You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

No te vayas

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By PapasConChedd4r

Año 3.

Los largos brazos de Fizzarolli acomodaron las sábanas de su nueva cama en su nueva habitación en la clínica. Era un cuarto fresco y amplio, sin tantos aparatos y con un ventanal mucho más grande. Ya no necesitaba ser constantemente monitoreado por máquinas porque la resistencia de su cuerpo había mejorado mucho a comparación de años atrás. La habitación era de reposo, pero ya no contaba con estantes cubiertos con medicamentos en exceso, pastillas, sedantes o brebajes.

El cambio de cuarto era previsible, y eso era porque el alta de Fizzarolli estaba cerca.

Cuando el imp se movió hacia el ventanal para ver el exterior, amplió sus ojos indiferentes hacia el enorme patio repleto de árboles, pasto y naturaleza infernal. Era mucho mejor que la vista de la habitación de terapia intensiva y la de ejercicios de rehabilitación. No sabía cuánto tiempo estaría allí, pero sabía que no sería mucho.

El solo pensar que debería abandonar ese lugar para comenzar con su trabajo y su verdadero entrenamiento lo ponía algo ansioso. Sus reflejos eran mejores, su resistencia también. La exigencia de Mammon era lo que le preocupaba. El señor de la avaricia fue paciente ante los pedidos de Asmodeus, pero no sabía cómo sería con él cuando Ozzie ya no lo protegiera.

Asmodeus se acercó por atrás del pequeño, contempló el paisaje por afuera del ventanal y se sintió nostálgico. Suspiró y cerró sus ojos poco a poco. No sabía qué era lo que sucedería en el futuro, él prometió permanecer al lado de Fizzarolli aunque la situación se complicara con Mammon. No obstante, el contrato de Fizz y las extorsiones de la Codicia no harían que eso fuera sencillo.

—¿Sabes?... Nunca tuve padres. Me adoptaron en ese circo —murmuró Fizz, al momento que depositaba su mano sobre el cristal de las ventanas nuevas—. Trabajé como un payaso de entretenimiento junto a Blitz y Barbie, su pequeña hermana, desde que éramos niños.

Comenzó a recordar un poco lo que lo llevó a su presente, sus sueños infantiles y su ingenua admiración a un pecado que no conocía en lo más mínimo. Tal vez si no hubiera sido tan estúpido, no hubiera terminado tan mal.

—En esos tiempos, admiré a Mammon con mucha fuerza, era mi inspiración —entrecerró los ojos bastante desilucionado—. Quería ser como él, convertirme en algo que inspirara a otros de esa manera, volverme así de brillante y talentoso y transmitir esa felicidad que él me dio desde tan temprano —hizo una pausa solo para observar sus opacos dedos de metal—. Mi rutina se basaba en pensar en el circo, en mejorar lo suficiente para audicionar ante él y convertirme en su estrella —suspiró ante la frustración—. Bueno, al final no tuve que hacerlo. Me extendió un contrato al saber sobre mi incidente, me dijo que apreció mi talento cuando me vio en mi circo aquella única vez que vino a evaluar nuestro espectáculo. Y que sabía que si me recuperaba, podría ser su más grande artista.

Fizzarolli volteó un poco hacia Asmodeus, le dirigió una mirada sin emociones, como si fuera un cascarón vacío sin ninguna clase de esperanza real en esos momentos. Asmodeus se le quedó mirando con melancolía al comprender la manera en la que Fizzarolli había cambiado en esos pocos años.

—Tal vez Mammon... no es una gran persona. Pero él está confiando en mi de alguna manera, está apostando en mi. Y sé que es por el dinero, pero eso ya no importa —reconoció ante Ozzie, ya que lo había aceptado desde hacía mucho tiempo—. Él quiere que todos vean mi mejor versión y yo también quiero que todos vean de lo que soy capaz en mis mejores condiciones.

Caminó hacia el borde de su nueva cama y tomó asiento, fijando su mirada taciturna hacia un lado.

