π—§π—›π—˜ π—•π—˜π—”π—–π—› ━━━ Felipe...

By waxrojm

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π—§π—›π—˜ π—•π—˜π—”π—–π—› | Like the waves passionately embraci... More

...THE BEACH
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By waxrojm

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ᶠᵉˡⁱᵖᵉ'ˢ ᵖᵉʳˢᵖᵉᶜᵗⁱᵛᵉ


— Mhmm... —admiré una segunda vez su expresión pensativa—. ¿Ir a ver a River o poner en pie otro proyecto?

— Ir a ver a River. —respondí con una sonrisa—. Con vos, obvio.

Los días se habían pasado rápidamente y su presencia irradiaba una calidez reconfortante que envolvía todo a su alrededor. Su voz, su risa, cada gesto y mirada, parecían iluminar incluso los rincones más oscuros de mi alma.

Cada momento a su lado era como una bocanada de aire fresco en medio de un mar de incertidumbre. En su presencia, encontraba paz y claridad, como si todas las dudas y preocupaciones se disiparan en el éter de su ser.

Sus preguntas al azar, aparentemente simples, resonaban en lo más profundo de mí, provocando una cascada de reflexiones y recuerdos. Cada respuesta que ofrecía era un destello de mi verdadero yo, un reflejo de mis deseos más íntimos y sueños más profundos.

Pero más allá de las palabras, más allá de las risas compartidas y los momentos de complicidad, había algo más, algo que era un vínculo inexplicable, un lazo que nos unía de una manera que iba más allá de lo tangible.

Estar cerca de ella era como estar en casa, como encontrar un refugio seguro en medio de la tormenta. En sus ojos encontraba la paz que tanto anhelaba, y en su sonrisa hallaba la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.

Así que mientras la música llenaba la habitación con su suave melodía, me encontraba sumido en un mar de emociones, incapaz de contener la gratitud y el amor que sentía por ella. En su presencia, todo parecía posible, y sabía que mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier desafío que la vida nos presentara.

— ¿Vos qué elegís? ¿Ir a un concierto de Tini o ir a ver a River?

Por un momento, ella se vió indecisa, pero luego dijo; — Si a la cancha voy con vos, elijo ver a River, sino a Tini.

Una sonrisa se formó en su rostro, iluminando su mirada con una chispa traviesa y juguetona que me dejó sin aliento. En ese instante, el tiempo pareció detenerse, como si el universo entero se hubiera inclinado para contemplar la belleza de su sonrisa.

Sus palabras resonaron en mi mente, llenándola de una dulce melodía que hacía eco en cada fibra de mi ser. La simple idea de compartir un momento juntos, ya fuera en la cancha de River o en un concierto, me llenaba de alegría y emoción.

En su presencia, todo parecía posible, y el mundo se volvía un lugar más brillante y lleno de promesas. Cada momento a su lado era un regalo, una oportunidad para explorar nuevas aventuras y descubrir la magia que había entre nosotros.

Con una sonrisa en los labios y el corazón rebosante de amor, me acerqué un poco más a ella, listo para perderme en el brillo de sus ojos y en la calidez de su presencia. En ese momento, todo lo demás parecía desvanecerse, dejando solo espacio para nosotros dos y la conexión especial que compartíamos.

— Te amo princesa... —dije sin vacilar para luego unir nuestros labios en un beso lleno de amor y complicidad.

El beso fue un reflejo de nuestros sentimientos más profundos, una promesa de amor eterno que sellaba nuestro vínculo con dulzura y pasión. Sus labios eran mi refugio, mi hogar, y en su contacto encontraba la paz y la plenitud que siempre había buscado. En ese momento, supe con certeza que no importaba qué desafíos enfrentáramos en el futuro, mientras estuviéramos juntos, todo sería posible.

En el suave roce de sus labios, encontré la melodía de la felicidad, una sinfonía de emociones que danzaban en perfecta armonía. Cada caricia era un susurro del amor que compartíamos, un eco de nuestro vínculo único y eterno.

Sus manos exploraban con determinación cada rincón de mi ser, trazando senderos de fuego sobre mi piel que me hacían estremecer de placer. Sentí el calor de su cuerpo fundiéndose con el mío, creando una conexión íntima y profunda que nos envolvía en un abrazo ardiente y apasionado.

Y así, en ese momento mágico y eterno, nos entregamos por completo el uno al otro, fundiendo nuestros corazones en un solo latido, nuestra alma en un solo suspiro, y nuestras vidas en un destino compartido de amor y felicidad infinita.

