ยฒ beya โ˜… fred weasley

By Merodeadora05

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โช ๐—ฆ๐—ฎ๐—ด๐—ฎ ๐—•๐—ฒ๐˜€๐˜ ๐—™๐—ฟ๐—ถ๐—ฒ๐—ป๐—ฑ๐˜€, book two . . . โซ ๐Ÿฌ๐Ÿฌ๐Ÿฎ โ”Š BEYAใ€€แŸš๐–คœ โ˜… ๐—™red ๐—ชeasle... More

๐Ÿ’” . . . BEYA !
โฑ act one, megan's notes . . . ๏ผ
note 1
note 2
note 3
note 4
note 5
note 6
note 7
note 8
note 9
note 10
note 11
note 12
โฑ act two, megan's revenge . . . ๏ผ
i. fred weasley
ii. mixed feelings
iii. bad vacation?
iv. order of the phoenix
v. between jokes and tunics
vi. broken hearts
vii. locked in a closet
viii. unexpected news
ix. gifts and disappointments
x. the escape of the weasley twins
xii. department of mysteries
โฑ agradecimientos . . . ๏ผ
โฑ extra uno . . . ๏ผ

xi. bad mood and exams? a lousy combination

88 12 10
By Merodeadora05

capitulo once
“¿mal humor y exámenes? pésima combinación”

Megan no diría en voz alta que los últimos días había estado extraño, más de lo normal. Mucho menos que el motivo era no tener a Fred en el Colegio porque sería perder la poca dignidad que le quedaba y no estaba dispuesta a admitirlo. Ni siquiera cuando estaba actuando de melodramática con Layla a cada rato porque se iba con Ron, o como justo en ese momento que la vio con Hermione un día antes le estaba haciendo un drama.

—¿Entonces me odias, es eso?

—¡Ya te dije que solo me la encontré! —intentó explicar Layla por décima vez en un minuto—. Entiende que tú eres mi mejor amiga, rubia, nadie más.

Los ojos de Megan se comenzaron a poner llorosos. También se encontraba en sus días hormonales donde ni siquiera ella se aguantaba, y por todo lloraba, gritaba o quería golpear. Era una mala combinación Megan estando necesitada de afecto y aparte sangrando. Después abrió la boca dispuesta a seguir discutiendo.

—Pues creo que...

—Que mejor me dejes a solas con Layla, necesito hablar con ella —la interrumpió una voz.

Ambas Hufflepuff se miraron discretamente antes de voltear a ver quién había sido. Para su sorpresa era Draco Malfoy, que iba con ropa casual mirándolas como si estuviera en verdad aburrido. Megan se quitó las pocas lágrimas que le habían brotado de los ojos y miró indignada al rubio.

—¿Con qué derecho vienes a interrumpir mi plática con mi mejor amiga? —le reprochó, molesta—. Tú y ella ni siquiera son amigos así que mejor te vas largando antes de que te saque de aquí a patadas.

En la Biblioteca obviamente no se podían sacar a patadas, pero si Megan Jones lo decía, lo cumplía. El Slytherin se rio, como si no le importara su amenaza, y se encogió de hombros.

—Quiero hablar con ella, Jones. Es la primera vez que te digo algo sin ofenderte, así que hazme caso. ¿Acaso tengo que pedirte permiso?

El rostro de la rubia se puso colorado, y se levantó, señalándolo con el dedo de manera amenazante.

—¿Tienes algún problema con eso? Si tanto quieres hablar con ella puedes hacerlo conmigo aquí a un lado, ella me cuenta todo, así que terminaré enterándome.

Megan se había levantado del asiento y se encontraba frente al rubio, mirándolo; si las miradas matarán él estaría a cien metros bajo tierra. Draco le iba a responder con su típico tono cuando Madame Prince llegó y al ver a la rubia en una posición amenazante y casi con su varita de fuera se exaltó.

—¡No permito peleas dentro de la Biblioteca! —le reclamó, tomándola por los hombros y llevándola hacía la puerta del lugar. Megan comenzó a patalear, aunque sabía bien que no iba a ganar esa contienda.

