↳ 🪈₊˚. ··· My Favorite Teach...

By _Vvvirus_

6K 463 461

Ouma Kokichi es un estudiante nuevo que toma un interés muy peculiar en el profesor de Música, el Sr. Saihara... More

↳ ੈ‧₊ ANTES DE LEER
↳ ੈ‧₊ ACTO 1
↳ ੈ‧₊ ACTO 2
↳ ੈ‧₊ ACTO 3
↳ ੈ‧₊ ACTO 4
↳ ੈ‧₊ ACTO 6
↳ ੈ‧₊ ACTO 7
↳ ੈ‧₊ ACTO 8
↳ ੈ‧₊ ACTO 9

↳ ੈ‧₊ ACTO 5

638 41 21
By _Vvvirus_

Estando dentro de la casa ajena, el joven Ouma aprendió una vez más sobre el embriagante sabor de los labios del Sr. Saihara.

Pues, saliendo de la escuela después de su pequeña plática, el mayor lo llevó a su hogar y tomaron asiento dentro de la sala de estar. Le ofreció a su opuesto un vaso con agua y un analgésico para el dolor de caderas que le había provocado durante su sesión en el cuarto de música, ya que Ouma se quejó de la sensación de su cuerpo dentro del automóvil una vez el placer inicial se esfumó.

Shuichi no lo tomó a mal, riendo a carcajadas cortas de lo adorable que se veía su estudiante quejándose de cosas así. Suponía entonces que podía ser un poco cortés con él antes de seguir con su diversión, por lo que conversaron sobre temas triviales sobre el sofá por algunos minutos a pesar de la incontrolable erección dentro de sus pantalones.

Sin embargo, la conversación naturalmente tomó un camino más interesante de lo que alguna vez esperó, lo que los llevó a abandonar la sala de estar y recorrer su charla amistosa a su habitación, donde todo comenzó una vez más.

Fue cuestión de esperar unos minutos antes de que Saihara comenzara a atacar con besos al cuello del pobre chico que tenía por adelante, desnudándolo para tener un mejor acceso. Lo sostenía desesperadamente por los brazos, recorriendo sin censura el resto de su cuerpo.

Kokichi no se quejaba de la situación. Al contrario, su cuerpo respondía satisfactoriamente al tacto tan deseoso de Shuichi, calentándose de poco a poco, sus extremidades estremeciéndose ante la atención positiva que estaba recibiendo.

Las sensaciones dentro de él eran como fuego, quemando rápidamente todo lo que tocaban hasta que la expansión de este era demasiada como para apagarlo. Consumía absolutamente todo, el resto de sus emociones quemándose hasta quedar nada más que ceniza dentro de él.

Era emocionante dejar que esto pasara a pesar de los nervios de ser descubiertos, del miedo a apegarse demasiado al docente de música.

Pues, si había algo que le horrorizaba incluso más que eso, era pensar en parar lo que estaban haciendo. No era ningún pecado sentirse así de bien, ¿Cierto?

Suspiro tras suspiro, paso tras paso, sin separarse de su íntimo contacto, Shuichi llevó ambos de sus cuerpos a través de la habitación y hasta la cama tendida al centro de la recámara.

Cautelosamente dirigió sus manos a la mesita de noche al costado de su cama, cuidando no romper la línea de besos que recorría los hombros y cuello del joven Ouma, y tomó de uno de los cajones una soga roja de algodón.

El pelimorado no cuestionó las decisiones ajenas, dejándose llevar por el calor del momento y las irresistibles mariposas que revoloteaban por su estómago.

Podía sentir como es que la cuerda rodeaba sus muñecas, su antebrazo y su torso... cómo es que Saihara ataba el resto de su brazo tras su espalda con ojos lujuriosos mientras que con sus manos recorría cada centímetro de piel expuesta.

El muchachito petite sentía una gran curiosidad por lo que sucedía, puesto que nunca se había encontrado en una situación semejante anteriormente.

Sus extremidades hormigueaban de manera incómoda debido a la incorrecta circulación de su sangre debido a la soga, alimentando así el incesante deseo de conocer incluso más. Shuichi tenía que enseñarle más, puesto que la sensación era tan dolorosa que era agradable.

