— Presidenta, por favor. Acéptalo y dejemos esto por la paz...
— Izuku, ni en este universo ni en ninguno otro es más doloroso una patada en los testículos que un parto.
— ¿Alguna vez te han pegado en los testículos?
— ¿Y tú alguna vez haz parido?
Kendo e Izuku caminaban por las calles de Musutafu. Ese día en particular salieron mucho más temprano que de costumbre de la academia. Por lo que Izuku decidió acompañar a la chica hasta la puerta de su hogar.
— ¿Te esperan en casa? —Izuku preguntó desacelerando el paso de su caminata.
Kendo negó con la cabeza. — Mamá sale de su trabajo hasta dentro de 3 horas.
La sonrisa de Izuku se agrandó ligeramente ante dicha respuesta. — Perfecto. Ven conmigo, volveremos rápido.
Izuku tomó la mano de Kendo en un movimiento rápido causando una ligera confusión en la chica.
— Tranquila... confía en mí, ¿si? —Izuku devolvió su mirada hacia atrás, donde se encontraba ella, regalándole una pequeña y tierna sonrisita.
— Siempre lo hago... —Kendo susurró para sí misma dejando que el rubor pintara sus mejillas.
Kendo se dejó llevar por Izuku, que de vez en cuando regresaba la mirada hacia ella acompañado de una sonrisa juguetona que ella respondía con otra de complicidad.
Su caminata apresurada se veía plasmada en el movimiento de su cabello, ayudado en parte por las ligeras ráfagas calientes del verano.
Después de unos cuantos minutos de caminata, ambos detuvieron su andar acelerado para proseguir con uno más calmado mientras recuperaban el aliento en bocanadas de aire entrecortada.
— Llegamos, presidenta... —Izuku anunció entrecortado, recuperando el aliento.
Kendo levantó la mirada inspeccionando el lugar con sus ojos, quedando ligeramente confundida. — ¿La feria? —Izuku asintió. — Todavía faltan un par de días para que la abran, de hecho hay juegos que aún no instalan...
Izuku soltó una pequeña risita ante la confusión de la chica. Cosa que solo hizo aumentar su confusión.
— Verás, presidenta. Te contaré una historia... —Izuku dio un par de pasos hacia un lugar con sobra para resguardarse del sol. — Siéntate junto a mi. —dió unas palma ditas al suelo junto a él.
Kendo asintió y se sentó junto a Izuku. El chico sonrió ligeramente y dirigió su mirada hacia el lugar donde la feria se estaba instalando.
— ¿Ves eso de allá? —el chico señaló la rueda de la fortuna. — Justo en ese lugar hace un año hablé por primera vez con la presidenta de la clase B de la academia UA, todo eso gracias a que ella se había encontrado con una pequeña Eri quien lloraba por qué se había perdido...
Kendo observó a Izuku un poco sorprendida. — Si, lo recuerdo. Unos segundos después llegaste tú y la pequeña niña corrió hacia ti y te tumbó al suelo en un fuerte abrazo. —ella rió un poco con cierta nostalgia.
Izuku se sumó a la risa de Kendo. — Le regalaste tú algodón de azúcar para que dejara de llorar... cosa que sucedió. —el chico movió su mirada hacia Kendo, regalándole una pequeña sonrisa. — Ese día fue la primera vez que intercambiamos palabras. Pero después de eso solo fueron unos 'hola' por los pasillos y poco más. Aún así, jamás pude dejar de verte, ¿sabes? Podría decirte simplemente que te admiraba pero iba más allá. La pasión que derrochaban tus ojos cuando entrenabas. La seguridad que transmitías cuando luchabas. Todo en ti era algo nuevo para mí.
El rostro de Kendo comenzó a arder al instante. Su corazón latía y latía con fuerza conforme los segundos pasaban y las palabras de Izuku fluían con el viento del verano.