—¿No lo sacará a él? ¡Él comenzó todo!

Cuando ya estaba fuera de la Biblioteca, Madame Prince se encogió de hombros.

—Tú tenías la varita fuera, ¡así que no vuelvas porque sino no la dejaré entrar más, señorita Jones!

El rostro de su mejor amiga seguía rojo de la molestia, miró a Layla y se fue indignada.

Rápidamente llegó a la Sala Común de Hufflepuff. Sin dudar se dirigió hacia los dormitorios de los chicos y abrió la puerta de la habitación de Wayne sin importarle ver algo que no quería porque estaba tan enojada que podía lanzarle un hechizo a cualquiera. Agradeció que el único dentro era su amigo, que se exaltó sobre la silla que tenía en su mesita de noche y la miró sorprendido.

—¡Pero…! ¿Qué haces aquí?

Mientras Megan gritaba comenzó a acercarse a él.

—¡El estúpido infeliz de Malfoy está hablando con Lay! ¡Además, me sacó de mis casillas y Madame Prince me sacó de la Biblioteca como si fuera una criminal! ¡Estoy a punto de cometer un acto de odio!

—¡A ver, a ver! —Wayne se levantó de la silla y puso sus manos en sus hombros para que se miraran fijamente. El rostro de Megan estaba rojo, pareciendo a punto de explotar, y debía admitir que le daba miedo sabiendo de lo que era capaz—. ¿Malfoy? ¿Draco Malfoy, ese estúpido bien peinado de la casa de los serpientes?

—¡Ese mismo!

—¿Draco Malfoy hablando con nuestra Lay?

—¡Exactamente!

—Eso es muy extraño —Wayne frunció el ceño, soltandola y poniendo su mano en su barbilla—. Demasiado extraño.

—¡Eso estoy diciendo yo desde que llegué!

Él rodó los ojos.

—Ya entendí. Por Helga, Megan, ¿qué te pasa? Estás más irritable que de costumbre.

En respuesta Megan soltó un gruñido, sentándose en la cama de Wayne y haciéndose bolita. Parecía que en cualquier momento iba a maldecirlo así que tomó sus precauciones y él se sentó a su lado, ya que así sería más difícil hechizarlo que teniéndolo enfrente. Megan intentó explicarse porque estaba balbuceando, pero sin llevar a una frase en concreto.

—Creo que ya sé —intentaría adivinar Wayne, chasqueando la lengua—. ¿Estás en tus días?

—¡Sí!

Soltó una risita, ya que de esa forma tomaba mucho sentido.

—Y además… Estar en tus días, aparte de tus cambios de humor, te hace estar hormonal. Una vez me lo dijiste cuando estabas borracha. Así que debo suponer que al no estar la cabeza de zanahoria en el Colegio no puedes tener sex…

—¡No es necesario que lo digas en voz alta! —chilló avergonzada Megan, tapándose los oídos. Wayne se rio entre dientes, encontrando muy divertida la escena.

—Lo siento.

—Sólo… —suspiró, intentando tranquilizarse—. Vayamos a mi habitación. Layla llegará ahí y quiero que nos cuente lo que intentó decirle ese infeliz.

—Por primera vez en mi día estaba pensando lo mismo que tú.

Ambos se encaminaron hacia la habitación de Megan y Layla, sentándose en la cama de Megan. Esto ayudó un poco a que se calmara, pero sabía que tan solo llegará su amiga a contarle volvería a explotar. Por lo mismo Wayne guardó su distancia, incluso sentados en el mismo lugar, por si llegaba a soltar un manotazo al aire.

—Entonces… —él habló con voz lenta, mirándola curiosamente—. ¿Estás necesitada de sexo y por eso estás así?

Megan lo miró con mala cara, cruzándose de brazos. Se apoyó en el respaldo de su cama y resopló.

—Sí.

—Bueno, es entendible. El sexo es indispensable para el ser humano… en la mayoría de los casos, claramente —se rio, también apoyándose en una de las columnas de la cama. Megan asintió, alzando una ceja e inclinándose un poco hacia él.

—¿Acaso tú también tienes mucho sexo, Hop?

