Pov. Federick
Mi lobo se había vuelto loco, al marcar a una simple humana como luna de todos los lobos. Es verdad que la hembra es deliciosa y menuda; y su olor es otra cosa. Pero me siento ofendido que la Diosa la halla puesto como nuestra pareja. Me niego a aceptarla, razón por la cual Velmorm no me habla en la mañana cuando recupere el control de mi cuerpo.
Dejé a la chica en uno de los calabozos del palacio después de vestirla y sacarla del sótano de la cabaña en el medio del bosque en la cual la había hecho MÍA. Todavía recuerdo su sangre en mi polla y me dan deseos de bajar allí y volver a tomarla. Una parte de mí quiere perder el control, pero la otra sensata me recuerda lo obvio.
Ni si quiera sé si la chica sobreviva a la marca de mis dientes o al bebé lobo que pronto estaría gestando; razón por la cual no quería una humana como pareja. Es como un castigo de la Diosa y una ofensa para nuestro pueblo. Nadie debía enterarse de que encontré mi pareja.
Me dirigí hacia mi habitación, concentrado en sumergirme en una ducha en mi baño para refrescar mi cabeza y el mal humor de Velrmom él cuál tarde o temprano tendría que entender que esto es lo mejor.
Muchos de mis sirvientes bajaban la cabeza a mi paso sin dirigirme la palabra y mi beta aún no se había reportado, cosa que me era extraño en él; pero que lo iba a lamentar cuando apareciera.
Al abrir la puerta me encontré con Irina desnuda en mi cama abierta de piernas y con la sonrisa traviesa que la caracterizaba. Su pelo rubio brillando en mis almohadas y mis sábanas negras, al igual que sus curvas, sus pechos grandes y turgentes, rosados como la coloración de su zona íntima. Y lo mejor una hembra loba y guerrera, que siempre había servido a mi pueblo hija de nobles.
"No te atrevas a tocarla"- gruño mi lobo en mi cabeza.
"¿Ahora decides hablarme?"- suelto burlesco y enfurece dándome una punzada; y tratando de tomar el control de mi cuerpo. Pero es en vano ya que tanto él como yo sabemos que en los días que no son luna llena, sangrienta o semana de celos, mi sangre real lo somete a mí poder y mi voluntad.
- Bienvenido mi Rey- me saluda la rubia inclinando la cabeza y viniendo hacia mí gateando hasta estar en mis rodillas - ¿Tuvo una buena cazeria está vez?
Sus preguntas y el tono de celos en ellas, si antes alimentaban mi ego ahora mismo me molestan. Por lo que no la dejo hablar y simplemente la tomo del cabello fuerte poniéndola de pie para acercarla a mi aliento.
- Menos hablar y más acatar- advierto y ella sonríe complacida cuando tomo su boca, en un beso salvaje que me lleva a los recuerdos de mi pequeña mate, comparándola con la rubia que siempre ha sido una de mis amantes.
Y sí antes sus besos me prendían ahora mismo me parecen aburridos y me dan punzadas en la cabeza por la lucha de Velmorm así como dolor en el pecho.
"Estás siendo un idiota y la estás haciendo sufrir en estos momentos"- advierte en mi mente.
Y eso lo sé claramente ya que es una simple humana,ni si quiera sé si dure una noche más. Maldita Diosa luna.
"Es nuestra mate, si muere o nos odia me niego a volver a cambiar. No te hablaré en siglos"- continúa el lobo en mi cabeza.
Por lo que gruñó y aparto a la rubia de mis brazos que cae en el suelo.
- Señor...- jadea pensando que es uno de mis juegos rudos de cama ya que tengo una mente retorcida en cuanto a placer.
- Lárgate de aquí Irina y no vuelvas a entrar hasta que yo no te llame- ordenó dirigiendome hacia mi baño.
- Como usted ordene mi rey- escucho su voz a mis espaldas con un tono de resistencia pero no la expresa más y sabe bien lo que le conviene.
Quizás Irina sea buena candidata para mí Reina oficial ante la Realeza; aún cuando nunca pueda darme cachorros y un vínculo de vida.
"Ese puesto le corresponde a nuestra luna"- continúa hablando mi lobo.
Lo ignoro y me desnudo sintiendo alivio cuando el chorro de agua cae por mi cuerpo, regulo la ducha en la temperatura más fría pero aún así mi mente está hirviendo, agarro la base de mi miembro erecto y cierro los ojos, recordando a la pálida chica de cabello negro con olor a chocolate exquisito. Mis colmillos pinchan ansiosos ante el sabor de su sangre en la marca. Sus ojos tan inocentes, así como sus leves protestas que murieron ante mi invasión. Me da tanta curiosidad su vida anterior, su nombre y el por qué la encontré en ese estado, es algo que debo mandar a investigar y también descubrir cómo regular está hambre de tenerla en mi cama. Y eso que todavía no era semana de celo, o mi animal la rompería como una ramita frágil. Tan débil que me daba rabia.
Y lo más jodido de todo es que tampoco podía dejarla ir, gracias a la gran estupidez de mi lobo al marcarla. Una vez fuera sería un blanco facil para mis enemigos por mi olor en su cuerpo, incluso la sangre que se podría estar gestando. Un blanco que aprovecharía muy bien Victor, mi más grande rival desde siglos el rey de los vampiros.
Pov Kiara.