— Me llegué a frustrar, para ser sincero. ¿Cómo era posible que no podía sacarme de la cabeza aquella sonrisa de Itsuka Kendo? —Izuku sonrió ligeramente. — Unas cuantas palabras de Kacchan y Kirishima me hicieron darme cuenta de que me había enamorado de ti...
Kendo se limitó a observar a Izuku. Quería decir algo pero su corazón latía con tanta fuerza que sentía que podía salirse de su pecho en cualquier instante.
— Durante todo ese año traté de acercarme a ti. Fracase en todos mis intentos —el chico rió con diversión. — Y cuando menos me di cuenta ya íbamos en nuestro último año. Una última oportunidad.
Izuku se puso de pie frente a Kendo. Ella lo siguió con la mirada y al hacerlo el sol la cegó por unos instantes donde cerró sus ojos. Justo en ese instante sintió como las manos de Izuku acariciaban sus mejillas.
— Presidenta... No, Itsuka Kendo. Está es mi última oportunidad para decirte lo que siento... Estoy enamorado de ti. Lo estuve desde aquel algodón de azúcar y lo estoy hasta el día de hoy, justo en el mismo lugar donde todo inició.
Las piernas de Kendo temblaban. Su corazón saltaba de tantas emociones que no podría clasificarlas en una. Era todo, todo al mismo tiempo. Su rostro sumamente sonrojado y el tartamudeo no la dejaban hablar.
— Me enamoré de como observas al piso cuando estás nerviosa. De tu torpe sonrisa cuando algo te gusta y sobretodo de cómo tus ojos me ven a mí, y quiero eso para mí y solo para mí.
Izuku tomó las manos de Kendo e hizo que se pusiera de pie. Al hacerlo, se acercó a ella estando tan cerca que solo pequeños destellos del sol del atardecer su colaban entre sus siluetas.
— N-no sé na-nada sobre esto... —Kendo susurró con mucho nerviosismo. — S-soy torpe expresando m-mi amor e incluso un poco brusca. Me enojo fácilmente y no me gusta perder. —conforme las palabras salían de su boca tomaba más confianza y aún así su rostro no dejaba de arder. — Soy celosa y empalagosa. También tengo muchos defectos que aún no conoces y no sé si te gusten...
Kendo acortó toda brecha que los separaba y dejó caer su cabeza sobre el pecho de Izuku como siempre hacía cuando estaba avergonzada.
— Quiero todo eso. —Izuku susurró. — Quiero todo lo que haga de Itsuka Kendo, Itsuka Kendo. La quiero a ella y a nadie más que a ella.
En un movimiento lento y delicado Izuku tomó de la mejilla a Kendo y la atrajo hacia él, dejándola sin escapatoria de sus labios, cerrándose en un pequeño beso. Beso que fue seguido de uno más, y de otro más.
— E-ese fue mi primer beso y-y lo robaste... —Kendo susurró sumamente avergonzada.
Izuku rió juguetonamente. — Siempre puedes intentar recuperarlo, Itsuka-chan
Y ahora fue Kendo quien con una pequeña sonrisa movió sus brazos hacia el cuello del chico, atrayéndolo hacia ella y dejándolo callado por un beso de ella.
Ambos se separaron del beso e Izuku observó tiernamente a Kendo. Su rostro tintado de un tenue carmesí en las mejillas, su torpe sonrisita en su rostro y los ojos verdes observándolo a él y detrás de ella un atardecer sucediendo en ese instante.
Izuku movió el cabello de Kendo por detrás de su oreja. — ¿Sabes, Itsuka? Podría perderme todos los atardeceres de mi vida y no notarlo si me encuentro viéndote a ti. Ya que no hay nada más hermoso que tu...
Kendo sonrió nerviosamente y cubrió su rostro con sus manos, tratando de ocultar su sonrojo. Izuku caminó hacia ella y la atrajo en un abrazo correspondido.
— Estoy enamorada de ti, Izuku Midoriya...
En su última oportunidad era un todo o nada.