En el éxtasis de nuestro amor, nos sumergimos en un océano de pasión, donde cada ola era un susurro de deseo y cada caricia un eco de nuestra conexión divina. Nuestros cuerpos se entrelazaron en una danza celestial, moviéndose al ritmo de nuestros latidos sincronizados, mientras nos perdíamos en el abismo de nuestra unión.

Cada suspiro era una melodía de éxtasis, cada gemido un eco de placer, mientras nos entregábamos por completo el uno al otro, sin reservas ni inhibiciones. Nuestros corazones latían al unísono, marcando el compás de nuestro amor eterno, mientras nos sumergíamos en la eternidad de nuestro amor compartido.

En ese momento de éxtasis y deleite, éramos uno solo, fusionados en un torrente de emociones que nos llevaba más allá de las fronteras del tiempo y el espacio. Éramos dos almas perdidas en el torbellino del amor, encontrándonos y perdiéndonos una y otra vez en el éxtasis de nuestra pasión desbordante.

En ese momento, sus labios eran la melodía que acariciaba mi alma, sus manos eran el bálsamo que sanaba mis heridas más profundas, y su presencia era el faro que iluminaba mi camino en la oscuridad.

Nos entregamos el uno al otro con una pasión desbordante, como si cada instante fuera el último que tendríamos juntos. Sus manos exploraban cada rincón de mi cuerpo con ternura y devoción, mientras mis labios buscaban los suyos con ansias insaciables. Éramos dos almas fusionadas en un abrazo eterno, fundiéndonos en una danza de amor y deseo que nos llevaba a las profundidades más íntimas de nuestro ser.

Y así, en la comunión de nuestros cuerpos y almas, encontramos la plenitud que tanto anhelábamos. Éramos dos mitades destinadas a estar juntas, dos almas gemelas que se encontraron en medio del caos del mundo para formar un amor eterno. En ese instante, supe que nunca más estaría solo, porque su amor era mi refugio, mi salvación, mi todo. Y en sus brazos encontré el hogar que siempre había buscado, el lugar donde pertenecía, el santuario de mi corazón.

Sus labios eran fuego sobre los míos, inflamando mi corazón con una pasión ardiente que amenazaba con consumirnos a ambos. Mis manos se aferraban a su piel con una urgencia desesperada, como si temiera perderme en el abismo de su amor infinito.

A esta chica le había entregado todo, mi corazón y mi alma, pero estoy seguro de que nunca me arrepentiría de hacerlo.

(•••)

Moví mi brazo en busca de la persona que se suponía que estaba durmiendo conmigo, quería abrazarla, pero al abrir mis ojos, ella no estaba. Sentí un vacío en el espacio donde esperaba encontrarla, mi corazón se estremeció con una leve sensación de desorientación. ¿Dónde estaba ella? Mis ojos se abrieron lentamente, ajustándose a la penumbra de la habitación. La oscuridad reveló su ausencia, y un atisbo de preocupación se apoderó de mí.

Mis manos buscaron a tientas el lugar donde ella debería estar, pero solo encontraron sábanas frías y desiertas. Un escalofrío recorrió mi espalda, dejando al descubierto la inquietud que se había apoderado de mí.

¿Se había ido? La pregunta resonó en mi mente, acompañada de un ligero sentimiento de inquietud. Me incorporé ligeramente en la cama, buscando algún rastro de su presencia, pero solo encontré el eco de su ausencia.

Con determinación, me deslicé fuera de la cama y me coloqué mi camiseta antes de salir de la habitación en busca de ella. Mis pasos resonaron en el silencio del pasillo, guiados por la urgencia de encontrarla. Fue entonces cuando me crucé con Matías, cuya presencia me tomó por sorpresa.

Sin dudarlo, me aproximé a él y formulé la pregunta que pesaba en mi mente. — ¿La viste a Mar? —mi voz resonó con un deje de preocupación, mientras mis ojos buscaban desesperadamente alguna pista en los suyos.

— No, ¿Qué pasó con Mar? —respondió Matías después de unos segundos de silencio, su tono de voz denotaba preocupación. Su reacción me hizo preguntarme si él también se había percatado de la ausencia de la rubia.

El tiempo parecía detenerse mientras esperaba noticias de Marina, mi corazón latía al ritmo de la incertidumbre que me envolvía. Cada latido resonaba en mi pecho como un eco de ansiedad, mientras mis pensamientos vagaban por los oscuros pasillos de la preocupación.

