PERVERSOS 3° Prohibidos

Von BrendaUrb

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Después de su divorcio, Charlotte ha decidido volver abrir su corazón. Se dio cuenta que, los amores perfecto... Mehr

Aviso
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
ANUNCIO
Capítulo 3
Capítulo 4
GRUPO DE PERVERSOS

Extra I

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Von BrendaUrb


Brandon Leister

La yema de mis dedos tamborilean en la mesa de roble. Me encuentro en un restaurante rústico ubicado en el centro de la ciudad, acompañado de la música más deprimente que podría existir. Le doy un trago más al bourbon sintiendo el sabor en mi boca, tomo de la barra un puñado de nueces de la india que yacen en un plato de vidrio y me levanto del taburete llevándome dichas nueces a la boca junto a la botella que no dudo en sostener con la otra mano. Tomo asiento en la mesa que he apartado esperando a mi acompañante. Se ha escapado nuevamente del departamento escondiéndose de su hermana. Sin embargo, mis pensamientos no van dirigidos hacia ella, si no a Charlotte. El "positivo" en aquel documento me ha dejado ensimismado, y el recuerdo de su mirada cruzandose con la mía cuando vi la prueba positiva me dejó perplejo.

"—Positivo —le dije mirándola a sus ojos color café claro.

—¿Tienes un problema con ello? —preguntó arrebatandome el papel.

—Ninguno, ¿y tú, futura señora de Leister? —respondí con burla.

—No se lo dirás, no aún.

Sonrío con burla, tomándola después de la barbilla cuando me inundan las ganas de besar a la mujer de mi hermano.

—No, por el momento me quedaré callado. Pero recuerda preciosa, que la verdad siempre viene cargada de pecados."

Una mirada feroz solo puede ser mía, y ahora me siento como la canción que se escucha de fondo en este bar. ¿Cómo es que al ser humano le gusta pecar? Una oscuridad en la lejanía de la vida, y pareciera que seguimos corriendo sin rumbo alguno cuando se nos declara culpables de nuestros propios pecados. A veces quisiera ser perdonado por los errores que he cometido en el pasado y en mi presente, pero pareciera que más que detestar ese sentimiento, me fascina cometerlos.

—Lo siento, había mucho tráfico y...

—No te preocupes pequeña —le respondo mirándola a los ojos.

Me sonríe con delicadeza y me mira como si fuese un adonis. Le he tomado cariño a pesar de que me he acercado a ella por mero interés y no sentimental.

—Que guapo se mira profesor.

—Te he dicho que no me llames así fuera de clases —le respondo.

Una de las dependientas me acerca dos vasos de cristal a la mesa y nos sirvo a ambos lo que estoy tomando.

—Como gustes Brandon —responde encogiéndose de hombros, dándole un sorbo al vaso y recalcando mi nombre.

Le sonrío, a la vez que niego con la cabeza.

—¿Cómo te fue hoy en clases? —le pregunto.

Comienza a hablar apasionadamente. He notado su nobleza, y sin duda alguna para abogada sería un desperdicio, pero cuando habla de repostería le brillan los ojos, como si viajara a otro mundo. Me habla sobre repostería y lo que hizo en las clases, no para de hablar pero soy de los hombres a los que no se le escapan los detalles y opto por escucharla. Pero todos tenemos un límite.

Sin dudarlo me acerco a ella para callarla con un beso, la chica me saca de mis casillas cuando habla como un perico sin callarse, pero debo confesar que me gusta. Mis labios rozan la suavidad de los suyos, pero suelo ser brusco, y finalizo el beso con una pequeña mordida.

—¿Acaso tienes hambre? —se burla.

—De otras cosas, si —respondo acomodándome en la silla.

Eso nunca sucederá, pienso.

—Que barbaro eh, la verdad es que yo también, aunque me da miedo para ser honesta probar cosas nuevas, pero también soy de mente abierta y si me gustaría tener sex...

—Dominica, silencio por favor —la interrumpo hablando entre dientes.

Se encoge de hombros riéndose, porque sabe que me apena hablar de sexo en publico, sobre todo si es con ella, una chiquilla de apenas veinte años.

—Lo siento, señor Perfecto.

La observo con dureza y me sorprende que no se intimide, al contrario, enarca una ceja mirándome con mayor profundidad. Retándome con la mirada.

—Juguemos, anda —dice con emoción, y yo estoy consciente de lo que quiere y es jugar a mirarnos fijamente hasta que el otro se canse.

