Kim Jimin- MiniMoni

Por MiniMoni_lovely

1.2K 214 362

⚠️ Advertencia ⚠️ • Au (Universo Alterno) • M-preg • Doncel • Yaoi • Adaptación Mais

[Disclaimer]
[Sinopsis]
[1]
[2]
[4]
[5]
[6]
[7]
[8]
[9]
[10]
[11]
[12]
[13]

[3]

62 13 6
Por MiniMoni_lovely

A la mañana siguiente, Jimin se despertó de un sobresalto, desorientado y aturdido. Su mirada nublada divagó desde el techo de madera encima de su cabeza hasta un cobertizo de piel a los pies de la cama. Un par de pantalones vaqueros colgaban sobre el extremo de la misma, y pudo ver un cinturón colgado en una de las aristas del mueble. ¿Dónde estaba? Luego todo volvió a el doncel. Estaba en la habitación de Kim Namjoon.

Echó un vistazo asomándose por encima del saco de arroz, y vio que Namjoon ya se había ido, pero el olor a piel de ante y a vigorizante masculinidad, se había quedado en la cama.

Jimin finalmente se debió dormir en algún momento de la noche, se dio cuenta, pero estaba agotado de la misma. Tendido allí, vigilando sin cesar y tan tenso como una cuerda de violín durante horas. Había estado escuchando a Namjoon respirar durante toda la noche. Sus músculos se habían tensado aún más cada vez que él se movía. No podía olvidarse de su reputación — todo el mundo sabía quién era Kim Namjoon, y caminaban a su alrededor sin acercarse demasiado.

Una vez, por casualidad, se había quedado mirándole. Allí yacía sin camisa, en calzones, por amor de Dios, y todo ese pelo azabache. Ciertamente ninguno de los hombres que había conocido en su vida, ni su padre ni sus hermanos, ni Soohyuk, habían tenido ese comportamiento ordinario ante él — y Namjoon no era ordinario, precisamente. Pero le parecía que quedarse en ropa interior en su presencia, cuando acababa de conocerlo, era algo espantoso. Que el doncel también hubiese dormido en su ropa interior no era lo mismo — la suya cubría más, ya que la camiseta cubría su torso. Y parecía que él no había tenido ningún problema en absoluto para dormir, pensó malhumorado. Se había rodado hacia el saco de arroz y había lanzado incluso un brazo musculoso alrededor del mismo, como si lo estuviera abrazando. Dios, podía haber sido él, pensó, aliviado de haber levantado esa barrera entre los dos. Dormido parecía diferente, no tan imponente, a pesar de que tenía el ceño ligeramente fruncido hasta en sueños, como si algo que le preocupase, no le estuviese dejando descansar en condiciones.

Al menos lo había dejado solo, y se alegraba por ello. Salió de la cama y sacó a Soobin de su caja. Un dolor profundo tensaba sus brazos y hombros, recordándole el esfuerzo que había hecho la noche anterior con el pesado saco. Jimin le había dado poca importancia a todo lo que pesaba en ese momento, pero ahora sus brazos y los hombros le dolían con fuertes agujetas por haberlo arrastrado hasta la cama.

— ¿Cómo está mi pequeñito? —Susurró con una sonrisa. El bebé agitó sus puños adormilado. No importaba lo cansado o desanimado que Jimin pudiera estar, Soobin siempre podía aliviar el dolor de su corazón. En su mente, el bebé era su recompensa por soportar a Soohyuk, y por esa única razón, no lamentaba completamente haberse casado con él.

Soobin gorgoreaba y le devolvió la sonrisa. Gracias a Dios, dormía de seguido casi todas las noches y no era un bebé inquieto. Cada vez que había llorado cerca de su padre, algo que no había sido muy a menudo, él lo había amenazado con golpearles a ambos si Jimin no lo calmaba, — ¡Y ahora mismo, maldita sea! A pesar de que nunca había golpeado al niño, Jimin temía que sería sólo cuestión de tiempo. El doncel nunca había pegado a nadie, pero sabía que ese día llegaría, si Soohyuk le hubiese levantado alguna vez la mano a Soobin. De hecho creía, que hubiese sido capaz de matarlo.

