Invierno de colores✓

By Mari_p08

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LIBRO 3. SAGA «COX» Ethan es el prototipo de chico tímido que por lo general no tiene muchos amigos. Mack es... More

SINOPSIS.
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISEIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDOS
VEINTITRES
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
EPÍLOGO

TREINTA Y CINCO

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By Mari_p08

35. Final | Llegará el día

Algunos años después

Me levanté lo más temprano que pude, tratando de no hacer nada de ruido. Lo cual fue una tarea muy difícil, considerando que no podía ver mayor cosa y por poco me tropiezo con mis propios pies.

Eso me pasa por haber dejado mis pantuflas al otro lado de la habitación la noche anterior.

Ignorando aquello, me dirigí a la cocina donde empecé a buscar por todos lados. Saqué los ingredientes que necesitaba, tanto del refrigerador como de los estantes, y me dispuse entonces a preparar el desayuno.

No es difícil, conozco a la perfección los gustos de mi novio. De manera que, me fue sencillo descubrir cuál sería un platillo ideal. Acompañé todo con unas fresas con crema que coloqué en una pequeña copa de vidrio. De acuerdo, eso sí lo compré. Lo admito.

En mi defensa, no tenía todo el tiempo del mundo antes de que se diera cuenta de que ya me desperté. De hecho, lo nota muy fácilmente. Es como si al no tantear mi cuerpo junto al suyo, eso lo hiciera despertarse en un instante.

Suspiré

Tan dulce como siempre.

Alcancé a terminar todo tal cual lo pensé en mi cabeza. Dejé los platos sobre la mesa y volví a la cocina para lavarme las manos.

Fue en esa acción, que oí los pasos provenientes del pasillo

—¿Mack? —reconocí su voz, acercándose

—Tardaste —sonreí

—¿Qué...? —se cortó a sí mismo al mantenerse en el umbral de la estancia. Me giré, con una radiante sonrisa en mi rostro. Terminó de frotarse los ojos—. ¿Qué haces?

—¿Yo? Nada —salí, pasando por su lado. Me siguió hasta que lo guie al comedor y me posé detrás de su silla—. Solo hice nuestro desayuno.

Ojeó cada plato, comenzando a sonreír

—Oh, y esto es para ti —levanté la copa que contenía el postre—. Ya sabes, por nuestro aniversario.

Se rascó la nuca. Poco a poco, elevó su mirada hacia mí con esa expresión que siempre ponía cada vez que me miraba.

La expresión de un hombre enamorado.

—Es perfecto —susurró

—¿Significa que te gusta? —dejé todo en su lugar, pasando a tomar mis manos a mis espaldas

Se acercó a mí a pasos largos, acortando la distancia que nos separaba. Mi piel se erizó cuando su brazo buscó mi cintura con tal de pegarme a su pecho

—Me encanta —dejó un suave beso en mis labios—. Feliz aniversario, linda.

Me reí, acariciando su rostro con mis manos

—¿Ya te dije que me gusta mucho tu voz al despertar?

Carraspeó

—¿Esta? —enarcó una ceja

—Sí. Se oye sexy —suspiré con dramatismo. Esperé a que su rostro enrojeciera, a pesar de que no pasó. En su lugar, su sonrisa se hizo más grande—. ¿Qué?

—Nada —bajó su rostro más cerca del mío

Antes de besarme, eché mi cabeza hacia atrás

—El desayuno —palmeé su pecho—. Te aseguro que te gustará.

Soltó una bocanada de aire, asintiendo

—Bien.

Me reí. No le permití que me soltara, pues sujeté su nuca y lo atraje a mi boca. Sonrió en mis labios, devolviéndome el gesto con las mismas ganas y la misma sensación.

Esto era lo que más esperaba

Al separarnos con suavidad, mantuve mis ojos cerrados y mi frente pegada a la suya

—Tengo el día libre —susurré

—Lo sé.

—¿Y?

—Y... tenemos una cena para esta noche. ¿Lo recuerdas?

Asentí

—Bien —volví a mirarlo. Dejé un pequeño beso en su nariz—. ¿Te molesta si te pido que me des privacidad? Quiero tener tiempo para arreglarme como se debe.

—Te verás hermosa con lo que sea que uses.

—Sí, pero quiero darte una sorpresa.

Mordió su labio inferior, divertido

—Okey. —cedió

—Okey —repetí, soltándolo—. Vamos a desayunar entonces.

Dichas aquellas palabras, nos sentamos uno junto al otro, empezando a compartir otro de nuestros agradables momentos.