—Mucho más que tú, puedo apostarlo.

—Eso lo dudo —soltó una carcajada Megan, negando con la cabeza. Wayne puso los ojos en blanco.

—No es mi culpa que haya muchos heterocuriosos en Hogwarts y acudan a mí.

—Y tú te sacrificas taaanto, ¿verdad?

—¡Claro! ¿Qué sería de mí si no?

Wayne se miraba divertido con la plática, pero al parecer quería cambiarla para volver a avergonzar a Megan. O al menos eso intentó.

—Una pregunta. Si extrañas tener sexo en estos momentos porque no está Fred, ¿eso quiere decir que ustedes cogían cuando tú estás sangrando por la vagina?

—¡Wayne, mínimo usa palabras recatadas! —se burló Megan con mucha gracia, aunque ni siquiera pensaba lo que dijo. Sólo quería hacer drama. Segundos después asintió—. Pero sí, lo hacíamos.

—¡Woah! ¿No le daba miedo o asco?

Megan le lanzó un cojín a la cara, riéndose a montones.

—Él siempre lo disfrutó. ¿Y quién soy yo para negarme a mis instintos?

Claaaaro.

—¿Sabes? Es gracioso hablar de estas cosas con libertad porque no está Lay. No es que quiera ocultarle algo, pero ella no está acostumbrada a estos temas tan… libremente. Me gusta que se tome su tiempo en realidad.

—Megan, no digas esas cosas —se quejó falsamente Wayne—. Luego te quiero dar la razón y no lo acepto.

—¡Idiota! —volvió a soltar una carcajada, dándole una patada y golpeándolo un poco en los pies debido a la posición en la que estaban.

Justo en ese momento la puerta se abrió y ambos intercambiaron miradas. Detrás de esta apareció Layla así que cambiaron sus expresiones burlonas y pusieron rostros inexpresivos, obligándola a sentarse en su cama. Pusieron dos sillas frente a ella y se sentaron. Estuvieron diez segundos en silencio antes de hablar.

—¿Qué te hizo ese mal nacido hijo de puta? —quiso saber Megan, furiosa. Se notaba que tenía ganas de golpearlo... bueno, eso desde la Biblioteca.

—Nada, Meg. Simplemente quería que le hiciera un ensayo, al parecer.

Ninguno de los dos le creyó. Wayne hizo la expresión que siempre ponía cuando no creía en su respuesta, así que insistió una vez más:

—¿Segura?

—Cien por ciento —aseguró, dándoles una sonrisa tranquilizadora—. De todas formas, lo puse en lugar, y espero no me vuelva a molestar.

—¿Ya te había buscado antes?

Layla negó con la cabeza ante la pregunta de Megan. Wayne y ella se miraron cómplices, creando un motín contra Malfoy sin decir nada en voz alta. Pero después algo entró por su ventana, sorprendiendo a los tres amigos y cayó sobre las piernas de Layla.. Era un avión de pergamino. Ante las miradas curiosas de sus amigos lo abrió y al instante sonrió y se ruborizó. Definitivamente era de Ron.

Para no dar explicaciones les pasó la nota a sus amigos, que rápidamente la leyeron y sus rostros cambiaron.

—¡Por Helga, qué romántico! —exclamó Megan emocionada, levantándose de allí y yendo hacia sus cosas.

—Sólo es una nota, Meg —se burló Layla.

—Ron cada vez se esmera más a pesar de ser tan despistado. Siempre creo que la que lo ayuda es Hermione —comentó Wayne, sentándose a su lado y acomodándole el cuello de la blusa que traía puesta—. Aun así sigo repitiendo que es el mejor partido para ti.

Mientras tanto Megan fue por su bolsa de maquillaje y se sentó en la misma silla de hace dos minutos frente a Layla, colocando su bolsa en su piernas y posándose frente a su rostro.

—¡Ocupas unos retoques! Te miras terrible, Lay —se rio, comenzando a pasar un poco de varias cosas por su cara. Notó que su amiga quería reírse, pero Megan le dio un manazo cuando lo hizo, así que después de escuchar reír a Wayne, decidió quedarse quieta.

