Regulus, _________ y Cole habían ido a la tienda de varitas de Gregorovitch; Regulus se mantenía en todo momento alerta a como el rubio miraba a la chica, pues Stanley le había contado lo que hace unos días le había hecho Cole y con toda su colera en su cuerpo, no hizo nada, porque Bellatrix parecía vigilarlo más que nuca.
La castaña fue la primera en entrar a la tienda, haciendo sonar la campanita que había arriba de la puerta, seguida de ella entró Regulus y Cole.
—¿En que puedo ayudarlos? —habló un viejo mago con el cabello y la poblada barbaba de color blanca.
Su respuesta fue que Cole alzará su manga izquierda y le enseñará la marca tenebrosa; Gregorovitch los miró con terror un segundos, tomando su varita para atacarlos, pero Regulus hizo un movimiento rápido con su varita y lo desarmo, para después hacer que este estuviera frente a ellos, hincado y como si tuviera una cuerda invisible que atacaba sus manos atrás de su espalda.
—Hemos venido por algo —empezó a decir la chica de forma seria—. Algo que el Señor Oscuro necesita.
—¿Que... podría tener? —dijo asustado el anciano.
—No te has idiota —habló Cole—. La varita y no esta —tomo la varita de Gregorovitch del suelo—. ¿Dónde está? —preguntó mientras rompía la varita frente a sus ojos.
—No sé... no sé de que hablas.
Cole le apuntó con su varita, lanzándole la maldición cruciatus un par de veces; en el local solo se oían los gritos, mientras los magos y brujas que caminaban por la callen se alejaban lo más pronto posible.
—Ya déjalo o no tendremos alguna información —lo detuvo Regulus.
De mala gana, Cole lo dejo, mientras el hombre lloraba en el suelo.
—Legeremens —dijo Regulus apuntando con su varita a Gregorovitch.
«Un muchacho corría por un oscuro pasillo detrás del robusto y bajito Gregorovitch, que sostenía en alto un farol. El hombre irrumpió en una habitación al final del pasillo e iluminó lo que parecía un taller. Había virutas de madera y oro que brillaron en el oscilante charco de luz, mientras que un joven rubio estaba encaramado en el alféizar de la ventana. En el brevísimo instante en que el farol lo iluminó, vio su rostro; entonces el joven lanzó un hechizo aturdidor con su varita y saltó ágilmente hacia atrás, fuera de la ventana, al mismo tiempo que soltaba una carcajada.»
—¿Quién era el ladrón, Gregorovitch? —preguntó Regulus de forma calmada.
—¡No lo sé, nunca lo supe, era un muchacho...
—En realidad preguntaba por educación —respondió con una pequeña sonrisa.
—¿Sabes quién es? —le preguntó la chica.
Regulus asintió con la cabeza, pero no le diría estando Cole ahí, pues sabía que el fingiría quien fue quien obtuvo la información y eso no lo iba a permitir.
—Creo que ya no nos sirve —habló el rubio apuntando con su varita al anciano mago.
—No... por favor... POR FAVOR!
Pero a Cole no le importo y le lanzo la maldición asesina. El silencio invadió el local por unos segundos, hasta que Cole miró a Regulus.
—¿Y quién tiene la varita? —le preguntó de mala gana.
—Esa información, solo es para el Señor Tenebroso —respondió con satisfacción al ver la frustración del chico.
Cole lo miró mal, siendo el primero en salir de la tienda.
—Vaya que siguen siendo los mejores amigos —comento con sarcasmo la chica y miro el cuerpo de Gregorovitch—. ¿Era necesario matarlo?
—Era mejor eso a que lo siguiera torturando —suspiró el ojogris—. Será mejor irnos. Ya llamamos mucha la atención.
__________ asintió con la cabeza y salió de la tienda, seguido de Regulus; caminaron un poco, hasta que ella se detuvo, haciendo que Regulus casi chocara con ella.
—Si llamamos mucha la atención —murmuró ella.
El pelinegro no entendía a que se refería, hasta que miró al frente; a unos metros de ellos estaban sus padres, que los veían de cierta forma que ninguno de los dos chicos pudo identificar.
Remus miraba a su hija, llevaba días llegando a los lugares donde decía que ella atacaba, pero era la primera vez que la encontraba, lo mismo que Sirius, que miraba a Regulus; ambos querían recuperar a sus hijos. No les importaba que dijeran que ellos estaban en el lado equivocado, sabía que debía de ver una razón.
Antes de que los dos hombres se acercaran a ellos, Regulus tomo la mano de la chica y desaparecieron. __________ solos abrió y cerro los ojos, para encontrarse ahora cerca de la Mansión Malfoy.
