EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSI...

By MariaRose95

241K 29.5K 25.8K

Park JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta un día de que acaba de llegar un nuevo v... More

INTRO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE

CAPÍTULO CATORCE

13.1K 1.4K 2.3K
By MariaRose95

JiMin hacía un gran esfuerzo porque los cumpleaños de JungKook fueran algo que él pudiera recordar con cariño. Él sabía que las expectativas de que todo saliera perfecto eran propias y que JungKook realmente estaría feliz con cualquiera de las cosas que él prepara, pero aun así, JiMin era un poco obsesivo. Lo sabía, tenía que trabajar en ello, pero él admitía que podría llegar a matar a alguien si eso significaba mantener la ilusión de JungKook intacta.

Lo despertó con globos en su cuarto, cantando la canción del feliz cumpleaños mientras llevaba su desayuno a la cama. El cual consistió en una pequeña montaña de panqueques de conejitos (a grandes rasgos, porque JiMin no era un profesional en la materia) con velas encendidas que decían "Feliz Cumpleaños". También le entregó sus dos primeros regalos: un par de disfraces y un peluche de cebra. El niño se levantó con estrellas en los ojos y corrió de un lado a otro, emocionado por su cumpleaños.

Él se había quedado despierto hasta tarde decorando la casa para la pequeña fiesta de cumpleaños. Infló globos y pegó serpentinas en las paredes, limpió el desorden, acomodó la mesa, puso un mantel de superhéroes y un par de los snacks favoritos de su hijo.

TaeHyung llegó una hora después de que JungKook terminara su desayuno y YoonGi llegó al menos hora y media después. Luego de que se fueron, padre e hijo se sentaron en el suelo de la sala para pasar tiempo juntos. Al ser un día especial y a sabiendas de que no era el mejor padre del mundo (a su propio criterio) JiMin no iba a dudar un segundo en cumplir todos los caprichos que pudiera de su hijo, así que le dijo que sí a cada propuesta que soltó el pequeño.

Una de ellas, claramente, fue recorrer todo el estacionamiento en su nueva bicicleta. JungKook se sentó con toda la seguridad del mundo y pedaleó con fuerza, riendo de pura emoción mientras movía el manubrio de un lado a otro. JiMin le tomó cientos de fotos que luego le mandó a YoonGi y a TaeHyung, quien no dudó en repetir por mensaje aquello que le había susurrado en el oído más temprano.

"Seguro que no te quieres preñar otra vez???", decía y JiMin lo mandó a la mierda inmediatamente después.

Cuando el cuerpo de JungKook no dio para seguir pedaleando y JiMin pensó que era conveniente aprovechar para hacerlo darse una ducha, el par volvió al departamento mientras el niño no dejaba de decir que YoonGi le había dado el mejor regalo del mundo y de que era el mejor vecino de todos.

Aunque hubo un comentario en particular que dejó a JiMin helado en su lugar.

—Papi, el señor YoonGi debería vivir con nosotros para siempre.

—¿Qué? —preguntó escandalizado, casi tirando al suelo el vaso de agua que le sirvió a su hijo. Cuando lo miró, JungKook lucía inocente con su cara roja por el esfuerzo del ejercicio, sentado en la silla del comedor mientras esperaba su agua—. ¿Por qué dices eso, amor?

—Porque me cae muy bien —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa—. Y siempre está aquí con nosotros, podríamos vivir juntitos y ya.

JiMin se rió con nervios y se sentó frente a su hijo. JungKook tomó el vaso de agua y comenzó a tomar.

—Kookie, las personas no se mudan juntas así como así —trató de explicarse.

—¿Por qué no? —preguntó con un jadeo luego de beber toda el agua—. Si viviera con nosotros podríamos jugar siempre, él podría cocinar comida rica, también veríamos películas todos los días y me cuidaría cuando no estás —dijo como si fuera lo más razonable del mundo.

JiMin no sabía ni qué decir. JungKook estaba siendo realmente serio con sus argumentos.

—Porque... es que... —trataba de encontrar las palabras mirando hacia todas direcciones en espera de que alguna idea coherente llegara a su cabeza. JungKook solo lo esperaba paciente, mirándolo fijamente—. YoonGi tiene su espacio y nosotros tenemos el nuestro. Él tiene sus cosas y nosotros las nuestras. Vivir con alguien que no es tu familia es difícil, no siempre sale bien, incluso vivir con tu propia familia resulta complicado a veces.

—Pero podemos acomodarnos —formó un puchero.

—No se puede, amor —le dijo con un tono rendido—. Simplemente no se puede.

JungKook suspiró con tristeza.

—¿Y si le pregunto al señor YoonGi?

JiMin sintió un poco de pánico, pero lo disimuló.

—Estoy seguro de que te contestaría lo mismo que yo —formó una sonrisa torcida.

—¿Y si acepta vivir con nosotros? —lo miró con una sonrisa naciente, una expresión traviesa colándose por sus facciones infantiles.

JiMin decidió que no quería seguir teniendo esta conversación.

—¿Sabes qué? Vamos a la ducha, te tienes que bañar —se levantó de la silla y tomó la mano de JungKook, quien se quejó, pero se dejó llevar de todos modos—. Y no le vas a preguntar eso a YoonGi.

—¿Por qué no?

—Porque no.

JungKook bufó.

Luego del baño, padre e hijo se sentaron en la mesa de centro de la sala frente al televisor para pasar el resto de la tarde dibujando mientras esperaban la llegada de YoonGi.

—¿Qué estás dibujando papi? —JungKook miró su hoja—. ¿Una casita?

—Sí —asintió, deslizando el color rojo por las paredes de su casa inventada—. Es roja, como la cabeza de Tata.

JungKook se rió entre dientes y se volvió a sentar en su lugar. De fondo, en la televisión frente a ellos, se reproducía la película de BT21.

—Yo te estoy dibujando a ti —dijo, alzando el color marrón, luego volvió a apoyarse sobre la mesita, cubriendo todo su dibujo mientras coloreaba—. Todavía no termino.

—¿Solo me estás dibujando a mi? —JiMin miró la hoja de su hijo, quien negó con la cabeza—. ¿A quién más estás dibujando?

—Espera —le enseñó la palma de su mano—. No terminé —siguió coloreando.

JiMin sonrió y continuó en lo suyo, pintando los últimos rincones de la casa de color rojo. Nunca fue realmente bueno dibujando, pero JungKook nunca lo juzgó demasiado y su especialidad eran las casas pintorescas en medio de un claro, con todo y sus árboles de manzanas.

—Está bien, yo te espero.

JiMin cambió de color para pintar los árboles que había hecho alrededor y se concentró en ello mientras JungKook coloreaba casi furiosamente.

—¡Listo!

JiMin se acomodó para mirar el dibujo y sonrió cuando vio a tres personas en él, pero rápidamente se dio cuenta que la tercera persona no era TaeHyung.

—Somos nosotros —señaló JungKook con su índice y colocó el dibujo sobre la mesa, deslizando el papel hacia JiMin para que lo viera mejor—. Aquí están el señor YoonGi y Holly, y todos estamos en el parque de BT21 —señaló los alrededores del escenario, en donde se alzaban una rueda de la fortuna y una montaña rusa.

—Oh, qué lindo —JiMin tomó el dibujo.

YoonGi estaba dibujado con su cabello largo, un poco más desordenado por la mano inexperta de un niño, a su lado había una maraña de pelos color marrón que debía ser Holly, con todo y sus orejas esponjosas. Del lado contrario a YoonGi estaba JungKook, tomando su mano a la par que tomaba la mano de su papá al otro lado. Los tres estaban sonriendo, caminando juntos en el parque.

—¿Te gusta, papi?

JiMin asintió, todavía mirando el dibujo.

¿Acaso esa era su pequeña familia creciendo?

Su corazón dio un vuelco y miró a JungKook con una sonrisa.

—Deberíamos ponerlo en el refrigerador.

Ambos se levantaron en dirección a la cocina y JungKook comenzó a buscar algún lugar libre para poner el dibujo. El refrigerador era el lugar donde todas las obras de arte se exponían en la casa, estaba lleno de dibujos de JungKook e imanes para sostenerlos. Las exposiciones cambiaban cada determinado tiempo, algunos dibujos se guardaban en una caja que JiMin tenía en su habitación y otras obras de arte se quedaban ahí hasta que alguna que fuera mejor pudiera reemplazarla.

—¿Dónde te gustaría?

JungKook frunció sus labios de un lado a otro, pensando seriamente en ello.

—Ahí —señaló la puerta superior del refrigerador. En el centro estaba el dibujo que había hecho hace tres meses y que había sido su favorito hasta entonces—. Puedes ponerlo encima de ese, papi.

—Bien —y así lo hizo, colocando una hoja sobre la otra, ambas sostenidas por un imán de conejito—. Ahí está.

El niño se rió contento y aplaudió en su sitio, mirando con orgullo su pequeña obra de arte.

—¿Crees que al señor YoonGi le guste? —lo miró, ilusionado.

JiMin tuvo que tomar un poco de aire. No entendía por qué de repente sentía tantas ganas de llorar, pero hizo el esfuerzo para aguantarlo y mirar a JungKook con una sonrisa amorosa.

—Claro que sí, amor. Captaste bien su sonrisa de gato —señaló la pequeña boca ondulada que JungKook le dibujó—, también sus cachetes y su cabello largo.

—¡Y sus ojitos! —señaló con un brinco—. Él hace así cuando sonríe —JungKook imitó la sonrisa de YoonGi, mostrando sus dientes y arrugando su nariz, sus pequeños ojos cerrados mientras JiMin se reía.

—Sí, exactamente así.

De repente, el timbre de la casa sonó y JiMin miró a JungKook con sorpresa. El niño saltó en su lugar y corrió a la puerta de inmediato.

—¡Es el señor YoonGi!

JungKook se colocó de puntillas para tomar el picaporte de la puerta principal en un intento de abrirla, pero este no giraba a pesar de que el niño lucía como si estuviera poniendo todas sus fuerzas en ello.

—Ah, te ayudo —JiMin se apresuró en caminar hacia la puerta, pero cuando trató de girarlo, tampoco pudo—. Oh, ¡creo que se atoró! —le avisó a quien estuviera del otro lado y pudo jurar escuchar un suspiro.

JiMin, creo que te voy a regalar una cerradura nueva por tu cumpleaños —respondió YoonGi del otro lado.

—¡Aish! —él rió—. Por favor, deja de criticar mi cerradura, hace lo que puede —mientras hablaba, hacía un enorme esfuerzo para poder hacer girar el picaporte.

—¡Señor YoonGi, auxilio! —JungKook gritó a través de la puerta—. ¡No me quiero quedar aquí encerrado para siempre!

—Tranquilo, es solo una cerradura trabada, no nos vamos a quedar aquí para siempre, mi amor —tranquilizó y continuó jalando la puerta—. Yoon, ¿no puedes intentar girarlo desde el otro lado?

Es que tengo cosas en las manos...

JiMin suspiró y volvió a hacer fuerza, logrando destrabar la cerradura. JungKook celebró y JiMin abrió la puerta para mostrarle su cara de soberbia a YoonGi.

Pero su sonrisa se congeló cuando procesó por completo la imagen que tenía frente a él.

YoonGi estaba parado en la puerta de su casa, vistiendo lo que JiMin reconoció como su uniforme de mecánico: un overól de color negro y una camisa blanca sin mangas debajo. Las mangas del overol se encontraban amarradas en su cintura y su cabello largo estaba sostenido por completo en una única coleta. Llevaba sus botas de trabajo y olía a gasolina y a aceite de motor.

Sin embargo, JiMin solo podía mirar el ramo de flores que tenía en su mano derecha.

—¡Hola, señor YoonGi! —saludó JungKook—. ¿Por qué está todo sucio? —ladeó su cabeza—. ¿Y esas flores?

JiMin ni siquiera pudo regañar a JungKook por su pregunta inoportuna, simplemente se quedó mirando al alfa reírse, intrigado por el ramo de flores amarillas que el alfa sostenía.

—Bueno, me fui antes del trabajo por lo que no pude cambiarme antes de venir y todavía falta darme una ducha, pero quería darles esto —extendió ambas manos, las flores para JiMin y la bolsa de plástico para JungKook que el omega no había notado antes.

El niño la tomó sin dudar, abriendo la bolsa para encontrarse con un envase de helado. JiMin sí dudó más que su hijo y miró a YoonGi sin estar seguro, pero el alfa insistió y él tomó el ramo. La sonrisa en su rostro fue instantánea y su lobo comenzó a correr en círculos por la simple emoción de estar siendo cortejado por un alfa como este. YoonGi no sólo le llevó un presente a él, si no también a su hijo quien comenzó a saltar emocionado porque el chocolate con galletas era su sabor favorito.

—¡Gracias, señor YoonGi! —sonrió JungKook—. Le voy a dar un abrazo, pero primero báñese. Yo ya me bañé —presumió.

—Ay, JungKook —dijo JiMin sin mirar a su hijo, absorto en las flores que olían a primavera—. No seas así con el señor YoonGi... —dijo con lejanía antes de mirar al alfa—. Gracias —murmuró.

—Están un poco golpeadas porque las traje en la moto, disculpa —se excusó YoonGi con una risa nerviosa. JiMin se dio cuenta de que faltaban algunos pétalos y una de las flores tenía el tallo partido, pero sólo se rió y acarició el ramo.

