Besos en Guerra ©

dayzaccardi द्वारा

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"Solo físico. Beneficios. Cero sentimientos. Y ya" Regla uno: si una mujer ingresa al sistema será aniquilada... अधिक

💋⚔️
ANTES DE LEER
⁰ Viento Negro
¹ Mushu
² El entrenador
³ Chat privado
⁴ Juego sucio
⁵ Yin Yang
⁶ El refugiado
⁷ Levántate, si puedes
⁸ Jugando con fuego
⁹ Tenemos un trato
¹⁰ Hola, ¿tú eres...?
¹¹ Apretados
¹² Vacío
¹³ Besame
¹⁴ Juguemos
¹⁵ Dibujos
¹⁶ Acurrucados
¹⁷ Ansiedad
¹⁸ Ultimátum
¹⁹ Las minas
²⁰ Debajo de ti (y de la lluvia)
²¹ Amigo
²² Sueños nublados
²³ Capitán
²⁴ Tú
²⁵ Quédate
²⁶ Mensaje
²⁷ Verdades a la luz
²⁸ Otro amor
²⁹ Quererte
³⁰ Contigo
³¹ Adiós
³² Sueños oscuros
³³ Fregadero
³⁴ ¿Quién es?
³⁵ Personaje secundario
³⁶ Cobarde
³⁷ Decisión
³⁸ Error del sistema
³⁹ Auxilio
⁴⁰ Caos
FINAL 1/2
FINAL 2/2
¿BEG EN FÍSICO?

EPÍLOGO

703 77 52
dayzaccardi द्वारा

Blair

Con el corazón latiendo con fuerza, me paré frente a la puerta de mi hogar. Después de meses de ausencia, estaba de vuelta. Mis manos temblaban ligeramente mientras levantaba la mano para tocar la puerta de madera gastada.

El sonido de mis nudillos golpeando resonó a través del silencio de la noche. Por un momento, me invadió la ansiedad, preguntándome si sería bienvenida después de todo lo que había hecho, después de todas las mentiras que había contado para proteger a mi familia. Si me merecía el perdón, si me merecía ser querida, si el barrio me tomaría en serio, si ya había salido en las noticias, si ya se habían olvidado de mí...

La puerta se abrió lentamente, revelando la figura.

Su figura.

La figura de mi padre.

Su barba estaba mucho más crecida de lo habitual, sus ojereas enormes y sus arrugas más notables, pero para mi sopresa él no me recibió con odio, me recibió con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa temblorosa en los labios. Y sin decir una palabra, me abrazó con fuerza, envolviéndome en su cálido afecto.

—Has vuelto, cariño —habló con dolor como si me estuviera esperando desde que me fui pegado a la puerta.

Mis lágrimas comenzaron a fluir libremente mientras me sumergía en el abrazo reconfortante. Su voz, llena de emoción contenida, resonaba en la habitación, y su amor me envolvía como un escudo protector.

—Lo siento tanto —susurré, apenas capaz de contener mis sollozos—. Lo siento tanto por haberte preocupado, yo solo quería protegerte y demostrarte que...

Él me sostuvo con más fuerza, como si nunca quisiera dejarme ir. Durante un momento, el peso de la culpa y el arrepentimiento amenazaron con abrumarme, pero la calidez de su mirada me recordó que estaba en casa, que estaba segura y amada.

—Sé lo que vales, hija, no tenías que demostrarme nada, maldición —dijo mi padre, su voz temblorosa por la emoción—. Discúlpame a mí por no hablar con las palabras adecuadas, sabes que soy impulsivo y me cuesta horrores controlar lo que digo.

De alguien tenía que salir.

Nos separamos lentamente, pero permanecimos cerca el uno del otro, compartiendo una mirada llena de amor y gratitud. Y en ese momento, supe que había encontrado mi verdadero hogar, el lugar donde pertenecía.

