"La devoción que un animal muestra por su amo se ve reflejada en la cantidad de magia que este puede hacer, llevándolo a sobrepasar los límites imaginados, obligándolo a cometer actos impensables y a hacer sacrificios que una pareja no haría"
-Supongo que esta es la razón por la que cada vez más brujas prefieren la compañía de un animal mágico que buscar una pareja- Raven cerro el gran libro con fuerza dejando salir un suspiro de desánimo, el libro parecía incluso más grande que ella, aunque Raven no era un gran punto de comparación, su baja estatura hacía que todo a su alrededor se viera más grande de lo normal, con esfuerzo agarró la enciclopedia y la guardó en la biblioteca, y siguió rebuscando entre los estantes algún libro que la ayudara -Dudo mucho que en este lugar consigamos lo que estamos buscando, además ya me dio hambre mi señora, ¿Por qué no regresamos? - Raven suspiró y se volteó hacia su compañera, ella le rogo con sus grandes ojos negros poder escapar de esa tarea
-Deja de quejarte y sigue buscando, nuestro señor necesita estas respuestas-
-No creo que algún historiador dejara evidencia de lo ocurrido en las montañas ni por qué los zorros desaparecieron, y a todo esto ¿Por qué nuestro señor quiere esa información? - Raven escuchó un golpe seco y al levantar la vista se encontró con los ojos azules de Okami que la miraban con la clara seguridad que si seguía preguntando se metería en problemas
-Nosotros no estamos para cuestionar sus decisiones, sino para cumplir sus deseos, y si supiera la información no tendría que compartirla contigo ni con nadie más- Raven solo suspiro haciendo que uno de los mechones de su largo cabello negro se desacomodara
-Supongo que esas son las ventajas de ser un animal sagrado, tienes acceso a información que a nosotros, los simples seguidores, nunca nos dirían, pero la verdad ese enfrentamiento solo es un mito, nadie tiene evidencia de lo que ocurrió y dudo mucho que, de ser cierto, Kumiho te cuente de esa noche desastrosa- Raven dejo caer en la mesa varios libros que al contacto con la madera de roble dejaron escapar una gran nube de polvo haciéndola toser, Okami se levantó de su silla y guardo el libro que estaba consultando dentro de la estantería que tenía más próxima
-Continua con la búsqueda Raven, mi señor me está llamando- sin esperar respuesta de su acompañante en la biblioteca se escuchó un aullido y luego un gran trueno en la posición donde segundos antes estaba Okami.
Con paso decidido Okami camino por el largo pasillo que llevaba hasta el estudio personal del señor de la luna, su largo cabello amarillo pálido se movía de un lado a otro al compás de su cola blanca y de sus torneadas caderas, sus orejas del color de la nieve se movían ligeramente con cada ruido que percibían, los guardias colocados a los lados del pasillo bajaban la cabeza cuando ella estaba a la altura de su mirada, su elegante kimono blanco con decoraciones de lunas doradas brillaba con la luz de la luna llena que se asomaba por los grandes ventanales. Ella se detuvo frente a una enorme puerta de roble que se abrió ante su presencia, antes de que estas pudiesen terminar de abrirse ella bajo un poco la cabeza
-Okami necesito que te ocupes de algo más- ella levanto la vista y se acercó hasta un escritorio en donde se encontraba su amo. El señor de la luna era una persona a la que se le podía llamar excéntrico, su amor por los objetos hechos de roble y por la luz de la luna lo llevaban al límite de lo que podría considerarse normal, en el centro de su estudio había un árbol de roble que recibía directamente la luz de la luna de un ventanal colocado en el techo estratégicamente para él. Consideraba que la magia provenía de esos árboles, aunque nunca había logrado comprobarlo. Al estar tanto tiempo sin recibir los rayos del sol su piel se había vuelto pálida y el gris de sus ojos había perdido brillo haciendole creer a los que no lo conocían que padecía de ceguera. Su cabello azul obscuro se mantenía alborotado por su constante hábito de rascar su cabeza cuando no le salían las cosas como planeada, hábito que Okami consideraba molesto ya que le hacían perder su imagen respetable.
-¿Cuál es su deseo mi señor? - ella se arrodillo frente a él
-Necesito que le lleves provisiones y pociones al ejército que se encuentra dispuesto en los límites de nuestro territorio al este- Okami levanto la mirada extrañada de sus palabras
-¿Estamos siendo atacados mi señor? - El señor de la luna mantuvo su vista fija en un pergamino que tenia abierto en su escritorio y le hizo un ademan de desdén con la mano para restarle importancia al asunto
-Nada grave, nuestro ejército ha sido suficiente para ocuparse de los atacantes, sin embargo, es necesaria tu presencia para aprobar en mi nombre la exterminación del enemigo y para proporcionarles a nuestros combatientes los recursos que les prometí-
-Entiendo, saldré de inmediato- al no recibir respuesta del señor del cielo Okami entendió que era hora de marcharse y con el sonido de un aullido y la presencia de un trueno desapareció del estudio.
