Ava no podía pasar una noche sin tener una pesadilla acerca de la noche en que su abuelo, el conde de Essex murió. Apesar de que su padre evitó que ella mirara la ejecución de Robert Devereux, Ava se escabullo a la plaza principal para ver, por que sentía curiosidad, sin embargo aquel recuerdo de su abuelo en el patíbulo la atormentaba cada noche. Y debía admitir que acostumbrarse a Port Royal estaba siendo más difícil de lo que pensó, ella estaba acostumbrada a las noches frías que Inglaterra ofrecía, ahora no soportaba el calor de cada noche, más aparte y a pesar de que muchos lo disfrutaran, ella odiaba el sonido de las olas chocar con la arena de la playa, puesto que eran el recuerdo constante de que su vida como la conocía antes no existiría más y dudaba de si algún día podría recuperarla.
—¿Debería o no debería? —se preguntó a ella misma, fantaseando sobre visitar a su amigo (al único que tenía en su nuevo hogar, de hecho)—. No lo pude ver desde que llegue, entonces, sí, debo ir.
De un solo salto ella se levantó de la cama y prácticamente corrió a su armario para tomar una capa que cubriría su cuerpo y rostro que a pesar de que nadie la reconocía como la nieta del traidor de Essex ella no se podía arriesgar a terminar como su abuelo.
—Lizzie... Lizzie —llamó a la ahijada de su padre, que se encontraba dormida en su propia habitación—. Necesito un favor, despierta.
—Ve a dormir Ava —mustio, sin abrir los ojos—. Ya es tarde.
—Si pudiera te prometo que ya estaría dormida —murmuró mientras Elizabeth abría los ojos.
—¿Aún tienes pesadillas? —pregunto a la morena quien solo se limitó a asentir— ¿Quieres algo para dormir? Él cocinero debe estar dormido, pero puedo calentar algo de leche para ti.
—Esta bien Lizzie, solo necesito algo de aire fresco —pidió sonriéndole—. ¿Me cubrirás solo por un rato? Padre está encima de mí todo el tiempo, si llega a enterarse me matará.
—Entonces ve, yo te cubro.
Ava sonrió como si de una niña con un caramelo se tratara, asi que sin perder mas tiempo salió de la gran casa mientras procuraba no ser vista por absolutamente nadie, afortunadamente las calles estaban totalmente vacías, incluso cuando cruzó la plaza hacia la herrería donde para su sorpresa aún se podía ver al joven Turner trabajar en algún proyecto, a quién Ava miró con una sonrisa y con la misma se acercó a la puerta y toco con unos suaves golpes.
—Ava... —murmuró Will, en cuanto la dejo pasar y no pudo ocultar su sorpresa—. No esperaba verte hasta dentro de unos meses.
La sonrisa desapareció de su rostro cuando recordó la razón por la que habían llegado a Port Royal, entonces fue imposible no desmoronarse frente a Will, puesto que estaba segura de que ese era su lugar seguro. En el condado de Essex prácticamente tenía prohibido llorar la muerte de su abuelo, si todo el pueblo lo veía como un traidor, pero para Ava, Robert Devereux fue un cálido abrazo, horas de diversión y un confidente con el cual por mucho tiempo se permitió ser ella misma, sin ningún juicio. De ninguna manera Ava podría verlo como "el traidor de Essex"
—Lo siento, mi plan no era venir a lloriquear. —se disculpó ella, sorbiendo su nariz—. Todos allá fueron muy crueles respecto al tema y papá no me permitió siquiera despedirme.
—No pasa nada, Ava. —sonrió Will, ambos habían encontrado un lugar entre la paja donde se habían recostado y para sorpresa de ambos, sus manos se entrelazaron sin planearlo—. Lo siento, yo no quise...
—Supongo que ya no estoy en Inglaterra, entonces no tengo que cuidar mi reputación —Ava no pudo evitar sonreír ante la idea—. Extrañare los bailes, las joyas, el lujo pero no la carga de ser una "dama" —meditó mientras miró a Will por unos segundos—, aquí puedo ser libre Wil, yo lo sé...
—¿Eso significa que te veré con más frecuencia? —preguntó el joven Turner, sin saber identificar aquella emoción que se instaló en su pecho.
—Vendré a molestarte cada día Will.
—Entonces yo estaré esperándote —contestó él, sonriendo.