Desenfreno

By JoulandaDeus

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Nacida en un burdel, Meike Hersh ha conocido desde temprana edad los peligros y secretos de la vida en la osc... More

Introducción
1. Ladrona
2. Un trío imperfecto
3. Un rescate imprevisto
4. El trato
5. Cautiva
7. Un novio, un amigo con derecho a roce y el nada
8. Tentación
9. Die verdammte Königin
10. Cuna de lobos
11. Placeres morbosos
12. El club
13. Domingo de parrillada
14. Soy tu novio, ¿no?
15. C'est la vie
16. Estúpido niño malcriado
17. Pequeñas mentiras retorcidas
18. Despertar
19. Caricias malvadas
20. Los Koch
21. Al filo de la muerte
22. Pieles en llama
23. Querida Meike
Epílogo

6. Un día de compras

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By JoulandaDeus

En el desayuno le doy la ley de hielo a los chicos, a Blaz le da igual, Klaus hizo unos cuantos chiste intentando hacerme sonreír y me contengo todo lo que puedo para no soltar unas cuantas carcajadas, la táctica de Joss es diferente; se sienta cerca de mí y sus manos me acarician las rodillas, me alienta a comer más y trata de usar su encanto para que le hable. Igual lo ignoro hasta que me tienen que presentar al señor Schneider, mi profesor.

El señor Schneider es un hombre de alrededor de unos treinta años y me agrada mucho. En ningún momento me mira inapropiadamente, solo está interesado en saber lo que sé para ver dónde tiene que seguir. Se muestra súper comprensivo y me tiene paciencia. Cada vez que me equivoco me dice que no pasa nada y que vuelva a seguir incluso me presta sus lentes, al parecer estaba viendo medio borrosas las letras porque tengo problemas en la vista. Al terminar la clase llama a Blaz, una hora después tengo a un oftalmólogo en la casa.

Consulta a domicilio.

Para cuando terminemos me pongo un bikini y voy a tumbarme en la tumbona para tomar vitamina D. No sé nadar así que tirarme al agua cuando no hay nadie no es una opción. Es un ahogamiento predecible y mi rabieta no llega a tal extremo.

Desde que nací, he aprendido lo que se siente estar sola, pero hoy siento lo que es verdaderamente estar sola. Es cierto que soy buena para usar el baile como una distracción, por lo que no me molestaba bailar todas las noches y dormir en la mañana, en la tarde es cuando me levantaba para comer y luego ensayar. La mayoría de los días, estoy bien. Pero un día como hoy, sería bueno tener una amiga o incluso una figura materna con quien hablar. Cualquiera que escuche mi historia salvaje, luego valide mis sentimientos de que tengo a tres chicos, tres que tienen unos penes gigantes. Quiero decir, es obvio que Blaz lo tiene enorme porque lo vi, no dudo en que Klaus y Joss lo tengan grande. Y se supone que debo perder mi virginidad con los tres, de seguro buscan dejarme lisiada o algo peor.

Gimiendo, dejo caer mi cara entre mis manos y trato de borrar la imagen de sus cuerpos gloriosos, incluida la parte que describe su verdadera personalidad, de mi mente.

La palabra del día de hoy es: OLVIDAR. Olvidar que estoy encerrada. Olvidar que pueden venir en cualquier momento a reclamar mi virginidad y sobre todo olvidar que esta mañana pase mi mayor bochorno por culpa del energúmeno de Blaz Koch.

Sip, eso es lo que voy a hacer. Olvidarme de las últimas veinticuatro horas y concentrarme en hacer que el resto de mi día aquí sea increíble. Solo yo, el sol, bebidas y comida.

Me preocuparé cuando vuelvan a casa.

—Hola —escucho la voz de Klaus.

Miro hacia arriba para ver porque me ha bloqueado mi sol, y mi boca se abre. Joss y Klaus están aquí. Los dos hombres están parados junto a mi silla, pero estos no son hombres comunes. Sorprendentemente hoy están más guapos, aunque de diferentes maneras. Joss lleva un polo blanco y pantalones jeans negro sobre sus tonificadas piernas. Klaus tiene pantalones militares y una camiseta negra ajustada. Él también me está sonriendo, como una chica que ve unos tacones o bolso nuevo, y lo quiere.

—¿Puedo ayudarlos chicos?

Klaus le lanza una mirada a Joss y luego se gira hacia mí. —¿Sigues enojada con nosotros por lo que te hizo Blaz?

