You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

No estoy roto

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By PapasConChedd4r

El estudio estaba inundado de todo tipo de demonios y servidumbre. La sesión fotográfica del año iba a ejecutarse de una vez, luego de tantos contratiempos por ambas partes. Tanto hellhounds cómo súcubos acomodaban la escenografía, dirigían la puesta en escena y organizaban los cambios de vestuarios. Verosika y Fizzarolli cubrían rubros del espectáculo similares, pero diferentes al fin y al cabo.

Tenían en común que su señor supremo era Mammon y por eso una colaboración entre ambas figuras causaría una sensación e impacto grande en el público del infierno. Artistas reconocidos del pecado de la Codicia unidos en un mismo estudio lograrían vender una sensual imagen, tanto en productos y ropa glamorosa cómo también en lo visual.

Fizzarolli llegó al estudio luego de bajar de la limusina y alejar a los paparazzi que estaban cubriendo la entrada. Se retrasó en el horario, pero honestamente no estaba siendo responsable ese día.

Colaborar con otras estrellas siempre era motivo de escándalos amarillistas, era un dolor de cabeza. Era genial que fuera Verosika y todo eso y era consciente de que era muy beneficioso y que Mammon estaba realizando buenos movimientos con sus dos piezas de ajedrez más poderosas, sin embargo no borraba el hecho de que no le gustaba trabajar con otros porque sabía que solo se estaban colgando de su imagen.

Fizz caminó a través del estudio mientras entregaba su tapado de piel a sus asistentes. Cubría sus ojos con grandes lentes negros recubiertos con cristales violetas, estaba un poco cansado luego de coger como un animal toda la noche con Ozzie y no podía dejar que las personas se dieran cuenta. Era otro de los motivos de su retraso. Tragó como diez analgésicos y llegó allí casi como nuevo, no había nada que un poco de polvo y corrector de ojeras no solucionara.

Se detuvo cuando reconoció a Verosika a metros de él, frente a grandes espejos y siendo maquillada y peinada por todo el personal de Mammon. La mujer lo sorprendió, era radiante. Figura elegante, cabello largo, rosado y sedoso y un trasero y pechos de actriz de película porno. Era muy llamativa, incluso sus grandes ojos de pupilas rosas podían hacer que cualquiera cayera a sus pies debido a su belleza.

El bufón le desvió la mirada con un rostro aburrido. Llegó a su lugar, su cuarto abierto cubierto de espejos gigantes, luces cegadoras donde las mesas estaban cubiertas de paletas de maquillaje y ropas de las marcas más costosas. Los maquilladores y estilistas comenzaron a trabajar en Fizz luego de que él tomó asiento. Generalmente siempre se trataba de lo mismo, cubrir arañazos, mordidas y chupones en su piel blanca. También recubrir las zonas rojizas de su piel sana, no quemada.

Se observaba fijamente frente al espejo, siempre en silencio y esperando a que terminaran el trabajo. En algún punto de su vida, no era capaz de poder contemplarse de esa manera, tolerar su figura, su apariencia o sus quemaduras tan obscenas a la vista.

En ese presente, a Fizzarolli no solo le había dejado de importar, sino que tenía la confianza suficiente para comprender que nadie lo veía como el monstruo que había creído ser. Era lo contrario, Fizzarolli era deseado y amado a pesar de sus heridas y sus prótesis.

Los estilistas profesionales quitaron su gorro, comenzaron a retocar con maquillaje sus cuernos rotos. Incluso así, Fizzarolli no dejaba de mirarse de una forma indiferente. Sabía que era objetivamente sexy, porque todo el infierno quería una probada de él. Fuera como producto, como un cuerpo o como entretenimiento, él era amado.

La sesión de ese día, precisamente, sería para promocionar marcas de ropa muy costosas y sexo. Verosika era un súcubo y era un estereotipo, él iba a amoldarse a la temática aprovechando la volteada de popularidad de sus Fizzy's para adultos y se vendería a si mismo de esa forma.

