Kim Jimin- MiniMoni

By MiniMoni_lovely

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⚠️ Advertencia ⚠️ • Au (Universo Alterno) • M-preg • Doncel • Yaoi • Adaptación More

[Disclaimer]
[Sinopsis]
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By MiniMoni_lovely

Dawson, Territorio de Yukon
Junio de 1898

— No más dinero, Lee. Ni un centavo más. Ya me debes mil doscientos dólares y catorce centavos. Te perdonaré el cambio, pero quiero el resto. Ahora mismo.

Lee Jimin estaba junto a la puerta de entrada del comercio de Kim, un resistente edificio de dos pisos en Front Street. Los olores combinados de madera quemada, pieles curtidas, tocino, y leña recién cortada, se aferraban al lugar. Mientras sujetaba al pequeño Soobin, de dos meses, en sus brazos, observaba el tenso intercambio entre su marido, Soohyuk, y Kim Namjoon. Al final del mostrador, un amigo de Kim llamado Min Yoongi, contemplaba los procedimientos con una obvia y especial fascinación.

Mil doscientos dólares.

Jimin no podía concebir semejante suma. Aunque los precios en Yukon eran increíblemente altos, no se había dado cuenta de que Soohyuk había adquirido semejante deuda. Y habían estado en Dawson durante sólo seis semanas. Era evidente que Soohyuk había enfadado al hombre. Pero, de nuevo, Soohyuk tenía un verdadero talento para hacer enfadar a la gente, así como para enfadarse con todo el mundo. Se irguió cuan largo y flaco era, y se ajustó uno de sus tirantes, claramente ofendido. La parte trasera de sus pantalones asomaba por debajo de su trasero plano como un saco de patatas vacío. Hizo un gesto por detrás de él hacía donde estaba mirando Jimin.

— Tengo un esposo y un bebé que alimentar. No podré hacerlo hasta que tenga un golpe de suerte. No querrá verles pasar hambre, ¿verdad?

Al otro lado de la barra, Kim Namjoon se dirigió hacia Soohyuk, su dedo largo y contundente anclado a una página de su libro de contabilidad en frente de él. Era un hombre de aspecto salvaje, pensaba Jimin, alto y delgado, con un largo pelo de mechas azabache que le rozaba sus anchos y musculosos hombros. Sus pantalones de gamuza estaban decorados con una estrecha franja a los lados de cada pierna, y el doncel vio que llevaba una especie de amuleto indio alrededor de su cuello, que se mantenía en su mayoría, oculto bajo su camisa. En la cintura llevaba un cuchillo de hoja larga que Jimin sospechaba, no dudaría en usar. Desde una alta ventana, un rayo de sol caía sobre él, poniendo en relieve sus rasgos afilados y masculinos, cubriéndolos de un sutil color ámbar, y haciendo que sus ojos brillasen como el onix.

Al instante, entendió lo que Soohyuk obviamente, no: era un tonto por hacer tratos con ese hombre.

— No ha venido aquí hoy para comprarles algo de comer, y nadie te ha hecho ningún cargo por valor de más de mil dólares en alimentos. Has comprado tabaco, clavos, una caja de champán —Kim hizo una pausa para mirar arriba y abajo, como si se preguntara qué haría un hombre como Soohyuk, con una sola botella— keroseno, y un montón de cosas más. Pero sobre todo has comprado whisky, tres galones. —Miró brevemente a Jimin, luego volvió a clavar su mirada implacable sobre Soohyuk.— No hay nada escrito aquí en contra de tu nombre, que sirva para alimentar a una familia, Soohyuk. De todos modos, es muy duro hacerse de oro cuando estás cortando leña para la policía montada del noroeste. —Golpeó la página del libro con la punta del dedo.— Quiero que dejes resuelta tu deuda hoy mismo. O pagas, o te traeré a la policía montada, y vas a tener que cortar de nuevo su pila de leña.

