↳ 🪈₊˚. ··· My Favorite Teach...

By _Vvvirus_

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Ouma Kokichi es un estudiante nuevo que toma un interés muy peculiar en el profesor de Música, el Sr. Saihara... More

↳ ੈ‧₊ ANTES DE LEER
↳ ੈ‧₊ ACTO 1
↳ ੈ‧₊ ACTO 2
↳ ੈ‧₊ ACTO 4
↳ ੈ‧₊ ACTO 5
↳ ੈ‧₊ ACTO 6
↳ ੈ‧₊ ACTO 7
↳ ੈ‧₊ ACTO 8
↳ ੈ‧₊ ACTO 9

↳ ੈ‧₊ ACTO 3

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By _Vvvirus_

Tras un largo día de clases dentro del temido periodo de exámenes, Ouma simplemente no podía esperar a llegar al salón del club de música para poder volver a interactuar con su profesor favorito. Era su gran anhelo después de una larga y exhaustiva jornada escolar, ver al Sr. Saihara y verlo tocar cualquier instrumento que tuviera por delante.

Sin embargo, lo único que observó al llegar al pasillo en el que se encontraba su aula fue un grupo de alumnos como él, cargando instrumentos en sus espaldas y conversando en confusión.

Ouma fue rápido en preguntarse a sí mismo la razón de la conmoción, pero sin querer preguntarle a otra persona, solamente se dedicó a escuchar cautelosamente lo que los demás jóvenes decían al respecto.

―¿Dónde está el profesor? ―preguntó un chico.

―Parece que no ha llegado... ¿Lo esperamos acá?

―Está cerrado... ¿Hmm? Podríamos esperarlo unos minutos... ―sugirió otra estudiante.

Y con eso, Kokichi se dio una vaga idea de lo que sucedía. El Sr. Saihara simplemente no había llegado todavía... quizá era demasiado temprano aún.

Hizo su mejor esfuerzo en no preocuparse por ello, pero conforme pasaban los minutos, ideas y escenarios de trágica naturaleza comenzaban a formarse en su mente. ¿Qué tal si le pasó algo malo a Saihara? Eso debía ser, como para que el salón estuviese cerrado...

Tragando saliva, se dedicó a distraerse en otra cosa.

Miró hacia la lejanía y luego a la puerta del salón. Había bastantes personas justo como él, esperando a que el responsable del club regresara. Sin embargo, ninguno parecía prestarle atención a su presencia.

A excepción de un chico que seguía mirándolo atentamente hasta el punto en el que lo ponía incómodo, Kokichi parecía ser el único alumno ahí que no tenía un grupo de amigos con el cual conversar o pasar el rato. Se sentía solo e insignificante en comparación a toda esta gente, puesto que sabía que no tenían nada en común.

Ya que el muchacho de los cabellos violeta no era exactamente afín a la música, él era afín al profesor del club. Shuichi era la única razón por la que él venía todos los días acá y sin él, simplemente no era lo mismo.

Había transcurrido media hora desde que llegó y no había indicio de la llegada del profesor.

―¿Qué hago aquí...? Este club no es lo mismo sin el Sr. Saihara ―susurró para sí mismo, visiblemente cabizbajo. Su cuerpo entero temblaba de lo exhausto que se encontraba, el estuche de la flauta siendo demasiado para sostener por todo este tiempo―. Quiero irme a casa.

Soltó un suspiro y, con la mente un poco más despejada, levantó la cabeza suavemente a pesar de la frustración que había dentro de su corazón. Su maestro no estaría feliz si lo viera siendo tan negativo.

Con cautela se sentó en el piso del pasillo contra una pared y abrazó la caja de su flauta travesera. Esperar al profesor de esta manera era mucho más cómodo que antes. Y si se concentraba en su respiración, podía fingir que todo estaría bien a pesar de la presión en su pecho, una sensación incómoda que presentía tragedia y desastre.

Así que esperó.

Y esperó.

Y esperó.

Hasta que eventualmente sus pálidos párpados se sintieron demasiado pesados como para seguir manteniendo los ojos abiertos y cayó en un ligero sueño. Ciertamente no era la manera más cómoda de disfrutar una siesta, pero su frágil cuerpo no podía con más.

...

De repente, un pequeño toque sobre su hombro.

Era delicado, cuidadoso, metódico. Pero eso fue suficiente para hacer que el cuerpo del muchacho petite se despertara por completo.

