Nota: Los atuendos que portaban el Shin Soukoku.
En la elegante ciudad de Londres, la noche se viste de misterio y sofisticación en un baile de lujo dónde los asistentes se envuelven en la opulencia de trajes suntuosos y máscaras enigmáticas.
El salón se ilumina ante la presencia divina del shin soukoku, ambos tan espléndidos con sus respectivos atuendos que desbordaban elegancia. Atsushi vestía un abrigo largo que le llegaba más abajo de las rodillas, se podía ver en él la piel del tigre blanco y sus guantes negros representaba a las garras de Byakko.
Por otro lado Akutagawa portaba un traje completamente negro en corte V y una estola roja. Ambos eran la atracción de todos allí más aún con las luces tenues iluminando cada detalles exquisitos de sus movimientos y cuerpos.
Las miradas qué Atsushi le daba a su compañero eran sutiles, pero llenas de adoración ante lo hermoso que se veía a través de ese antifaz. Era como si el traje fuera hecho a su medida al mismo estilo de la armadura demoníaca que envolvía todo su cuerpo. El albino estaba perdido en la silueta de Akutagawa mientras este miraba acercarse a su antiguo mentor con una sonrisa muy curiosa.
— ¡Chicos, están espectaculares! — Anunció con entusiasmo.
—Akutagawa, ese traje te queda como si fueras un lord oscuro. Y Atsushi-kun, realmente pareces un tigre elegante.— Tal afirmación hizo que el albino se sonrojara.
—Gracias, Dazai-san. ¿Cuál es el propósito de todo esto?— Preguntó con seriedad Akutagawa.
— Solo estoy tratando de añadir un poco de diversión a nuestras vidas. Y como son los dos solteros más elegantes de la agencia y de la mafia serán la pareja perfecta del baile. — Anunció el castaño confundiendo más a sus subordinados.
El asombró se hizo presente en Atsushi al ver la seriedad de las palabras de su mentor.
—¿Pareja del baile? — Atsushi no podia crecerlo, en verdad Akutagawa sería su pareja de baile.
— Ridículo. No necesito un baile para demostrar nada.— Resopla el pelinegro llamado la atención de Dazai, ya que no Lucía molesto.
— A veces, Akutagawa-Kun es necesario dejar que los demás vean que los perros también pueden bailar. — Habló divertido.
—Supongo que no hay escapatoria. ¿Listo para sorprenderlos, Akutagawa?— Preguntó Atsushi con una amplia sonrisa haciendo gruñir al pelinegro.
—Esto es una pérdida de tiempo.
Akutagawa aún no parecía convencido de bailar junto a Jinko. Ambos se encontraban en la pista de baile uno cerca al otro, Dazai se había retirado a beber algo dejando a la pareja solos.
Tanto Atsushi como Akutagawa se miraron a través del antifaz, el albino estaba admirado por la presencia elegante del más delgado, veía sus ojos grises brillar, de igual manera el pelinegro se perdió por un momento en los ojos tan peculiares de su compañero, no tuvieron noción del tiempo, ni cuanto tardaron haciendo contacto visual solo se dejaron llevar con la música clásica, encargada de guiar a las parejas a un baile pulcro a través de intrincadas coreografías.
El aire se impregnó de intriga, donde las máscaras ocultan identidades, creando un ambiente sumergido en el anonimato. El repiqueteo de los zapatos resuena en el suelo, mezclándose con risas y susurros de conversaciones discretas.
—¡Kunikida-Kun! — Llamó Dazai.
El rubio gruñó al ver a su compañero, pero la voz del castaño fue suficiente para que dejara la copa de manera cuidadosa en la mesa.
—No estoy de humor Dazai.— Expresó muy cansado de su compañero.
—¡Anímate Kunikida-Kun!.. Estamos los dos solos, en Londres y sin la agencia en nuestras agendas.
—No sigas Dazai, te enseñé lo suficiente para disculparte con ese mocoso gruñón de la mafia.... ¿Que más quieres de mí? — Preguntó el rubio sintiendo un hormigueo en su estómago.
Dazai sonrió admirando el nerviosismo de su compañero y solo le tomó de las manos llevándolo casi como obligandolo a la pista de baile.
