One-Shot's Solangelo y otras...

Von Daizelitha

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Este será un conjunto de one-shots sobre la pareja más shippeable y canon del universo universal (y quizas al... Mehr

Solace... eres un acosador.
Secreto en la enfermería
Castigo del señor D
HIMERO Y APOLO

Regalo de Afrodita

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Von Daizelitha

Los viernes no eran los días favoritos del italiano, ese día tenía que comer en la mesa de Hades sin tener la voz parlanchina de Will a su lado, sucedía que el médico tenía que estar en la enfermería todos los viernes haciendo inventario.

Un estallido en medio del pabellón del comedor lo hizo olvidarse de su miseria. La diosa Afrodita apareció en un resplandor de luz rosácea.

–¡Semidioses! –dijo plantada sobre la mesa de la cabaña de Hefesto. –Como me preocupan sus aburridas vidas mortales. ¡He decidido añadir algo de pimienta a sus amoríos en el campamento!

Los gritos ahogados en el comedor no se hicieron esperar. El concepto de Afrodita de "algo de pimienta" podía diferir mucho de un lindo romance adolescente.

–Lo sé. Deben estar impacientes, así que aquí va ¡mi día de regalo para ustedes! –anunció la diosa extendiendo sus manos teatralmente.

Hubo un chasquido de dedos y una sonrisa burlona antes de esfumarse tan rápido como había llegado.

–¿Qué fue eso? –se quejó Clarisse.

–¡No lo sé, mi amor! ¡Te amo! –le respondió Chris desde la mesa de Hermes. Tenía una sonrisa coqueta y se esforzaba por que Clarisse notara el corazón que formaba para ella con las manos.

–Contrólate o te despellejo –lo riñó ella, aunque tenía las mejillas rojas.

Apenas pasaron unos segundos cuando de la nada Annabeth decidió comentar que en realidad Percy se veía lindo cuando babeaba dormido. Percy se atragantó con la pizza azul por reírse del comentario.

No hubo tiempo de burlarse del hijo de Poseidón medio ahogado.

Katie Gardner entró en el comedor –¡Travis Stoll! –gritó.

–¡Yo no fui! –respondió él automáticamente, pero ella se inclinó y le plantó un beso en los labios. Travis parpadeó confundido, pero rápidamente se levantó de su asiento y la abrazó sin romper el beso.

La alteración en sus comportamientos fueron una gran pista sobre de qué iba el regalo de Afrodita.

Los ojos de Nico Di Angelo se abrieron con terror cuando notó lo que la diosa del amor había hecho.

Tal parecía que había pensado que sería fantástico desinhibir a una parte de la relación para que no tuvieran ninguna vergüenza de expresar sus sentimientos románticos.

Eso significaba...

Casi pudo sentir el sudor frío escurriéndole por la espalda y frente.

Will Solace y él habían comenzado a salir hacía unos meses, habían sido amigos un buen tiempo hasta que tras varios tropiezos que involucraron celarse mutuamente reconocieron que no se querían solo como amigos, entonces su relación había comenzado oficialmente.

Habían pasado por muchas cosas juntos y eran una pareja, sí, pero nunca eran muy expresivos frente a los demás porque Nico no se sentía cómodo con eso, Will lo sabía y lo entendía.

Además, por la timidez del italiano y sus ideas de otra época no era como que hubiese mucho de lo que alardear.

Normalmente compartían besos suaves y tiernos, algunos paseos nocturnos tomados de la mano, y en muy contadas ocasiones Will le había robado besos no tan suaves.

Pero...

Nico ladeó la cabeza mirando con horror como Travis y Katie se comían a besos al otro lado del comedor.

Cuando se había recuperado Percy disimuladamente se había parado junto a la mesa de Annabeth como si esperara que ella lo besara igual. Nerviosa, Annabeth le dio un codazo, luego se disculpó por eso y le sobó el abdomen donde no lo había golpeado, y también considero necesario sobar los músculos de los brazos de Percy.

Un rápido vistazo general permitió a Nico llegar a una conclusión. Afrodita había ocasionado un caos total.

Parejas besándose por doquier, gente declarándose de la nada a sus amores secretos. Gente peleando por apartar canoas en el lago para citas románticas.

Quirón estaba volviéndose loco intentando impedir el hotel 3 estrellas que intentaban anunciar los visionarios hijos de Hermes que eran muy pequeños para ser afectados por la magia de Afrodita.

Nico huyó caminando hacia las cabañas.

Will no estaba cerca, pero no quería arriesgarse a averiguar qué cosa bochornosa podría hacer si lo veía.

En el mejor de los casos Will sería más empalagoso que de costumbre, quizás hasta le cantaría, pero en el peor de los casos... el propio Nico podría hacer las incontables estupideces con las que siempre había fantaseado.

No, eso no iba a suceder.

El hijo de Hades zigzagueó evitando a los campistas enamorados, sintió que el alma le volvía al cuerpo cuando consiguió pisar el porche de su cabaña. Sin querer tentar a su suerte se apresuró a entrar.

Una vez colocado el seguro suspiró aliviado. Después su gestó se deformó en un puchero. Por culpa de Afrodita no vería a Will hasta el siguiente día. Eso era lo más prudente, pero le molestaba.

–¿Qué pasa? –cuestionó la voz de Will a sus espaldas. El hijo de Hades se congeló.

Nico se volvió lentamente con una expresión de horror en el rostro.

Había estado demasiado atento en asegurar su puerta que había pasado por alto que no estaba solo.

Will estaba sentado en una litera con un libro de medicina en sus pies. Parecía que había intentado leer, pero al final se había rendido, porque, aunque la luz en la cabaña estaba encendida no parecía ser suficiente para leer, ya que las paredes negras absorbían la poca luminosidad.

–¿Estás bien? –preguntó Will con su voz calmada y armoniosa.

El corazón de Nico dio un vuelco comenzando a golpear rápido en su pecho. ¿Por qué demonios Will se veía tan bien?

El cerebro de Nico parecía haberse tomado unas vacaciones, le era difícil concentrarse con Will sentado en su cama, con ese cabello rubio despeinado y ojos azules. El chico estaba allí, como si fuera una obra de arte viviente dispuesta para iluminar la cabaña triste.

Nico clavó su vista en el suelo no podía verlo, si lo hacía un abrumante anhelo de abrazar al rubio lo atacaba.

–¿Qué... qué... haces tú aquí? –consiguió decir.

Will se incorporó preocupado –¿Qué pasa? –cuestionó.

Nico apretó los labios, podía detectar el tono preocupado en su voz. Se quedó callado.

¿Qué se suponía que respondiera? No podía decir "Ay Solace serás estúpido me estaba escondiendo de ti y vienes y te metes a mi cabaña. ¡Te acabas de autosecuestrar!".

Reprimió el impulso de hablar porque no estaba seguro de tener la voluntad para echarlo dignamente, y corría el riesgo de que lo próximo que saliera de sus labios fuera un "¿Will nos besamos?".

Will se encogió. Pero aun así se aclaró la garganta y comenzó a parlotear –Ya sé que no debí venir si no estabas, pero es que... veras presencié algo vergonzoso y Kayla bueno, me corrió de la enfermería. –le contó –pensé que estaría bien si te esperaba aquí, ya que hoy tengo un extraño imán para interrumpir gente bes... gente ocupada.

El Hijo de Hades se sorprendió cuando pudo mover la cabeza asintiendo tranquilamente como si nada pasara, claro también estaba la mano que paseaba sobre el seguro de la puerta dudando si quitarlo o mejor dejarlo puesto.

–En serio Nico deberías ver a cuantas personas libertinas encontré camino aquí. –Will se burló como si no le viera sentido al asunto.

–Afrodita hizo un hechizo o algo así –explicó el pelinegro vagamente alejando la mano de la puerta.

El hijo de Apolo frunció el entrecejo analizando la información. –¿Cómo? ¿por eso todos están tan amorosos?

Nico se encogió de hombros perdido en los músculos bien formados que podía ver marcándose bajo la playera del campamento mestizo.

Will dejó salir una risa. –Entonces debo ir a ver la forma de sacarles una foto a Cecil y Lou debiste verlos. –aseguró tomando su libro y poniéndose de pie.

Nico puso una mano en su hombro deteniéndolo antes de que Will se acercara demasiado a la puerta. Tocarlo, aún sobre la tela le resultaba tan cálido, tan reconfortante. Enseguida entendió porque Annabeth había estado demasiado animada sobándole golpes imaginarios a Percy.

–Mejor no salir... podrían traumarte.

–determinó el hijo de Hades con una sonrisa asomándose por la comisura de sus labios.

El hijo de Apolo tragó saliva. –¿Nico? –preguntó con sospecha en los ojos.