Una vez arreglado, alineado con glitter y ropa muy ligera que dejaba mucho a la imaginación y con un gorro de colores rojizos y oscuros que combinaban con su ropa, Fizz se miró al espejo y torció una mueca de nerviosismo al ver sus ojos. Se cubrió con sus gafas oscuras, tendría que rogar que photoshopearan su falta de horas de sueño y su cansancio general porque no sería fácil encontrar un ángulo que cubriera semejante evidencia.

Estaba listo. Era temprano y la sesión fotográfica duraría el resto del día, había muchos cambios de ropa y locaciones en el mismo estudio. Fizzarolli se levantó y se dio la vuelta, para toparse por sorpresa a la propia Verosika Mayday quien lo analizaba con la mirada de arriba hacia abajo.

Esa clase de mirada era de desagrado, irradiaba hostilidad y malos sentimientos. El imp entrecerró sus ojos de la misma manera, juzgando. Se quitó los lentes y los arrojó sobre la mesa. En vez de tratarse como socios normales, probablemente la perra lo veía como competencia. Nada anormal, otra de las razones por las cuales no disfrutaba las colaboraciones con personas menos populares que él.

—Oh, al fin te conozco —le sonrió Verosika con el vestido más corto, dorado y brillante que alguna vez portó—. El grandioso Fizzarolli, el mejor payaso de todo el jodido universo, al parecer —su sonrisa se disolvió, solo para fruncir el ceño y cruzarse de brazos ante él—. Tanto así que estuve esperando esta puta sesión de mierda como por medio año y tuve que cancelar mi debut en el mundo de los vivos porque, al parecer, el señor bufón tiene la agenda más apretada de la historia —le recriminó porque sabía que Fizzarolli tenía el privilegio de mover su agenda y tener ciertos beneficios a diferencia de ella—. Todos se obsesionan contigo, ¿lo sabías? En un mal sentido. Supongo que es la única manera en la que puedes llenar esa agenda.

Al insinuar que Fizzarolli estaba sobrecargado de trabajo solo por tener sexo con las personas indicadas, el imp arqueó una ceja con indignación y confusión en partes iguales. El planteo fue tan ridículo que empezó a sonreír de forma sarcástica y cruel, porque no tenía idea de con quién se estaba metiendo.

—Cariño, sé que todos se obsesionan conmigo y es por eso que no existe marca que no quiera trabajar con mi imagen —le respondió a la zorra miserable que intentaba enterrarlo—. Pero déjame corregirte, linda. Si todos me solicitan, me contratan, me pagan fortunas millonarias y si lleno estadios luego de tantos años, es porque soy indudablemente inolvidable y el mejor en todo, absolutamente todo, lo que hago.

Se le quedó mirando con una sonrisa engreída porque tenía los suficientes motivos para creerse el centro del mundo del espectáculo. Fizzarolli sabía que la súcubo no le llegaba ni a los talones, tenía una trayectoria más larga que ella y un talento nato que solo tuvo que pulir debido a su rehabilitación. Si no hubiera perdido esos años en la clínica, sería indomable e indestructible en el escenario.

—Por supuesto que si, no lo dudo —le respondió la mujer con la misma sonrisa falsamente dulce—. Con conexiones con un pájaro privilegiado de sangre azul, ¿quién carajo no sería el artista más reconocido del infierno? —se rio en su cara de forma exagerada y le encajó un golpe bajo—. Algunos trabajamos duro para estar aquí, no somos perras que se cogen tipos de la realeza para escalar.

Fizzarolli la escuchó fuerte y claro. No sé inmutó. Los rumores eran públicos y los habitantes de los anillos conocían la relación de negocios con Asmodeus. Ambos acordaron mostrarse de esa forma, tenían que mostrarse de esa forma para que no hubiera problemas graves. Debían brindarles la información de que solo eran una relación de daddy y baby. Era una pantalla y se sabía a ciencia cierta que estaban juntos por sexo, pero Fizzarolli odiaba que personas como Verosika le dijeran que estaba allí debido a su relación con la realeza.