Después de alimentar a Soobin y ponerle un pañal limpio, Jimin fue a lavarse, esta vez evitando su reflejo en el espejo, y se puso sus ropas viejas de nuevo. Entre bocado y bocado de restos de galletas frías de la cena de la noche anterior, extendió el pantalón remendado con cuidado entre sus manos y lo miró. El azul era tan fino y desgastado en algunos puntos que podía ver su calzoncillo blanco y piel a través de ellos. Dejó caer la tela y suspiró. Jimin nunca había tenido cosas buenas, nadie en Slabtown lo había hecho. Gente como los Kwon, la familia para la que su madre había trabajado, tenían fontanería interior y electricidad, e incluso un automóvil con un hombre que les llevaba a donde querían. Su madre le había contado sobre la maravillosa casa que tenían en la ladera en Park Place — que incluso tenía un ascensor — y las grandes fiestas que daban con alimentos exóticos como langosta y ostras y paté de hígado de ganso. Una vez, Jimin había llegado incluso a probar un poco de langosta cuando su madre llevó un trozo a casa, envuelto en papel de aluminio. El papel era otra de las comodidades que sólo había visto con anterioridad, en los bloques de mantequilla.

No, Jimin no había crecido con cosas bonitas, siempre había pasado con lo imprescindible. Pero siempre había tenido sábanas en la cama, aunque hubieran sido tan finas y traslúcidas como el papel cebolla. Y nunca se había percatado de la poca ropa que tenía, hasta ahora. Miró de nuevo su pantalón en mal estado. Namjoon había dicho que lo llevaría a comprar cosas para él y el bebé, y le molestaba tener que aceptarlo. Sin embargo, al igual que estaba sin ropa, también estaba sin elección. Por Soobin, pensó, tenía que hacerlo por él.

La puerta se abrió de repente. Jimin se sorprendió y Kim Namjoon entró en la habitación. Esa vez no había oído sus pasos por las escaleras. Jimin se dio cuenta de que tenía que bajar la cabeza para pasar por el quicio de la puerta. Su alta, delgada y musculosa forma dominaba toda la habitación, eclipsando todo lo demás, y sus intensos ojos barrieron la misma, descansando brevemente en el saco de arroz en su cama. Finalmente, le lanzó una mirada penetrante antes de que el doncel bajase la mirada y retrocediese un paso.

— ¿Listo para ir a Wall Street? —Preguntó, como si le hubiera leído el pensamiento.

Jimin asintió con la cabeza, y con obvia rigidez, cogió a Soobin en sus brazos. El pequeño dormía despreocupadamente. Sentía sus ojos en él, pero no levantó la vista en ningún momento. Namjoon se hizo a un lado para dejarle pasar, y luego lo siguió por la estrecha escalera. Con cada paso que daba, Jimin era consciente de su presencia detrás de él; su presencia física y la fuerza que emanaba de él, eran a tener en cuenta. El doncel deseaba que no tuviese que preocuparse por eso justo en ese instante.

Abajo, la multitud seguía vagando por el terreno fangoso que se alzaba hasta las rodillas de los transeúntes. El sol de la mañana era cálido, y una brisa soplaba desde los ríos, pero el barro se secaba muy lentamente. Namjoon se puso entre el castaño y el tropel de gente que avanzaba a empujones para protegerlo de los codazos y las manadas de animales que caminaban trabajosamente, a su lado.

— ¿Has dormido bien? —Preguntó, rompiendo el silencio entre ambos. El más bajo sintió los tacones de sus botas resonando en los tablones bajo sus propios pies.

— Sí, gracias —dijo.

— ¿Te ayudó el arroz?