Nico alejó la mano y desvió la mirada, pero se paró con la espalda pegada a la puerta de la cabaña, decidido a no dejarlo salir.

Will jugó con su libro de medicina pasándolo de una mano a otra. –Entonces... Afrodita hechizó gente o algo así... –recapituló Will –y... ¿por eso me miras así? –aventuró.

Nico arqueó una ceja con duda.

–Ya sabes, como si yo fuera hamburguesa de McDonald's. –explicó Will.

Los labios de Nico se separaron mostrando una fugaz sonrisa maliciosa –¿No lo eres?

–¿Me ves cara de hamburguesa? –cuestionó el médico preocupado por la posible locura inducida por la diosa del amor.

Nico negó con la cabeza –Te ves mucho mejor, te ves como tu –admitió.

El rostro del hijo de Apolo se coloreó rojo intenso hasta las orejas. Estaba acostumbrado a hablar bonito él, no a que le hablaran bonito. –S-si bueno... eso –carraspeó con una risa nerviosa.

Pero rápidamente se recompuso cuando recordó la situación en la que estaban. –Nico voy a buscar a Quirón, él sabrá que hacer –dijo Will decidido.

–¿Sí? –dudó Nico. El pelinegro estaba haciendo acopio de todas sus fuerzas para no besar a su novio, por alguna razón encontraba encantador lo estúpido que era. Quirón debía estar afuera lidiando con el caos, muy ocupado como para prestarle atención a él.

–Sip –confirmó Will esperando que lo dejara salir.

El italiano apretó sus labios en una lucha por no mencionar en voz alta sus pensamientos. No lo consiguió.

–No lo creo. Tú aquí te quedas. –estableció sin apartarse de la puerta.

El rostro de Will reflejó su incredulidad. –Nico... claramente el hechizo o algo de Afrodita te cayó también a ti. Solo quiero hablarlo con Quirón para que podamos arreglarlo.

Nico lo pensó, una parte de su razón resonaba acallada diciéndolo que lo que Will decía era lo más lógico, otra parte se sentía molesta por no tener una justificación para besarlo sin parar.

El hijo de Hades suspiró –¿Por qué está mal que quiera estar contigo Solace? –reclamó –Sí, es cierto, me muero por besarte y abrazarte, pero ¿porque eso es malo? –dijo lastimosamente.

Will se aproximó a Nico con rapidez y tiró de él obligándolo a dejar la puerta para poder abrazarlo. El médico lo envolvió con cariño en sus brazos, el más bajo correspondió el gesto y escondió su rostro en el hueco del cuello del rubio. Olía tan bien, William olía tan bien.

El rubio no quería que su novio lo malentendiera, pero se sentía cobarde, no estaba seguro de que tanta influencia estaba ejerciendo el poder de Afrodita en Nico, y eso lo inquietaba ¿cómo iba a detenerse si Nico no lo detenía? –Yo... solo era una idea, pero si no quieres que vaya no voy. –musitó contra el cabello azabache.

Al oírlo una sonrisa maliciosa llena de triunfo se dibujó en los labios de Nico. Se abrazó con más fuerza al otro. El cuerpo de Will era cálido, probablemente una prueba fehaciente de que descendía del dios del sol. Nico amaba eso, amaba el calor del otro.

Un suave roce en el cuello envió una descarga eléctrica por la columna vertebral del más alto.

–¿Q-qué haces? –preguntó. Escuchó a Nico emitir una risa ahogada, después siguió dejando besos mojados por su cuello camino a su barbilla.

En ese punto el hijo de Hades tuvo que elevar sus talones y cargar todo su peso en las puntas de sus pies para poder alcanzar mejor al otro. Continuó su camino de besos hasta llegar a la comisura de los labios rosas del médico –Te como –respondió dando apenas un roce tenue contra sus labios, estaban tan cerca con las respiraciones chocando, sus labios se tocaban tan poco como si el más bajo buscara torturar a Will.

El rubio trastabilló con sus propios pies intentando ir hacia atrás, pero fue seguido inmediatamente por la persona que maliciosamente le concedía una prueba más larga de sus fríos labios.

Le devolvió el beso, un beso que dejó de ser suave cuando Nico mordió su labio inferior y buscó algo más rudo. Will profundizó el beso con la respiración totalmente descompuesta, amaba a Nico Di Angelo y amaba besarlo.

Cuando hizo falta el aire y se vieron obligados a separarse, Will contempló de cerca el rostro de Nico, sus ojos negros brillantes de pestañas rizadas, su bonita nariz y... la sonrisa juguetona, era una sonrisa hermosa, pero Will sabía que seguramente se la estaba regalando por lo que había hecho la diosa Afrodita para nublar su mente.

El hijo de Apolo inhaló hondo intentando regular su propia respiración. Nico era lo que más amaba en el mundo y él no podía arruinarlo. Comenzó a rezarle a todos los dioses, puede que presa del pánico incluso inventara deidades inexistentes desesperado por recibir ayuda divina para su autocontrol.

–Deberías tomar una siesta –sugirió sin ideas.

El hijo de Hades hizo un mohín de disgusto ante el comentario, después sus ojos viajaron a la cama y pareció reconsiderarlo –Lo haré, si tú también lo haces –propuso sujetando la mano del rubio.

–Nico... –comenzó Will sin poder hablar.

El aludido puso los ojos en blanco. –¿Ahora qué? –se quejó molesto.

–No... bueno sí, pero yo en otra litera. –concedió Will sentándose en una cama al lado de la que solía ser de Nico.

El más bajo lo siguió y se detuvo parado junto a la cama observándole molesto. Tomó el rostro del rubio con su mano obligándolo a levantarlo y encontrar su mirada.

–Soy yo –le dijo –¿de qué tienes miedo? ¿mhn? Will soy consciente de los disparates que estoy haciendo, de hecho, creo que me está sangrando el interior de la mejilla por morderla para no hablar, pero te juro que todo lo pensé antes de que Afrodita hici... –Nico se detuvo en seco.

La parte pensante en su cabeza que se había ido de vacaciones le recordó que quizás no debería compartir con Will que había fantaseado con robárselo para pasar todo un día con él. No, mejor no, con los antecedentes de su padre eso podría resultar creepy.

–Lo que quiero decir es... –reconfiguró la oración –que no es necesario destender más literas.

Will se hubiera reído por la excusa, pero estaba preocupado por otra cosa. –¿En serio? ¿Querías besarme tanto que te hiciste daño? –soltó escandalizado –a ver abre la boca, déjame ver el interior de tus mejillas –pidió.

Nico bufó, pero cedió y abrió la boca.

El disgusto en el rostro de Will fue evidente. –Nico... –lo regaño apagadamente observando la parte interna de la mejilla enrojecida. –¿Duele mucho? –preguntó palmando levemente con su dedo índice.

Nico no respondió, en su lugar aprisionó el dedo de Will antes de que pudiera sacarlo. –¡Ay! –se quejó el rubio.

Estaba a punto de regañar a Nico por morderlo cuando las palabras se le atragantaron en la garganta.

Will sintió que los dientes dejaban de hacerle daño, pero las manos del otro atraparon su mano impidiendo que la alejara de su boca.

Primero fueron roces "accidentales" de la lengua en el dedo lastimado, después suaves besos, y luego mientras le daba una mirada cínica los labios fríos envolvieron lentamente el dedo enrojecido chupándolo suavemente.

Will se apresuró a recuperar la mano como si la tuviera metida en fuego, pero tener una mente creativa era malo, ya sentía que el cuerpo entero le hormigueaba. Enfocarse, tenía que enfocarse.

En un movimiento que el otro no pudo adivinar tacleó a Nico sobre la cama. El hijo de Hades se rio cuando sintió el cuerpo del otro sobre él.

–¿Qué? ¿Estamos de acampada? –cuestionó Nico en tono burlón frotando su cadera contra la del otro. El rostro de Will enrojeció cuando notó que se burlaba de su erección.

Will negó con la cabeza –¿Y qué creías que iba a pasar si de la nada te pones a comerme? ¿mn? –cuestionó sin poder apartar la vista de los ojos negros.

Nico parpadeó, por un segundo luciendo descolocado.

Eso fue suficiente para que Will recordase que su novio estaba siendo manipulado. –Lo siento corazón, lo que quiero decir es que... ya sabes también soy un chico... –habló calmadamente mientras atrapaba las muñecas pálidas con una sola mano y las colocaba sobre la cabeza de Nico. –y yo te adoro, porque Nico tú eres altamente adorable...

Con su única mano libre el rubio sacó una venda del bolsillo de sus bermudas, mientras distraía a Nico diciendo las peores rimas románticas del universo.

