Sangre Y Poder 2 (chicaxchica)

By Kitty_Demon14

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¿Qué sucedió después de la muerte que alteró el equilibrio entre ellas? ¿Existe otro mundo más allá de lo que... More

Dedicatoria.
Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
capítulo 29.
capítulo 30.
capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
capítulo 34.
capítulo 35.
capítulo 36.
capítulo 37.
Nota... no es un capítulo.
Capitulo 38.
Capitulo 39 (El origen)
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo Extra - Lily (parte 1)
Capítulo Extra - Lily (parte 2)
Capítulo Extra - Lily (parte 3)
Capítulo Extra - Lily (parte 4 y última)
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo Extra - Gabriella (parte 1)
Capítulo Extra - Gabriella (parte 2)
Capítulo Extra - Gabriella (parte 3)
Capítulo Extra - Gabriella (parte 4)
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Extra.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Pasando por aquí para despedirme de esta historia.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
Final :)
Lo Siento.
Gracias 😊❤️

Capítulo 2.

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By Kitty_Demon14

Cuando Abiggail llegó a su casa, su hermana la recibió con los brazos cruzados y una expresión entre enojo y decepción.

—Me llamaron de tu colegio —fue lo primero que dijo —. Me gustaría que me llamaran por cosas leves, pero siempre es porque hiciste que alguien derramara sangre.

—Me estaba molestando.

—No te excuses, esto pasa muy seguido y no creo posible que todos te molesten. Simplemente disfrutas esto.

—No es para tanto.

—¿No es para tanto? Cambias de escuela como cambiar de ropa... Ya fuiste con varios psicólogos, has tomado terapias y sigues sin mejorar ni un poquito. Ni siquiera en consideración por todo lo que hago por ti desde que papá y mamá nos dejaron.

Abi solía sentir arrepentimiento solo con su hermana, pero aun así después seguía haciendo cosas malas. Era lo mismo de siempre: pedir perdón, prometer que no lo volverá a hacer y ser cambiada de escuela de nuevo.

—Lo siento...

—No creo que lo sientas y no me digas que vas a cambiar tu actitud porque ya no te creo.

Aurora trabajaba mucho y se sentía agotada, los problemas de Abi solamente eran un estrés más para su vida.

—¿Sabes qué? No estoy de humor para esto, voy a tratar de dormir.

Aurora empezó a subir las escaleras, pero como en ocasiones anteriores, Abi pensó que sería cambiada de colegio y psicólogo, pero no era así en lo absoluto.

Abi no durmió mucho y no se debe a algún sentimiento de arrepentimiento. Dos de sus dientes estaban cambiando de forma extraña, crecían y cada vez se asemejaban más a los dientes de los vampiros y le estaban causando dolor.

Aunque esto no le preocupaba demasiado, la vida de Abi era bastante rara. Desde sus extraños recuerdos hasta su extraña actitud que parecía estar motivada por algo dentro de sí o por un extraño pasado que no podía comprender.

A la mañana siguiente Abi estaba en su habitación cuando su hermana la llamó desde la sala de la casa.

Su cabello estaba hecho un desastre y tenía una pijama que la hacía lucir como una loca del centro.

Se detuvo en seco al ver a dos hombres y a una mujer qué jamás había visto. Se veían serios.

Por otro lado, Aurora estaba llorando, lo que le indicaba a Abi que algo malo sucedía.

—¿Qué pasa Aurora? ¿Quiénes son ellos?

—La mujer es la directora de tu nueva escuela —respondió Aurora sin dejar de llorar.

Esto ya había sucedido antes, pero era la primera vez que Aurora lloraba por esto. Uno de los hombres le entregó un papel y ella lo firmó.

—Deberías hacer tus maletas —le dijo de repente uno de los hombres a Abi.

—¿Para qué?

—Para que vayas con ellos —respondió Aurora.

—¿Me vas a internar en algún lado?

—No es un internado, es una escuela como cualquier otra, la única diferencia es que allí no vas a poder hacer lo que quieras.

—No puedes enviarme ahí.

—Claro que puedo, soy tu hermana mayor.

Abi se dio la vuelta dispuesta a correr, pero uno de los hombres la detuvo y la cargó. Abi se sentía vulnerable y triste razón por la cual no podía hacer en contra de ese hombre aquello que le resultaba tan difícil.

—Lo mejor será que ustedes la lleven, yo haré llegar después todo lo que ella necesita —les dijo Aurora.

—Aurora, no me puedes hacer esto.

—Es por tu bien y el de muchas personas.

Sin importar cuanto gritara y pataleara ya se había tomado una decisión, su hermana evadió la idea de internarla durante años, pero ya no parece haber otra solución.

—Este lugar será el adecuado para ti.

—Claro, está repleto de personas —respondió Abiggail —, y conmigo eso no es para nada seguro.

—No te dejaremos atentar contra la integridad de ninguna persona, si eso es lo que crees.

Quizás ellos hayan tratado con muchas personas, pero Abiggail no era igual a esas otras personas. Es bastante egoísta, arrogante y no siente empatía, pero también tiene otras cualidades que la hacen muy diferente a todos.

Era obvio que ese lugar no era una escuela, parecía más un hospital psiquiátrico

—Mira, esta es tu habitación con la niña de allá que se ve muy dulce.

—Tiene más cara de idiota...

—Pero no lo es, no te dejes engañar.

