ʙᴏᴛᴛᴏᴍ | ᴏɴᴇ ᴘɪᴇᴄᴇ ; ʀᴏɴᴀ ᴛs

By whissaki

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.:。♡゚| "Rebecca me invitó a ese bar y sólo necesito el apoyo emocional de mi mejor amiga. Además, dijo que ll... More

ᴀs ʏᴏᴜʀ ᴏʀᴅᴇʀ | sᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ

ᴀs ʏᴏᴜʀ ᴏʀᴅᴇʀ | ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ

201 10 11
By whissaki

- adaptación
- rona principal, vivi x rebecca side couple
- au!club, dynamic top/bottom/switch
- smut, romc

◍◍◍

Nami no se considera exactamente una nerd, pero prefiere mil veces quedarse en el calor de su apartamento leyendo un libro mientras toma el té en su sofá y deleitando sus oídos con la suave melodía del jazz en el tocadiscos. Tampoco se considera una parrandera, pero le encanta ir a fiestas o reuniones con amigos donde el aroma a alcohol y cigarrillos predomina en el ambiente, escuchando una canción suave y sensual mientras su cuerpo se mueve al ritmo de los altavoces y sintiendo cada beat hasta en la más pequeña pulgada de su ser.

Y por eso está justo en la entrada de un bar en este mismo momento. Aunque no exactamente porque ella quisiera estar allí. Vivi había insistido durante al menos 3 horas en que la acompañara a su salida habitual de los sábados al bar que se encuentra en el centro de la ciudad, que funciona como antro por la noche. Se suponía que todas las protestas de la chica menor vendrían porque finalmente consiguió que Rebecca la invitara a salir. Y aunque ciertamente se debía a aquello, no era toda la verdad.

Nami había llegado 20 minutos tarde a la real hora de reunión porque su gatita había decidido justamente en ese momento no dejarla ir, y por eso no pudo evitar encontrarse de lleno con la cara de Nico Robin en la entrada del Club.

-Oh, Nami-san, es un gusto verte aquí. -dijo Robin, que sonreía a Nami con extraño placer.

-Al fin llegas, ¿pasó algo? -preguntó Vivi.

Rebecca estaba junto a Vivi en posición de espera, claramente cansada de estar en la entrada del lugar, y con Robin frente a ella, que miraba a la más baja con gran profundidad.

-Ehh, lo siento... Nana no quería dejarme ir... -Su mirada pasó de Vivi a Rebecca y de Rebecca a Robin. -¿Como es que..?

-Vengo con ella. -La pelinegra señaló con el pulgar a la pelirrosa, aún con la mirada fija en Nami.

-Oh.

El simple hecho de que la alta pelinegra estuviera allí, con su mejor amiga, mirándola como lo hacía y sonriéndole, fue suficiente para dejar a Nami sin palabras. Pensándolo bien, ¿qué diablos estaba haciendo Robin allí de todos modos? Sin malentendidos, Nico podía ir a donde quisiera, pero la duda de Nami era por qué la pelinegra y Rebecca venían juntas, ¿ellas se conocían?

¿Por qué, de todas las personas que pertenecían a la facultad de ciencias, Rebecca tuvo que invitar a Robin como su compañera? Robin, la chica de su clase de Anatomía, la misma con la que compartió un beso (o más que un simple beso) en una de las fiestas universitarias, la misma con la que tiene esa extraña tensión.

Tensión a la que Nami se niega a llamar sexual.

Vivi definitivamente tenia algo que ver con eso.

-Bueno, ¿les gustaría entrar? Nami-san ya está aquí, así que no tenemos nada más que hacer. -Rebecca habló por primera vez desde que llegó la pelirroja, tratando de aligerar un poco la situación.

Todos asintieron, siguiendo a la pelirrosa hasta la mesa de la entrada del local. Una chica alta de brillante cabello rosa que saludaba y guiaba a los clientes, les sonrió alegremente y se volvió hacia ellos.

-Bienvenidas, ¿alguna de ustedes es cliente habitual? -Vivi fue la única que levantó la mano. -¿Qué color usas preferiblemente? -La chica alta de cabello rosa le entregó tres brazaletes de papel de diferentes colores; uno rosa pálido, uno violeta y uno turquesa. Miró todas las pulseras antes de mirar a Rebecca y tomar la de color violeta.

La de cabello Rosa se dirigió ahora hacia las tres novatas, extendiendo unas hojas con el logotipo del antro impreso en ellas.

