You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

Una llamada

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By PapasConChedd4r

Ozzie esperaba desde el otro lado de la puerta de la habitación, ya que Fizzarolli por fin estaba teniendo una comunicación real con Mammon. El pecado de la Codicia no podía venir en persona porque, según él, su agenda era muy ocupada. Sin embargo, tenía que hablar con Fizzarolli con urgencia.

En ese instante y dentro de esa habitación, el imp y el pecado estaban hablando en privado gracias a que Asmodeus le entregó su celular.

Habían pasado al menos cuarenta minutos de charla. Asmodeus no se concentró en tratar de escuchar, muy en el fondo de su corazón no quería hacerlo. Fizzarolli estaba tan emocionado de poder hablar con Mammon luego de casi un año y medio de no tener comunicación directa con él, no quería oírlo expresar su amor hacia ese grandísimo imbécil.

Ozzie apretó los dientes y se mantuvo cruzado de brazos con un humor de los mil demonios. A ese desgraciado hijo de puta se le ocurría venir de la nada, hacer una llamada y ganarse todo el amor e ilusión de Fizzarolli en un segundo y al hacerle escuchar su voz a miles de kilómetros de distancia. La llamada se estaba haciendo tan larga. Los resultados dejarían desconsolado a Ozzie, ya que Mammon podría estar endulzando el oído del pequeño y encariñándolo aún más para que fuera más leal a él, era la opción más viable, la que más le enojaba porque seguiría mostrando una máscara y no su verdadera personalidad.

No pudo seguir teorizando, la puerta se abrió por el mismo Fizzarolli, quien había cortado la llamada y ni siquiera llevaba el celular en sus manos. Asmodeus se desconcentró y volvió su atención al imp, caminó hacia la puerta y entró. Observó de reojo a Fizz, quien estaba a un lado de la entrada y le había dejado espacio para que pudiera ingresar.

—¿Y cómo te fue en tu llamada con tu gran héroe y el mejor artista del mundo? —preguntó Asmodeus con claro sarcasmo y un mal humor terrible, se volvió a cruzar de brazos y volteó al momento de que Fizz cerró la puerta.

No obstante, su rostro pasó del enojo al desconcierto. Fizz bajó la cabeza y largó lágrimas sin emitir sonido. Se veía absolutamente abatido, como si su corazón se hubiera roto en mil pedazos.

—¿Fizz? —fue instantáneo, Asmodeus se acercó a él con mucha preocupación y se arrodilló ante el cachorro.

Estaba por seguir preguntando, pero Fizzarolli se le lanzó encima y su fuerza fue tanta que causó que Ozzie cayera sentado al piso por el empujón. El imp lloró contra su pecho con tanta angustia y desesperación, no podía hablar o explicar que había sucedido. Sin embargo, Asmodeus podía intuirlo. Abrazó ese pequeño cuerpo, lo atrajo a su pecho y lo contuvo como más lo necesitaba.

Fizzarolli, al fin, había descubierto la verdadera naturaleza de Mammon y su siniestra y venenosa avaricia.

—Extraño a Blitzo... —susurró entre sollozos en el pecho del pecado, porque ya no podía contener todos los sentimientos y recuerdos que lo atormentaban al mismo tiempo.

—¿Quién... es Blitzo? —se atrevió a preguntar Asmodeus con mucha preocupación ante su llanto fuerte y su manera de aferrarse a su cuerpo.

—Era mi mejor amigo —el imp jadeó un poco, trató de recomponerse un poco para hablar—. Él me diría que todo estará bien, me calmaría y estaría conmigo siempre. Al menos el Blitzo que yo conocía era así... —se refugió en el pecho del contrario y se sostuvo fuerte de su plumaje con sus dedos de metal—. De verdad lo extraño... Pero jamás volverá.

—¿Por qué? —preguntó Asmodeus al escuchar atentamente la manera en la que Fizz comenzó a contar un poco más sobre él por primera vez— ¿Él es la persona que has estado esperando? —le susurró en su costado mientras trataba de calmarlo masajeando su espalda.