Jimin sintió cómo su cara comenzaba a arder, y sabía que era algo más que el calor sofocante del verano. Soohyuk ya había tenido problemas con la rigurosa ley de Dawson por embriaguez pública. La policía lo había condenado a dos semanas a su nivel de castigo estándar —una dura labor cortando leña para el gobierno. Hasta ahora, pensaba que nadie más lo sabía.

Soohyuk cambió de postura, y su tono adquirió un tono quejumbroso.

— Sé que das crédito a algunos de los otros que también trabajan en la extracción de oro, a Tuan, a Rowon, a Bambam. Ellos tienen facturas mucho más largas que la mía. Y no les obligas a pagarte.

— Esos chicos me caen bien, Lee. Pero tú no me gustas. —El leve susurro de Kim Namjoon sonó con firmeza.

Jimin sabía que Soohyuk no sería capaz de salirse con la suya. Miró al bebé dormido en sus brazos, si Kim hiciese que Soohyuk fuese arrestado, ¿qué pasaría con él y el bebé? Sería muy difícil que surgiese algún trabajo, y de todos modos, ¿quién contrataría a un doncel con un bebé? Jimin no sabía si tendría el coraje y la fuerza para seguir adelante si las cosas se pusieran mucho peor. Pasar hambre él mismo era una cosa, pero ¿qué pasaría si la leche se secase y Soobin empezase a morir de hambre también?

— Yo te digo, que no tengo ni de cerca esa cantidad de dinero —dijo Soohyuk, empujando hacia abajo el sombrero polvoriento sobre su cabeza.— No tengo nada más que —se detuvo entonces y se volvió a considerar a Jimin. Su rostro largo y estrecho y su cruel boca, perfectamente reflejaban su carácter perezoso y poco fiable. A menudo, se preguntaba cansado, por qué se casaría con él. Y en estos momentos no le gustaba el brillo especulativo que vio en sus enrojecidos ojos. De repente, Soohyuk se acercó, lo agarró del brazo y tiró de él hacia adelante. Soobin se sobresaltó mientras dormía y luego se calmó.— Todo lo que tengo es a él y al pequeño.

Kim miró anonadado.

Soohyuk empujó a Jimin hacia adelante para inspeccionarle. Él bajó la cabeza, avergonzado. — Es un doncel tranquilo, no como algunos  otros hombres donceles, y no necesita demasiado para mantenerse en línea. El bebé es tranquilo, también. Mini se encarga de eso. Él puede cocinar y limpiar la casa. —Lo miró y le frotó una mancha que tenía en la mejilla, haciéndole estremecer.— Y no es algo demasiado feo a lo que mirar, cuando está limpio y se lava la cara.

— ¿Qué quieres decir, Soohyuk?

— Bueno, soy un hombre de grandes ideas, Kim —dijo Soohyuk con una sonrisa maliciosa a la vez que su sucio dedo daba unos golpecitos contra su sien.— Siempre estoy pensando. Tal vez podríamos hacer un trueque. El pequeño doncel y el bebé por la factura de tu libro. Con todas las de la ley, y la policía montada no tiene porqué saber nada al respecto.

Jimin le miró boquiabierto.

Kim Namjoon dio un paso atrás como si le hubiera ofrecido una caja de escorpiones.

Min Yoongi se rió y negó con la cabeza mientras apoyaba un codo en el mostrador.

— ¿Qué demonios, estás loco? —Dijo Kim.

— Soohyuk, —Jimin exclamó, estaba tan sorprendido que por un momento se olvidó de guardar silencio.— No querrás decir —Se interrumpió a sí mismo, incapaz de terminar. Él debía haberle entendido mal—su marido no podía estar queriendo dejar ver que realmente sería capaz de vender a su esposo y a su propia carne y sangre a ese hombre, Kim Namjoon. Nadie haría eso, era... era inmoral, era…

— No quiero oír ni una palabra tuya, bebé. —Soohyuk le advirtió en voz baja, señalándolo con el dedo.— No tengo tiempo para tus necedades. —Se volvió hacia Kim y continuó.— Él está bien, supongo, pero me frena mucho. Si no fuera por él, yo podría estar extrayendo muchísimo oro. Esta es mi gran oportunidad y mi objetivo es aferrarme a ella.