El pelinegro no se quejó, de hecho, soltó una risa cuando le dijo que era una "bolita de maldad come dedos", y prácticamente no opuso resistencia hasta que algo en su cerebro hizo clic y se dio cuenta que estaba siendo amarrado.

Will sabía que era una medida extrema, pero tiempos desesperados soluciones desesperadas. Nico intentó resistirse, pero en ese punto el trabajo del rubio estaba lo suficientemente avanzado.

Como último recurso Nico hizo un puchero –¿Por qué haces esto? –gimoteó empleando el tono triste con el que había conseguido un abrazo. –Así no puedo manosearte –se quejó.

Will no contestó. Su cerebro con déficit de atención estaba haciendo que concentrarse en hacer un nudo se volviera una odisea total.

Nico se salió de su papel de persona atada injustamente cuando Will intentó levantarse –¡Idiota no! ¿A dónde crees que vas? –bufó antes de enrollar sus piernas alrededor del torso del otro para retenerlo.

–Nico es un niño malo –canturreó Will evitando verlo y de paso revisando que las ataduras estuvieran bien hechas sin lastimar las muñecas de Nico.

Los labios de Nico formaron un puchero –¿Me estás castigando porque no soy lo suficientemente bueno?

–¿Qué? No, Nico no es castigo. –soltó Will sobresaltado –Se le llama prevenc...

–Te cambio la atadura por unas nalgadas –propuso Nico como si hablara sobre cambiar una tarjeta de Mitomagia repetida.

El hijo de Apolo se quedó estupefacto. Sus ojos azules parecían a punto de salírsele de las cuencas. ¿Había escuchado bien?

Will apretó los ojos, estaba tan frustrado.

–Nalgadas... Di Angelo.... tú me estás pidiendo... –logró decir con la boca seca.

–Si. Me las puedes dar mientras yo te doy un masaje en... no lo sé Solace ¿dónde se te antoja un masaje mío? –especuló Nico mientras oportunamente se movía provocando fricción con la entrepierna del rubio.

Will se incorporó con dificultad forcejeando con Nico. Cuando por fin logró liberarse, se quedó sentado al borde de la cama donde había atado a su novio.

Respiró profundo intentando calmarse, y se pasó la mano por el cabello despeinándolo.

Decidido a no correr riesgos, comenzó a atar también los pies de Nico enredando una venda nueva en sus tobillos.

Nico consideró oportuno quejarse nuevamente. –¡Serás tonto! –farfulló.

Will lo miró con una mirada de advertencia que hizo que Nico se estremeciera. Hacer enojar de verdad al médico era difícil, pero Nico conocía bien esa mirada previa –Es que... –comenzó con un tono más suave –si me atas los pies así ¿cómo voy a abrirte las piernas? Mejor átalas por separado –le aconsejó.

Will tragó saliva y se acomodó lo más lejos que podía justo a los pies de la cama –¿Como cuantas horas faltan para que se pase el efecto de lo que hizo Afrodita? –musitó sacudiéndose la playera naranja. Estaba acalorado, pero no precisamente por el clima.

El hijo de Hades suspiró aburrido –Dijo que un día.

Will asintió –Mañana –prometió con la voz ronca.

Nico lo miró sin comprender.

–Mañana –le repitió Will –te juro que mañana te daré las nalgadas de tu vida. –aseveró.

Las comisuras de los labios de Nico se elevaron, mostrando una sonrisa traviesa –entonces mañana te daré el masaje de tu vida. –respondió.

Los ojos de Will brillaron –De hecho, si mañana aún quieres... yo quiero más otra cosa –confesó observando su dedo que conservaba un leve enrojecimiento por la mordedura.

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Nico se quería morir.

Apenas abrió los ojos notó la rigidez en los músculos por haber estado amarrado. Su vista no tardó en encontrar las vendas que todavía inmovilizaban sus extremidades.

Le hubiese gustado que el paquete de regalo divino de Afrodita incluyese amnesia al día siguiente, pero no era así.

Por desgracia para su orgullo, recordaba todo, absolutamente todo. Cada detalle de la manera en la que había atosigado y torturado a Will Solace insinuándose hasta el cansancio.

"¿Pero qué Hades hiciste?" Se recriminó en voz baja.

Avergonzado, bajó la mirada para encontrar al rubio que en algún momento de la madrugada se había quedado dormido en el suelo al lado de su cama. Estaba dormido en la posición más incómoda que podía existir, y probablemente cuando despertara iba a tener una buena torsión o como mínimo no podría mover el cuello con libertad.

Mientras más recuerdos revoloteaban en su mente Nico sintió el rostro arderle. ¿Por qué había tenido que decir eso?

Él, el hijo de Hades, el rey de los fantasmas, uno de los semidioses más temidos, el gran Nico Di Angelo... había prometido darle como diez mamadas al otro y eso de lejos era lo menos vergonzoso que su cerebro calenturiento había ofertado.

Desvió la mirada del rubio. El idiota se había comportado... tan bien.

Si el otro actuaba así ¿qué podía reclamarle para defenderse? ¿Que un par de veces le dio besos de piquito a base de sus chantajes? ¿Qué le había tapado la boca metiéndole una de sus apestosas vendas?

Eso último habría sido válido, si él no hubiera estado dándole un sinfín de ideas sobre lugares donde podrían hacer lo que Will se negaba a hacerle sin que Nico estuviera 100% consciente.

Nico apretó los ojos. Probablemente... el rubio dramático se merecía una, no las diez quizás solo una, y eso cuando Nico descubriera como se suponía que debía hacerse.

Sin ánimos para enfrentar al otro cuando despertara, el pelinegro hizo un viaje sombra que lo liberó y llevó fuera de la cabaña.

Un grito se ahogó en su garganta cuando observó el estado del campamento.

Parecía que un torbellino de cupido había pasado por todos lados. Tarjetas tiradas, cartulinas de declaración, ramos de flores. Caminó por el campamento desierto observando lo que había quedado de la tarde loca de Afrodita.

Mientras pasaba por los distintos lugares sin campistas Nico frunció su entrecejo extrañado, el aire fresco y los rayos de sol mañaneros hacían que las horas no le cuadraran.

Sabía que el día anterior la diosa se había aparecido a mediodía, ella había dicho que les "regalaría un día de amor", entonces su chiste debía terminarse cerca del mediodía, pero al hijo de Hades le daba la impresión que aún era temprano por la mañana, pero ya no sentía la mente turbada.

Pudo encontrar gente hasta que llegó al pabellón del comedor. De hecho, todos los campistas parecían estar reunidos allí regados sin respetar su mesa asignada.

El señor D estaba en la mesa para sus descendientes escribiendo sin humor en una libreta.

Basándose en su experiencia personal con Will y en que todos eran semidioses que descendían de personajes griegos no muy rectos Nico esperó ver drama, quizás personas llorando por que se hubieran propasado con ellas, pero solo encontró a un montón de chicos de aspecto cansado tomando el desayuno. Un par lucían algo avergonzados, pero no demasiado y muchos parecían haber conseguido pareja nueva.

El hijo de Hades se recargó en una columna intentando no llamar la atención.

–Miren ¡ya llegó don tinieblas! –anunció Leo a todos

–¡Nico! –Jason agitó su mano invitándolo a la mesa de Zeus. Nico suspiró con exasperación, pero se acercó a la mesa donde estaba Jason con sus amigos.

–¡Siguiente! –pidió el señor D con aburrimiento.

Una chica de la cabaña de Hefesto se levantó –Pues... –comenzó nerviosa –mi cuota fue un pie roto –informó. El señor D arqueó una ceja y miró hacia sus pies sanos –No fue mío, fue del hijo de Ares. –explicó avergonzada.

Travis Stoll hizo una bocina con las manos –Paola, no seas así... al menos di que es tu cariñito o tu peor es nada –la corrigió –y no lo niegues, que todos vimos cuando le gritaste "¡Guerra de besos!" y luego te lo besaste sin respeto.

El hijo de Ares que llevaba un yeso en la pierna asintió de acuerdo desde su mesa.

–¡Siguiente! –anunció el señor D monótonamente mientras escribía.

Drew Tanaka casi saltó con la mano alzada –¡Yo! ¡Yo! –pidió emocionada. El señor D asintió con desdén –¡Rompí tres corazones! –narró triunfante –¿Necesita los nombres de los desgraciados?

El señor D lo pensó un segundo –A ver dime –respondió.

–¿Qué están haciendo? –preguntó Nico en un susurro.

Annabeth se comenzó a atar el cabello –Ay Nico ¿pues dónde te metiste? –preguntó, pero por fortuna no le dio tiempo de responder. –Reportamos los desastres que causamos bajo la influencia de Afrodita, ella vino a detener todo hace un rato cuando las cosas se estaban saliendo de control, pero igual el señor D va a enviar una queja a Zeus.