Mis párpados se abren lentamente ante un leve goteo que cae sobre mi rostro. Estoy confundida, no sé dónde estoy y este lugar huele mal. El techo es negro como las paredes, siendo como un cuarto enrrejado y una rata pasa por mi lado horrorizandome.
¿Dios mío como llegue aquí?
Tal parece que hubiera Sido transportada a una película de época en lo que parecía un calabozo o unas celdas. Por un momento me había desmayado antes un ardor muy fuerte en el pecho que desapareció de la nada. A penas podía respirar bien y ahora era como si volviera el aire a mis pulmones.
Entonces los recuerdos vienen a mí, la infedilidad, la luz, las cadenas, el lobo, como perdí mi virginidad con un extraño.
Tantas cosas para procesar en un momento que me parece una pesadilla pero es real y estoy desnuda aún pero con una túnica que me cubre.
Me tiemblan las piernas cuando me pongo de pie hacia los barrotes, tomándolo entre mis manos.
-¡ Ayuda!- grito con todas mis fuerzas sintiendo mi garganta arder por la sed- Alguien que me ayude por favor. -
Me desespero ante el silencio y el eco de mi voz y se me escapa lágrimas por mis ojos.
Sintiendo el miedo carcomiendo cada uno de mis pensamientos, desespero, temor absoluto, no quiero morir. No quiero estar aquí. Quiero mi vida tal y como era. Abrazar a mi abuela y a mi hermana a pesar de su traición.
Pasan las horas y pierdo las esperanzas, cuando un ruido de la pared de al lado me llama la atención.
- ¿Hay alguien ahí?- pregunto pegando mi oreja a la pared, para cerciorarme que ya a esta altura no me esté volviendo loca.
- ¿Quieres escapar?- responde otra voz femenina del otro lado y mi corazón late emocionado de qué pueda ser cierto pero a la vez miedo porque pueda ser un truco y una loca como el desconocido que incluso me
mordió con unos dientes que no parecían reales.
- ¿Quieres escapar o no?- vuelve a preguntar esa voz ante mi silencio.
- Y cómo sé que no es una trampa -
Su silencio me desespera un poco y cuando creo que no volverá a hablar lo hace.
- Da igual, si no quieres no.
- Sí quiero. Ayúdame por favor- le ruego desesperada golpeando la pared.
Y no responde, poniéndome peor hasta que esa misma voz vuelve a hablar pero está vez burlesca.
- La única manera de ayudarte es que lo mates. Mata al Rey y después serás libre.- se carcajea dejando mil preguntas y de nuevo el silencio.
- ¡De qué hablas!, ¡Ayúdame! Qué rey, estás loca- golpeó sacando sangre a mis nudillos rendida en medio de esas cuatro paredes hasta que el sonido de la reja me hace mirar directamente hacia allí, dónde un cuerpo masculino ocupa todo el espacio y el aire se hace más espeso cuando me topo con esos ojos tan azules y fascinantes; los cuales me miran fríos, ni rastro del dorado, la lujuria, el deseo desenfrenado.
Mi pesadilla y el causante de que este aquí por lo que le doy mi mayor mirada de odio, levantándome en un impulso para llegar hasta él y golpearlo.
Nunca fui una chica amante de la violencia pero justo ahora lo que más deseo es herir a la persona que está frente a mí.
Pero ni si quiera le hago un rasguño y me esquiva haciendo una maniobra que hace crujir mi brazo y se me escapa un grito de dolor.
- Débil humana- escupe con desprecio mirándome en el suelo retorciendome de dolor.
- Y tú eres un monstruo, demonio y violador- le gritó en respuesta y me mira sorprendido hasta veo un asomo de burla que vuelve de nuevo a su estado de seriedad impenetrable, mandíbula cincelada, cejas pobladas, cuerpo formado enfundado en una camisa negra que se aferra a sus bíceps y un pantalón que favorece su figura del mismo color. Es un amante al negro. - Cuando salga de aquí te voy a denunciar con la policía y pasarás el resto de tú vida en una cárcel pudriéndote- continúo con mis amenazas y cruza los brazos sobre su pecho con una ceja enarcada dejándome desahogarme para hablar después él, de manera pausada.
- Aclaremos una cosa humana, en primer lugar aquí no existe la ley ya que la ley soy yo y desde hoy tú serás mi esclava. Si sales mueres, si vuelves a hacer lo de antes mueres, si me amenazas mueres, si te acercas mucho a mí sin que yo quiera mueres,- se agacha a mi altura tomando mi brazo roto a la fuerza y es demasiado fuerte que me inmoviliza y más allá del dolor que me tiene sudando hay una especie de energía que crepita en su toque en mi brazo.
- ¿Entendiste?- pregunta ante mi silencio sacando su lengua y de ella se asoman dos largos colmillos que aceleran mis latidos ante el recuerdo de tenerlos en mi cuello.
Su iris se vuelve dorado y acerca su rostro a mi mano, cierro los ojos pensando que me va a morder como un vampiro pero lejos de eso siento el contacto de algo húmedo, cálido, una y otra vez, y ese mínimo contacto hace que el dolor desaparezca de una manera única e inexplicable.
- ¿Qué eres?- no puedo evitar preguntar apartando mi brazo herido que ya está curado en la seguridad de mi cuerpo.
- El Rey Alfa- gruñe y sale dejándome nuevamente sola.