PRÓLOGO / Set me Free.
000. Take me back to the start
Las luces le encandelillaban, no distinguía nada de su alrededor y... Oh, ¿Voy muy adelante? Está bien, vayamos un poco más atrás en el tiempo.
Eoghan Moore, un niño tímido que iba de escuela en escuela siendo expulsado por su mal comportamiento —raro, ¿No es así? Ni él mismo se lo creía—. No solía meterse en problemas, por el contrario, los evitaba a toda costa o al menos eso quería explicarles a sus padres, quienes buscaban sin descanso dónde más ingresarlo hasta que eligieron educarlo desde casa. Los padres de Eoghan eran comprensivos, intentaban explicar con calma las cosas aún cuando el pequeño se frustraba rápidamente, buscaban lo mejor para su hijo.
Era muy extraño. Eoghan, al momento de sentirse desesperado o enojado, sentía como si cayera en un trance y durmiera como si no hubiera descansado en días, hasta que recobraba el sentido. Sus padres tenían expresiones de preocupación en sus rostros; sabía que algo no andaba bien en él, pero luego de tantos intentos de preguntarles a sus padres y no recibir respuesta alguna, decidió darse por vencido y aprender a lidiar con ello.
Todo parecía bien al estar estudiando en casa. Sus desmayos no ocurrían tan a menudo, milagrosamente lograba recobrar la calma al momento de tocar su collar. En su mente inocente, quería creer que aquel dije de león que colgaba en su pecho era su amuleto encantado. Además de eso, hacía ejercicios para manejar su ira.
Sin embargo las cosas son más complejas de lo pensado y un día, en el momento que menos esperaron, Eoghan empezó a desarrollar un ataque de ira sin previo aviso. Por más que intentó recobrar la calma, le era imposible. Frotó, agarró e incluso rezó con todas sus fuerzas, pero no le funcionó, es como si algo se estuviera apoderando de él. Él no quería hacerlo, no fue su intención hacer daño...
"Manda un mensaje Iris a H..."
No pudo escuchar más. Solo supo que cayó en un sueño profundo que, hasta cierto punto, le hizo creer que estaba muerto... Pero no.
Algo en el fondo de su ser le decía que aún seguía con vida. Estaba cansado, con calor, como si su consciencia no estuviera donde realmente debía de estar; se sentía atrapado, sin la más mínima posibilidad de poder salir, como si estuviera cargando algún tipo de condena eterna que deseaba poder terminar en ese mismo instante.
Sintió que su estancia en dicho lugar duró años, siglos, milenios, hasta que, como si fuera por obra y gracia del más allá, finalmente escuchaba la voz de alguien.
«Del fuego y las cenizas nace el rugido de las tinieblas, redoblando su furia para partir en cuerpo y alma y deshacerse del mitad hombre, mitad dios.
De la sangre de mi árbol yace el reloj que late conmigo para que nunca despierte...»
Solo necesitaba aquello para poder sentirse libre de nuevo. El calor que habitaba sobre él ya no estaba, pero el cansancio que sentía era insoportable, veía oscuro pero pudo sentir después de tanto tiempo la sensación del frío y el viento golpearle fuertemente. Finalmente empezaba a sentir que era alguien, que existía aquí y ahora.
Y bueno, hemos vuelto al inicio. Eoghan finalmente despertó —o eso asumió él—.
SWIFTPOETRYY / 2024