Jimin agachó la cabeza, avergonzado. Casi no podía creer la horrible y humillante situación en la que se encontraba. Casarse con Soohyuk para escapar de su borracho y abusivo padre había sido su gran error. Poco después de la boda, había descubierto que su marido y su padre eran muy parecidos. Pero ese error se agravó aún más cuando siguió a Soohyuk hasta este desierto. Tuvo que cruzar el incomunicado, por la nieve, Paso de Chilkoot, cuando estaba de seis meses de gestación, sólo para parir en una tienda de campaña a orillas de un congelado río Bennett. Fue un milagro que el bebé sobreviviese a tal experiencia y más siendo un embarazo de un doncel que es más complicado que el embarazo y alumbramiento de una mujer.

Incapaz de obviar el desprecio de su voz, Kim Namjoon soltó una pequeña carcajada y dijo: — He venido a Yukon para hacer dinero, Lee. No estoy interesado en tu oferta.

Estudió por un momento, al bastardo sin escrúpulos que tenía delante de él y pensó que nunca había sentido tanta repugnancia hacia un hombre. Él sólo quería que le pagaran, no asumir la carga de ese silencioso y demacrado doncel. Maldita sea, Soohyuk lo ofrecía como si tan solo fuese una cabeza de ganado. ¿Y un bebé también?

En este negocio Namjoon se había encontrado con todo tipo de delincuentes de poca monta, pero si se entregase un premio al más mezquino, Lee Soohyuk lo ganaría definitivamente. Namjoon no había mentido cuando dijo que no le gustaba Soohyuk. Desde el momento en que se conocieron, lo había despreciado y no había encontrado motivos para cambiar de opinión desde entonces. Ese fue el único motivo de Namjoon para darle un ultimátum. En el ámbito de la economía de Yukon, donde el keroseno costaba cuarenta dólares por galón y una docena de huevos podría llevar dieciocho, los mil doscientos dólares de Soohyuk no eran para tanto. De hecho, otros estaban mucho más endeudados que Soohyuk. Pero confiaba en ellos. De Lee no se fiaba en absoluto.

¿Le estaba traspasando un esposo y un bebé? Diablos, no. Namjoon había venido al norte hacía dos años con un propósito en mente, y no iba a dejar que nada se interpusiese en su camino. Un doncel agotado y su hijo no formaban parte de sus planes. No sabía qué edad tendría exactamente, probablemente era más joven de lo que aparentaba. Estaba muy delgado y pálido, con el pelo aún más claro que el suyo era un castaño, cayendo en perceptibles ondas sobre su frente y sienes. Su ropa estaba vieja, el color azul de su pantalón y camisa blanca estaba deteriorado por lo que era casi indistinguible. Y a excepción del momento en el que se había atrevido a decir algo—si podía llamar así a su pequeña protesta—parecía tan indiferente como una roca.

Pero cuando volvió a mirar al doncel al que Soohyuk había llamado, Mini, se detuvo.

Mantenía la mirada baja durante prácticamente todo el tiempo, y no hablaba. Cuando lanzó una mirada a Soohyuk, sin embargo, algo en sus ojos marrones—odio combinado con un miedo desesperado— le hizo pensar dos veces. Eso no era un signo de suciedad en el pómulo, como Soohyuk pretendía hacerle creer. Eso era un moretón, probablemente un recuerdo del puño de su marido. Namjoon tenía el presentimiento de que era el método que Soohyuk tenía de mantenerlo—en línea. La idea le hizo apretar la mandíbula.

