You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

Angustia en el Paraíso

200 23 122
By PapasConChedd4r

—Vamos, la noche es joven.

Verosika retocó el maquillaje de sus ojos en el espejo retrovisor del auto. Llenó de rojo sus párpados y de dorado sus pestañas, luego abrió la puerta y salió desde su lado. Blitz la siguió y descendió del lado contrario. Ambos caminaron por las calles nocturnas, se tomaron de la mano y atravesaron directo la fila del club juvenil que abría sus puertas.

Toda clase de razas estaban cubriendo la fila, todos vestidos con ropa muy ligera y de látex, fumando variedad de mierdas mientras charlaban y bebían ruidosamente.

Verosika se conocía a todo el personal del club por los motivos incorrectos, se mostró ante el guardia de seguridad junto a Blitz y ambos pasaron directamente por las puertas principales. Entonces, empezaron a disfrutar de la fiesta. Las luces neón cubrían los techos y las paredes repletas de graffitis, las barras de bebidas estaban llenas al igual que la pista de baile. El humo invadía cada rincón del club, el aroma a perfume y hierba.

Ambos llegaron a los reservados, un lugar oscuro y restringido dónde el grupo de súcubos e íncubos amigos de Verosika los esperaban. Eran al menos unos diez conocidos y amigos, los fiesteros más pervertidos del club. La pareja tomó asiento en algunos sillones, las chicas más experimentadas empezaron a repartir ácido en cartones cortados y a servirles, otras solo repartían molly.

Blitz y Verosika se sonrieron entre si, la chica lo abrazó de lado y depositó la diminuta droga sobre la lengua de Blitz, mientras él se lo permitía. El imp la miró a los ojos, observó esas pupilas brillantes y rosas. Quedó muy fascinado ante ese brillo encantador, la hizo abrir los labios y, cuando colocó solo un dedo sobre su lengua para depositar el pequeño cartón, ella lamió.

Se miraron al comprender que iban a empezar una noche fuerte, la segunda en la semana. Se refugiaron en la adrenalina y el deseo de que los efectos comenzaran de una vez porque era la única sensación que los hacía sentirse plenos. Entonces, ambos se besaron y mantuvieron sus labios unidos, no se movieron.

Era hora de dejar que los minutos se volvieran horas y que la música se volviese eterna. En esa clase de noche, la naturaleza de su relación se liberaba y mostraban quizá lo más bajo de ambos. Verosika le enseñaba como era la vida de los súcubos e íncubos en los suburbios, al menos la vida que a ella le tocó conocer desde que era muy joven.

Algunas horas pasaron.

Blitz cerró sus ojos y pudo percibir ese canto que lo dejaba sin aliento en algún momento de la noche. Abrió los ojos, observó a su mujer sobre un par de hombres, estaba besando y tocando a dos íncubos mientras ambos la atendían adecuadamente contra la pared.

Él no se preocupó, sintió como unas manos femeninas lo abrazaban desde atrás y lo hacían sentarse en la otra punta del sofá. Blitz sonrió lo suficiente ido como para comprender su lugar, fue cuestión de comenzar a dejarse llevar únicamente por sus instintos y tener a la súcubo de cabello corto contra sus piernas para empezar a embestirla.

Una orgía en los reservados era algo que usualmente inauguraba la noche de los súcubos. Y Blitz no pertenecía a la raza, pero aprendía rápido. De hecho, era habilidoso con esa clase de maestros. Fueran mujeres u hombres, él lograba tener un buen desempeño, una buena duración, unos buenos movimientos. Rara vez coincidía con tener relaciones con Verosika al principio de la noche antes de pasar por todo el grupo. Ella era la más promiscua realmente, porque buscaba presas fuera del círculo y últimamente solo se enfocaba en hombres grandes que le invitaban alcohol.

Era extraño, pero más allá de cualquier otra droga, su elixir principal y lo que le hacía sentir una revolución en su pecho  era el whisky o cualquier mierda que superara el ochenta por ciento de alcohol.

A eso de las cuatro de la mañana, Verosika llegó a la barra bastante ebria. No tenía que comprar, nunca llevaba un centavo porque siempre había desgraciados que pagaban cualquier cosa que quisiese a cambio de nada o de una corta felación. Se acercó a un hellhound robusto y alto, no preguntó su nombre y le pidió que le consiguiera una botella de champagne. Pocos minutos después, ella lo llevaba de la mano a las habitaciones de atrás del club para divertirse un poco más.