Leo no lo dejo pasar. –Oye ¿y el rubio de la cabaña de Apolo? –le preguntó burlonamente alzando las cejas.

–No sé –mintió Nico, luego escuchó resignado los testimonios que daban los diferentes campistas.

Esperó con paciencia a que alguien dijera algo muy malo para que entonces el haber intentado corromper a Will no sonara tan feo.

Pero después de un rato mirando su desayuno y escuchando a los demás, Nico comenzó a tener un mal presentimiento, todos confesaban cosas... tontas.

Una hija de Hipnos reportó haber dejado plantada a su cita porque la emoción romántica la abrumó demasiado y se quedó dormida.

Corazones rotos, citas fracasadas, lo más escandaloso eran besos robados. Incluso la cabaña de Hermes presentó una queja conjunta porque su "cabaña de amor" (el hotel) no había despegado y habían tenido pérdidas.

Nico achinó los ojos con recelo ¿Qué nadie más había enloquecido al grado de necesitar ser amarrado?

–Son muy específicos –se quejó incómodo. Si todos daban tantos detalles quizás sería raro que él solo dijera "Hice unas promesas de índole muy íntima" o quizás podría decir "¡Sin daños que reportar!" ¡No! ¡no iban a tragárselo!

–Sucede que afectó diferente a todos –aceptó Piper –según Afrodita lo que hizo no generó ninguna ilusión solo predispuso a las personas a confesar lo que realmente sienten.

–Humm –dejo salir Nico cuestionándose si se vería muy sospechoso si se iba en un viaje sombra.

Quizás si fingía haberse olvidado algo y se iba caminando tranquilo, pero no podía dejar a Solace en el campamento, él podría delatarlo en el asunto... pero si se llevaba a Solace mientras a los demás se les olvidaba el asunto ¿no sería más sospechoso?

Jason le dio un codazo para llamar su atención.

–¡Nico! –repitió Dionisio al menos dos veces más antes de que Nico comprendiera que lo estaba llamando.

–¿Qué? –respondió sin humor.

–Solo nos faltan ustedes, dime rápido de entre Molace y tu ¿quién de los dos fue?

Nico frunció el entrecejo cuando su mente muy ocupada en planear la escapada se vio interrumpida de esa forma.

–¿A dónde? –preguntó perdido.

Annabeth se volvió a verlo con la ceja arqueada.

–Pregunté a quién fue al que Afrodita le arruinó la vergüenza –espetó Dionisio.

–mmm –logró contestar con la mente trabajando más que cuando calculaba el puntaje en mitomagia. –pues nosotros estamos sin daños. –comentó lo más tranquilo que pudo.

Por alguna razón el dios del vino no pareció conforme con esa respuesta. –Bien. Dímelo tu Molace ¿Quién de los dos fue y cuáles fueron los daños? –preguntó con desdén.

Nadie respondió.

El señor D levantó la vista de su libreta y paseó la mirada entre los campistas. –¿Y el Molace? –soltó por primera vez interesado.

Nico no sabía qué decir. Pero soltar que lo tenía dormido en su cabaña no era una opción. Si alguien tenía que quedar mal...

–¡Bien! –aceptó con su mejor tono de molestia –Quiero establecer en su reclamo ese que Solace casi me dejó sordo, mis oídos fueron obligados a escuchar las canciones más feas. –expuso en lo que debió ser la mejor actuación de su vida porque todos se lo tragaron.

Aliviado, sintió como su corazón se calmaba después de haber conseguido librar el bochornoso momento, entonces una mano bronceada se posó en su hombro.

Nico se giró a verlo con el pánico reflejado en el rostro. ¿Por qué tenía que haber llegado precisamente cuando él lo estaba difamando?

Los demás chicos en la mesa saludaron a Will de buen humor, y Leo se recorrió para hacerle un espacio al recién llegado.

El hijo de Hades intentó huir en ese instante, pero el rubio presionó la mano que tenía en su hombro obligándolo a quedarse sentado a su lado.

–No sabía que mis canciones eran tan malas –se lamentó Will conteniendo la risa –digo ni siquiera las...

Nico le tapó la boca con una mano –Por favor cierra la boca –le suplicó en un susurro, luego bajó la mirada avergonzado.

Su acción terminó de convencer a los campistas de que el hijo de Hades había escuchado demasiadas canciones románticas el día anterior.

Los ojos celestes del rubio se entrecerraron juguetonamente. Sacó la punta de la lengua para lamer la palma de la mano que descansaba en sus labios.

La corriente eléctrica que recorrió al pelinegro lo hizo apartar la mano tan rápido que le pegó con ella a Jason en el proceso. El hijo de Júpiter reclamó, pero Nico frenó su reclamo pegándole nuevamente.

Despreocupado, Will se acercó al oído de Nico –Bueno –concedió –pero entonces... que sean 11 –ofertó con una sonrisa brillante antes de darle un fugaz beso en la mejilla.

Nico se atragantó.

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Para el alivio de Nico, el regalo de Afrodita había causado bastantes estragos en la enfermería, y su novio debía intentar arreglarlo.

Al parecer, durante el caos solo dos mellizos hijos de Apolo se habían hecho cargo de la enfermería y aunque se las habían apañado bastante bien con los casos, Will debía revalorar a algunos pacientes para asegurarse que todo estuviera bien porque su hermana con más de dotes artísticas que medicas había curado gente, sí, pero había ideado particulares métodos para eso.

Will casi se infartó cuando vio que a un hijo de Némesis le había entablillado dos dedos fracturados usando una botella de agua vacía y cinta. Funcional sí, pero... raro.

Además, tenía que hacer expedientes ya que sus hermanos habían estado tan cargados de trabajo que se habían saltado ese paso.

Nico se relajó viéndolo correr de un lado a otro gritando cosas como:

–¡No puede ser! ¿¡A quien le dio coca cola para la presión baja!?

–Espera... ¿Cómo porque los vacunó contra influenza si estamos en junio? ¡eso es hasta noviembre!

–¿Ah? ¿Qué clase de diagnóstico es "le falta oír Kpop"?

Nico lo siguió a la enfermería con intenciones de decir "Lo siento Will, ayer no sabía lo que hacía, así que no va a pasar. Bye". Pero al verlo tan alterado no tuvo más opción que recargarse en el marco de la ventana y esperar mientras el hijo de Apolo se paseaba entre las camillas hablando de cosas médicas.

Era casi divertido, ver como Will se ponía loco observando la improbabilidad de las cosas que habían hecho en su enfermería y luego de unos segundos analizando el tratamiento o diagnóstico exclamaba algo como: –¡Ahh... por eso! tiene sentido, pero aun así... –entonces veía otra cosa y de nuevo se alteraba.

–¡No hay remedio! –exclamó el rubio descolgando un mandil de cuero de un perchero –Ven acá –le pidió a Nico.

El hijo de Hades le dio una mirada de confusión, claramente se había perdido de algo por estarse burlando de su novio.

Como no se movió, fue Will el que se le acercó invadiendo totalmente su espacio personal y le pasó el cuello del delantal por la cabeza.

–¿Q-que haces? –discutió el pelinegro.

–Se bueno, ayúdame a ordenar los armarios de ambrosía y néctar ¿sí? –pidió haciendo un ademán con la cabeza hacia los suministros, que lucían como lo que había quedado después de un asalto con lujo de violencia.

Nico asintió. Podía hacer eso. después sonaría mucho mejor si le decía "Ya te ayudé me debes una, lo que dije ayer en definitiva no va a pasar bye".

Las manos de Will rodearon su cintura lentamente mientras le pasaba las correas del mandil por la espalda. Nico dejó de respirar. Demasiado cerca, estaba demasiado cerca.

Abochornado bajo la mirada, solo para encontrarse con las manos de Will que ajustaban los extremos del mandil para atarlo hacia delante, Nico sabía que como era delgado esa era la única forma de que el mandil le quedara ajustado, pero él sabía atarse un estúpido mandil.

–Oye yo pue...–comenzó.

Will tiró rudamente de las correas para "atarlo bien" y el hijo de Hades se tambaleó hacia el pecho del otro.

Sus manos fueron a parar en los firmes brazos del médico, podía sentir perfectamente los músculos bien trabajados.

Nervioso, levantó la mirada. Su corazón dio un vuelco cuando encontró los ojos azules con las pupilas dilatadas devolviéndole la mirada.

Alguna vez había oído a Piper mencionar algo sobre eso. Significaba que lo que veías te gustaba. Y Will, lo miraba a él.

"Oh mierda" pensó Nico.