Fizzarolli se esforzaba como nadie. Si fue contratado por Mammon, fue porque él vio su talento hacía más de una década atrás. Él tenía ese valor, no era un manojo de conexiones y un bueno para nada. Él se esforzaba todo el tiempo en mejorar, en entrenar, en dirigir y en ser perfecto y ese trabajo estaba rindiendo sus frutos.

Sin embargo, no podía cambiar la mirada que tenían las personas sobre él. Y la única opción que tenía era la de redoblar la apuesta y jugar a su favor con eso.

—Debes estar bastante cansada de chupar las vergas equivocadas, cariño —le contestó el imp con una sonrisa grande y mostrando su soberbia y su alto grado de egocentrismo—. Afortunadamente, encontré la indicada y mi daddy no se cansa de mi porque soy el mejor en el escenario y en el sexo. No deja de buscarme, no deja de necesitarme, me adora y nunca me dejará porque lo tengo comiendo de la palma de mi mano —le presumió en la cara ya que después de todo, él era el consentido del mismísimo pecado y rey de la Lujuria.

Caminó pasos agigantados hacia Verosika, quien apretó sus colmillos con rabia y envidia, y torció una sonrisa desquiciada hacia la súcubo que solo se estaba humillando a si misma mostrándole sus propias inseguridades.

—¿Quién te busca a ti, Verosika? ¿Quién te quiere en esta industria si no eres más que una zorra problemática? —largó una carcajada despiadada y sin corazón hacia ella y prosiguió en tono de burla—. Porque por lo que sé, ha sido al revés con Mammon. Lo perseguiste como una acosadora desesperada hasta que te ofreció un contrato. Y, ni aún así, te presta tanta atención como a mi.

La súcubo entró en ese juego y ya no pudo contener su odio y sus malos sentimientos. Apretó sus puños y agitó sus alas en señal de que quería destruirlo. Y contemplar la sonrisa maliciosa y orgullosa del imp solo la hizo enfurecer aún más.

—Veo que eres una perra ruidosa y mantenida, tanto como pensé, incluso peor —le escupió con la sangre hirviendo de la furia—. Tengo más valor que tú porque no necesité conexiones ni cogerme a cualquier tipo real para ser una celebridad, payaso de mierda —sus ojos ardieron y no dejó de destrozarlo con la mirada—. Soy puro talento, soy una artista de verdad y al menos estoy completa. ¿Qué eres tú sin toda esa chatarra que llevas puesta?

—Pésimo intento, Verosika —respondió el imp riendo y subestimando a la chica, ya que meterse con su cuerpo no era algo que le afectara en la actualidad—. Estoy más completo que tú, con o sin esta chatarra —extendió sus brazos y agudizó su mirar hacia la súcubo—. Gano más dinero que tú, me aman más que a ti y soy el favorito de Mammon y del resto de la realeza. Mi cara es la que está en todas partes, no la tuya. Incluso sin piernas, podría hacer el doble de lo que tú haces —le presumió, masacrando sus argumentos con muchísima seguridad—. Nadie te quiere aquí, acepté la sesión porque Mammon siente pena por ti y necesita remontar tu imagen luego de que casi te arrestan por matar a un par de súcubos conduciendo ebria.

Verosika amplió sus ojos y se quedó petrificada. Palideció. Se suponía que Mammon no le contaría esa intimidad a nadie. A NADIE. Nadie debía saber de sus problemas de adicción, de las terribles cosas que hacía bajo los efectos de las drogas o el alcohol porque su imagen y su estrellato se arruinarían. Y que ese estúpido bufón estuviera al tanto la hizo retroceder en esa discusión. Todos esos accidentes y cagadas cometidas por descuidos imprudentes y grotescos tenían que ser un secreto y el hijo de puta de la Codicia se lo había prometido.