—Ella no necesita maquillaje —intervino el chico cuando la rubia finalizó y sonreía en grande por su arte—, es hermosa tal cual.

—Los hombres siempre dicen eso, babas, pero yo quiero que se vea bonita para Ron... —miró el reloj que está en la habitación y soltó un chillido—. ¡Rayos, ya debió haber llegado!

Layla miró al mismo reloj que ella, levantándose y saliendo corriendo hacia la puerta.

—¡Llegaré de rato! —avisó antes de cerrarla.

Aunque ya hubiera salido Megan no dudó en gritar:

—¡Si quieres no regreses!

—¡Tonta, por supuesto que va a regresar! —reprochó Wayne poniendo los ojos en blanco. Megan resopló y con su brocha le dio un golpe en la cabeza.

—Cállate.

Aunque Megan hubiera querido seguir teniendo días relativamente normales es como si la vida se lo prohibiera. Varios días más tarde decidió pasar más tiempo con sus únicos amigos aparte de Layla y Wayne, siendo Roger Davies y Valery Wilson de Ravenclaw, y se enteró de algo que definitivamente no quería. ¿Lo peor? Debía comunicárselo a su mejor amiga antes de que fuera peor y escalara más alto.

Corrió hacia su habitación esperando encontrarse con Layla, y aunque sí lo hizo ella estaba dormida. No quería despertarla pero no tuvo otra opción.

—¡¡Layla Dunnet, levántate en este mismo momento!! —gritó desesperada.

Al instante se arrepintió de su tono porque si ella la escuchaba así podría sentirse peor de lo que probablemente se sienta al oírla, así que se tranquilizó un poco. Su amiga se puso la almohada encima de la cabeza para evitar escuchar su voz.

—¡Levántate! ¡Andando!

—Meg, apenas iba a dormir —se quejó Layla, revolcándose en su cama y haciendo sonidos de molestia—, ¿por qué me despiertas?

—Me acabo de enterar de algo que necesitas saber —su voz se escuchó más seria, intentando hablar con tacto. Layla se levantó de su cama y la miró curiosa. Megan se había sentado en el mueble que tenía al lado—. Rayos, no sé cómo actuarás... bueno, yo estoy a punto de molerlo a golpes...

—Dilo ya, le das muchas vueltas.

Megan suspiró, para después negar con la cabeza repetidas veces.

—Lay, me encontraba con mis amigos de Ravenclaw, ya sabes, Roger Davies y Valery Wilson —ella asintió—, y me contaron que anda el rumor de que te besaste con Roger y que tuvieron... ya sabes, eso.

El rostro de Layla se sonrojó. Pudo ver cómo apretó los puños y empezó a respirar agitadamente, igual que cuando sentía que le faltaba el aire. Megan con unos pergaminos que estaban a su lado comenzó a echarle aire.

—Tranquila, todo está bien, tranquila, Lay —le decía en su odio mientras la abrazaba. Se sentía tan impotente, aún más cuando ella la abrazó. Recordaba la conversación de días antes y sabía que para Layla era muy doloroso que todos creyeran que tuvo sexo con un imbécil, que, aunque era algo normal, no era lo mismo porque insinuaba que fue cuando ya no eran novios. Y aún más al ser un tema delicado para su amiga.

Quería golpear al infeliz malnacido de Roger Malone.

—Eso... no es... cierto —dijo Layla con dificultad a su amiga, teniendo los ojos llorosos. A Megan se le rompió el corazón oírla así y comenzó a acariciar su cabello.

—Yo lo sé, querida, yo lo sé. No sé quién inventó ese chisme, pero estoy casi segura que fue el mismo idiota con el que según tuviste sexo. Créeme cuando te digo que iré a golpearlo en este preciso momento y no me importa si me expulsan, ¡se lo merece! ¡Eso y más!

Y lo peor es que era capaz. Megan lo estaba considerando seriamente, inclusive pensaba que sí la expulsaban podría ir con Fred. Su madrastra ni siquiera estaba al pendiente suyo y si no continuaba el colegio no le importaría nada. Lo único que la ataba a Hogwarts eran Layla y Wayne.