De pronto se sentía bendecido por Apolo con dones proféticos, casi podía jurarlo. Quizás no ese día, pero iba a pasar. Se lo iba a coger, William Solace en definitiva se lo iba a coger.

El hijo de Hades se sorprendió sonriendo levemente. El idiota rubio lo quería igual que él, lo deseaba igual que él. Por estúpido que eso fuera lo hacía sentir feliz.

Will le devolvió la sonrisa. Luego se acercó aún más y le dio un beso en la frente.

Nico casi pudo sentir el nerviosismo de su novio al ver la manzana de Adán subiendo y bajando.

–Haz lo que puedas ¿vale? –indicó el más alto alejándose suavemente hacia el armario de suministros –esos dos hicieron un desastre con esto y terminaron usando lo primero que vieron. –comentó Will

Nico inspiró aire llenando sus pulmones. A veces se olvidaba de hacerlo cuando tenía con el hijo de Apolo tan cerca.

Luego, sonrió al ver que Will observaba con una mezcla de horror y fascinación a un campista que por alguna razón llevaba un cabestrillo formado con mini zapatos crocs que habían grapado unos a otros para unirlos. Podrían decirse muchas cosas de los hijos de Apolo, pero creatividad no les faltaba.

...

A regañadientes Nico dedicó las siguientes dos horas a intentar poner orden en el armario de suministros.

La mayoría eran frascos de vidrio que contenían la dosis de néctar recomendada para evitar que los campistas de diferentes edades sufrieran combustión. Su trabajo consistía en ordenarlos junto con la ambrosía y los medicamentos mortales.

No era difícil, solo era tedioso y algo incómodo, los pies se le durmieron varias veces por pasar demasiado tiempo agachado ordenando las repisas inferiores.

Cuando acomodó la última botellita de cristal en la fila que completaba todo el inventario se volvió hacia Will.

El rubio estaba más despeinado de lo normal detrás de la pila de expedientes pendientes. Parecía a punto de llorar, de su gran pila de expedientes sólo había tocado tres carpetas.

–¡Por qué el 8 se acostó justo ahora! –se quejó –okay, okay... otra vez par-acet-amol cad-cada 8 –murmuró mientras escribía con dificultad sobre el papel.

El hijo de Hades se vio tentado a preguntar porque no solo lo escribía en griego, pero entonces recordó que algunos expedientes médicos eran compartidos con el mundo exterior porque no todos los campistas permanecían allí siempre, y de esa forma era más sencillo enviar el expediente sin los registros de ambrosía y néctar al médico que los atendiera fuera.

Nico lo observo batallar con atención. Usualmente cuando veía a Will en la enfermería era atendiendo pacientes, siempre le había parecido que se movía solo con la premura normal de un médico de urgencias y que no daba signos de déficit de atención o hiperactividad, pero viéndolo haciendo notas, obligado a estar pegado a la silla del escritorio, era bastante obvio.

Duró como cinco minutos con la mirada perdida en la tapa de un lapicero común. Luego jugando con su silla giratoria dijo: –Descanso, lo que necesito es un descanso –y se comió una galleta vieja.

Después tomó otro descanso dentro del descanso. Entonces se percató de que Nico lo estaba viendo mientras negaba con la cabeza.

–¡Nico! ¿ya acabaste? –soltó incrédulo mirando el armario ordenado. Luego se volvió a ver el reloj que colgaba en la pared de la enfermería, y pareció comprender que había estado dejando pasar el tiempo sin hacer nada.

–Solace eres un flojo –se burló Nico señalando los expedientes.

Los labios de Will formaron algo similar a un puchero triste. Indignado, tomó un nuevo expediente, con los labios fruncidos y los ojos vidriosos.

–Es tu culpa que no me pueda concentrar y todavía te burlas –murmuró para sí mismo garabateando letras ininteligibles en las hojas.

Eso le confirmó a Nico que su novio se había armado una película con clasificación no apta para menores en la cabeza gracias al chiste de Afrodita. Quizás esa era la razón de porque no lo había dejado escabullirse después de la reunión matutina en el comedor.

Se sentó en su asiento resignado a lo que le esperaba en cuanto Will acabara su papeleo, Nico sabía bien que con un "No" podría negarse y romper la burbuja del otro, pero...

Clavó la mirada en el suelo, estaba avergonzado por no estar precisamente disgustado con la idea de compartir la cama.

Con las mejillas rosas se fingió muy interesado en un modelo anatómico al que le podía quitar y poner los órganos.

–¡Nico! ¡Hay doctores muertos! –dijo el médico de la nada

–Pues... si –respondió Nico sin comprender el comentario

–¿Y si traes uno y que haga él las notas? –sugirió con una sonrisa radiante

Nico soltó una carcajada. Cuando pudo dejar de reírse le respondió con tono burlón: –Solace, es que tengo prohibidas mis cosas del inframundo. Según cierto doctor son muy peligrosas para mi salud.

Will no sonrió. Su medio puchero reapareció y sus ojos se mojaron de verdad. Nico lo miró con duda durante un segundo preguntándose si bromeaba.

Cuando comenzó a hipar supo que no era broma, de verdad estaba llorando –Pero... solo esta vez –pidió lloriqueando –es un favor, te lo estoy pidiendo por favor –gimoteó lastimeramente.

Nico se quedó atónito. Solace no era del tipo chantajista, dramático y llorón. Pero de pronto parecía haber estallado y no dejaba de sollozar.

Entonces se dio cuenta.

No solo había estado siendo malo con él en el ámbito... sexual. Will casi no había dormido, había un par de ojeras bajo sus ojos que lo probaban.

Se había mantenido despierto casi toda la noche para asegurarse que él no hiciera locuras, y ahora para verlo giraba todo el cuerpo sin mover el cuello porque cuando por fin se había dormido lo había hecho en el piso en una mala posición, y claramente estaba con dolor muscular.

Además, no había comido desde el día anterior porque Nico no tuvo la delicadeza de despertarlo esa mañana y Will había llegado demasiado tarde al pabellón del comedor.

Así que, tenía hambre, estaba cansado, irritable, y probablemente... muy frustrado.

Los campistas en las camillas los miraban curiosos sobre porque Solace había roto en llanto de la nada.

Algo incómodo con la atención, Nico palmeó la espalda de Will, solo para comprobar que los músculos parecían estar hechos bola. Su novio consideró oportuno llorar más fuerte.

–¡Doce! –masculló sin saber con qué más distraerlo. –Van a ser doce –prometió.

Cuando Will comprendió de lo que hablaba pareció activarse el botón de apagado.

Nico decidió aprovechar eso y lo guió hacía afuera de la enfermería. –Ustedes... no se mueran –les advirtió con una mirada furibunda a los pacientes que estaba dejando sin médico.

–Ya casi es hora del almuerzo, comes algo, y luego te vas a dormir –sentenció

–Sip –aceptó Will. Nico casi se rió cuando notó que el más alto estaba avergonzado por haber llorado.

...

Will abrió los ojos perezosamente.

Después del almuerzo, Nico lo había acompañado a la cabaña de Apolo para que durmiera un poco, pero con el ajetreo que sus hermanos tenían preparando el coro para la fogata de esa tarde, se dieron cuenta que dormir no sería una tarea sencilla.

Así que sin más opciones habían terminado caminando hacia la cabaña de Hades en medio de un silencio tenso.

Por fortuna para el pelinegro no tuvo que preocuparse de hablar del bochornoso tema de Afrodita porque en cuanto Will tocó la cama con forma de ataúd se había quedado dormido como si lo hubieran noqueado.

El rubio hijo de Apolo había tomado una siesta bastante larga y ahora se tallaba los ojos intentando desperezarse –¡Me dormí! –soltó alarmado cuando se sentó en la cama estrepitosamente.

Nico dejó salir una risa burlona –No me digas –dijo mientras acomodaba en la mesita de noche un set de cartas desgastadas.

El hijo de Apolo achinó los ojos intentando ver mejor en medio de la lúgubre cabaña, pero era inútil Nico había apagado toda luz en un gesto de amabilidad para que el otro durmiera mejor y ahora estaban en medio de una profunda oscuridad.

–¿Qué hora es? –preguntó el rubio cuando se rindió en calcular la hora con la luz del sol que claramente no entraba en la cabaña.

Nico se estiró "desperezándose" en el sillón donde estaba sentado. En realidad, lo que intentaba era tener un pretexto para no encarar al rubio. –Como las nueve o diez –respondió escuetamente.

–Nico ¿te puedo preguntar algo y no te enojas? –le cuestionó el rubio desde su sitio en la cama.