Blitz, en cambio, terminó su ronda y quiso simplemente quedarse sobre los sofás y relajarse unos diez minutos. Empezó a fumar un cigarro nevado, mantuvo sus ojos cerrados y se decidió en solo pensar en la música y dejarse llevar por el ritmo. Las voces, las risas estridentes, todo eso fue algo secundario.

Que hermosa era esa sensación de no tener ni un puto problema o preocupación, no existía nada malo en el mundo. Solo el placer del sexo y las drogas. Sonrió inconscientemente. No había espacio para otra cosa, todo lo que siempre lo atormentó se sentía estúpido y lejano. Tenía a una mujer increíble a su lado, a la mujer más preciosa y talentosa del infierno, tenía dinero para comer y podía tener acceso a todas las drogas o vicios que más necesitaba. Esa vida de mierda no estaba tan mal.

Bueno, al menos así pensaba cuando estaba en la cúspide de la droga y luego del post orgasmo. Nada parecía estar mal, todo parecía estar en su lugar. Y todo ese exceso no era como si fuera un absurdo intento desesperado de cubrir su depresión, su culpabilidad y el asco de cargar con una vida vacía, en la que se odiaba en cada momento sobrio. Claro que no.

Despertó del letargo ante la voz de Verosika, quien estaba en el centro del lugar reservado para los súcubos e íncubos, dónde ella era la protagonista. Y fue como si todo el infierno hiciera silencio, ya que ella tomó un micrófono y empezó a cantar con su voz suave, dulce como la miel, bajo un instrumental lento y con bases electrónicas.

Verosika terminó cantando en el medio, como su show. Y cada rincón de ese club de mala muerte la escuchó. Ella poseía su maquillaje corrido, su ropa desalineada y había amarrado su cabello luego del desastre que estuvo haciendo con algunos hombres a cambio de tragos. Y aún bajo el efecto indiscreto del ácido, sufrió el mejor viaje de todos. Extendió una mano hacia su publicó, disfrutó de su atención y de ser el centro.

Se sintió la mejor, sintió la tranquilidad de pertenecer. Esa era su gente, y ese club era lo más parecido a un hogar donde se sentía cómoda y a gusto. Nunca encajó, nunca fue feliz, pero cuando estaba rodeada de esa clase de personas, de drogas y de exceso, ella se sentía en lo alto, poderosa y lo suficientemente buena y perfecta para cualquiera.

Sonrió muy agradecida de ser escuchada al cantar, la luz de sus ojos se llenó de alegría. Había encontrado su lugar en el mundo, y era la música, los clubes y cada gota de alcohol que pudiera hacerla perderse.

Blitz se puso de pie al escuchar esa melodiosa voz. La observó con un rostro asombrado, se acercó paso a paso como si estuviera escuchando la voz de un ángel del paraíso.

Solo en ese momento y en ese contexto desastroso, se dio cuenta de que podía rescatar a Verosika de la inmundicia de ese lugar y mirarla desde lejos, como si perteneciera a otro universo distinto. Su bello rostro sonriendo con una armonía envidiable le hacía creer que había un corazón puro detrás de su libertinaje. Ambos eran más parecidos de lo que creía. Y en los años más oscuros y dolorosos que había pasado, ella llegó como una estrella que no dejaba de brillar y le hacía olvidar lo doloroso que era vivir.

Entonces, Blitz se dio cuenta de que la amaba. Y que podía amar a personas que no fueran Fizzarolli. Era raro, diferente, se sentía de otra manera. Era una persona opuesta y absolutamente distinta que se adaptaba a la clase de vida que estaba llevando para poder sobrevivir y para poder olvidar todo pensamiento siniestro.

Cuando se acercó a Verosika, extendió una mano para darle un abrazo o besarla. Blitz podía ser un bastardo sentimental a veces, además quería ser bueno para su mujer, quería ofrecerle algo de aquellos sentimientos que estaban tan enterrados dentro de su pecho. Sentía que ella lo merecía, sentía que ella merecía todo lo bueno y hermoso del infierno, como si fuera una criatura angelada que desprendía brillo infinito.

Sin embargo, tal vez no era el mejor contexto. Verosika, ebria de poder y ebria literalmente, jaló a Blitz luego de terminar de cantar y de que todos comenzaran a bailar nuevamente al compás de la música de los parlantes. Lo arrojó al sofá más próximo, se le tiró encima y le encajó un beso sexual, brusco y lujurioso. Entrelazó su lengua con la de él, quien algo shockeado y aturdido, comenzó a corresponder.

Ella estaba contaminada al igual que él. No hablaban de sentimientos con frecuencia, no querían mostrar ningún tipo de debilidad. Era cuestión de ver sus actos para darse cuenta de que encajaban y que estaban en la misma frecuencia, intentando enterrar dolor y memorias con cualquier clase de libertinaje.