Sabiendo que este día tan especial, apenas empezaba.

Pasadas aproximadamente dos horas, me encontraba terminando de ducharme. Salí del pequeño cuarto con una toalla en mi cabeza y la otra en mi cuerpo. Tarareé una canción, dirigiéndome al closet que abrí en busca de mi ropa.

Era enorme, por lo que nos habíamos podido adaptar con facilidad. Y eso que Ethan dejó mucho espacio para mí. Según él, no tenía problema, así que sí, tomé el espacio más amplio. Después de todo, tenía más cosas que él.

Aunque debo admitir que con el orden todo es más fácil.

Abrí uno de los pequeños cajones y tomé mi ropa interior que puse sobre la cama. Me dispuse entonces a buscar lo demás.

Torcí mis labios, viendo las opciones.

—¿Qué buscas? —escuché su voz en lo que se adentraba al cuarto

—No sé... ¿cómo está el clima? —volteé a verlo

—Como podría estar. Es invierno, dulzura.

—Ah, cierto —chasqueé la lengua—. Eso significa que lo que sea que me ponga, de todas formas, lo taparé con un abrigo enorme.

Escuché su risita, aunque me quedé pensando por un segundo

—Sin embargo... podría no usarlo —murmuré

—No harás eso. ¿Lo olvidas? El otro día que intentaste ser "valiente" te resfriaste por varios días. Te pondrás abrigo, bufanda y guantes, ¿entendiste?

Volteé a verlo con los ojos entrecerrados

—¿Intentas ordenarme? —elevé una ceja

Se cruzó de brazos, dándome un asentimiento

—En este caso, sí. No me gusta que te enfermes. Me pone nervioso.

Sonreí, volviendo mi vista al frente

—Okey, okey —me rendí en un suspiro—. Habrá que hacerte caso.

Saqué las prendas que usaría y las arrojé a la cama sin importancia. Al cerrar las puertas del closet, sentí su presencia detrás de mí. Mis ojos se cerraron en automático cuando sus manos se posaron sobre mis hombros, comenzando a masajear con suavidad.

Solté todo el aire retenido, relajándome

—Te pagaría para que hicieras eso por siempre —susurré

—Estás muy tensa.

—Gajes del oficio.

—No eres una roca, Mack. ¿Por qué no te quedas y descansas?

—Nop —me liberé, girando hacia él—. No tardaré.

—¿Qué debes hacer?

Consideré en si decírselo o no. Y al final, me quedé con un no.

—Cosas de mujeres —simplifiqué—. Descuida, valdrá la pena.

—Bien —apretó sus labios

Le di un corto beso

—Volveré y pasaremos el resto del día juntos.

Con su no tan feliz aprobación, me dispuse entonces a continuar vistiéndome. Me coloqué unos jeans, un suéter, mi abrigo, guantes y bufanda, tal como mi novio protector me "ordenó". De igual forma, ni siquiera pasó por mi cabeza el negarme. Tiene mucha razón.

No me apetece otro resfriado.

Al salir del departamento, me dirigí al elevador, marcando el número que llevé a mi oído, aguardando por una respuesta.

Un tono, dos tonos, tres...

Hola

—Hola, ¿dónde estás?

Donde me dijiste. Por cierto, si no te apuras, me iré.

—Graciosa. Llego en dos minutos, cálmate.

—Soy impaciente, ten muy en cuenta eso.

Negando, le colgué.

Apenas y llegué al lobby del edificio, volví a sentir mi teléfono vibrando. Lo volví a desbloquear para ver el mensaje que recién me había llegado.

Galán😍: Ya te extraño.

Sonreí enormemente

Yo también lo extrañaba, pero recordé perfectamente el por qué de mi salida y de inmediato me dispuse a apurarme.

Haría que valiera la pena.

❄️

Recorrimos casi todo el centro comercial. Digamos que ya tenía la mayor parte de lo que estaba buscando en una bolsa que estaba en mi antebrazo, pero me hacía falta otra cosa en verdad importante que no había podido encontrar aún.

Wendy me ayudó a caminar por todas partes, preguntando, observando, descartando... a decir verdad su ayuda me servía mucho.

Suerte que la tengo.

Nos adentramos a la última tienda que encontramos donde podían tener aquello. Empecé a buscar de lado a lado, tomando algunas opciones en mi mano izquierda.

Esto es más difícil de lo que pensé.

Debería olvidarlo y terminar con esto.

Pero no quiero.

Y ese es el dilema.

Mi amiga rizada se posó junto a mí

—¿Ya te decidiste? —me preguntó

—Ahm... no.