—No, Meg... te pueden e-expulsar, Umbridge...

—Me paso por la vagina lo mucho o poco que esa señora tenga que decir de mí —respondió molesta.

—Hazlo por mí —susurró, comenzando a tranquilizarse, aún abrazada a su amiga—, por favor, no lo hagas.

—Agg, está bien —farfulló. Incluso se escuchaba como rechinaban sus dientes—. Pero le haré una broma que se acordará de mí el resto de sus días. No como cuando te gritó en medio del pasillo... bueno, esa fue intensa, pero podría ser aún mejor.

Después de poder dormir a Layla como si fuera una niña pequeña, Megan se retiró de ahí. Necesitaba hablar con alguien y ya que Fred no estaba fue a molestar a Wayne aunque se quejara de la hora (no era tan tarde, pero él a veces se dormía temprano).

Esa noche se la pasó en la Sala Común con Wayne mientras Megan hablaba de las múltiples ideas que tenía para prácticamente asesinar a Roger Malone. Él insistía en que no era necesario asesinarlo tal cual, aunque por dentro la idea no le desagradaba después de lo que hizo. Aún así, sabía que prometiéndole a Layla no matarlo debía de cumplirlo, por más que le molestara la idea de verlo pavonearse por los pasillos sin más.

Tras eso, a la mañana siguiente (por más sorprendente que fuera) Megan se despertó primero que Layla, por lo que la despertó antes de irse a bañar. Eso no funcionó , ya que al volver a la habitación vio que volvió a dormirse y la volvió a despertar.

—Eres todo un caso perdido, Lay —fue lo primero que dijo al levantarla de la cama y lavarle la cara con el agua de un vaso que tenía al lado—. ¿Tan mal te sientes?

—Como si hubiera hecho un maratón diez veces —se burló de sí misma.

—¿Qué es un...? —comenzó Megan, pero terminó negando con la cabeza—. Te diría que te lanzo un aguamenti y te bañes, pero están las demás dormidas.

—Mejor acompáñame el baño como debe de ser para bañarme —le dijo, intentando levantarse con ayuda de Megan—. Después podemos ir a la Enfermería.

Megan asintió. Así fue como ambas fueron al baño, Layla se bañó (con muchas complicaciones, pero pudo) y bajaron a la Sala Común. Fue un milagro encontrarse con Wayne, que iba con toda la intención del mundo de abrazarla, solo que la rubia lo detuvo.

—Se siente mal, cansada, como si hubiera corrido diez matarones —explicó, sin entender sí dijo la palabra correcta. Por la expresión de Layla vio que no, pero ella tampoco la corrigió.

—Yo tomo el otro lado —dijo entonces Wayne, ayudándola del otro brazo— y vayamos a la Enfermería. Para allá iban, ¿no?

Los tres amigos se fueron caminando por el Castillo. Debido a que era temprano y aún faltaba una hora y media para el partido, podían ir con tiempo. Megan admitía que extrañaría apoyar a Fred en el partido y sobre todo la recompensa que le dolía dar cuando él ganaba; soltó un pequeño suspiro, pensando en que sería muy difícil olvidarlo.

—¡Pero, jovencita Dunnet! ¿Qué sucedió? —fue lo primero que le preguntó Madame Pomfrey al entrar. La llevó con magia a la camilla más cercana a la puerta.

Megan repitió lo mismo que le dijo a Wayne y explicó lo sucedido la noche anterior. Seguramente a la mujer no le interesaba mucho la historia, pero serviría tal vez para entender por qué estaba así.

—Es un milagro que no nos haya sacado —le dijo Megan a su lado en una silla. Wayne se encontraba en la otra y también habló:

—Eso es cierto. Ella es la primera en correr a todos.

—Es que nunca les conté ese secreto, pero soy su alumna favorita —susurró riendo bajo.

En menos de dos minutos había llegado Madame Pomfrey con lo que parecía ser una poción. Se la dio a beber y Layla sin rechistar se lo tomó.