—Es un juego para niñitos. —Le recuerdo por milésima vez.

Hace un puchero que me resulta tierno.

—Pero lo hemos jugado, se que quieres. Anda.

Coloca los codos sobre la mesa, acerca su rostro al mío e imitó lo mismo que ella. Su aliento choca con el mío, y la miro a los ojos fijamente. Me ganara en este estupido juego, pero le encanta y no me queda de otra más que complacer sus caprichos con juegos tontos.

Las pupilas se le dilatan, seguramente las mías igual porque la chica me gusta. Pero algo sucede, y me sorprende cuando roza la punta de su lengua en mis labios para humedecerlos.

—¿Qué mierda...? —susurró sin terminar la oración.

—Es un beso de lengua —se justifica.

Vuelve a acomodarse en la silla, tomando el menú.

—¿Qué pedirás el día de hoy, Brandon Leister?

Observo el menú, en realidad no tengo hambre, pero he citado a Dominica y requiero de su información. La dependienta vuelve, y espero a que Dominica diga lo que va a pedir.

—Lo mismo por favor —le informo a la chica.

—Siempre pides lo mismo que yo —se queja.

Hemos salido a cenar cuatro veces en lo que va del mes. No siento culpa, y eso hace que el pecho se me oprime porque soy consciente de que le gusto a mi alumna.

—Se me antoja lo mismo que tu, es todo —le respondo.

—Claro, a la próxima pediré las sobras de los platos, haber si eso se te antoja también.

Me rio.

—Probablemente se me antojen en ese momento también.

—Le quitas lo divertido a la cena Brandon, en realidad pensé que estabas interesado en mí y...

Me dice, como si estuviera indignada, cuando claramente no lo está.

—¿Cómo lo estaré si eres mi alumna, Dominica? Además, nos llevamos diez años de diferencia.

—¿Y? No seré la primera que tiene sex... —la regaño mirándola fijamente y lo comprende. Ésta se burla de mi nuevamente —¿Entonces qué es lo que quieres Brandon Leister? —me pregunta enarcando una ceja.

Es una chica inteligente. Sabe porque la sigo buscando, desde la primera vez que la encontré en aquella parada de autobús esperando. Comienza a agradarme, es una chica directa, lo cual me beneficia porque necesito de ella.

—Quedamos en algo, Dominica, ¿tienes la información que te he pedido?

Suspira.

—Aún no, Marcus no me ha invitado a su departamento de soltero. Desde que se separó de Mercy se la ha pasado viajando, y si te soy sincera dudo mucho que me permita quedarme con él unos días. Con quien sí he estado es con Mercy y mi sobrino.

—Es tu pase, te lo dije —le recuerdo.

La dependienta vuelve con la cena y ella decide ignorarme unos minutos.

—Te dije que sería difícil. Además, dudo que mi hermano sea la persona de las rosas.

—¿Y qué tal si lo es?

—Habrá estado enamorado de Charlotte, pero un acosador no es.

—Uno nunca sabe con quien convive, ¿no crees? —le respondo.

—Exacto, pero yo sí lo sé. Pensarás que soy ingenua Brandon pero sé perfectamente que es lo que quieres de mi.

Maldita.

Le sonrío, y estoy decidido a hacerlo. Suspiro y le pido a la dependiente con una seña la cuenta. Dominica me mira extrañada y sé que muy en el fondo me arrepentiré de lo que haré ésta noche con ella.

¡Es una niña! Me grita mi subconsciente, pero lo ignoro.

No es una niña, es una mujer. Tiene el cuerpo que volvería loco a cualquier hombre, una mirada tierna y unos ojos a los que miraré fijamente ésta noche.

Pago la cuenta y tomo a la chica de la mano arrastrandola a la salida. Escucho sus quejas seguido del repiqueteo de sus botas. Lleva un vestido holgado color vino con un abrigo negro. Quiso lucirse esta noche con su vestimenta y si le soy sincero es excitante la forma en la que ha tratado de encajar conmigo. Me gusta, no lo negaré, pero muy en el fondo se que habrá consecuencias y espero desaparecer cuando eso ocurra.

—¿Que haces? —espeta cuando llegamos a mi coche.

La seguridad con la que viaje a diario se sube a sus vehículos y espero a que se salgan de mi entorno. Tomo a la chiquilla sin experiencia alguna y la empujo de espaldas a la puerta del copiloto. Me acerco a ella para acariciarle la mandíbula perfecta que tiene y le doy un beso en los labios. Jamás la había besado de esa forma y el miembro comienza a endurecerse. Sus manos viajan a mi pelo y juguetea con él cuando mi lengua danza con la suya. Comienzo agitarme y ella también, mis manos viajan a sus glúteos empujando su cuerpo al mío. Gime y decide morderme el labio inferior cuando mi miembro se refriega con su pelvis.