En medio de la noche, me encontraba sumido en un mar de emociones encontradas. La preocupación por Mar se entrelazaba con el anhelo que sentía por ella, creando un torbellino de sentimientos que amenazaban con arrastrarme hacia lo desconocido. En lo más profundo de mi ser, sabía que mi corazón le pertenecía, y cada segundo de su ausencia me recordaba la fragilidad de nuestros lazos.

Me aferraba a la esperanza como a un faro en la tormenta, anhelando el regreso de la chica que amo y confiando en que pronto estaría a salvo entre nosotros. Su ausencia dejaba un vacío en mi pecho, pero también encendía una chispa de determinación en mi alma, impulsándome a buscarla y protegerla con todas mis fuerzas. Porque, en medio de la noche oscura, ella era mi luz, mi guía, mi amor eterno.

Con paso firme, me adentré en el laberinto de pasillos del hotel, cada paso resonaba en el silencio de la noche como un eco de mi anhelo por encontrarla. Mis ojos escudriñaban cada rincón en busca de su presencia, mientras mi corazón latía con la intensidad de una tormenta desatada.

Cada esquina parecía esconder un nuevo misterio, una nueva incógnita sobre el paradero de Marina. Mis pensamientos se entrelazaban en un torbellino de emociones, mientras imaginaba los posibles escenarios que podrían haberla llevado lejos de mí en medio de la noche.

El tiempo se dilataba en un eterno presente, cada segundo parecía una eternidad mientras me sumergía más y más en la búsqueda de la persona que ocupaba cada rincón de mi corazón. El peso de la incertidumbre se hacía cada vez más pesado, pero mi determinación no flaqueaba.

No se puede volver a repetir la historia.

— ¡Acá estás! —el grito llamó me atención y al voltear ví a Juani correr hacia mi—. Toma, esto es para vos.

Agarré el papel que me extendió, provocando que una sensación de curiosidad se apoderara de mi. — ¿Es una joda? Mira que estoy buscando a Mar y no estoy para tus bromas.

Sin decir una palabra, él deslizó su dedo por el papel, señalando el nombre escrito de la chica que estaba buscando desde hace unos minutos.

— ¿Que dice? —pregunté bobamente.

— Leela crack, ya vas a ver. —me respondió de lo más tranquilo.

Con manos temblorosas, deslicé el papel entre mis dedos, sintiendo el peso de la expectación y el misterio en cada pliegue. Mis ojos recorrieron las líneas escritas con una intensidad casi palpable, mientras mi corazón latía al ritmo de mis pensamientos tumultuosos.

Las palabras se desplegaron ante mis ojos como un laberinto de emociones, cada frase resonando en lo más profundo de mi ser. Con cada palabra, la certeza se desvanecía y la duda se apoderaba de mi mente, dejándome atrapado en un torbellino de confusión y desesperación.

Cada letra era como un puñal clavado en mi pecho, cada palabra un eco de un amor perdido, de un vínculo roto en mil pedazos. La realidad se desdibujaba ante mis ojos, dejándome en un abismo de dolor y anhelo, mientras la verdad se revelaba en cada trazo de tinta.

Mis manos temblaban más que nunca, incapaces de sostener la carga emocional que pesaba sobre mis hombros. Las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero me aferré a la esperanza de que en medio de la oscuridad, aún quedaba un rayo de luz, un destello de amor que podría iluminar mi camino.

Con un suspiro tembloroso, guardé el papel en mi bolsillo, llevando conmigo las palabras que habían desatado una tormenta en mi corazón. Porque incluso en medio de la incertidumbre y el dolor, seguía aferrándome a la esperanza de que algún día, encontraría la paz en medio de la tormenta.

— ¿¡A dónde vas!?

Me detuve en seco, y sin mirarlo dije; — ¿Vos sabías todo esto?

El silencio se expandió entre nosotros, denso y cargado de significado. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, flotando como una sombra sobre nuestra conversación. Me sentí atrapado en un remolino de emociones, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento.

— No... no sabía. —respondió él, su voz apenas un susurro en la oscuridad.

Mis pensamientos se agitaron en un torbellino de confusión y dolor. ¿Cómo podía haber estado tan ciego ante la verdad que se revelaba ante mí? La sensación de traición se apoderó de mi corazón, envolviéndolo en una capa de desesperación y desesperanza.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunté, mi voz temblorosa con la intensidad de mis emociones.