—Solo quiero un baile... ¡Bailemos! — Exclamó entusiasmado.
El rubio y el castaño se unieron a los demás en aquel amplio salón, sin embargo los que llamaron la atención de todos fueron una peculiar pareja que apesar de ser enemigos se entienden muy bien.
Atsushi fue el encargado de dar el primer paso al extender sus manos hacia Akutagawa que gracias a su antifaz oculto el sonrojo en sus mejillas.
El tacto fue cálido, suave y rápidamente Atsushi se posiciono atrayendo más a Akutagawa hacia su pecho.
—¡Jinko! — Se quejó por lo brusco qué fue el tirón.
El pálido no quería admitirlo, pero la fuerza que Jinko ejercía en sus muñecas eran tan satisfactoria para él. Atsushi sonrió, no podría creer que estaba dominando en la pista de baile a la pesadilla viviente de Yokohama.
—Al menos es divertido ver a Akutagawa fuera de su zona de confort. — Murmuró y Akutagawa gruñó molesto.
—Esto no es divertido, no soy ningún freaky del circo para que me mires de esa manera — Se quejó, aún si se dejaba llevar por los movimientos de Atsushi.
—¿Quién lo diría? ¿El temido Akutagawa en un baile? — Preguntó irónico y le otorgó al pálido una mirada cargada de deseo que gracias al antifaz no se noto, sino Akutagawa lo hubiera degollado con Rashomun.
—No lo disfrutes demasiado, Jinko.— Dijo entre dientes para no gritar.
Fueron menos de tres minutos en los que la pareja se la pasó en pequeñas discusiones nadie quería ceder, pero el pálido recordó lo que Jinko le había dicho hace unos minutos.
Recordó a su hermana que alguna vez en unas de las fiestas que realizaba Chuuya en la mafia le dijo. “Diviértete hermano, no sabes cuando será el momento en el que tengas pareja y tendrás que aprender a bailar” es más hasta Chuuya le había enseñado a bailar después de que el pelirrojo había bebido más de dos botellas de vino.
Dos botellas bastaron para que Chuuya, actuará de esa manera con Akutagawa y se atreviera a tomarlo de la cintura para que lo enseñe a bailar, no iba a negar que ese día se sentía muy nervioso.
—¡Me largo! — Anunció molesto al recordar lo que pasó después.
Si embargo Atsushi lo detuvo tomando de la mano y sujetado su cintura, Akutagawa sentía que esa parte de su cuerpo quemaba como si la lava que alguna vez uso contra su habilidad la noche de la Deah Apple estuviera ahí.
Ambos se miraron a través del antifaz que portaban y el pálido se relajó al igual que el tigre blanco al realizar un toque suave en la cintura del otro.
Ryunosuke Akutagawa podría jurar por su hermana que en cualquier momento se queda sin aire, tenía a Jinko a pocos centímetros de su rostro con sus manos sujetandolo y lo que más le frustraba al pálido era no poder quitarlo con la ayuda de su habilidad.
¿No podía o no quería?
El pelinegro no quería dejar atrás ese momento se sentía muy extraño y un hormigueo bastante molesto le invadía el estómago. Sin embargo una pesadilla interrumpió ese momento, y era nada más y nada menos que la presencia de Dazai que hizo que ambos dejaran su momento y lo miraran.
Frente a ellos estaba el castaño con el cabello alboratado y la camisa desarreglada con tres botones sueltos. Tenía los labios rojos y una espléndida sonrisa en el rostro.
—¡Chicos! Que gusto verlos... — Anunció feliz, Atsushi frunció el ceño al sentir el aliento lleno de alcohol de su superior.
—¡Si Dazai-san! ¡OTRA VEZ! — Exclamó Akutagawa muy molesto amenazando con Rashomun al mayor.
—¡Akutagawa! — Llamó Atsushi calmando a su compañero.
Dazai se sintió mal tercio y entendió que su presencia sobraba entre su antiguo y actual subordinado.
—¡Calma!...¡Calma! Akutagawa ya me voy — Dijo haciendo un gesto raro con sus manos como si estuviera apagando una fogata.
