¿Tenemos un trato?

By AdictaAlCafeyAti

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Ezra está pasando por el peor momento de su vida, descubrió que su novia lo estaba engañando con su primo. Lu... More

Prólogo.
1. Una inglesa prostituta.
2. Un beso a la inglesa.
3. Querida yo, la próxima no tomes tanto.
4. Lord y Ladys.
5. ¡Tenemos una princesa en la familia!
6. El caos de coincidir en las desgracias amorosas.
7. La ex, el peor enemigo de toda novia.
8. Seamos por esta noche estrellas caídas.
9. ¡Maldito Flash!
10. Qué lindo se mi puño en tu cara.
11. Piensa en la Biblia Verena, o mejor olvídate de ella.
12. Un brindis, por las ladys del mundo.
13. Se siente bien portarse mal.
13. parte dos.
14. Una charla con mi doña suegra
15. Solo los patéticos aman a la persona incorrecta.
16. Oops!... Did it Again.
17. La vida es dura, porque si fuera fácil se llamaría...
18. Es una abuela mafiosa.
20. Rayos, calma y la cucaracha.
21. ¿Qué carajos sabes del amor?
22. Al mundo le sobra gente rota.
23. Aun así, estoy aquí contigo.
24. Quizás, quizás y tal vez quizás.
25. Enfrentando al enemigo.

19. A la abuela, le gustan los pelirrojos.

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By AdictaAlCafeyAti


19. A la abuela, le gustan los pelirrojos.


Verena.

Tome aire, inspirando profundo por la nariz y soltando despacio por la boca. Estaba persiguiendo a mi abuela por todo el centro comercial.

Giro mi cabeza hacia la derecha, George no estaba mejor que yo. Tenía la cara roja y la respiración agitada.

— ¿De dónde saca tanta energía? Tiene 80 años. — pregunté mirando por donde ella se fue.

— La verdad, no lo sé. Su majestad es una mujer energética.

Asiento estando de acuerdo. Ambos comenzamos caminar, hasta que llegamos a la abuela. Quien tenía muchas bolsas de compras en la mano. Ella quería vivir la experiencia "Ser una mujer millonaria en sus 80", así que caminaba alegre y elegante por todos lados.

De alguna forma me hacía acordar, a la gata blanca. De la película animada "Los aristogatos". Refinada, coqueta y sabia cuando y como sacar las garras.

Estaba tan feliz de tenerla aquí, aunque me tuviera caminando de lado a lado.

— Abuela, podrías ir más despacio.

— No hace falta ir despacio, la vida pasa demasiado rápido. Para detenernos en un solo momento.

Comparto una mirada con George.

— Lo siento duquesa, pero su filosofía nos tiene de lado a lado.

— Bueno, está bien — rueda los ojos. ¡Mi abuela me rodo los ojos! — Vamos, última parada antes de comer algo. ¿Quieres hacerte un cambio de look?

— Claro....Espera ¿Qué? — pregunte confundida. Ella me tomo del brazo y me guio hacia la puerta de un local.

Un elegante establecimiento de belleza, estaba al frente nuestro. Ella le dio las bolsas a George y le dijo que podía descansar por algunas horas.

— ¿Qué planeas abuela?

— Un arreglo de uñas, pestañas, pies y que te hagas algo nuevo en tu cabello.

Levante mis cejas sorprendida, sin poder creerlo.

— ¿Qué? ¿Mi pelo?

— Ya se, que nunca te has hecho nada. Pero puedes intentar hacer un cambio, aunque sea minúsculo. Para superar una mala relación, las mujeres cerramos ciclos. Y los ciclos se cierran haciendo cambios.

Solté una carcajada, ante lo que dijo.

— ¿Qué sabe usted de cerrar ciclos? — cuestione intrigada. Ella me miro como si le hubiera dicho la mayor estupidez del mundo.

— Querida, las inglesas somos las pioneras de ese dicho popular — alegó con obviedad. — La princesa Diana de Gales, y su icónico vestido negro. Sin ir más lejos, cuando tu abuelo falleció, vendí toda su colección de cartas históricas y las pinturas de las cuales él estaba orgullo ¿Te acuerdas?

Me lleve las manos a la boca, para frenar el chillido que se escapó de mis labios.