—Me da verdadera lástima que te arroje a la basura, hermosa —volvió a presionarla el bufón—. Te estoy brindando una oportunidad. Deberías cerrar tu puta boca y empezar a besar mis pies si no quieres que te corra de la sesión —entonces, Fizz comenzó a reírse de una forma mucho más sádica y desalmada—. Es triste, ¿no es así? Nadie te quiere, nadie te ama, ni siquiera tus fans. Nadie te necesita y estás muy sola. Eres patética y solo estás celosa de mi, del pedazo de chatarra que ha logrado mucho más que tú en menos tiempo.

Se quedaron en silencio, un silencio sepulcral. Fizzarolli había vivido lo suficiente para hacerse respetar en la industria y tenía su lugar ganado, por eso no tenía miedo de humillar y patear a alguien en el piso luego de destrozarlo con palabras atroces. Él esperó un mejor desenlace, pero la perra se mantenía con un rostro de piedra y una mirada oscura y afectada. Fizz ya había terminado, iba a marcharse para acomodarse en el set y dejar el asunto de lado.

—No sé qué mierda vio Blitzo en ti —pronunció Verosika con una voz lúgubre e irreconocible—, no eres más que un bufón de mierda egocéntrico y sobrevalorado.

La sonrisa de Fizzarolli desapareció.

No pudo describir la sensación que le recorrió el cuerpo. Fueron segundos en el que su mente intentó recordar y calmarse, porque no había manera en la que pudiera procesar lo que había escuchado.

Se dejó desestabilizar por Verosika, se dejó inundar por preguntas sin respuesta. No recordaba la última vez... que había escuchado ese nombre. O que lo había recordado luego de jurarse a sí mismo jamás volver a desenterrar su pasado.

—¿Blitzo? —preguntó en voz baja— ¿De qué estás-

—¡Orden, luces, vestuario!

Un productor, el encargado del trabajo del estudio, dio palmadas e indicó que era hora de iniciar con las fotos.

—¡La sesión empieza en diez minutos!

Ante la marcada orden, Verosika y Fizzarolli volvieron a mirarse con desprecio. Pasaron de largo y trataron de calmar las aguas ya que era hora de fingir que se llevaban bien ante las cámaras. Era su trabajo, eran profesionales y su ritmo no debía parar o enfriarse solo por un cruce violento de palabras innecesarias.

Empezaron a recorrer cada zona preparada del estudio. El ambiente entre ambos era pesado y se podía cortar con un cuchillo de lo áspero y terrible que se sentían sus energías. Sin embargo, cuando los flashes comenzaban a llegar, sus rostros cambiaban y pasaban a ser sonrisas o gestos casualmente sensuales. Recorrieron los cambios de ropa, se subieron a un automóvil descapotable y pretendieron de una forma tan natural y perfecta que cualquiera podría decir que eran mejores amigos en la realidad.

No obstante, la mente de Fizzarolli no estaba en su centro por más que su exterior indicaba que así era. Era un experto en su campo y su labor era básicamente fingir que todo siempre estaba en orden. Pero, sus dudas solo estaban incrementando.

Y luego de un cambio de ropa, Verosika llegó a su posición con un fondo de colores neones y tornasolados. Solo llevaba una diminuta bikini de color negro que resaltaba sus enormes pechos, su cabello suelto y su maquillaje agresivo y deslumbrante como siempre.

Fizzarolli no se quedaba atrás, mostró la suficiente piel como para confundir la orientación de cualquiera. A pesar de que su torso estaba desnudo y solo llevaba finos hilos de lencería para cubrir su sexo, su larga cola y cuello eran adornados por finas cadenas de plata. Se veía femenino, delicado y costoso. Ambas figuras posaron ante las cámaras, se abrazaron entre si sujetando las caderas del contrario y mostraron expresiones de deseo y lujuria. Más de un pervertido gozaría de esas fotos y se tocaría en las noches al verlos juntos.

—¿De dónde conoces a Blitzo?

Fizzarolli lo largó, ya no podía contenerse. Estaba pensando en eso, mantenía su sonrisa falsa, quieta y congelada ante los flashes y, aún así, decidió arrancarse las dudas de una maldita vez. Verosika percibió con facilidad que, de todas las mierdas que le dijo, esa fue la única que caló fuerte. Sostuvo su expresión sexy ante las cámaras y los incesantes flashes y contestó en murmullos como le había hablado el contrario.