—Me encanta, no te preocupes —dijo con la voz más baja de lo que habría querido. Se sentía tímido y es que había sido tomado por sorpresa, todavía no sabía cómo reaccionar. Su lobo, en cambio, le enseñaba la panza al alfa frente a él—. ¿Por qué escogiste flores amarillas?

—Es el color que más asocio contigo —explicó sin titubeos.

JiMin sintió el calor subir a su cara y ocultó su rostro detrás del ramo.

—Oh...

—¡Papi! —JungKook lo llamó y JiMin se sobresaltó—. Ayúdame a abrir mi helado, por favor —formó un puchero y levantó el envase hacia él.

JiMin miró un segundo a YoonGi y tomó el envase de helado con su mano libre.

—Bueno, has comido muchos dulces hoy, creo que lo mejor será que lo guardemos un rato.

—No —se quejó el niño y tomó el par de shorts de pijama de JiMin—. Yo quiero helado, papi... El señor YoonGi me lo trajo para mi —alzó sus manos para tratar de tomarlo, pero JiMin lo apartó.

—Espera, dame un segundo —se apartó y caminó hacia el refrigerador.

JungKook lo siguió de inmediato, quejándose y lloriqueando por su helado. JiMin dejó las flores en la cocina y metió el envase en el congelador, a lo que el niño comenzó a llorar.

—Mierda, perdón —YoonGi estaba encogido en su lugar cuando JiMin se acercó a la puerta de nuevo. De fondo, JungKook se había sentado frente al refrigerador y pataleaba al aire por su helado—. No pensé que...

—No pasa nada, Yoon —le dijo con una sonrisa comprensiva—. Así son los niños, sólo tengo que ayudarlo a calmarse y... —JungKook gritó porque no le estaban haciendo caso y JiMin aclaró su garganta—. Ve a ducharte, yo me encargo —tomó la puerta e hizo un ademán con su mano—. Gracias por las flores.

YoonGi sonrió y JiMin guiñó antes de cerrar la puerta.

Cuando volvieron a estar solos, JiMin suspiró y caminó hacia JungKook, quien había aminorado su llanto, pero cuando vio a su padre acercarse, frunció su rostro y se cruzó de brazos para ignorarlo.

—JungKook, ya comiste muchos dulces hoy —trató de razonar con él, pero el niño sólo miraba hacia el suelo y negaba con la cabeza—. Después te va a doler el estómago, creéme, ya me ha pasado.

—¡Pero yo quiero helado! —se quejó con sus cejas fruncidas, mirando al suelo—. Dijiste que podía comer todo lo que quisiera porque era mi cumpleaños.

—Sí, pero tampoco hay que exagerar...

De repente JungKook gritó con la boca cerrada y JiMin se calló.

Cuando el silencio reinó otra vez, JiMin se sentó frente a su hijo y acercó su mano para tocarlo, pero JungKook se apartó y corrió hacia el sofá. El omega tomó un poco de aire y se quedó sentado en el suelo mientras veía al niño subirse a los mullidos y viejos cojines para darle la espalda con sus pequeños brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Estás enojado? —le preguntó desde su lugar.

JungKook no respondió.

JiMin se rascó la frente y se levantó para caminar hacia el sofá.

—Kookie —lo llamó, pero el niño no contestó—. No quiero que estés enojado en tu cumpleaños, Kookie. Tampoco quiero que te duela el estómago, ¿sabes lo mal que te puede hacer comer tanto azúcar? —continuó hablando, pero el niño seguía sin responder—. ¿Kookie?

—Cuando sea grande voy a comer todo el azúcar del mundo cuando quiera —refunfuñó como si estuviera al borde de las lágrimas. JiMin estuvo a punto de virar los ojos—. Y no me vas a regañar más porque me voy a mudar muy lejos de aquí.

JiMin tomó un poco de aire y se sentó con cuidado en el sofá. Ya estaba acostumbrado al drama de su hijo, sabía que para él esto era el fin del mundo, como aquella vez a los cuatro años que lo vio armar su mochila con sus juguetes para "irse de casa" porque JiMin no le había comprado leche de banana. Sin embargo, eso no quitaba que le doliera un poco la imagen que JungKook había planteado en su cabeza con esa frase.

—Amor —comenzó una vez más—. No te estoy regañando, simplemente me preocupa que te duela el... —fue interrumpido por un pequeño gruñido, pero continuó—. Que te duela el estómago.

—No me va a doler el estómago —se quejó. Miró a JiMin por encima de su hombro y el omega trató de no reírse por su pequeña carita de enojado toda fruncida como una caricatura—. A mi nunca me duele, yo soy muy fuerte.

—¿Ah sí? —ladeó la cabeza.

—¡Sí!

Cuando volvió a girarse, JiMin masajeó el puente de su nariz.

La película de BT21 se seguía transmitiendo, con los adorables muñecos cantando una de las canciones finales. La música alegre rompía con la tensión del momento y JiMin no dejaba de pensar en que tendría que resolver este asunto antes de que YoonGi llegara, no creía que el alfa se sintiera cómodo con JungKook haciendo este tipo de berrinche, pero una pequeña voz en su cabeza le dijo que si quería estar con él, entonces tendría que acostumbrarse a este tipo de altibajos.

Decidió no pensar en ello, no quería tener una discusión mental sobre lo que tendría o no tendría que soportar YoonGi de su pequeña y rota familia. Tomó aire nuevamente y se acercó a JungKook, esta vez el niño no se alejó, solo se encogió en su lugar, como si quisiera hacerse más pequeño para que no lo atraparan.

—Hey.

JungKook negó con la cabeza.

—¿En serio te vas a ir muy lejos de aquí?

—¡Sí! —gruñó—. Me iré a un lugar muy, muy, muy lejano, como... como... ¡Agentina!

—¿Argentina? —frunció sus cejas y apretó sus labios para no reírse.

—¡Sí!

—¿Por qué Argentina?

—¡Porque sí!

—¿Al menos sabes dónde queda?

—¡Muy lejos! —continuó quejándose—. Tan lejos que nunca podrás encontrarme.

—Ya veo —se recostó de lado contra el respaldo del sofá—. ¿Entonces ya no vamos a ver películas juntos?

—¡No!

—¿Y no vamos a dibujar?

—¡No!

JiMin zumbó y peinó con sus dedos el cabello de JungKook. El niño no se apartó del toque, sólo se mantuvo hecho bolita contra el rincón del sofá.

—¿No me vas a extrañar?

—No.

—Yo sí te voy a extrañar, mi amor —le dijo con tono cariñoso—. Voy a extrañar hacerte el desayuno, también voy a extrañar jugar contigo y salir al parque, voy a extrañar mucho los dibujos que me haces y te voy a extrañar muchísimo a ti, JungKookie —continuó, pero el niño no dijo nada—. Voy a extrañar contarte cuentos y dormir contigo, también darte besitos antes de dormir. ¿Quién te va a curar las heridas cuando te caigas? ¿Hm?

JungKook sorbió su nariz y JiMin sabía que lo tenía.

Usó un poco de manipulación, pero bueno, los padres no son perfectos y los hijos tampoco.

—No sé —murmuró.

—Bueno, te puedo enseñar a curarte solo —comenzó JiMin—, también te voy a enseñar a cocinar muchas más cosas, para que vivas solo.

—Bueno.

—Esta bien.

El silencio reinó un momento.

JiMin se levantó para darle un momento a solas a su hijo y fue nuevamente a tomar las flores que le había dado YoonGi. Eran en su mayoría un ramo de cinco girasoles, rodeados de pequeñas flores de relleno de colores naranjas y blanco, así como un par de ramas más pequeñas de color verde. JiMin miró el ramo con más detalle y deslizó sus dedos por el lazo de color naranja que sujetaba el papel marrón en su lugar. Era un ramo cálido, como el sentimiento que se esparció por el pecho del omega en ese momento.

De solo pensar que YoonGi había visto esas flores y simplemente las compró para dárselas como un detalle salido de la absoluta nada una sonrisa tonta aparecía en su rostro. Además, era la primera vez que le regalan flores amarillas, siempre habían sido rosas.

Miró un momento a JungKook, quien había abandonado su posición enojada y ahora miraba sus manos juguetear entre ellas por encima de su regazo. Había un pequeño puchero en su boca y parecía que estaba considerando algo con mucha profundidad, así que JiMin no lo interrumpió. Rebuscó entre las cosas de la cocina algún florero vacío, pero no recordaba si había comprado uno luego de que JungKook rompiera el anterior que tenían en un accidente.

Decidió tomar la jarra de agua vacía que tenía sin usar y colocó ahí las flores, todo con una sonrisa en el rostro.

—¿Papi?

—¿Sí? —preguntó sin mirarlo. Tocaba los pequeños pétalos con cuidado.

—Ya no me quiero ir.

—Me alegra escuchar eso —lo miró por sobre su hombro—. ¿Por qué ya no?

JungKook desvió la mirada hacia un costado y volvió a bajarla.

—No me quiero quedar solito...

—Yo tampoco quiero que estés solito —decidió dejar las flores en la encimera de la cocina y caminó de vuelta con JungKook—. ¿Ya no estás tan enojado?

El niño suspiró con dramatismo. Todavía tenía sus pequeñas cejas fruncidas, pero parecía mucho más accesible para hablar que hacía un rato.

—No lo sé.

—¿Quieres que te deje comer helado?

—Sí —murmuró.

—¿Qué tal si esperamos un poco más para eso? —el niño refunfuñó suavemente—. Escucha, me preocupo por ti y no quiero que te sientas enfermo, mucho menos en tu cumpleaños —se sentó a su lado. JungKook no lo miraba—. Lo siento por ser así, mi amor, pero así somos los padres, nos preocupamos y queremos proteger a nuestros niños.

—No te tienes que preocupar por mí —continuó murmurando.

—No es tan fácil —volvió a tocar su cabello y le dedicó un par de mimos ahí. JungKook se dejó hacer, aunque continuaba con su expresión amargada.

JiMin y JungKook se sobresaltaron cuando escucharon que la puerta de la casa se abrió y cuando miraron hacia la entrada, se encontraron con YoonGi asomando la cabeza y a Holly entrando con toda la confianza del mundo. JiMin le sonrió y JungKook se bajó corriendo del sofá para interceptar al alfa y lanzarse a sus brazos. YoonGi no dudó en cargarlo cuando JungKook alzó sus pequeños brazos en su dirección y se rió cuando el niño se escondió en su cuello.

YoonGi vestía su camisa de botones color negra y jeans sueltos. JiMin miró el cuerpo del alfa mientras mordía la punta de su pulgar, recordando la propuesta de más temprano.

—¿Qué pasa Kookie? —cerró la puerta detrás de él y miró a JiMin, quien hizo un ademán con su mano para darle a entender que no era nada.

—Papi no me deja comer helado —se quejó el pequeño.

—Oh, eso es terrible... —JungKook asintió—. Bueno, él es tu papá, yo no puedo decir nada frente a eso —se excusó y JungKook salió de su escondite para mirarlo con ojos decepcionados—. No me mires así, chiquitín —se lamentó.

JungKook formó un puchero, se aferró a la camisa negra de YoonGi con su puño y señaló a JiMin.

—Dígale que me de helado.

JiMin agrandó los ojos y apretó sus labios para no carcajearse ahí mismo. En cambio, levantó ambas cejas así como el mentón y le dedicó una mirada al par que decía entre líneas "te reto".

YoonGi tragó y bajó a JungKook.

—Yo no me voy a meter ahí. Tu papá me da miedo.

JiMin se dio el lujo de reírse.

JungKook resopló y se cruzó de brazos.

—Ya te dije, Kookie. Puedes comer más tarde, ¿por qué mejor no le enseñas a YoonGi el dibujo que hiciste?

El niño trató de mantenerse firme un par de segundos más, pero frente a la mirada curiosa de su vecino, el pequeño alfa cambió su expresión a una mucho más emocionada y tomó la mano de YoonGi para jalarlo en dirección a la cocina y le señaló el refrigerador. JIMin sólo disfrutó de la interacción mientras acariciaba la cabeza de Holly.

—Mire, mire —brincó—. Ese es el dibujo que hice, somos nosotros en el parque de BT21.

YoonGi sonrió en grande y se acercó un poco más al dibujo. JungKook solo lo miró desde abajo, todavía sujetando su mano, esperando lo que sea que tuviera que decir el alfa. JiMin se preguntó en dónde había dejado su celular para tomar una foto de ese momento, pero se rindió cuando YoonGi se giró hacia JungKook.

—Wow, JungKook, hiciste un trabajo espectacular. Me encanta el dibujo —señaló la hoja—. ¿Ese soy yo?

—¡Sí!

—Por la diosa, me encanta.

El niño se rió emocionado y miró a JiMin.

—¡Papi, le gustó!

—¡Eso! —aplaudió—. Sabía que le iba a gustar, eres todo un artista, mi amor.

JungKook volvió a reír de esa manera que sólo hacía cuando estaba siendo elogiado y volvió a mirar a YoonGi.

—Vamos señor YoonGi, vamos a dibujar nosotros —lo jaló hacia la mesa frente al televisor—. Mi papi no.

JiMin viró los ojos.

—Está bien, yo me quedaré con Holly —tomó al perro y lo colocó sobre su regazo.

Holly se acomodó encima de él y se dejó acariciar, su pequeña cabeza apoyada sobre el estómago de JiMin mientras lo miraba con esos inocentes ojos que tenían todos los perritos.

