You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

La última vez

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By PapasConChedd4r

2 años. 3 meses.

Las pelotas de plástico cayeron al piso. Fizzarolli gruñó molesto al darse cuenta de que su agilidad y destreza no eran las mismas que antes. Estiró sus prótesis de metal para recoger esas piezas de colores y, cuando las tuvo entre sus brazos, las observó decepcionado e impotente por no sentirse lo suficientemente bueno.

Mantenía su equilibrio para caminar, todos sus reflejos estaban bastante bien gracias a que entrenaba en su rehabilitación cada día. Pero algunas tareas que le resultaban simples no volvían a estar en su eje. Sabía que era cuestión de práctica y tiempo, sin embargo, le enojaba que sus extremidades fueran tan inseguras y torpes a comparación de sus brazos de carne y hueso.

—Sigo siendo un asco —susurró apretando fuerte sus dientes por la rabia que sentía contra su propia incapacidad—. ¿Por qué mis reflejos no vuelven? Se supone que mis conexiones están bien. Mis músculos ya no duelen.

Con impaciencia, dejó caer todas las pelotas al piso. Habían pasado dos años. Quería volver a ser como antes, incluso mucho mejor, pero era imposible en ese tiempo. Esos brazos y esas piernas eran artificiales después de todo. El control no era el mismo, tampoco su precisión.

Asmodeus lo rodeó, su gran cuerpo lo siguió sin problemas. Tomó una pelota de color azul y se agachó para entregársela en sus manos. Su expresión era suave, tenía que relajar su mente para que pudiera ser capaz. Todo era paso a paso, se necesitaba un extremo nivel de paciencia. Era normal que se sintiera impaciente luego de dos años.

—Es porque tus prótesis jamás tendrán la movilidad de tus antiguos brazos. Pueden ser mejores, pero tienes que adaptarte a ellos con mucha más práctica. De todas formas, siento que son demasiadas cosas al mismo tiempo en tu cabeza —le entregó la pelota, hizo que Fizz la rodeara entre sus dos manos y luego envolvió aquellas manos con sus grandes palmas—. Te presionas para comenzar a actuar, también piensas en Mammon y en el trabajo. Sin mencionar en todo lo que sucedió en tu pasado.

Fizzarolli lo observó con sus ojos brillantes y titubeantes. Se acercó a él, confió en sus palabras y se dejó envolver por esa motivación genuina y tranquila. Nunca lo apresuraba y mucho menos lo presionaba. Asmodeus era muy paciente y solo le transmitía la más pura armonía que podía sentir.

—Tus extremidades son estables ahora mismo, podrían ser las definitivas, tal vez encontramos las piezas adecuadas para que tú cuerpo no vuelva a colapsar —Ozzie sonrió dulcemente, llevó su mano a su mejilla y lo acarició con mucho cuidado—. Debes relajarte, dejar de pensar en tu deber y empezar a actuar sin pensar que esto es para complacer a Mammon. Hazlo porque te gusta, hazlo por ti mismo.

Fizzarolli cerró sus ojos al sentir el placer de ser siempre protegido por el pecado. Sus caricias sanaban su alma, y lo hacían sentir que todo estaría bien siempre.

Sonrió tímidamente, porque quería adquirir esa mentalidad, quería disfrutar de su talento y de su arte como lo hacía antes en el circo. Ya no sería un simple payaso, se convertiría en un artista de gran calibre, una celebridad popular al estar al nombre de Mammon. Pero fuera de eso, quería volver a sentir pasión hacia ese trabajo en el que era realmente bueno y se destacaba por encima del resto. Quería ser feliz al convertiste en esa gran estrella que podría traer alegría y felicidad a todos los que fueran testigos de sus actos.

—Puedes estirarte bastante bien, también puedes caminar adecuadamente y correr —le aseguró Ozzie—. Probablemente si tú cuerpo no vuelve a rechazar las prótesis, ya no tendrás problemas graves. El resto es mental.

—Si, debo relajarme un poco —le dio la razón. Fizzarolli volvió a mirarlo y a sonreír con pena. Fue convenciendose de que cada consejo sabio de Asmodeus estaba en lo cierto. Debía tomarselo con calma para no sucumbir siempre ante la frustración.

—Me gusta hablar con otros demonios en el hospital —le relató, ya que cuando Ozzie no estaba, podía colarse en otras habitaciones y llevarles algo de entretenimiento para poder practicar frente al resto. Todos lo recibían con una sonrisa, Fizzarolli era fácilmente amado por lo atractivo que era a la hora de actuar—. Ahora que puedo moverme bien, me gusta contarles historias, mostrarles lo poco que puedo hacer y divertirme con ellos.