—Por desgracia, es mi ex.

—Oh...

Muchas cosas empezaron a encajar. En especial la exagerada reacción de la súcubo al verlo de frente. Fizz no se tranquilizó realmente, hizo conjeturas probablemente verdaderas. Su oscuro corazón sintió una inexplicable rabia. Blitzo había seguido su vida, era algo normal y lo sabía. Pero incluso después del desastre que hizo en el circo y después de cagarle el cuerpo y la cabeza, continuó su camino como si nada, saliendo con mujeres, quizá con una vida normal, quizá siendo libre y feliz.

Fizzarolli sintió un puñado de amargura en su vientre. Lo transformó en rabia y resentimiento lo más pronto posible. El hecho de que se hubiera olvidado de él y que no le hubiera importado en lo más mínimo su estado era algo de lo que era consciente porque sabía que todo fue a propósito. Pero...

No quería saberlo. No quería saber nada de él, de su vida actual, de como había logrado salir adelante. No mientras que él estaba encadenado por Mammon y debía ser un esclavo del escenario, una muñeca manipulable que debía sonreír frente a las cámaras y pretender que era feliz.

—Tiene sentido —respondió Fizzarolli con un tono indiferente—. Ahora entiendo porque me odias.

—Ya no —respondió Verosika—. Pensé que tenía algo que envidiarte por como hablaba de ti todo el tiempo. Pero no es así, no luego de conocer el grandísimo idiota que resultaste ser.

Fizzarolli tuvo que reprimir su rostro de desagrado, solo gruñó inconforme y enojado por el comentario venenoso.

—En primer lugar, que hayas salido con ese imbécil demuestra lo estúpida que eres —le contestó sin medirse en lo más mínimo—. Así que no tienes derecho a hablar.

—... Lo sé —aceptó sus dichos. La súcubo no podía contradecirlo en esa parte. Porque si tenía algo en claro, era que Blitzo era el imbécil más grande que había conocido.

Fizzarolli se sorprendió ante su respuesta. No fue dicha con arrogancia, parecía provenir desde el dolor. Al final, suspiró cuando las cámaras dejaron de tomar fotos y ambos se separaron. Podían dejar de pretender, de fingir que estaban conformes o que estaban disfrutando de esa colaboración.

Cuando vio a la mujer marcharse de su lado, la miró con otros ojos. Tal vez ellos no eran tan diferentes después de todo. Y aunque no conocía su historia y solo eran lejanos compañeros de trabajo, sabía que cualquier persona que se involucrara con Blitzo terminaría igual que ellos. Heridos, enojados y con miles de preguntas que jamás tendrían respuestas.

El día laboral llegó a su fin.

Los estilistas limpiaban el set, los empleados desarmaban las locaciones y las luces, al igual que las pantallas. Muy pocas personas quedaban en el estudio.

Verosika Mayday estaba sentada sobre el escalón del final de la escalera del estudio de grabación. Fumaba un cigarro y lo mantenía entre sus labios, miraba su celular y observaba con un rostro frío y cansado la repercusión en las redes sobre el último videoclip que había lanzado. Tenía buenas reseñas, millones de vistas y una gran recepción, pero cuando leía comentarios que decían que era una alcohólica empedernida, no podía evitar sentirse afectada.

Antes de comenzar a darle muchas vueltas al asunto, observó como una mano le ofrecía una lata de cerveza fría. La necesitaba. Cuando la mujer alzó su mirada, Fizzarolli la miró desde arriba y agitó la lata frente a ella. No tenía rencor en su semblante, solo parecía desinteresado.

Verosika desconfió. No obstante, no le negaría una cerveza a nadie. Tomó la lata, apagó su cigarro contra el suelo y abrió su bebida para darle un largo trago. El sabor amargo y frío la hizo relajarse por completo.

—Lamento haberme comportado como un idiota —se disculpó el imp, se sentó a su lado en el escalón y se cruzó de brazos sobre sus rodillas mirando hacia un punto indeterminado del set—. La sesión no estuvo mal, eres una profesional después de todo.

