BARDERA 𝒇𝒕. danilo sánchez

De mmarauder

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━━━━ ❪ 𝗯𝗮𝗿𝗱𝗲𝗿𝗮 𝒇𝒕. 𝘥𝘢𝘯𝘪𝘭𝘰 𝘴á𝘯𝘤𝘩𝘦𝘻 ..! en donde 𝘮𝘪𝘤𝘢𝘦𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘯𝘰 vuelve a s... Mais

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𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧

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De mmarauder

dinner with her dad

danilo sánchez

COMO LO PROMETIDO ES DEUDA, Danilo la esperaba abajo de las largas escaleras pertenecientes al edificio. Ambos vivían en el nudo uno, por lo que salían del mismo lugar e iban también hacia el mismo.

Micaela no se había sorprendido demasiado al verlo, pues sabía que el chico no desperdiciaría una oportunidad de estar en contacto con ella.

―Danii ―manifestó su timidez con una sonrisita nerviosa.

―Hola Mica ―la saludo, mas no percibió su habitual felicidad ni a su bicicleta― un gil de mierda me robo la bici, perdona ―apretó sus puños.

La chica alzó las cejas.

―Ah, eh... no pasa nada ―elevó sus pulgares, intentando proporcionarle tranquilidad― vamos a pie.

―¿Igualmente quere' ir conmigo? ―dijo sorprendido, sin embargo no se quejó y camino a la par de la opuesta― con gusto e'.

El silencio poco a poco se tornaba incomodo, invasivo.

―Yo nunca tuve novia, solo a vo' ―pausó― te estaba esperando ―bromeo.

La chica lo codeo, divertida.

―Entonces no sabes que hacen los novios, ¿o no? ―pregunto, mirándolo fijamente.

―Se chapan, cojen y tienen hijito' ―le contesto con normalidad.

« Me gusta con esa cara de boludo, de malote. Con los ojos rojos de tanta falopa o de poca higiene, corte mugroso »

―Además de eso Danilo, pensa un toque ―lo alentó, con lo último de su paciencia.

―No sé como no te boludean en la escuela por verte tan como una chetita ―rió burlesco― igual te re quiero nenita. Te re quiero come' la boca.

―A vos te boludean por pollera, cállate pibe ―se defendió, luego suspiró y le agarro la mano, mientras los dos caminaban hacia el colegio.

El chico quedó duro, sin embargo seguía caminando porque no le quedaba de otra.

¿Cómo era posible que se emociones tanto por agarrarle la mano a la mina que se comio entera?

Quizá porque le resultaba algo más
intimo. ¿Verdad?

―¿No te jode que no' vean junto'? ―tomo la iniciativa de hablar, y señaló con los ojos su agarre.

―¿Por qué me molestaría?, somos novios ―sin darse cuenta apretó sus manos unidas, provocando una presión algo incomoda.

―Ya sabía yo que te encantaba loca, te pones re nerviosucha al lao' mío ―rió en voz baja, pero nunca se solto de la muchacha.

Antes de que Micaela pueda responderle con una queja violenta un chiflido provocó que ambos volteen hacia atrás.

―Eeeh y esas tetitas qué onda rubiecita, ¿me las prestas un ratito e' uruguayo?, después te las devuelvo ―se mordió el labio.

A Micaela solo su wacho le decía rubiecita.

―Trolo de mierda ―finalmente se solto de la opuesta. Los dos se lamentaron de soltarse, de dejar de sentir la calidez de la extremidad de cada uno― ¿quere' problemas e' putito?

―Bajaaale chabon, total con ella es con la que quiero, no con vos ―se acercó peligroso hacia la chica.

―Pajin del orto te lo digo bien, raja de acá o te noqueo enteo' ―lo empujo con agresividad, contando con una mueca de un ceño fruncido y unos dientes rechinando de lo fuerte que se presionaban.

―Rescatate flaco, das asco ―se defendió, por poco temblando del miedo.

―Chetita maleducada tenes alto orto ―se arrimó aún más a ella e intento apretarlo.

Todos iguales. Y peor Hernán, ese enfermo con retraso y cara pateadisima.

« El único que puede hablar de mi culo es Danilo pedazo de choclofobico, seudosimio y pobre del orto »

―¡Salí forro! ―lo trompeo.