No tuvo noción del momento en el que cayó dormido, por lo que encontrarse a sí mismo dormitando a dentro del salón del club en vez del pasillo fue una gran sorpresa. Sin embargo, quizá la más grande sorpresa que se llevó fue lo que vio delante de él el momento en el que sus ojos se abrieron.

Reconfortantes ojos dorados, sedoso cabello azul... De solo ver estas facciones se le hacían nudos en el estómago. Es suficiente para que el corazón se le salga del pecho.

―¿Ouma-kun? ¿Estás bien? ―Preguntó preocupado el Sr. Saihara, agachándose lo suficiente para que sus ojos estuvieran al mismo nivel que los del pelimorado.

―M-muchas gracias, Sr. Saihara... Estoy bien ―Soltó tímido, su rostro ardiendo al sentirlo tan cercano. Nunca creyó que su maestro podría preocuparse por él de esta manera, pero ahora que lo sentía... era algo embarazoso.

Embarazoso, pero lindo... Ouma se preguntaba que se sentiría tener sus manos sobre él de esta tierna manera todo el tiempo. Su tacto era calientito, cómodo y acogedor.

Y a pesar de que le encantaba la atención, no podía evitar abochornarse cuando no solo sentía los ojos del docente encima suyo, sino que también las decenas de miradas de los demás estudiantes del club.

Miraban la escena entre maestro y alumno atentamente, sin que Kokichi supiera bien la razón. Era incómodo, vergonzoso... pero la mejor opción, bajo su propio criterio, sería simplemente dar un respiro profundo y fingir que todo estaba bien.

―Te llevaré a la enfermería si te sientes mal ―sugirió Saihara, su mano sobre la frente blanquecina del petite. Con lo sonrojado que estaba, sería fácil confundir sus síntomas con una fiebre y ese pensamiento solo le causaba aún más bochorno al estudiante.

―No es necesario... E-enserio estoy bien ―Comenta instantemente el joven Kokichi a pesar de su nervioso tartamudeo. Solo debía tomar aire y actuar como que todo estaba bien...

Entonces el profesor se levantó y regresó a terminar la clase como si nada hubiera pasado.

Las cálidas manos del más alto ya no estaban sobre él y eso, en cierta parte, le hacía sentir una leve ola de tristeza dentro suyo. Una sensación que no podía irse, puesto que la atención innecesaria de sus colegas seguía encima suyo incluso después de lo que había sucedido.

Incluso cuando se dio el anuncio de que la clase había concluido había múltiples miradas dirigidas a su dirección. Era increíblemente embarazoso, lo suficiente como para hacerle querer que se lo tragase la tierra y desaparecer para siempre.

¡Pero que vergonzoso! Jamás podría volver a ver a sus compañeros de club a los ojos después de ese evento...

Así que no se esperó a que todos salieran del salón y fue el primero en salir. Las cosas que tenía en la mochila y el estuche de su instrumento lo volvían un poco torpe, pero mientras más rápido se encontrara dentro de su casa, mejor.

―¡Lo tenía tan cerca! ―añadió para sí mismo una vez estuvo lejos de la escuela, temblando de una mezcla de emoción y nervios―. Casi podía olerlo... El Sr. Saihara huele muy bien...

Su rostro se sonrojaba con cada segundo que pensaba en lo sucedido. Las suaves manos de Shuichi en su hombro, su cálida mirada entrelazándose con la suya, su melodiosa voz preguntándole si se encontraba todo bien...

Era como un sueño.

Siendo realista, todo momento que pasaba con él era mágico. El simple hecho de estar en el mismo cuarto, de respirar su mismo aire, le hacía derretirse. Eran los más puros pensamientos de un joven enamorado.

Sin embargo, no podía evitar sentirse culpable. Culpable de sentirse de esta manera cuando todo lo que deseaba estaba tan fuera de su alcance. Era ridículo, un cuento de hadas, y, aun así, su corazón latía con fuerza cada vez que pensaba en él.

Inclusive sus amigos le hacían saber esto. Hacían chistes al respecto, le decían que estaba enamorado perdidamente de aquel profesor y se reían de ello. Sin embargo, no había malas intenciones ahí, por lo que Kokichi solo reía con ellos, fingiendo que nada de lo que se decía era verdad. Porque todo era un gran chiste, y nada más, ¿cierto?

Era difícil no poder admitir esos sentimientos.

Quizá debí haberle dicho que me llevara a enfermería... pudimos pasar más tiempo juntos.... Y solos ―Sus mejillas se sonrosaron ante el escenario hipotético, pero no dejó que esto lo distrajera mucho de su camino a casa.

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