—¿Cuál es su color preferido?

—El... azul, creo.

—Entonces busca algo azul y ya está.

—No me gustan esos tonos de azul —negué, aburrida—. ¿Qué tal blanco?

Elevó ambas cejas, esperando a que yo me respondiera

—¿Crees que le guste el blanco?

—No lo sé —me encogí de hombros

—Mack, lo que creo es que le gustará cualquier obsequio que decidas darle.

Lo consideré, torciendo mis labios

—¿Eso crees?

—Me duelen los pies —puso una mueca—. Por favor, decídete rápido. Aquí me gustan los modelos que hay y estoy segura de que no encontraremos otra tienda igual en ninguna otra parte.

Bueno, en eso podría tener razón.

Mis ojos se fueron hacia todo el lugar, observando. Fue ahí, en ese pequeño momento que pude notar un color que ni siquiera había tenido en cuenta. Esbocé una pequeña sonrisa, aproximándome hacia allí para tomar el primero que se encontraba disponible.

Se lo enseñé a mi amiga

—¿Y bien? —pregunté

Asintió levemente

—Podría gustarle también.

—Creo que este es.

—Gracias al cielo. —exageró

Le saqué la lengua, dirigiéndome hacia la caja

Quizás Wendy sí tenía razón al decir que cualquier obsequio que pudiera darle a Ethan lo amaría de la misma forma, solo porque yo se lo di. Aún así, no quería solo verlo sonreír.

Quería sorprenderlo.

Y creo que lo conseguiré.

❄️

Cuando la noche llegó, estaba tan nerviosa que no sabía cómo reaccionar. Convencí a mi novio de dejarme sola en el departamento mientras me arreglaba.

Por lo que, tuve todo el tiempo del mundo para alisarme el cabello, maquillarme como había visto en un tutorial de internet, seguirle el consejo a Wendy a la hora de elegir los tacones, y finalmente, a la hora que habíamos acordado, ya estaba lista.

Me decidí por un vestido color verde oscuro que se pegaba a mi cuerpo y tenía una abertura en mi muslo izquierdo. Mi cabello rubio le daba un buen toque. Y resalté mis ojos del mismo color de la prenda, con el delineado que por poco no consigo hacerme.

Debo admitirlo, fue lo más difícil.

Apliqué un labial rojo como última medida, y por fin, tomé mis cosas, saliendo de la habitación. Le puse seguro a la puerta principal y me fui hacia el elevador, comenzando a teclear en mi teléfono

Yo: No sabía que eras tan impaciente.

Galán😍: Me dará taquicardia si no me dejas verte.

Mis mejillas se sonrojaron

Yo: Paciencia.

Lo admito, el asunto es divertido.

Con mi corazón acelerándose todavía más, llegué al parqueadero del edificio que era donde estaba su auto. Avancé a pasos lentos, haciendo sonar mis tacones. Miré por todos lados, hasta que pude encontrarlo.

Vestido con un traje negro a la medida.

Mi sonrisa se agrandó mientras me acercaba. Por un segundo no pareció verme. Sin embargo, con el pasar de los segundos, su rostro se elevó tan rápido que por poco se lastima. Me miró de arriba abajo, con su pecho comenzando a moverse bastante rápido.

Me detuve a una corta distancia

—Te dije que valdría la pena esperar. —murmuré

Sus labios se entreabrieron. Sé que quería decir algo, pero no lo dijo por un instante. Me quedé esperando con suma paciencia lo que tenía por decir. Quizás su mente estaba enviándole demasiados mensajes al mismo tiempo.

Y lo comprobé, cuando pareció salir de su ensoñación

—Mack...

—¿Te gusta? —pregunté, nerviosa

Asintió muchas veces. Demasiadas

—Te ves... tú...

—¿Qué? —presioné

Tragó grueso, empezando a sonreír

—Espectacular —completó en un susurro

—Y tú te ves tan guapo como siempre —avancé un paso—. ¿Listo para celebrar nuestro aniversario, señor Ethan Cox?

Volvió a mover su cabeza en afirmación

—Lo estoy. Porque es contigo.

Dicho eso, me tomó de la mano y me abrió la puerta del copiloto, ayudándome a subir. Una vez él también abordó el vehículo, arrancamos.

El restaurante lo habíamos decido entre los dos desde unas semanas atrás. Queríamos que este día fuese especial, así que nos encargamos de sacar una lista de las cosas que haríamos para celebrar. Y claro, tuvimos en cuenta los gustos de ambos a la hora de decidir.