Sin embargo no con la suficiente fuerza, por lo que el chico se tiró sobre ella y golpeo su cara. Segundos después junto sus bocas y con enojo mordió su labio.

―¡GIL DE MIERDA RAJA DE ACÁ! ―el castaño lo derribo y empezó a golpearlo en el piso.

Hernán tosió sangre e intento separarse. La femenina, en pleno ataque de pánico, no sabía cómo responder ni qué hacer.

¿Debía separarlo?

―Dani pará ―camino para atrás, temblando― ¡pará Danilo!

Se tiró sobre el nombrado y lo dispero por el suelo, alejandolo del otro.

―Vivi' en Apache y lloras por una piña ―le dijo con bronca, levantándose del piso y caminando a paso apresurado.

Quería alejarse.

―Le llega' a tocar una sola ve' ma' y lo más suave que te hago es matarte puto ―lo escupió, acto seguido lo pateo.

Se alejó del resto.

« ¿Qué mierda le pasa? ¿Tan insensible está, qué piensa que va a pasar ahora? »

―Se nota que te importa mucho ese garca e' piba, andate con él si tanto quere' ―escupió al pasto, lanzando un garso― te preocupa ma' por ese que por tu wacho

Que se autodomine su wacho sonaba excelente. Especialmente por salir de él.

Una vez lejos la chica tomo su brazo y lo forzó a dar una vuelta sobre sus talones.

―No Danilo, al que trataba de cuidar es a vos ―suspiró y cerró sus ojos― ¿Qué pensas que va a hacer ese enfermito ahora, eh?, te va a querer matar. Por mí, por mi culpa.

El susodicho volvió a apretar sus puños y se aproximo a la muchacha. No obstante solo se quedó cerca de ella, la tomo por los cachetes y acercó a su cara.

Se quedó admirandola y respiro pesadamente.

―Con que te deje de jode' que me reviente Micaela, entende' que sos mi prioridad ―sin decir nada más y repentinamente la abrazó con todas sus fuerzas.

La rubia correspondió, y acurrucó su cabeza en el hueco que prevalecía en el hombro del contrario. Era sorprendente como sus cuerpos se adaptaban con una total exactitud, como si se hubiesen creado para y exclusivamente para el otro.

El chico acaricio la espalda de la chica y analizó como se veía desde esa perspectiva. Hermosa, como siempre.

―To' bien nena, pero tengo hambre.

« Que denso está con este tema. Igual lo entiendo, en este momento me comería alta chocotorta »

―¿Queres venir a cenar a mi casa? ―ofreció.

Por más educado que quería parecer no se podría negar ni de broma a esa oferta.

―¡SÍ, GRACIA'! ―asintió muchas veces.

Llegaron al hogar de la chica y Pablo, quien no lo echo por el simple hecho de que quería hablar con el pibe hace ya tiempo pero no se había vuelto a dar la posibilidad le permitió pasar.

Todos comieron en silencio, con miradas furtivas y que hablaban más que mil palabras.

―Rica la comida, ¿o a vos no te gustan las legumbres?

―Sí me gustan. Su hija igual ―sonrió socarronamente― ella también esta re ri-

La femenina lo golpeo.

―Pero por favor cállate ―le susurró nerviosa.

―Me alegro que te haya gustado. Por ahí me dicen que soy muy buen cocinero ―se piropeo a si mismo.

―No mienten don ―contestó en doble sentido, pero este no pareció entender.

―Voy al baño ―lo miró amenazante a su papá y luego a su novio― portense bien, ya vengo.

Se paró y haciendo todo a las corridas meo y se lavo las manos.

En el proceso en que hacia esto su padre conversaba amistosamente  con su yerno.

―Yo no soy ningún boludo ―tomo aire― sé cómo piensan los pibitos como vos.

―¿Cómo pienso seño'? ―lo desafío con la mirada.

―Con la pija. Tenes huevos para responderme así, eso me gusta.

―Vio uste' seño', estos huevos le sirven a su hija pa' tener bebecitos ―se tacteo el estómago― opa, me sono. Ahí no están.

―¿Vos qué te pensas manga de atrevi-

La ojiazul entró nuevamente a la sala. Automáticamente todos se callaron y el mayor se aguanto de saltar sobre el de tez blanquecina y gritarle toda clase de cosas bastante ofensivas.