—¿Tendremos sexo en el estacionamiento? —me pregunta con voz ronca.

Le beso el cuello que lleva descubierto hasta llegar a la forma en uve de sus senos. Los beso con delicadeza y respiro el aroma dulce de ellos. Echa la cabeza hacia atrás permitiendome más el acceso, pero de un segundo a otro, cuando levanto la mirada viéndola a los ojos, aparece otro rostro.

Estoy jodido.

—¿Qué sucede? —

Suspiro, ahora si siento culpa por ello. Trago duro y le dejo un casto beso en la frente.

—Nada, pequeña, no pasa nada.

La abrazo con remordimiento.

—¿Qué te parece si nos escapamos este fin de semana?

—¿Seguro que eres tu Brandon? ¿O simplemente lo haces para sacarme la información que necesitas? —se burla.

—Por una parte, si —le respondo con una sonrisa.

—Hecho —dice apretando mi mano con la suya —¿Y tendremos sexo?

¡Dios mío!

—¿Tan urgida estas? —me burlo.

Le abro la puerta del coche para llevarla a casa.

—Solo quiero experimentar —me responde cuando me subo al coche.

Enciendo el motor arrancando directo al edificio donde vive.

—Creí que eras mas seria —digo.

—Lo soy, pero jamás he tenido sexo y si te soy honesta quiero experimentar y...

—Ya lo veremos Dominica, por el momento hazme ese favor.

Suspira mirando hacia afuera por la ventana.

—Lo haré, dudo que mi hermano sea pero lo haré.

—Gracias,

Vuelvo al departamento. La sensación en el pecho ha desaparecido y vuelvo a felicitarme mentalmente por haber hecho lo correcto. Aunque, para ser sincero, no del todo eso. Me adentro al elevador tecleando mi piso, cuando por fin llego la desagradable sensación vuelve y me encuentro con mi hermano esperando recargado en la puerta de mi departamento.

—A qué debo tu visita, ¿Te gustó el regalo? —le pregunto cuando se hace a un lado dejándome abrir la puerta.

—Mmm, digamos que no me desagradó —responde.

Suelto una risa. Me siento en uno de los sofás y Farid hace lo mismo sentándose en el de enfrente.

—Me quieres explicar la razón por la cual el dia de ayer, le pusiste tus asquerosas manos encima a mi mujer.

Me mira fijamente, claramente hirviendo de ira porque no pudo hacer nada en ese momento. Una escena es lo que menos le gusta a mi madre, sobre todo si es una escena de celos.

—La felicitaba por su embarazo —respondo.

—No me tildes de imbécil Brandon —eleva una ceja.

—Eres mi hermano, ¿me creerías capaz de hacerle algo? O es que no confías en ella por su pasado.

—No dije eso —se defiende.

—No lo se, tu me conoces mucho mejor a mi que a ella, y creeme, es mucho más sencillo para ella engañar ahora que ya te tiene...

—¡No digas estupideces! —espeta levantándose y alzandome tomándome del cuello de la camisa.

—Solo digo lo que veo y pienso.

Me empuja al soltarme dejándome caer de nuevo al sofá. No quisiera meterle ideas a mi hermano en la cabeza, pero es eso o decirle lo que no me corresponde a mi decirle. Eso se lo dejo a su mujer. El decirle que un imbécil la acosa y no se sabe ni quién es. Sin embargo, por otro lado me divierte la idea de que Farid piense que lo engañan, quizás es un poco infantil de mi parte, pero debe de aprender a trabajar un poco más en sus inseguridades, esas que aparecieron cuando llegó ella a su vida.

—No te quiero cerca de ella Brandon.

—Podrás decirle eso al ex marido de tu mujer, pero a mí no. Soy tu hermano Farid, ¿tan poca confianza me tienes? —le recrimino.

Camina hacia la puerta y antes de salirse me responde.

—Ya lo he visto antes, he visto cómo la miras y no soy el único que lo ha notado.

—Es guapa, pero no sería ni el primero ni el último que lo haga.

Sale azotando la puerta.

Es mi hermano y lo quiero, pero lo que no me parece es que su mujer le este haciendo eso.


¿Quieren más extras de Brandon Leister? Porque yo si ♥


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