Fizzarolli no midió su fuerza y enterró con más énfasis sus uñas en la piel del pecado. Hablar de Blitzo siempre lo lastimaba, por eso jamás quiso decírselo a nadie. Incluso pronunciar su nombre lo hacía llorar instantáneamente.

—Blitzo fue el que incendió el circo y me hizo todo este daño —comenzó a explicarle muy de a poco—. Él me envidiaba, él me odiaba y me quería totalmente fuera de su camino —cerró muy fuerte sus ojos y formó puños sobre el pecho de Asmodeus—. Pero, aunque quiso destruirme... Aún lo quiero. Tengo que olvidarme de Blitzo y aún lo espero todas las noches porque no puedo olvidarme de él.

Gruesas lágrimas cayeron sobre sus mejillas. Jamás le dijo sus sentimientos a nadie, se reprimió todo eso porque ya no podía confiar ni en su propia sombra. La traición que lo sucumbió fue tan trascendental en su vida que lo dejó marcado e incapacitado de poder querer o confiar en otros, a tal punto que no podía permitirse volver a sentir por miedo. Por desgracia, eso fue lo que acababa de suceder con Mammon. Le entregó su devoción y su esperanza y la Codicia se encargó de hacer añicos todos sus sentimientos.

—Es tan difícil odiar y amar a alguien al mismo tiempo. Pensé que Blitzo me quería, Blitzo me hizo creer que me quería. Y todo fue una mentira, simplemente me apuñaló por la espalda y me dejó morir solo —su corazón se acongojó y se sintió vacío y despedazado al volver a recordar—. Tengo que soltarlo porque quiso matarme y me dejó así, pero todavía lo extraño mucho.

Asmodeus lo protegió entre sus brazos, lo abrazó fuerte y escuchó cada palabra y cada descargo. El pequeño no podía dejar de llorar, tenía que acompañarlo incluso con silencio y solo caricias. Era el momento en el que tenía que largar todo lo que tenía adentro para poder sentirse mejor.

—Necesito a alguien que no me quiera utilizar, alguien que no me vea como si solo fuera una máquina para generar dinero. Primero fue el padre de Blitzo y ahora es Mammon —sollozó el pequeño ante la triste realidad que lo perseguía, ya que debido a eso, presentía que jamás podría volver a tener vínculos genuinos con nadie más—. Realmente haría todo lo posible, daría mi vida entera para serle útil a Mammon. Pero mi cuerpo... Mi cuerpo no está sano, estoy hecho mierda, Asmodeus.

Se angustió mucho más al verbalizar su actual situación. Se sacudió por los espamos del llanto, recostó su frente contra el pecho del gran pecado y sollozó más afectado que nunca. Odiaba su situación y se odiaba a sí mismo por no poder tener una estabilidad perfecta tanto en cuerpo como en mente para ofrecer todo lo que quería Mammon. Aunque quisiera alimentar el ideal que estaba marcando en él, no podía hacerlo porque su cuerpo no estaba bien. Y era muy frustrante.

—Aún duele levantarme todos los días. En mi actual condición, no puedo ser perfecto para Mammon y no puedo dar lo mejor de mi. Mi cuerpo no lo va a resistir... —se separó solo para cubrir su rostro entre sus manos y acurrucarse entre temblores—. Odio ser tan débil, odio enfermarme, odio recaer... Y odio que por todo eso, jamás podré ser lo suficientemente bueno para él.

Asmodeus levantó su rostro con una mano, secó sus lágrimas con su pulgar y se mantuvo acariciando su piel cálida por varios segundos. Entrecerró sus ojos hacia él y le mostró una mirada triste al comprender que Fizzarolli había vivido en carne propia lo que Mammon era en realidad, tanto para él como para todos los seres con los que firmaba un contrato.

—Ya veo... Finalmente, Mammon fue honesto contigo y te mostró su verdadera cara —se compadeció sinceramente y lo mantuvo protegido entre sus brazos para ser su contención más fuerte en un momento así de difícil.