-Necesito que todas completen esta pequeña encuesta para poder entrar, solo son tres preguntas con todo el tiempo del mundo para responderlas. Una vez que terminen les daré una pulsera dependiendo del resultado de sus respuestas. -Cuando terminó de decir eso, entregó un bolígrafo a cada una de las chicas y esperó pacientemente a que comenzaran -So easy.

Para Nami las preguntas eran bastante extrañas, especialmente si de un club se hablaba.

"¿Qué significa elegir entre un cheesecake, un brownie y una crepa?" pensó.

Nami resopló. La encuesta parecía simplemente estúpida.

-¿De verdad respondiste a esto, Vivi? -preguntó la mujer más baja riendo mientras contestaba su hoja, arrancando una carcajada divertida de la chica.

Nami miró confundida a Rebecca. ¿No había invitado ella a Vivi? Debería saber qué tipo de lugar es este.

-Quizás lo entiendas más tarde.

Las tres entregaron sus hojas, Robin siendo la última de ellas. Con esto, la "recepcionista" entró en una de las habitaciones, no sin antes murmurar un suave "Vuelvo pronto".

-Leyendo las preguntas de la encuesta y el nombre del club, creo que entiendo de qué se trata todo esto... -La pelinegra miró a Nami después de decir eso. -Probablemente consigas una rosita, Nami-san.

Vivi miró a la pelirroja mientras reia, luego asintió a lo que dijo la mayor. La mencionada miró a Rebecca, pensando en lo raro que era todo esto, y se encontró la misma expresión confusa en el rostro de la menor. ¿No sabía de los brazaletes?

-Es probable. -Añadió la más baja.

La chica alta de cabello rosa regresó con las hojas, trayendo unas pulseras en su otra mano. Rebecca obtuvo el violeta, justo como Vivi, junto con la hoja de sus respuestas ya revisadas. Ambos tenían una "V" grabada en el centro. El siguiente descansaba en la muñeca de Robin; de un suave color turquesa pastel con una "T" un poco más oscura que se asomaba en el lado derecho de la extensión.

-La T y la V tienen que ser por el color, ¿verdad? -preguntó Rebecca con curiosidad a la chica de cabello rosa.

Ella solo rió ante la tierna inocencia, muy común, de los recién llegados respecto al trasfondo de los brazaletes de su lugar de trabajo. Después de todo, era una característica única e inusual de aquel club. La chica de sonrisa sospechosa fijo sus ojos en la linda chica de ojos castaños frente a ella y dejó aquel objeto que determinaba su destino (solo por doce horas y dentro del establecimiento) en sus manos. El brazalete de Nami era de color rosa pálido, quizás un tono más oscuro, y se podía ver una "B" desde el lado izquierdo del brazalete.

-¿Por qué la B? -preguntó ella de inmediato.

La recepcionista miro de soslayo a Robin para soltar un risita cómplice, pero grande fue su sorpresa cuando, al querer responder, vio a Nami y Rebecca siendo arrastradas por Vivi hacia el interior, con Robin siguiéndoles de cerca.

Ante la falta de respuesta y el extraño comportamiento de su amiga, la pelirroja seguía confundida acerca de la B en su brazalete y el nulo conocimiento de Rebecca acerca de ellos, pero sus pensamientos se quedaron atrás cuando escuchó la canción sonando en los altavoces. Su cuerpo se iba a mover de acuerdo al ritmo inconscientemente, para su mala suerte.

-Tomemos una copa antes de bailar, ¿si? -La pelirrosa alargó la sílaba, pasando su mirada por todas sus compañeras.

-Mi cuerpo definitivamente esta gritando por un poco de alcohol, ¡prometo no dejar una sola gota! -dijo Nami, arrancando una oleada de carcajadas.

Por supuesto que Rebecca, con el pase libre y las enormes ganas de beber que causa un sábado por la noche, corrió hacia la barra tomando la mano de Vivi con ella al pasar. Nami y Robin, aún en el mismo lugar, se miraron la una a la otra y se acercaron a las más jóvenes. Esa tensión se seguía acumulando a su alrededor mientas Vivi les llamaba con una sola seña de su mano, pidiendo que se dieran prisa.

Pero el destino es injusto (¿lo es realmente?), ya que justo antes de llegar al lado de las otras chicas, la proximidad de Robin en su oído casi le arranca el alma de un solo tirón cuando ella susurró suavemente:

-Qué bueno saber que sigues pidiendo las cosas a gritos...

Nami la miró fijamente con el rostro enrojecido. Quería decirle algo, gritarle, responderle con la misma picantería socarrona que sus palabras derramaron cuando salieron de sus labios rosados. Obviamente, tratándose de Robin, ella se quedo sin palabras, y ni siquiera pudo pensar en algo que dejar salir cuando Vivi tiró de su brazo y le ofreció un trago.