―¿Sr. Saihara?

―Tranquilo... que buen chico eres ―susurró entre jadeos el profesor, besando los hombros del alumno para calmar sus nervios mientras trabajaba en atarlo―. Solo confía en mí, te enseñaré todo ―añadió con una sonrisa ladina, una mueca lujuriosa que Ouma solo podía amar.

―No pare ―suspiró en lo bajo el menor, sintiendo aquel ajeno par de manos recorrer todo su cuerpo, restringiendo con la cuerda sus movimiento de forma que solo podía causarle curiosidad―. Enséñeme todo lo que sepa... quiero aprender.

Quería conocer cada uno de los aspectos de esta nueva atracción mutua, aprender sobre el placer encontrado dentro de lo doloroso y lo incómodo. Pues, a pesar de que su corazón latía fuerte y sus extremidades hormigueaban, no podía parar.

Tenía que aprender.

Así que eso fue lo que hizo el gran resto de la tarde.

Saihara fue paciente al enseñarle todo tipo de técnicas sádicas, dando pequeñas demostraciones para no aturdir al pequeño muchacho que tenía por delante... al menos no por ahora. Ya luego tendrían tiempo para explorar aquellos temas pendientes.

Le enseñó lo más básico, haciéndole comprender como es que podía encontrar un deleite dentro del dolor incluso cuando su mentecita le dijera lo contrario.

Y usando el arte del shibari, le demostró como es que debía ser la mascota perfecta para su amo en todo momento, amarrado cual animal obediente que no tenía criterio ni albedrío libre.

Lo golpeó, lo bofeteó y lo fustigó de la manera más ligera que podía por el momento, todo mientras el petite se encontraba bajo el retén de la cuerda roja de algodón que sostenía sus extremidades limitadas y después de la molestia sensorial que le hizo sentir, le dio una probada de el placer que podría brindarle.

Ya había sido una vez que habían tenido sexo, pero esta vez se controló mucho menos, fuertes vaivenes de cadenas azotando contra el posterior del muchachito, la fuerte delicia coital demasiada para su frágil figura.

Solo que, en esta ocasión, no tuvo oportunidad de patalear ni resistirse, pues se encontraba firmemente atado bajo el poder de su superior. Continuaron así por bastantes horas hasta que el chico de los cabellos violetas se desmayó de la falta de aire.

♩ ♩ ♩

Sus brazos y piernas estaban adoloridos después de semejante sesión, pero el joven pelimorado no podía evitar sentirse bien después de todo eso. Se sentía como un buen chico, obedeciendo al pie de la letra las condiciones que le imponía su profesor, su amo.

―Eso fue divertido, ¿no? ―soltó Shuichi una suave risita, acurrucándose en cama contra el joven Ouma, quien solo pudo asentir con la cabeza al no poder contener su emoción.

Después de todo, soñó por meses con este escenario. Estar recostado en cama del Sr. Saihara, abrazándose el uno al otro y compartiendo la calidez de su cuerpo. Le ponía contento saber que el resto de la noche pudiese ser así, en paz y tranquilidad.

―Aprendes tan rápido, Ouma-kun ―comentó el mentor, tocando con delicadeza la suave mejilla sonrosada del petite al verlo tan radiante―. Eres un increíble alumno.

Su tacto era suave y lleno de confianza, dándole a Kokichi la sensación de nunca querer parar. Todo lo sucedido le generaba felicidad, intensificando el sonrojo de su rostro.

―Sí, lo soy~ ―tarareó el muchacho entre risitas, acercándose discretamente a los labios ajenos―. Ya sé que voy a aprender mucho más con usted, Sr. Saihara ―siguió acercándose lentamente hasta el punto en el que podía sentir la respiración de su profesor directamente sobre su mentón.

Sus miradas se cruzan momentáneamente y solo le tomó al jovencito de cabellos violetas un poco de valentía y coraje para besarlo.

Finalmente tomando la iniciativa, la respiración de Kokichi se altera, como si fuese a explotar de emoción. La manera en la que el maestro lo tocaba era tan suave y delicada, su corazón no podía parar de latir con fuerza dentro de su pecho.