—Han venido varias personas por lo mismo —le explicó cuando le regresó el frasco—. Es por ansiedad, y dado que tú ya has presentado episodios así, no fue difícil encontrar qué tenías.

—¡Eso es excelente, Madame Pomfrey! ¡Muchas gracias! —le agradeció Megan con felicidad, para que intentara olvidar que debía correrlos—. ¿A qué hora puede salir? Debemos ir al partido.

—En media hora estará lista, solo le daré de comer aquí porque no creo que alcance a ir hasta allá y menos comida.

Layla sonrió y asintió. Lo malo fue que Madame Pomfrey no cayó en los encantos de Megan y los corrió, teniendo que irse ambos a regañadientes. Wayne se burlaba de las expresiones de su amiga, muy divertido con la situación.

—Ahora que ya no estás en tus días, ¿cuál será tu justificación para tus cambios de humor?

—Ugg, no me recuerdes —balbuceó, negando con la cabeza—. Aún quiero matar a ese hijo de puta.

—Si Fred te viera decir esas palabras probablemente te diría que eso no lo dice una señorita.

—No. Si Fred me viera decir eso me aconsejaría palabras más ofensivas y me ayudaría a planear una grandiosa broma que Malone no olvidará en su vida.

—Entonces sigues extrañándolo —insinuó entre risas, ganándose un golpe de Megan.

—Que tonto eres.

—¡Vamos, así me quieres!

—Sí, ajá, claro.

Dispuestos a seguir su camino se encontraron con Ron, viéndose muy preocupado y ansioso. Debía ser por el partido o eso pensó Megan, pero cuando él se detuvo en lugar de solo saludarlos rápidamente supo que algo sucedía.

—Ron, Lay está en la enfermería —le avisó, creyendo que eso quería saber. Y aunque sí lo era, no era lo único.

—Sí… Quiero hablar con ustedes —murmuró en voz baja, nervioso. Megan y Wayne compartieron miradas cómplices y el segundo decidió hablar.

—¿Por lo que dicen de Lay?

—¿Eh? —se miró confundido, pero después comprendió y negó con la cabeza varias veces—. ¡No, no! Yo sé que… bueno… ustedes entienden.

—Claro —dijeron ambos a la vez, esperando aún que Ron continuará. Él comenzó a jugar con sus dedos.

—Tengo un plan para el cumpleaños de Layla y ya que siempre están los tres juntos, pues… Pensé que viéndolos ahora podía ser una oportunidad para contarles y que me ayuden.

Megan cambió su expresión y ahora se sintió emocionada, dando un par de saltos y asintiendo.

—¡Por supuesto! ¡Anda, cuéntanos todo!

Por supuesto que Megan participaría en la idea del cumpleaños de Layla, que llegó en un abrir y cerrar de ojos. Tal vez se debía a que el tiempo estaba siendo muy rápido para Megan después de la huida de Fred o tal vez se estaba volviendo loca en su espacio-tiempo. Sí, definitivamente era eso.

El día del cumpleaños de Layla, primero de junio, recibió tanto amor de parte de Megan que temía que se hartara de ella. Le regaló ropa muggle y maquillaje insinuando que podría utilizarlo para ver a Ron, aunque se enojó cuando vio que Wayne le regaló cortesías de Fred y pelearon (como siempre) antes de que Megan sacará a Layla de la Sala Común, indignadisima. Y bueno, no duró mucho su día con Layla (además de estar gritándole a todo el mundo que debían felicitarla porque era su cumpleaños) porque la abandonaron en las mazmorras para que comenzará la sorpresa de Ron. En conclusión: eran novios oficialmente.

Aunque claro, hubo algo rescatable para Megan ese día después de que Layla estuviera toda la tarde con Ron. Con ayuda de Fred y George pudieron ir a Hogsmeade sin ser atrapados, tomando cervezas de mantequilla y recibieron un tour por Sortilegios Weasley después de ir por una chimenea hasta el Callejón Diagon. Ver a Fred hizo que el interior de Megan se retorciera de formas que no sabía que eran posibles, así que aprovechó tan solo quince minutos que dijo que “iría al baño porque se estaba desangrando” para literalmente ir al baño pero con Fred, teniendo las necesidades que tanto le hacían falta a Megan desde meses antes.