Era por eso que esta noche no podía ser más perfecta.

Con él.

Con Ethan todo siempre sería especial.

Al llegar al sitio, él me ayudó a salir del auto y juntos ingresamos al restaurante. Uno de los empleados nos recibió con gentileza y nos guio hacia la mesa que teníamos reservada. Una con mucha privacidad.

Todo era elegante, desde el principio hasta el fin.

Las luces, la decoración, la limpieza, sobre todo, claro, los músicos que se encontraban en una esquina con una suave melodía de un violín acompañando el ambiente tranquilo y en paz.

Había pocas personas.

Perfecto.

Otra vez.

Tomé asiento, dejando mi pequeño bolso a un lado. Ethan se ubicó frente a mí y decidimos pedir una botella de vino para iniciar.

Lo noté nervioso desde que se sentó.

Y eso me ponía nerviosa a mí también.

Carajo.

—¿Te gusta? —le pregunté

—Lo hace —me miró—. ¿Y a ti?

—Sí, es todo muy bonito.

—Qué bueno.

Silencio.

Decidimos mantenerlo en lo que el mesero nos traía el vino que sirvió en dos copas para cada uno. Luego de dejar la botella, se fue con un pequeño asentimiento

—Muy bien —tomé la carta—. ¿Qué te gustaría pedir?

—Aunque te parezca gracioso, no soy muy bueno en elegir platillos.

—Yo tampoco —me reí—. Pero... podemos hacer un esfuerzo.

—Puedes elegir lo que quieras.

Asentí, ojeando título por título

Me tomé un minuto para decidirme. Y en ese minuto, no dejé de escuchar el repiqueteo de algo contra el suelo de mármol. Cuando elevé los ojos con lentitud para verlo, me di cuenta de que se trataba de su pierna que no había dejado de moverse.

Suspirando, bajé el menú

—¿Está todo bien? —le pregunté

—¿Qué? —me miró rápidamente—. Por supuesto, todo está bien.

—¿Y entonces?

—¿Entonces qué?

—Estás ansioso, ¿por qué? —estiré mi mano, tomando la suya. Se encontraba fría—. No es la primera vez que salimos.

—No es por eso, yo... —soltó una pequeña risa—. Creo que soy un desastre.

—Claro que no. Eres el hombre que amo, Ethan.

Mis palabras parecieron tranquilizarlo

—Y tú eres la mujer que amaré por el resto de mi vida.

Eso me hizo sonreír

—¿Entonces está todo bien? —tanteé

—Lo está —me aseguró

Más tranquila, volví a tomar la carta

—Creo que ya sé qué quiero.

—Tú mandas.

Una vez hicimos el pedido, esperamos en lo que íbamos dando pequeños sorbos a nuestro vino. Me tomé la libertad de distraerlo, haciéndole preguntas triviales y formando un mejor tema de conversación. De manera que, pareció funcionar cuando comenzó a responderme de la misma manera.

Lo cierto es que no importaba dónde estábamos.

Éramos él y yo.

Nadie más.

Con la comida el ambiente dejó de estar tenso. Comenzamos a reír y a hacer bromas sobre la comida. Lo cierto es que era una porción bastante pequeña y no justificaba su precio, por lo tanto, nos divertimos con ello.

No sé si nacimos para pisar sitios como este.

Pero lo cierto, es que fue una buena experiencia.

Limpié mis labios con una servilleta

—Y entonces pensé que podríamos ir unos días a visitar a mis padres —seguí diciendo—. Después de todo es una fecha especial.

—Me alegra que tus padres quieran volverse a casar y esta vez por la iglesia.

—Sí, también estoy feliz —sonreí—. Se les nota, ellos... se aman.

—¿Cuándo sería?

—Oh, en un mes. Te lo habría dicho antes, pero literalmente lo decidieron apenas. Mi madre está tan feliz que no se lo cree.

—Me parece una fecha perfecta. Tendremos dos motivos para celebrar.

La última frase que dice me confundió

—¿A qué te refieres?

Su expresión se tornó diferente, como si hubiese dicho algo que no debía

—Oh... nada, olvídalo.

—Ethan —advertí, poniendo una cara más perspicaz

—¿Pedimos el postre? —alzó la mano. El hombre se acercó a ambos—. Tiramisú, por favor.

Sin dejarme escoger a mí, pronunció.

Una vez el mesero volvió a irse, Ethan comenzó de nuevo con su estado inicial de nervios, mirando de lado a lado y moviendo su pierna como si quisiera causar un temblor en el suelo.