Él vaciló por un momento, su expresión reflejando el peso de sus propios remordimientos. — No sabíamos como decirte...

¿No sabíamos? ¿Muchos más lo sabían?

— ¿Que querés decir? ¿Cuántos más lo saben?

— Agustín, Blas, Simón, Fran y algunos más. —murmuró lo último.

Sin decir palabra alguna, me dirigí hacia mi habitación, determinado a desenterrar la verdad oculta entre las sombras de la mentira. Mis manos temblaban ligeramente mientras buscaba entre mis pertenencias, cada rincón de la habitación parecía albergar una nueva decepción.

Finalmente, mis dedos tropezaron con un trozo de papel arrugado, escondido entre las páginas de un libro. Lo desplegué con cuidado, mis ojos recorriendo cada palabra escrita con una intensidad casi palpable. Pero no era el papel que buscaba, no contenía las confesiones de amor que había anhelado encontrar.

La duda se aclaró en mi mente, como un rayo de luz que disipa las sombras de la incertidumbre. Volví mi mirada hacia Juani, enfrentándolo con la fuerza de mi convicción.

— Se la diste, ¿no? —mi voz era firme, sin rastro de duda o vacilación. Era hora de enfrentar la verdad, sin importar las consecuencias.

— Si.

Las palabras resonaron, cargadas de una confesión que pesaba como una losa sobre nuestros hombros. Sentí un nudo en la garganta, una mezcla de decepción y resignación se apoderó de mí mientras procesaba la revelación de Juani.

— ¿Por qué? —mi voz apenas un susurro, apenas capaz de contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.

Él desvió la mirada, incapaz de enfrentar mi mirada con la fuerza de su confesión. Un silencio incómodo se extendió entre nosotros, llenando el espacio con la incomodidad de lo no dicho.

— Perdón.. —sus palabras eran apenas un murmullo, cargadas de arrepentimiento y pesar.

— ¿Perdón? —dije en un susurro, cargado de una mezcla de dolor y frustración—. En vez de pedir perdón podrías haberla convencido de que se quede un tiempo más, no sé.

Las palabras salieron con un deje de amargura, el eco de mis propias dudas y angustias resonando en cada sílaba. La sensación de haber perdido una oportunidad única se aferraba a mí como una sombra, recordándome que el tiempo perdido no se podía recuperar, que las palabras no dichas quedaban suspendidas en el aire, eternamente inalcanzables.

Juani bajó la mirada, su rostro reflejando la carga de su propia culpa. El silencio que reinaba entre nosotros era denso, lleno de la incomodidad de lo no dicho, de los secretos y las emociones enterradas bajo capas de resignación y arrepentimiento.

En ese momento, me di cuenta de que la verdadera tragedia no era lo que había sucedido, sino lo que podría haber sido. La sensación de haber dejado escapar una oportunidad única se aferraba a mí como un peso insoportable, recordándome que a veces el mayor daño no viene de las acciones que tomamos, sino de las oportunidades que dejamos pasar.

Con un suspiro, me aparté de Juani, sintiendo el peso de la distancia entre nosotros como un abismo insalvable. En ese instante, supe que las palabras no serían suficientes para reparar lo que se había roto entre nosotros, que solo el tiempo y la distancia podrían sanar las heridas que habían dejado nuestras decisiones y nuestras palabras sin decir.

Con paso pesado y el corazón abrumado por la tristeza, me dirigí hacia la habitación de Blas, perdido en un mar de pensamientos oscuros y emociones tumultuosas que amenazaban con ahogarme.

Mis manos temblaban ligeramente, incapaces de contener el torrente de emociones que se agitaban dentro de mí. La necesidad de llorar me embargaba, pero me resistía a dejar que las lágrimas brotaran, temeroso de que una vez que comenzaran, no pudiera detenerlas.

El peso de la decepción y la traición se apoderaba de mi pecho, oprimiendo mi corazón con una fuerza implacable. Cada pensamiento era como una daga clavada en mi alma, recordándome la fragilidad de los lazos que nos unían y la crueldad de las mentiras que habíamos tejido entre nosotros.

El dolor me consumía, amenazando con arrastrarme hacia las profundidades de la desesperación. ¿Cómo podía haber estado tan ciego ante la verdad que se revelaba ante mí? La sensación de traición se aferraba a mí como una sombra, envolviéndome en un manto de desesperación y desesperanza.