El italiano tragó saliva y se puso de pie. No estaba seguro de qué manera se lo iba plantear, pero imaginaba que le soltaría alguna frase que implicara que debía cumplir lo que le había prometido.

Nervioso, y con el pulso acelerado se acercó a la cama. Estaba a punto de tumbarse en el pequeño lugar libre junto al rubio cuando Will habló nuevamente.

–¿Si pusieras más focos sería una falta de respeto a tu papá?

–amm-eh ¿qué? –logró balbucear

–Es que siempre me ha dado curiosidad eso –admitió Will

Nico casi se rio cuando se permitió ver el rostro de la persona en la cama. Perdido: con los ojos bien abiertos como si eso le iba a permitir ver mejor; no podía culparlo por no darse cuenta lo nervioso que estuvo esperando a que se despertara.

–Tu no ves bien ¿verdad? –notó

–Claro que veo, un montón de sombras. –respondió sarcástico Will –¿Dónde estás? –preguntó extendiendo la mano al aire.

Nico tomó su mano –Aquí –musitó mientras el contacto con la piel cálida del hijo de Apolo activaba mariposas esqueléticas en el estómago.

–¿Pasa algo? –inquirió Will preocupado

–¿Por qué?

–Tu pulso está acelerado –explicó –¿corriste una maratón mientras dormía? –cuestionó.

Nico apretó los labios, había olvidado todo lo que sus dotes de hijo de Apolo podían decirle. –No que yo sepa –respondió.

–¡Entonces no es normal! ¡Rápido, recuéstate tengo que revisarte! –espetó Will, antes de soltar su mano para buscar a tientas la lámpara en la mesita de noche.

Nico lo frenó cuando estaba a punto de accionar el interruptor –¿P-podemos... podemos no encender la luz? –pidió

–¿Cómo voy a revisarte sin luz? –cuestionó el médico, pero fue callado por un dedo frío que presionó sus labios.

–Estoy bien Will –escuchó el susurro del hijo de Hades.

–Eso lo decido yo –discrepó el médico y encendió la luz.

Después de que la tenue luz iluminara un poco la habitación, el hijo de Apolo se incorporó, tenía el cabello rubio aplastado por la almohada, pero su expresión seria y determinada a revisarlo no se borró.

El hijo de Hades se rindió mientras permitía que el otro verificara su temperatura y signos.

–Tampoco es fiebre. ¿te sientes bien? ¿No estás mareado o algo? –indagó el rubio en busca de pistas.

Nico suspiró –Estoy bien –repitió. Ver a su novio tan preocupado por él y a la vez tan perdido en cuanto al motivo de su corazón acelerado confirmaba que después de todo, Afrodita tenía razón en un punto. Había una parte calenturienta en la relación, pero no era Will.

Con curiosidad se preguntó si Will conscientemente evitaba tocar el tema del sexo, o si solo estaba esperando a que se descuidara para saltarle encima. Por alguna razón eso solo lo hacía sentir expectante.

El cuerno sonó afuera de las cabañas –¿Es el toque de queda? –soltó Will asustado levantándose y acercándose a una ventana.

–Uhoh ¡Nico, creo que las arpías ya están fuera! –murmuró alarmado mientras fisgoneaba el panorama.

El hijo de Hades se burló. Le gustaba cuando Will era dramático por cosas simples. –Tus hermanos sobrevivirán una noche sin ti –le aseguró.

Will se giró a verlo –Pues no tienen opción porque no me puedo ir –exteriorizó.

–Por fortuna para ti, los demás no vinieron hoy y tengo algunas literas de sobra –dijo sarcásticamente presumiendo la cabaña vacía.

Will observo las literas de la cabaña con el entrecejo fruncido. No comprendía qué era lo gracioso de su mal día. Estaba sucio, apestoso, no había cenado y ahora estaba incumpliendo con sus responsabilidades como líder de cabaña.

–Bueno –Nico dudó –si no te gusta ninguna litera... también hay espacio en la mía. –murmuró haciendo un ademán hacia el espacio vacío a su lado.

–¡Me siento sucio! –se quejó Will

Nico parpadeó al mismo tiempo que la sonrisa en su rostro desaparecía.

–¿Sucio? –dijo sin poder evitar que su rostro mostrara una mueca de dolor –¿Dormir conmigo es sucio?

–¿Qué? ¡No, no! –se apresuró Will a decir –Yo estoy sucio, es que no me he duchado desde... ¿fue antier? Yo... ya no estoy seguro.

El gesto de Nico se suavizó.

–Ah eso –musitó. Podía entender a lo que se refería.

Los últimos dos días habían sido algo caóticos, sin tiempo para muchas cosas básicas como comer o dormir, y eso le recordaba una cosa.

–Como no despertaste para la cena te traje algo –señaló una mesita de noche donde había una charola con algunos emparedados y una malteada –después de que cenes te puedes duchar en el baño de aquí.

Los ojos de Will brillaron –¡Mi bolita de oscuridad gruñona! ¡por eso te amo! –dijo conmovido antes de sentarse frente a los alimentos.

El hijo de Hades se mantuvo con la vista clavada en un manga fingiendo leerlo mientras Will comía, podía sentir la mirada del hijo de Apolo clavada en él, pero gracias a Afrodita no tenía el valor para encararlo y explicar su bochornoso comportamiento.

Will fue el primero en romper el silencio.

–A Kayla le gusta Connor.

–¿Qué? –soltó el hijo de Hades permitiéndose apartar la vista de su manga.

–¡Ya sé! Eso dije, digo Connor es ratero y muy mayor para ella. ¡Voy a oponerme a esa relación!

–Tú sales con un hombre mayor... –recordó Nico

Will negó con la cabeza dando un sorbo a la malteada –Es diferente. Eres viejito por motivos ajenos, si no cuentas tu encierro en el casino tú y yo tenemos la misma edad.

–Linda forma de decirme anciano bien conservado –se burló.

–¡No era lo que quería decir!

El hijo de Hades se encogió de hombros restándole importancia y comenzó a buscar en su armario unos pantalones para que Will se cambiara después de ducharse.

Hacía un tiempo que Jason había insistido en que debía reponerle un pantalón deportivo que le había dañado entrenando con él.

Al final Nico lo había comprado, pero en esos momentos parecía que tendría que cambiar de dueño.

–Este es nuevo. Se lo iba a regalar a Jason, pero yo creo que te queda al menos para dormir. –ofreció.

Will arqueó una ceja.

–¿Qué? –soltó Nico.

–Nada, pensé que hoy me querrías sin ropa –confesó Will.

El rostro pálido del hijo de Hades se tiñó carmesí –erg ah... ¡Tu! –consiguió decir.

Will se puso de pie de un salto –¡Me voy a duchar! –dijo tomando el pantalón y refugiándose en la seguridad del baño de la cabaña.

Nico dejo salir una sonrisa sarcástica en cuanto se recuperó. Entonces Will si estaba esperando lo mismo que él de esa noche, un segundo... ¡Will estaba esperando lo mismo que él!

El hijo de Hades caminó nervioso por la cabaña mientras escuchaba el agua de la ducha correr y a Will tararear una canción.

Nervioso, se pasó las manos por el cabello desordenándolo, ni siquiera había investigado cómo hacerlo, y es que... ¿cómo se suponía que lo buscara? ¿habían tutoriales para eso?

Sin más ideas terminó lanzándose a su cama y arropandose hasta la cabeza.

Cuando la puerta del baño se abrió se aseguró de fingir una respiración acompañada.

–¿Estás dormido? –el hijo de Hades no respondió.

–No me quedó el pantalón de Jason y tuve que salir sin nada. –lo probó. Los párpados de Nico temblaron, pero no se abrieron.

Will soltó una risa.

Un segundo después, Nico escuchó el "clic" que indicaba que la luz había sido apagada y sintió el colchón hundirse.

Will se acomodó de lado para abrazarlo rodeando su cintura.

En medio de la insinuante obscuridad la mente de Nico comenzó a trabajar, había estado esperando que el otro tomara la iniciativa, pero eso no estaba pasando... el hijo de hades dejo salir una bocanada de aire silenciosamente mientras se armaba de valor.

Nico no tenia un gran repertorio de conocimientos sobre el sexo, de hecho solo habia una cosa que sabia hacer.

Lentamente llevó la mano derecha hacia el abdomen bajo del rubio. Apenas las yemas de sus dedos hicieron contacto con el abdomen del otro Will se tensó y pareció congelarse.

Los dedos se deslizaron suavemente hacia abajo, rápidamente topó con la tela del pantalón que llevaba Will,

Nico sonrió en medio de la oscuridad. Podía sentir su propio corazón latiendo rápidamente, de alguna manera lo que hacía era mucho más emocionante que cualquier cosa que pudiera recordar.

