You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

Olvidar

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By PapasConChedd4r

Embistió a la súcubo desde atrás contra el mueble de la mitad de su habitación, buscó a una de las hembras más sedientas y le dio exactamente por dónde más le gustaba. Al mismo tiempo, otras dos hembras se colgaban del cuello y los brazos de Asmodeus mientras lo besaban y acariciaban esos músculos sobresalientes.

El pecado de la Lujuria penetró en un ritmo consistente a la mujer por debajo de su cuerpo, para eyacular en el momento exacto que premeditó. Jadeó ante los gemidos frescos y femeninos de la hembra, quien sonrió muy complacida ante el propio orgasmo que la estaba haciendo vibrar del deseo y placer.

Ozzie comenzó a apartar su miembro del interior de su vagina dejando que los fluidos se desplazaran hasta caer sobre el terciopelo del mueble. Giró y sujetó la cintura de la mujer que besaba su torso, la acercó bruscamente a su rostro y besó sus labios. La súcubo sobrante no dejó escapar su oportunidad, apartó a la chica que ya había eyaculado, se colocó en su lugar y abrió las piernas ante su señor. La Lujuria apartó sus labios de la mujer que besaba y se acomodó lo suficientemente rápido para penetrar a su nueva presa de una sola estocada y llegar hasta el fondo. Volvió a besar y a morder a la mujer que mantenía entre sus manos y la sujetó con más actitud.

Ozzie estaba en esa maratón de sexo desde que empezó el fin de semana. No dormía, no comía, solo tenía sexo porque era su única forma de calmar sus pensamientos y ansiedad. En esos tres días, infinidad de súcubos, íncubos, hellhounds y pecadores pasaron por el rey de la lujuria. Pero no había nadie que pudiera resistir su ritmo. Incluso los demonios reales eran débiles ante la potencia de Asmodeus. El rey hizo que sus presas bebieran afrodisíaco para al menos soportar su maratón, pero seguían cayendo uno a uno como si se tratara de un campo de guerra.

Aquel día fue el último. Asmodeus mantuvo debajo de su cuerpo al último hombre mientras enterraba su miembro largo y poderoso contra sus nalgas. Era un íncubo de cuernos rotos. El joven gemía del placer mientras sonreía al soportar la caliente sensación de tener al rey en su interior. Pero Ozzie estaba comenzando a desestabilizarse al comenzar a dejarse invadir por sus pensamientos y recuerdos.

Ese era el problema. Habían pasado días y en todo ese tiempo, dejó de pensar en Fizzarolli como por quince segundos. Su mente no estaba en el acto. Podía venirse, podía hacer que todos sintieran placer y podía seguir ocasionando que su gente tuviera los mejores orgasmos del infierno. Sin embargo, él no estaba allí, su cabeza no estaba allí.

No quería tener sexo de esa forma porque no era la solución a su crisis. Intentó tapar sus sentimientos y hacer como que nada sucedía. Pero seguía pensando en Fizz... Su hermoso rostro se aparecía en su mente por segundos. Y no pudo estar tranquilo ni un segundo en su desesperado intento de dejar de amarlo con sexo.

De hecho, esa era otra de las razones por las cuales ya no hacía maratones muy seguido. Lo hacían sentir vacío, porque ya había probado todo lo que necesitaba y no había ningún demonio que lo hiciera sentir vivo. El sexo se volvía tan angustiante cuando no otorgaba placer real y mucho más cuando se utilizaba de la manera insana en la que lo estaba usando. La lujuria no debería ser profanada para olvidar el amor. Y lo sabía. Pero su situación era preocupante y grave.

A pesar de todo lo que reflexionó por tanto tiempo, la lujuria y el amor eran enemigos naturales. ¿Acaso existía la manera de que no fuera así? ¿Podía existir un deseo carnal real que perdurara el mismo tiempo que el amor hacia la misma persona? El amor se marchitaba, pero la lujuria era eterna, cambiante y cruel. Las personas podían cambiar y reemplazar a sus cogidas de una noche como si fuesen cartas, pero no podían descartar a las personas que se amaban con esa facilidad.