Fizz ya había recibido muchas decepciones en su corta vida y se seguían sumando una tras otra. Cada golpe dolía más que el anterior y necesitaba un pilar al cual aferrarse para no volver a desmoronarse ante la adversidad. El imp asintió con la mirada enfocada hacia abajo sintiéndose el mayor de los estúpidos por haber sido tan ingenuo y soñador.

—Blitzo siempre me dijo que era un tipo horrible, ambicioso y sin corazón. Siempre me advirtió que no crea en la apariencia que ofrece en los medios. Y no le creí... Pero tenía razón —alzó su mirada y sintió sus labios temblar al hacer contacto visual con el pecado—. Ozzie, Mammon ya tiene mucho trabajo para mí. Ya ha programado una agenda muy exigente y larga, quiere que comience el mes próximo para que pueda pagar todo lo que está gastando en mi. Ya no puedo perder el tiempo, me dijo que no pierda el tiempo.

Eso era para Mammon, ni siquiera era alguien al cual podía tener consideración como un ser vivo sintiente. Para Mammon, era dinero, era talento y también era una deuda. El pecado necesitaba exprimirlo, y Fizz necesitaba generar para que la inversión de Mammon empezara a dar frutos. Las consecuencias de no hacerlo podrían ser peor que la muerte.

—Yo... si pudiera recuperarme más rápido... Juro que lo haría —en ese momento, Fizzarolli demostró todo el temor que sentía, todo el respeto y miedo que le tenía a Mammon y al castigo que podría recibir si no cumplía su contrato—. Recaer es muy doloroso, mis pesadillas duelen, estar enfermo duele y lo odio. ¿Cómo se supone que cumpla con tanto si apenas puedo manejar mis prótesis? —comenzó a sentir tanto terror, su corazón se aceleró ante ese pánico y desesperación que lo estaba destrozando— No quiero decepcionarlo, no quiero que me odie y me lastime, no tengo nada más que a Mammon en mi vida. ¿Cómo puedo ser perfecto para él si mi cuerpo sigue recayendo ante cada intervención?

Pero el terror más grande para Fizzarolli no era ser brutalmente masacrado o herido por su debilidad. Increíblemente, para él, su horror tenía que ver con todas las situaciones de abandono que tuvo que padecer. Lo aterrorizaba, esos miedos le calaban los huesos y lo hacían experimentar un pánico que jamás había sufrido. El miedo era tal que su cuerpo no podía dejar de temblar y se manifestaba de forma física por lo mal que estaba su mente.

—No quiero que me deje y me arroje a la basura, no quiero estar solo... —bajó el rostro nuevamente y se derrumbó, ya no pudo seguir hablando y solo dejó que las lágrimas empaparan su rostro— Realmente no quiero que me abandonen otra vez. No quiero estar solo, no quiero...

Asmodeus sintió ese sufrimiento y miedo como si fueran los suyos, su empatía creció. Sostuvo su espalda y lo apegó a su cuerpo, lo abrazó con tanto cuidado al sentir sus espasmos del llanto y su debilidad. Fizzarolli estaba tan desamparado y frágil que se refugió en su cuerpo y correspondió ese cariño que le brindaba. Intentó respirar, intentó tranquilizarce pero su cabeza le estaba jugando encontra y no podía revertirlo.

—No estás solo. Soy tu amigo y estoy contigo —le dijo Asmodeus con toda la suavidad y el aprecio que le tenía. Aunque no era recíproco, necesitaba que sintiera que lo iba a acompañar y que jamás lo abandonaría.

—¿Lo eres? ¿Cómo puedo saberlo? —cuestionó el imp con voz temblorosa al separarse y sostenerse de su pecho con ambas manos. Fue tan brutalmente decepcionado por la Codicia que no sabía si lo que le demostraba Ozzie también era una mascara— ¿Realmente eres diferente a Mammon? Eres un pecado como él...

—Lo soy —le aseguró Asmodeus sin titubear ni un segundo.

Fue tan firme al respecto que su voz determinada hizo estremecer a Fizzarolli. Se oía tan sincero, tan absolutamente seguro de lo que estaba afirmando al verlo a los ojos.