—Firmé un contrato con él y desde ese instante, supe que tenía que seguir adelante a pesar de lo difícil que sería. Prometí recuperarme y no rendirme aunque fuera muy doloroso, esa fue mi convicción y fue lo que me mantuvo cuerdo en mi primer año en un hospital decadente antes de llegar a este lugar —relató hacia un Ozzie que desconocía lo que realmente había sufrido antes de llegar a sus manos—. Ese deseo fue lo que me ayudó cuando no tenía brazos ni piernas y mis quemaduras dolían tanto que no podía controlarme.

Se detuvo para pensar en cada paso erróneo que seguía comentiendo. Creyó que era un hombre más fuerte pero no lo era del todo, quería destruir todo ese rastro de vulnerabilidad que lo hacía quebrarse cuando estaba en sus momentos más bajos. Para volverse impenetrable, tenía que dejar de mantenerse atado hacia esas memorias que lo hicieron tan feliz alguna vez.

—Pero cuando apenas llegué aquí y pude dejar de sentir algo de dolor y empezar a pensar fríamente, no pude evitar que mis pensamientos volvieran a debilitarse —su pecho se contrajo al reconocerlo, ya que aún seguía siendo débil ante sentimientos que eran inútiles para su recuperación—. Llegué aquí con un gran conflicto en mi cabeza, no podía dejar de pensar en Blitzo. Y todavía pienso en él.

Se acurrucó en su lugar y abrazó sus rodillas, esa amargura al mencionarlo seguía siendo muy profunda, lo seguía haciendo temblar de la ansiedad y la rabia. Su recuerdo no era más que una pesadilla y se seguía forzando a que su imagen le hiciera sentir únicamente desprecio hacia él.

—Nunca te lo he dicho. Pero quiero que Blitz me vea en cada maldita publicación, en cada cartel con mi cara, en cada pedazo de mercancía a mi nombre, en todo. Quiero que me vea en cada rincón de la ciudad y que sufra de la rabia al verme —apretó los dientes con verdadero desagrado ante su recuerdo—. Que vea que lo logré sin él, que triunfé y que no lo necesito y jamás lo necesité. No quiero que escape de mi y de mi recuerdo, quiero torturarlo, quiero que se muera de envidia. Le demostraré que pude sanar y que estoy mejor que nunca, que pude volverme incluso más grande de lo que imaginamos alguna vez.

Quería hacerle recordar que seguía existiendo y que no se volvería un don nadie como lo era él. Probablemente Blitzo seguía no solamente vivo, sino disfrutando de una vida como civil normal y sin ninguna puta preocupación luego de haberle querido arruinar la vida.

No permitiría que siguiera como si nada sin cobrarle todo el sufrimiento que le hizo sentir. Se encargaría de volverse su pesadilla viviente, y que no pudiera descansar de verlo en absolutamente cada parte del infierno. Le restregaría lo rico, famoso y exitoso que sería como artista sin su condenada ayuda.

—Me prometí odiarlo. Intento odiarlo todos los días, mi odio es lo único que puede hacer que tenga una motivación sólida y... sé que me estoy envenenando en esto —apoyó su mentón en sus rodillas y envolvió su cola entre sus piernas—. Sé que no es bueno para mí, pero no encuentro otra manera de como funcionar —reflexionó en voz alta—. Aún siento un gran conflicto. Puedo odiarlo y amarlo al mismo tiempo. Mammon dijo que solo debería olvidarlo, que Blitzo no es bueno para mi, pero no puedo...

Alzó su mirada vacía hacia Asmodeus, quien escuchaba atentamente cada palabra de Fizzarolli y conservaba esa información valiosa. Se acercó dando algunos pasos hacia el pequeño, lo observó con una mirada compasiva y empática.

—Me gustaría dar un paso adelante y sencillamente borrarlo de mi memoria, pero lo recuerdo porque era muy importante y valioso. Y lo amaba, él significaba el mundo para mí...

No quería que fuera así. Envolvió mucho más fuerte su cola ante la desesperación de no poder librarse de esos sentimientos. Sería tan fácil olvidarlo si no tuviera tantas emociones tan fuertes en su corazón que lo involucraban en ese conflicto agotador y constante.