Asmodeus ya no estaba muy seguro de sus creencias en ese punto de las cosas. Ya no sabía que podría ser durarero no. El placer era cruel porque se podía conseguir de cualquiera, podías lastimar a cada persona en el mundo con tal de obtenerlo. El amor solo se sentía cuando una persona llegaba, te iluminaba y te rompía el mundo.

Sin embargo, el amor lastimaba más que la lujuria. Eso era un hecho. El amor podía apagar la lujuria también y esa era una de las principales razones por las cuales ambas cosas no podían coexistir, ¿verdad? En especial si se trataba de Fizzarolli. Asmodeus pensó en eso tristemente mientras se cogía al íncubo debajo de su cuerpo y no dejaba de embestirlo.

Amaba a Fizzarolli. Pero no lo deseaba con lujuria, ¿cierto? Lo hacía sentir vivo, pleno y feliz con solo estar a su lado, pero eso no era deseo. Para su desgracia, ese amor estaba drenando su placer. Y el rey de la lujuria no debería vivir sin deseo. No tenía sentido.

Entonces, el amor y la lujuria no podían coexistir a larzo plazo. Independientemente de cuál se extinguiría primero, no podían estar juntos.

El íncubo gimió suavemente ante la deliciosa sensación que le ortogaba Asmodeus. Entonces, el pecado se enfocó en ese delgado cuerpo y en su manera sexy de moverse por debajo. Ozzie observó con detenimiento al demonio de baja clase. Jadeó afectado al reconocer esos cuernos rotos. No supo porqué, pero se endureció más fuerte al tener esa vista. Cerró sus ojos, su cuerpo reaccionaba de forma extraña. Empezó a ir más lento, a ser guiado solo por su instinto. Empezaba a sentirse bien...

Fizzarolli debajo, gimiendo mientras bajaba su mano y lo masturbaba. Asmodeus gimió desesperado al imaginarlo, se movió más rápido y se aferró a las caderas del íncubo para ir más fuerte en cada golpeteo contra sus nalgas.

Fizz desarmándose de placer debajo de él, mojandose mientras colaba su mano entre sus muslos calientes y masajeaba su miembro sin parar con el solo objetivo de hacerlo gemir. Ver sus ojos llenos de lágrimas de lujuria, su rostro sonrojado y sus labios ardiendo del deseo... Su cuerpo sudando debido al calor de sus pieles rozándose. Los músculos de su pequeña espalda retorcerse ante cada embestida.

Asmodeus perdió el control ante esa imagen mental tan exquisita. Se vino dentro del íncubo, enterró sus uñas contra el mueble y lo destrozó por completo con sus garras. Gimió emitiendo un ronquido grave y profundo y derramó una excesiva cantidad de semen dentro el demonio.

Eso era una orgasmo de verdad. Ozzie maldijo entre dientes al darse cuenta de que había perdido los estribos como un demente al solo imaginar a Fizzarolli siendo cogido brutalmente por él. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que tuvo un orgasmo tan fuerte.

Si perdía el sentido con solo imaginarlo, su verga explotaría de emoción si lo penetraba en vivo y en directo.

Se retiró del interior del íncubo, y antes de que ese joven dijera algo o quisiera volver a montarlo, le exigió con una mirada muy severa que se marchara de ahí.

Era el acuerdo en su palacio. Esos eran esclavos sexuales que debían obedecer y marcharse luego de satisfacer al rey. El joven, con una mirada de decepción marcada porque quería un segundo round, se marchó volando de la habitación.

Asmodeus se derrumbó sobre su cama y se cubrió el rostro entre sus manos. Lo único que había estado haciendo era intentar encontrar conexiones entre el amor y la lujuria para justificar que lo que sentía no era tan malo. Y no sería malo si él no fuera la encarnación de la lujuria, literalmente.

---

—Hay un grave problema conmigo.

Sujetó el vaso de vodka y bebió el shot de alcohol en un segundo. Beelzebub, a un lado de Asmodeus, lo miró bastante preocupada porque era muy obvio que algo fuerte le sucedía. Ozzie no acudiría a ella ni estaría en su club bebiendo como un desgraciado si no fuera algo grave. El bartender, un hellhound perruno, le volvió a servir vodka puro.