―¿Hmm? ¿Quieres volver a hacerlo, conejito? ―Preguntó el mayor con una sonrisita, apodando al estudiante de una manera dulce. Su entusiasmo era simplemente contagioso.

―Sí... por favor ―respondió Ouma, su cuerpo derritiéndose cual cera bajo las lindas palabras que estaba recibiendo. Tener un sobrenombre que denotaba cariño, tal como el que le había puesto el profesor justo ahora, hacía de este momento uno más especial.

Lo acercó más a él, dejando que el hombre de los ojos dorados posara sus manos sobre su mentón. Las sensaciones eran tan intensas que podía jurar que era capaz de escuchar el latido de su corazón al nivel de sus oídos.

―Mi conejito está muy emocionado~ ―Entona coquetamente el educador, sosteniendo con ambas de sus manos las frágiles muñecas del chico frente a él. No dudó en cambiar de posición, aplastando al petite bajo su cuerpo corporal mientras que lo anclaba a la cama de manera que el menor casi no podía respirar―. No puedo decepcionarte ahora ―añadió, su tacto rudo y afectivo a la vez.

Sus cuerpos chocaban exquisitamente, enredados una vez más en un beso. Era como un vicio del que no podía escapar, pero que tampoco tenían la intención de hacerlo.

De poco a poco, los labios del docente de música fueron descendiendo a través del cuerpo ajeno, pasando de sus labios a su mentón, luego recorriendo su cuello... Kokichi podía sentir como se le iba a la respiración ante lo emocionado que estaba, derritiéndose ante el contacto de su todo.

Después besó su pecho, su abdomen y pronto se encontró en su abdomen bajo, peligrosamente cerca del área de su entrepierna. Era placentero, pero la sensación de bochorno y vergüenza era tan debilitante que no podía evitar el mecer de su cuerpo en anticipación.

―O-Oh dios... santos cielos... ¡Sr. Saihara! ―trató el pelimorado de detener a su opuesto, pero toda súplica fue en vano el momento en el que se percató de lo vulnerable que se sentía―. ¡No! No puedo... no puedo hacerlo.

Sus palabras salen abrumadas, pero su tierno hilo de voz no era suficiente para detener la imparable fuerza que era Saihara Shuichi. Aquellos labios eran hábiles, arrebatándole el aliento al estudiante que sentía que explotaría en cualquier momento.

Pronto comenzó a lamer su miembro, besando y succionando la sensible piel con la presión necesaria para hacer al petite ver las estrellas.

―No, no siga, por favor... ―ruega el joven Ouma, temblando como una hoja en el otoño. Se sentía tan... tan bien, pero estar tan vulnerable generaba en su estómago una incómoda sensación de no poder más―. ¡No quiero hacerlo!

Tan expuesto y tan cálido... ¿Cómo es que esto podía sentirse de esta manera?

Incluso cuando estaba tan aterrado de que Saihara le practicara sexo oral mientras masajeaba el resto de su tembloroso cuerpo, no podía evitar sentir que la presencia de su profesor era totalmente inigualable.

Todos eso sentimientos, independientemente de su índole, se anidaban dentro de su pecho y quemaban con fuerza directo en su corazón. Esas cosas que su mayor le hacía con su lengua, con las yemas de sus dedos... no podía describir con simples palabras mortales lo que le hacían sentir. Era demasiado para él, como algo que nunca jamás en su corta vida podía comparársele.

Sin embargo, no podía detenerse, pues había perdido todo control de su mente. Su cabecita, su lengua, su boca... tenían algo que decir al respecto.

―Lo amo...

Continue Reading

You'll Also Like

202K 24.6K 48
Por un caso que esta investigando la aurora Hermione Granger llega a la mansión Malfoy en busca de su ex compañero, llevándose la sorpresa de que el...
3.4K 164 12
esta historia s esotua en una secundaria después de una relación entre sonic y amy Silver tiene un inconveniente y se va
7.8M 467K 96
Esta es la historia de Katsuki Bakugou y _____. Dos adolecentes con una misma meta, ser héroes profesionales, pero también un mismo sentimiento. ¿Qué...
19K 2.4K 19
vi como te fuiste apagando cada día ,como cambiabas de humor conmigo jamas pensé que fuera por eso pero si te pierdo me dolerá pero ya es tarde ,te...