—Tú escondes algo —murmuré—. Y es imposible que intentes negarlo porque ni siquiera sabes mentir. Mucho menos sabes esconderme cosas.

—No te escondo nada —balbuceó—. Es la... la sorpresa es el postre.

—¿Ah sí?

—Sí, les pedí que pusieran... un mensaje.

—¿De verdad? —arrugué las cejas

—Linda, déjame sorprenderte —pidió—. Por favor. Sabes que no soy bueno en estas cosas, al menos... quiero intentarlo. Es una fecha especial.

Tiene razón.

Lo estoy arruinando.

Sacudí mi cabeza, sonriéndole

—Lo siento —dije

—Descuida —me dio una delicada sonrisa

Ahora yo también me puse nerviosa.

Mierda.

Comencé a mover mis dedos, jugando con ellos bajo la mesa.

Yo soy el desastre.

Porque cuando vi al mesero volver con el postre en sus manos, también vi a un hombre detrás de él, sosteniendo un ramo de flores que reconocí perfectamente.

Mi pulso se aceleró y alcancé a oírlo.

Me puse de pie con Ethan imitándome. Recibí mis flores favoritas, sonriendo con las mejillas completamente rojas.

—Para usted —me dijo el hombre

—Gracias —vi la tarjeta que tomé entre mis dedos temblorosos

"Feliz aniversario, gracias por ser la mejor mujer que pude haber conocido

Pstd: Concédeme este honor"

¿Honor?

Mis cejas se hundieron por la confusión. En ese instante, no se encontraba nadie más allí, solamente yo, ya que los hombres se habían ido para darnos privacidad.

Y lo comprendí entonces.

Porque en una de las flores había algo reluciente.

Una sortija.

Mis ojos se abrieron tanto que no sabía si me estaba moviendo o si al menos estaba respirando. Una mano se posó sobre la mía con suavidad. Elevé el rostro muy lentamente. Ethan sujetó el anillo entre sus dedos, y entonces me miró

Por. Todos. Los. Cielos.

Por esto estaba nervioso.

Maldición.

Mierda.

¿Qué debo hacer en un momento como este?

Lo vi, poco a poco, esbozó una pequeña sonrisa, mientras que su rodilla se iba clavando en el suelo. Me llevé una mano a la boca, completamente en shock

Pasó saliva antes de empezar

—Decirte las razones por las que quiero que estemos juntos por siempre, me llevaría... tanto tiempo —murmuró—. Así que solo diré lo que es bastante obvio.

No pronuncié nada. Mis ojos se llenaron de lágrimas

—Te amo —dijo, con convicción—. Te amo tanto que no puedo describirlo. No puedo ni siquiera pensar en lo vacía que sería mi vida si nunca te hubiese conocido. Me llenas de alegría y de paz cada segundo que compartimos juntos.

Mi labio inferior tembló

—Por eso pensé que quizás era el momento adecuado —continuó, tomando aire profundamente. Su voz tembló—. Mackenzie Anne Blythe... ¿me harías el honor de permitirme ser tu esposo?

Solté una pequeña risa que se oyó más como un sollozo. Mi cabeza se movió en afirmación tantas veces como pude. No encontraba mi voz.

—Sí —susurré—. Claro que quiero, por favor.

Escuché aplausos provenientes de los demás clientes en cada mesa. Ethan se puso de pie, con una sonrisa que no le cabía en el rostro. Me colocó el anillo esta vez en mi dedo anular izquierdo, dejando un beso en el dorso de mi mano.

Me lancé a sus brazos, y él me sostuvo de inmediato, elevándome un poco del suelo con tal de abrazarme con firmeza, seguridad... y amor.

Me casaría.

Sería la esposa del mejor hombre de este mundo.

Sería la esposa del hombre que me ama con locura. Y al que amo con locura.

Ahora sí podía decir con plena seguridad, que todos mis sueños se harían realidad.

Cuando llegamos al departamento, era lo suficientemente tarde de la noche como para que todo estuviera en silencio. Entramos en medio de risas. Me abrazó por la espalda y dejó varios besos en mi mejilla y cuello.

Suspiré

—Señora Mackenzie Cox —me reí—. ¿Se oye bien?

—Para mí se oye perfecto.

—¿Cuándo será? —pregunté, dejándome llevar por mis pensamientos—. Londres, sería la ciudad perfecta.

—Lo haremos donde quieras.

—Mi vestido será blanco y bastante ancho y grande. Quiero que todo sea como... en un cuento de hadas.

—Haré lo que me pidas.