— Namjoon —dijo Min Yoongi, haciéndole un gesto desde el final de la barra para que se acercarse a él. La respiración de Yoongi era ruidosa, como lo era algunas veces.— Eres consciente de que o le seguirá dando palizas, o lo venderá a alguien que pueda tratarlos a ambos dos, peor aún —dijo, arrastrando sus palabras en voz baja.

El mismo pensamiento había cruzado la mente de Namjoon. Todavía apretando los dientes de atrás, echó una mirada por encima del hombro al demacrado hombre. No quería sentir lástima por él, maldita sea. ¿Un doncel y un niño? Él desvió la mirada hacia su amigo.

Yoongi se inclinó más cerca. — Estuve a punto de ir al saloon a ver si un minero podría participar en una partida de póquer de altas apuestas. Todos podrían venir, haría que todos me prestasen atención durante un instante para comunicar que Soohyuk se iba a descartar de su deuda mediante una transferencia, digamos que, la cesión de sus lazos matrimoniales. Esto es, si el chico es susceptible a la idea.

Namjoon miró boquiabierto a su amigo. — ¿Qué haría yo con un doncel? Por Dios, Yoongi, nada de esto sería incluso legal.

— Bueno, eso es algo innegable, pero sería el único modo de alejar al chico y al bebé de este pusilánime hijo de puta.

— Si la policía montada se enterase de esto, todos estaríamos condenados a la pila de leña o a algo mucho peor. Además, tú no estás autorizado a ejercer la ley.

— Un punto insignificante en este caso, ¿no te parece?

— Si crees que es tan buena idea, ¿por qué no te lo llevas tú?

Yoongi se encogió de hombros. — No es mi deuda. Pero de donde yo vengo, la caballerosidad exigiría que ambos fuesen rescatados. —Metió la mano en su bolsillo y sacó un cigarro delgado y oscuro.

Namjoon trató de dar un argumento final. — Esto es Yukon, no Nueva Orleans.

— Eso no importa, verdad —dijo Yoongi. No era una pregunta.

Namjoon dió un suspiro de exasperación y miró al doncel. Yoongi tenía razón. A pesar de que su amigo tenía una lengua viperina y una visión cínica de la vida, su educación en Louisiana le había dotado de un código de honor con demasiadas florituras. Pero el honor de Namjoon era igual de profundo. Si algo le sucediese al esposo de Soohyuk, y todo apuntaba a que así iba a ser, su conciencia no le dejaría en paz. Y con Soohyuk siendo la escoria que era, lo más probable era que algo bastante grave iba a suceder.

Mientras que él deseaba poderosamente que el destino hubiese elegido a otro hombre para hacerse cargo de ese joven y de su hijo, él era el que estaba ahí de pie.

Se volvió hacia Soohyuk de nuevo. — Está bien, Soohyuk. Acepto tu oferta, bajo dos condiciones. La primera, el chico tiene que aceptar esto.

Soohyuk enganchó un dedo en su tirante. Su actitud se había vuelto engreída, repentinamente. — Oh, él está de acuerdo.

Namjoon fijó su mirada en su castaña cabeza, gacha. — Quiero oírlo de él.

Lee Soohyuk lo miró. — Adelante, bebé, respóndele.

Finalmente, levantó la vista, y una vez más Namjoon se inquietó ante esa mirada marron penetrante, parecía como si estuviese midiendo su estatura como hombre. Luego echó una última mirada a Lee Soohyuk. — Estoy de acuerdo —dijo en voz baja, y acarició la cabeza del bebé con su mejilla.

Namjoon asintió. — La segunda condición, —agregó, señalando a Soohyuk,— es que nunca más lo vuelvas a molestar.

— Bueno, ahora no tenemos porqué.

— Sí o no, —interrumpió él.— Me olvido de la deuda, o te vas cortar leña. Tú eliges.

Soohyuk frunció el ceño. — Está bien, está bien, no me volverá a ver. ¿Quién lo necesita de todos modos?

— De acuerdo, entonces —dijo Yoongi, golpeando el mostrador. — Si me acompañan al otro lado.