—Gracias por sacarme de ahí —murmuró ella y lo miró—. No creo que hubiera podido no correr a los brazos de mi padre, lo extraño —confesó un poco avergonzada.
Regulus no les respondió, lo que hizo fue abrazarla, cosa que le tomo por sorpresa a __________, pero no lo alejo, por una razón sentía que estar en sus brazos la hacía sentir en calma.
—Siempre te ayudaré cuando más me necesites —le dijo con cariño.
—Entremos a la Mansión —murmuró mientras lo alejaba con calma—. Vamos.
Regulus sonrió un poco y la siguió.
Al entrar a la Mansión Malfoy, ambos fingieron que no habían tenido un momento para ellos hace unos minutos y fueron rumbo al salón, donde Voldemort los esperaba; Cole se les unió segundos antes de entrar.
—Llegaron —dijo Voldemort al verlos, mientras Nagini estaba en los pies de su amo—. ¿Qué información obtuvieron?
—Gregorovitch no nos dijo exactamente donde estaba la varita —empezó a decir Cole.
—Black le saco la información, mi señor —dijo ____________.
—Se la robo un chico —habló Regulus.
—¿Qué chico? —preguntó en un siseo Voldemort.
Regulus en lugar de responderle, hizo aparecer un libro; "Vida y mentiras de Albus Dumbledore". Lo abrió en una página y se le entregó a Voldemort, quien miró la página con interes.
—Ya pueden irse —les ordeno mirando aún mirando el libro.
Cole miró con interés el título del libro y después fue el primero en salir.
___________ salió rumbo a su habitación, el ver a su padre le había afectado un poco, si era sincera, hubiera corrido a los brazos de su padre, como cuando era una niña y sabía que su padre la iba ayudar en cualquier problema que tuviera, aunque en este no había forma de que la ayudara.
Suspiró y siguió su camino, hasta que vio a Draco en un pasillo, regresar con una bandeja vacía; la chica sabía que Draco llevaba a veces comida de contrabando al sótano, aun que no entendía realmente la razón y tampoco se lo había preguntado.
• • •
Diciembre estaba iniciando, mientras la nieve caía por las calles de Londres.
__________ había decido salir un rato de aquella Mansión, se le estaba haciendo agotador estar en reuniones, o ver Mortifagos ahí, incluso escuchar a Voldemort; solo quería un pequeño descanso, así que había dicho que iría a vigilar a los carroñeros y que no se sobrepasaran de más con los magos y brujas de sangre pura.
Caminaba aquella tarde por El Callejón Diagon, no había mucha gente, incluso le puso triste saber que la tienda de los gemelos estaba cerrada. Al seguir con su camino vio un grupo de carroñeros intimidando a alguien, algo que iba a dar por alto, ese día no quería hacer nada, pero se detuvo al ver una conocida cabellera pelirroja.
—Ron —murmuró preocupada.
Ron había desmayado a uno de ellos, pero faltaban tres más, cuando iba a lanzar los hechizos, alguien lo hizo aún más rápido, haciendo que cada uno de esos carroñeros cayeran frente a Ron, quien con asombro miraba a su mejor amiga.
La castaña lo miró unos segundos, para después bajar su varita, sabía, aunque Ron tuviera su varita en alto, no la iba a atacar. Lo miró unos segundos más, para dar media vuelta y dejarlo ahí; Ron reacciono segundos después y la siguió.
—Espera, ____... —empezó a decir.
Pero la chica lo detuvo, lo agarró de su playera de forma brusca, tomándolo desprevenido mientras lo arrastraba a un callejón solo y un poco oscuro.
—No puedes llamarme de esa forma así —murmuró casi de forma amenazadora.
Ron la miró con cierta sorpresa por aquella agresividad.
—He escuchado cosas de ti —le dijo serio—. ¿De verdad estas al lado de vol...?
La chica llevo su mano a la boca su amigo, sin dejarlo de terminar la pregunta.
—Pensé que aún tenías miedo de pronunciar su nombre —lo examino con la mirada—. No debes de pronunciar su nombre, créeme, las cosas podrían salir mal si lo haces —quito su mano—. Hablemos en otro lado.
Sin dejarlo decir algo, tomo su mano y desaparecieron, para luego aparecer en una calle un poco solitaria, pero Ron la reconoció, estaban en el vecindario donde se encontraba la casa de Charlotte.
El pelirrojo la siguió en silenció; ___________ no había vuelto después de aquel funeral que le hicieron a su madre, así que no le sorprendió ver capas de polvo al entrar a la casa.
—¿Por qué te separaste de Harry y Hermione? —preguntó ella mientras caminaban a la cocina.
—Hice algo que me vergüenza mucho —confesó sin mirarla, porque no quería que su amiga pensara algo mal de él.