Jimin miró rápidamente, ¿era enfado lo que escuchó en su voz? Sin embargo, su hermoso rostro tenía una expresión ligeramente divertida. — Bueno, eh — me pareció que hacía lo correcto, supongo.

Namjoon se quitó el sombrero y le devolvió su forma. — Tienes que ser más fuerte de lo que pareces, ese saco pesa unos treinta y cinco kilos. Y ocupa mucho espacio. Nunca tuve la necesidad de que hubiese más de dos personas en mi cama.

Su insinuación acaloró las mejillas de Jimin. Un hombre con buena apariencia, ciertamente no sufriría por compañía masculina o femenina. Pero la reputación de ese hombre de la que Jimin había oído hablar, no tenía que ver con los hombres ni las mujeres, el doncel cayó en ese momento. Era conocido sólo por tomar una copa o dos en el saloon con Min Yoongi, o solo, y luego seguir su camino. Las chicas del saloon y algunos seguidores que se le acercaban, le deleitaban con alguna sonrisa e incluso a veces, con alguna propina, pero nada más, se dijo a sí mismo. Si tenía escarceos con las mujeres y los hombres, lo mantenía muy en privado. Pero mientras caminaba a su lado por los tablones, sintió una energía salvaje e inquietante, tan poderosa, que se acobardó un poco. Y cada vez que su brazo rozaba accidentalmente el suyo por ese camino tan estrecho, sentía una peculiar aceleración en el pecho.

Pero se olvidó de Kim Namjoon y todo lo demás que tenía en mente cuando dobló la esquina hacia el muelle. Presentado ante ellos se encontraba Wall Street, y más allá de eso, la Avenida de Broadway. Pensando que habrían logrado escapar de la multitud, Jimin se detuvo, sorprendido por la imagen que apareció ante sus ojos y que avanzaba a lo largo de varios bloques. El revestimiento de esas calles lo formaban personas que vendían todo tipo de mercancías, y la muchedumbre de Front Street se desplazaba hasta allí para ver el mercado. Tenía el aspecto de un bazar, los vendedores gritaban los productos tan magníficos que vendían, a todo el que quisiera escucharles. La policía montada, controlando sus actuaciones.

Aunque Jimin había estado en Dawson casi dos meses, no había visto nada de eso, de cerca. Todo el mundo estaba ansioso por dinero allí, Soohyuk se lo había dicho muchas veces. Era el único motivo por el que la gente iba hasta ese lugar. Lo que se desplegaba ante sus ojos a cada paso que daba, no cesaba de sorprenderle.

— Joven, caballero, —gritó un muchacho:— Tengo uvas y tomates frescos. Señor, ¿qué tal un vaso de limonada rosa para refrescarse y otro para su esposo?

— ¡Bueyes! ¡Miren estas finas bestias! —Un hombre sin dientes señaló un par de afilados cuernos bovinos en un pequeño corral.— No tienen ningún problema para caminar por la tierra, no, señor, y no, joven. Hicieron el viaje hasta aquí en barco de vapor y están listos para trabajar en los campos de oro.

— ¡Rifles, amigos y los de mejor calidad! ¡Un montón de ellos, ciento cuarenta y cuatro rifles por un dólar! ¡Sólo un pago simbólico, son casi gratis! —Por supuesto que eran baratos. Era ilegal llevar un arma en Dawson.

— ¿Qué precio pagaría usted para salvar su alma inmortal de este lugar codicioso, sin un Dios que le proteja, aquí en el Ártico? —Decía un hombre vestido de negro ministerial.— ¡Biblias! ¡La palabra de Dios aquí mismo! A la venta por una moneda u oro en polvo.