—Tan solo me gustaría dejar de recordar lo amable y dulce que era conmigo, la forma en como me protegía y me hacía sentir único, como si yo valiera la pena —enterró su rostro entre sus piernas con vergüenza de si mismo por ser tan débil—. Me gustaría convencerme de que solo era un teatro y de que buscaba todas las formas de lastimarme sin que lo percibiera. Y lo logró, logró herirme como nunca nadie hizo antes.

Sus heridas no tenían que ver únicamente con lo físico. La herida más grande era la de la traición. Esa era la que no podía cicatrizar y dejar atrás. Asmodeus bajó para estar a su altura, reposó su gran mano sobre el hombro del imp y lo masajeó un poco.

—A pesar de que lo amas, sé que hay un gran rencor allí dentro. Y el odio no hace bien, te impide sanar —le dijo en un tono suave y comprensivo—. Sin embargo, no tener esos sentimientos hacia alguien que te lastimó tanto, no sería lógico. Es bueno permitirse sentir, aunque sea negativo o triste. Solo quiero que entiendas que el odio es veneno y te consumirá hasta no dejar nada —Ozzie lo miró muy preocupado, porque no quería que Fizz se siguiera lastimando de esa forma, incluso culpándose por tener sentimientos nobles—. Te contaminará a tal grado que perderás tu hermosa esencia, esa parte de ti que es muy dulce e invaluable. Si te dejas carcomer por el veneno del odio y el resentimiento, tu bondad no volverá. Te romperás por completo.

Fizz lo miró a los ojos y reflejó nuevamente lo desconectado y alejado que se sentía ante la percepción que Asmodeus tenía de él. No lo comprendía, porque Fizz no podía ver nada de lo que estaba diciendo, como si su realidad estuviera distorsionada.

—Yo ya no tengo nada de eso, esos sentimientos son ridículos —le respondió con una sonrisa irónica —. Tampoco hay nada puro o dulce en mi. No sé qué clase de persona estás viendo, pero desde que llegué aquí, ya no existe nada de lo que dices. Y si alguna vez esas cosas existieron, probablemente murieron en el incidente junto a mi antiguo yo.

Asmodeus sabía que le negaría. Y era porque Fizzarolli nunca lo vería con sus ojos, los ojos de alguien que lo amaba profundamente. Fizz no se quería ni en lo más mínimo, no veía un valor real en si mismo, solo en su talento por el cual sabía que sería recompensado gracias a Mammon. El pecado de la Codicia hizo que su valor se redujera al dinero que podría ganar y a su productividad. Y el imp aún no podía ver más allá de eso. No era consciente de que su pureza y esencia amable también eran parte de su ser y que eran grandes cualidades que lo hacían valioso.

—Veo mi reflejo todos los días y antes no podía hacerlo... Sé que ese ya no soy yo. Antes comenzaba a vomitar y a llorar porque no podia asimilar y tolerar esta apariencia. Pero ahora entiendo que es en lo que me convertí —afirmó Fizz ante Ozzie, ya que no había manera de verlo desde otro ángulo para él—. Muchas partes de mi murieron. Tuve que ser fuerte, no solo estaba recuperando mi cuerpo, estaba recomponiendo mi corazón y mi cabeza. Me caí muchas veces, la enfermedad y el dolor me hacían titubear y retroceder, me hacían ser débil y tener miedo... Pero...

Apretó sus puños con fuerza, deseando asesinar cada parte sensible que aún residía dentro de su corazón. No había tiempo para desperdiciar en llorar y en recordar su pasado, el tiempo era dinero. Por eso tenía que aniquilar cualquier cosa que le hiciera desperdiciar tiempo.

—Definitivamente, la persona que era cuánto tenía diecisiete, ya no existe —entonces, aceptó contener esa crueldad que en definitiva lo haría mejor—. Pienso que vivir con veneno no cambiará nada de lo que soy en este momento. Si me hace más fuerte, bienvenido sea.

De una manera un poco más dispersa, Fizzarolli se acercó a la punta de la cama y le dirigió una mirada crítica a Asmodeus, ya que no podía llegar a conectar con su perspectiva y su punto de vista. Su mente estaba torcida y creer que era un alma hermosa era simplemente una locura.