Fizz sintió como la palma de la mano del contrario volvía a sostener su mejilla y volvía a acariciarlo con mucho cariño y sensibilidad. Dejó sus párpados cerrarse débilmente y sucumbió ante el placer de que él le sanara el corazón. Estaba muy alterado y lastimado, necesitaba piedad ante cada golpe y decepción. Solo por un momento, quería bajar sus defensas y creer que no todos iban a herirlo.

Cuando Asmodeus lo sintió relajarse por instinto ante sus caricias, volvió a abrazarlo y a sostener su cuerpo para que no volviera a derrumbarse. Era tan pequeño, sensible y hermoso, no merecía nada malo. No merecía ser herido así. Se juró protegerlo porque no quería que nadie más volviera a hacerle sentir tanto dolor y desilusión.

—Hablaré con Mammon para que no te apresure con el trabajo. Sé cómo hacerlo, sé exactamente que decirle para que te regale más tiempo. Hasta que no puedas recuperarte bien, no permitiré que actúes en ninguna parte —frotó su cuerpo y poco a poco, sintió como dejaba de temblar por la ansiedad y los nervios—. Aún necesitas recuperarte. Si comienzas a trabajar ahora mismo, recaerás al poco tiempo, él no entiende que no tiene sentido hacer esto luego de luchar tanto en tu recuperación —Ozzie se acercó a su rostro y frotó su mentón contra su piel cálida, porque sabía que Fizzarolli todavía tenía sensibilidad allí— Te prometo que todo estará bien, voy a protegerte.

Fizzarolli se entregó a él. No pudo pronunciar palabras, solo dejar caer más lágrimas sobre su pecho. Confió en Asmodeus, no podía controlar sus emociones cuando lo trataba de esa forma y unía todas las piezas rotas que lo conformaban y volvía a unirlas. Le regalaba calor, seguridad y amabilidad. Era el único que podía hacer que sus defensas bajaran hasta llegar al punto de rendirse y lanzarse hacia sus brazos. Le creyó. Sollozó al no saber si hacía lo correcto, pero ya no podía seguir adelante sin tener la certeza de que él estaría a su lado.

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Fizzarolli abrió los ojos lentamente en medio de la noche. Su cuerpo aún se sentía agotado luego de su charla con Mammon por celular. Al solo recordar, su estómago se retorció, quería vomitar de la angustia. Buscó ese confort que lo sanaba, abrazó a Asmodeus a su lado en la cama y se aferró muy fuerte a él.

Entonces reaccionó, comprendió que dormían juntos otra vez. Probablemente se lo había pedido, tenía lagunas mentales luego de lo sucedido porque lo había aturdido mucho. Se separó un poco para mirarlo dormir, quedó frente a él y observó su rostro. Sin pensarlo, Fizz levantó su mano y la posó en la mejilla de Asmodeus. Alguien tan poderoso se veía tranquilo y con las defensas bajas al dormir. También se veía tierno y precioso bajo la luz de la luna.

Ante ese pensamiento intrusivo, Fizzarolli abrió sus ojos consternado y apartó su mano. Sin embargo, Ozzie abrió sus ojos al sentir su caricia y le sostuvo la muñeca, haciendo que Fizzarolli se sonrojara ante esa repentina reacción.

No dijeron nada, se quedaron mirando los ojos del contrario por eternos segundos. Fizz sintió su propio corazón acelerarse ante ese acercamiento. Pero en ese momento se sintió más lucido y frío que antes, ya no iba a dejarse llevar por su vulnerabilidad. Se soltó y retrocedió, más con miedo que como una muestra de que estaba siendo fuerte.

—No entiendo mucho de tu propósito conmigo. No puedo descifrarte —admitió Fizz al sentirlo así de cerca—. Aunque seamos amigos, nadie de tu clase haría todo esto por un imp. Estás desafiando a Mammon si estás de mi lado y eso podría ser muy malo para ti.

Fizz rogó que Asmodeus se diera cuenta de que también quería protegerlo. Si Ozzie se exponía tanto a ese peligro, también podría ser lastimado. Y nunca se perdonaría que le hicieran algo por su culpa.