Apoyo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, pero no captan la indirecta. Me estoy enojando ahora. Todo lo que quiero es relajarme y absorber un poco de vitamina D. Para eso vine aquí. Y está siendo arruinado por ellos.

—Meike, sé que Blaz puede ser un idiota grosero. —La disculpa en la voz de Joss me tiene lo suficientemente curiosa como para abrir los ojos de nuevo mientras se agacha para sentarse en cuclillas—. Y esos suelen ser sus buenos días, así que solo puedo imaginar cómo actuó cuando lo atacaste.

—No lo hubiera atacado sino me hubiera insultado.

—Solo te estaba provocando, es un idiota.

—Idiota bastardo es decir poco. Me ha humillado, ojalá tuviera la fuerza suficiente para golpearlo y darle una cucharada de su propia medicina.

Klaus suelta una carcajada.

—No me sorprende. Pero eso no es lo que él es en el fondo. Debajo de toda la brusquedad, Blaz es un tipo realmente decente. Solo debes soportarlo un poco más hasta que se ablande.

—¿Para que se ablande? —pregunto indignada—. Ni que fuera harina para pan. Lo estoy soportando tanto como puedo. Pero esta vida es miserable.

—Qué miseria tener a tres caballeros detrás de ti. Cuando muchas mujeres mueren por tener aunque sea uno de nosotros —dice Klaus.

—Ustedes dos me adulan; porque quieren algo, Blaz no necesita fingirlo porque sabe que igual no puedo negarme. Solo quieren mi cuerpo y no me importa; si yo fuera un hombre también quisiera probarme. Pero qué romántico debe ser que te aprisionen en una mansión y te usen como bolsa de semen. Es lo que sueña toda chica.

—Los lentes te quedan sexy.

—Eso no te va a funcionar, Klaus.

—¿Te gustaría ir de compras? —interviene Joss.

—¿Puedo elegir lo que voy a comprar?

—Sí y no hay límite —agrega Joss.

—Tú sí sabes cómo conquistar a una chica.

Me levanto feliz para ir a cambiarme, Klaus me da una nalgada cuando paso a su lado y grita que tengo un buen culo, que debería de cambiar mi apodo «Nymphe a Culito de Néctar». Suelto un bufido.

Media hora después, tras aparcar el coche en un aparcamiento privado, entramos en un ascensor. Se abren las puertas en el quinto piso y un hombre alto, flaco, vestido de rosa y con el cabello de color arcoíris nos recibe.

Joss le da la mano, sonriendo y Klaus hace el mismo procedimiento. Segundos después, los tres me miran.

—Dietrich, ella es Meike, mi novia —me presenta Joss.

—Es nuestra —lo corrige Klaus.

El tal Dietrich se acerca a mí. —Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo —respondo con educación.

El hombre me observa y sonríe. No hay deseo ni desagrado, solo curiosidad.

—¿Buscan algo para una ocasión en específico?

—Lo que ella quiera, no tenemos un límite —dice Joss—. Nosotros estaremos aquí.

Encantada de la vida, le doy un beso a Joss y luego a Klaus antes de seguir a Dietrich y a una chica en el perchero. Entramos en una habitación con grandes espejos y varios percheros con todo tipo de ropa.

Sorprendida, miro a mi alrededor.

—Joss me ha dicho que tienes buen gustos —me informa Dietrich—. Por lo tanto, disfruta, cariño. Pruébate todo lo que quieras, con calma, no tenemos prisa, y si no te convence nada, avísame y te traeremos más opciones.

Boquiabierta asiento, es el sueño de todas las chicas amantes de la moda en esta Tierra y más para alguien como yo. Nunca había venido a comprar, pero ya sé que lo amo.

Veo que el hombre se marcha. La joven me mira y sonríe.

—¿Empezamos? —pregunta.

—¡Empezamos! —exclamo.

Durante más de tres horas me pruebo toda clase de pantalones, vestidos, faldas, camisas, botas, zapatos, abrigos y conjuntos de lencería. Todo es precioso, y me quedan como si hubieran sido hechos para mí. Se los modelo a los chicos en busca de consejos. Joss dice a todo sí y Klaus quiere arrancarmelo, según él, para verlos mejor.

Me estoy probando un vestido cuando suenan unos golpes en la puerta. Instantes después se abre y aparece Klaus. Estoy vestida con un sexy vestido dorado. Me encanta el vestido y al parecer a Klaus también, por su gesto, veo que mucho. Eso me hace sonreír. La chica, al verlo entrar, desaparece de la habitación, y nos quedamos los dos solos.