Definitivamente sería una velada larga e interesante.

◍◍◍

El calor siguió creciendo en mi piel mientras mi cuerpo se movía junto con la canción del altavoz. La multitud se apretujaba unos contra otros, rozándome accidentalmente mientras todos intentaban al menos mover sus brazos y piernas en sincronía.

Después de esa sesión de shots y una pequeña charla con la chica del bar (que parecía bastante mayor), todas salimos a la pista y nos metimos en la multitud, intoxicándonos instantáneamente por la sensación acalorada de los cuerpos tocándose unos a otros.

Robin seguía mirándome extrañamente, sus profundos ojos azules se abrieron lentamente debido a la ingesta de alcohol en su sistema. O eso quería creer. La tensión persistente seguía envolviéndonos, y ahora era bastante obvio que ambas éramos conscientes de ello y de lo acaloradas que estábamos.

En algún momento de la canción, Vivi y Rebecca se separaron para sentarse en una de las mesas apartadas y pedir una botella de licor blanco. Robin las siguió poco después y pidió un schop junto con pequeños trozos de limón y sal.

Observé desde la pista mientras Robin bebía del gran vaso. Tomó una de las rodajas de limón para espolvorear sal y morderla, a lo que rápidamente bebió del vaso anterior. Su cabeza se inclinó hacia atrás, mostrando la tensión en el músculo de su cuello y el movimiento de su garganta mientras tragaba la mezcla de los tres ingredientes.

Mordí mi labio involuntariamente mirando toda esa escena.

Me recordó a la fiesta de la facultad; la sensación de sus manos agarrando mis caderas para chocar contra la pared del pasillo, la tensión en su cuello y el fuerte agarre en mi pierna para mantenerla elevada sobre su propia cadera, mientras sus labios trazaban ansiosamente mi cuello y parte de mis clavículas. Recordar todo eso hizo que una especie de chispa recorriera mi espalda e instintivamente apreté un poco mis piernas, tratando de calmar la creciente excitación. Podía sentir varias miradas en mí, pero estaba completamente segura de que ninguna se comparaba con la intensidad de la mirada de Robin. Y debo confesar que me encanta tener su atención.

Estaba medio reclinada en el sofá en forma de media luna, con los brazos en el respaldo y los ojos azules clavados en mí. Las otras dos habían desaparecido por un pasillo custodiado por una chica castaña hace mucho tiempo, dejando a Robin con una botella a medio beber y sin importarle dejarla sola.

Aunque era bastante obvio que en algún momento lo harían.

Robin todavía estaba en ese sofá descuidado, ahora con un vaso de licor blanco en la mano y el brazo colgando del respaldo del mueble, su mirada estaba perdida, como si pensara en algo. Mi vaso estaba vacío en mi propia mano y pensé en llenarlo, pero la botella estaba sobre la mesa. Estar a solas con ella no estaba en mis planes. Todavía no.

Opté por ir a la pared más cercana.

Convenientemente (o no) estaba paralela a la mesa donde estaba mi "compañera". Las luces de la pista no podían proyectarse contra ella, y no había ningún foco cerca, como un punto muerto. Dejé mi vaso en el mostrador que estaba a un par de pasos, ¿de qué sirve este mostrador aquí si nadie lo ve? Probablemente solo para rellenar.

Me dejé caer contra la pared, descansando un poco mis doloridos pies de las sandalias de tacón alto. Me maldije a mí misma y a mi debilidad por Vivi, cuando ella pidió (más bien exigió) que los ocupara esta noche. Aunque no lo lamento tanto, este lugar está lleno de gente alta. Incluyendo a Robin.

De todos modos, Vivi hizo muchas cosas raras. ¿Por qué sandalias de tacón? No lo sabía, pero tenía muchas ganas de pensar que no era solo por mi altura.

Me dí la vuelta, apoyando la frente contra la pared mientras trataba de quitármelos. La pulsera rosa todavía adornaba mi muñeca, y recordé que no tenía idea de lo que significaba la pequeña "B" aún. Suponiendo que, como dijo Rebecca, fuera la inicial del color de cada brazalete, la T venía de Turquesa y la V de Violeta, pero ¿qué pasa con la B?

¿Babypink?

¿Blush?

¿Bubblegum?

Todos son tonos de rosa, pero en realidad sería demasiado descabellado hacerlo por un tono y no por el color en sí. ¿No era más fácil poner la P por rosa?

Después de quitarme las sandalias (y esos dos centímetros de más) pude dar un buen descanso a mis pies. Mientras sostenía mi mano para estabilizarme, noté que algo sobresalía de la pared. Era un afiche. Y vaya que afiche. En él se encontraban las tres pulseras que daban en la entrada, junto con un par de palabras que explicaban su significado.