—Bien —JungKook asintió solemne y se sentó al lado de YoonGi.

—¿Estaban viendo una película? —preguntó YoonGi al ver la pantalla de inicio de Netflix.

JiMin sonrió al darse cuenta de que el alfa le estaba dando la espalda, su enorme y fuerte espalda.

—Sí, la de BT21, pero ya acabó —tomó el control remoto—. ¿Quieren ver algo?

—Creo que ninguna de las películas que me gustan son para niños —reflexionó YoonGi mientras JungKook le daba su colores y una hoja de papel en blanco para que comenzara con un dibujo—. Son todas de miedo.

—¿Te gustan las películas de miedo? —preguntó con gracia JiMin, viajando entre el catálogo—. Cada día descubro algo nuevo de ti —YoonGi se rió.

—Me encantan, pero no hay muchas buenas y definitivamente ninguna para que JungKook vea.

—Yo soy grande, a mi no me dan miedo los mostros.

—Puede que tengas razón, pero esas películas tienen mucha sangre y cosas feas, ew —JiMin arrugó la nariz—. Mejor veamos algo más lindo. ¿Qué tal la de "cómo entrenar a tu dragón"?

—¡Sí! —dijo JungKook con interés—. Señor YoonGi, ahora vamos a dibujar dragones.

—Está bien, voy a dibujar a chimuelo.

—No, no. Yo voy a dibujar a chimuelo —puso su mano sobre la hoja de YoonGi—. Usted dibuje a otro.

—Pero yo también quiero dibujar a chimuelo.

—JungKook, deja que YoonGi también dibuje a chimuelo —dijo JiMin una vez puso la película.

El niño suspiró dramáticamente y sacó su mano de la hoja de YoonGi, quien parecía bastante divertido por los intermitentes malhumores del cachorro. Viendo esa cara, JiMin se preguntó si acaso le parecería tan divertido si tuviera convivir con los berrinches de un niños constantemente, lo cual lo hizo sentir extraño y mal consigo mismo porque no debería estar pensando tanto en ello, pero mientras más serio se hacía lo que tenían, más real se volvía el miedo de no saber si YoonGi realmente estaba dispuesto a vivir en esta familia.

—Haré palomitas.

JiMin se levantó del sofá con Holly detrás de él. Pensó que sería una mejor opción mantener su mente en otro lugar que no fueran esos pensamientos.

Después de meter el paquete en el microondas, se sobresaltó de sentir una presencia detrás de él y miró a YoonGi apoyar su mentón sobre su hombro, manos en sus caderas y aroma a madera y café adormeciendo a su lobo. De inmediato miró a JungKook y se encontró con su hijo entretenido con el inicio de la película y con Holly.

—¿Te gustaron las flores? —le preguntó YoonGi con sus labios sobre su mejilla antes de besarla.

JiMin se encogió en su lugar, sus manos apoyadas en la encimera de la cocina. Las flores estaban a pocos metros de ellos, luciendo despampanantes en la jarra de agua en la que JiMin las había puesto.

—Me encantaron, no lo esperaba para nada —respondió suavemente, mirando hacia abajo con una sonrisa mientras YoonGi rozaba su nariz contra la piel de su mejilla. JiMin podía sentir un remolino en la parte baja de su estómago formarse por el toque del alfa y se mordió el labio inferior—. Me encantan las flores amarillas.

—¿Ah sí? Definitivamente tuve la mejor elección —se apartó un poco para mirar a JiMin más cómodamente—. La florista me dijo que los girasoles significan adoración y admiración por alguien —contó y JiMin sintió que su cara se calentaba—, así que ten eso en cuenta.

JiMin zumbó y le sonrió, con sus ojos mirando fijamente los del alfa. YoonGi levantó ambas cejas a modo de invitación y le devolvió la sonrisa.

—Eres muy dulce, Yoon.

—Gracias.

Siguieron mirándose, pero no se besaron a pesar de que era claro que ambos lo querían., JiMin no quería tener que explicarle a JungKook todavía qué era lo que había entre ellos, por ahora podría seguir pensando en YoonGi como el amigable vecino. En cambio, JiMin se inclinó una vez más sobre el alfa y dejó que este lo abrazara con firmeza.

Un abrazo estaba bien, los amigos se abrazaban.

—¿Te puedo preguntar algo sin que te enojes? —dijo de repente YoonGi, su mentón apoyado sobre su hombro otra vez. A JiMin le fascinaba su voz ronca, mucho más considerando lo cerca que estaban sus labios de su oreja sonrojada.

—Claro —asintió con los ojos cerrados.

—¿Por qué no dejas que se coma el helado?

JiMin abrió los ojos y miró a YoonGi, una risa incrédula salió de su boca y estuvo tentado a empujar al alfa.

—¿Es en serio? —lo miró sin creérselo, la pregunta había sido tan tonta que él lo encontró hilarante. YoonGi boqueaba, tratando de explicarse—. Aish, por eso viniste, para manipularme. Alfa mentiroso, ¿te confabulaste con JungKook? —miró a JungKook, quien levantó la cabeza en su dirección cuando escuchó su nombre, pero luego se escondió detrás de la mesita de centro cuando notó las cejas fruncidas de su papá.

—No, eso.... —YoonGi tomó a JiMin de las manos—. A ver, escucha, no te quería manipular, perdón, yo...

La alarma del microondas llamó la atención de ambos y JiMin se apresuró a sacar la bolsa de palomitas para ponerlas en un bowl. Por su parte, YoonGi miró a JungKook con una expresión de derrota y se encogió de hombros para darle a entender que su misión había fracasado.

—¡Vi eso! —señaló JiMin, provocando que YoonGi encogiera en su lugar por haber sido atrapado—. Par de tramposos —acusó y comenzó a abrir los cajones en busca de la sal—. No puedo creer que mi propio hijo me haga esto y que un adulto vaya y le haga caso, esto es ridículo —sintió las manos de YoonGi tomar su cintura una vez más—. Ay suéltame, mentiroso.

—No seas así —lo abrazó contra su pecho—. Me diste permiso de preguntarte sin que te enojes. No soy ningún mentiroso.

—No pensé que justo esa fuera la pregunta —comenzó a darle codazos, todos sin fuerzas, y resistía las ganas de sonreír por el tono quejumbroso del alfa.

—No te enojes conmigo.

—Estoy furioso contigo.

—Mentira —se siguió quejando y colocó su frente contra la espalda de JiMin, quien estaba tratando de tomar el bowl para volver al sofá, pero YoonGi se lo estaba poniendo difícil al tambalearse de un lado a otro—. No digas eso, me rompes el corazón.

—Yoon, deja que lleve las estúpidas palomitas al sofá.

—Kookie, las palomitas —ordenó YoonGi.

—¡Ya voy! —JungKook corrió hasta la cocina y tomó el bowl antes de que JiMin pudiera, luego corrió de vuelta a su sitió entre risas. Claro que se estaba riendo, su papá estaba recibiendo su merecido luego de decirle que no al helado, que YoonGi lo molestara era su pequeña venganza—. Señor YoonGi, ¡no lo deje ir!

—Claro, chiquitín.

—¡Ay son insoportables! —se quejó JiMin.

De repente, JiMin se liberó de los brazos de YoonGi y cuando se giró para verlo, el alfa lo acorraló contra la encimera de la cocina.

—¡No! —trató de apartarse, pero se carcajeó cuando YoonGi comenzó a hacerle cosquillas en el cuello con la punta de su nariz—. ¡YoonGi, ya basta! —trató de empujarlo, pero alfa no daba su brazo a torcer y JungKook no dejaba de reírse—. ¡Harás que me haga pipi!

—¡Sí, que se haga pipi! —celebró JungKook.

—¡Ay, mocoso! —regañó JiMin, pero no había peso en sus palabras cargadas de carcajadas.

Entonces, YoonGi se detuvo y lo miró con un suspiro.

—Bueno, ya está —dijo, pero no se apartó de JiMin, solo miró a JungKook—. Ya fue mucho castigo.

El niño se quejó, pero se distrajo inmediatamente después cuando Holly trató de robarle un par de palomitas.

Entonces, YoonGi volvió a mirar a JiMin.

—Perdón, sé que fue una pregunta tonta, pero no puedes culparme, solo quería ayudar al cachorro.

—Pues muy mal —tocó su pecho con su dedo índice—. Sabes perfectamente por qué le dije que no, tuvimos esa conversación cuando estabas ahí, así que no finjas solo para cumplir su capricho —el tono de su voz bajó mucho más, susurrando sus palabras para que JungKook no escuchara.

—Solo estaba tratando de ayudar —respondió con un puchero.

—Y me parece adorable, pero cuando yo digo que no, es no.

—¿Te parezco adorable? —enarcó una ceja y sonrió.

—No me cambies el tema.

YoonGi sólo lo miró con sus ojos brillando en arrepentimiento, como esas miradas que le dedica JungKook cuando quiere algo que no puede tener en ese momento. Frente a esto, JiMin tomó un poco de aire, miró al cielo un momento para darse las suficientes fuerzas y volvió a encarar al alfa que seguía tratando de usar su linda cara de cachorro triste para que no se enoje con él.

Lo cierto era que JiMin no estaba enojado, pero estando con YoonGi se sentía más libre de hacer un par de berrinches como esos.

—Realmente lo siento —insistió el alfa.

—Claro que lo sientes —su expresión de suficiencia se rompió cuando YoonGi gimió en queja—. Ay está bien, ya está, te perdono —palmeó su pecho. YoonGi suspiró en alivio—. Pero en serio, no es no.

—Ya lo sé —ladeó su cabeza—, es sólo que comprendo por qué él no entiende. A veces uno cree que sus padres están exagerando, quizás si dejas que coma el helado y le duela el estómago él entenderá por qué debe ser cuidadoso con los dulces.

—Claro, pero eso lo dices porque quien se lo va a aguantar lloriqueando, vomitando y sintiéndose enfermo no vas a ser tú —respondió con obviedad.

YoonGi se quedó en blanco.

—No había pensado en eso...

JiMin se rió por su inocencia y levantó sus manos para jugar con el dobladillo del cuello de la camisa negra que estaba usando YoonGi.

—Es una opción bastante buena, pero no quiero que JungKook esté enfermo en su cumpleaños y no tengo la energía para aguantarlo en ese estado. Prefiero soportar su berrinche y sus quejas hasta que se le pase —se encogió de hombros y alisó las arrugas que encontró—. Ya me cuesta mucho no ser el "papá aburrido" para que vengas a llevarte el puesto de "papá divertido", ¿no te parece?

Cuando JiMin terminó de jugar con la ropa de YoonGi, levantó la mirada, solo para encontrarse con el rostro estupefacto del alfa mirarlo con sorpresa. JiMin frunció sus cejas sin entender qué había sucedido y Yoongi cerró su boca para apretar sus labios en una sonrisa vacilante, parecía querer reírse, pero se contenía porque no debía ser correcto. JiMin no creía haber dicho nada extraño, pero YoonGi parecía no encontrar las palabras correctas para responder a su argumento.

—¿Qué pasa? —preguntó inseguro.

YoonGi sonrió, se mordió un momento el labio y abrió la boca.

—¿"Papá divertido"?

En menos de un segundo, la cara de JiMin se tornó rojo vivo y se cubrió la boca con ambas manos.

—Oye...

—Ignora lo que dije —lo interrumpió y le tapó la boca—. Ignora lo que dije, lo dije sin pensar.

Los ojos de YoonGi se encontraban entrecerrados y sus hombros se sacudían con el ritmo de sus risas. JiMin podía estar más avergonzado, él sólo parloteó sin pensar en las palabras que estaba usando y en el significado que pudieran tener para el alfa, o para los dos y su relación. Aun así, YoonGi no lo había tomado mal, no parecía así de todos modos, simplemente se reía.

—JiMin...

—No, cállate, no hablaremos de eso ahora —se cubrió la cara con una de sus manos.

—¡Señor YoonGi, Hipo ya atrapó a chimuelo! —JungKook señalaba la televisión.

El par miró a JungKook y JiMin decidió que ahí iba a morir la conversación.

Ambos volvieron a sentarse para ver la película, con JiMin en el sofá y YoonGi sentado al lado de JungKook para dibujar el dichoso dragón. Holly volvió a sentarse en el regazo a JiMin, con su lengua afuera y moviendo la cola contento mientras JungKook hablaba con YoonGi sobre los poderes de los dragones y las formas de los mismos como si fuera todo un experto y no estuviera inventando cada palabra.

La interacción de ambos, adulto y niño, era una de las cosas favoritas de JiMin. No llevaba más de tres meses conociendo a YoonGi, pero rápidamente el alfa se había convertido en alguien importante tanto para él como para JungKook, era aquella persona especial en la que pensaba antes de dormir y la que su hijo mencionaba más que a su propio y supuesto tío favorito. Él solo conversaba casualmente con JungKook sobre el poder de los dragones, debatía sobre cuál era el mejor de los dragones de la película y seguía la conversación como si fuera uno de los temas más relevantes del último siglo.

JiMin se preguntó que si no era con YoonGi, ¿con quién más podría ser? ¿Quién tomaría en serio a JungKook como él lo hacía? No habían tantos alfas en el mundo que estuvieran realmente interesados en un padre soltero como él. En algún punto este miedo dejó de ser una molestia para su vida, dejó de pensar en encontrar aquel príncipe azul o amor perfecto para compartir su vida y no vivir eternamente soltero, pero ahora que había conocido a YoonGi la soledad se sentía el doble de aterradora.