—Eso veo —me reí, volteando. Tomé el cuello de su traje y junté nuestras bocas. Mis pies se movieron con torpeza, tomando camino hacia la habitación

Apenas entramos, lo arrastré hacia la cama donde lo dejé sentado en el borde y me senté en sus piernas. Tomé su cuello para volver a besarlo

—¿Hace cuánto lo habías planeado? —mi cabello cayó hacia un lado

—Hablé con tus padres desde la semana pasada.

—¿Y te dijeron que sí?

—Tu madre lloró, tu padre... me sonrió.

—Qué bueno —le quité la corbata—. ¿Necesitamos padrinos?

—Creo.

—¿Le digo a Wendy y tú le dices a tu hermano?

Resopló

—¿De verdad piensas que mi gemelo, el que literalmente no toma nada enserio, sería un buen padrino?

Me reí

—Lo que creo es que se va a poner muy feliz por nosotros —mordí su labio. Al soltarlo un momento, volví a ver la joya en mi dedo—. Es tan... bonita.

—Fue hecha para ti.

—¿Ah sí? —acaricié sus mejillas

—Feliz aniversario —sonrió ampliamente

—Feliz compromiso, señor —me removí en sus piernas. Con rapidez, empecé a bajar las mangas de mi vestido, con él ayudándome a bajar el cierre. Una vez pude quitar la parte superior de la prenda, sus pupilas se dilataron

Volví a reír

—Yo también tenía una sorpresa —le permití que viera el conjunto negro que estaba usando debajo

Se quedó sin aliento por un segundo

—Ahora entiendo —susurró

—¿Entender qué? —ladeé mi cabeza

—A lo que Elliot se refería —se rio—. Después de una cena especial hace falta seguir celebrando.

Me sacó una pequeña carcajada

❄️

25 de febrero.

Esa sería nuestra fecha.

Teniendo en cuenta de que yo quería una hermosa fiesta y mi prometido estuvo de acuerdo, era obvio que íbamos a necesitar bastante tiempo para organizarla. De manera que, dos meses y medio sería el tiempo suficiente para planearlo todo.

Estaba tan emocionada que no podía creerlo.

Ni un poco.

Por eso, se los había contado a todos mis compañeros de trabajo apenas volví el lunes en mi horario normal. Había recibido felicitaciones, sonrisas, abrazos y demás.

Este siempre había sido uno de mis sueños.

Ethan lo era.

Mi mejor sueño cumplido.

Por eso, normalmente, trabajaba con felicidad, pero ahora mismo lo hacía más todavía. Me gustaba mi empleo, tenía amigos, mi jefe no era estricto, mi horario no era un asco. Perfecto. Aunque, claro, había ocasiones en las que terminaba muy cansada debido a los turnos.

Como hoy, por ejemplo.

Cuando sentía mis ojos cerrarse ante el más mínimo movimiento. Por suerte, ya casi eran las seis de la mañana y eso significaba, que podría ir a descansar. En mi cama con mi prometido sería mucho mejor.

Siempre me da un masaje antes de dormir.

Tan considerado.

Lo amo más por ello.

Miré la hora en mi reloj de muñeca. Entonces, me fui hacia el área de empleados y comencé a quitarme la bata junto con las demás cosas que usaba. Saqué mi bolso de mi casillero y metí allí las cosas, quedando en ese uniforme azul oscuro con mi credencial colgando en mi bolsillo.

Dejé mi cabello en esa moña alta que estaba usando desde que inicié.

Incliné mi cabeza de lado a lado, mi cuello tronó en el proceso.

Joder.

Necesitaré una ducha.

Escuché una persona ingresando también

—¿Te encuentras bien? —me preguntó Carry, una de mis compañeras de piso

—Sí, ¿por qué? —la miré con extrañeza

—Te he notado algo cansada. ¿Segura?

—Lo normal —le resté importancia—. Igual, mi turno terminó.

—Sí, el mío también —suspiró—. Necesito unas vacaciones.

—Necesitamos —la corregí

Con esa pequeña sonrisa, tomé mi mochila y la colgué en mi hombro. Saqué mi teléfono para mirar la hora por un segundo. Entonces, luego lo guardé en mi bolsillo y emprendí mi caminar hacia la salida

—Adiós, Carry.

—Descansa, Mack.

Mis pies se sintieron pesados cuando intenté salir con normalidad. Por lo tanto, no me di cuenta de que terminé tropezando y si no fuese por la puerta hubiese caído derechito contra el duro suelo.