―Micaela sentate ―la nombrada hizo caso, apoyándose justo al lado del menor.

Este apoyo disimuladamente su mano sobre el muslo de la opuesta, apretandolo levemente.

No era momento, pero las hormonas hacían su trabajo en el caso de los adolescentes.

―¿Vos te lo chapaste más de las veces que te vi? ―la interrogó con sus ojos clavados en ambos.

Los veía con violencia, cualquiera diría que si las miradas mataran ellos estarían enterrados muchos metros bajo la tierra.

―Me da un poquito de asquito chaparlo asi que no lo hago mucho, solo cuando vos me viste ―mintió descaradamente.

―¿Es verdad lo que dice mi nena, eh pendejito? ―pregunto con una mueca macabra, haciéndose el bueno.

―Naah, na' que ver. Me hizo tremenda limpieza bucal con la lengua, que no me habrá chapado esta mina ―freno para reír escandalosamente― hasta la poronga loco.

Mentir no mentía del todo. Solo con lo último que había dicho, pues la ojiazul era muy fresa como para animarse a hacérselo hasta ese momento.

―¡PENDEJO DE MIERDA! ―lo agarró de la remera y comenzó a zarandearlo.

―¡AY DADDYYYY SOLTAAALO, SOLTALOO! ―agarró su brazo y forcejeo para mantenerlos alejados.

Los vecinos seguramente imaginaban una situación tal y como una infidelidad o una relación poliamorosa. O claro, algo por el estilo, dado a los gritos con mucho potencial malpensable y masoquista.

―¡¿QUÉ DIJISTE EH NENITO?! ―lo empujo contra el sillón.

―Ay seño' veo borroso ―se tapó la cara, asustado.

Micaela lo tomo del torso y con toda sus fuerzas lo levanto. Por consiguiente lo llevó hasta la puerta, con su padre siguiéndolos.

―¡MICAELA MARINO RELAJA EL UTERO PORQUE TE LO ARRANCO DE UNA!

―Pa era una jodita, un experimento social ―al ver como no daba el brazo a torcer y tenía toda la intención de no permitirle salir nunca más en su vida hasta los veinticuatro se encerró en la habitación.

―¡Mañana vos y yo vamos a volver a hablar, ese chabon es mala influencia! ―al no obtener respuesta siguió― ¡Dale, mejor quédate en tu habitación sabe'!

Y eso hizo, pero por decisión propia y con el propósito de que su padre no intente atentar contra ella.

Se tiró sobre su cama y está rechino por mil.

Pataleo contra esta y pensó en todo lo ocurrido la última hora. Danilo nunca sabía dónde parar, no sabía dónde parar.

―¿Qué haces acá nene? ―murmuró, con miedo de que su padre los encuentre juntos luego de

―Rubia tocate el pelo ―le pidió.

La nombrada lo hizo sin rechistar.

―Así de dura e' mi vida sin vo' ―le proporciono un suave beso.

En vez de insultarlo rió de lo creativo que sono ello.

―Vení, sentante ―palmeo su cama.

Sin rechistar le hizo caso, mirandola fijamente.

―Alta pieza tene', que envidia ―recuerdos fugaces de sus frías noches sobre su podrido y pelado colchón.

―Te pido perdón por mi papá ―evito mantener contacto visual― desde que perdió a mi vieja me re cuida. Y mirá que él ya era sobreprotector eh.

―Claro, so' la única muje' en su vida ―susurró, comprendiendo todo.

Ninguno pronunció palabra.

―Están entrando una banda de mosquitos, ¿hay algo abierto? ―cambio de tema.

―Sí, tu' piernas esta noche, hermosa.

―Stop que me dilatas la zanja ―se tapó la cara, avergonzada hasta de su comentario zarpado― sos un re boludo pibe, qué le decis a mi papá ―se quejó de repente.

―Perdón, no tengo filtro ―se justificó.

―Complicas todo nene.

―Eee', tampoco tanto. ¿Qué complico, a ve'?

―A mí. Y a nuestra relación, mi papá te llega a ver una vez más y te deja sin pelo.

Nuestra relación. Se escuchaba tan bien.

―Pelado pero con alta pituca al lao' mío ―abrazo sus caderas y la recostó sobre la cama― dejame' darte unos besitos y me voy...

Obvio, solo unos besitos.

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