Con coquetería me acerco a él. —¿Cómo me veo?

—Como toda una diosa. ¿Quieres que pruebe si el zíper se atora?

Sonríe.

—Ok. ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro.

Consciente de lo que voy a pedir, me acerco mas a él, me retiro mi marrón y largo pelo hacia un lado, y le solicito, mimosa: —¿Podrías bajarme la cremallera del vestido para ver si el zíper se atora?

Me doy la vuelta para que no descubra mi sonrisa y lo oigo resoplar.

No veo su gesto, pero imagino su mirada clavada en mi espalda. En mi piel. Sus manos se posan en mí.

¡Uf, Dios, qué calor hace aquí!

Muy lentamente va bajando la cremallera. Noto su respiración en mi cuello.

¡Excitante!

Sé los esfuerzos que hace para no arrancarme el vestido; no puede tocarme hasta que Blaz me quite la virginidad. Bien, los haré sufrir.

—Meike...

—Dime, Klaus...

—Te deseo —confiesa con voz ronca en mi oreja—. Te deseo demasiado.

La carne se me pone de gallina. Los pelos se me erizan y no respondo. No puedo. No llevo sujetador y la cremallera termina al final de mi trasero. Sé que mira mi tanga negro. Mi piel. Mis nalgas. Lo sé. Lo conozco hace poco, pero sé que Klaus es el tipo que te da sonrisas coquetas solo para bajarte las bragas y huir al día siguiente, solo para volver de nuevo en la noche.

Yo también lo deseo.

Me muero por sus huesos, por Joss e incluso el del idiota de Blaz. Pero estoy dispuesta a conseguir mi objetivo. No puedo vengarme directamente de su primo mayor, y Joss no pierde el control tan fácilmente por lo que he visto. Así que, sí uno juega con mi orgasmo y excitación, me vengaré de lo que pueda, y si Klaus está frustrado, es posible que se desquite con Blaz. Si no puedo con el enemigo, envío uno de su mismo tamaño.

—¿Y qué deseas exactamente, Klaus? —digo sin darme la vuelta. Con un tono totalmente inocente.

Acercándose más a mí, le permito que me abrace desde atrás y sus palabras resuenan en mi oreja. —Te deseo a ti. Solo a ti.

¡Dios, esto es mucho para mi pobre cuerpo!, por no decir que estoy caliente y terriblemente excitada.

Sin mirarlo, apoyo mi cabeza en su pecho, cierro los ojos y musito: —¿Te gustaría tocarme, desnudarme y luego follar por todo el lugar?

—Sí.

—¿Con posesión y fuerza? —murmuro con un hilillo de voz.

—Sí. Te deseo. ¿Sabes que te haría ahora mismo si pudiera? —pregunta con la voz ronca.

—No —digo con fingida inocencia—. Pero dímelo.

—Te miraría a los ojos y saborearía tu boca mientras Joss te posee. Quiero acceso a tu interior y follarte hasta que me sacie. Luego abrirte para mi primo y observar cómo se encaja en ti una y otra vez, mientras jadeas y me mira a los ojos. No he parado de pensar en eso desde que Blaz nos enseñó tu foto y supimos que ibas a ser nuestra.

Expulso el aire de mis pulmones o me ahogo. Noto su erección cada momento más dura apretándose contra mi trasero. Me besa los hombros y lo disfruto.

Voy a soltar vapor por las orejas de un momento a otro.

Noto cómo comienzo a tragar con dificultad. Eso me ha puesto cardíaca no..., y lo que le siguiente. Y cuando pone sus ardientes labios en la base de mi nuca y me besa, lo disfruto más, pero cuando toma mi boca, doy un respingo, me alejo de él y, mirándolo a los ojos, digo con todo mi pesar: —No, Klaus..., tú y Joss decidieron darle mi virginidad a Blaz. Hasta que él no me tome ninguno de ustedes dos lo hará, qué lástima por tu erección, pero no será la primera vez que uses tu mano, ¿no, cariño?

Con coquetería suelto el vestido para que se me caiga y luego me alejo.

—Bueno, creo que me lo llevo también, si te dio ganas de coger, debe valer la pena —lo echo del lugar y llamo a la chica.

Con una sonrisa me miro al espejo, la madame tenía razón: «El mejor paisaje de una chica es un espejo».

🥵🥵🥵

¿Qué les parece el capítulo?

¿Quieren el capítulo 7 sí o no?

Si lo quieren dejen un fuego. Recuerden que mientras mas comentan, más rápido habrá actualizaciones.

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