Ella lo miró unos segundos, se veía cansado y desnutrido, como si aquellos meses lejos de todos estuviera pesándolo mal y ella lo sabía.
—Kreacher —habló, para segundos después el elfo apareciera.
—Señorita __________ —habló Kreacher, haciéndole una reverencia—. ¿Necesita algo del viejo Kreacher?
—¿Podrías preparar algo de comer? —le dijo amablemente.
—Lo que ordene, Kreacher lo hará —le hizo una reverencia y chasqueo los dedos, apareciendo ingredientes para cocinar.
—Date un baño en lo que la comida está —le ordeno a Ron—. Hablaremos después.
Los ojos del pelirrojo brillaron, asintió con la cabeza y se fue corriendo a la habitación del segundo piso, haciendo sonreír a la pelinegra.
Ella también subió al segundos piso, yendo a su habitación; le fue un poco dificil de entrar, pues en cada rincón de ahí, también había recuerdos en su madre. Miró las fotos unos segundos, fotos con sus amigos, sus padres, hasta que una foto le atrajo la atención, una donde estaba Regulus con los demás.
—¿Nos llevamos con Regulus? —murmuró desconcertada.
Tomo la foto y la miró unos segundos, hasta que a su mente llegó un pequeño recuerdo. Campanada. Fuegos artificiales. Un beso.
—¿Estás bien, ________? —preguntó con timidez Ron.
Ella soltó sin querer la foto, haciendo que se rompiera el vidrio del marco. Con su varita hizo un movimiento, arreglándola y dejándola en su lugar.
—Vayamos a comer —le dijo.
La chica solo podía mirar como Ron comía con cierta desesperación, dandole entender que de verdad había tenido días malos en aquella aventura con Harry. Tomo de su jugo de calabaza, mientras lo dejaba terminar; había ordenado a Kreacher regresar a la casa de los Black, la cuál seguía siendo vigilada, era mejor no levantar sospechas.
—Eso fue lo mejor que he comido en meses —dijo con satisfacción y tomo un poco de jugo.
—Es lo que veo —observo la chica—. ¿Tan mal lo han pasado los tres?
—No tienes idea —suspiró.
—Entonces, ¿que hiciste para no estar con ellos?
—Dije cosas que no quería —bajo la mirada arrepentido—. Todo por traer ese maldito guardapelo.
—Ya veo —murmuró la chica—. Te perdonaran. Solo vuelve con ellos.
—Lo intente —la volvió a mirar—. De verdad que lo intente, pero no los encontre —dijo triste—. De verdad que estoy arrepentido.
_________ lo miró con una pequeña sonrisa, ver a Ron de esa forma, era ver a un pequeño niño que fue regañado y quería solucionar lo que hizo.
—Saldrá bien —le aseguro ella—. Regresarás con ellos. Su destino es terminar esta guerra.
Ron la miró, aún sin entender porque decía eso, pero tampoco pregunto eso, en realidad pregunto lo que rondaba en su cabeza desde que se encontraron en El Callejón Diagon:
—¿De verdad te uniste a los malos? —preguntó con un poco de timidez, aunque también se veía inseguro, sobre todo porque en todo momento tenía su varita en mano listo para atacar si se requería.
—Ron, hay cosas que la gente hace por las personas que uno quiere, sabes.
—¿Y haces esto para protegernos? —ella asintió con la cabeza—. No debiste hacerlo —dijo molesto—. Nadie pidió que pusieras en riesgo tu vida.
—Tú también lo haces al estar con Harry y tratar de destruir los horrocruxes —atacó ella.
—Pero es diferente —frunció el ceño—. Nosotros no estamos en el bando malvado.
—Y yo tampoco lo estoy —le aseguró—. Créeme Ron, yo he salvado muchas veces a todos al no dejar que los ataquen los mortifagos.
Ron se quedó callado unos segundos; la miró detenidamente, su amiga se veía mal, estaba más delgada, con ojeras y se veía cansada, incluso algo mayor para su edad, había cambiado.
—¿Por qué no te vas del lado malvado? —frunció el ceño—. Los demás se saben defenderse; solo deberías proteger a ti y no tener que hacerlo por los demás si no es necesario.
Ella sonrió al ver la indignación de su amigo.
—Lo hago porque prefiero que me pasó algo a mí que a todos ustedes —respondió con calma y se levanto de su asiento—. Quédate aquí todo el tiempo que quieras, aunque estoy segura que regresarás con ellos.
—¿Qué harás tú? —se veía preocupado por su amiga.
—Seguir cuidando a los míos —le regalo una pequeña sonrisa—. Cuidate Ron, que aun tenemos una guerra por ganar.