— ¿Las pinturas que pertenecieron al cuarto del Rey Luis II?

Ella asintió con una sonrisa felina en sus labios.

— Con ese dinero me compre un lindo traje de baño y me escape a las playas cálidas del caribe.

— ¿Cuándo fue eso?

— Cuando todos pensaban que estaba en un retiro espiritual. — comenta como si nada. — Te hubiera llevado mi niña, pero tus papas hubieran hecho muchas preguntas.

— No puedo creerlo — dije incrédula, mirando con admiración y adoración a mi hermosa abuela.

— Púes créelo, no llore por la muerte de tu abuelo. — relata seria, su sonrisa y la luz de sus ojos se apagaron. — No podría permitirme sufrir por alguien que me vio llorando mientras me arrodillaba en el suelo. Rogándole que no me engañara y que dejara a sus amantes. —me dolió en el alma ver el dolor en sus ojos. — Por eso mi vida, quiero que nunca pases por lo mismo que yo, no pude hacer nada por ti antes. Déjame compensar el tiempo que no pude estar contigo.

No pedí permiso, ni siquiera lo pensé. Me abalance con cuidado hacia ella, abrazándola con fuerza.

Mi dulce, fuerte y tenaz abuelita. Daria todo el mundo porque nunca hubiera experimentado tal dolor.

Pero de alguna forma sus palabras me reconfortaban, ella me entendía. Mejor que nadie al decir verdad, bueno no mejor que él. Pero ella sabía cómo se sentía ser traicionada.

No quería odiar a mi difunto abuelo, pero la verdad no podía sentir más que rencor. Por lastimar al ser más hermoso y bueno del mundo.

— No tienes que compensar nada, estas aquí y eso es lo que necesitaba. — dije sollozando. Las lágrimas se precipitaron por mi cara.

Ella se alejó de mi abrazo, para tomarme la cara entre sus cálidas y arrugadas manos. Me miro con un amor que me enterneció el corazón.

— Mi niña valiente, siempre lo fuiste.

— Lo herede de ti.

Ella me regalo una sonrisa sincera. Alejando los fantasmas de su pasado de su mirada, dando paso a la luz que siempre la acompaña.

— Estoy orgullosa de la mujer en la que te has convertido. — sus palabras calaron en lo más profundo de mi corazón. — Ahora dejemos de llorar, porque nos vemos mal llorando. Y entremos por nuestro cierre de ciclo.

No pude evitar reírme entre lágrimas.

Nos pasamos toda la tarde en la estética, mimándonos y contándonos cosas absurdas, triviales y algunas profundas.

Mientras más tiempo pasaba con mi abuela. Me daba cuenta de cómo se siente el amor, no uno romántico, sino ese amor cálido, apacible, bondadoso y duradero. Me di cuenta que nunca había experimentado algo así con Jeremías.

Su amor había sido fugaz, candente en lo físico. Pero frio en lo sentimental. Como si nunca hubiera estado sujeto al alma realmente.

Lo cual me llevo a pensar lo que siento por Ezra, creo que estoy en camino a enamorarme. Creo que de alguna forma una pequeña parte de mi corazón latía más rápido, cuando él estaba cerca. Mi estómago se encogía cuando sonreía y mi cuerpo reaccionaba de una forma casi inexplicable cuando nos tocábamos.

Pero no me quiero precipitar, primero tengo que confirmar que siente él por mí. En el caso de que no sea mutuo, dejare de tener sexo con él. Ya qué eso me podría confundir y hasta terminar enamorándome.

— ¿Lista para verte? — la voz del peluquero me saco de mis pensamientos. Mi abuela se había dormido en la silla de al lado, hace diez minutos.

— Si — respondí con nerviosismo.

Él da vuelta la silla. Haciendo que mis ojos choquen contra mi reflejo en el espejo.

Me quede con la boca abierta, mientras examinaba mi pelo antes castaño oscuro. Ahora tenía reflejos color caramelo y me había cortado un poco las puntas. No era un cambio extravagante, pero nunca antes había teñido mi cabello. Y verlo así, me encantaba.

— Me gusta mucho, me siento otra.

El peluquero sonrió.

— Te ves divina, reina.