En mitad de sus pensamientos, JiMin se dio cuenta de que el par frente a él ahora lo estaban mirando. Él parpadeó y preguntó qué sucedía, entonces JungKook levantó ambos dibujos.

—¿Cuál es más lindo, papi?

La diferencia entre la mano de un niño y la de una adulto era obvia, como la respuesta.

—El de la izquierda.

YoonGi se quejó y JungKook celebró.

—¡Le gané!

—No es justo, tu chimuelo se ve escuálido, parece que no comió pescado en meses —molestó YoonGi, provocando que JungKook jadeara ofendido.

—¡Mentira! Su chimuelo se ve muy redondo, ¡se comió todo el pescado del mío! —se defendió y al mismo tiempo acusó a YoonGi con su pequeño dedo índice.

YoonGi jadeó y colocó su mano sobre su pecho.

—¡Cómo te atreves!

JungKook se puso en posición de pelea y YoonGi se lanzó sobre él. Ambos comenzaron a pelear en el suelo, pequeñas patadas y puños volaban por todos lados mientras YoonGi sacudía a JungKook de un lado a otro. JiMin trató de que se detuvieran, pero no parecían escucharlo, o no les interesaba, así que suspiró y se pasó la mano por la frente.

Al fin y al cabo todos los alfas eran igual de tontos.

De repente, se escuchó un golpe sordo y una queja, entonces JiMin sintió que el corazón se detenía.

—Ay, ay, ay —YoonGi sostenía la parte de atrás de su cabeza y se retorcía en el suelo—. Hombre herido —se quejó con un lloriqueo.

JungKook se apartó con las manos en el pecho y miró a JiMin con culpa. Entonces el omega se apresuró a bajar del sofá para revisar al alfa mientras JungKook lo seguía con la mirada, preocupado.

—Por la sagrada Diosa, ¿te golpeaste con la punta de la mesa, no? —lo ayudó a sentarse. YoonGi asintió, quejándose por el dolor con un par de sonidos que se mezclaban con una risa nerviosa—. Déjame ver.

YoonGi agachó la cabeza para que JiMin revisara. JungKook también se asomó. A su lado, Holly seguía sentado en el sofá, ahora más dormido que despierto.

—Por esto no me gusta que jueguen así, ya ven —comenzó JiMin, rebuscando entre el cabello negro de YoonGi algún hilo de sangre o cortada, pero no había nada—. Les digo que se van a golpear, pero no, ustedes igual se pelean como un par de salvajes. ¿Te duele aquí? —presionó un punto al azar.

—¡Ay!

—Ya se está comenzando a hinchar —murmuró—, voy a buscar hielo para que no se te ponga peor —lo peinó de vuelta y se levantó del suelo—. Espera ahí.

YoonGi puchereó y apoyó la espalda en el sofá. JungKook se sentó a su lado, con sus manos sobre su pequeño regazo y lo miró con culpa.

—Lo siento.

—Está bien, fue un accidente —despeinó el cabello del niño—. Pero creo que debemos tener más cuidado para la próxima. Menos mal que fui yo y no tú, de otro modo tu papá me mataría.

—¡Dalo por seguro! —dijo JiMin desde la cocina.

YoonGi formó una mueca de miedo que hizo reí a JungKook.

—Baja la cabeza —ordenó JiMin cuando volvió a acercarse con un trapo de la cocina lleno de hielos. YoonGi lo hizo obediente y el omega se sentó a su lado, luego apartó el cabello con su mano en busca del pequeño bulto que se estaba formando—. Aquí —colocó la bolsa, YoonGi siseó—. No llores, tú te lo buscaste.

—No me regañes, haces que sienta que tengo ocho años de nuevo —lloriqueó.

—¿Te lastimaste mucho a esa edad?

—No podía quedarme quieto, corría y saltaba por todos lados. En esa época siempre tuve raspones, moretones y huesos rotos —contó—. Creo que es algo de familia, por eso mis sobrinos son así.

—Creo que ya entiendo por qué no quieres hijos —dijo JiMin con ironía.

—¿No quiere tener hijos, señor YoonGi? —preguntó JungKook.

—No, chiquitín.

JiMin le dio la bolsa para que él mismo la sostuviera y YoonGi se sentó derecho una vez más.

—Pero ya está grande, ¿con quién va a jugar? —preguntó con inocencia—. ¿No le gustan los niños? —puchereó.

—Puedo jugar contigo —se encogió de hombros—. Y los niños me agradan, pero los bebés me dan miedo, no quiero cuidar un bebé porque no me siento listo y no creo que lo vaya a estar pronto.

—Pero los adultos tienen bebés —ladeó su cabeza.

—No todos, amor —intervino JiMin y se sentó en la mesita de centro frente a los dos—. Algunos adultos no están listos para tener hijos y eso está bien. No es una obligación tener bebés.

JungKook pensó un momento.

—¿Cómo se hacen los bebés?

YoonGi se atoró con su saliva y comenzó a toser como loco. JiMin sólo se tensó en su lugar y abrió un momento la boca sin saber qué decir exactamente.

—Eh... Vamos a tener esa conversación en otro momento —dijo JiMin con una sonrisa nerviosa—. Por ahora, vamos a quedarnos con la idea de que los bebés son complicados de cuidar y que no todos están listos, ¿sí?

—Pero tú me cuidaste bien, papi.

Esa pequeña frase tomó por sorpresa a JiMin, quien sintió que su sonrisa flaqueó y sus cejas se fruncieron con aparente dolor. Un par de lágrimas se acumularon en sus ojos, pero él parpadeó para apartarlas y aspiró para finalmente sonreír con amor y mirar a su hijo con ojos brillantes.

—Gracias por pensar eso, mi amor.

La tarde continuó así, con ellos simplemente conviviendo con el otro, riéndose por alguna de las ocurrencias del pequeño cumpleañero o simplemente acurrucados en el sofá para ver el final de la película.

JungKook comenzó a sentir sueño cuando la noche llegó. Todo el día correteando, jugando con ellos y comiendo dulces culminaron en un agotado cuerpo infantil luchando por mantenerse despierto mientras ellos jugaban un juego de mesa. Él ni siquiera pudo recordar que había un helado esperándolo en el refrigerador luego de toda la tarde, estaba más concentrado en no caer dormido mientras movía su pieza por el tablero porque estaba a punto de ganar y no se dejaría vencer.

Sin embargo, hasta el más fuerte de los hombres debe caer y fue cuestión de tiempo para que JungKook dormitaba sobre la mesita de centro sin ningún gramo de energía en su cuerpo, así que JiMin lo cargó y lo llevó a su habitación.

—¿Te divertiste en tu cumpleaños? —preguntó JiMin sentado en la cama de JungKook, quien se encontraba recostado a su lado, preso del sueño. JiMin acariciaba su cabello con cuidado, aquello siempre hacía que JungKook se quedara dormido más rápido.

—Sí, papi —asintió y bostezó—. Me gustó mucho dibujar, y jugar con el señor YoonGi, y comer pastel y panqueques, y los regalos de todos ustedes, y mi bici... —decía cada vez más lento, sus párpados pesados contra sus ojos.

YoonGi se encontraba apoyado sobre el marco de la puerta, sus brazos cruzados contra su pecho mientras veía enternecido al niño que se quedaba lentamente dormido.

—Y el sábado nos vamos a divertir en tu fiesta en el parque con todos tus amigos del colegio, ¿qué tal? —le preguntó con entusiasmo, su voz baja para no interrumpir demasiado su inminente sueño.

JungKook sonrió en grande, su pequeña nariz arrugada y sus dientes de pequeño conejito haciendo acto de presencia. El niño se rió bajito, apretando sus puños con emoción. JiMin había hecho lo posible por organizar algo decente para que se divirtiera y esperaba que todo saliera bien porque esa sonrisa en el rostro de su hijo valía totalmente la pena.

—Ya quiero que sea sábado, papi.

—Falta poquito, mi amor.

—Y también quiero que sea domingo para ir al... —lanzó un largo bostezo—... al parque de BT21 —se acurrucó contra la almohada.

—Yo también estoy esperando que sea domingo, seguro que Yoon también —miró un momento al alfa, quien asintió a pesar de que JungKook le estaba dando la espalda.

Holly se asomó al borde de la cama, olfateando al niño que estaba próximo a quedarse dormido. Hizo un ademán de subirse, pero YoonGi silbó y él corrió de vuelta hacia su dueño para sentarse a su lado.

—Papi, ¿me puedes leer el cuento del lobito y el granjero?

—Claro que sí, amor —acarició una vez más su cabello y se levantó de la cama. Cuando miró a YoonGi, el alfa parecía curioso, sin intenciones de irse de la habitación—. ¿También quieres escuchar la historia, Yoon?

—Sí, sí —animó JungKook e hizo un ademán para que se acercara.

—Estoy bien aquí, yo escucho.

JiMin le lanzó una mirada inquisitiva y se sentó una vez más en la cama de JungKook, ahora había un libro en sus manos y en la portada se veía el cielo estrellado y la silueta de un lobo aullando hacia la luna imponente en el cielo. La historia que leyó JiMin era la de un par de enamorados, una de las leyendas más famosas del folklore de los lobos, una que explicaba el origen de los betas en este mundo injusto.

Las palabras de JiMin eran calmadas, acompañando a su hijo a sumergirse en el mundo de los sueños a cada nuevo párrafo que comenzaba. JungKook se quedó dormido antes del trágico final y JiMin cerró el libro para desgracia de YoonGi.

El alfa abrió la boca para protestar y JiMin colocó su índice sobre sus labios para callarlo, luego señaló la puerta y YoonGi se fue entre quejas. JiMin besó la frente de su hijo, se aseguró de que el ventilador no estuviera demasiado fuerte y salió para encontrarse con YoonGi en el sofá.

—Por favor dime que no los mataron.

—Entonces mejor no te digo nada —pateó uno de los globos.

YoonGi se cubrió la cara.

—Que terrible historia, por la sagrada diosa...

—Es horrible, pero a JungKook le encanta —se sentó a su lado, lo suficientemente cerca para que ambos cuerpos se acurrucaran contra el otro—, creo que es ese tipo de lector amante del sufrimiento —cruzó sus piernas y se inclinó sobre el hombro de YoonGi.

—Tu hijo está loco.

—Hey —le dio un golpecito en el pecho que lo hizo reír—. Al menos no le gustan las películas de terror.

YoonGi deslizó su mano por la espalda de JiMin hasta su cintura y lo acercó un poco más a su cuerpo. Cuando JiMin levantó la mirada, se encontró con los profundos ojos del alfa.

—Me juzgas por mis gustos —YoonGi negó con la cabeza, luciendo decepcionado—. Si hubiese sabido que eras así no te besaba aquella vez.

—Te morías por besarme —molestó.

—Me muero ahora —admitió y sonrió, sus ojos entrecerrados mirando al omega.

—¿Y qué te detiene? —susurró cerca de su boca.

YoonGi se inclinó sobre JiMin, acorralándolo contra el respaldo del sofá. El omega sostuvo su cara entre sus manos, sonriendo a la par que el alfa de cabello negro que no parecía querer dejarlo escapar.

—Creo que no se va a quedar solo en un beso —murmuró—, y hay un niño durmiendo.

—Hm, quizás deberíamos ir a otro lugar.

—Mi casa está al lado, qué casualidad —movió sus cejas.

JiMin rió por lo bajo y viró los ojos.

—Ah, eres un tonto... —murmuró sobre su boca y besó sus labios con cuidado. YoonGi correspondió de inmediato y atrajó a JiMin a su cuerpo como si hubiera esperado toda la noche para ello.

El par se besó con cuidado en el sofá, sus manos moviéndose casi tímidamente sobre el cuerpo del otro. JiMin se reía entre besos, deslizaba sus manos por el cuello de YoonGi hasta sus hombros, mientras que YoonGi respiraba con pesadez entre cada beso, al menos hasta que JiMin sintió movimiento en su espalda y se separó.

Holly se había subido al sofá para olfatear al par.

—Ah, qué entrometido —se quejó YoonGi—. Ya van dos veces, Holly.

El perro lo miró y sacó la lengua como si estuviera sonriendo. JiMin se rió y acarició el hocico del animal, el cual se dejó caer sobre el toque.

—Hey, hey. Me toca a mi, ya estuviste mucho tiempo con él —YoonGi apartó su mano—. Ve a vigilar a JungKook, anda.

El perro lo miró como si estuviera procesando lo que había dicho y luego se bajó de un salto del sofá para correr en dirección al cuarto de JungKook.

JiMin enarcó una ceja y miró a alfa.

—No se va a subir a su cama, ¿verdad?

—No prometo nada —mientras decía esto, YoonGi se levantó del sofá y le tendió su mano a JiMin—. Vamos.

JiMin se levantó del sofá y miró un momento el cuarto de su hijo. Él iba a estar bien. No iba a pasar nada si se iba por un rato.

Aceptó tomar la mano de YoonGi y ambos caminaron hacia la casa del alfa. Cerraron la puerta con cuidado y fueron silenciosos hasta que YoonGi cerró su propia puerta, momento en el que el alfa se lanzó sobre JiMin para acorralarlo contra la pared al lado de la entrada. JiMin jadeó por la sorpresa, pero no perdió el tiempo en rodear el cuello del otro con brazos ni tampoco se demoró en devorar su boca con besos profundos y hambrientos.