—Esa es la clave —le respondió Ozzie con una sonrisa llena de esperanza—. Puedes practicar frente a ellos y será divertido para ti.

—Lo será. Me gusta mucho hacerlo.

Fizzarolli fue hecho para el entretenimiento, disfrutaba mucho el escenario y ser observado por otras personas. Cada actuación era adictiva para el público, eso era lo que cautivó a Mammon. Quería volver a causar esa impresión en la gente. Y la sola idea de que ya no serían cientos, sino miles de demonios los que se volvieran su nuevo público, lo llenaba de cierta felicidad. Disfrutarlo por si mismo sin ser consciente de que Mammon siempre estaría allí, era lo que más anhelaba.

------

Aquella mañana despertó ante el sonido de unos tiernos aullidos. Eran muchos, no podía distinguir la cantidad. Fizzarolli cerró sus ojos con fuerza dentro de las sábanas de su cama de hospital, pensó que soñaba. Solo le dijo a Ozzie una vez que quería tener esa clase de compañía, pero ni siquiera estaba permitido tener mascotas allí dentro.

Abrió los ojos abruptamente cuando no solo uno, sino media docena de queefs se le arrojaron encima. Comenzaron a morder las sábanas, a jalarlas y a romperlas de la emoción. Fizz se sentó en su lugar completamente atónito y retrocedió al darse cuenta de que estaba rodeado. Eran pequeños, adorables y numerosos. Desde la puerta, Asmodeus le sonreía divertido ante su reacción asombrada.

—Cachorritos...

Fizzarolli comenzó a sonreír poco a poco. Estiró sus brazos para envolverlos y los levantó para mantenerlos cerca de él. Ese regalo único e irrepetible era por parte de Ozzie, quien siempre lo escuchaba atentamente y nunca se le escapaba ningún detalle cuando se trataba de él. Fizz se levantó de la cama y caminó con algunos perritos entre sus brazos y una gran sonrisa.

—¡Son muchos! ¡Son tan hermosos! —se enterneció ante la cantidad y ante la efusividad con la que recibían a su nuevo dueño.

—Son especiales, son cachorros de rehabilitación —Asmodeus se acercó a Fizz y se arrodilló ante él. Para su sorpresa, sujetó al único perrito que no podía montarse a la cama—. Y este pequeño ayuda a tu recuperación emocional. Cuando no estoy, puedes hablarle.

El pecado levantó al pequeño cachorro blanquecino de grandes ojos rosas. Sus patas estaban partidas y vendadas, recibía ayuda gracias a una pequeña silla de ruedas.

Cuando Fizzarolli lo vio, se quedó callado y anonadado. Ese cachorro estaba todo jodido, como él. Se conmovió, era especial y único. Y era lo más hermoso que había visto. Se acercó hacia Ozzie con sus ojos llenos de lágrimas y envolvió al perrito entre sus manos para luego protegerlo contra su pecho. Jamás dejaría que algo le pasara, le daría todo el amor que él perdió.

—Los cuidaré con mucho cariño, los adoro —restregó su rostro contra el pelaje del bebé perrito y compartió su calor vital con él—. ¡Muchas gracias, Ozz!

Esa hermosa ternura que solamente Fizzarolli podía transmitirle se volvió magia para Asmodeus, quien en ese momento y en ese lugar, sintió que eran ellos dos solos en todo el mundo. Estaba entregado a ese amor que le hacía experimentar Fizz, a toda la felicidad que le otorgaba sin darse cuenta con esa mirada llena de esperanza y alegría.

El corazón de Ozzie latía fuerte y rápido, lo amaba. Amaba a Fizzarolli con mucha fuerza, era incontrolable y desmedido. Era tan indescriptible, esos sentimientos se escapaban de sus manos. Quería hacerlo feliz, quería protegerlo hasta el último día. Debía cuidar de su felicidad y mantenerlo seguro del mundo hostil en el que se estaba metiendo gracias a Mammon.

—... Amo tu sonrisa.

El gran pecado realizó un movimiento inconsciente, levantó su mano y tomó el rostro de Fizz. Pero no fue como siempre, no fue una caricia para calmarlo o una forma de sentirlo. Permaneció quieto y decidido, lo observó de una manera inconfundible, lúcida e inocente. Y cuando Fizzarolli se dio cuenta de la forma en la que lo miraba... Bajó sus brazos y dejó al cachorro en el suelo.

