el mar, la calma que ni por asomo tendría—. Elan fue el primero en romper las reglas.

— ¿De qué estás hablando?

—Elan desde el cielo vio a joven doncella, la seguía cada que podía y se fue enamorando —explicó y Erein se sorprendió ante aquella contestación—. Cuando ella cumplió la edad adecuada para casarse, su corazón no pudo soportar verla comprometerse con alguien más, ¿sabes lo irónico de la vida?

— ¿Qué?

—Que les dio la bendición mientras su corazón se hacía pedazos —Liev sostenía en sus manos una pequeña flor, le fue quitando hoja por hoja, con lentitud, como si le doliera hacer eso—. Ella se casó, tuvo hijos y siempre le rezó a Elan, de hecho, los altares más bonitos se los hizo ella.

— ¿Por qué dijiste que la vida era irónica?

—Porque ella también lo amaba, y se casó con un Brais para poder estar cerca de Elan, pero ninguno lo supo —siguió contando, Erein cada vez quedaba sorprendido de lo que sus hermanos habían hecho—. Ella murió por enfermedad, joven aun, Elan sufrió mucho y me pidió que la guiara al paraíso, lo curioso es que murió con su bebé.

— ¿Ella anda por aquí con un bebé en sus brazos? —Liev asintió y Erein apretó los labios—. ¡Elan te rogó para que los llevaras al paraíso! ¿Por qué no lo hiciste?

—Es mi reino, yo mando. —contestó sin inmutarse—. Elan dejó de venir aquí, así que empecé a cambiar todo, y cerré el paraíso para las almas, ahora viven su infierno, pagan sus pecados de una manera menos tortuosas que antes y bueno los que iban al paraíso, ¿Qué lástima no crees?

— ¿Por qué haces esto? ¿Por qué cambiaste?

—La vida está en constante cambio, hermano, el infierno también.

— ¿Nada de esto te afecta? ¡No sientes empatía por tus hermanos!

—Solo dejé de pensar en los demás y fui feliz —soltó una risita y se puso de pie arrojando la flor sin pétalos. Erein lo tomó de las solapas, alzándolo y el dios del infierno mantuvo la maldita sonrisa en la cara, como si nada le afectara.

Al hacerlo, sintió más frío y vio que alrededor se oscurecía, que los animales empezaban a esconderse y que el mar se alejaba, como si tuviera miedo, en segundos había muchos minotauros cerca, de varios tamaños e incluso los pequeños que había dentro del reino.

¿Era necesario que Elan despertara? Tal vez sería el único que traería la tranquilidad, la paz que necesitaba ese mundo. Sus hermanos estaban haciendo de las suyas, y Liev era ahora el más peligroso, estaba viviendo su vida feliz a costa de los demás y no se inmutaba, como si no tuviera corazón, sentimientos. No lo reconocía, no podía reconocer al hermanito pequeño que cuido cuando los relámpagos de Elan lo asustaban, cuando lo cargaba y lo arrullaba para que pudiera dormir mientras su hermano mayor practicaba.

—Hace treinta años, ¿tú me despertaste y manipulaste, verdad? —vio la culpabilidad en sus ojos, Erein soltó un quejido lastimero y lentamente lo soltó. Retrocedió, sintiéndose usado—. ¡¿Por qué?!

—Erein, ¿no los has comprendido? Somos Dioses, e injustamente Elan nos durmió, nos atrapó y pasamos siglos viviendo un verdadero infierno, caminando por un sendero que no tenía final —dijo como defensa, alzando el tono de la voz—. ¿A caso eso no te pasó a ti? ¡Tú también lo sentiste! Seguramente caminaste y caminaste tratando de llegar al mar y nunca lo hiciste.

No se equivocaba, había sucedido así, ese sueño al que lo puso Elan fue de los peores, desde entonces le tenía miedo al dormir, temía volver a estar en ese lugar donde nunca pudo llegar al mar. Él estaba hecho de agua, ¿Cómo cruelmente podían alejarlo?

— ¿Quiénes están despiertos?

—Tú, yo y Maua —confesó—ella desapareció en el dos mil, no volví a saber de ella, pero la sentí. Nunca se volvió a presentar en ninguna de sus formas.

— ¿Ella te dijo que me manipularas?

—Sí.