La señora llevó a Abiggail adentro y liego cerró la habitación. En una de las camas estaba Génesis, otra niña problemática.

Abiggail ni siquiera le dirigió la palabra y se sentó sobre su cama, evitando dirigirle la mirada a Génesis.

—Así que eres Abi, la pequeña hija del diablo.

Abiggail no quería hablar, pero al escuchar la forma en la que génesis se dirigió a ella le dio curiosidad.

—¿La hija de quién? —preguntó —¿Por qué me llamas así?

—Ese es el nombre que corría por los pasillos de este lugar cuando hablaban de la chica nueva.

—¿La razón?

—Dicen que haces cosas muy malas.

—¿Cómo todas aquí?

—Nosotras no paralizamos a las personas con la mirada —dirige su mirada hacia Abi — y tampoco tenemos colmillos.

Génesis pasaba lentamente las páginas de un libro, lo raro es que este libro tenía las páginas en blanco, no estaba leyendo nada.

—¿A qué se deben esos dientes? Eres algún cazador del bosque, creo o, ¿has practicado canibalismo? —preguntó sin dejar de mirar a las páginas en blanco.

—¿Canibalismo? No, no lo he hecho, pero lo estoy considerando.

—¿Piensas que será muy fácil hacer lo mismo que hacías afuera aquí? Aquí todos estamos mal de la cabeza bebé y terminarás siendo el juguete de...

Abi estaba cansada de las preguntas de Génesis, por eso una de sus manos termino en el cuello de Génesis.

Génesis reaccionó poniendo sus manos sobre las de Génesis, pero la presión era demasiada y Génesis no lograba liberarse del agarre.

—Mira Génesis, te voy a romper cada hueso si te metes conmigo.

Génesis abrió los ojos de par en par y parecía que el fuego los consumía. Entonces, pudo comprender por qué habían apodado a Abi como la hija del diablo.

Se repitió otra escena de terror, Génesis se acercó a la puerta asustada pidiendo que no la dejaran junto a Abi.

—¡Sáquenme de aquí! —Gritó —, no me dejen aquí encerrada con esta chica, por favor.

Se dio la vuelta al sentir la presencia de Abi detrás.

—Tranquila, no voy a hacerte daño... Si te limitas solo a respirar mientras estés cerca de mí.

Esa noche Génesis no dormiría, pero tenía la esperanza de una cosa, que Abi pudiera escapar de ese lugar y se fuera para siempre de allí.

A media noche Abi se puso de pie de la cama y no soportaba nada un dolor en su espalda. De repente cubrió su boca para no liberar un grito de dolor, cayó al suelo porque no podía mantener el equilibrio.

Génesis la miró aterrada, era la primera persona que se daría cuenta de que Abi era diferente... Muy diferente.

De hecho, Abi también estaba sorprendida por lo que le sucedía.

—¿Son alas? —preguntó Génesis aterrada —, ¿por qué tienes alas? ¿De dónde salieron?

Ambas estaban sorprendidas por la envergadura de las alas, eran enormes... Aparecidas de la nada, una color blanco y otra color negro, pero Abi solo podía mover una de ellas, la negra.

Aunque intentara ponerse de pie, simplemente no lo lograba.

—No llames a nadie —le pidió a Génesis.

Dejando de lado el tema de las alas, Abi se sentía bastante llena de energía en lo que respecta a las otras partes de su cuerpo.

—Tendrán que desaparecer de la misma forma en la que llegaron.

Pero parecían estar adheridas a ella, como si siempre hubiesen formado parte de ella. Aun así, en la mañana estas se desvanecieron cuál ceniza llevada por el vuelto. Como si la luz de la mañana lo hiciera.

Abiggail escuchaba en un tono muy bajo un violín, al parecer practicaban música allí. Le ordenó a Génesis callar sobre lo que había sucedido esa noche, nadie debía saberlo, ya que ni siquiera ella comprendía a qué se debía todo esto.

Ese lugar era muy aburrido para Abiggail, era rutinario, lleno de actividades que parecían para niños pequeños. Pero este lugar tenía castigos muy severos como el uso de lugares estrechos como un ataúd para encerrar a quienes se comportan mal, látigos, entre otras cosas.

Abi estaba en el patio, bastante inquieta de hecho, y la razón era que no aguantaba el dolor que le causaban estos colmillos y ese dolor que había aparecido en su espalda.

Cerca de ella estaba Génesis, quien la seguía como un perro. Quizás pensaba que Abi no le haría daño si lograba ganarse algo de su confianza.

—¡Oye! —Abi levantó la mirada para encontrarse con Dafne —, pequeña hija del diablo, ese lugar me pertenece.

Abi se puso de pie manteniendo la mirada fija en Dafne.

—¿Me vas a obligar? —preguntó.

—No quisiera...

—Pero tendrás que hacerlo porque no pienso moverme de aquí.

—Parece que no sabes como funcionan las cosas aquí.

Dafne era esa chica cuya familia tenía mucho dinero.

Solo hacía falta que Abi lograra impregnar su mirada en la de Dafne para doblegarla.

—Dafne, tu padre está aquí de visita —dijo una de las trabajadoras del lugar a Dafne.

Abi no logró lo que quería y no fue porque Dafne se fue, el dolor que sintió de repente la hizo sentir muy vulnerable. Dolor que vino luego de escuchar más fuerte la melodía de un violín.

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