Quizás él no era el único que había esperado ese momento con ansias.

YoonGi subió sus manos por las caderas de JiMin, metiendo sus dedos por debajo de la camisa de pijama que usaba el omega. La yema de sus dedos fríos provocaron escalofríos en el cuerpo frente a él. JIMin podía sentir que cada pequeño toque dejaba un rastro de fuego detrás, su aliento cada vez más caliente a la par de su cuerpo hirviendo. El aire faltaba y los besos se hacían cada vez más largos. Las caricias de YoonGi eran tan rústicas como delicadas a su modo, con cuidado de no apretar demasiado fuerte, pero con un deje de desesperación en su tacto que hacían a JiMin suspirar.

Todos los pensamientos del mundo desaparecieron de la mente de JiMin en ese momento, solo podía pensar en las sensaciones que se arremolinaban en la parte baja de su estómago mientras YoonGi bajaba sus besos hasta su cuello. La lengua caliente del alfa quemaba de igual manera contra la piel delicada de aquella zona y lo hizo gemir por lo bajo cuando bajó lo suficiente como para rozar el punto donde descansaba su glándula de olor. YoonGi lo saboreó como dulce, el sonido pesado de su respiración alterada cada vez más desordenado, como quisiera tomar más y más.

Los dedos de YoonGi apretaron contra la piel suave de la espalda baja de JiMin y lo jaló hacia él con fuerza, luego dejó de chupar su cuello y lo miró con ojos oscurecidos desde arriba. El aroma a madera mareaba a JiMin, el café cortaba un poco la pesada esencia para picar en su nariz como una invitación y, muy por debajo de todo eso, había un delicado sabor que bailaba en la punta de su lengua que aún no sabía qué era exactamente.

—Ven.

El alfa comenzó a caminar hacia atrás, atrayéndolo hacia su habitación. JiMin lo siguió con ojos desenfocados, tratando de recuperar la respiración que perdió por culpa del alfa, quien lo miraba como si no fuera físicamente capaz de sacarle los ojos de encima.

Dieron un par de vueltas, como si estuvieran bailando, sin despegarse del cuerpo del otro hasta que finalmente llegaron a la habitación de YoonGi.

JiMin cayó sentado en el borde de la cama y miró cómo YoonGi comenzó a desabrochar los botones de su camisa negra.

—Escucha —comenzó YoonGi de repente—, si no quieres hacer algo, si te sientes mal o incluso si te arrepientes házmelo saber, por favor —pidió con voz serias mientras terminaba con los últimos botones—. Yo te voy a preguntar igual, pero usa tus palabras. ¿Entendido?

JiMin asintió.

—Usa tus palabras, JiMin —repitió con un tono casi divertido.

—Ah —se rió con nervios—. Sí, te entiendo, lo haré.

—Perfecto —se inclinó para besar sus labios—. Ve y acuéstate, por favor.

El omega tragó y comenzó a deslizarse hacia atrás mientras el alfa se arrodilla sobre la cama y lo seguía, mirándolo con los ojos de un cazador.

Cuando cayó de espaldas, YoonGi ya estaba sobre él, su pecho y abdomen expuestos para su deleite y JiMin no pudo evitar levantar sus manos para tocarlo. Lo abrazó por debajo de sus brazos y lo acercó para besarlo otra vez. YoonGi no se hizo de rogar, se recostó sobre él con todo el peso de su cuerpo. Las piernas de JiMin apretaron su cintura con la intención de tenerlo más cerca y YoonGi se encontró a sí mismo gruñendo sobre la boca de JiMin al darse cuenta del bulto en sus propios pantalones que estaba comenzando a doler.

YoonGi tomó uno de los muslos de JiMin y bajó hasta sujetar su rodilla por debajo, luego levantó su pierna y la apretó contra el cuerpo del omega antes de comenzar a mover sus caderas contra él. JiMin gimoteó, arqueandose sobre la cama cuando el calor de su vientre se expandió por todo su cuerpo. Se sintió como una ola, chocando contra él de manera tan violenta que comenzó a temblar. Habían pasado siglos desde la última vez que hizo esto, así que estaba más sensible de lo común, y estar con YoonGi era todo menos tranquilo.

El alfa volvió a su cuello, besándolo con labios calientes y húmedos, y JiMin se sentía tan pequeño debajo de su cuerpo mientras lo sentía moverse sobre él, lento y suave con estocadas tranquilas que iban directamente a atacar su entrepierna. Hubo una estocada en particular que lo hizo apretar sus piernas por simple reflejo y escuchó a YoonGi gruñir otra vez contra su oreja. La voz de JiMin tembló cuando volvió a gemir y sacó una de sus manos de debajo de la camisa de YoonGi para aferrarse al largo cabello de su nuca.

Entonces YoonGi siseó.

—Espera, espera —gimió adolorido—, ahí no.

JiMin recordó el golpe con la mesa y quitó su mano.

—Lo siento —se mordió el labio, tratando de no reírse, y tomó la mejilla de YoonGi cuando este levantó su cabeza—. Lo olvide, disculpa por cortar lo sexy del momento —jadeó una risa corta.

El alfa viró los ojos y sopló un mechón de cabello lejos de su cara, luego se inclinó a besar a JiMin otra vez. Su lengua sabía a la esencia del omega, a suaves rosas mezcladas con fresas. JiMin gimió por pensar en el trato que debió darle a su glándula y luego sintió su boca vacía. Se quejó y abrió sus ojos para encontrarse con el alfa mirarlo desde arriba, quien sonreía y colaba una vez más sus dedos por debajo de la camisa de JiMin.

—Quiero verte.

El omega entendió el mensaje de inmediato y ayudó al otro a quitarle la prenda. Un momento después se encontraba medio desnudo debajo de YoonGi y el calor de sus mejillas se intensificó cuando el alfa colocó la palma de su mano sobre su cintura. El calor de su piel era tan insoportable como satisfactorio y solo pudo suspirar en respuesta, cerrando sus ojos una vez más.

YoonGi subió su mano lentamente hasta el pecho de JiMin, deslizó su mano por el medio de sus pectorales y llegó hasta su cuello, luego se lo sostuvo sin apretar y giró su rostro con cuidado para inclinarse sobre su oreja.

—Te ves precioso, cielo —murmuró y besó su sien—. Tan lindo...

JiMin se cubrió la mitad del rostro con el dorso de su mano y cerró los ojos con fuerza. La vergüenza explotó en su cara como una bomba, pero no tuvo tiempo de pensar en el cumplido porque un gemido escapó de su boca en el momento que sintió que los labios de YoonGi hacían su camino hacia el centro de su pecho. Él gimió y miró hacia abajo en el momento justo en que el alfa sacó su lengua para lamer uno de sus pezones, sus ojos fijos en JiMin.

El omega chilló y echó la cabeza hacia atrás, totalmente abochornado.

Pudo escuchar y sentir a YoonGi reírse contra su piel. Después él volvió a lamer la sensible zona, moviendo en círculos su lengua contra el pedazo de carne hasta que creyó conveniente meterlo dentro de su boca, chupando y jalando lo suficientemente fuerte como para hacer que la respiración errática de JiMin se transforme en pequeños gemidos temblorosos que pedían más contacto.

Con su mano libre, YoonGi apretó el pectoral olvidado de JiMin y presionó su dedo índice contra el otro pezón mientras seguía jugando con el otro dentro de su boca.

JiMin volvió a sujetar el cabello de YoonGi, esta vez con un poco más de cuidado, mientras presionaba la cara del alfa contra su pecho y se arqueaba sobre la cama. El contacto se le hacía desesperante, pero quería más, quería todo lo que YoonGi tuviera para ofrecerle y comenzó a sentirse cada vez más desesperado por ello entre cada nuevo espasmo de su cuerpo.

YoonGi soltó el pezón de JiMin con el sonido de una succión acompañándolo y apretó ambos pectorales con sus manos, masajeando el par de músculos con sus pulgares antes de meter el otro pezón dentro de su boca. JiMin gimió más alto y apretó sus piernas juntas contra las caderas de YoonGi. Su miembro apretaba contra sus pantalones, tensándose y contrayéndose cada vez que el alfa jalaba su pezón, palpitaba en expectativa y la fricción contra la cintura de YoonGi estaba volviéndolo loco.

—Yoon... —murmuró, bajando la mirada hacia el alfa. Jaló un poco su cabello, pero YoonGi no se inmutó—. Y-Yoonie...

El alfa levantó la mirada hacia él, el pezón todavía dentro de su boca. JiMin se mordió el labio y apartó un par de mechones negros de su rostro. YoonGi sonrió y mordió el delicado pedazo de carne, luego se apartó y lo soltó cuando JiMin se quejó.

—¿Qué pasa? —subió su mano hasta su rostro y apretó los abultados y rojos labios de JiMin con su pulgar, separándolos con cuidado mientras el omega cerraba los ojos y suspiraba—. Sé paciente, cielo. Quiero tomarme mi tiempo contigo —le dijo con su voz sonando parecida a un ronroneo y besó fugazmente su boca.

JiMin quiso protestar, pero pronto YoonGi volvió a besar su pecho. Luego comenzó a bajar por su cintura, hasta llegar a su estómago y sus manos tomaron los bordes de su short de pijama. Sus dientes mordieron la piel a su paso y dejó a JiMin en ropa interior con un movimiento rápido de sus brazos. YoonGi volvió a colocarse de rodillas en la cama, irguiéndose sobre el omega casi completamente desnudo recostado en su cama. Había algo imponente en el hecho de que el alfa todavía siguiera casi completamente vestido que hizo sentir a JiMin mucho más pequeño de lo que era y, para su propia sorpresa, le gustó ese sentimiento.

—¿Puedo tocar tu vientre?

JiMin mordió sus labios y tomó una de las manos del alfa para colocarla sobre la cicatriz de su vientre. JiMin tembló sobre el colchón cuando YoonGi le sonrió y tragó en el momento que el alfa comenzó a mover su palma sobre aquella importante zona. Lo que no esperó, sin embargo, fue que YoonGi volviera a agacharse y posara sus labios sobre su cicatriz para comenzar a besarla.

El omega se tragó un gimoteo y bajó su mano hasta hundir sus dedos en la melena negra de YoonGi, quien continuó con lo suyo, besando con cuidado la cicatriz de la cesárea de JiMin desde una punta hasta la otra. Tan delicado en su tacto como si estuviera tocando porcelana.

—Yoon...

—¿Quieres que pare?

—No, no —se apresuró a decir—. Es que nadie había hecho esto nunca y... se siente extraño, pero tan... lindo —murmuró.

YoonGi ignoró la momentánea rabia de pensar en lo que esa frase implicaba y abrió la boca.

—Te mereces esto y más, mi precioso omega.

JiMin parpadeó rápido para apartar las lágrimas que se arremolinaron en sus ojos y sonrió en dirección a YoonGi cuando este lo miró.

—Gracias...

El alfa le sonrió de vuelta y contó besándolo mientras bajaba la dirección de sus mimos hacia la entrepierna del omega. JiMin aspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás una vez más, sus pies desnudos se deslizaron por la espalda de YoonGi y sus muslos se apretaron juntos tanto como pudieron antes de que YoonGi rodeara ambos con sus brazos y los separara.

El corazón de JiMin se aceleró lleno de expectativa, pero no bajó la mirada. Los nervios revolvieron su estómago y trató de prepararse para lo siguiente que iba a sentir, pero su cuerpo tembló como nunca aun así cuando YoonGi metió su rostro entre su piernas y comenzó a besar la erección por encima de su ropa interior color rojo.

La esencia de los omegas y de los alfas se refuerzan en la zona de sus genitales, todo el mundo sabe eso, pero aun así YoonGi no pudo evitar que su lobo enloqueciera cuando el aroma a rosas se volvió espeso contra su garganta en el momento en el que presionó su rostro contra el interior del muslo de JiMin. El alfa en su pecho comenzó a gruñir con autoridad y YoonGi se apartó con un jadeo, ojos salvajes mirando el cuerpo de su omega totalmente dispuesto para él.

YoonGi aspiró para recuperar el aliento y enganchó uno de sus dedos en el borde del bóxer de JiMin, luego lo observó y mantuvo una pesada mirada contra sus ojos.

—¿Puedo?

JiMin asintió con sus cejas fruncidas hacia arriba.

—Palabras, cielo.

JiMin tragó.

—Sí —gimió—, por favor.

YoonGi gruñó una vez más y lanzó lejos los boxers de JiMin, quien se encogió automáticamente en su lugar por sentirse expuesto, pero su intento no duró mucho porque YoonGi volvió a arrodillarse para separar sus piernas y comenzó a besar el interior de su muslo una vez más, esta vez sin la barrera de la tela que lo aislaba de sentir la boca del alfa contra su cuerpo. JiMin se mordió el labio y miró hacía abajo, pero esta vez YoonGi no le regresó la mirada, simplemente besaba y chupaba la sensible piel de la zona, evitando a propósito el sensible pene del omega que no dejaba de palpitar con ansias.

—Yoon...

El alfa resopló y bajó un poco más sus besos hasta sentir el lubricante espeso manchar su barbilla. Para este punto, el aroma a fresas y rosas llenaba sus pulmones y empujaba a su alfa al borde del delirio, Su propio cuerpo se sentía tan caliente que el ambiente de verano helaba contra su piel.