—Lo sé, no vendrías a mitad de semana y a esta hora por nada —mencionó ella acomodando la barra de la cantina—. Y tampoco estarías absolutamente ebrio tan temprano.

—Me he estado sintiendo muy enfermo...  —le dijo Asmodeus en un tono muy deprimido, sus ojos tristes se enfocaron en el alcohol de su copa—. No estoy nada bien.

—¿Qué clase de enfermedad? Ozzie, nosotros no nos enfermamos casi nunca —Bee se preocupó al oírlo así de afligido—. ¿Con qué clase de demonios te estás acostando? ¿Alguien te contagió algo extraño?

—No es esa clase de enfermedad. Es mucho peor —respondió Asmodeus absolutamente abatido. Le indicó al bartender que volviera y le quitó la botella de vodka, era más fácil beber de allí—. Infinitamente peor. Estoy perdido.

—Solo cuéntame, voy a ayudarte como más pueda —lo ánimo Beelzebub sinceramente preocupada. Entre los pecados, ellos se llevaban de una forma más cercana que el resto. Eran amigos y podían confiarse cualquier de tipo de secreto.

—Hay una persona... —susurró Ozzie con timidez sin querer ver a su amiga a los ojos—. Cuando estoy cerca de él, tengo pensamientos muy diferentes a los que usualmente tengo, normalmente siempre evalúo las posibilidades: cuánto podría resistir en la cama conmigo, qué tan bueno sería invertir mi tiempo o si valdría la pena.

Se encogió en su lugar y observó la botella de vodka transparente en su mano. Entonces bebió con convicción, ya que si el sexo no lo hacía olvidar, tal vez todas las adicciones del mundo al mismo tiempo, lo harían.

—Pero con esta persona... No se trata de sexo, me gusta su compañía. No es porque no sea atractivo o interesante, me gusta todo de él. Verlo, apreciarlo, sostenerlo y mirarlo a los ojos —Ozzie comenzó a quebrarse como un maldito ebrio decadente, sollozó ante ese recuerdo precioso de Fizzarolli en su mente.

—Él es tan... hermoso.

Enterró su rostro sobre su brazo y supo que estaba perdido. El amor hacía esas cosas, era una maldición espantosa. No podía dejar de pensar en él, no podía imaginarse una vida sin él. Y ese sentimiento podría volver loco y debilitar al más poderoso de todos los demonios del infierno.

—Ozzie... —Bee abrió sus ojos atónita al entender perfectamente a lo que se refería—. No puede ser posible.

—Y cuando lo veo, hay muchos sentimientos dentro de mi y estallan todos al mismo tiempo como fuegos artificiales —volteó su rostro con sus ojos llenos de lágrimas hacia su amiga—. Esa emocion en particular es tan intensa y profunda. Si pienso mucho en ello, podría largarme a llorar debido a lo hermoso que se siente. Jamás quiero irme de su lado, quiero verlo sonreír y soy feliz incluso al verlo respirar a mi lado.

Beelzebub cerró sus ojos y se cubrió el rostro entre sus manos. Asmodeus estaba totalmente sumergido en los mares del amor, hasta el cuello. Estaba muy afectado, las garras de esos sentimientos lo estaban estrangulando. Estaba hipnotizado y embelesado por la persona que había logrado que se enamorara con tanta locura. ¿Quién habría sido el responsable de que la mismísima lujuria encarnada dejara todos sus principios de lado para enamorarse?

—Esto no es una enfermedad...  Pero es mucho más grave que la peor enfermedad del infierno —dijo Beelzebub al entender la gravedad del asunto, siendo él el pecado que era.

—No puedo enamorarme. Eso no tiene sentido —respondió Asmodeus con una angustia que estaba por partirle el alma al medio.

—No puedes enamorarte y tampoco debes saber cómo se siente. Pero acabas de describirlo por completo —a pesar de que Bee estaba intentando encontrar alguna solución, no podía pensar en algo que fuera efectivo para curar algo que en definitiva no debería ser un motivo de dolor. Todo esa complicación sucedía unicamente porque se trataba de la lujuria.