Ellos salieron en tropel a través del barro hacia el saloon de Yukon. Multitudes de hombres vagaban por la calle entre ellos, algunos con algún propósito, pero muchos otros con una mirada extrañamente aletargada en sus ojos. La sensación de terror de Jimin era tan grande, que se sentía como si estuviera marchando de un nivel de perdición a otro. Nunca se había sentido tan solo o sin amigos, o sin opciones.

En el interior del saloon Min Yoongi tomó el mando de una mesa en la parte trasera. Los demás se dispusieron alrededor de él como si fuesen a ser juzgados ante un tribunal.

— Señor Hoon, una botella de whisky, por favor, —Yoongi llamó a Shin Hoon, el dueño del saloon,— y un lápiz y papel.

Shin, un corpulento, hombre rico con voz fuerte y acento asiático, trajo la botella y las cosas que Yoongi había solicitado. Pero cuando vio a Jimin y Soobin —dijo:— ¡Por el amor de Dios, Yoongi, si la policía montada averiguase que dejo que entres a un doncel con su bebé, aquí, me encerrarían por imprudente!

Yoongi convenció a Shin de que sabía que lo estaba haciendo, y luego sirvió un vaso de whisky para él y otro para Namjoon, mientras trabajaban en los detalles de su acuerdo. Jimin tomaba nota de todo lo que lo rodeaba. Él no era extraño a los saloons, su madre lo había enviado a buscar a su padre, suficientes veces cuando era joven. Éste era grande, lleno de hombres rudos que acababan de venir de los campos de oro, unos acaban de llegar, y otros, anhelaban el momento de poder regresar a sus hogares. Un pequeño artilugio de música metálico tintineaba en una esquina, y al otro lado de la sala, la multitud se reunió en torno a lo que parecía ser una mesa de ruleta. Desde las paredes, varias cabezas de alce disecadas, inspeccionaban los tejemanejes con sus ojos fijos de cristal.

Cómo desearía que él y Soobin estuviesen de nuevo en Portland y que nunca hubiese accedido a emprender ese viaje tan insensato. Dawson no era un lugar sin ley —los montados se encargaban bien de eso— pero estaba sucio, abarrotado de gente, y de hombres desesperados. Cuatro mil kilómetros había viajado solamente para ser abandonado por su marido y ser entregado como un paquete para ser mantenido por Kim Namjoon. La vida con Soohyuk había sido miserable y difícil, y él no la echaría de menos. Tenía poca confianza en que Namjoon fuese un hombre mejor. Pero la irresponsabilidad de Soohyuk lo había puesto en esa posición sin que hubiese más opciones. Jimin había aprendido a ocultar todos sus sentimientos, pero la furia brotó en él por un momento. No era su deuda, y sin embargo él era el que estaba siendo castigado.

Le lanzó una mirada de reojo a Namjoon. Era muy alto, mucho más grande que Soohyuk, ancho de hombros y muy musculoso. Su mandíbula cuadrada y amplia boca no eran desagradables a la vista, suponía, pero había un matiz salvaje en su rostro que no podría definir. Tenía un temperamento como el hielo y el fuego, decían. Lento para encender, pero implacable en su venganza. Y si bien era ilegal llevar un arma en Dawson, había oído que guardaba un gran cuchillo carnicero detrás del mostrador de su tienda. Más de un hombre había sido amenazado con él, decían. Por lo menos, parece estar sobrio en su mayor parte, al contrario que Soohyuk.

— Ahora, pues, Lee Soohyuk, —comenzó Yoongi, atrayendo la atención de Jimin de nuevo al momento. Leyó unas líneas que había garabateado en una hoja tamaño folio.— Para la deuda de mil doscientos dólares que le debe a Kim Namjoon, de la Empresa de Comercio Kim, usted ofrece para subsanarla, a Lee Jimin y al niño, Lee Soobin. ¿Es correcto?

Soohyuk miró la botella de whisky, que no había sido invitado a compartir, y se rascó la barbilla. — No veo por qué tenemos que pasar por esto.