—Te extrañé tanto, papá —susurré, sintiendo un nudo en la garganta.

Él me sonrió con ternura, secando mis lágrimas con sus dedos rugosos.

—Y yo a ti, loca —me acomodó el cabello tan concentrado en mis ojos que ni comentó nada del color fantasía de este—. Pero ahora estás de vuelta, y eso es todo lo que me importa.

Juntos, nos dirigimos hacia el interior de la casa, dejando atrás las preocupaciones y los temores del pasado. Porque aunque el camino por delante podría ser difícil, sabía que mientras tuviera a mi familia a mi lado, podría enfrentar cualquier cosa.

Entré tímidamente en la casa, sintiendo el peso de la tensión en el aire. Miré a mi alrededor, notando los pequeños cambios en la decoración, los signos de que la vida había continuado sin mí.

Finalmente, mis ojos se encontraron con los de mi madre. Allí estaba ella, sentada en su silla favorita, con los ojos enrojecidos. Pero cuando me vio, una mezcla de sorpresa y alegría cruzó su rostro, y se puso de pie de un salto.

—Blair —pronunció, con la voz llena de emoción. Extendió los brazos hacia mí, y en un instante, me encontré abrazándola con fuerza, sintiendo el calor reconfortante de su abrazo—. No puedo creer que estés de vuelta —dijo—.  Me hiciste creer que te había perdido para siempre.

No hay nada más sanador que el abrazo de una madre.

—Estoy aquí, ma —le aseguré y las lágrimas siguieron brotando en mis propios ojos—. Estoy aquí y nunca más me iré.

Nos abrazamos entre los tres durante lo que pareció una eternidad, compartiendo el peso de la culpa y el alivio de volver a estar juntos. En ese momento, supe que había tomado la decisión correcta al arriesgarlo todo por mi familia. Porque al final del día, su amor y su perdón eran todo lo que realmente importaba.

O eso creía.

Eso creía hasta que ese día, luego de un mes, todo volvió a dar un giro inesperado.

Mis pensamientos estaban dispersos mientras me sumergía en el silencio reconfortante de mi habitación, tratando de encontrar algo de paz en medio del caos emocional que me consumía. Cerraba los ojos y respiraba profundamente, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Me resultaba tan raro estar tan sola luego de vivir con alguien todos esos meses.

De repente, la puerta se abrió suavemente y la voz de mi padre rompió el silencio, sacándome de mis nubes.

—Blair, cariño, ¿puedo entrar? —preguntaba con delicadeza.

Asentí con la cabeza, sintiendo una mezcla de curiosidad y confusión. Mi padre entró en la habitación y cerró la puerta detrás de él, su expresión seria pero compasiva.

—¿Qué pasa, papá? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

Él se acercó y se sentó a mi lado en la cama, colocando una mano sobre mi hombro.

—Tocaron la puerta —anunció con suavidad, su mirada buscando la mía con preocupación—. Creo que hay alguien que te está buscando. Vino con Viento negro.

Maldición, Viento negro.

Que mala madre que soy. Con tantas cosas lo he dejado allí.

Mi corazón se aceleró ante sus palabras, reconociendo de inmediato una sensación nerviosismo que crecía dentro de mí.

¿Quién vendría a verme ahora? Pensé. No tenía amigos y si los llegaba a tener seguro que ya, en mi regreso, ni si quiera me hubieran aceptado luego de todas las veces que rompí la ley. Me considerarían como mala influencia. Por otra parte, Mushu no podía ser, él me había mandado un mensaje diciéndome que nos juntábamos a cenar más tarde para contarnos nuestras primeras semanas de trabajo luego del caos, yo como entrenadora de boxeo y él como estilista. Por otra parte, hacía ya medio año que Pipa y Zayn aún seguían en ejército, uno procesando toda su vida y creando un nuevo comienzo desde cero y el otro decidiendo que hacer con la suya. Grillo también los acompañaba y Gafitas seguía en medio de arreglos de Joel porque, luego de apagar el centro, se comenzó a sentir fatal y su dueño, luego de hacer las pases con él, decidió que actualizarlo sería la mejor opción.