—¿Qué se supone que haga ahora mismo?! —exclamó Ozzie comenzando a sentir la desesperación fluir—. Si Lucifer se entera de esto... ¿Qué carajo va a hacer conmigo cuando lo sepa y cuándo descubra que un pecado que él mismo creó es totalmente defectuoso? —dirigió su mirada aterrada a Bee, porque el que tomaría represalias sería el rey del infierno y sus castigos siempre eran muy viscerales— Mammon está sospechando de esto...

—¡No me jodas! ¿Mammon lo sabe? —Bee también comenzó a temer si el estúpido de la Codicia se involucraba en eso— Mierda, Asmodeus, ¿cómo demonios se enteró? Mammon podría decírselo a Lucifer en cualquier momento. A él no le importa... No le importa nadie.

Ambos se miraron con la misma desdicha. Si existía un imbécil delator entre ellos, ese siempre sería Mammon y solo para quedar bien con el rey del infierno. O peor aún, podría usar esa clase de extorsión a su conveniencia.

—Si Lucifer lo sabe... Va a reemplazarme —temió Ozzie al ser consciente de su realidad y todas las consecuencias que podría tener—. Soy un pecado defectuoso.

Entonces, Asmodeus comenzó a transformar toda esa preocupación desesperada en rabia. No podía controlarlo, no tenía la culpa y tampoco Fizzarolli. En realidad, ni siquiera sabía que era capaz de sentir ese tipo de emoción. Si pudiera evitarlo de alguna manera, lo haría, pero se escapaba de su control y era tan injusto, lo frustraba por completo.

—¡Es la única puta emoción que no debo sentir! ¡Y LA SIENTO MÁS FUERTE QUE NUNCA!

Golpeó la madera de la barra con sus puños. Se enfureció y todo el fuego rojo de su plumaje se expandió a más no poder, quemando medio club. Beelzebub se cubrió la cabeza entre sus manos para protegerse de la crisis borracha de Asmodeus. Desesperadamente, quiso ponerle un freno para que no incendiara toda la cuadra y lo tomó de los hombros con mucha fuerza.

—Ozzie, cálmate. Sé que hacer —lo detuvo y lo miró con severidad para que se detuviera—. No le diremos a Lucifer de ninguna manera.  Y podemos manejar a Mammon con dinero, encontraremos la forma de lidiar con él —le aseguró sin dudar—. Esto debe ser un secreto entre nosotros. Tal vez se te pasa... El amor siempre se olvida y termina.

Bee quiso pensar en positivo. No conocía a la persona en cuestión ni mucho menos. Pero todos los enamoramientos y relaciones siempre tenían un final. Este no debía ser la excepción. Tarde o temprano, la fijación de Ozzie llegaría a su fin, era cuestión de tiempo.

—Si, tiene solución. En un año como máximo lo olvidarás, ningún sentimiento como este es eterno —se apartó de la lujuria y le asintió con mucho optimismo—. El fuego se extingue y las personas cambian. Y será algo de un segundo para ti, el tiempo pasa muy rápido. Ya lo verás, Ozzie. Esto solo será una recuerdo gracioso, no durará.

Asmodeus reaccionó ante sus palabras, dejó de lamentarse y comenzó a pensar en que quizá tenía razón. Solo habían pasado algunos días en los que estaba tratando de olvidarse de Fizzarolli, no era mucho tiempo. Si dejaba que el plazo se extendiera, podría enterrar sus sentimientos y seguir su vida. No podía ser imposible, no había nada que el tiempo no curara.

—Si, es verdad... Tal vez en un año lo olvide, tal vez tengas razón —dijo en voz alta para tratar de convencerse a sí mismo—. Probablemente pueda curarme y hacer que este sentimiento desaparezca. Veo relaciones morirse todo el tiempo, veo parejas romperse por infidelidades y lujuria y por la crueldad del infierno y las perversiones.

Se sonrieron mutuamente, porque tenían que creer que ese amor se extinguiría por el bien de Asmodeus. Era la única manera de no tener verdaderos problemas con la realeza y con Lucifer.

—El amor no dura, el amor es una ilusión estúpida que jamás perdura en el tiempo —Asmodeus volvió a recordar el sentido de su pecado, sabiendo que era ridículo que sus emociones se grabaran en su corazón de verdad—. Sucederá... Dejaré de amarlo en poco tiempo.

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