Asmodeus lo escuchó, analizó cada gesto y expresión corporal en el pequeño. Aún estaba conmocionado, pero descansar un poco lo volvió más lucido. Se perdía en el dolor, corría a sus brazos porque estaba asustado y lloraba todas las noches por sus pesadillas y su pasado.

Se había acostumbrado y había aprendido a como calmar sus ataques. Ozzie solo necesitaba que estuviera bien, de verdad lo necesitaba para poder sentirse tranquilo. Verlo sufrir tanto lo lastimaba. Formó una mueca de preocupación al seguir viendo su ojos tristes. No le importaba ir contra Mammon, nunca le perdonaría haberlo hecho sufrir tanto como ese día.

—Puedo asegurarte que no tengo malas intenciones —le dijo al imp para calmar la tormenta de sus pensamientos—. Si fuera como todos los de la realeza, ni siquiera hubiera pasado tiempo contigo y no hubiese venido a esta clínica desde un principio —le aseguró—. A diferencia de Mammon, yo si estoy interesado en tu progreso y quiero cuidarte para que sanes y tengas una larga vida —entonces, quiso preguntar por la raíz de esa desconfianza— ¿Quién te dijo que todos los sangre azul somos despiadados?

Fizzarolli se le quedó mirando de forma amarga y sofocada.

—Fue Blitzo y también su padre —respondió al recordar esa parte de su pasado nuevamente—. Ellos eran parte de mi circo. Hemos visto a muchos tipos de la realeza venir y siempre fueron desagradables con nosotros. Nos consideran basura y no ha habido excepciones —bajó la mirada y sintió su corazón estremecerse—. Mammon... me ha demostrado que es parte de todo eso. Tenías razón, pero... No puedo evitar el hecho de que tengo un contrato con él. Tengo que acostumbrarme —se mordió los labios, no tenía escapatoria—. Tal vez... tal vez no sea tan malo.

No quería ser abandonado por Mammon, no quería volver a ser abandonado por nadie. Al mismo tiempo, Mammon era un demonio terrible y sabía que lo haría sufrir. Esas relaciones insanas y tóxicas regían en su vida desde que tenía memoria. La dinámica sucedió con el padre de Blitzo. Ese sentimiento de odiarlo y de querer hacerlo sentir orgulloso. Nunca tuvo un padre de todas formas, no conocía de qué otra manera funcionaba. Para Fizzarolli, aunque fuera doloroso, era su cotidianidad.

Asmodeus le tomó el rostro, levantó su mentón con un solo dedo y le robó toda la atención. Cada vez que lo sostenía, Fizzarolli lo miraba con atención y se volvía sumiso, como si no pudiera luchar ante esa mirada penetrante llena de fuego.

—¿Sigues pensando que soy igual a él? —susurró muy cerca de su piel.

Fizzarolli se debilitó. Que lo viera de esa manera tan intensa lo hacía nublarse. Trató de concentrarse a la fuerza, le desvió la mirada con sus mejillas ardiendo y trató de no lucir tan afectado.

—No eres como él. No entiendo nada de lo que pasa por tu cabeza, pero definitivamente eres diferente a Mammon —analizó en voz alta sin querer verlo a los ojos otra vez por su timidez—. Eres amable. En realidad, si lo pienso... Eres muy considerado, me has cuidado desde el principio. Has venido y Mammon nunca vino... —se ablandó al recordar todos los momentos con Ozzie y al entender que Mammon jamás hubiera hecho ni una cuarta parte de lo que la Lujuria había hecho por él.

—¿Entonces? —lo animó Asmodeus a que tratara de redondear la idea.

—No te aprovechaste de mi en mis peores momentos y tampoco has sido violento o grosero, todo lo contrario —de repente, Fizzarolli se atrevió a volver a hacer contacto visual con una expresión arrepentida en su semblante—. Lamento haber desconfiado de ti por tanto tiempo... —reconoció con una mezcla de pena y culpa—. Es solo que a veces siento que no puedo volver a confiar en nadie. Tantas personas que creí que me querían, no vinieron. Blitzo no ha venido por mi, nadie ha venido por mi. Has estado conmigo cuando nadie más estaba.

