Advertencia de contenido un poco gráfico... Pero ya deben saber cómo es Re:Zero ¿No?
Capítulo corto.
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En algún rincón remoto de este vasto mundo, una estrella emerge, desprovista de cualquier noción sobre los destinos que le aguardan en este mundo cruel y sombrío.
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Se frotó los ojos con más fuerza, intentando despejar la confusión que lo embargaba. La realidad de su situación era tan surrealista que le costaba aceptarla. La noche anterior, en un impulso juvenil durante su decimosexto cumpleaños, había deseado algo más emocionante que su vida cotidiana. Nunca imaginó que el "destino" tomaría su deseo al pie de la letra.
"¿He sido... transportado a otro mundo?", -expresó con desconcierto.
Y con justa razón, dada la vista que se desplegaba ante él.
A pesar de la vista desolada de lo que alguna vez fue un bullicioso distrito local, se armó de valentía y una pizca de imprudencia para aventurarse más profundamente en las ruinas. Con la esperanza de encontrar algún signo de vida o alguna pista de su ubicación actual. Sin embargo, lo único que hallaba era el eco de sus propios pasos y el susurro del viento que se colaba por las grietas de lo que una vez fueron comercios y hogares.
Caminando por las avenidas devastadas, reflexionó en voz alta.
"Si en verdad he sido enviado a otro mundo, entonces debe existir una razón, un propósito detrás", -susurró para sí mismo, esforzándose por mantener la serenidad. Las leyendas de héroes invocados para cumplir destinos épicos resonaban en su memoria, y se preguntaba si él estaba destinado a ser uno de esos elegidos.
Con un renovado ímpetu, se propuso descifrar el misterio de este distrito en ruinas. Tal vez, en algún rincón de este laberinto de desolación, hallaría una reliquia encantada, un manuscrito ancestral, o quizás un alma solitaria que pudiera ofrecerle respuestas.
[Pobre iluso]
"Esto es como un Souls", -pensó con una risa nerviosa, intentando aligerar su creciente ansiedad.
Aunque el solo mencionarlo incrementó su tensión, dada la naturaleza de estar en tal mundo.
"Tranquilízate, idiota, no debes sacar conclusiones apresuradas con tan poca información", -se reprendió a sí mismo por tener un pensamiento tan absurdo.
"Jajaja, definitivamente no he sido enviado a un mundo similar, no puedo tener tanta mala suerte", -dijo con una risa insegura.
¿Verdad?
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La noche cayó y la gran luna se abrió paso entre las nubes, iluminando débilmente las ruinas. Caminaba con cautela, alerta a cualquier peligro que pudiera surgir de la oscuridad. Después de horas de búsqueda infructuosa, decidió que era hora de buscar refugio.
El frío nocturno se hacía más intenso, y se abrazó a sí mismo en un intento de conservar el calor. "¿En serio, nada? ¿Ni siquiera una pista clave?", -murmuró con desánimo.
Aunque no había encontrado respuestas definitivas, las banderas desgarradas, los muros improvisados y quemados, y las armas oxidadas que había descubierto le ofrecían pistas sobre los eventos que habían tenido lugar. No eran respuestas concretas sobre por qué había sido invocado, pero sí un comienzo en su búsqueda.
Llegó a lo que debía ser un barrio marginado, o lo que quedaba. El terreno, ahora apenas más que una extensión de tierra, grandes cráteres y desolación ofrecía pocos lugares de refugio contra los vientos gélidos que barrían la zona. Lo que más le inquietaba no era la falta de refugio, sino la ausencia total de vida; no había encontrado ni un solo ser vivo en su búsqueda. Sin embargo, una voz interior, [sentido común] comenzó a sugerirle que tal vez sería mejor así. En una tierra tan desgarrada y desolada, ¿podría esperar realmente encontrar a alguien solidario o con buenas intenciones?
Dejando de lado sus cavilaciones, notó que, entre todas las "casas", había una que parecía estar lo suficientemente intacta como para ofrecer refugio por la noche.
La indecisión lo asaltó: ¿debía investigar esa estructura inusualmente preservada o seguir buscando otro lugar? La rareza de encontrar tal casa en medio de la devastación le hacía dudar, pero el frío de la noche se intensificaba y el cansancio lo abrumaba tras un día entero deambulando sin rumbo. Decidido, se dirigió a inspeccionarla.