Verosika dejó de beber. Escuchó como Fizzarolli abría su propia lata de cerveza y también le daba un estrepitoso sorbo, porque el trabajo fue satisfactorio pero agotador debido a la tensión del ambiente que se generó entre ellos dos desde el principio. La chica inhaló y exhaló, ciertamente resignada. Ella sabía que se había sobrepasado también.

—Verte no es fácil —le dijo sinceramente—. Eres la estrella más grande de Mammon. Él se la pasa comparándome contigo y quiere que gane más dinero y sea como tú —le confesó, sintiéndose un poco dolida—. Es un tipo sin compasión ni paciencia, un explotador de mierda. Blitzo me dijo que no firmara un contrato con él, que me arruinaría. Me lo advirtió tantas veces y... —hizo una pausa de pocos segundos, para luego mirar la lata de cerveza en su mano— y lo hice de todas formas. Vaya estúpida.

Su historia con Blitzo fue bastante pasional y candente al principio. Pero se trataba de amor. Un amor que no era fácil de entender para nadie. Dos personas rotas, tratando inútilmente de sobrevivir a pesar de no poder sostenerse entre ellos por lo dañados que estaban. Aquellos años juntos estaban destinados al fracaso, solo que ella nunca pensó que el que tomaría la decisión de alejarse terminaría siendo Blitzo. Y eso seguía doliendo.

—Hice lo contrario a lo que me dijo porque soy una perra orgullosa y resentida. Y él es un recuerdo repulsivo, es un egoísta y un bastardo sin consideración. No quise escucharlo, pero... —ella hizo una pausa otra vez, porque su ruptura fue bastante reciente y las heridas seguían allí—. ¿Solo me estaba cuidando, verdad?

Cuando Blitzo le decía que no se involucrara con Mammon, no sabía cuáles eran las razones exactas o sus motivos. Se suponía que un contrato con la Codicia haría que su vida fuera mejor y que su camino como cantante pop despegaría y arrasaría en popularidad. Finalmente, entendió que pudo lograrlo. Pero todo ese dolor, esa explotación y esos tratos horrorosos, no lo valían. Y odiaba creer que Blitzo había tenido razón desde el principio.

Fizzarolli se puso firme al respecto. No pensó en nada, se dejó llevar por ese eterno resentimiento que le inundaba el alma cuando se trataba de Blitzo y decidió decirle a la chica su crudo punto de vista. Bajo su perspectiva, nada de lo que hizo ese bastardo era algo bueno.

—No lo creo. Él te quería para él solo —le dijo frunciendo el ceño y apretando los dientes con rabia—. No quería que fueras fuerte e independiente por ti misma. Mammon es muy estricto conmigo, es sanguinario y sé que es cruel. Pero él quiere lo mejor para que duremos en este negocio, en esta industria.

Se levantó, miró desde arriba a la chica, quien parecía tener el corazón herido por lo que alguna vez tuvo con Blitzo. Y quiso decirle todo lo que alguna vez necesitó escuchar para recuperarse y seguir adelante.

—Suelta a ese pedazo de basura, no pienses en Blitzo y olvídalo, no lo necesitas —le aconsejó con determinación y seriedad—. Puedes hacerlo sin él. Brillarás mucho más por tu propia cuenta.

Verosika pudo escucharlo y quiso creerle. Pero también notó que Fizzarolli solo hablaba desde el resentimiento. Ella solo bajó la mirada, sin saber si ese era el camino que debería tomar. Quizá si lo era. Vivir odiando a Blitzo y enfrentarse al mundo con ese odio no parecía tan malo si era la única manera de olvidarlo y de entender de una vez que nunca fue bueno para ella.

—¿Crees... que es una mala persona? —fue la última pregunta que le hizo al contrario con un tono amargo y resignado.

—No lo creo —le afirmó Fizz—. Sé que lo es. 

