El Mejor Amigo De Mi Padre.

By maarlpzz

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¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero n... More

Reparto.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Breaking News.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Epílogo.
II.
Extra I.

Capítulo 30.

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By maarlpzz

Capítulo 30|Luz verde.

Lionel Herrán:

Había salido esa mañana temprano de casa para dirigirme a la otra punta de la ciudad a una reunión con grandes ejecutivos de diferentes países para cerrar un trato que hacía años estaba abierto. Llamé a Thomas en el camino para escuchar sus sabios consejos, esos que siempre me daba en momentos como este. Y la verdad era que me ayudaban muchísimo.

Firmé el contrato al igual que todos los demás y justo antes de darnos un apretón de manos, mi inoportuno teléfono sonó con una llamada entrante de mi ex esposa, la arpía Alemana.

—¡Henry está insoportable y se que ha sido ella la que se le ha metido en la cabeza!— grita y yo tengo que alejar el móvil de mi oído para que no me explote el tímpano.

Frunzo el ceño, al no entender de que porquería me está hablando esta vez y levanto los ojos hacia los otros ejecutivos que se encuentran esperando por mi.

—Disculpen, necesito un momento— pido yo con cordialidad. Salgo rápidamente de la sala de reuniones de aquella empresa para encerrarme en el baño— ¿De que mierda me estás hablando ahora, Gisela?— espeto sin paciencia alguna.

—Sabes muy bien de que te estoy hablando, de la arpía de Thomas Cavalcante.

Embravezco.

—Que no se te ocurra volver a llamar a Antonella de dicha manera— le advierto.

—Es lo que es, igualita a su madre.

Cierro con fuerza mi mano alrededor del móvil, tanto que pienso en romperlo y que así se cortase la llamada de una vez por todas. Pero ella no lo vale y nunca lo iba a valer, así que me negaba a perder mi cordura por ella.

—Dime que es lo que quieres que haga, no tengo todo el tiempo del mundo y mucho menos para ti.

Con aquellas palabras parece ofenderse y yo muy lejos a qué me importe, dejo que la línea se quede en silencio hasta que vuelve a hablar.

—Deja de hablarle como soy una de las tantas muchachas con las que sales— me habla con actitud y yo quiero reír— Fui tú primera esposa y la que te dio tu primer hijo, así que trátame con respeto.

—El respeto se gana, Gisela y tú pediste el mío hace mucho tiempo.

—Tienes que dejar el pasado atrás...— su súplica me hace sudar las manos. ¿Dejarlo atrás? jamás haría tal cosa y me insultaba que al menos lo considerara.

—De acuerdo, loca— asiento aunque no pueda verme— ahora dime que es lo que quieres y terminemos con esto.

—Quiero que te deshagas de ella.

—¿De ella quien?— me hago el tonto para así jugar con su paciencia.

—De la hija de Thomas.

—Decir el nombre no te hará menos loca— la escucho bufar y se que la he sacado de sus cabales más de lo que ya estaba.

—¡Sabes a quien me refiero!

—Y aún así quiero que lo digas.

—De Antonella Cavalcante— dice entre dientes y yo chasqueo la lengua.

—No sé de quién me hablas, adiós y no vuelvas a llamarme.

Cuelgo tras una maldición por su parte hacia mi persona. El pasado mío y de mi ex esposa, la arpía alemana, era algo que quería dejar enterrado por los siglos de los siglos.

Vuelvo a la sala de reuniones, doy el dichoso apretón de manos y acepto ir a por unos tragos con algunos de ellos.

Bebo y me divierto bebiendo hasta que su olor inunda todos mis sentidos, no la tengo cerca pero aún así puedo olerla, puedo sentirla y es lo que más anhelo justo en este momento.

Tenerla a mi merced, saber que aún sigue siendo mía.

Decido despedirme, decirles que fue un gran día y que gracias por los tragos que claramente no voy a pagar y salgo del bar hacia el coche donde me espera mi chofer para llevarme a cualquier lugar al que le diga.