Al alcanzar la puerta, observó que estaba entreabierta. Si no fuera por su agotamiento, habría dudado mucho más antes de entrar a investigar. Pero el cansancio pesaba sobre él y, sumado al hecho de que la puerta estaba deteriorada y carecía de cualquier cerrojo o candado [probablemente desprendido por el paso del tiempo], comenzó a abrirla con cuidado. Sin producir ningún sonido, milagrosamente, comenzó a inspeccionar el lugar.
[Grave error]
En apenas unos segundos, se percató de algo que, sin duda, habría preferido no descubrir si no hubiera venido a investigar, o mejor aún, si no hubiera llegado a esta área marginada.
Frente a él, se perfilaba una figura femenina con curvas, su cabello negro trenzado caía hasta la cintura, y estaba de espaldas a él. A pesar de la tenue luz, pudo ver que la "dama" estaba sentada en el suelo de madera, inmersa en una tarea sombría. Delante de ella, se extendía el cuerpo inerte de un hombre, rodeado por un charco de sangre que se esparcía sobre las tablas gastadas. El vientre del cadáver estaba abierto en una visión grotesca, y la mujer, con una calma escalofriante, manipulaba las entrañas como si fueran juguetes.
Ella tarareaba una melodía dulce y suave, que resonaba en el silencio opresivo del lugar. La inocencia de la canción formaba un macabro contraste con la escena de horror ante él, añadiendo una capa de perversidad a la ya de por sí terrorífica situación.
Su cuerpo se estremeció y un sudor frío comenzó a cubrir su espalda; sus ojos se dilataron mientras su rostro se contraía por el temor y el asco. La respiración se le aceleró al igual que los latidos de su corazón, y su boca quedó entreabierta, como al borde de un grito.
Resistió el impulso de ceder al pánico y no se quedó paralizado; su mente trabajaba frenéticamente y llegó a una conclusión rápida: debía largarse de allí sin hacer ruido y alejarse cuanto antes de ese lugar.
Con las piernas y manos temblando, retrocedió con pasos suaves, intentando con la mayor delicadeza posible cerrar la puerta sin hacer ruido, para evitar que la mujer se percatara de que había sido vista.
En menos de ocho segundos, su rápido plan parecía ir a la perfección; ya estaba a punto de alejarse lentamente de la casa para luego correr lo más lejos posible.
[Lastimosamente, no todo sale como uno desea, SU-BA-RU~]
Absorto en su intento de cerrar la puerta con suavidad, no se percató de la tabla podrida bajo sus pies, que se partió por la mitad, sonando en un fuerte sonido.
[¡CRACK!]
Un silencio sepulcral lo envolvió, pero sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y salió corriendo con la energía que todavía le quedaba.
Mientras más corría, más se insultaba por ser tan imprudente.
"(Maldición, maldición, ¿entrar cuando ves que la misma puerta estaba abierta? ¡Cómo puedes ser tan jodidamente imprudente!)", -pensó en total horror.
Los minutos se deslizaban lentamente, pero para él transcurrían como horas. No tenía idea de cuánto había corrido hasta que, exhausto, se apoyó en una pared en ruinas
Con la respiración entrecortada y la voz cargada de fatiga, apenas logró decir: "Dios, creo... que la perdí".
Iba a sentarse cuando un sonido lo hizo moverse rápidamente a un lado, casi esquivando por poco el ataque.
"¡Ugh!", -apretó los dientes para no gritar, pero las lágrimas comenzaron a brotar.
Sintiendo la sangre y el dolor en su hombro herido, intentó correr, pero ya era demasiado tarde para idear un plan.
[¡SHHHLICK!]
"¿¡Hah!?", -su mente no podía comprender cómo estaba a punto de caer, pero antes de sucumbir, al voltear la cabeza, vio a su futuro verdugo.
Su cabello negro, liso y brillante, estaba recogido en una trenza meticulosamente elaborada que reposaba sobre su hombro izquierdo, adornada con una flor de un morado intenso. Sus ojos, del mismo tono profundo de la flor, brillaban con una mezcla de curiosidad y éxtasis, mientras que sus mejillas se teñían de un suave rubor. Sus labios, carnosos y tentadores, se curvaban en una sonrisa sensual, revelando un lunar que se convertía en el punto focal de su rostro, situado con coquetería en la parte superior izquierda.