No pude evitar soltar una carcajada, la cual despertó a mi abuela. Ella me miro primero sin entender nada, luego reacciono.

— ¡Esto es fantástico! Te vez hermosa mi niña.

Le regale una sonrisa, ella beso mi frente. Mientras jugaba con mi cabello.

— ¿Te gusta?

— Me encanta, estas preciosa como siempre.

Antes de poder responderle. Mi celular comenzó a sonar en mi bolso. Lo tome y atendí la llamada, sin ver bien quien de quien se trataba.

Hola Verena, buenas tardes. Soy Lilia.

— Hola, buenas tardes — la saludo, miro a mi abuela que me hacía señas raras con su manos. Creo que quiere saber con quien hablo. — ¿Cómo se encuentra?

Estoy perfecta, querida ¿Vos como estas?

— Me alegro, bastante bien.

La verdad te hablaba para invitarte a cenar esta noche a mi casa. Claramente seremos nosotros, mi esposo y mis hijos. — me informa. — Quiero invitarte a una cena pacifica, ya que todas las anteriores han sido un poco...

— Intentas — termino por ella. La escucho reír del otro lado de la línea.

— ¡Exactamente! — confirma. — ¿Qué dices quieres venir?

— Me encantaría, pero mi abuela vino de visita. Y no puedo dejarla sola.

¡Tu abuela! — exclama sorprendida. — Puedes invitarla, me encantaría tenerla a ambas en mi casa. Además me fascinaría conocer más de ti, y tu familia.

Créame señora, que la única decente es mi abuela. No le gustaría conocer al resto.

— Yo creo que debería preguntarle.... — Miro a mi abuela, quien hacia seña con sus pulgares. Diciendo que si quería ir, sin siquiera saber a dónde. — Creo que estaría bien ¿Esta noche a qué hora?

¿Te parece a las ocho? — me pregunta. Le digo que sí, ella suelta un chillido animado. — Podríamos tomarnos unos tragos antes, digo las mujeres solas.

La escuchaba tan animada, que no podía decirle que no.

— Esta bien, me parece una idea genial.

— ¡Perfecto! Las espero, será muy divertido. — dicho eso cuelga.

Miro a mi abuela.

— Tengo que ir a comprarme un vestido — dice como si fuera una necesidad básica.

La miro boquiabierta.

— Pero, si te compraste un vestido nuevo — señalo. Ella se encoje de hombros. — Además no sabes a dónde vamos. — digo con tono despectivo.

— Señorita, más respeto.

La miro incrédula, me habla como si fuera la duquesa. Cuando desde que se llegó, parece que se dejó el papel de duquesa en Bedford.

— Iremos a una cena en casa de la familia de Ezra, me acaba de invitar su mamá.

— Que bien conoceré a la suegra. — Comenta feliz. — Entonces pongamos en marcha. Tenemos que ir a comprarme un lindo vestido para la cena. Quiero uno negro.

— Pero no usas negro.

— Quiero uno negro, porque hoy. Es el funeral de la soltería de mi nieta.

Lo dijo tan seria, de una manera tan casual. Que me hizo estallar en risas, haciendo que ella se carcajee de una forma nada propia. Totalmente escandalosa, de esas risas que me dejan dolor de estómago. Pero hacen completamente feliz.

***

— ¡Bienvenidas! — nos saludó con una enorme y genuina sonrisa, Lilia Ferrari.

Traía puesto un vestido negro corto elegante, a juego con su chaquetilla de cachemira negra con detalles blancos.

— Hola, buenas noches — la salude con el mismo entusiasmo.

Ella me rodeo con los brazos, en un fuerte abrazo. Lo cual me dejo algo sorprendida, pero lo recibí gustosa.

Me di cuenta que si me gusta recibir abrazos.

— Estas hermosa — señalo mirándome. Me había puesto un pantalón sastrero de cintura alta, color tostado y un top de cuello alto color blanco. A juegos con unas sandalias de tira color blanca.

—Usted luce bellísima. — dije con sinceridad. Me alejo un poco de ella, para que pueda ver a mi abuela. Quien se había quedado a un costado. — Ella es mi abuela, Duquesa Margaret Williams de Bedford. Abuela, ella es la madre de Ezra, Lilia Ferrari.