Sin mucho esfuerzo consiguió colar la mano dentro de los pantalones. Esta vez estuvo ligeramente sorprendido al no encontrar una barrera extra de tela interponiéndose en su camino, el hijo de Apolo no llevaba ropa interior.

Nico podía sentir los vellos suaves, y un poco más allá debía estar... Will se estremeció en cuanto la mano fresca le envolvió acariciándolo.

–Oh –musitó Nico asombrado mientras tanteaba el pedazo de carne, el pene aún estaba blando, pero su mano resultaba insuficiente para su tamaño.

Pronto Nico descubrió un nuevo nivel de deseo que desconocía. El cuerpo del chico guapo recostado a su lado, el pene caliente endureciendo cada vez más en su mano... lo quería, lo quería para él.

Nico decidió ignorar la necesidad que tenía en sus propios pantalones y continuó con su toqueteo yendo más abajo hacia el par de bolas curvas ocultas bajo un saco de piel.

Will murmuró algo ininteligible para el pelinegro, pero la manera en la que el brazo que lo abrazaba le presionaba lo hacía sospechar que estaba haciéndolo bien.

Con algo más de confianza, volvió a tocar el falo, esta vez completamente erecto, casi por instinto comenzó a mover la mano de arriba hacia abajo repetidas veces.

La respiración de Will para ese punto se había convertido en un ruidoso tema, pero Nico descubrió que le resultaban más que excitantes los sonidos que podía soltar el médico mientras lo tocaba.

En busca de descubrir nuevos sonidos de su novio, Nico acarició la cabeza húmeda del miembro. Masajeó el glande siendo especialmente atento en la punta y ranura, entonces su mano fue detenida y apartada.

–D-dame un se-gundo... –consiguió decir el médico.

Nico no tuvo tiempo de preguntarse qué era lo que había salido mal porque Will comenzó a susurrar lo que parecían palabras sin sentido.

–¿Estás recitando la lista de medicamentos? –soltó incrédulo.

–Dicloxacilina, Eritromicina, Cefixima... –continuó intentando concentrarse

Nico soltó una estruendosa carcajada como pocas veces hacía cuando entendió lo que Will hacía.

El hijo de Apolo rodó por la cama huyendo, pero Nico siempre había sido un buen luchador, así que como pudo consiguió evitar que Will se fuera.

Mientras luchaba con el gusano escurridizo que se había vuelto Will, Nico se dio cuenta que el hijo de Apolo debía gustarle demasiado, al menos lo suficiente para que ponerse a perseguir un pene en la oscuridad tuviera sentido.

–No, no espera, yo no quiero terminar esto tan rápido. –rogó Will cuando se dio cuenta que para huir había elegido el lado donde estaba la pared.

Nico sonrió adueñándose del miembro de su novio nuevamente –Serás... ¿Quién te dijo que solo te ibas a venir una vez hoy? –musitó buscando los labios de Will por primera vez en la noche.

Se dio cuenta de lo que ocurrió en su mano unos segundos de caricias después, el sonido ahogado de Will y la sustancia viscosa escurriendo entre sus dedos le dieron también una pista, pero estaba tan concentrado en los labios suaves y tibios al contacto con los suyos que no lo pensó.

Los besos con Will eran tan dulces que le rememoraban al mismo néctar.

Si todo en él sabía bien, ¿cómo iba a parar?

–Te amo –musitó Will aún con la respiración desacompasada.

–Estoy tentado seriamente a probar tu esperma, así que supongo que también te amo.

–¡Oh dioses, qué romántico! –se mofó Will.

Nico rio entre dientes abrazando al otro y obligandolo a que se tumbaran juntos de nuevo.

Se entretuvo bastante disfrutando del besuqueo y roses ocasionales hasta que un ligero "clic" lo alertó sobre la luz encendida.

Cuando abrió los ojos la cabaña ya se encontraba iluminada tenuemente.

La lámpara de noche no daba una gran luz, pero si era lo suficiente para poder verse los rostros.

Nico trago saliva viendo el rostro de Will con las mejillas rosadas sobre él.

Tener luz en la habitación era un nuevo nivel de exposición, recuperando un poco de vergüenza agachó la mirada intentando tener menos contacto visual, pero solo se topó con el atractivo torso desnudo de Will, y allá más abajo... ¡oh dioses!

Después de unos segundos pensó que sería menos grosero si levantaba la vista y fingía no estar tan embobado con el miembro de su novio, pero lo cierto es que le parecía algo... muy digno de mirar.

El vello rubio enmarcandolo, la forma y tamaño perfectos, imponente, incluso las venas parecían estar ubicadas de la manera más bonita posible.

Eso explicaba porque en las esculturas y pinturas antiguas se empeñaban en retratar a la gente desnudos.

–Antes de que pruebes algo yo digo que deberiamos liberar la presion de aqui –dijo Will presionando con su dedo indice el bulto que asomaba en los pantalones negros.

–¡Ngh! –Una punzada le recordó a Nico que él tenía su propio pene.

Will comenzó a jalar la playera negra con el logo de The Ramones hacia arriba, Nico apenas se dio cuenta cuando su novio lo levantó del colchón sin mayor esfuerzo para poder sacarsela y la lanzó lejos.

–Esto... –comenzó, pero Will se inclinó para atrapar sus labios. El rubio se movió dejando camino de besos húmedos por la piel pálida, Nico comenzó a perder la cordura cuando los labios del otro encontraron su cuello.

Tenía deseos de frotar su entrepierna desesperadamente, pero intentaba no hacerlo y conservar lo poco de dignidad que le quedaba porque su boca no dejaba de emitir bochornosos ruidos mientras le devoraban la piel.

Aun estando bajo el peso del cuerpo del otro le era difícil quedarse quieto al recibir sus besos calientes en el cuello y clavícula, pero hizo un esfuerzo para al menos no emitir ruidos.

Ser silencioso se le dio bastante bien hasta que los labios de Will envolvieron suavemente uno de sus pezones, entonces emitió un grito ahogado. ¿Cómo podía esa parte de él ser tan sensible? ¡Genial! Ahora no solo tenía que preocuparse por el calor creciendo en sus pantalones, sino por los besos de Solace en su pecho.

–¡Ah! ¡Espera! ¡Espera Will! –Nico se retorció e intentó frenarlo al sentir las cálidas manos que tocaban su torso sin pudor.

Will se sentó evaluando lo que ocurría –Oh Nico –balbuceo mientras desenredaba una venda ¿una venda? los ojos de Nico se abrieron e intentaron localizar de dónde rayos había sacado la venda, pero Will ya estaba atandole las manos con una habilidad asombrosa.

–¿Sabes? –soltó con falso pesar obligandolo a colocar las manos atadas sobre su cabeza –en realidad esto me duele mas a mi que a ti. –expresó amarrando sus manos a la cabecera de la cama.

–¿Eh?

–Es por el bien de nuestro amiguito, lo prometo.

Nico contempló estupefacto como Will desabrochaba sus pantalones y se los quitaba liberando por fin a su miembro, que saltó deseoso como si lo saludara. Will sonrió complacido.

El hijo de hades no pudo sentirse más expuesto, desnudo, atado de manos y con las piernas en esa bochornosa posición en la que Will las había colocado cada una al lado de sus caderas. Y con todo eso estaba más caliente que otra cosa.

Podía notar la manera hambrienta en la que veía a Will, pero William también lo miraba a él de esa forma. Eso lo hacía sentir... deseado y quizás algo sexy.

–Will –soltó suplicante.

El hijo de Apolo le sonrió y le besó el abdomen.

Los ojos del hijo de Hades casi se le salieron de las cuencas cuando observo el cuerpo de otro descendiendo despacio.

–¿Qué estás...? –Nico no pudo terminar porque sintió la lengua húmeda y cálida en su miembro.

Hubiera deseado comportarse mejor, pero apenas Will introdujo el glande dentro de su cavidad Nico elevó las caderas para ir más profundo.

A Will no pareció importarle que el hijo de Hades actuara impaciente, de hecho, a Nico le pareció ver a su novio divertido con su ya muy obvia necesidad de atención, aunque claro no podía asegurarlo porque en cuanto su pene había tocado la boca de Will él se había convertido en una especie de loco poseso que no dejaba de gemir lo bien que se sentía.

No fue más considerado hacia el final. Nico se dio cuenta que la explosion de placer fue descortés cuando Will casi se ahoga por lo que le dejó en la garganta.

–¡Will...!

–Estoy bien –respondió aun tosiendo.

–Yo... es que... –comenzó avergonzado, pero Will negó con la cabeza recomponiendose.

–Acabo de recordar que... se supone que esto iba a ser al revés.