Verosika se volteó, se mantuvo debajo de su cuerpo, le sonrió con una expresión confiada y lo invitó a que pudieran complementarse. Bajó una mano y no solo desabrochó los pantalones del contrario, guió el miembro erguido de Blitz hacia su suave y húmeda abertura, y este se deslizó hasta llegar lentamente al fondo.

Blitz reaccionó ante el calor que sentía dentro de ella, fue lento y quiso ser cuidadoso al menos una vez, pero no era lo que ella buscaba exactamente. Verosika envolvió sus hombros entre sus brazos, volvió a besarlo con un hambre insaciable y empujó sus caderas fuerte para que su vaivén fuera rápido. El imp mordió su boca, la sujetó de las nalgas y enterró sus caderas contra el sofá, dándole lo que quería y lo que necesitaba.

Tal vez era un imbécil por no sentirse pleno en ese instante. Tenía sexo con la mujer que amaba, pero a veces, solo a veces, le gustaría que no se tratara solo de sexo. Aunque esa era una parte de él que no quería que nadie descubriera.

Se sintió sucio. Pero él era suciedad y mierda, sentir ese vacío era parte de su escarmiento. Estaba pensando mientras se cogía a Verosika y la hacía gemir debajo de su cuerpo. Decidió detener su mente, su cuerpo podía sentir una gran cantidad de placer y eso bastaba. Se concentró en eso, porque direccionar sus pensamientos hacia otra parte solo le haría pensar en aquellas cosas que quería seguir evadiendo.

Entonces, algunos recuerdos florecieron. Probablemente estaba soñando y ya se había marchado del club. No estaba seguro de nada luego del ácido, esa mierda nunca le hacía bien y aún seguía insistiendo en probar. Se acurrucó en algún lugar que era muy suave y volvió a recordar un par de momentos que marcaron ese pasado que ya no existía.

La mujer que amaba no era Fizzarolli.

Con Fizzarolli, el acostarse y tener intimidad era tan cálido y se sentía tan bien. Tan suave, lo cuidaba tanto. Él correspondía sus sentimientos sin decirlo, sus besos eran muy temerosos al principio y luego se volvían fuego cuando tomaba confianza. Fizzarolli era inexperto y torpe, y Blitz amaba esa forma de ser cuando se acostaban juntos. Su mirada al verlo desde abajo antes de besarlo, su rostro tranquilo y somnoliento luego de cada orgasmo y de quedarse dormido sobre su pecho. Su sonrisa de cristal, deslumbrante y genuina. Su inocencia al tomar su mano y mirarlo a los ojos sin correr la mirada. Su eterna voz dulce al llamarlo por su nombre.

Blitz se despertó gruñendo con una jaqueca de los mil demonios al día siguiente y, peor aún, pensando en Fizzarolli. En lo puro , inocente y hermoso que era. En su sonrisa, en todo lo que lo componía cómo demonio, amigo y amante.

El sabor amargo de ese despertar se le clavó como un cuchillo en el corazón. Se levantó, buscó cigarrillos y analgésicos. Maldijo sin poder parar, no podía pensar en eso, no quería pensar de nuevo en que tuvo el mundo a sus pies y luego lo perdió. Y cuando encontró los cigarros y se dirigió a la ventana del cuarto, se encontró a si mismo mirando el cielo rojo y largado lágrimas sin haber logrado concentrarse lo suficiente para contenerse.

Con sus manos temblorosas, llevó un cigarro a sus labios y lo encendió. Pero no pudo resistir el dolor de su corazón. Cubrió su rostro con una sola mano y lloró al recordarlo. Cuando se cruzaba por su memoria, se rompía de maneras que no podía explicar. Y algo le decía que no iba a poder borrar su recuerdo con facilidad, porque habían pasado años y dolía como el primer día. Porque de todas las personas que murieron o todas las personas que se fueron, él aún estaba allí como una gran incertidumbre porque jamás pudo verlo, solo pensar acertadamente que era aborrecido.

Blitz se sentó en la punta de la cama con solo una camisa y unos pantalones largos, oscuros y rotos puestos. Alzó su rostro hacia arriba para controlar sus lágrimas, pero fue imposible. Su expresión adolorida seguía allí, mientras los hilos de humo llegaban al techo.

Estaba muy destruido y en vez de tratar de procesarlo para superar, intentaba enterrarlo con drogas, sexo y todas las fiestas a las que pudiera ir con Verosika. Ni siquiera podía hablar mucho de eso, ni siquiera con su chica, porque ella estaba igual o peor que él.