Prometieron verse en Hogsmeade el siguiente fin de semana, porque aunque ese fue su plan original no podían llevarlo a cabo porque para Fred sus días más ajetreados en el trabajo eran los sábados, imposibilitando la idea. Harían lo posible para ese próximo sábado, ya que como dijo Fred: «Necesitarás una buena motivación para echarle ganas a los exámenes finales».

Y vaya que tuvo razón.

Para los siguientes días, el clima cambió por completo. Los jardines del castillo relucían bajo la luz del sol como si acabaran de pintarlos; el cielo, sin una nube, se sonreía a sí mismo en la lisa y brillante superficie del lago; y una suave brisa rizaba de vez en cuando las satinadas y verdes extensiones de césped. Los profesores ya no les ponían deberes y las clases estaban íntegramente dedicadas a repasar los temas que ellos creían que con mayor probabilidad aparecerían en los exámenes.

Megan podía jurar que no existía persona más dedicada a estudiar (obligándola de paso) que Layla con ella y Wayne hasta que Ernie había adoptado la molesta costumbre de interrogar a sus compañeros sobre las técnicas de estudio que empleaban. Estaba de más decir que Megan lo ignoraba, y junto con Layla y Wayne se dedicaban a sacarle la vuelta cada vez que lo veían, ya fuera en la Sala Común, los pasillos o antes y después de iniciar las clases.

Entre tanto, un próspero mercado negro de artículos para facilitar la agilidad mental y la concentración y para combatir el sueño había nacido entre los alumnos de quinto y séptimo. Megan por poco casi compraba una botella de elixir cerebral Baruffio que les ofreció un alumno de sexto de Ravenclaw, Eddie Carmichael, quien aseguró que ese remedio era el único responsable de los nueve «Extraordinarios» que había sacado en los TIMOs del curso anterior y les ofrecía medio litro por sólo doce galeones. Sólo que Layla no la dejó porque temía que fuera una farsa y le sucediera algo malo (cosa que agradeció, ya que a veces era impulsiva y probablemente se arrepentiría después si la tomaba).

La profesora McGonagall se dedicó en explicarles en clase a su casa y a los leones acerca de cómo se estarían llegando a cabo los exámenes: exámenes teóricos por la mañana y los prácticos por la tarde (excepto por Astronomía que sería en la noche). Así como que estaban prohibidos los métodos para copiarse y que si los encontraban serían severamente castigados por Umbridge. Los resultados estarían para el mes de julio, según respondió la profesora a la pregunta de Hermione.

Su primer examen, Teoría de Encantamientos, estaba programado para el lunes por la mañana, y la lista no parecía terminar cuando Megan vio el calendario. El domingo por la noche…. Fue horrible. Todo el mundo intentaba repasar un poco más en el último momento, aunque no parecía que nadie avanzará mucho. Aunque Megan intentó dormir temprano permaneció despierta durante lo que a ella le parecieron horas, sobre todo porque Hannah no dejaba de repetir datos en voz alta para luego sollozar y decir que no sabía nada, que no la dejaban dormir. Sabía que no era la única que no podía conciliar el sueño, pero ninguna de sus compañeras de dormitorio comentaba nada excepto Hannah, y al final, una a una, se fueron quedando dormidas.

Al día siguiente tampoco ningún alumno de quinto curso habló demasiado durante el desayuno. Hannah practicaba conjuros por lo bajo mientras el salero que tenía delante daba sacudidas; Ernie releía Últimos avances en encantamientos a tal velocidad que sus ojos se veían borrosos; y Wayne no paraba de dejar caer su tenedor y su cuchillo y de volcar el tarro de mermelada de naranja. Megan quería llorar, pero todo el tiempo estuvo haciéndose daño con las uñas en la palma de las manos para intentar olvidarlo.

