Gon no sabía cuánto tiempo habían estado saliendo. Fueron a diferentes partes de la cuidad. Killua le siguió comprando una cantidad inmensa de regalos y cosas que necesitaba.
El moreno estaba ansioso por avanzar en su relación. Tomarse de la mano lo encontraba agradable y más cuando el albino le acariciaba la palma con cariño.
La última cita fueron al cine. Vieron una película romántica, para la sorpresa de ambos, lo terminaron disfrutando.
El de nariz de botón llegó al punto de querer derramar unas lágrimas. Pero se mantuvo callado, abrazado de su pareja mientras se frotaba al sentir el frío de la sala de cine.
A comparación de él, siempre estaba con una temperatura normal. Mientras que el mestizo serpiente se encontraba helado.
Siempre le gustaba esa diferencia entre los dos.
En un momento de la película, una de las manos de Killua se posó sobre su cintura. Eso le ocasionó escalofríos y que aguantara un sonidito de impresión, no sabía si mirar hacia el pálido o disimular sus nervios manteniendo la vista hacia la pantalla.
Pasaron los minutos y ninguno habló, los dedos largos apretaban la piel debajo suyo con cuidado. A veces se movía de lado a lado, acariciando y las orejas esponjosas se bajaban por eso.
Era la primera vez que sentía esa sensación tranquila con alguien. Una parte dentro de él quería más.
Cuando apenas se dio cuenta, la cinta terminó y las personas empezaron a levantarse mientras los créditos avanzaban.
Pero el pequeño conejito no tenía intenciones de levantarse, estaba muy a gusto sentado.
Killua pensaba que se había quedado dormido por su repentina quietud. Por lo que le dio un pequeño beso en la cabeza.
-Cariño, ya debemos irnos.
Un apretón en su cintura le hizo quejarse.
-Está bien...
Salieron de la mano en silencio. El cuerpo del más bajito lo sentía adormecido por las horas que estuvo en la misma posición.
Caminaron tomados de la mano. Hablando de sus trabajos, el menor le contó en sus anteriores salidas que heredó la empresa familiar al momento de que su hermano mayor viajó a otro país.
Estaba realmente ocupado siempre y era normal que a veces fueran interrumpidos por las llamadas de sus empleados.
Gon en cambio, trabajaba en una panadería junto a su mejor amigo Kurapika. Atendiendo la caja o a veces sirviendo los pedidos, así que ambos tenían una ocupación bastante diferente del otro.
Aunque ahora, el conejito pensaba en el beso de despedida que se darían al volver de nuevo a su rutina. La verdad es que se ponía ansioso por el hecho de que no le ocasionaba nadie los nervios como cuando se quedaba a solas con el híbrido serpiente.
No sería la primera vez que se besaban. Una vez ocurrió cuando comieron en un restaurante y estaban en una esquina a solas. Killua reía al tener cerca la cara de su conquista junto a su mejilla y que este se restregaba, hasta que volteó el rostro y al verse por unos segundos se besaron.
Fue corto pero muy tierno. No pasó mucho tiempo para que el mesero llegara para ver que todo estuviera bien y Gon sintió las orejas rojas al pensar que los vieron.
Así que el moreno quería volver a experimentarlo.
Se entretuvo viendo las escamas que decoraban la mano pálida. Habían más en sus dedos y le llamaban la atención.
-Gon... -los grandes ojos marrones le miraron inmediatamente. -Estos siguientes días... no nos podremos ver mucho.
-¡¿Qué?! -sus orejas se bajaron con tristeza. -¿Cuándo nos veremos otra vez?
-Sí salgo del viaje rápido, puede que antes de la otra semana.
Gon hizo un puchero. Bajando la mirada y buscando pensar, ahora es que se daba cuenta de lo apegado que se había vuelto con Killua desde que se conocieron.
El albino le miraba con pena, tomando su mano con fuerza y dándole una acaricia.
-Puedo quedarme contigo a cenar. Pedimos algo por Internet y me iría en la mañana.
Hizo un gesto de sorpresa y su gesto cambió por completo.
-¡Killua! -se lanzó a sus brazos moviendo su colita de algodón.
Agradeció mentalmente porque Kurapika le había ayudado a limpiar. Normalmente no tenía tiempo para mantener su apartamento arreglado.