Con mi abuela habíamos acordado que hablaríamos en español en la cena. Y que dejaríamos a George descansar, el pobre lo agradeció.

Lidia se gira para saludar a mi abuela. Se la notaba indecisa de como saludarla, pero las dudas quedaron eliminadas. Cuando mi abuela la rodeo con sus brazos para abrazarla. Al igual que le dio un beso en la mejilla.

— Hola, muchas gracias por invitarme. Puedes decirme Margaret — dijo animada.

Me quede mirándola, no esperaba esto para nada. Sinceramente pensé que actuaría como la duquesa. Pero ella sola decidió, solo ser mi abuela.

Una abuela normal que conoce a la familia de mi "falso" novio.

La ame aún más por eso. Por darme una experiencia dentro de todo normal.

— Entonces, usted, puede decirme Lilia. — comenta ella feliz. — Pasen chicas, mi esposo y mis dos hijos todavía no han llegado. Mi hija se nos unirá en un momento, ella está esperando a su esposo.

Ella nos hace pasar a su casa. Toma nuestros abrigos, para ser principios de mayo, el clima estaba muy frio afuera. Por suerte la casa estaba cálida y agradable.

Mi abuela entrego su sobretodo rojo, para revelar su vestido negro, con mangas tres cuarto.

Si ella cumplió con lo que dijo. Se puso un vestido negro.

— ¿Entonces Estefan vino? — pregunte, mientras caminaba al lado de ambas señoras.

— Si, por fin. La verdad ese tema me tenía bástate preocupada.

Su tono me dio a entender, que no quería revelar nada más. Así que cambie drásticamente el tema, hablando de muchas cosas y a la vez de nada.

Lilia y mi abuela congeniaron bastante bien.

Tan bien que treinta minutos después, y dos cocteles cada una. Ya estaban hablando y charlando, como si fueran las más intimas amigas.

— Ahora cuando visites Bedford, podrás presumir que te quedas en la casa de la duquesa — sonrió orgullosa mi abuela.

— Que maravilla poder presumir eso. Sabe que usted, es bienvenida a esta casa cuando quiera. Después de todo somos familia.

Inmediatamente me atragante con mi bebida. ¿Familia?

Comencé a toser como una desquiciada. Mientras sentía el alcohol quemar mi nariz. No vuelvo a tomar por esta noche.

— ¿Estas bien querida? — pregunta mi abuela preocupada. Podía ver su sonrisa picarona, escondida detrás de su cara de preocupación.

Que astuta.

Tosí un par de veces más, antes de contestar. Recobrando un poco la compostura.

— Si, solo fue el trago — miento.

— Me parece esplendida la idea Lilia. — comenta mi abuela. — ¿Piensas que deberíamos ir planeando el banquete de la boda?

Casi me muero, al escuchar la pregunta de mi abuela. Comencé a replantearme la idea de haberla traído, ya que sabía que ella quería que fuera novia de Ezra. Pero también quería molestarme, sabía que la situación me incomodaba.

Pero no le importaba un carajo.

Mientras ambas mujer hablan, de "mi futura boda, no existente". Yo intento esconderme detrás de mí trago.

Preguntándome en donde estará Dafne, porque la verdad, necesitaba escapar de esta vergüenza. Aunque no sé qué tan buena compañía sea ella.

— Si me disculpan, bellas damas. Necesito usar el tocador — nos informa mi abuela.

Lilia la acompaña hasta el baño, dejándome sola con mi copa.

Escucho ruido detrás de mí. Doy media vuelta, para encontrarme con Ezra.

Trae puesto un traje gris oscuro, su cabello lucia algo despeinado. Pero seguía viéndose hermoso, la barba de tres días ya comenzaba a notarse. Pero no se veía descuidado, se veía perfecto...

Mi corazón dio un vuelco, cuando me dedico una mirada radiante acompañada de una sonrisa coqueta.

— Hola jefecito.

Le regalo una sonrisa, cuando se me acerca. Pone su mano en mi cintura de forma posesiva, antes de besarme la boca. Un beso dulce y corto.

— Hola Reni. ¿Así que conoceré a tu abuela? — pregunta con media sonrisa.

— Si, no creo que estés preparado.