—Ozzie, si aún sigues pensando que hay alguna parte agradable en mi, creeré que estás loco. No hay nada bueno —le advirtió con un rostro aburrido—. Y todo lo que tuve que pasar, me hizo entender que tampoco existe nada bueno en los demás. Solo en ti, porque fuiste el único que se quedó conmigo todos estos años, los más duros de toda mi vida —le mencionó con mucha seguridad—. Si debo pensarlo con cuidado, eres el único que posee mi confianza en todo el mundo.

Ozzie sintió sus flamas azules alborotarse un poco. Con un semblante preocupado, se arrodilló ante él pequeño y chocó su mirada brillante con aquellos ojos grandes que tanto amaba.

—Lo único que pienso es que Blitzo  hizo que te convirtieras en esto. Nada es tu culpa y tampoco es algo absolutamente malo. Son las decisiones que has tomado para sobrevivir —le indicó para que no se sintiera juzgado de ninguna manera—. Cada uno carga con esa clase de elecciones y consecuencias mediante el paso del tiempo. Puedes elegir vivir de esta forma, solo odiaría que te dejaras consumir y te volvieras irracional por esos malos sentimientos.

—No quiero matarlo o algo así —le aseguró Fizz con una expresión indignada—. No soy la misma basura despiadada que él. Solo quiero que reciba su merecido.

Sin embargo, esos no eran sus sentimientos más sinceros. Fizzarolli se sintió incómodo al pensarlo con claridad. Su corazón se estremecía mucho cuando pensaba en Blitz.

—Solo... quisiera ser incapaz de sentir —le dijo en un tono afectado—. Ya no quiero volver a amar nunca más en lo que me queda de vida.

—Hay una forma de empezar a sanar eso y de seguir adelante —contestó Ozzie ante su contundente deseo de borrar esa emoción de su vida.

—¿Cómo? —inseguro y titubeante, Fizzarolli lo observó casi con desesperación.

—Deja de esperarlo. Él... no vendrá.

Fizzarolli cerró la boca y lo observó atónito y con ojos temblorosos y cristalinos.

Como un patético imbécil, contradiciendo todos sus pensamientos y deseos, él seguía esperando que el amor de su adolescencia rompiera esos cristales y se asomara para sacarlo de allí. Como un salvador, como un ser de luz que vendría a rescatarlo como siempre hacía.

Asmodeus se lo acababa de largar de forma directa, sin cuidado y tapujos. Y sabía que necesitaba que se lo dijera, que alguien se lo ordenara para entrar en esa dolorosa realidad. Fue como tanto temió, un golpe doloroso. Que Ozzie se lo lanzara era mucho más doloroso. Romper con ese ridículo anhelo inconsciente le haría desprenderse en totalidad de la única parte vulnerable a la que se aferraba, esa parte de su pasado que guardaba en su corazón como un tesoro valioso.

Debía romper esa ilusión y dejarlo ir.

—Tienes razón... —murmuró con una sonrisa avergonzada, mientras bajaba la mirada con el corazón herido—. He desperdiciado mucho tiempo... ¿Qué estúpido he sido, verdad? —mostraba esa sonrisa desconsolada solo para no largarse a llorar ante esas palabras que lo habían afectado tanto—. Él no vendrá. Si nunca vino antes, si nunca se interesó antes... no vendrá.

Borró su expresión para ocultar su semblante entre sus manos y contener esos sentimientos de abandono y de soledad. Empezó a maldecirse a si mismo por ser el mayor de los imbéciles, por ser una persona tan triste y patética. Era simplemente vergonzoso llenarse de dolor a esa altura de las cosas, ¿por qué dolía tanto el pensamiento de tener que olvidarlo por completo?

¿Por qué seguía doliendo así de fuerte después de cuatro años?

"No vendrá. Él no me quiere."

Comenzó a sentir esa tormenta de emociones rotas que lo invadían en cada pesadilla, tembló muy angustiado y con el sufrimiento a flor de piel. Solo tenía que olvidarlo, solo eso. Cortar lazos y seguir adelante, ¿si lo odiaba, por qué era tan difícil?