Llegaron en cuestión de minutos al edificio. Gon jugaba con sus manos al tener las llaves entre ellas. Killua lucía tranquilo, mirando las decoraciones.
Fotos donde salía con antiguos compañeros de estudio y de trabajo. El conejito se veía sonriente como siempre en cada fotografía.
Escuchó como salía de su habitación y tomaba algunas almohadas. No era la primera vez que estaba ahí, pero siempre le gustaba observar donde vivía su amado.
Se asustó al ver que se enredaba con sus propias sábanas, pero sonreía para seguir ordenando el sofá.
Killua no quiso interrumpir su emoción. Así que se sentó para buscar que ordenar.
-Cariño, ¿qué quieres ordenar?
-Puede ser sushi o pizza... lo que quieras.
El reptil seguía viendo las opciones no muy convencido. Habían probado la comida de casi todos los lugares de la ciudad.
Mientras seguía viendo los menús, los brazos de Gon se enrollaron en su cuello y sintió escalofríos cuando su nariz tocó su mejilla.
Era algo que le encantaba. Que fuera tan meloso con su compañía, tal vez se debía a su naturaleza de presa o simple carácter de su personalidad.
Los pequeños suspiros al buscar apegarse a él junto a su respiración lo desconcentraban a veces.
-¿Ya decidiste qué pedir? -la voz tranquila lo sacó de su burbuja. Se quedó viendo la misma página desde que se mantuvieron abrazados.
-S-sí... -Killua rápidamente pidió una pizza y guardó su teléfono para acomodarse mejor. No estando tan tenso mientras rodeaba la cintura del conejito entre sus manos.
En respuesta recibió acaricias en su cabello nevado y una sonrisa que solo Gon le podía dedicar.
El cuerpo del moreno era mucho más pequeño. Lo podía cargar con facilidad y su estatura distinta resaltaba cuando estaban al lado del otro.
-¿Qué quieres hacer mientras esperamos la comida? -estaban cómodos, con Gon casi sentado encima de sus piernas y aún así no se estaban viendo a la cara.
Muchas ideas pasaron por la mente del mayor, mordiendo un poco su labio para tomar el rostro de Killua entre sus manos para verse a los ojos.
-Quiero besarte.
Las mejillas pálidas tomaron color por el comentario tan directo. Se encontraba atrapado entre la mirada derretida color avellana sin posibilidad de escapar, pero con confianza buscó acariciarlo. Tocando una de sus mejillas regordetas.
Su gesto se relajó por las atenciones, cerrando los ojos y con las orejas de conejo cayendo, junto a su cola esponjosa vibrando.
-Eres muy lindo, Gon. Claro que también deseo darte muchos besos.
Un pequeño suspiro salió de sus labios para sentir la presión de los contrarios contra los suyos.
Apenas eran unos toques. Pequeños picos que acababan en cuestión de segundos y el sonido le provocaba sonreír.
Se sentía muy bien cuando Killua lo halagaba de esa manera. Derretía su corazón y lo hacía vulnerable en el buen sentido.
Al principio no escuchaba comentarios así cuando comenzaron a salir. Al reptil le costó un tiempo crear una confianza para poder abrirse con él.
Por eso era inevitable emocionarse. Quería demostrarle también físicamente que le gustaba muchísimo, ya que lo tenía a sus pies.
Pronto el beso subió de nivel. El conejito sintió un escalofrío al sentir como lamían sus labios y tocaba su lengua.
-Mooh ~ -Killua saltó de su lugar por su queja. Pensando que hizo algo mal. -¡Debes decirme cosas lindas más seguido!
El albino sonrió con cariño. Besando las mejillas regordetas.
-¿Te gusta mucho que las diga? -sus labios eran muy suaves. Era inevitable querer morder un poco.
Gon asintió repetidas veces.
De repente las mejillas blancas estaban siendo estrujadas. Al moreno le gustaba verlo con detenimiento.
Poco a poco se dio cuenta que la lengua de su conquista era larga y dividida en dos. Su colita vibró al dejarse llevar por pensamientos que llegaban más allá.
En eso escucharon el timbre del apartamento. Gon se quejó en voz alta.
Con cuidado el más alto lo dejó sentado en el sofá para levantarse.