— Dime una cosa — pide mirándome a los ojos. — ¿La queremos? O es parte de la familia que te dejo de lado.

En ese momento me di cuenta que nunca le conté sobre mi abuela a Ezra. Ya que hablar de ella, me dolía, porque creí que me había dejado de lado como todos.

No pude evitar sonreír de oreja a oreja, una sonrisa de verdad genuina.

— La queremos. Es mi persona favorita en todo el mundo. Luego te cuento lo que paso, pero quiero que la conozcas. Ella es mi todo — digo con una sonrisa.

— Ya quiero conocerla.

Escuche unas risas y murmullos, que provenían de la puerta. Veo a Vicenzo y Lilia entrando juntos. Me separo de Ezra para saludarlo como se debe.

— Que bueno verte, Verena.

— Lo mismo digo — respondí con una sonrisa. — ¿Mi abuela?

— Ella esta... — antes de que mi suegra, pudiera responder.

Escuche la carcajada de mi abuela, y la risa de Luca.

Mi abuela es el único ser en el mundo. Que me podía sorprender tanto, creo que mi mandíbula quedo a la altura de mis rodillas.

Luca y Margaret, entraron a la sala, agarrados del brazo. Ambos riendo como si fueran los mejores amigos del mundo.

Enarque una ceja, cuando Luca me miro regalándome una sonrisa gatuna.

— Mira Verena, me acabo de encontrar a un muchacho guapo y encantador. — comenta dichosa. — Dice que esta soltera.

Eso hizo reír a todos.

— Pero abuela, ya tengo novio — dije, al mismo tiempo que sentí la mano de Ezra juntarse con la mía.

— Yo no lo decía por ti. ¿Acaso te quieres quedar con todos los pelirrojos hermosos de esta sala? — pregunto descaradamente. Haciendo me sonrojar, totalmente.

Sentí las mejillas, el cuello y hasta los brazos rojos.

Dios, sé que soy tu mejor guerrera ¿Por qué me mandas estas batallas? Me lamente mentalmente.

— Tenías razón Reni, no estoy preparado — murmuró Ezra en mi oído. Antes de besar mi cabeza. — Espero que Reni, no quiera a todos los pelirrojos de esta sala. Sería algo dramático. — comenta.

Lo mire entornando los ojos en su dirección.

— Aunque teniéndome a mí como elección — murmura Ezra. — Estaríamos en una disputa muy difícil hermanito.

Mi abuela se gira para mirarlo, luego mirarme a mí.

— En mis tiempos, esto se arreglaba con dos caballos, dos lanzas y una tribuna llena de espectadores — comenta mi abuela. Dejándonos a todos callados. — Es una broma, al estilo inglés.

Al decir eso suelto una pequeña risa, haciendo que todos comiencen a reírse.

— Abuela, te presento a mi novio Ezra Ferrari — lo señalo. — Ezra, te presento a mi abuela, Margaret Williams.

Mi abuela se separa de Luca, y se acerca a Ezra. Lo saluda con un beso en cada mejilla.

— Un gusto conocerte — luego le pide que se agache a su altura. Ezra le hace caso. — Le haces daño a mi niña, y te corto en pedazos y te reparto por todo el océano pacifico.

Lo dijo tan bajito, que apenas pude escucharlo. Pero vi como Ezra se puso blanco como un papel, en cuestión de segundos. Aunque sonrió y le aseguro que me cuidaría siempre, sabía que su sonrisa era nerviosa. Le dio miedo.

— El gusto es mío, me alegra mucho que este aquí.

— A mí me alegra estar con mi nieta.

— Deberíamos brindar — dice mi suegro. — Tenemos a unas hermosas mujeres de realeza aquí con nosotras.

Con mi abuela nos miramos cómplices.

— Esta noche, solo soy una abuela metida. Que quiere conocer al novio de su nieta. — dice con una voz dulce. Que me hace sonreír únicamente al escucharla.

— Bueno, entonces brindemos por esta hermosa relación. — dice Lilia. — Tomen asiento. — señala los sillones.

Estaba por caminar cuando siento una mano en mi codo.

Me doy vuelta encontrándome con la mirada cálida y coqueta de Luca. Sus ojos verdes resplandecían como gemas preciosas, podía jurar que sus ojos tenían una saturación mucha más profunda que los de Ezra, pero seguían siendo ojos Ferraris.