Leí cada palabra sobre las pulseras, y creo que nunca antes me había sentido más avergonzada que ahora.

-¿B-Bottom? -Sentí mi cara calentarse en un segundo. No era muy buena en la clase de inglés, pero sabía exactamente lo que significaba esa palabra. Bueno, el significado sexual.

Recordé las palabras de Robin sobre el nombre del lugar y las preguntas de la encuesta: ¿Cómo supo ella que obtendría un brazalete rosa? ¿Sabía ya el significado de las pulseras?

Mil preguntas pasaron por mi mente sobre cuánto sabía Robin sobre el Club y sus brazaletes, pero luego recordé un detalle bastante importante; Robin tenía la pulsera turquesa. Robin era Top.

Volví mi mirada hacia la mesa en busca de la pelinegra, pero ella no estaba allí. Sentí que mis nervios volvían a florecer y traté de calmar esa pequeña ansiedad por el paradero de mi compañera, asegurándome que solo iba al baño. Sí, solo quería orinar y eso era todo.

Nuevamente, sin malentendidos. Me es imposible negar que me encanta la extraño aura que emana, capaz de volverme loca con su mirada o con el roce de sus manos, pero tampoco puedo darle el privilegio de saber que me tiene comiendo de la palma de su mano solo con su puta presencia. Después de todo, soy una reina y tengo mi orgullo.

Con movimientos torpes agarré mis sandalias para volver a ponérmelas, apenas lográndolo con el pie derecho. El alcohol ya estaba haciendo efecto. Me agarré a la pared mientras mi única mano libre luchaba con las correas de la sandalia.

-¿Desde cuándo es tan difícil ponerse una maldita sandalia?

Entre el mareo por el alcohol y la lucha con el cierre de la sandalia, perdí el equilibrio, y si no fuera por el par de manos que me sujetaban, ya estaría pasando la vergüenza de mi vida en el piso de este Club.

-¿Necesitas ayuda?

Al instante reconocí la voz detrás de mí. Sus manos me ayudaron a colocarme en mi lugar, sintiendo la proximidad entre su pelvis y mi cadera.

-N-No. -Quité sus manos de mis caderas, no queriendo ser demasiado dura, pero tampoco demasiado suave. Ella se quedó allí, sin moverse ni un centímetro, probablemente con ese gesto burlón tirando de las comisuras de sus labios. -¿Dónde fuiste? Estaba a punto de ir a buscarte. -Me recosté contra la pared y volví a intentar ponerme la maldita sandalia pero, para mi mala suerte -o buena- la proximidad anterior se convirtió en un contacto directo contra su pelvis al intentar agacharme.

-...guau. -dijo soltando una risa nasal apenas audible.

-¡Lo siento- ...! -Mis palabras se quedaron en mi garganta cuando sentí sus manos tomar mis caderas de nuevo para tirar de mí contra su pelvis. - Robin...

-Preguntaste adónde fui, ¿no? -preguntó junto a mi oreja. Podía sentir su aliento caliente golpearme.

Asentí con la cabeza, algo aturdida por el cálido toque de sus manos.

-Estaba averiguando algo... -Lentamente me ayudó a darme la vuelta, a encontrarme con sus ojos azules que perforaban las profundidades de mi alma. -... con la chica de la entrada. -Ella sonrió. -¿Sabías que este lugar tiene habitaciones privadas? -Negué y traté de no mostrar lo afectada que me encontraba con su proximidad.

-¿Eso viene a ...? -pregunté, como si ya no lo supiera. Un poco de juego previo no hace daño a nadie.

Su sonrisa se hizo más grande. Su cuerpo se estrelló contra el mío y al mismo tiempo me hizo tocar la pared detrás de mí. Una de sus piernas encontró su lugar entre las mías, acercándose peligrosamente a ese lugar.

Su nariz rozó mi cuello e inhaló suavemente.

-¿Recuerdas la fiesta de la facultad, Nami?

Asentí, pasando mis manos por sus brazos desnudos. Tenía que recomponerme de alguna forma y la fanfarronería siempre era una buena opción.

-Es difícil olvidarlo, Robin. -Traté de mostrar mi mejor sonrisa segura a pesar de mis nervios, pero ni siquiera eso debilitó la sonrisa burlona y ansiosa en los abultados labios de Nico.