La brisa fría de la noche se coló entre las orejas de Okami en la planicie donde estaban resguardados los soldados del ejército del señor de la luna, ella pudo notar que ninguno esperaba su presencia por las caras de sorpresa que tenían, algunos estaban tomando una siesta, mientras que un par al fondo dejaba caer torpemente su comida para correr a su encuentro, entre murmullos los que estaban de guardia despertaron a los dormidos esperando solo el regaño de Okami que los veía con seriedad. Ella espero que todos estuviesen frente a ella y escucho como desde la tienda del fondo salía una voz ronca quejándose por haber sido interrumpido en su sueño, entre los soldados que terminaban de colocarse de nuevo la armadura plateada que acompañaba al uniforme azul obscuro, apareció un hombre robusto con un bigote prominente y una calva que si se pulía podía llegar a reflejar la luz de la luna, su ojo derecho tenía una larga cicatriz que no le permitía abrir bien el ojo, sin embargo, al ver a Okami de pie en el centro de su campamento con los brazos cruzados en su espalda, lo abrió tanto que parecía que la cicatriz ya no le molestaba, este enderezo su espalda y levanto la mano hasta su cabeza saludando respetuosamente a su visita
-Mi señora Okami, a su servicio el teniente Krage, lamento el estado de las tropas, no esperábamos su presencia tan pronto- Okami solo parpadeo lentamente conteniendo un regaño
-El señor de la luna les envía provisiones para mantener el ánimo de los soldados en alto- ella vio de reojo a los que se encontraban detrás de Krage -que por lo visto es muy necesario- Krage trago saliva con fuerza
-Nuestras tropas estaban tomando un descanso después del ataque de hace unas horas, contener a nuestros enemigos se hace cada vez más complicado- Okami entrecerró un poco los ojos y Krage de inmediato aclaro la situación -sin embargo, las trampas ya fueron colocadas, estás han resultado bastante efectivas hasta el momento- Okami interrumpió a Krage
-Quiero la ubicación de las trampas, y un informe detallado de la situación, ¿Cuánto han logrado destruir? ¿Quiénes son nuestros atacantes? - Okami se abrió paso entre los soldados mientras Krage la seguía haciéndole señas a sus soldados de buscar un mapa con la ubicación de las trampas
-El ataque fue llevado a cabo por un grupo de zorros salvajes, todos sin magia, pero con varios trucos bajo el brazo, mis tropas han logrado contenerlos y hacerlos retroceder- Okami se detuvo haciendo que Krage casi golpeara contra su espalda
-¿Zorros sin magia? - Krage volvió a tragar saliva con fuerza presintiendo el peligro en la mirada que Okami le estaba dedicando
-Le aseguro que hemos logrado su retroceso- Okami lo interrumpió con un movimiento de su mano para que dejara de hablar
-«¿Qué hacen unos zorros sin magia tan cerca de nuestro territorio y porque Kumiho no ha intervenido aún?» - uno de los soldados llego corriendo con el mapa y se lo entrego a Krage escabulléndose para no encontrarse con la mirada de Okami que veía la luna fijamente, Krage dudo de interrumpirla
-Mi señora, el mapa está aquí- Okami solo estiro la mano para que se lo entregaran, Krage lo coloco en su mano y ella reviso con detenimiento cada una de sus trampas, le dedico una mirada de desaprobación y con el aullido de un lobo un rayo cayó sobre ella haciéndola desaparecer.