Namjoon agarró el codo de Jimin para avanzar por los puestos de ropa, pieles, joyas, gafas de sol, zapatos de charol, novelas a diez centavos, plumas de avestruz, y juegos completos de Shakespeare con bordes dorados. Bajo el cielo azul, la brisa agitaba las señales que colgaban de cada una de las casetas, las cuales anunciaban servicios tales como medicina y odontología, o quiromancia y masaje. Había frutos secos, pan recién horneado y helados hechos con leche condensada — hasta el momento, las vacas lecheras no habían llegado a la ciudad. Había escobas por diecisiete dólares e impermeables a veinticinco centavos. Un hombre ofreció un raro ejemplar, reciente, del Seattle Post-Intelligencer por cincuenta dólares — y consiguió venderlo. Los periódicos y otros materiales de lectura eran escasos.

Todo el mundo gritaba acerca de sus productos al mismo tiempo.

— Mercy —dijo el doncel, casi sin aliento por el ruidoso alboroto a su alrededor. Al otro lado, la voz de un hombre particularmente fuerte lo hizo estremecer. El castaño nunca había aprendido a hacer caso omiso de un hombre dando voces.

— Sí, yo también odio las multitudes —dijo Namjoon, su expresión sombría.— Vamos a encontrar lo que necesitas y saldremos de aquí.

Jimin se aferró a Soobin, y Namjoon lo tomó del brazo para guiarlo. Soohyuk siempre había caminado delante del doncel y lo dejaba actuar a su aire. Aunque no podía ignorar el tamaño de Namjoon y la altura que se alzaba sobre él, el más bajo apreciaba mucho su ayuda. Pero aún desconfiaba de él.

— ¿Qué están haciendo aquí estas personas? ¿Están aquí porque es sábado? —preguntó, aún sorprendido por lo que se desplegaba ante sus ojos. En su casa, cuando era verano, solía ver a los agricultores llegar a la ciudad para vender sus productos los sábados.— No pueden haber venido todo el camino hasta aquí para hacer esto.

Namjoon le dio un fuerte empujón a una mula que se acercaba demasiado. — No, la mayoría de ellos hicieron el viaje por el mismo motivo que nosotros, buscar oro. Arrastraron toneladas de materiales como éstos sobre las montañas y ríos abajo. Y la mayoría de ellos se enteraron posteriormente de que no había terrenos para reclamar. —Echó un vistazo al gran emporio.— Pero tengo la sensación de que para muchas de estas personas, el objetivo principal era llegar hasta aquí. Ahora que lo han hecho, no saben qué más hacer. Están perdidos. —Levantó la mano e hizo un gesto hacia la multitud.— Están vendiendo todo lo posible para reunir suficiente dinero para volver a casa. Yoongi tiene razón, esto es una locura.

Aparte de las escobas y los periódicos, la mayoría de las cosas no eran caras. Jimin eligió dos pantalones, dos camisas, dos camisetas, dos calzoncillos y un par de zapatos para él. Eran las primeras piezas de ropa que tenía sin que fuesen de segunda mano o heredadas. Compró un poco de muselina blanca para hacerle conjuntos a Soobin, y unos diez metros de tela de pañal verdadero doblado en un envoltorio de papel que decía: Sears, Roebuck. También compró dos juegos de sábanas confeccionadas para la cama. Namjoon pagó las compras según seguían avanzando.

— Gracias —dijo.— No quiero que pases tanto tiempo lejos de tu tienda, además, voy a tener que alimentar al bebé muy pronto.

Namjoon lo miró fijamente. En ese momento a Jimin le preocupó haber gastado demasiado o haber dicho algo equivocado. — ¿Esto es todo lo que quieres? —preguntó Namjoon.— ¿No quieres otras cosas, ya sabes, adornos o accesorios?

— ¿Cómo qué? —preguntó el doncel, sorprendido.

— Bueno, como —Caminó delante de el castaño y se detuvo en un puesto que tenía espejos de plata, peines, cepillos y mantas de lana a cuadros. El olor del perfume salpicaba la presentación de los enseres. Hizo un gesto hacia el surtido.— Algo como esto.

Al vendedor se le iluminó la cara. — Pase por aquí, joven doncel, y vea. Estos finos cepillos que tengo y los espejos, que fueron hechos para la mismita reina Victoria —Namjoon le dirigió una mirada escéptica.— Bueno, han hecho muchos kilómetros para llegar hasta aquí.