Sentí una mezcla de emociones mientras me levantaba de la cama, dejando que mi padre me guiara hacia la puerta. Una parte de mí estaba llena de esperanza, deseando desesperadamente algo que, muy en el fondo de mi corazón, moría porque pase, pero otra parte estaba llena de miedo, temerosa de enfrentar el pasado.

Cuando finalmente llegamos a la puerta principal, mi padre la abrió lentamente y me dejó sola con el visitante, revelando la silueta familiar pero al mismo tiempo tan pero tan distinta a lo que alguna vez fue. Él estaba parado en el porche con su barba extinguida al cien, su pelo rubio, ahora un poco más corto, atado a una coleta, y una ropa que no era de entrenamiento. Tenía una camisa blanca abierta en la parte de los botones y unos pantalones negros que lo hacían ver más atractivo de lo que ya era.

Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de una mezcla de arrepentimiento y amor.

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho mientras lo observaba, sintiendo una oleada de emociones abrumadoras amenazando con inundarme. No sabía qué decir, cómo reaccionar ante este encuentro inesperado. Me sentía como si nunca nos hubiéramos separado.

Como si no hubiera pasado medio año sin vernos.

¿Qué era lo correcto?

¿Acaso hay algo correcto cuando se trata de amar?

Pero antes de que pudiera reunir mis pensamientos, Zayn tomó una respiración profunda y dio un paso adelante, mirándome con una intensidad que hizo que mi corazón se detuviera.

—Blair, no puedo seguir con esto —dijo con una seguridad de la hostia, enseñándome un ramo de flores que tenía escondido detrás de su espalda.

Las flores azules más lindas que alguna vez vi en mi vida.

Y en ese momento, supe que no importaba lo que hubiera pasado entre nosotros en el pasado, no importaba cuánto dolor nos hubiéramos causado el uno al otro, todavía había algo entre nosotros que no podía ser ignorado. Algo más allá de una simple atracción que era demasiado notable.

—¿Qué hace...? —balbuceé como pude, aceptando el ramo, sin palabras.

—Dejé el ejército —dictaminó, sincerándose— y lo primero que hice fue venir a buscarte. Ya no estoy de acuerdo con sus principios. ¿Estoy muy loco?

—Joder —la maldición salió de mi boca sin ni si quiera querer decirla.

Me miró con esos ojos tan profundos y se resistió muy bien a no bajar a mis labios rosados.

—Sí. Estoy jodidamente loco por ti.

Negué con la cabeza.

—No puede hacerme esto.

Y él asintió, segurisímo de sus palabras.

—Estoy enamorado de ti, de tu valentía, de lo estúpidamente hermosa y fuerte que eres, de todo. Y estás muy equivocada si piensas que te dejaré ir porque eso no ocurrirá jamás. Al menos que muera, claro.

—Por favor, no siga —O yo seré la que nunca podrá dejarlo ir.

—Quiero que escuches con atención las grabaciones que dejé debajo de las flores. Quiero que escuches cada maldito segundo, y si luego de eso, no me quieres ver la cara y me sigues creyendo un idiota y un cobarde, me iré.

—Zayn, yo... —Me detuve al ver la nota que dejó adherida al ramo.

"Volverás, a sentir mariposas, a que un mensaje te ponga nerviosa y yo volveré a enamorarte"

Me desconcentré de la letra de aquella canción cuando el colocó su mano en mi hombro para luego decirme:

—No dejaré que esto terminé solo en unos Besos en Guerra —murmuró finalmente—. Me hayas en el parque del centro mañana por la tarde. Te esperaré cada segundo que haga falta.

Y así, sin más, me dio un beso en la mejilla y se alejó, entregándome la rienda de mi caballo.

Fin.

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