Me sostuve el pomo

—¿Estás bien? —Carry se acercó

—Sí, bien —me apresuré a decir—. Creo que me mareé.

—¿Quieres que te revise?

—No, Carry no es...

—Ven, siéntate.

No quería hacerle caso, sin embargo, no tuve otra opción cuando la vi con la intención de hacerlo. De manera que, tomé asiento en aquella camilla que usábamos para descansar y dejé mi mochila a un lado en lo que ella se ponía en su papel de doctora recién graduada.

Como yo.

Al cabo de unos segundos, su diagnóstico fue claro

—Tienes la tensión baja —se alejó, guardando lo que había usado

—Seguro es por eso.

—¿Sientes algo más?

—Quizás náuseas. —murmuré, con el ceño fruncido

—¿Has comido bien estos días?

—Lo he hecho, lo juro.

—Uhm... —puso una cara más perspicaz—. Ten cuidado, Mack. Puedes estar presentando un cuadro de estrés. Si es así, debes manejar mejor tus tiempos.

—No creo que lo sea.

—¿Entonces qué crees?

Lo analicé en mi mente

Bueno, siento mi cabeza pesada, y tengo algunos dolores de vez en cuando a lo que no le presté mucha atención, acabo de marearme y por poco me voy al suelo, no me tomé mi break usual ya que por poco vomito lo que había traído en mi mochila...

Todo eso me arrojó un único resultado.

—¿Y si...? —dejé la pregunta al aire

—Sabía que pensarías algo así. —sonrió ella

—No creo que... ¿se puede?

—Eres mujer, ¿no? Tienes pareja... creo que sí.

Mi corazón comenzó a latir muy rápido.

Estoy ansiosa. Bastante ansiosa.

—Tengo que... irme —me bajé de un saltito, tomando mis cosas—. Gracias por todo.

—Igual no te ilusiones.

—¡No lo haré! —salí a toda velocidad

Sí, quizás fue estúpido no haber salido de la duda estando en un hospital, literalmente. Pero, en mi defensa, no era algo que podía hacer estando sola, así que, aproveché para conducir hacia la primera farmacia que encontré abierta a esta hora y compré lo que necesitaba. Me tendieron la caja, la pagué y volví al auto, conduciendo más rápido esta vez.

Que sea un sí, que sea un sí.

La emoción persistió en la boca de mi estómago.

No podía dejar de moverme, estaba tan inquieta que tuve que hacer milagros para no recibir una infracción por el exceso de velocidad.

Muy bien, Mack.

Eres una chica de veinticuatro años, graduada de medicina, con trabajo, a punto de casarte con el hombre que amas y que te ama. Quien por cierto tiene un empleo como profesor en la universidad. Viven juntos, tienen dinero suficiente como para...

Esta sería la mejor noticia que pudieras recibir.

Así que sí.

Es muy posible.

Sonreí, conteniendo el aire en mis pulmones.

Cuando llegué me apresuré a subir por el elevador lo más rápido posible. Me removí en mi lugar, con ganas de salir corriendo. Por lo tanto, casi troté hasta la puerta y en cuanto la abrí, me topé de frente con Ethan saliendo de la cocina con una taza en su mano

Dio un respingo al verme entrar

—Jesús —exclamó—. Mack, me asustaste

—¿Por qué?

—Bueno, aún estaba intentando despertar cuando apareciste de la nada —le dio un sorbo a su bebida caliente—. ¿Por qué no me dijiste que ya ibas saliendo? Te habría servido el desayuno.

—No tengo hambre, gracias —tomé todo el aire que había perdido en la carrera

Me miró de arriba abajo

—¿Estás bien?

—¿Cuáles son las probabilidades de que te desmayes cuando te diga lo que he estado pensando que puede estar pasándome?

Sus cejas se arrugaron al escucharme

—Ahm... no creo que vaya a desmayarme.

—¿Seguro?

Asintió, sin siquiera responder palabra.

Entonces, sin más preámbulos, saqué la caja que había comprado, enseñándosela. Apenas se acercó un poco con tal de entrecerrar sus ojos para ver mejor. Y al leer lo que venía allí, juro que su rostro se puso tan blanco que creí que enserio se desmayaría

—Es una posibilidad —murmuré, nerviosa—. Puede que diga que sí.

—Tú... —dejó la taza sobre la barra, sosteniéndose de la pared—. Bien, creo que sí puedo desmayarme.

—Ethan —advertí

—Estás embarazada —me apuntó

—Tal vez —sonreí, con mis ojos cristalizándose—. Quiero estarlo.