Lo dijo con tanta convicción, con tanta seguridad y determinación. Su corazón se volvió fuerte, su mentalidad era de acero. Podía tropezar de vez en cuando, pero nunca olvidaría la razón por la cual llegó al lugar en donde estaba.

Estaba sufriendo en silencio, pero tenía una vida con el hombre que amaba, tenía éxito y era privilegiado. Y logró eso en base al odio que sentía hacia Blitzo, porque le terminó demostrando que lo tenía todo sin que él tuviera que intervenir en su vida nuevamente.

-----

La noche azulada y la luz de la luna llena llegaban al interior del enorme cuarto que Fizzarolli compartía con Asmodeus. El imp estaba recostado, fijando su mirada en el techo y pensando en lo extraño que fue ese día para él. Ozzie aún no llegaba de trabajar, era cuestión de minutos. Y en esos momentos a solas, Fizzarolli buscaba una relajación que no estaba encontrando.

Vestido únicamente con una bata suave luego de ducharse, cerró sus ojos y colocó una mano sobre su frente.

"¿Hace cuánto tiempo... no escuchaba ese nombre? ¿O siquiera pensaba en él?"

Desde que Asmodeus y él empezaron una relación, Fizz dejó el pasado atrás. El circo, su ex familia. El incendio, el martirio que tuvo que atravesar. Él ya no era un adolescente frágil, era un hombre que tuvo que atravesar mucho dolor y que había llegado con esfuerzo hasta allí a pesar de que muchos imbéciles creían que era solo por conexiones.

El nombre de Blitzo fue borrado poco a poco de sus recuerdos luego de casi diez años. Escucharlo otra vez, lo hizo sentir amargura. Un odio que ya no quería mantener en su interior. Fizz se recostó de lado y observó la luna llena, aún con sus ojos entrecerrados y una expresión solitaria.

"¿Qué le habrá dicho sobre mi?"

Sonrió tristemente. No debió ser nada bueno. Fizzarolli odiaba a Blitzo, era recíproco. Se sintió repentinamente exhausto, su cuerpo estaba cansado. Y la angustia volvió a invadir su pecho con una crueldad hiriente.

"¿Qué es lo que pensaría de mi si pudiera ver en lo que me he convertido? Una máscara falsa. Un producto. Y un mentiroso."

Entonces, la puerta de la habitación se abrió. Fizzarolli volvió a la realidad, tomó asiento en la cama y apreció la hermosa sonrisa de Asmodeus invadir toda la habitación. Ozzie se dirigió hacia él, se quitó el traje de negocios y dejó su maletín a un costado. Empezó a hablar sobre su viaje y su trabajo.

Fizzarolli lo observó, se enamoró nuevamente de esa sonrisa amable y de su voz suave que siempre lo consolaba cuando estaba sufriendo. Ozzie no lo sabía con certeza, pero él era el encargado de iluminar todo su mundo y hacerle creer que podía ser feliz a pesar de todo.

"Es verdad. No necesito saberlo."

Corrió hacía él y, con sus largas piernas saltarinas, se le arrojó a los brazos. Le sonrió de forma auténtica, con alegría y con su corazón latiendo a mil. Y bajo esos sentimientos tan deslumbrantes, se besaron bajo la luz de la luna llena.

• • •

Si ves al chico que solía ser, ¿podrías decirle que me gustaría encontrarlo? Y si ves la coraza que queda de mi, ¿podrías tratarla con amabilidad? Porque he sido feliz y también he estado triste.

He pasado mil noches solo, intentando agarrarme fuerte y esperándote. Los sentimientos vienen, pero no se van. Por favor, ¿alguien me llevará a casa? Antes de que pierda la cabeza. ¿Estoy roto? ¿Estoy defectuoso? ¿Merezco una pizca de valor? ¿O solo soy una causa perdida? Porque tengo mucho miedo y no hay nadie allí para salvarme de la pesadilla en la que me he convertido.

He intentado todo y cualquier cosa, pero nada parece funcionar como debería. Entre la locura y la apatía, parece que no queda nada dentro de mi que sea bueno. 

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