Quería volver a verlo. Pero Fizzarolli lo odiaba y lo alejó con justa razón. Blitz nunca sería perdonado por Fizzarolli. Debía dejarlo ir de una vez, quería tatuarse en la puta cabeza que debía dejarlo ir y dejar de esperar un jodido milagro que los volviese a unir.

Pero no podía.

—¿Qué te pasa? ¿Eres un bebé llorón? —Verosika llegó a su lado luego de cruzar la habitación, con una botella de vodka recién abierta en su mano. Le sonrió con burla y decidió joderlo un poco al verlo—. Es solo el bajón triste del día siguiente, debes resistirlo y ya.

Verosika tenía exactamente la clase de sensibilidad que poseía Blitz, una bastante inexistente. Su retorcida y oscura manera de ver el mundo la había llevado por el mal camino, es decir, por el camino divertido que quería seguir atravesando con su hombre. Por algo se llevaban bien, y Blitz no podía condenar sus comportamientos, se volvería un hipócrita.

El imp se quitó el cigarro de sus labios y la miró con los ánimos por los suelos. Su rostro estaba todo jodido y demacrado, Verosika tenía razón. Luego de pasar días saliendo y durmiendo nada, venían esos días post fiesta en los que la serotonina descendía a cero y la depresión le rompía la cabeza.

Esos días oscuros y angustiantes eran una tortura mental, pero era el precio de pasarse de la raya frecuentemente. Blitz, con el cigarro en su boca, suspiró exhausto y le desvió la mirada luego de secarse las lágrimas.

—A veces sueño con mi familia —le dijo en voz baja, temiendo recibir alguna otra clase de burla o crítica.

Verosika se quedó de pie frente a él, mirando al hombre que le había devuelto un sentido a su vida y que la había animado a volver a creer en sus sueños. Sonrió con sincera ternura hacia su amante, avanzó hacia él y dejó la botella en el piso.

—Ven aquí, amor —lo abrazó al sentarse a su lado, lo apegó a su cuerpo y empezó a besar sus lindos y enormes cuernos, los cuales eran los más hermosos para ella—.  Puedo dar cariño también. Te amo, Blitzo.

Blitz se estremeció al oírla. No sabía si seguía durmiendo y ese era uno de los sueños en los que sus fantasias de ser amado por al menos una persona se volvía realidad. Creyó en que era real, levantó su mirada desencajada y sus grandes ojos atónitos hacia la mujer amable que le sonreía y lo sostenía, la chica con la que podía compartir un pequeño lugar seguro en ese mundo que lo rechazaba todos los días.

—¿De verdad me amas? —preguntó con total miedo, desconfianza y muchísimos sentimientos que siempre lo hacían retroceder ante cualquier clase de paso que podía dar hacia cualquier persona.

—Bueno, creo que no estoy drogada, creo que si —se rio con algo de gracia ante el rostro tierno de su novio al verla con tanta sorpresa e ilusión—. Los dos siempre estamos drogados cuando estamos juntos. Tal vez solo estoy bromeando. Quién sabe.

—Si, pero yo te amo de verdad, puta perra de mierda —le reclamó el contrario con un semblante frustrado, como si fuera un niño que no estaba consiguiendo lo que quería escuchar—. No es un decir, no lo digo a la ligera. Te amo, estoy enamorado de ti —se separó para tomarla de los hombros y observarla con mucha seriedad—. Y por eso quiero protegerte aunque no pueda ni conmigo mismo.

Verosika fue la que quedó en shock en esos instantes. Siempre se burlaron de esas emociones o las encontraron particularmente ridículas, siempre estaban solos, esperando el mañana y que las cosas pudieran mejorar en base a sus decisiones, las cuales solían ser terribles. Y estar juntos tal vez también era parte de todo el conjunto de decisiones que era terrible. Pero Verosika se conmovió ante la sinceridad de Blitz, ante ese rostro seguro, ante su forma de tomarla y de mirarla.

Ella recordó lo que le cautivó de aquel hombre. Y quiso volver a caer entre sus brazos, confiando en él. Sonrío apenada, envolvió sus brazos alrededor de su cabeza y lo apegó a su pecho, casi de una forma maternal. Sonrió agradecida y tímida, porque sabía que a Blitz le costaba más que a cualquiera confiar en otros y expresarse. Que estuviera siendo de esa forma con ella significaba mucho, y se lo agradecería siempre en todo el tiempo que pasarían juntos.