Suspiró, pasándose una mano por el cabello

—Joder, Mack.

—¿No te emociona?

Se apresuró a asentir muchas veces

—Sí, yo... sí, claro que sí.

—Bien, entonces saldremos de dudas —dejé todo en el suelo, yéndome hacia el baño con lo único que necesitaba. Sus pasos me siguieron hacia la habitación—. No te muevas de aquí.

—Aquí me quedaré —se plantó a esperar

Antes de entrar, me giré hacia él y besé sus labios

—Seguiremos haciendo nuestros sueños realidad, galán.

Me dio una dulce sonrisa

—Me hace feliz que esto te emocione tanto.

Yéndome en un pequeño saltito, me adentré al cuarto de baño.

Jamás había estado tan nerviosa por algo.

Oh, bueno, quizás muchas veces he estado nerviosa, pero esta vez no solo era eso. Esta vez deseaba con todas las fuerzas de mi corazón que esta fuese la tan esperada señal. Siempre he querido ser madre. Digamos que, por más loco que sonara, me imaginaba jugando en el jardín con mis hijos y mi esposo.

Ya estaba cumpliéndolo.

Así que sí.

Lo anhelaba.

Mientras esperábamos a que el tiempo se cumpliera, Ethan se movía de lado a lado, casi haciendo agujeros en el piso con sus propias pisadas. Con frecuencia se mordía las uñas y cuando se cansaba de ello, entonces se molestaba el cabello.

Lo miré, desde la cama donde estaba sentada

—Te noto asustado —murmuré

—Lo estoy —asintió para sí mismo, frotando sus manos

—¿Por qué?

—¿Por qué no lo estaría? —se detuvo al decirlo—. Mack, yo... quiero esto, ¿sí? Lo quiero. Es solo que... bueno, recientemente no lo hablamos y tengo algo de miedo. No quiero que haya sido un accidente.

—No es un accidente si ambos lo queremos.

—¿No crees... que es muy pronto?

—¿Muy pronto? —arrugué ambas cejas

—Me refiero a que... bueno, tu apenas te graduaste y empezaste a trabajar, yo estoy acostumbrándome a mi nuevo empleo. No es que no estemos listos, es que... solo pensé que este podría ser nuestro plan a largo plazo.

Aplasté mis labios, dándole un asentimiento

—Lo entiendo —murmuré—. Tienes razón, es muy pronto.

No me dijo nada. Me puse de pie

—Pero eso no significa que no vayamos a amarlo. Podemos darle la vida que se merece. Una vida llena de amor y felicidad.

—Eso no lo dudo.

—¿Lo ves? —tomé sus manos entre las mías—. Confía.

Esbozó una pequeña sonrisa hacia mí.

Justo en el momento en el que oí la alarma sonando.

Mis nervios se incrementaron, sentí mi cuerpo volver a sus temblores habituales y mi cabeza comenzar a dar vueltas. Nos miramos por un largo segundo. Ethan dejó un suave beso en mi frente

—Estoy listo para todo si es contigo. —susurró

Eso me dio toda la seguridad que necesitaba en un momento como este. Por lo tanto, con mis piernas a punto de desfallecer, me encaminé hacia la mesita de noche y tomé de allí el test. No lo miré.

Nos miramos primero.

—Aquí voy —solté todo el aire retenido

Entonces, bajé la vista

Y no pude controlar el sentimiento que me abrumó cuando mis ojos se llenaron de lágrimas.

Volví a mirarlo. Esperó atento mi respuesta

—Dice que no —susurré

Soltó un largo suspiro

—Mack...

—No, es solo que... —me corté, sorbiendo mi nariz—. Alcancé a ilusionarme. Es todo.

—Ven aquí —se acercó con rapidez, rodeándome con sus brazos—. Podemos volver a intentarlo. Tenemos toda una vida juntos, no te preocupes por ello.

—Lo sé —elevé mi rostro. Usó sus pulgares para limpiar mis lágrimas, dejando un beso en mi cabeza—. Tal vez no era el momento.

—Buscaremos el momento —me habló con suavidad—. Podemos concentrarnos primero en nuestra boda, ¿sí? Luego me aseguraré de poner un precioso bebé en tu vientre.

Me reí, asintiendo

—Eso me gusta.

—No te preocupes —volvió a abrazarme—. Ya llegará el día.

Ya llegará el día.

Sí, llegaría.

Y esta época del año sería ideal para recordárnoslo. 

Después de todo, si hemos llegado hasta aquí ahora, ha sido gracias a ese maravilloso invierno de colores. 





FIN

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