— ¡Maldición! —Gritó golpeando con fuerza el banco, Liev se quedó inmóvil, sabiendo que su hermano tenía mucho que digerir—. ¿Qué ha hecho todo este tiempo?

—Que no ha hecho, Erein. Maua nunca fue buena, pero Elan siempre quiso encontrarle bondad, cuando todos sabíamos cómo había nacido.

— ¡Tú sabías su naturaleza y aun así la ayudaste!

—Ella me ayudó a despertar, ¿Qué querías que hiciera?

—Tú eres poderoso, tienes criaturas aquí que podrían hacer todo para mantenerla lejos de inocentes.

— ¿No lo entiendes, verdad? —Erein vio sus nudillos lastimados, la ira envolviéndolo. Soltó un suspiro pesado girándose para encarar a su hermano—. Maua si tuvo hijos, se reprodujo y no solo eso, ella ahora domina más de lo que nosotros podemos imaginar. Si ella quisiera, pudiera destruir el corazón de Elan, y el mundo fuera peor que un caos.

— ¿Conoces a sus hijos, sabes de que son capaces?

—Sí, conozco a uno, de los mejores guerreros, con algunos poderes. Son semidioses, pero antes de los perfectos, vinieron los defectuosos —Liev lanzó una mirada a todos sus hijos, porque si, todos eran aun defectuosos, ninguno nací con su forma humana—. Eso son los peores, es como si ella quisiera arma un ejército, pero no sabes contra quien.

—Ella ya causó un caos en el pasado, ¿Qué más quiere?

—El poder absoluto.

Hizo más frío, Erein tiró del abrigo y se alejó, Liev lo alcanzó:

—Nadie es perfecto como tú, Erein, algunos si vamos por nuestra felicidad.

— ¡Tenemos un rol en este mundo! Pero todos decidieron pensar en sí mismos y olvidarse que la humanidad era la que estaba en peligro.

— ¡Porque también sentimos! —exclamó el dios del infierno con rabia y los ojos oscurecidos—. Elan nos hizo amar a los mortales y luego querer sentir como ellos, y míranos, ahora a punto de acabar con su creación.

—No permitiré que todo se repita, no puedo, mi consciencia no me lo permite.

— ¿Y qué harás? ¿Apagar el fuego con el agua? —dijo con sarcasmo.

—Soy mayor que ustedes, y domino mucho —escupió moviendo sus manos y apareciendo el tridente, lo levantó dejando las puntas muy cerca del cuello, incluso llegaron a raspar la piel de porcelana de su hermano. Alrededor se escucharon gritos y Liev levantó las manos para que se calmaran—. Tú juegas a la familia feliz y esa mujer seguirá amando al guerrero, por eso tus hijos nacen así, Maua crea hijos perfectos pero ninguno con el corazón para poder amar lo que le pertenece a su madre. ¿Crees qué así triunfarás?

Con esas palabras se alejó de ahí, cada tanto veía por el rabillo del ojo a la defensiva de que lo siguieran, pero su hermano se mantuvo en el mismo lugar, con la ira dibujada en su rostro, mientras veía a su creación alrededor. Liev buscaba que lo amaran, y por eso había hecho del infierno algo peor, un desequilibrio para el mundo, con razón constantemente podía sentir la oscuridad en la tierra, sentir las almas atormentadas, y ya sabía por qué.

A lo lejos vio a la misma mujer sostener al bebé, era hermosa y sintió pena por Elan, cuando había deseado porque ella fuera al paraíso, y si se enteraba de lo que Liev había hecho, nada saldría bien, no solo el mundo se volvería un desbarajuste, sino que la guerra entre hermanos podría causar que la tierra se abriera y los desastres naturales solo arrasarían con los mortales.

El camino de salida fue más complicado, volver siempre lo era, sus miedos se hicieron presente y por un segundo creyó ver a Agni corriendo para después caer por una flecha que atravesó su pecho. Siseó viendo la imagen, como moría, luego parpadeó y siguió caminando.

Nada era real.

Era su mente jugando, era ese mundo tan cruel que su hermano dominaba y se preguntaba como no se había vuelto loco por lo que había ahí, antes había más control, ahora todo era peor.

¿Dónde estaba Maua? Ahora tenía claro que debía despertar a Elan, los dos podrían calmar lo que estaba sucediendo, o peor; lo que sucedería.

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