-Déjame ayudarte con tu sandalia. -Sus manos recorrieron mis muslos internos, masajeando suavemente, pero sin llegar a ser incómodas. Su mirada se clavó en la mía, tan intensa y misteriosa como ha sido toda la noche. Sentí su mano trepar por mi costado, provocando pequeños hormigueos electrizantes, hasta que llegó a mi cuello y la tomó. Podía sentir la palma de su mano palpitando contra mi piel. -¿Puedo- ..?

Antes de que pudiera terminar la pregunta, yo ya había respondido.

- S-Sí, por favor. - dije a duras penas.

Su sonrisa se ensanchó juguetonamente, al igual que la mía.

Robin bajó, todavía en contacto con mi cuerpo y sin dejar de mirarme a los ojos. Una de sus rodillas tocó el suelo y la otra estaba erguida hacia mí. Sus delgados dedos pusieron mi sandalia en su lugar y ella palmeó su rodilla erguida para invitarme a poner mi pie en ella. Noté que sus manos parecían buscar algo e imaginé que podría ser el broche, que preferiblemente estaba en el talón.

-El broche está detrás... -dije en voz baja. Todo giraba a mi alrededor, y ver a Robin arrodillada frente a mí así no me ayudó en absoluto a calmar las sensaciones que estaba sintiendo.

Ella levantó una ceja como diciendo "Qué conveniente", pero nada salió de sus labios. Extendió el cuello hasta que vio mi tacón y el cierre de la sandalia, a unos centímetros de mí. Robin pasó sus dedos por mi pierna, comenzando por mi talón, pasando por mi pantorrilla y terminando en mi muslo, mi falda estaba bien arrugada justo por encima de el..

-R-robin... -suspiré.

No podría sentirme más humillada.

Robin ni siquiera había tocado un punto sensible directamente, solo estaba creando los juegos previos ardientes, pero yo ya estaba totalmente afectada y excitada. Dios, ni siquiera nos hemos besado todavía.

-¿Sí?

-Y-yo ... -No sabía cómo decirlo. Por un lado quería enredar mis manos en su cabello negro, tirarlo y besarla, pero la otra parte de mí decía que la dejara hacerlo.

-¿La reina está dudando..? -Robin puso mi pie en el suelo y se levantó. Ella puso su brazo en la pared detrás de mí, justo al lado de mi cabeza.

-No es que... quiero... -Sus labios están tan ansiosamente cerca que no pude concentrarme en nada más que en ellos. Ella sonrió.

-Dime lo que quieres, Nami. -La anticipación estaba plasmada en su rostro.

Definitivamente no iba a dejar que ella me humillara más.

-Será mejor que te enseñe. -Y sonreí.

Mis dedos se hundieron en las ondas de su cabello negro y tiraron de ella, escuchando el gruñido emocionado de Robin golpear mis labios. Me miró con su mirada ennegrecida, alternando entre mis ojos y mis labios, pero honestamente no estaba en posición de seguir esperando.

La reina lo quiere ahora.

Tiré de su cabello de nuevo, esta vez estampando sus labios con los míos y tomando posesión de ellos. El gruñido de Robin se perdió con el contacto, al igual que el control del beso. Mi lengua se abrió camino en su boca, disfrutando del juego húmedo y el sabor del alcohol en los labios de Robin. Sentí sus manos bajar por mi cuerpo, y luego sentí una de ellas en mi cuello y la otra en mi espalda baja. No me dio mucho tiempo para disfrutar el toque cuando apretó mi cuello y mordió mi labio para escuchar el profundo gemido que salió de mi garganta. Mis ojos se cerraron con más fuerza por el estremecimiento que recorrió mi pelvis, y sentí el flujo de humedad que empapó mis bragas.

- Robin...

Mis manos agarraron su camisa y tiré de ella para conectar nuestros labios de nuevo. La escuché suspirar mientras ponía mi lengua en su boca. Ella tomó mi rostro, tratando de guiar el beso y profundizar las sensaciones, pero la falta de aire se hizo más que presente en este punto.

-Nami... -Robin sonrió.

Tanto sus labios como los míos estaban hinchados y eso claramente no fue un impedimento para intentar besarme cuando acercó su rostro. Pero yo si.

-Dios, Robin. -gruñí. -Hemos estado literalmente toda la maldita noche con esta condenada tensión entre nosotras. Si necesitas una respuesta verbal para hacer lo que quieras hacer, pues te la daré; Sí. Ahora, llévame a una de esas habitaciones feas y sucias y fóllame como si tu jodida vida dependiera de ello. Soy una maldita reina y no quiero seguir esperándote más.

Robin me miró con incredulidad y pronto se rió a carcajadas.

-Como órdenes.

muchas gracias a borangerine por darme el permiso de adaptar su historia ♡

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