Vestía ropas que parecían diseñadas para realzar cada curva de su figura voluptuosa; el negro de su atuendo contrastaba con su piel notablemente pálida, mientras que los detalles en morado resonaban con los adornos de su cabello y sus ojos. La tela se ajustaba a su cuerpo, insinuando más de lo que revelaba, y cada movimiento que realizaba parecía una danza calculada para hipnotizar a su espectador. Era la imagen viva de una mujer que no solo había alcanzado la madurez, sino que la abrazaba con la confianza de quien conoce su propio poder y belleza.
[Me pase con los detalles...]
Si la situación no fuera tan desesperada, si no fuera ella la que anhelaba su fin, habría quedado cautivado e intimidado ante la presencia de tal mujer. Pero el dolor agudo que se apoderaba de su ser le recordaba la cruda y amarga realidad.
"¡Ahhhhh! ¡Mi pierna! ¡No la siento! ¡Duele!", -gritó con una voz desgarradora que se desvanecía en susurros y sollozos. "¡Duele... duele mucho!", -articuló entre lágrimas. El dolor era insoportable, un tipo de tormento que nunca había experimentado, que lo consumía y lo reducía a un estado de vulnerabilidad abrumadora.
"Ara, ara, no es de buena educación irse tan pronto, especialmente después de haber visto lo que hay dentro", -dijo ella mientras caminaba lentamente hacia donde él yacía desangrándose.
Con un miedo que nunca había sentido en su joven vida lo invadió, haciéndolo hablar desde la desesperación, ya sabiendo lo que le iba a pasar, lo que todo ser humano más teme...
[La muerte]
"¡Por favor! No... no quiero morir", -suplicaba entre sollozos, mientras las lágrimas y la mucosidad se deslizaban por su rostro. "Prometo no decir nada, por favor, no me mates", - continuó, arrastrándose hacia atrás en un intento desesperado de alejarse de ella.
Con una frialdad que contrastaba con las súplicas de Subaru, lo volteó sin esfuerzo y se posicionó sobre él, mirándolo directamente a los ojos. "Lo siento, pero no puedo permitir eso", -expresaba con una voz que era un susurro de seducción y peligro. "Has visto algo que no debías, aunque he de admitir que hace tiempo que no veo una reacción tan... intensa", confesaba, mientras un gesto inconsciente revelaba su éxtasis.
Subaru la miraba, y cuanto más comprendía que no había salvación, más se sentía impotente, su rostro era un ruego silencioso por misericordia. Ella se detuvo, y por un instante, por la mirada que... "Pero no puedo dejar testigos", -retomaba con firmeza, "aunque te concederé una muerte rápida, quizás sea lo más compasivo. La muerte que te daré será una de las más misericordiosas en este reino corrompido. Es lo menos que puedo hacer después de... darme tal deleite que has mostrado."
Subaru yacía inmóvil, el terror y la aceptación de su fin se reflejaban en su mirada. "Por favor...", -balbuceaba, pero sus palabras se perdían en un débil susurro. Con un movimiento ágil y certero, Ella le asestó un golpe directo al corazón, una punzada que no era más que el preludio de la oscuridad. Mientras sentía cómo la vida se escapaba de su cuerpo y se ahogaba en su propia sangre, escuchó una voz suave y empática que no esperaba: "Ojalá no tuvieras que terminar así", - se acercó y le susurro al oído, "Descansa, descansa y sueña con los ángeles, pues irás a un lugar mejor".
Después de oír esas últimas palabras, comenzó lentamente a cerrar sus ojos, y en medio de esos muchos arrepentimientos que comenzaron a surgir, solo uno le hizo desear cambiar con todo su corazón: "Solo hubiera deseado ser un mejor hijo para ustedes", -pensó antes de cerrar completamente los ojos. Después de terminar ese pensamiento, su alma ya había dejado su cuerpo en medio de la noche, en un lugar marginado y destruido, mientras la mujer que tomó su vida todavía estaba quieta encima de él.