Las trampas que los soldados habían colocado estaban en lo profundo del bosque, escondidas con ilusiones que para Okami eran muy sencillas de detectar, las trampas se encontraban vacías, pero al revisarlas de cerca Okami pudo darse cuenta que estaban llenas de sangre en señal de haber capturado alguna presa, ella reviso nuevamente el mapa, algo en ese trozo de pergamino no le daba confianza, al llegar a la última trampa, la más alejada del campamento sintió como si un balde de agua fría le cayera de golpe, allí entre los afilados dientes de la trampa se encontraba un zorro con una pata atrapada, casi destrozada por la presión del enorme artefacto de metal y el esfuerzo que este hacía por liberarse, Okami y el zorro cruzaron miradas y para Okami fue como si le clavaran una daga directo al corazón, la luz de la luna que tanto amaba iluminaba el charco de sangre que se estaba formando bajo aquel cachorro que incluso había perdido las fuerzas para chillar, ella se agacho para ayudarlo recibiendo como respuesta un mordisco con la poca fuerza que a ese enclenque cuerpo le quedaba, su mordida era tan débil que no llego a hacerle daño a Okami, pero ella sabía que lo hacía en defensa propia
-No te hare daño, solo quiero abrir la trampa- el zorro veía a Okami a los ojos casi buscando el engaño en sus palabras, su pequeño cuerpo jadeaba de dolor, apartó la mirada mientras Okami hacía un leve movimiento de su mano logrando que la trampa soltara la pata del cachorro, ella acercó su mano para ayudarlo, pero con las pocas fuerzas que aún le quedaban corrió lejos de ella -Entiendo, por favor cuídate- una última mirada se dedicaron presa y cazador antes de que este se perdiera en la espesura del bosque, Okami se levantó del suelo admirando la luz de la luna, transformó su delicado cuerpo en el de una gran loba blanca y aúllo a la luna con un dolor tan profundo que incluso el bosque la acompaño en aquella melodía de tristeza que ella cantaba al cielo.
Con paso veloz corrió de regreso al campamento, podía regresar allí en un segundo, pero su cuerpo necesitaba sentir el aire contra su pelaje, necesitaba descargar toda la energía que tenía contenida, volver a sus instintos y dejar que el frio nocturno calmara la ira que se encendía lentamente dentro de su corazón, se sentía engañada, no podía creer que algo así estuviese ocurriendo bajo la vista de su señor, algo debía estar mal y ella iba a poner todo en orden.
Krage fue tomado por sorpresa, la sensación de la enorme pata de Okami sobre su espalda le recordaba su posición y quien era ella delante de todos ellos, ningún soldado se atrevió a levantar sus armas para defender a su teniente, temían a la reacción de Okami, conocían su poder y su carácter, verla tan descolocada les indicaba que había encontrado algo que no le gustaba, Okami gruñía molesta y Krage sabía que no podía hacer ningún movimiento o su vida estaría en riesgo, Okami se apartó volviendo a su forma original
-Retira todas tus trampas y tus tropas de inmediato- su tono de voz y su mirada dejaban muy en claro que si no hacían lo que ella estaba ordenando sufrirían las consecuencias, Krage hizo un movimiento con la cabeza a sus soldados y tanto él como los suyos se transformaron en cuervos que abandonaron rápidamente el campamento dejando atrás una estela de plumas negras -Mi señor debe saber esto, no es posible que nuestro ejército este luchando contra zorros indefensos- con el aullido de lobo Okami dejo caer un rayo sobre ella, necesitaba volver por explicaciones, ella no podía creer que su amo estuviese al tanto de lo que realmente estaba ocurriendo.
El pasillo que llevaba al estudio del señor de la luna le pareció eterno, quizás eran las ansias de una respuesta o el miedo de lo que fuese a contestar su señor, pero ella se encontraba inquieta, algo de aquella noche no se sentía igual que siempre, los guardias del pasillo ya no estaban y la imagen del cachorro atrapado en la trampa volvía a sus ojos constantemente, en la puerta estaba Raven esperándola, Okami se extrañó de su presencia, al verla aparecer Raven se acercó con los ojos llenos de lágrimas
-Mi señora Okami le juró que yo no lo deje pasar-
-¿Raven que sucede? -
-Él simplemente entro, aunque le repetí que debía esperar a mi señor y que no podía entrar aquí no me hizo caso- Okami sintió que el corazón se le aceleraba, ¿Quién había entrado en el recinto del señor de la luna sin importarle las consecuencias? Su señor estaba bajo el mando del señor del cielo y por lo tanto recibía su protección, eso era más que suficiente para que sus enemigos se mantuvieran alejados e incluso si lograban atacar, todos los guardias del lugar deberían poder contener la amenaza, para Okami fue obvia la respuesta, pero debía enfrentar la verdad, ella apartó a Raven de la puerta y de un empujón la abrió de par en par
-¿Quién se atreve a irrumpir en los recintos de mi señor? - ella había deducido a su visitante, pero verlo allí sentado en la silla de su señor mientras colocaba los pies sobre el escritorio de roble le hizo sentir un vuelco en el corazón, la realidad la golpeo tan fuerte que no fue capaz de pronunciar otra palabra cuando, con un ruido metálico, una de las trampas de su ejército cayó ante sus pies
-¿Me quieres explicar que significa esto Okami? - los ojos dorados y molestos de su visitante atravesaban el alma de Okami, ella apretó las manos conteniendo la ira y con una voz lenta y calmada respondió a su visitante
-Kumiho-