— ¿A mí no me saludas cuñadita? — el tono que uso para decir cuñadita. Me hizo recordar, que el sabia sobre el trato.

— Buenas noches, Luca — lo salude con media sonrisa. — ¿De qué te reías con mi abuela?

— De muchas cosas. Por ejemplo que me pregunto si yo era tu novio...

— Pobre es viejita, seguramente se confundió.

— Puede ser.

— No puede, es.

Rodo los ojos, mirándome con intriga. Tomo un mechón de mi cabello entre sus dedos mirándolo.

— No sé qué me gusta más. — dijo serio. — Si la actitud de tu abuela, como te brillan los ojos cuando la miras. O tu nuevo look, aunque debería decir que este color te va muy bien. — Lo dijo de tal forma, que logro ponerme nerviosa. Me miro y analizo unos segundos más. — Podría decir que tu cabello. Me gusta lo que te hiciste.

Sonreí sonrojada. Y algo abrumada pensé que no se notaba, ya que ni Lilia ni Ezra me dijeron algo por el cabello.

Eso debe ser porque Luca, es muy observador.

— Gracias — dije avergonzada. — Es lindo de tu parte, que lo notaras. Igualmente es un cambio pequeño, apenas son reflejos.

— Te das cuenta, que me podes ser amable conmigo. Para variar. — pellizcó mi nariz, con sus dedos. Dejándome pasmada con esa acción. — Te queda bien, estar sonrojada.

Dicho eso se alejó de mí. Dejándome patidifusa mirándolo.

Eso fue extraño...

— ¿Me deja escoltarla bella dama? — le pregunta Luca, a mi abuela.

Ella me mira guiñando me un ojo. Luego gira su cabeza para mirar a Luca, lo mira sonriendo.

— Me encantaría— tomo el brazo de Luca. Con entusiasmo. — ¿Mi nieta te comento que soy viuda? — le informo, como si fuera lo más normal del mundo.

Luca se da vuelta y me mira sonriendo.

— No me dijo, pero que interesante — le regalo una sonrisa.

Ezra quien miraba la escena a unos metros de mí. Se me acerco para mirarme extrañado.

— Sabias que si ellos terminan juntos, mi cuñada seria tu a abuela. Y tu abuelo seria mi hermano — comento horrorizado.

— No digas eso, ni de chiste.

Tuve un escalofrió, que me hizo imaginar tal cosa.

¡No qué asco!

Nos encaminamos con Ezra, hacia los sillones. Para sentarnos a charlar.

La conversación iba y venía, fluía con naturalidad. Me sentía muy cómoda la verdad. Como si todo esto fuera real...

Mi abuela conociendo a la familia de mi novio de manera formal. Todos hablando de cosas triviales compartiendo una copa, se sentía... Para que mentir o negarlo, se sentía bien.

Como si estuviera viviendo algo correcto.

Aunque ese pensamiento también me asusto. Mire a Ezra, quien sonreía por algo que mi abuela dijo.

Tengo que hablar con él, decirle lo que siento y rogar para esto no termine mal.

Mi abuela hablaba con todos con tanta naturalidad. Que me parecía sorprendente, su español como el mío estaba acompañado de un ligero acento. Que delataba nuestro origen, pero es entendible.

En medio de tanta paz, se escuchó un estruendo. Como vidrios rompiéndose en miles de pedazos, seguido de gritos.

Gritos de mujer.

— ¡Eres un maldito infeliz! ¡Malnacido hijo de puta! —el grito proveniente de Dafne, nos alertó a todos.

Holaaa, ¿cómo están hermosas?
Las extrañe un montón jajajaja , enserio perdón por demorar en publicar. Tuve inconvenientes.
Ojalá les haya gustado el capítulo, si es así, háganmelo saber con votos y comentarios.

Pd: nos queda muy poquito y encima falta mucho drama.
Así que espero me sigan amando después del final, recuerden que es una trilogía. Así que tenemos a ladys, duquesas y Ferrari para rato..
😘 Besooos
Con amor
Jazmín, recuerden tomar agüita.

Pd2: vieron la imagen, de Verena y Margaret, son hermosas. Las amo.

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