Cuando terminó el desayuno, los alumnos de quinto y de séptimo se congregaron en el vestíbulo mientras los demás estudiantes subían a sus aulas; entonces, a las nueve y media, los llamaron clase por clase para que entraran de nuevo en el Gran Comedor. Habían retirado las cuatro mesas de las casas y en su lugar habían puesto muchas mesas individuales, encaradas hacia la de los profesores, desde donde los miraba la profesora McGonagall, que permanecía de pie. Cuando todos se hubieron sentado y se hubieron callado, la profesora dijo:

—Ya pueden empezar —y dio la vuelta a un enorme reloj de arena que había sobre la mesa que tenía a su lado, en la que también había plumas, tinteros y rollos de pergamino de repuesto.

El examen no fue tan bueno como creyó. Megan repetía que sentía que lo reprobaría y Wayne se dedicaba a morderse las uñas con nerviosismo mientras esperaban a que pasaran las horas para el examen práctico, mientras que Layla solo los veía y aseguraba que les iría bien.

Los alumnos de quinto comieron con el resto de los estudiantes (las cuatro mesas de las casas habían vuelto a aparecer a la hora de la comida) y luego entraron en masa en la pequeña cámara que había junto al Gran Comedor, donde tenían que esperar a que los avisaran para hacer el examen práctico. Los llamaban en reducidos grupos y por orden alfabético; los que se quedaban atrás murmuraban conjuros y practicaban movimientos de varita, metiéndosela de vez en cuando los unos a los otros en un ojo o dándose con ella golpes en la espalda sin querer.

Varios minutos después llamaron a Megan junto con Anthony Goldstein, Gregory Goyle y Hermione Granger. Al entrar al Gran Comedor sintió que hizo demasiado ruido, pero descubrió que todos se encontraban concentrados en el examen; se dirigió hacia el profesor Tofty, según le indicó el profesor Flitwick. Luego ella salió con la impresión de haberlo hecho bien, así que trataría de confiar.

Aquella noche no tuvieron tiempo para relajarse; después de cenar, bajaron directamente a la sala común y se pusieron a repasar para el examen de Transformaciones que tenían al día siguiente. Megan sabía que los iba a aprobar, aunque su mente fuera traicionera y le dijera que no y es que había estudiado mucho para eso y no era opción reprobar. O eso se dijo a sí misma para convencerse.

Continuaron los exámenes del miércoles (Herbología) y jueves (Defensa Contra las Artes Oscuras). Y gracias a que el viernes no tenía ningún examen, pudo relajarse con Megan y Wayne.

Aunque no se relajaron por mucho tiempo porque el lunes era el examen de pociones, y aunque el examen escrito no fue tan fácil, el práctico sí. Después el martes martes fue el de Cuidado de Criaturas Mágicas, muy sencillo al igual que el de Astronomía que fue el miércoles por la mañana, pero el práctico sería en la noche. Ojalá Megan pudiera decir que fue igual de sencillo que el escrito, pero ruidos extraños de la cabaña de Hagrid no le permitieron concentrarse tanto como hubiera querido.

Intentaría olvidar esa noche con todas sus fuerzas porque fue traumatizante. Hagrid fue atacado por seis personas con hechizos aturdidores, y cuando vio que McGonagall parecía dispuesta a ayudarlo fue que la aturdieron, desmayándose. Como era evidente Hagrid intentó dar golpes a los agresores y aunque dejó inconscientes a algunos, y tras colgar el cuerpo inerte de Fang sobre sus hombros desapareció dentro del Bosque Prohibido.

Llegando a la Sala Común todos hablaron de eso, enojados. Megan hubiera querido poder ir a ayudar o hacer algo contra Umbridge, quien fue la principal atacante de Hagrid, pero los tenía en la mira y sería contraproducente. Y aunque esa noche intentó irse a dormir la escena de Fang, Hagrid y la profesora McGonagall siendo atacados llegaba a su mente, y por más que intentó pensar en otras cosas para evitarlo fue en vano. Durmió hasta muy tarde…

En fin, ya el día siguiente sería distinto.

HOLA! compensando el capítulo pasado que fue muuuy corto les traigo este un poco más largo que de costumbre! el siguiente ya es el último aaaaaa, espero que les haya gustado, no olviden votar muak muak

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