Con un suspiro agotado, alcé la mano para golpear la puerta de la habitación de Blas, preparado para enfrentar las preguntas dolorosas, pero necesitaba soltar todo con alguien.

La puerta se abrió lentamente, revelando la figura de él en el umbral. Su rostro reflejaba la sorpresa al verme ahí, perdido en mis pensamientos y abrumado por la carga emocional que pesaba sobre mis hombros.

— ¿Pipe? ¿Que te pasó? —su voz era suave y preocupada, cargada de una genuina preocupación por mi bienestar.

Me quedé parado ante él, incapaz de articular una respuesta coherente. Las palabras se atascaban en mi garganta, ahogadas por el peso de mis emociones tumultuosas. Por un momento, solo nos quedamos mirando el uno al otro, atrapados en un silencio incómodo que hablaba más que mil palabras.

— Mar se fue... —mi voz era apenas un susurro, pero contenía la intensidad de mi angustia y mi dolor.

Sin decir una palabra, Blas me invitó a entrar en su habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros con un suave clic. El silencio reinó en la habitación, roto solo por el latido acelerado de mi corazón.

— ¿Cómo que se fue?

— Si, no sé... —tragué saliva, tratando de hablar, pero las palabras se contenían a salir.

Él frunció el ceño. — ¿Pero cómo? ¿Pasó algo para que se vaya? ¿Discutieron o algo?

Yo negué rápidamente. — Estábamos durmiendo juntos y de un momento para otro ya no estaba. —me quedé en silencio unos segundos antes de decir: —. Salí a buscarla y lo único que conseguí fue un papel de mierda que escribió ella.

Blas asintió con gesto comprensivo, pero sus ojos reflejaban la confusión y la preocupación. Sus palabras resonaron en el silencio de la habitación, cargadas de la misma incertidumbre que pesaba sobre mis hombros.

— ¿Qué decía el papel? —su voz era suave, pero había un deje de urgencia en ella, como si buscara desesperadamente encontrar respuestas a las preguntas que nos atormentaban.

Con manos temblorosas, saqué el papel de mi bolsillo y lo extendí frente a él. Las palabras escritas en este parecían bailar ante mis ojos, difuminándose en un mar de confusión y dolor. Blas lo tomó con cautela, sus ojos recorriendo cada línea con una intensidad casi palpable.

Un suspiro escapó de sus labios mientras leía, y su expresión se volvió aún más sombría. Sabía que las palabras escritas en ese papel contenían la clave para comprender lo que había sucedido, pero aún así, la verdad seguía siendo esquiva, escurriéndose entre nuestras manos como arena fina.

— ¿Qué tengo que hacer? —pregunté, mi voz apenas un susurro en el aire cargado de tensión.

Blas me miró con seriedad, su expresión reflejaba la determinación de encontrar una solución a nuestro dilema.

— Pipe...ella ya debe estar en el avión.

— ¿Qué?

Mis palabras escaparon en un susurro de incredulidad, el corazón latiendo con fuerza en mi pecho ante la idea de que Marina hubiera tomado un avión sin decir una palabra. La idea me parecía tan absurda, tan fuera de lugar, que me negaba a aceptarla como una posibilidad real.

— No puede ser. —mi voz sonaba firme, aunque en mi interior el temor comenzaba a hacerse eco—. Ella no se iría sin dar explicaciones. Algo debe haber pasado.

La idea de que Marina ya estuviera en un avión me golpeó como un puñetazo en el estómago, dejándome aturdido y desorientado. Un torbellino de emociones tumultuosas se apoderó de mí, mezclando el miedo, la preocupación y la incredulidad en una confusa amalgama de sentimientos.

El corazón latía con fuerza en mi pecho, el eco de su ausencia resonando como un eco ensordecedor en el silencio de mi mente. ¿Cómo era posible que hubiera partido sin decir una palabra, sin una explicación para su repentina partida? La idea me resultaba inconcebible, imposible de aceptar.

Una sensación de impotencia se apoderaba de mí, dejándome paralizado ante la magnitud del misterio que se extendía ante mí. No sabía qué hacer, dónde buscar, cómo encontrar a la chica que ocupaba cada rincón de mi corazón. El tiempo se deslizaba entre mis dedos como arena fina, y yo me sentía atrapado en un laberinto sin salida, incapaz de encontrar la salida hacia la verdad.