YoonGi sonrió y bajó una de sus manos hacia el interior de las nalgas de JiMin. El omega suspiró tembloroso mientras uno de los dedos de YoonGi entraba lentamente y atravesaba con cuidado su borde hasta que sus nudillos tocaron su piel. Luego comenzó a moverlo hacia afuera y volvió a meterlo con cuidado. Se mordió el labio y miró el pene de JiMin contraerse entre cada suave estocada. JiMin arqueaba su espalda y sus piernas temblaban por la posición mientras sus suspiros erráticos llenaban la habitación del alfa.

YoonGi se acercó a la base del pene de JiMin y sacó su lengua para lamer hasta la punta. El omega lloriqueó y trató de cerrar sus piernas, pero YoonGi gruñó en rechazo.

—No.

—Lo siento —dijo JiMin sin aire.

—Está bien —volvió a meter sus dedos, esta vez dos, JiMin estaba lo suficientemente húmedo para que no fuera complicado, y escuchó al otro quejarse mientras él lamía de nuevo su miembro y subía hasta la punta para meterlo dentro de su boca.

JiMin se aferró al cabello de YoonGi mientras el alfa sacudía su interior con sus dedos a la par que subía y bajaba sobre su pene. La sensación caliente del orgasmo se arremolinaba contra su vientre a una velocidad desesperante. JiMin estaba seguro de que no aguantaría mucho tiempo más así que se permitió disfrutarlo, su voz entrecortada deleitaba los oídos de YoonGi con gemidos y pequeños pedidos de que lo hiciera más rápido, la euforia en su tono casi alcanzaba la de una risita nerviosa y tanto su cuerpo como sus piernas se retorcían entre más cerca se sentía de llegar al clímax.

De repente, aparecieron pequeños pensamientos fugaces sobre lo vergonzoso que era estar así recostado sobre la cama mientras el sonido de sus gemidos y el chapoteo de los dedos de YoonGi golpeando contra su entrada rebotaban en las paredes de la habitación. La vergüenza solo hacía aumentar el calor de su cuerpo sin embargo y la sensación que le provocaba en el pecho lo obligaba a cubrir su boca para no ser tan escandaloso. Su estatus de padre no se iba a deshacer por disfrutar de esto, pero al mismo tiempo, sentía que estaba prohibido, y de que quizás él no era el tipo de persona que podría lucir sexy retorciéndose en la cama.

—¿Qué pasa? —la voz jadeante de YoonGi lo hizo estremecerse y abrió sus ojos para mirar al alfa posarse sobre él. Su brazo se seguía moviendo con rapidez para no perder el ritmo de las estocadas y JiMin estaba haciendo lo posible por no gritar—. ¿Por qué te tapas la boca? Quiero escucharte.

JiMin negó con la cabeza, gimoteando con la boca cerrada y respirando erráticamente por la nariz. Era casi incapaz de mantener sus ojos abiertos, lágrimas acumuladas en sus comisuras. YoonGi sólo lo miraba con sus cejas fruncidas, su pecho subiendo y bajando por la falta de aire mientras un par de mechones sudados de cabello caían contra su cara. JiMin estuvo tentado a apartarlos de su rostro, pero de hacerlo no podría cubrir su boca, así que no lo hizo.

De repente, YoonGi detuvo su brazo y metió profundamente sus dedos dentro del omega. JiMin viró los ojos hacia atrás y los cerró cuando el alfa comenzó a masajear el interior de su cuerpo con la punta de sus dedos, buscando algo en particular que JiMin pensó que no sería necesario hasta que finalmente lo encontró y su cuerpo entero se sacudió con un fuerte espasmo.

—Ahí está —sonrió YoonGi y aumentó la fuerza de su toque sobre la próstata del omega, cuyos lloriqueos y lamentos se escucharon fuertes a pesar de que ambas manos cubrían su boca—. Quita tus manos.

JiMin negó con la cabeza y YoonGi continuó abusando del sensible punto con sus dedos hasta que JiMin se transformó en un desastre de lloriqueos. Ya había sido demasiado, no creía que fuera capaz de soportarlo y, en un desesperado intento por recobrar el control, se quitó las manos de la boca y tomó el brazo del alfa, provocando así que sus lamentos llenaran la habitación una vez más. Sin embargo, YoonGi no se detuvo y JiMin no era capaz de articular una palabra coherente sin deshacerse en gemidos.

—Tu voz es hermosa —halagó YoonGi, pero JiMin negó con la cabeza una vez más, mirando fijamente al alfa que no dejaba de sacudir su cuerpo solo con sus dedos—. Grita fuerte para mí, ¿sí? —pidió sin aliento.

JiMin negó de nuevo, pero realmente no podía gritar más alto porque su aliento no alcanzaba para más. Tenía su boca abierta como si fuera un pez fuera del agua y mejillas tan rojas que lucía como si toda la sangre de su cuerpo hubiera viajado hasta su cara, piel brillante por el sudor y su cabello castaño desordenado apuntando en todas las direcciones.

—M-Me van... —jadeó—. M-Me van a... escu...

Entonces su cuerpo entero se tensó y arqueó sobre la cama, perdió la voz en el segundo que el clímax lo golpeó como una ola que lo ahogó en una sensación de hormigueo que casi lo noqueó por completo, así que él se deshizo sobre el colchón mientras YoonGi retiraba sus dedos con cuidado.

—Lo hiciste muy bien, cielo —le dijo con un tono que calentó el corazón de JiMin mientras besaba con cuidado sus mejillas, cuello y pecho. JiMin no demoró en sonreír por los mimos, aunque la sensación pegajosa en su vientre lo distrajera—. ¿Estás bien? —preguntó y JiMin asintió lentamente.

—Sí, estoy bien —le dijo con voz ronca—. Qué vergüenza...

—No digas eso —reprochó con un tono amoroso—. No te tienes que avergonzar de disfrutar algo, JiMin.

El omega se mordió el labio y pudo sentir que su vientre se retorcía una vez más.

—¿Todavía aguantas?

Park formó una mueca de duda y siguió a YoonGi con la mirada cuando él se bajó del colchón y comenzó a desabrochar sus pantalones. JiMin tragó al darse cuenta del gran bulto que sobresalía de los boxers de YoonGi y, aunque estuvo tentado a apartar la vista por la vergüenza, no pudo quitarle sus ojos de encima de ni siquiera cuando se paseo por la habitación en dirección a su mesita de noche.

—Si no quieres llegar hasta el final, está bien —seguía diciendo YoonGi mientras abría el primer cajón, de ahí sacó la caja de condones que había comprado y una liga para el cabello que colocó entre sus dientes antes de comenzar a peinar su cabello hacia atrás—. Sé que los omegas pueden tener múltiples orgasmos, así que... me gustaría ver si puedo hacerte llegar a otro.

JiMin se perdió un momento en el modo en el que YoonGi se hacía su media coleta y de cómo este nuevo peinado cambiaba un poco la energía sexual que rodeaba al alfa en ese momento.

—Claro —dijo con un suspiro y se recostó de lado sobre la cama para ver mejor a YoonGi—. Haz lo que quieras, alfa —murmuró con ensoñación.

Los movimientos de YoonGi se congelaron un momento y JiMin se dio el lujo de sonreír con travesura. Ahora se sentía ridículamente atractivo, el pánico por estar haciendo el ridículo podría molestarlo más tarde.

YoonGi tragó y tomó el paquete de condones para sacar uno.

—No vamos a jugar ese jueguito de "haz lo que quieras" todavía —comenzó a decir. Sacó el condón del paquete y tomó el borde de su boxer. JiMin no se perdió ninguno de sus movimientos—. Porque si ese fuera el caso, yo no estaría usando un condón para empezar —agregó mientras bajaba lo suficiente la tela para que el bulto de su entrepierna se revelara frente a los ojos de JiMin.

Ahora fue turno del omega de tragar.

—¿No te dan miedo las ETS, alfa? —molestó, aunque no estaba seguro de que estuviera haciendo un buen trabajo porque sus ojos seguía mirando cómo el alfa se colocaba el condón con cuidado.

JiMin no estaba seguro de que eso pudiera entrar completo en él, para empezar.

—Sé que no tienes y que yo no tengo —fue su respuesta y una sonrisa se coló en sus labios cuando notó la manera en la que JiMin lo miraba—, simplemente me gusta correrme dentro.

JiMin sintió un revoltijo en el estómago y su interior se apretó contra la nada.

—Ya veo —murmuró.

YoonGi se quitó la camisa desabotonada y la tiró al suelo, luego se apoyó sobre la cama y tomó el tobillo de JiMin para jalarlo hacia él con una facilidad que hizo que el omega se sintiera mareado de repente. YoonGi tenía mucha más fuerza de la que aparentaba y no estaba seguro de cómo sentirse al respecto, así que sólo se dejó hacer mientras el alfa tomaba sus piernas y las colocaba alrededor de sus caderas.

—¿Listo? —preguntó.

JiMin tomó un poco de aire y se aferró a las sábanas.

—S-Sí.

—No te oyes muy seguro.

—Es que no quiero que estés ahí parado —le dijo—, acuéstate conmigo, esto no es un motel.

YoonGi se rió y asintió.

—Tienes razón —cedió y volvió a apoyarse sobre el colchón—. Acuéstate.

JiMin lo hizo obediente y se mordió el labio una vez más cuando YoonGi volvió a colocarse entre sus piernas, está vez arrodillado frente a él y no parado fuera de la cama. El alfa acarició un poco la punta de su pene y lo frotó contra la entrada todavía húmeda del omega. JiMin suspiró en anticipación y abrió sus piernas para YoonGi cuando el alfa le pidió que lo hiciera.

—Muy bien —elogió y JiMin sintió que su cuerpo entero vibraba en respuesta a eso—. ¿Esta posición está bien para ti? —preguntó cuando creyó estar listo y miró a JiMin para buscar su aprobación.

—Creo que es la posición que menos vergüenza me da —admitió.

—Entiendo, está bien —se rió—. Relájate.

JiMin estaba seguro de que decirlo era mucho más fácil que hacerlo porque cuando YoonGi presionó la punta de su pene contra su borde, se dio cuenta de que toda la preparación que el alfa pudo haber hecho hace un momento se había perdido. La intromisión lo hizo ponerse rígido sobre la cama y YoonGi se quejó por lo bajo cuando no pudo llegar muy lejos.

—A-Ah, lo siento...

—Está bien, cielo —tranquilizó YoonGi sin perder su tono amoroso—. Sólo respira y relaja los músculos.

JiMin asintió mientras YoonGi volvía a masajear la zona con sus dedos. El omega no estaba seguro de si esto estaba yendo de acuerdo al plan hasta que se dio cuenta de que pensarlo demasiado definitivamente no estaba ayudando, así que trató de relajarse sobre la cama y se dejó hacer mientras YoonGi volvía a abrirlo con sus dedos. Todo su cuerpo se sentía más sensible que cuando empezaron y supuso que había sido por el orgasmo anterior, así que decidió concentrarse en la satisfacción que se arremolinaba en su vientre una vez más para que la tensión se alejara de su cuerpo.

Luego de un momento, JiMin sintió la intromisión de algo más grande que un par de dedos y él se quejó suavemente, estirándose sobre la cama como si su primer instinto fuera huir de la sensación que apretaba contra las paredes de su interior lentamente. Él gimió y mordió su labio, dejando que YoonGi continuara hasta que estuviera completamente adentro.

Cuando YoonGi se detuvo, un gemido ahogado abandonó su boca y JiMin se dio cuenta de que su cuerpo se había tensado de nuevo. Los dedos de YoonGi se aferraban a su cintura como si fuera lo único que lo estaba conectando a tierra y se inclinó sobre el omega con cuidado. Los ojos de JiMin picaron en forma de lágrimas por la sensación incómoda del dolor agudo entre sus piernas y no demoró en abrazar a YoonGi por los hombros cuando este se recostó sobre su cuerpo.

Ambos se abrazaron sobre la cama y trataron de hacer que sus respiraciones aceleradas se calmaran un poco antes de pensar en otra cosa. JiMin estaba seguro de que era la primera vez que escuchaba a YoonGi hacer esos sonidos, jadeos profundos que chocaban directamente con su oreja y lo hacían encogerse en su lugar a consecuencia. Podría volverse loco solo escuchándolo respirar así y no podía creer que él tuviera que ver con eso.

—¿Puedo moverme? —preguntó el alfa contra la piel de su cuello. JiMin tenía sus ojos cerrados con fuerza y sus uñas encajadas en la piel de YoonGi, tratando de procesar lo que estaba sintiendo en ese momento para saber si estaba preparado para algo más y no alcanzó a responder, solo pudo soltar un pequeño sonido ahogado—. ¿JiMin?

—S-Sí...

YoonGi besó su cuello a la par que empujaba sus caderas contra las de JiMin con cuidado, solo tanteando el terreno mientras el castaño debajo suyo se acostumbraba a la intromisión y gemía como si le doliera. Aun así, no le dijo que parara, sólo rasguñó la espalda de YoonGi en un intento de descargar la tensión de su cuerpo y los espasmos que lo atacaban cada vez que el alfa lo hacía rebotar suavemente contra la cama.

El dolor y la satisfacción se mezclaban en un remolino que apretaba cada vez más fuerte contra el vientre de JiMin. El lubricante se deslizaba fuera de él entre cada estocada y, cuando YoonGi pareció tomar un poco más de confianza, el ritmo fue aumentando de modo que el sonido obsceno del chapoteo comenzó una vez más.