— ¿Es correcto, señor? —Yoongi instó. Él era más bien temible, también, señaló Jimin. Gracias a Dios, Soobin seguía dormido en sus brazos.

Soohyuk se sobresaltó. — Sí, es correcto, sí.

El proceso se detuvo cuando Min Yoongi fue vencido por un ataque de tos que lo dejó sin aliento. — Perdón —dijo finalmente, aclarándose la garganta.— Muy bien, entonces. Vamos a continuar.

Cuando llegó a la parte que disolvía su matrimonio con Soohyuk, Yoongi murmuró para que sólo Jimin lo escuchase, — Dudo que la policía montada del noroeste o cualquier otra persona del gobierno canadiense sepa apreciar este procedimiento que estamos realizando hoy aquí, chico. Sin embargo, sospecho que no te importará la oportunidad de escapar de este filisteo.

Era un hombre joven, pero tan flaco y cadavérico que cuando sonreía, le recordaba a Jimin a una pálida calabaza de Halloween. Pero sus ojos eran amables, y tenía la voz y los modales de los mejores caballeros.

Jimin miró a Soohyuk de reojo —sabía que era mejor que mirarle a la cara. Una gran cantidad de recuerdos se agolpaban en él, recuerdos de dolor, preocupación e indignidad. Namjoon lo miró fijamente. El castaño negó con la cabeza. — No, no me importa.

Yoongi miró complacido. — Como yo suponía. Independientemente de lo que sea, el señor Kim es un caballero. —Habló unas palabras más, y Lee Jimin pasó a ser Kim Jimin.— Eres libre de irte, Lee, y te aconsejo que lo hagas ahora.

Soohyuk les hizo un gesto burlón, saludó como un sabelotodo y se dirigió hacia las puertas de vaivén con un movimiento en su firme andar que denotaba que estaba satisfecho, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

— Se levanta la sesión —dijo Yoongi, y levantó su vaso de whisky en un brindis.— Mis mejores deseos para ustedes, Señores Kim. Ahora será mejor que lo escoltes hasta la puerta, Namjoon, antes de que al pobre viejo Hoon le dé un ataque de apoplejía.

— Muy bien, salgamos de aquí, —se quejó Namjoon y llevó a Jimin a través de la multitud hacia las puertas abiertas. Sus anchos hombros bloqueaban la mayor parte de la luz del día, al pasar entre los hombres que lo miraban  con curiosidad y algo más por ser un hombre doncel.

Afuera, en los tablones que estaban destinados a servir como aceras, Namjoon lo condujo hacia un hueco protegido entre su tienda y el saloon, y lejos de las multitudes, que vagaban arriba y abajo de Front Street. Acorralado en la esquina, se vio obligado a mirar hacia ese tan marcado rostro con facciones que parecían haber sido cinceladas. Kim Namjoon era un hombre temible. Peligro y dureza eran evidentes en sus ojos. Jimin bajó la mirada hacia sus manos que colgaban en cada uno de sus costados. Eran grandes—con delgados y largos dedos, y se veían como si fuesen capaces de convertirse en puños de tamaño considerable. Oh, Dios, esperaba que aceptar ese trato no resultase ser un error aún más grande que casarse con Soohyuk.

El pavor que sentía hizo que apretase más a Soobin, más que lo que el bebé soportaba, y emitió un chillido de protesta en sueños antes de calmarse de nuevo. Jimin sintió su pañal mojado filtrándose a través de la manta contra su brazo. Soobin tenía que despertar pronto, incluso los mejores bebés lloran cuando están mojados y hambrientos. Los hombres odian a los bebés que lloran. Namjoon miró a Soobin, y Jimin dio un paso atrás. Parecía impaciente a la vez que miraba a ambos dos. Un nudo de miedo creció en su garganta.

