Era realmente una tortura ir a clases con esa cantidad de cansancio, apenas y podía sostener su bolígrafo, lo que por su puesto, le dio mayor razón a Snape para bajar puntos a su casa cuando casi se durmió sobre el caldero. Ya ni siquiera podía importarle, a pesar de hacer su mayor esfuerzo por ello -(No era cierto)-, solo necesitaba dormir.
Apenas tuvo un espacio libre, no dudó en arrastrarse a el dormitorio, cayendo rendido sin siquiera haber tocado la almohada todavía.
Esos benditos minutos de siesta bastaron para darle lo que una noche entera no pudo. Se levantó sin muchas ganas, porque a pesar de sentirse renovado, seguía queriendo con ansias su cama, pero tenía clases y había prometido ir con Alastor luego de clases.
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Su ánimo se esfumó tan pronto entró a el aula de historia. Malditamente aburrido, porque en sí le fascinaba la materia, era interesante, pero Binns hacía que todo se volviera aburrido de alguna manera. Si tuviera que escoger entre Snape y Binns, definitivamente escogería a Snape, mínimo con él podía pelear y divertirse un rato, aunque eso le costara un castigo.
Golpeó su pluma contra el papel, soltando un bufido. Comenzó a trazar líneas aleatorias, que finalmente terminaron por formar un rostro femenino. No notó el momento que terminó la clase, hasta que sus compañeros comenzaron a levantarse. Suspiró aliviado de terminar con esa tortura al parecer casi interminable.
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Un rato después, estaba sentado frente a Alastor, haciendo sus deberes.
-Creo que deberías tomarte un descanso, Harry- Este negó, no obstante, una mano retiró la pluma de su mano. -Descansa- Casi ordenó, pero Harry estaba decidido a terminar todo para estar finalmente libre de esa carga que había pospuesto demasiado tiempo para su propio bien. El mayor no tuvo más remedio que dejarlo, sin embargo comenzaba a aburrirse de estar ahí simplemente, mirando a su adolescente hacer los trabajos que los odiosos profesores dejaban -(Lamentablemente, él estaba incluído)-.
No fue hasta que el ojiverde se cansó demasiado que paró. Tal vez debía reconocer sus propios límites.
-¿Y qué quieres que haga?- Le cuestionó cuando el profesor le propuso relajarse como debía. Alastor se levantó de su asiento y se colocó a sus espaldas, retirando sus gafas con extraña delicadeza. -Si tan solo cierras los ojos y te dejas llevar lo entenderías- Harry prefirió ignorar que eso sonaba bastante mal e hizo caso. Cerró los ojos, dejándose llevar por la oscuridad, inhalando profundamente.
Solo tal vez necesitaba un descanso.
Tan sumergido en sus pensamientos, deseos y sueños que ni siquiera notó en que momento se dejó llevar, siendo recibido por los brazos de Morfeo.
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Unos largos dedos acariciaron la superficie de papel, derramando una silenciosa y solitaria lágrima sobre aquella fotografía.
Severus Snape siguió lamentándose los errores de su pasado, retorciéndose dolorosamente en su llanto, deseando nunca haber tomado la decisión de seguir a ese maldito mounstro... A esos malditos monstruos. Albus era tan malo como la escoria de Voldemort.
Su mano fue instintivamente a su antebrazo, odiando aquella marca que se escondía bajo las oscuras telas.
A veces se permitía soñar y fingir que eso nunca había pasado, James seguiría vivo, Harry no estaría sufriendo.
Él mismo no estaría sufriendo, pero el hubiera no existe. Estaban en el presente, ahora se tenía que concentrar él... Pero todavía se podía dar un tiempo para mirar la imagen inmortalizada de James cargándolo vergonzosamente sobre su espalda. Lamentablemente, una fotografía muggle.
Minutos antes del desastre, pensó mirando a Black de fondo, luciendo decidido a exigir una explicación.
Tal vez, en otro universo, pudieron ser felices, los tres.
Tal vez.
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Alastor miró el rostro sereno de su chico, no pudiendo resistir el impulso de apartar un mechón de cabello de su rostro. Lucía tan... Puro e inocente, si dejar paso a pensar todo lo que había pasado, y lo que le esperaba.
Se maldijo a sí mismo por haber desarrollado sentimientos a ese niño. Sería tan fácil si solo fuera fingir preocupación hacia él y no sentirla de verdad. Esperaba sinceramente que lo perdonase por todo lo que le haría sufrir, pero aún así, estaba decidido a protegerlo a capa y espada, no le importaba ponerse en riesgo, no le importaba morir en el proceso, lo haría por él, si tenía suerte, por ellos.