El peso de la situación se hizo demasiado para soportar, y las lágrimas brotaron de mis ojos sin control alguno. Mi resistencia se desvaneció en un mar de emociones abrumadoras, y me encontré sumergido en un océano de dolor y desesperación.

Las lágrimas rodaban por mis mejillas, dejando un rastro salado en su paso. Intenté contenerlas, pero era como intentar contener el flujo de un río desbordado. La intensidad de mis emociones era demasiado abrumadora, y me sentí como si estuviera siendo arrastrado por la corriente, sin rumbo ni dirección.

Miré a Blas, buscando consuelo en la mirada comprensiva de mi amigo. Sus ojos reflejaban la compasión y la empatía, como si pudiera sentir el peso de mi dolor compartido. En ese momento, me sentí vulnerable y expuesto, como si todas mis defensas se hubieran desmoronado frente a él.

— ¿Qué hice mal?... —susurré entre sollozos, incapaz de articular palabras más coherentes. Mi voz temblaba con la intensidad de mis emociones, y me sentí desgarrado por dentro, como si mi corazón se hubiera partido en mil pedazos.

Blas extendió una mano en un gesto de consuelo, y me atrajo hacia él en un abrazo reconfortante. Sentí el calor de su abrazo envolviéndome, ofreciéndome un refugio en medio de la tormenta de emociones que me consumía.

Con cada respiración, sentía cómo un pedazo de mí se desvanecía, como si ella se hubiera llevado consigo algo más que solo su presencia física. Cada rincón de la habitación parecía vacío, como si su ausencia hubiera dejado un hueco en mi alma que nunca podría llenarse.

Ella se había llevado todo, incluso mi alma enamorada que ya no estaba junto a mí. Cada recuerdo de nuestro amor compartido se desvanecía ante mis ojos, dejándome con una sensación de vacío y desolación que era casi palpable.

Me sentí como un naufrago a la deriva en un mar de emociones turbulentas, sin rumbo ni dirección, perdido en la inmensidad de mi propio dolor. Cada latido de mi corazón resonaba con el eco de su ausencia, recordándome lo que había perdido y lo que ya no podría recuperar.

Sus palabras escritas en ese papel se habían convertido en una herida abierta en mi corazón, una cicatriz que nunca sanaría del todo. Me aferré a la esperanza de que algún día encontraría la paz en medio de la tormenta, pero por ahora, solo podía dejarme llevar por la marea de emociones que amenazaba con arrastrarme hacia lo más profundo de la desesperación.































































































𝙲𝚘𝚖𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚏𝚞𝚐𝚊𝚣 𝚚𝚞𝚎 𝚋𝚛𝚒𝚕𝚕𝚘́ 𝚒𝚗𝚝𝚎𝚗𝚜𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚟𝚊𝚗𝚎𝚌𝚎𝚛𝚜𝚎 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚘𝚜𝚌𝚞𝚛𝚒𝚍𝚊𝚍, 𝚜𝚞 𝚊𝚖𝚘𝚛 𝚛𝚎𝚗𝚊𝚌𝚒𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚟𝚊𝚗𝚎𝚌𝚒𝚘́ 𝚞𝚗𝚊 𝚟𝚎𝚣 𝚖𝚊́𝚜, 𝚍𝚎𝚓𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚌𝚒𝚌𝚊𝚝𝚛𝚒𝚌𝚎𝚜 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚛𝚊𝚣𝚘́𝚗 𝚚𝚞𝚎 𝚊𝚞́𝚗 𝚕𝚊𝚝𝚒́𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚊 𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚊𝚗𝚣𝚊 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚛𝚎𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚘 𝚙𝚎𝚛𝚍𝚞𝚛𝚊𝚋𝚕𝚎....

L.M









































































































Esto es para vos E.B que tantas veces te perdí y tantas te volví a encontrar, pero en distintas ocasiones que no permitían que esto funcionara 💜





































El final llegó amores y quiero decir gracias a todos por el apoyo. Sin embargo, el que haya terminado, no quiere decir que se van a librar tan fácil de mi.

El capitulo no sabría si sería dedicación por que es medio heavy, pero gracias a luuftv por su idea de las cartas y si lo quieres tomar como capitulo dedicado, no hay drama. Igualmente pienso dedicarte uno lindo, quizás algún extra.

Quizás se viene una trilogía o bilogia, no lo sé, pero emocionada por avancar con DS y darles contenidos más extras de TB.

Sin más que decir, esto no es un adiós.

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