Jimin cambió a Soobin de postura en sus brazos y se acercó a la caseta. El doncel no quería deberle más dinero a Kim Namjoon del que ya le debía. ¿Cómo demonios iba a pagarle alguna vez si el agujero de la deuda se iba haciendo cada vez más profundo? Alargó la mano que tenía libre, y dejó que sus dedos trazasen los adornos de plata que brillaban como el cielo azul sobre sus cabezas. De cualquier modo, Jimin suponía que todo el mundo debía de tener un cepillo y un peine. Esos eran bienes básicos.

— Sí, son muy bonitos, —estuvo de acuerdo con el comerciante. Mirando hacia arriba vio cómo el hombre estudiaba el moretón en su mejilla. Luego miró a Namjoon de arriba a abajo con un juicio evidente en sus ojos.

Namjoon también lo vio y sintió calor en su propio rostro. Evidentemente, el vendedor ambulante pensó que Namjoon era el tipo de hombre que levantaba la mano a una mujer o a un doncel.

Maldita sea, él no había querido involucrarse con ese descolorido doncel, para empezar. Pero su sentido del honor — y la insistencia de Yoongi lo pusieron en el papel de su protector. Él no era quien lo había golpeado, y le molestaba que alguien pudiese pensar que así era. Pero ¿qué podía decir al respecto? Nada. Cogió el ajuar más caro y un perfume, y pagó al hombre rápidamente para escaparse de sus silenciosas críticas. Namjoon no estaba de humor para aguantarlo. Tomando el codo de Jimin, lo condujo hacia adelante a un stand de ropa.

La noche anterior no había dormido nada, en su mayoría, aunque él creía que lo había visto cerrar los ojos a ratos. Sintiéndose como el segundo mayor canalla en Dawson —
después de todo, él no era peor que Lee Soohyuk — Namjoon había tenido problemas para desviar su mente del otro lado de la cama, donde yacía Jimin. Era difícil no pensar en ello, aparte de un chico o dos del saloon, no se había acostado con un hombre desde Jackson. Y aquí estaba, dos años más tarde, sin poder decir su nombre en voz alta, o incluso pensar en él, sin tener una sensación de traición retorciendo sus entrañas. Incluso ahora, después de todo lo que había sucedido, en esos momentos de trance entre la vigilia y el sueño, seguía viendo su cara a través de sus párpados, lo marcado de su fino cuerpo, su pelo como los rayos solares. El rubio había tratado de cambiarle, acomodarle a su forma de hacer las cosas. Y cuando él no cedía.

— Vamos, elige otro par de trajes —le dijo a Jimin bruscamente. Tanto si le gustaba como si no, se sentía responsable de el castaño, y no podía dejar que ni él ni el bebé anduviesen en harapos y sacos de harina.

El doncel levantó la cara hacia él, y en su mirada apareció otra dosis de luz en sus ojos marrones. ¿Qué era lo que veía en ellos? Sentía que había otro hombre detrás de ellos, uno completamente diferente al hombre asustadizo, sin color, que el mundo veía.

— Oh, pero ya has gastado demasiado —dijo el más bajo, apartándose los mechones que le caían en su cara.— Te debo dinero por lo de hoy, y por lo de Soohyuk. No quiero nada que no pueda pagar.

— No te preocupes por eso por ahora —dijo, molesto por su mención a Lee Soohyuk. A pesar de que él lo había arrojado a los brazos de Namjoon, el doncel todavía quería asumir su obligación. Namjoon tenía que admirar su orgullo, pero si alguna vez viese ese dinero otra vez, y desde luego no contaba con ello, no vendría del castaño.— Vas a trabajar para mí, como te dije ayer. Pero no te puedes poner lo mismo día tras día. Probablemente deberías comprarte un abrigo, también. Hace frío por las noches, a veces, incluso en verano.