Dazai podría estar ebrio, pero eso no quita el hecho de que su plan de juntar a ambos de forma romántica haya funcionando, Kunikida le debía una salida al cine y Chuuya una semana de limpiar su departamento el cual todos sabemos que es un basural.
«Estas loco si piensas que ellos pueden llegar a gustarse» Le dijo el rubio gruñón de la agencia.
«Maldito bastardo, Akutagawa nunca se fijaría en esa bola de pelos escuálida de tu agencia» Le dijo Chuuya con cierta superioridad.
Dazai se fue dejando un silencio tranquilo, ambos se miraron entre sí para luego volver a lo suyo. Quién iba a decir que dos miembros de las organizaciones rivales se entenderían tan bien.
La noche los abrazo como si se tratará de una pareja de enamorados, la complicidad, el entendimiento y la sincroniza ion de sus movimientos como si estuvieran en el campo de batalla era lo que más destacaba y eran admirado por todos los presentes.
Una hermosa atmósfera festiva y cálida se formó entre ellos.
— ¿Quién iba a decir que el gruñón de Akutagawa tiene pasos de baile?— Preguntó Atsushi riendo de la situación.
— No te confundas Jinko, esto no significa nada.— Habló frunciendo el ceño.
—Claro, claro. Pero admitámoslo, somos la pareja más destacada aquí.— Expresó apretando más la cintura de su pareja.
—Eso no es difícil considerando los disfraces extravagantes.— Dijo el pelinegro logrando un movimiento que hizo a Atsushi retroceder.
La esbelta pierna de Akutagawa se interpuso en medio de las piernas de Atsushi al punto de que la rodilla del pelinegro amenazaba con tocar la parte íntima del albino.
Atsushi sintió la cercanía y trago saliva nervioso para luego escapar de ese ataque y hablar cualquier cosa.
—Mira, podríamos ser ellos.— Añadió señalando a sus mentores bailando torpemente.
Dazai traía como títere a Kunikida que emitía una que otra maldición.
—Preferiría no ser una pareja de desastres. — Habló sonriendo levemente, ya que le causó gracia ver a Dazai y al rubio de la agencia.
—¿Has considerado que tal vez disfrutas esto más de lo que admites?—Atsushi abordo al pálido al ver que genuinamente disfrutaba del baile.
—No confundas tolerancia con disfrute.
El vals entre ambos se extendía más y más poco a poco las parejas se retiraban de la pista de baile unos por cansancio y otros simplemente para admirar al dúo del nuevo doble negro.
Atsushi Nakajima sintió que había trascendido de todos sufrimiento al ver los ojos grises de su pareja, sentia que llegaba al nirvana con cada toque de Akutagawa.
Se sentía cómodo y con la capacidad de expresar todo lo que ahora mismo le causaba ese pelinegro.
En una milésima de segundos Akutagawa tomó el control de la situación quitando con fuerza la mando de Atsushi qué reposaba en su cintura para luego reposarlo a sus hombros.
Atsushi sonrió nervioso y más al sentir ahora la delgada y filosa mano de Akutagawa haciendo presión en su cadera.
— ¿Cómo se supone que debe ser esto, un tigre bailando con un lord oscuro? — Dijo tratando de ocultar sus nervios logrando una sonrisa en Akutagawa.
—Ni siquiera intentes entenderlo. Solo sigue el ritmo. — Ordenó Akutagawa llevando ahora el ritmo del baile.
— ¿Así está bien?— Preguntó tratado de seguir el ritmo torpemente.
Sin embargo Atsushi fracaso y solo bajo el rostro avergonzado ante las palabras de Akutagawa.
—Al menos no pisoteas mis pies.— Dijo y tomo con delicadeza de la barbilla de Atsushi obligandolo a mirarlo.
—Jinko eres pésimo en esto.— Se quejó sin soltar el agarre.
—Creo que hemos encontrado un nuevo talento para ti, Akutagawa, el baile.
—Prefiero mil veces mi habilidad Rashoumon, pero gracias por el cumplido. — Expresó con superioridad.
Así fue como la noche se extendió hasta altas horas de la madrugada y el dúo terminó en la azotea del hotel con un porcentaje considerable de alcohol en la sangre.
¿Qué pasará entre ellos dos?