Estaba segura que en algún momento de sus vidas, tal vez cuando fueran más adultos, agradecerían el hecho de hacerse compañía en ese viaje que estaba destinado a terminar tarde o temprano.

—Tampoco es un decir para mí, Blitzo. Te amo —le reiteró acariciando su nuca y causando que su cuerpo se relajara un poco—. He visto cada cosa hermosa que tú no puedes ver en ti mismo. Sin duda, me entregaría a ti una y otra vez y no lo dudaría —besó su cabeza y acarició su piel cálida con una sonrisa muy tranquila y feliz—. Tienes sentimientos muy fuertes y preciosos y tú corazón es el más libre, caliente e intenso que he conocido.

Blitz se separó unos momentos para llegar a sus labios y besarla. Estaba sufriendo en silencio entre tantas mierdas y recuerdos del pasado, pero sabía que Verosika también y por eso la valoraba tanto. No era como cualquier otra mujer que hubiese conocido, era leal y se quedaba a su lado a pesar de que era una carga pesada y difícil de comprender. Sujetó sus mejillas entre sus manos y la observó con ese fuego que lo caracterizaba y la hacía temblar por su intensidad.

—Eres hermosa. Eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida —le aseguró al contemplar esas esas pupilas rosas que tanto lo enloquecían—. Incluso esos sentimientos que siempre quieres ocultar, toda esa parte que quieres restringirle a otros y solo me muestras a mi, esa es tu mejor versión.

Verosika se sostuvo de la cintura de su hombre, se rio un poco al escucharlo hablar ya que él ya conocía a la perfección la clase de máscara que colocaba frente al mundo, era similar a la que él también debía establecer para cuidarse de las personas que quisieran dañarlo.

—¿Ah, si? ¿Te gusto sobria? Porque a nadie le gusto sobria —le dijo con cierta tristeza, a pesar de que seguía sonriendo por fuera—. Dicen que soy aburrida.

—Me gustas más sobria, sin duda alguna —Blitz la volvió a llenar de confianza y de toda la seguridad que necesitaba. Volvió a besarla, a arrastrarla en el amor que sentía hacia ella, a envolverla en su manto de protección.

Verosika tenía su edad y había sufrido de una manera similar. Era natural que se necesitaran y que pudieran comprenderse de una manera que otros no. Por eso se complementaban y se entendían, por eso cuando estaban juntos, sentían que no morirían solos.

Ella se lamentó un poco de todas formas, porque sabía que no era lo mejor para su precioso hombre, ya que estaba muy lastimado y ella solo lo llevaba a su lado a ese espiral de destrucción sin poder arreglar ninguna parte de su corazón destrozado. Verosika lo incitaba a seguirle el ritmo, no buscaba nada más y era una egoísta. Pero no le importaba, porque esa era su venenosa forma de amar.

—Lamento no poder ser esa persona que pueda sanarte o salvarte, como en las películas de romance o en los vídeos musicales —le dijo con una sonrisa tímida, pero suave. Abrazó a Blitz y lo recostó a su lado mientras comenzaba a acariciar su espalda—. Una mujer limpia, sincera o fuerte quien logra guiar a su hombre a ser mejor y a sacar su mejor versión. Nunca lo seré y soy muy consciente de eso.

A Blitz no le importaba. Se aferró a ella, porque no tenía nada más, se aferró en cuerpo y alma y la amó con todas sus fuerzas. Verosika siguió acariciando su nuca y su espalda con la suavidad de sus manos, impregnando el cuerpo del imp con su perfume.

—Estás muy dañado, Blitzo. No creo poder repararte, sé que no soy la indicada. Pero... —besó nuevamente con mucha ternura su cabeza y luego parte de sus cuernos—. Disfrutemos de esto mientras dure. Hagamos que esta sea la mejor relación que hemos tenido en nuestras vidas, no nos prohibamos de nada, no le tengamos miedo a nada, seamos salvajes y demostremos que podemos romperlo todo.

Lo abrazó con mucha más fuerza, se volvió fuerte al pensar en su objetivo. Jamás sería la mujer que lo pudiera salvar o hacerlo mejorar, pero podría estar allí hasta que él pudiera comenzar a sanar por si solo o encontrara a la persona correcta que lo hiciera sentir pleno otra vez.

—Puedo hacer que las cosas vayan bien, puedo hacerte pasar los mejores momentos, hacerte feliz y también puedo amarte —le prometió cada cosa con la poca bondad y amor que residían en su corazón —. Ambos estamos muy destrozados, pero haré que la pases muy bien, lo prometo. Y haré que olvides tu dolor.

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la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...