— Mira, así es cómo va a funcionar —dijo.— Desde que dejé que Yoongi me convenciera para aceptar este arreglo tan descabellado, tengo la intención de aprovecharme de él. —El peso del terror se asentó aún más en Jimin.— Tengo la tienda abierta durante largas jornadas, y mis días son duros. Necesito a alguien para poner orden en el lugar, preparar y lavar mi ropa y cocinar. El sitio en el que vivo no es muy grande, por lo que barrerlo de vez en cuando no debería ser un trabajo demasiado exigente. Te pagaré, y cuidaré de ti y del bebé, aquí. Pero esto es sólo un asunto de negocios, uno muy pésimo, dado que todavía estoy sin mis mil doscientos dólares. Puedes llamarte a ti mismo señor Kim si quieres, para que la gente no piense que sólo estás viviendo conmigo, y yo no voy a negar que estemos casados a cualquiera que pregunte. Pero eso es todo lo que va a haber entre nosotros. No vas a ser mi esposo, y no reclamaré ningún derecho como tu marido. Y yo... no sé mucho acerca de bebés, así que no esperes que cambie pañales ni nada de eso. Estoy aquí para hacer dinero, y cuando tenga suficiente para llevar a cabo mis planes, volveré a Oregon. Te daré algo de dinero para que empieces una nueva vida, aquí o dondequiera que desees ir. Estarás de acuerdo con todo esto, espero. —Las palabras salieron de su boca como un discurso conciso, como si lo hubiera ensayado previamente y no quisiera olvidarse del más mínimo detalle.

Jimin asintió con la cabeza y mantuvo la voz baja. — Sí, está bien. —Su propuesta sonaba justa, y aunque aliviado de que no esperase que él compartiese cama con el más alto, Jimin estaba muy preocupado de todos modos. Él podría estar mintiendo acerca de todo. Su hermoso rostro podría ser sólo una máscara que ocultase un corazón oscuro, y desde luego, su conocida reputación en Dawson, hacía de él un hombre al que temer. En cualquier caso, tanto su padre como Soohyuk le habían enseñado que no podía confiar en nada que le dijesen algunos hombres. Pero Jimin sabía que no debía demostrarlo. Sabía muy bien cómo no demostrar nada, ni dolor, ni ira. Si Namjoon de verdad iba a mantener lo que había dicho, el castaño tendría el propósito de ganar suficiente dinero, hacer lo que fuese necesario para ello, para no tener que depender de otro hombre nunca más. Por ahora, sin embargo, sabía que tenía que sacar el mejor partido de esta nueva situación.

— ¿Cómo quieres que te llame? —Le preguntó.— ¿Mini?

Nunca le había gustado que lo llamasen Mini, aunque todo el mundo excepto su madre, lo había hecho. Él subió su mirada para encontrar sus ojos de nuevo. — No, por favor... ¿me podrías llamar Jimin?

— Muy bien, entonces, Jimin. Vamos —dijo Namjoon, y se giró de vuelta hacia la tienda.

Justo en ese momento, Soobin comenzó a moverse, el pañal mojado sacando lo mejor de la propia naturaleza del pequeño. — Señor Kim, —murmuró Jimin, aclarándose la garganta.— No tengo mis pertenencias conmigo. No hay ropa para mí o para el bebé. Ni siquiera un pañal extra. Soohyuk lo tiene todo.

Namjoon suspiró, y frunció su ceño, sólo para conseguir recordarle que él y Soobin en vez de su dinero, no era lo que él quería. — Tal vez no sea asunto mío, pero ¿cómo diablos acabaste con un tipo como Soohyuk?

El más bajo levantó la barbilla ligeramente y convocó a toda la dignidad que pudo reunir, pero no pudo evitar sentir el rubor de sus mejillas. — Todos tomamos decisiones equivocadas a veces, Señor Kim. —El castaño podía ver por la expresión de el más alto que estaba comenzando a percibir el olor de los pantalones del bebé empapados de orina.

— Bueno, vamos, entonces. Mis productos atienden principalmente las necesidades de los mineros, pero tal vez pueda encontrar algo para ti.