Nico sonrió ladinamente. –Si bueno... fue tu idea amarrarme las manos. No pude hacer nada. –se excusó.

–No me importa, en realidad sabes muy bien. –aseguró Will.

El sonrojo de las mejillas de Nico se extendió hasta las orejas.

Sin muchas ideas de qué hacer en un momento como ese, el hijo de Hades cerró los ojos.

Suavemente Will se deshizo de la venda que aprisionaba las manos del otro y se acurrucó a su lado.

Antes de que pudiera intentar cerrar los ojos Nico rompió el silencio –¿Estás cansado? –cuestionó aún sin abrir los ojos.

Will enarcó una ceja –Pues... –comenzó evaluando al otro. Luego se acercó a la oreja de Nico y le susurro: –Si por mi fuera, tú no dormirías hoy Di Angelo.

Nico abrió los ojos –¡No tengo sueño! –aseguró inmediatamente.

El pulso del hijo de Apolo se disparó en cuanto comprendió que su novio quería seguir. –Entonces... solo por hoy tu médico te va a autorizar a desvelarte. –dijo cómplice.

–El doctor es el que sabe –lo secundó Nico antes de acercarse para besarlo con ganas nuevamente.

Como si hubieran establecido un acuerdo silencioso, Nico se dejó empujar dócilmente acabando recostado de lado, y dándole la espalda a Will.

Will suspiró contemplando la imagen mientras acariciaba la espalda pálida con sus manos bronceadas.

El hijo del dios del inframundo era bello, quizás demasiado.

Con una rapidez que no sabía que poseía Will consiguió alcanzar su ropa sucia para extraer una pequeña botella de lubricante. Solo él y los dioses sabían por cuanto tiempo había cargado eso en los bolsillos de sus bermudas.

Se acomodó recostandose detrás de Nico. Podía ver la espalda de su novio moviéndose al ritmo de su respiración.

No podía verle el rostro, pero por como movía la mano jugando sobre su abdomen intuyó que se encontraba nervioso.

Will acarició con cariño una vieja cicatriz que Nico tenía en la espalda, algo común para los semidioses que viven enfrentando monstruos.

Nico suspiró, pero no se movió mientras la mano del hijo de Apolo se deslizaba hacia su trasero.

–Es suave –observó Will haciendo que Nico soltara una risa por fin.

–Es un trasero Will ¿qué esperabas? –dijo menos tenso

Will amasó la nalga que tocaba con firmeza sin llegar a ser rudo –Solo digo que... sería triste que te portes mal y tener que darle nalgadas a algo tan suave –susurró cerca del oído del otro.

Nico no dijo nada, pero se estremeció.

Will sonrió y aprovechó el momento de cooperación para acariciar las piernas niveas del pelinegro mientras le besaba la nuca.

Casi con regocijo se dio cuenta de cómo el hijo de Hades daba largos suspiros intentando disimular que su respiración parecía estarse acelerando como respuesta a las caricias.

Will movió la nalga de Nico para separarla y poder usar el lubricante, entonces la mano de Nico se movió adivinando lo que intentaba hacer y la sujetó él mismo.

–¿A-así? –balbuceó nervioso.

Will se preguntó si podría tener más suerte en esa vida. –Si, justo así. –respondió mientras sus dedos aceitosos se acomodaban en la entrada rosada.

Nico dio un pequeño respingo al sentir el contacto húmedo, pero se aseguró mantener su mano sosteniendo el glúteo para dejar a Will hacer su trabajo.

El médico acarició la zona moviendo en círculos el dedo. Poco a poco introdujo el primer dedo dentro.

–¿Todo va bien? –cuestionó sin dejar de hacer movimientos circulares en la cavidad húmeda.

Nico respondió asintiendo con la cabeza dándole luz verde para continuar.

–Si es difícil o no te gusta solo dime –pidió Will jugando a sacar y meter el dedo.

Esta vez Nico se permitió ser más expresivo y soltar un sonoro "ujum".

El hijo de Apolo colocó en la entrada el segundo dedo empapado en lubricante, no iba a meterlo de inmediato, pero pronto se dio cuenta que sin hacer presión ambos dedos estaban resbalando hacia el interior de su novio..

Algo desconcertado se incorporó solo para ver como Nico estaba lo suficientemente dispuesto como para conscientemente estar dilatando ese esfínter.

Will empujó con cuidado ambos dedos dentro, tardó unos segundos, pero ambos dedos fueron bien recibidos.

–De verdad alguien no quiere nalgadas hoy –lo aduló. Como respuesta el esfínter se contrajo en ese instante y Will tuvo que dejar de jugar con sus dedos dentro.

–Oh... entonces si las quieres –musitó interesado.

Nico giró la cabeza para mirarlo –¡No, es que tu me desconcentraste! –lo acusó.

Will asumió la culpa sin pesar.

–Lo sé, pero sigamos haciendo esto –murmuró empapando nuevamente los dedos con lubricante y llevándolos al interior de Nico.

En medio de besos, y roces de cuerpo contra cuerpo Will pronto consiguió llevar la invasión hasta un tercer dedo.

–¡Ngh!

–¿Qué?

–¡Nada!

Will presionó buscando ese sitió nuevamente –¡Ah! ¡espera ahí es raro! –se quejó Nico

–¿Raro bueno o raro malo? –cuestionó aunque ya sabía la respuesta. Era médico, y era consciente que estaba tocando la próstata del otro.

–¿Bueno? –admitió Nico

–Es tu punto P, corazón –explicó mientras continuaba acariciando la zona.

La vergüenza de Nico se marchó cuando sus caderas decidieron por sí solas que podían moverse y buscar más fricción en aquel lugar tan bueno.

Will interrumpió sus planes cuando sacó sus dedos y lo giró haciendo que su espalda quedara pegada al colchón.

–Creo que necesitas algo mas largo y grueso –determinó Will colocandose entre sus piernas, los ojos negros se enfocaron en el miembro erguido de su novio, y el conocido deseo en su abdomen bajo se intensifico.

–Solo déjame encontrar... –continuó Will rebuscando dentro de las bolsas de sus bermudas. Nico lo observó un par de segundos sin comprender. –¡No puede ser aquí estaba! –soltó impaciente.

–¿Qué cosa?

–El condón... estoy seguro que...

Nico lo detuvo poniendo una de sus manos sobre las del médico.

–¿Te has acostado con alguien más?

–¿Eh? no

–Bueno, yo tampoco. Y no creo que puedas embarazarme ¿o si? –soltó abriendo más las piernas como si hiciera un ademán de "vamos ¿que esperas?"

Will se acercó para estamparle un feroz beso en los labios. Nico correspondió relajando aquel sitió lo más que podía, al parecer aunque Will había empapado su miembro con abundante lubricante, si era más grueso que sus dedos y no estaba entrando fácilmente.

Resultaba incómodo quizás por unos segundos demasiado, pero Nico trató de enfocarse en que lo bueno estaba por venir, solo tenía que dejar que su cuerpo se acostumbrara a esa cosa monstruosa de Will.

La cosa de Will... que le estaba haciendo eso. El solo tener la imagen mental de que estaba siendo penetrado por el otro permitió que un gran pedazo entrara de pronto.

Will lo miró asombrado –¿Cómo haces eso? –cuestionó curioso.

Nico intentó tomar aire suficiente para seguir cuerdo. –Me pone muy caliente tenerte dentro –exteriorizó sus pensamientos.

–Ow... tu no tienes idea de lo rico que se siente estar aquí dentro –susurró Will como respuesta.

En un parpadeo Will estaba completamente dentro de él, Nico fue muy consciente de las primeras veces que salió y entró de nuevo, eso hasta que las molestias iniciales comenzaron a esfumarse y el punto que lo hacía ver estrellas comenzó a ser golpeado repetidas veces.

Con el poco resquicio de conciencia que le quedaba, besaba, abrazaba y acariciaba el cuerpo del otro.

Ni siquiera veía bien, su vista se había nublado por el lloriqueo inicial.

Solo podía ser presa del placer que sentía su cuerpo cada vez que el pene grande y duro se refugiaba desesperadamente dentro de él.

Entonces llegó el punto en el que la intensa faena lo llevó al límite. Las manos de Nico se aferraron al trasero del otro deseando que lo penetrara más profundo, y mientras los dedos de los pies se enroscaban su orgasmo se desbordó en su abdomen.

Will terminó un poco después regalándole la sonrisa de satisfacción más radiante qué Nico había visto.

...

Sintiendo los ojos pesados Nico solo se aseguró de abrazar a Will antes de acurrucarse y dormir.

Cuando estaba a punto de perder la conciencia Nico tuvo que admitir que quizás Afrodita sabía lo que hacía dándoles "regalos", solo quizás.

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