— Por supuesto, todo lo que creas que es mejor —Parecía como si Jimin fuese a decir algo más, pero al parecer, cambió de opinión y bajó la vista de nuevo.

Namjoon suspiró. El doncel probablemente habría aprendido a comportarse de esa manera tan sumisa sólo para salir adelante en la vida. Suponía que muchos hombres estarían más que satisfechos con su obediencia atemorizada y dócil.

Pero Kim Namjoon no era la mayoría de los hombres.

[⁠彡]

Namjoon cargó con las compras de Jimin mientras se abrían paso de vuelta por la ciudad hacia la tienda. Caminando a su lado, Jimin no podía dejar de mirar hacia su cuchillo, enfundado en la funda de cuero y apoyado contra su muslo. La idea de que fuese capaz de usarlo evocaba en él una visión aterradora, aunque pensaba que le pegaba tener un arma así. No sabía nada de el moreno, pero su aspecto le hacía pensar que seguramente había vivido más cerca de la naturaleza que el doncel mismo. Su largo pelo negro azabache y su natural y tosca forma de andar no sugerían un hombre que hubiese pasado sus días detrás de un escritorio o incluso siquiera detrás de un mostrador. Sin embargo, su salvajismo era moderado, y poseía mejores modales que los pocos hombres que conocía. Con sus largas piernas, él sería capaz de caminar mucho más rápido que el castaño, pero Jimin se dio cuenta de que hacía un esfuerzo al andar, para no alejarse demasiado del más bajo.

Por un momento, le ganó algo de delantera, y el doncel estudió sus anchos hombros y su recta espalda. Luego su mirada se desvió hacia sus delgadas caderas y la parte trasera, que destacaba especialmente por los pantalones negros ceñidos que llevaba. Jimin no sabía mucho sobre otros hombres, su matrimonio con Soohyuk no había sido muy esclarecedor, y lo poco que había aprendido en las manos de Soohyuk no era nada bueno. Pero en, Namjoon era capaz de detectar una sensualidad magnética, incluso en su ignorancia. Su complexión era poderosa y cuidadosamente construida, y suponía que algunos hombres y algunas mujeres lo encontrarían atractivo.

En cuanto a él, Jimin estaba seguro de que no querría un marido. Pero lo que la gente quiere y lo que la gente tiene, no siempre coincide.

Llegando a Front Street, lo encontraron bastante silencioso. El ambiente de carnaval que salía de todos los saloons y salas de baile, a lo largo de la ancha y fangosa vía cada noche, no empezaría de nuevo hasta media tarde.

— Dios, mira lo que han hecho con este lugar —dijo Namjoon, más para sí mismo que para el castaño. Señaló hacia las colinas circundantes, prácticamente desnudas. Lo que no había sido usado para leña, y para construir compuertas y pilotes para las operaciones mineras, había sido empleado en el estallido de la nueva construcción con la ayuda de las veinte horas de luz del día. Los esqueletos de los edificios a medio construir se añadían al violento paisaje, y los aserraderos se mantenían funcionando en todo momento. En lugar de árboles, las huertas habían sido ocupadas por andrajosas tiendas de campaña que albergaban andrajosos hombres, desplazándose por todas las colinas y por sus lados.— Cuando llegué aquí hace dos años, sólo había unas pocas tiendas y un alce de pastoreo. Un centenar de personas vivían aquí. No era un paraíso para empezar — Es bastante pantanoso y los mosquitos son tan grandes como para comerse a un hombre vivo. Pero, al menos por la noche se podía oír a los lobos aullando en las colinas, o tal vez a un alce llamando a su compañero. Ahora, un hombre apenas oírse a sí mismo pensar.

— ¿No crees que la locura de venir a buscar oro hasta aquí es algo bueno? —Preguntó Jimin, sorteando un charco profundo.