Fizz se sonrojó nervioso ante esos hermosos ojos verdes y brillantes que lo miraban sin parar. Sintió su propio corazón acelerarse. Percibir la forma en como todo su cuerpo se estremecía ante la manera en como lo sostenía como si quisiera brindarle el mundo entero y protegerlo de cualquier cosa terrible era muy fuerte. Pudo sentir el cariño de Ozzie, quien se estaba acercando de una manera mucho más íntima que de costumbre.

Fizzarolli, al sentir aquello, sintió temor. No sé movió en lo absoluto, pero todo su pánico se activó y sus ojos reflejaron miedo. Era muy extraño, su corazón latía como loco y se sentía indudablemente afectado ante su penetrante forma de estar cerca. No obstante, tener esos sentimientos tan peligrosos era muy aterrador. Que alguien le sacudiera el corazón así, hacia que su cuerpo se llenara de ansiedad por instinto. Se juró que jamás lo sentiría, y aún estaba muy asustado ante cualquier mínimo indicio de que podía sentir emociones tan fuertes.

Asmodeus se percató de eso. El rostro de Fizz reflejó un pánico evidente, eso lo hizo retroceder y apartar su mano porque sabía que lo había asustado demasiado.

—L-Lo siento, no quise incomodarte —se disculpó, Asmodeus se sintió muy avergonzado por haberse dejado llevar. Quiso contenerse, no podía ni mirarlo a los ojos de la pena.

Sin embargo, Fizzarolli lo miró preocupado ante su reacción. No quería arruinar su cercanía por actuar como alguien cobarde. Quería a Asmodeus en su vida, no quería lastimarlo de ninguna manera. Y todo lo que pensó, todo lo que lo hizo asustarse, debió solo ser su imaginación. Su cuerpo actuó por reflejo ante el más mínimo signo de amor, porque aún sentía miedo de volver a sentir.

—No, no me incomodas —se recompuso lo más rápido que pudo, porque no quería alejar a Ozzie otra vez—. Quiero sentirte cerca, eres muy amable.

Fizzarolli quiso corregir su comportamiento. Envolvió sus largos brazos alrededor del cuello de Ozzie, se subió sobre su cuerpo y lo abrazó con mucho cariño. Enterró su rostro entre su plumaje azul y los dos demonios de aquel lugar lo recibieron con grandes sonrisas y ojos esperanzados.

Los cachorros miraban la escena desde el suelo, algunos peleaban entre si y otros solo contemplaban a sus nuevos dueños. Por el contrario, Asmodeus correspondió el abrazo y cerró sus ojos tranquilamente ante el cariño que le estaba regalando Fizzarolli. Supo entonces que quería mantenerlo de esa forma a su lado y se decidió a eso.

Si Fizzarolli no se atrevía a amar nuevamente, no importaba. Lo único que quería era permanecer a su lado, daba igual si su amor era correspondido o no. Lo acompañaría siempre, lo cuidaría y lo aconsejaría. El imp aún estaba asustado ante cualquier sentimiento que reflejara algo incondicional, no quería volver a afectarlo así. Por esa razón, mantendría sus sentimientos en secreto todo el tiempo que lo considerara correcto.

—Ozzie. Mañana... será mi última intervención quirúrgica. Y será profunda —comentó el imp, todavía refugiado entre su plumaje caliente—. La última vez que lo hicieron, volví a recaer y a retroceder —dijo despacio mientras acariciaba sus plumas—. Mi cuerpo no es muy fuerte, pero de todas formas tengo algo de esperanza. Aunque la recuperación sea muy dura luego de esta cirugía, tal vez sea la última si todo sale bien.

Sonrió y quiso creer que todo saldría bien después de eso. Tenía a Asmodeus con él, su apoyo y su cariño desinteresado. Su cuerpo se lastimaría nuevamente, su estado anímico volvería a tambalear porque cada cirugía sacudía cada zona vital de su anatomía. Lo único importante era que su corazón no dejará de latir. Era un procedimiento invasivo que lo dejaba muy débil y frágil en su estado de recuperación. Pero quería atravesarlo de una vez, no tenía tanto miedo porque Ozzie estaría esperándolos al salir.

Volver a verlo al despertar le daba fuerzas.

—Me encargaré de que todo salga bien, Fizz —lo protegió entre sus brazos. Asmodeus frotó su mejilla contra la cabeza suave de su pequeño y le prometió internamente que todo saldría bien.

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