Jimin pudo observar de nuevo sus anchos hombros mientras lo seguía hacia su tienda, donde se las arregló para encontrar tres sacos de harina, y una manta para Soobin. — Esto no es lo mejor que puede haber, pero funcionará por ahora. —Sacó su enorme cuchillo y cortó los sacos en pañales con una destreza tal, que hizo estremecer a Jimin. Luego cortó la manta de lana en piezas que se adaptasen a un bebé. Empezó a entregárselas a Jimin, pero luego comenzó a guardarlas bajo su brazo.

— Te llevaré hasta el mercado en Wall Street mañana. Desde el deshielo de la primavera, los barcos de vapor han podido venir río arriba trayendo de todo, desde congeladores de helados hasta pines de seguridad. Espero que encontremos algo para ti y el bebé, allí. Por ahora, te voy a mostrar el piso de arriba.

Tuvieron que volver a salir para llegar a la escalera lateral que conducía a su habitación, y el barro les llegaba casi hasta las rodillas. Jimin luchaba para mantener el equilibrio mientras el barro succionaba sus finos zapatos hacia abajo. Jimin dio un salto cuando Kim Namjoon lo cogió por el codo para sostenerlo. Su mano se sentía grande y dura como una roca, el firme control de sus dedos ardiendo a través de su manga.

Un rebaño de cabras de Angora pasó cerca del enrejado que unía la casa de Kim con su tienda y casi rozaron el codo de Jimin mientras tiraban de un trineo cargado de suministros. En esas calles pantanosas, los caballos eran inútiles y los cubos de las ruedas de los vagones se hundían. Durante el viaje a Dawson, el doncel había visto todo tipo de animales que eran usados en el acarreo de mercancías, como ovejas, burros, perros de todas las razas, incluso renos descornados.

Jimin esperaba que Namjoon lo soltase cuando comenzaron a subir por las estrechas escaleras, pero en lugar de eso, se dejó caer un peldaño hacia atrás, para poder continuar sujetando su brazo. Cuando llegaron al rellano en la parte superior de las escaleras, él lo soltó para abrir la puerta, permitiéndole que pasase Jimin primero.

En el interior, después de que los ojos de Jimin se ajustasen a la oscuridad, pudo ver una estufa, un rincón para el lavabo, una mesa y sillas y una cama grande. No había espacio adicional para otra.

— ¿Dónde voy a dormir? —Preguntó el doncel, temiendo saber la respuesta de antemano.

Él se encogió de hombros. — No hay nada que podamos hacer, excepto compartir la cama. Ya te dije que no te tocaré. —Al parecer, los ojos de el más bajo le dejaron ver la desconfianza que esas palabras suscitaron, porque él añadió en voz baja,— Mi palabra es más de fiar que las de Lee Soohyuk.

Jimin no tenía razón alguna para creer eso. Mirándole fijamente y luego la cama, se aferró a Soobin. — Te prometo que de alguna manera voy a ganar suficiente dinero para pagarte hasta el último centavo de la deuda que te debe Soohyuk.

Su mirada se apartó de Jimin por un momento. — Bueno, instálate. —Murmuró, y señaló con el pulgar por encima del hombro.— Voy a volver al trabajo.

Namjoon le dirigió una última mirada y se volvió para irse.

No sólo Jimin iba a pagarle, el doncel ganaría lo suficiente para salir de ese salvaje lugar, lleno de gente y de esos hombres salvajes que se hubiesen llevado a él y al bebé. Volvería a Portland para rehacer su vida junto a su hijo.

Ningún otro hombre volvería a tener jamás, poder sobre él.

ᏊᏊᏊ

Primer capítulo de está linda historia, ojalá les guste mucho, a mi me encantó, ojalá no les parezca extraña por el cambio a "Doncel".

Me gustaría también si apoyo como en las otras historias MiniMoni.

Abrazos y besos...

CHERRY 🍒

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