—Confías en mi —pronunció Asmodeus con un brillo de felicidad muy fuerte fluyendo de sus ojos verdes.

—E-Eso creo —respondió Fizzarolli desviando su mirada con sus mejillas ardiendo fuertemente y con mucha vergüenza al admitirlo después de todo lo que pasaron juntos.

Asmodeus se cubrió los ojos con una mano y se recostó de espaldas contra la cama. Sintió tanto placer al escucharlo de su boca.

—Carajo... Podría morir de felicidad ahora mismo —inhaló y exhaló con tanto alivio, se ganó su confianza luego de tantos rechazos. Era lo único que quería para poder ser feliz—. Incluso estoy más arriba que Mammon. Se siente tan bien... tan satisfactorio —se volteó para capturarlo entre sus brazos y volver a abrazarlo, dejando sorprendido al pequeño—. Quiero quedarme contigo todas las noches. Me gusta que reposes en mi pecho y duermas allí.

Fizz cerró sus ojos y envolvió su larga cola contra el brazo de Asmodeus. Se acomodó y reposó su mejilla contra su plumaje, porque sentir esos brazos alrededor de su cintura era relajante y lo hacía sentir seguro.

—Aún me siento tan inspirado e inundado de emociones cuando te escucho —reconoció ya que ese día tuvo la dicha de oír a Fizzarolli por mucho tiempo—. Tu voz me calma... Me tranquiliza por completo.

El pequeño apretó sus plumas y levantó un poco su rostro para verlo desde abajo. Su corazón empezó a latir más fuerte ante la felicidad que le causaba escucharlo hablar así.

—T-Tu voz también me calma —le dijo más sonrojado que nunca—. Eres el único con quién puedo conversar de verdad. Los médicos y enfermeras son fríos, no es lo mismo —entrecerró sus ojos y volvió a reposar su mejilla en su pecho—. Tener un amigo hace que nada de esto sea tan duro. Tu voz profunda... —suspiró al tranquilizar su cuerpo al escuchar las pulsaciones de Asmodeus tan de cerca—. Cada vez que la escucho en el pasillo al venir, me tranquiliza. Porque sé que no será un mal día si estás conmigo.

Ozzie se estremeció al escuchar su voz sincera y suave fluir de esa forma tan natural y emocional. Él le brindaba mucho confort, pero Fizzarolli le brindaba a él un pase directo a otro mundo cuando lo abrazaba y reposaba contra su pecho brindándole todo el calor y la suavidad de su cuerpo. Sentir su piel contra la suya ya se sentía como un sueño en cada ocasión que sucedía. Lo quería, lo necesitaba e iba más allá de querer protegerlo para que nadie lo hiciera sufrir.

La sonrisa de Fizzarolli lo hacía feliz. Modificaba todo su día. Incluso estar con él le hacía pensar que ya no habría malos días mientras le sonriera y fuera tan tierno y dulce como siempre le mostraba. Secar sus lágrimas y aliviar su dolor era algo que hacía para curarlo y también porque su felicidad se volvió la suya. No podía volver a imaginar días sin él.

Y eso era porque lo amaba.

Asmodeus se levantó de la cama, lo soltó precipitadamente y retrocedió con tanta violencia que volvió a chocar con los muebles por el gran volumen de su cuerpo. Todo estaba mal, pésimo. Comenzó a jadear ante su propia crisis mental y el sudor frío también empezó a recorrer su espalda y los costados de su rostro. Ya no podía sentir esa felicidad, ya no podía seguir pretendiendo que eso era algo bueno.

—¿Ozzie? ¿Qué sucede? —preguntó el cachorro de imp viendolo desde la cama, preocupado por su reacción alterada.

—Debo irme —susurró mientras todo el fuego verdoso de su plumaje se alteraba de una manera irreconocible— De todas formas... volveré mañana a primera hora. Nos vemos.

Salió de la habitación con un aura oscura y sin mirar atrás. Fizz lo miró marcharse con confusión y sin entender qué era lo que le había sucedido para que volviera a huir de esa forma tan contundente como lo fue la última vez.

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