Mientras eso pasaba, su alma comenzó a ser abrazada por alguien, ese alguien lo envolvía extrañamente con suavidad y calidez mientras susurraba palabras que no se podían entender.
[Así fue la primera muerte que tuvo Natsuki Subaru.]
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Una escena se desplaza a un lugar muy distante, alejado del lúgubre final de Subaru, hacia una mansión imponente. Una oficina que destila autoridad, un hombre se encuentra absorto en la lectura de un libro antiguo, sus ojos recorren las páginas con una devoción que roza la obsesión.
De repente, sus labios se curvan en una sonrisa triunfal, una expresión que rara vez ha adornado su rostro. "Ya ha comenzado", -pronuncia con una anticipación que hace vibrar el aire a su alrededor.
Se levanta de su asiento, que más que un mueble, parece un trono, y sostiene el libro contra su pecho con ambas manos, como si fuera un tesoro invaluable, el núcleo de su existencia.
"400 años... eso he esperado para tener esta oportunidad. Tantos esfuerzos y sacrificios han sido necesarios, todo convergiendo hacia ese día", -murmura con fervor, mientras miraba la ventana y su abrazo al libro se intensifica.
El sonido de la puerta lo saca de su trance, y su expresión cambia en un instante, escondiendo el libro de la vista.
La puerta se abre y una silueta se perfila en el umbral.
"Buenas noches, padre. Espero no interrumpir", -dice una voz femenina, impregnada de respeto.
"No, Yulia, al contrario. Estaba pensando en la búsqueda de la estrella", -responde él, con una sonrisa que Yulia no puede evitar encontrar inquietante.
"Desafortunadamente, no hay novedades. Los mensajes del santo sugieren que se dirigió al norte para investigar", -informa ella, su voz delatando una pizca de desilusión.
"No te preocupes, hija. La paciencia es una virtud en estas búsquedas", -la tranquiliza él, conocedor de la determinación de su hija.
"Pero el tiempo avanza, padre, y no hay rastro alguno. Además, tu tiempo...", -comienza a decir ella, pero él la interrumpe con calma.
"Yulia, no permitas que tus emociones nublen tu juicio. Y en cuanto a mi tiempo, eso no es de tu incumbencia. Confío en ti para que asumas mi lugar, sé que lo harás incluso mejor que yo", -afirma, acercándose a ella.
"Debes estar agotada después de tanto viajar. Descansa, y mañana, con la mente despejada, encontrarás lo que buscas", -sugiere, acariciando su mejilla.
"Tienes razón, descansaré. Buenas noches, padre", -concede ella, aunque con una sombra de duda en su voz.
Antes de que pueda salir, él la detiene con una última petición.
"Yulia, cuando regreses a la capital mañana, ¿podrías visitar el viejo distrito comercial al oeste?", -pregunta.
"¿Por qué allí?", -pregunta ella, sorprendida.
"Presiento que podrías encontrar alguna pista, o al menos una nueva perspectiva", -responde él con una confianza misteriosa.
"Lo intentaré, aunque no prometo nada", -responde ella antes de cerrar la puerta tras de sí.
Si hubiera mirado atrás, habría visto la sonrisa malévola y desquiciada de su padre.
"Pronto, muy pronto, nos encontraremos, _Senshutsu_", -murmura él, sumido en una locura que parece consumirlo.
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Seré sincero, reconozco que este capítulo podría estar mejor elaborado y que le faltan algunos elementos por mi culpa. A pesar de ello, espero que encuentres algo de interés en él.
Como habrás notado, hemos introducido algunos cambios respecto al canon original. Es posible que te preguntes por qué Elsa reaccionó de esa manera al ver el rostro de Subaru, o por qué Roswaal tiene una hija, entre otras cuestiones. También puede que te intriguen la identidad de la persona que abrazó a Subaru cuando su alma abandonó su cuerpo. Pues (no es quien piensas), todas estas dudas serán resueltas o al menos te daré pistas a lo largo de la narrativa, la cual se desviará significativamente del material original.
Para concluir, quiero expresar mi gratitud por las estrellas y por las más de 100 personas que han mostrado interés en mi historia. Es un placer saber que ha despertado curiosidad y que han compartido sus opiniones.
También Feliz (Atrasado) Cumpleaños Baru :D
Día: 4/3/2024
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