Deseó profundamente parar el tiempo y evitarle toda esa futura angustia, y sin embargo hasta para un mago era imposible parar el tiempo. Era irónico que retroceder este no fuera imposible.
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Por otro lado, en algún lugar de Hogwarts, Neville comenzaba a cuestionarse a dónde iba su amigo. Sus excusas comenzaban a ser demasiado baratas. Tal vez debería enseñarle a mentir mejor, reflexionó mientras caminaba por los pasillos, cruzando caminos con Viktor y Cedric... Sospechosamente cerca.
-Hola, ¿Qué tal?- Saludó con entusiasmo, ignorando esos detalles. Miró los labios ligeramente hinchados de Cedric y su cabello despeinado con los ojos entrecerrados. -¿Qué hacían?- Preguntó sin tener en cuenta que eso se podía tomar como un cuestionamiento. Viktor pareció nervioso.
-Nada, charlar- Casi tartamudeó, murmurando las palabras en un torpe intento inglés menos marcado por su propio acento.
-Le ayudaba a mejorar su inglés- Convino el Hufflepuff, lanzando una nerviosa sonrisa. Al menos no tropezaba con las palabras como el Búlgaro. Tal vez si no hubieran actuado tan sospechosos Neville lo hubiera dejado pasar. Solo entrecerró los ojos, dejando ese tema de lado.
-Voy a los invernaderos, ¿Quieren acompañarme?-.
-No, no gracias, no se me dan las plantas- dicho esto, el extranjero se retiró con prisa, seguido de su acompañante. Ok, eso fue raro.
Apenas reanudó su caminata para ir con Luna, esta llegó a sus espaldas. Un día de estos lo una a matar del susto.
-Ellos se aman- Afirmó como si no fuera la gran cosa. El rubio miró a la Ravenclaw, esa mirada siempre tan soñadora. Bien... Para los demás iba a ser ciertamente inesperado.
Se alejaron caminando juntos mientras Luna hablaba animadamente sobre cosas que el Longbottom no entendía, pero le gustaba escucharla, sentir su entusiasmo.
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Harry despertó lentamente, estirando sus extremidades con pereza. No tenía idea de donde estaba, pero había dormido como nunca. Cuando finalmente se incorporó, notó dónde estaba, y la silla en la que había dormido.
Un día de estos se quedaría sin cuello, pero le gustaba dormir siendo custodiado por una persona que sabía que nunca lo lastimaría, porque siendo él en estos días no se sabía. Era bueno que Alastor fuera digno de confianza.
-Hola- Saludó con voz ronca, tallando sus ojos, para luego buscar a tientas sus gafas. El mundo se aclaró cuando las colocó sobre sus ojos.
-¿Dormiste bien?- Se burló el profesor. -¿Por qué no me habías dicho que roncabas?- Harry enrojeció de vergüenza al comentario. Ni siquiera él estaba enterado. Tal vez por la mala postura.
-Tu culpa- Le acusó. -Me haces dormir en una silla incómoda-.
-No parecías incómodo hace unos minutos- Señaló con suspicacia. El adolescente tuvo que darle la razón. -De igual manera, casi es la cena horas de irte-.
-O sea me estás corriendo- Se ofendió el más jóven. El falso Alastor hizo una mueca, ganándose un golpe en hombro. -Me voy-.
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Harry tenía que decir que esta noche Snape parecía especialmente molesto con todo y nada. Él no había nada, y normalmente él era el responsable de esa actitud tan complicada.
¿Quién se había atrevido a robarle su papel?, pensó ofendido, obligándose a retirar su mirada de el temible profesor.
Se volteó hacia su mejor amigo. -Estoy seguro de que hoy no explotaste ningún caldero- El rubio alzó las cejas con sorpresa ante su repentino comentario.
-Eh, no- Afirmó, mirando con sospecha a Harry.
-Oh
-¿Por qué?
-Por nada, curiosidad- Neville asintió, volviendo a su cena. Harry no pudo parar de pensar en eso, más que nada porque de verdad el hombre parecía demasiado sensible ante cualquier suceso. Procuraría no causarle problema en su lección de mañana. A veces la gente necesitaba un descanso.
Harry lo miró retirarse apenas parecía terminar su cena. Sea lo que fuera que lo estaba atormentando, el chico deseaba que pasara pronto.
Claro que Harry no sabía que ese algo era su padre.