El más alto se encogió de hombros. — No estoy diciendo ni que sí ni que no — yo no he venido a Dawson para eso. Acabé aquí sin ningún plan en particular. Era un buen lugar para un hombre que no tenía dónde —se interrumpió por un momento.— Pero luego Jung Sung encontró ese oro en Rabbit Creek, y dio comienzo a la locura. Ahora bien, esta ciudad sólo tenía un poco de paz y tranquilidad los domingos. Por orden de la policía montada del noroeste, todos los negocios en Dawson tenían que cerrar desde la medianoche del sábado hasta las dos de la mañana del lunes. Tan estricta era la ley, que cualquier persona que fuese pillada trabajando, aunque fuese pescando su cena o cortando leña para su propio fuego, era condenada a la pila de leña, donde podía cortar hasta hartarse.

— Nunca he visto nada como Dawson —dijo el doncel, mirando con asombro cómo cuatro hombres izaban una araña de cristal a un vagón cama.

— ¿Te gusta? —Preguntó Namjoon, mirándole con aquellos perspicaces ojos oscuros.

— No. Seré feliz cuando pueda volver a Portland. No fue mi idea venir aquí, en primer lugar.

— Nunca supuse que fuese tu idea. Hay mujeres  y donceles aquí que querían excavar en busca de oro junto a sus maridos, o reclamar incluso sus propias tierras. —Él lo miró con una expresión interrogante que era casi amable.— Pero vinieron sobre todo porque querían, no porque alguien los arrastrase hasta aquí.

Jimin bajó la mirada a la parte superior de la cabeza del bebé, no sin antes darse cuenta de lo apuesto que se veía Namjoon con el cielo azul de Yukon por detrás de él. El sol resaltaba sus mechas negras, y su pelo era movido por detrás de sus hombros, por la fuerza del viento. Parecía ser completamente inconsciente de su belleza elemental, pero Jimin no lo era. No quería fijarse tanto en su aspecto. Había conocido a donceles en la calle, que habían perdido el juicio y habían creído a hombres con caras bonitas y palabras encantadoras, sin que ello les hubiesen traído nada bueno. Al menos él podía decir que la desesperación fue lo que lo hizo casarse con Soohyuk, no la pérdida de sentido.

Llegaron al comercio de Kim, y Jimin se alegró. A pesar de que Soobin era muy pequeño, cada vez le pesaba más en sus brazos doloridos. Sumándose a eso, Jimin estaba experimentando una subida de leche en sus pechos. Namjoon siguió escaleras arriba con las cosas que había comprado, pero el doncel se sintió aliviado cuando lo dejó allí solo y regresó al trabajo. El moreno lo trataba muy bien, pero sentía esa extraña aceleración en su pecho cada vez que lo miraba.

— Ven a la tienda más tarde y elige todas las provisiones que necesites —dijo, de pie junto a la puerta.— Me gustaría ver qué más puedes hacer con algo más que bacon y galletas.

ᏊᏊᏊ

Nuevo capítulo!

«Ahh, a pesar de que Namjoon no tiene obligación con Jimin, no tiene corazón para desamparo ni a Soobin y dejarlos que vistan la única ropa que traen»

Ojalá les esté gustando, cualquier error en el capítulo díganme para cambiarlo por favor 🙏🏻

Nos leemos pronto!

CHERRY 🍒

Continuar a ler

Também vai Gostar

4.3K 659 15
°°°Adaptación°°° ⚠️ Advertencia ⚠️ ༼Contiene M-preg༽ ༼Namjoon Top༽ ༼Jimin Bottom༽ ༼Mitología nórdica༽ 🐺🧝🏻‍♀️ Espero l...
93.2K 10.2K 41
En un mundo ideal no habría Alfismo que apresara y humillara a los Omegas como Park Jimin; un galardonado médico de campaña al servicio militar y por...
18.6K 2.6K 42
Historia medio corta tras la muerte de su madre se presenta una situación económica que no puede manejar y decide aceptar la propuesta que le ofreci...
2.8K 309 1
Dónde Hoseok y Taehyung tienen un bebé. One-shot. MPregnant!