JiMin no supo en qué momento sucedió, pero en algún punto entre sus gimoteos y suspiros de placer pudo ver cómo YoonGi se levantaba sobre él y lo miraba con una sonrisa casi socarrona, sacudiendo su cuerpo contra el suyo mientras sus propias manos se aferraban a las sábanas debajo de JiMin y él no encontró mejor manera de huir del sentimiento de exposición que le producían sus ojos más que tapando la cara del pelinegro con sus propias manos.

YoonGi perdió la concentración un momento antes de reírse y negó con la cabeza para apartar los dedos de JiMin, pero este no se dejó, así que él aceleró el ritmo y apretó sus dedos contra la carne de su cintura para sacudirlo un poco más sobre la cama. JiMin chilló y la fuerza de sus brazos disminuyó.

Lo siguiente que supo JiMin fue que YoonGi había atrapado sus muñecas con una sola mano y las apresó contra el colchón, dejándolo expuesto a los ojos filosos del alfa. Sin embargo, antes de sentir algún tipo de excitación extra por esto, JiMin sintió que su corazón latía con pánico.

—N-No... eso no, por favor —pidió con un hilo de voz.

YoonGi lo soltó de inmediato y se detuvo, instante que JiMin aprovechó para recobrar el aliento y para limpiar las lágrimas que había dejado caer sin darse cuenta.

Eso había sido un terrible flashback.

—Mierda, lo siento —YoonGi se congeló en su lugar, pero JiMin negó con la cabeza.

—Está bien, Yoon —murmuró frotando uno de sus ojos—, solo fue un susto —dijo con calma.

—¿Estás seguro? —tomó su rostro y masajeó sus mejillas con cuidado, JiMin sólo alcanzó a sonreír mientras recibía los amorosos mimos—. ¿Quieres parar?

—No, no —tomó sus manos y le sonrió para que no se preocupara—. Estoy bien, tranquilo —murmuró sobre su boca antes de plantar un pequeño beso—. Sigue, por favor.

YoonGi suspiró con alivio antes de corresponder al contacto, besando con cuidado la boca de JiMin mientras lo empujaba contra la cama una vez más y recuperaba el ritmo que había perdido.

JiMin dejó que su voz se alzara con libertad en el momento que sintió los dientes de YoonGi mordiendo la carne de su cuello y sus piernas subieron por la cintura de YoonGi para engancharse una contra la otra como si quisiera impedir que se escapara. Las cosquillas en su vientre lo hacían temblar entre cada embestida y su interior se contraría contra con fuerza al ritmo de los gemidos roncos del alfa que se escapaban de sus labios entre cada beso desordenado.

Por un segundo, JiMin perdió la noción de dónde se encontraba en ese momento y todo lo que pudo sentir fue el hormigueo de su cuerpo haciéndolo temblar debajo del alfa que lo sacudía sobre la cama sin ningún tipo de esfuerzo. Podía ver y sentir los músculos de los brazos de YoonGi tensarse, su mandíbula apretada al lado de su rostro y sus jadeos sin aire chocar contra su piel. Él trató de besar el cuello del alfa, pero por la falta de aire no alcanzó a hacer mucho más que a frotar sus abultados labios sobre la glándula de YoonGi hasta que la sensación conocida del orgasmo lo golpeó una vez más. Entonces sus gemidos se transformaron en lloriqueos y lágrimas bajaron por su rostro una vez más.

YoonGi no se detuvo, simplemente metió su mano derecha en el interior del muslo de JiMin y levantó su piernas hasta que esta estuvo pegada a su cintura otra vez. El omega sentía las lágrimas calientes bajar por su cara y trató de hablar sin éxito, sólo miró cómo YoonGi se erguía una vez más entre sus piernas y empujaba sus caderas en busca de su propia liberación, su labio inferior fuertemente sujetado entre sus dientes mientras con su otra mano tomaba el muslo de JiMin para que este se abriera para él un poco más.

Por un segundo, los ojos del alfa parecían ser otros, más oscuros y más salvajes, y JiMin se aferró a las sábanas bajo sus manos sin ser capaz de sostener la mirada por un segundo más.

Él supo que YoonGi se había corrido porque se detuvo de repente y porque sintió sus largos dedos apretar con tanta fuerza sus muslos que supo que iban a dejar una marca. Él siseó y gimió de dolor, pero antes de poder abrir la boca para quejarse, YoonGi aflojó su agarre.

—Mierda —jadeó el pelinegro, cabeceando de un lado a otro para salir del trance en el que parecía haber caído—. Perdón, mierda, creo que te apreté muy fuerte —masajeó sus muslos.

—S-Sí, lo... lo hiciste —formó un puchero y el rostro del alfa cayó en arrepentimiento—. Dame un beso y te... te perdono —extendió sus brazos.

YoonGi lo hizo de inmediato, encimandose sobre el cuerpo del omega para besar casi con desespero su boca. JiMin rió por los mimos y se dejó hacer mientras frotaba su cara contra la de YoonGi como un gato buscando mimos.

—Hm, qué alfa tan dulce —dijo con amor, acariciando con cuidado su cara y cuello mientras YoonGi repartía pequeños besos en su mejilla—. Quién diría que era tan brusco en la cama...

El alfa se quejó.

—Lo siento —JiMin se rió por su tono mortificado—. A veces me dejo llevar un poco, no es intencional.

—¿Por eso insistes tanto en que use las palabras? —lo miró con curiosidad. YoonGi asintió y besó su pecho con cuidado. JiMin se tragó un gemido—. Bueno, no pasa nada, podría ser peor.

YoonGi se detuvo un momento y carraspeó antes de erguirse otra vez.

—Supongo que sí —murmuró con la mirada baja—. Voy a tirar el condón, ¿sí?

JiMin asintió y suspiró cuando YoonGi salió de su interior con cuidado. Cuando el omega lo miró alejarse de la cama, se dio cuenta de que el nudo de YoonGi se había formado en la base de su pene y cuando él desapareció en dirección al baño, JiMin pensó en que habría algún momento en el que seguro sería anudado y tragó al imaginarse cómo sería porque para él ya había sido mucho el miembro del alfa por sí solo.

Se recostó de lado sobre la cama y sintió en su espalda baja una punzada de dolor, cuando se masajeó la zona, se preguntó si acaso podría caminar bien la mañana siguiente.

Ah, EunJin se burlaría de él cuando lo viera quejarse.

—Te voy a limpiar —avisó YoonGi cuando volvió a entrar a la habitación. Vestía un bóxer limpio y en su mano llevaba una toalla húmeda.

JiMin no pudo evitar sentirse ridículamente querido por ese pequeño gesto y dejó que YoonGi se colocara de rodillas a su lado para limpiar la corrida de su vientre, luego masajeó con cuidado el interior de sus muslos y palmeó su cadera en un pedido silencioso para que se diera la vuelta. JiMin le sonrió y así lo hizo, se recostó boca abajo y apoyó su mejilla sobre sus brazos cruzados mientras YoonGi limpiaba los restos de lubricantes del interior de sus muslos y nalgas.

—Listo —besó su hombro y estampó su mano contra la nalga derecha del omega.

—¡Ay! —se rió y trató de alcanzar al alfa para golpearlo, pero YoonGi se bajó de la cama de un salto—. Idiota.

—No puedes culparme —le sacó la lengua y volvió a salir de la habitación—. ¿Necesitas algo? —le preguntó desde el baño.

JiMin zumbó como si lo estuviera pensando y rodó sobre la cama sin fuerza.

—Que vuelvas —le dijo con sus mejillas rojas otra vez.

—Ya voy, cielo —momentos después, él estaba entrando una vez más a la habitación—. ¿Ya me extrañas?

JiMin se mordió el labio y estiró su brazo hacia YoonGi.

Podría darse el lujo de ser así ahora, claro que no lo iba a desaprovechar.

—Ven.

YoonGi no se hizo de rogar, él fue directamente a los brazos de JiMin para rodar con él sobre el colchón mientras llenaba su cara de besos una vez más. El omega se aferró a él con todo su cuerpo y besó con cariño sus labios en la forma de pequeños picos con sonrisas intercaladas.

Ambos se detuvieron un momento luego de un par de vueltas, sólo mirándose mutuamente mientras JiMin acariciaba el rostro de YoonGi con la yema de sus dedos y YoonGi frotaba su cintura con suaves masajes.

—¿Qué tal?

JiMin sonrió.

—Bien.

—¿Sólo bien? —frunció sus cejas y JiMin se carcajeó—. No seas así conmigo —se quejó.

—Estuvo muy bien.

—¡Ahg! —volvió a quejarse y JiMin metió su rostro en su cuello mientras se reía con ganas—. Estudias psicología JiMin, deberías tener más palabras en tu vocabulario, por la diosa —dramatizó y sonrió cuando escuchó el omega reírse otra vez—. Tendré que hacerlo de nuevo para ver si se te ocurre alguna otra palabra.

JiMin ronroneó.

—No hoy, por favor, no creo que tenga cuerpo para otra ronda —deslizó su mano por el pecho de YoonGi y salió de su escondite, pero no se alejó de su cara—. Pero sí, creo que voy a necesitar otra experiencia como esta para pensar en nuevas palabras.

YoonGi sonrió y besó con cuidado su cara.

—¿Hubo algo que no te gustara? —preguntó y JiMin lo miró con extrañeza—. Para saber... A veces me paso de bruto.

—No, ¿en serio? —bromeó, pero YoonGi lucía sinceramente preocupado por su respuesta—. Ay, Yoonie —tomó su cara—. No, no hiciste nada que me molestara. Estuvo bastante bien, fuiste muy cuidadoso Me dolió un poco lo del final, pero está bien, no fue la gran cosa.

YoonGi frunció sus labios.

—Lo siento por lo de las manos.

—Está bien, Yoon, no sabías que eso no me gustaba —besó su nariz—, no te preocupes.

YoonGi asintió y formó un puchero para que JiMin besara su boca, lo cual hizo con una sonrisa.

—Tú lo hiciste espectacular, cielo.

JiMin arrugó su nariz.

—No hice mucho...

—Claro que sí —lo miró como si estuviera loco—. Estuviste ahí luciendo lindo y espectacular para mí —apretó sus mejillas con su mano y el omega se quejó abochornado—. No, en serio, lo hiciste bien. Eres el omega más precioso del mundo —le susurró esto último, como si estuviera contándole un secreto.

JiMin apretó sus labios para no sonreír por el cumplido y bajó un poco la mirada.

—Gracias —murmuró—. Pero en realidad creo que fui muy ruidoso...

—No lo suficiente —molestó YoonGi y JiMin palmeó su pecho como queja.

—Tonto, ¿qué pasa si me oye algún vecino o... JungKook? —el pensamiento repentino hizo que su cara palideciera y se apoyó sobre sus manos para levantar el dorso de la cama—, Mierda, tengo que ver que no se haya despertado —trató de moverse, pero su cintura punzó otra vez y él gimió adolorido antes de caer sobre la cama otra vez—. Uhg... esto es tu culpa.

—No te oí quejarte —YoonGi le sacó la lengua para estrés de JiMin y lo tomó de la cintura para atraer a él otra vez.

Mierda, la facilidad con la que YoonGi lo movía de un lado a otro sin esfuerzo iba a volverlo loco.

—JungKook no te escuchó, no te preocupes.

—Igual quisiera estar seguro de que no se despertó...

—Puedo ir a verlo si quieres —masajeó su cadera, luego su muslo—. Tú descansa mientras tanto.

JiMin trató de fingir que no era buena idea, pero la verdad era que no quería levantarse. Quizás era el tacto de YoonGi lo que lo estaba volviendo tan accesible.

—No hagas ruido, por favor.

—Soy la persona más silenciosa del mundo —le aseguró antes de besar su frente y se levantó de la cama para ponerse los pantalones—. Voy rápido y regreso para que me sigas dando besitos.

JiMin se carcajeó porque no podía creer que ese mismo hombre que ahora saltaba dentro de sus pantalones de pijama le había hecho correrse dos veces durante esa noche.

Cuando se colocó una camiseta vieja, se inclinó hacia la cama para besar a JiMin otra vez y se fue de la habitación, no sin antes chocar contra alguno de los muebles de la sala y quejarse.

—La persona más silenciosa del mundo, claro —murmuró el omega para sí mismo y se acurrucó contra las almohadas y sábanas que había en la cama—. Debí decirle que me trajera ropa —tarareó y frotó su cara contra una almohada que olía particularmente fuerte a la esencia de YoonGi.

JiMin parpadeó cuando escuchó el sonido de pasos acercarse a la habitación y se dio cuenta de que casi se había quedado dormido.

YoonGi se sumergía en la habitación poco iluminada por la luz de la sala, una sonrisa en su rostro sonrojado mientras colocaba una rodilla sobre la cama y gateaba hasta estar encima de JiMin una vez más. El omega lo recibió con los brazos abiertos y una sonrisa somnolienta, tomando el rostro de YoonGi entre sus manos para corresponder el beso que el alfa se veía dispuesto a plantar en su boca.

Él supuso que JungKook estaba dormido, pero cuando se dispuso a preguntar, YoonGi comenzó a reírse. Sus labios no se despegaban de la mejilla de JiMin aun si un par de risas seguían escapando de su boca y lo besaba entre cada suave risita. El omega frunció sus cejas con extrañeza, quizás un poco preocupado por lo repentino de todo y buscó su mirada cuando el alfa se apoyó sobre sus codos. La sonrisa de YoonGi era más grande aún, sus ojos brillantes como un par de lunas llenas y su nariz arrugada con cariño. JiMin ladeó su cabeza y acarició su rostro, gesto que YoonGi aceptó, frotando su propia cara en las manos de JiMin.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó con un susurro.