Aunque quisiera aferrarse a ese odio y ocultar sus heridas detrás de esa máscara, todavía no era lo suficientemente fuerte. Todavía seguía siendo un hombre débil que clamaba y suplicaba por Blitz en sus sueños.

"Nunca me quiso... ¿Por qué me hiciste creerte? Blitzo... ¿Por qué hiciste que te crea? Es doloroso. Sigue doliendo."

No quería llorar, no quería romperse una y otra vez ante su recuerdo. No podía controlarse, no podía por más que lo intentaba. Ya no quería pensar que su vida estaba condicionada ante su esperanza y su recuerdo. Quería liberarse, pero no sabía cómo.

"Blitzo... Debo dejarte ir."

Asmodeus observó con pleno dolor la manera en como Fizz seguía luchando contra esos fantasmas de su pasado que lo seguían torturando como el primer día. Se estaba esforzando tanto por no llorar, por ser fuerte. Lo vio tan indefenso, tan desamparado ante ese sufrimiento que no quería irse. Ozzie sostuvo su delgado cuello y lo masajeó con su pulgar, lo sintió temblar tan fuerte, tan inestable por lo abrumado que se sentía ante sus caóticas emociones.

¿Por qué tenía que sufrir de esa forma? No lo merecía. Un ser tan hermoso, tierno y dulce. Quería borrar todo ese dolor. Quería hacer que olvidara a Blitzo, al circo, a Mammon o a cualquiera que lo hiciera perderse en ese torbellino de miedos, inseguridades y recuerdos amargos.

Fizzarolli apartó las manos de su rostro, aún conteniendo sus lágrimas y el nudo de su garganta. Su amargura era tal que respirar se sentía difícil. Entonces, pensó en que nunca sería feliz luego de todo lo que tuvo que pasar. Pasaron cuatro años y todo se sentía igual, todo se sentía terrible. ¿Cuándo culminaría ese fuego que lo seguía lastimando tanto...? ¿Acaso ese dolor nunca se iría? ¿Acaso nunca podría encontrar la felicidad?

Asmodeus ya no podía sentirlo así, no podía tolerar que sufriera de esa manera. Se angustió tanto por él, por la persona que más amaba. Ese amor era tan grande que ya no sabía cómo contenerlo.

Entonces, Ozzie se deslizó hacia su cuerpo, levantó su rostro en cuestión de segundos y besó sus labios.

Cada pensamiento horrible se detuvo. Todo se desconectó en la cabeza de Fizzarolli, quien abrió sus ojos absolutamente shockeado y dejó que todo su cuerpo temblara a punto de perder el control por completo.

Y cuando Asmodeus se apartó y lo contempló entre conmovido y con temor, Fizzarolli permaneció petrificado y en un estado de shock absoluto. Dejó caer las lágrimas que tanto estaba conteniendo, sintió su respiración entrecortarse y su cuerpo entero vibrar de la ansiedad. Su mente no podía procesar lo que estaba pasando...

Todo sucedía al mismo tiempo, el recuerdo de Blitzo, su horror hacia esos sentimientos y lo que estaba haciendo Asmodeus en ese momento en el que todo en su cabeza estaba derrumbándose por el pánico y el terror de lo desconocido. Su shock emocional no lo dejó analizar o pensar en nada, su mente estaba totalmente en blanco. Dejó caer más gruesas lágrimas por sus mejillas sonrojadas.

Y antes de que pudiera intentar artícular palabras descuidadas, Asmodeus cayó en cuenta del terrible acto que acababa de cometer.

El rostro lleno de horror de Fizzarolli lo hizo caer en cuenta de que le había hecho algo imperdonable. Ozzie se dejó llevar por sus desbordantes sentimientos de amor porque ya no quería que sufriera, porque quería cuidarlo y protegerlo con su cariño. El ver ese rostro asustado y atónito lo hizo entender demasiado rápido que lo había arruinado. Se levantó precipitadamente, no pudo pronunciar ninguna disculpa ni mucho menos. Su semblante cargado de culpabilidad se enfocó en él una última vez, se dio la vuelta y se marchó de allí, dejando a Fizzarolli solo en esa habitación.

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