YoonGi volvió a reírse, casi con timidez.

—Es que cuando fui a ver a JungKook y lo vi dormido pensé: "bien, el cachorro sigue durmiendo", y luego pensé en... en lo hogareño que se sintió eso —volvió a reírse, esta vez un poco más nervioso—. Fue como... como algo que hacemos todos los días, no lo sé —negó con la cabeza y levantó una de sus manos para tomar el rostro de JiMin, quien lo miraba con ojos llenos de profundo interés, tratando de encontrarle el significado real de esas palabras—. Pensé: "oh, estoy aquí, revisando si el cachorro sigue durmiendo para volver a la cama con su papá" —suavizó su expresión, observando cada detalle en el rostro de JiMin con cuidado—. Pensé que... que sería tan... tan, tan lindo que fuera así todos los días, JiMin.

El aliento de JiMin se cortó un momento a la par que sus ojos comenzaban a picar ligeramente. ¿Por qué esto se sentía como una confesión tan pesada? Envolvía su corazón y lo apretaba contra su pecho con tanta fuerza que le costó respirar un momento.

—¿Q-Qué? —preguntó sin aliento, como si anhelara que esto en serio fuera real y no un sueño—. ¿A qué te refieres, Yoon?

YoonGi sonrió con una calma solemne.

—Con ustedes me siento como en casa, ¿sabes? —susurró—. Como si hubiera acabado de encontrar el lugar en el que debería estar.

Eso fue lo que remató al pobre omega, quien comenzó a sollozar con una sonrisa en su cara, lágrimas bajando por su rostro caliente mientras una risa que sonaba incrédula se colaba por sus pulmones y sus brazos rodeaban el cuerpo del alfa en un abrazo desesperado.

—No llores, cielo, no llores —pidió YoonGi contra su cuello, apretando su cuerpo contra el suyo sobre la enorme cama, con uno de sus brazos envuelto en la cintura de JiMin y otro en su espalda.

JiMin sorbió su nariz y rió una vez más, sollozando al son de sus suaves carcajadas. Deslizó su nariz contra la mejilla de YoonGi, llegando a hasta la suya, mirándolo con ojos brillantes por las lágrimas y por el amor que había explotado en su pecho.

—¿Cómo puedes decirme algo... —hipó— algo tan lindo y no esperar que llore? —rió, acunando el rostro de YoonGi.

El alfa no respondió, sólo lo miró con tanto amor que JiMin sintió que podría deshacerse en lágrimas ahí mismo.

—¿Qué? —JiMin arrugó su nariz.

YoonGi sólo lo miró por un largo momento, observando su cabello despeinado apuntando a todas direcciones, su cara sonrojada con un encantador color rosado que se extendía por sus mejillas hasta sus orejas, con sus ojos llorosos y llenos de añoranza buscando en sus propios ojos alguna respuesta a su repentino silencio.

Era el rostro más hermoso que YoonGi había visto en su vida.

Así que él simplemente no se controló cuando volvió a abrir la boca.

—Estoy enamorado de ti, JiMin.

JiMin agrandó sus propios ojos, luciendo tan sorprendido que YoonGi se dio el lujo de reírse suavemente de su expresión. Cuando el reconocimiento cayó, JiMin jadeó y cubrió su rostro con ambas manos en un intento de no romperse ahí mismo, pero cuando separó sus dedos para mirar a YoonGi, sus ojos se habían puesto más aguados.

—No acabas de decir eso.

—Lo dije —asintió YoonGi—. Estoy enamorado de ti, Park JiMin —repitió y JiMin volvió a cubrirse el rostro, esta vez la emoción lo sobrepasó y lágrimas cayeron otra vez—. Y admito que me da un poco de miedo estar tan seguro de esto porque te conozco hace solo tres meses —liberó su rostro con sus propias manos, buscando la mirada del tímido omega que se negaba a mirarlo a los ojos—, pero por cursi que suene, siento que te conozco desde hace años y de que hablar contigo se siente como un "bienvenido a casa" para mi y para mi lobo —besó sus nudillos.

JiMin sollozó y entrelazó sus dedos con los de YoonGi. A pesar de las lágrimas que se enfriaban en su piel, JiMin podía sentir que su cara hervía no solo por el bochorno de sentirse tan expuesto, sino por la emoción que golpeó a su lobo e hizo que su cuerpo entero quemara.

—Oh, YoonGi —ronroneó con sus brillantes ojos fijos en los ajenos, frotando una de sus mejillas contra los nudillos de alfa—. Creo que no podría encontrar mejor manera que esa para definir lo que siento cuando estoy contigo —le sonrió.

Lo siguiente que supo JiMin fue que YoonGi lo estaba besando, tan profundo y cuidadoso que él mismo se sintió como el más preciado de los tesoros. Suspiró y rodeó el cuello del alfa con sus brazos, dejando sus manos libres para que YoonGi encontrara su lugar en su cintura, apretándose tan cerca de su cuerpo que JiMin no podía creer que alguna vez vivió sin esta calidez en su pecho que ahora parecía tan vital.

Jadeó contra su boca y enroscó sus piernas alrededor de las caderas de YoonGi mientras él empujaba una de sus rodillas hacia arriba y luego la otra, colocándose entre las piernas de JiMin, su cuerpo pesado sobre el otro, presionando contra la cama como si buscara desesperadamente que JiMin no se escapara de sus brazos a pesar de que él no estaba haciendo ningún esfuerzo por alejarse.

Con un jadeo, JiMin echó la cabeza para atrás, rompiendo el largo beso para buscar aire. YoonGi sólo lo miró con ojos hambrientos hasta que el omega volvió a fijar su vista en él.

—También estoy enamorado de ti, Yoon.

El alfa solo le sonrió e hizo el ademán de volver a besarlo, pero JiMin se tensó.

—Pero —tragó— también admito que tengo un poco de miedo —murmuró con voz temblorosa, sus lágrimas todavía ahí.

—¿Por qué? —YoonGi lo miró con ojos profundos.

JiMin aspiró y suspiró en un intento de calmar su acelerado corazón.

—Porque... porque es que... porque este momento tiene su encanto porque estamos aquí, porque no es algo serio todavía, porque hasta este momento tú sigues siendo mi vecino y todavía la idea de estar juntos es eso, una idea —explicó de un modo tan verborrágico que él mismo se dio cuenta de la cantidad de veces que había estado pensando esto, en este momento y en las insoportables comparaciones.

YoonGi no parecía entender del todo, así que JiMin continuó.

—YoonGi, hacer esto serio implica muchas más cosas, no es sólo estar enamorado de ti, implica que tomes responsabilidades que no han sido una molestia porque no has tenido que pensar en ellas hasta ahora, implica que yo de mi brazo a torcer en algunas cosas que se me hacen imposibles e implica, por sobre todas las cosas, algo realmente importante para JungKook.

YoonGi se quedó un momento en silencio. Procesaba toda esa información con cuidado, tratando de descifrar todas las palabras que JiMin había usado para no decir explícitamente el miedo que le daba avanzar más allá de los coqueteos y besos a escondidas.

—Oh...

—Soy un padre soltero, YoonGi —empezó una vez más y, como si hubiera acabado de abrir una válvula, las lágrimas bajaron otra vez—. No voy a dudar dos segundos en elegir a JungKook por sobre ti en cualquier circunstancia que lo implique y necesito que estés bien con eso porque es algo que no voy a discutir.

—JiMin...

—Y también quiero que entiendas que aunque él es un niño muy dulce también tiene sus momentos malos y yo estoy acostumbrado —continuó hablando, simplemente vomitando las palabras como consecuencia de sus aterradores nervios—, pero sé que no es para todo el mundo y sé que no quieres hijos, pero él viene conmigo, no soy solo yo en el paquete. Él se enferma, grita, llora, patalea, hace todo lo que hacen los niños y sé que puede ser agobiante así que está bien que no quieras continuar con esto.

—JiMin...

—Y claro que me encantaría intentarlo, no sabes lo feliz que me haría iniciar una relación seria contigo, pero me da miedo que esto no llegue a ningún lado y tanto JungKook como yo terminemos heridos, así que necesito que entiendas por qué puede que me comporte como un antipático a veces, no es intencional es que yo...

—JiMin —alzó un poco más la voz, interrumpiendo el discurso casi delirante del omega, quien lo miró con total atención, como si estuviera esperando alguna especie de reprimenda—. Soy bastante consciente de todas esas cosas.

JiMin sintió que su labio temblaba y negó con la cabeza.

—No lo sabes.

—Puede que no del todo, el padre aquí eres tú, así que tu experiencia es incomparable —cedió—. Pero JiMin, el hecho de que seas padre de un hermoso cachorro no es en absoluto un problema para mi.

JiMin aspiró con dificultad esta vez. Estaba tratando de mantener sus lágrimas para sí mismo, no quería llorar como loco ahora, no cuando YoonGi parecía tener muchas cosas para decir.

—Escucha, entiendo que puede ser terrible, créeme, mi hermana tuvo a los dos cachorros más revoltosos que he conocido nunca. Sé lo agotador que es, entiendo el cansancio eterno, la rabia, el malhumor, entiendo todo. Claramente no lo he vivido tanto como tú, eso es obvio, pero no estoy ni un poco asustado, ¿está bien? —acunó su rostro con cuidado, sus pulgares acariciaban sus mejillas ahora empapadas—. No voy a huir, JiMin.

El omega frunció sus cejas y aunque aquella voz en su cabeza que lo atormentaba en las noches le decía que el alfa no hacía más que mentir, el lobo que aullaba en su pecho le pedía que confiara plenamente en él porque YoonGi decía la verdad.

—No te voy a culpar si lo haces.

—No lo haré.

—Pero si lo hicieras...

—No va a pasar.

JiMin sollozó, su seguridad era aterradora, confiar ciegamente en él era aterrador.

—Sé lo mal que la pasaste antes —continuó el alfa—, también sé que por eso mismo prefieres apartarte y entiendo por completo lo molesto que puede ser ceder una vez más —sus palabras eran tan acertadas que JiMin sintió que estaban leyendo su alma—. Pero te pido que confíes en mí para demostrarte que yo jamás te haría algo así, JiMin. Yo no soy ningún cobarde, sé en lo que me estoy metiendo.

«Te abandonará y esta vez será peor», dijo la voz en su mente, una que sonaba como su madre.

«Te va a dejar, quizás con otro hijo, y se irá para siempre, otra vez», esta vez, era su padre.

«No te quiere lo suficiente ni lo hará nunca», esa era la de HyunSoo.

«Vas a estar bien», esa, sin embargo, era la voz de su lobo.

Y eso fue suficiente para calmar su acelerada respiración.

Los lobos eran sabios, siempre lo habían sido. Tienen quizás los mismos años que tiene la mismísima luna y su presencia en los corazones de las personas podía ser tan reconfortante como aterradora. En este momento, JiMin experimentaba un remolino de emociones confusas y contradictorias. Se sentía asustado de la seguridad que su lobo estaba depositando en YoonGi, pero lleno de esperanza y paz por lo mismo. Nunca había experimentado eso con otra persona antes, que el alma de su espíritu animal lo hiciera sentir esta conexión con YoonGi parecía incluso imposible. Era casi como si pudiera leer los pensamientos del alfa, como si pudiera entender cada una de sus acciones, como si pudiera ver a través de su alma.

De repente, JiMin se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.

—Yoon —susurró un llamado.

—¿Hm? —respondió con la voz igual de baja.

—¿Sientes eso también?

Para su sorpresa, el alfa sonrió.

Él sabía de lo que estaba hablando.

—Sí.

JiMin parpadeó y las lágrimas se detuvieron

—Oh —murmuró.

—Oh —imitó YoonGi, un poco juguetón.

Ambos se rieron suavemente, bajito y sin intención de que nadie más los escuchara.

Para sorpresa de nadie y sin darse cuenta, ambos habían formado un lazo.

—Supongo que ahora está de más que te pregunte si puedo ser tu novio, ¿no es así? —la voz juguetona de YoonGi lo hizo reír.

Oh, JiMin ya había respondido que sí a la propuesta de YoonGi sin siquiera notarlo.

—Por favor, pregúntame.

YoonGi asintió.

—Park JiMin —comenzó—, ¿puedo ser su novio?

JiMin se rió risueño y atrajo el rostro de YoonGi hasta su cara para besarlo con ahínco.

—Claro que sí, alfa.

YoonGi ronroneó y ambos volvieron a besarse bajo la bruma de la noche, ahora unidos por algo más que un amor puro e inocente.

Continue Reading

You'll Also Like

65.2K 5.8K 10
ACELERANDO EL DESTINO | Camila Clement, la próxima gran promesa de la música argentina, decide aceptar la invitación de Bizarrap para colaborar en un...
118K 9.8K 67
Colin Bridgerton está completamente disgustado con Penelope, su ahora prometida, recién descubrió que ella es "Lady Whistledown" y esta molesto, pues...
1.7M 90.5K 45
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
91.3K 8.9K 35
Tras ser vendida. Ophelia ha vivido un infierno durante años; Sin embargo tras ser sacada en ese infierno finalmente pudo encontrarse con su amiga, c...