Y decido ir a darle una visita a la mujer que vuelve locos todos mis sentidos, a la mujer que por más que quiera nunca iba a salir de mis pensamientos y mucho menos de mi corazón. Mi alma estaba conectada a la suya eternamente.

Una hora y algunos minutos después, estoy frente a Antonella, quien me recibe desganada y como yo estoy nauseabundo, decido aprovecharme de ello.

Me dejo caer en su sofá con una sonrisa tonta en los labios, tan solo por estar viéndola al fin después de un tiempo, sabiendo que solo duraría unos minutos antes de que ella decidiera echarme nuevamente de su vida.

La miro, me lleno de ella como siempre lo he hecho. Le detallo su preciosa cara, me la como con los ojos, queriendo comérmela a besos también. Luce fresca, delicada y suave a la vista.

Me dan ganas de tocarla por dicha razón, mi mano tiembla mientras se aproxima a su rostro pero la detengo al instante por que no se que haría después, no se si podría simplemente detenerme, no después de que me dejara tenerla nuevamente.

Me frustro, aparto la mirada de ella pero como siempre, vuelve al segundo como si se tratase de un imán. Sus ojos, expectantes, conectan con los míos y busco en los suyos algo que no sabría decir, algo que me haga ver que sigue siendo mía.

—¿Te cuento un secreto?— suelto suavemente y ella asiente— Irene y yo no compartimos habitación por que temía a que tu olor desapareciera de mis sábanas y el suyo tomara su lugar— le cuento y no se si es por que estoy borracho o simplemente por que quiero que ella lo sepa.— pero aún así tu olor ha desaparecido y no he podido dormir desde entonces. Es algo que me molesta o más bien me enfurece, por que al menos tenía tu olor cuando a ti ya no te tenía.

La noto temblar ante esta nueva información y quiero estrecharla entre mis brazos, pero sobre todo quiero que ella me lo permita. Se queda callada y la verdad era que yo no estaba esperando una respuesta por su parte.

—No quiero que digas nada, solo quería que lo supieses— mi mano se mueve hacia su mejilla para acariciarla y es justamente lo que pensaba, suave, delicada. Ella cierra los ojos y me permito regodearme de la tranquilidad que me brinda— Y que aún te amo.

Lo hacía, la amaba locamente.

—No puedes decirme estas cosas y creer que no sentiré nada.

«Entonces dime que sigues sintiendo algo, aunque sea la mínima cosa»

Abre los ojos, algo dentro de ella cediendo a todo esto que estabamos sintiendo en este momento, ella sabiendo que nunca se romperá esto tan grande que los dos tenemos y sentimos. Mi corazón le pedía a gritos que lo dejara unirse al suyo y mi alma suplicaba que las dos se encontraran nuevamente.

«Por favor»

—Dime que sigues siendo mía, amore— pido, ruego, suplico. La veo batallar con ella misma, con sus pensares. Y al final logro ver el destello en sus ojos, ese que tanto he amado durante todos estos años.

—Sí.

Cierro el minúsculo espacio que queda entre nosotros y uno su cálida boca con la mía, desesperado por volverla a sentir luego de tanto. Sabe exquisita, sabe de la misma forma en la que recuerdo, dulzura, inocencia, calidez. Se aferra a mi, su cuerpo lo hace por completo y no estoy mas que feliz por este momento que estoy viviendo.

Tiro de su cabeza hacia atrás luego de quitarle aquel gorro de lana que le daba un aspecto inocente a mi Piccolo amore y gruño contra sus labios cuando al fin me responde como yo estaba esperando, gustosa, eufórica y con la misma desesperación que yo.

«Yo también te extrañe»

Me pierdo en su cuello, saboreo, lamo y chupo con fuerza aquella zona que se la vuelve loca y vulnerable y cuando ella jadea contra mi, cuando ella gime y arquea la espina dorsal, se que al fin la tengo de vuelta.

O eso creía, por que al momento en el que su móvil suena toda nuestra burbuja revienta y volvemos a la realidad. Ella ve de quien se trata y la noto tensarse encima de mi.

Will.

—Contéstale— le digo con amargura y ella nota el descaro en mis palabras— y ponle en altavoz.

—No haré tal cosa.

Sonrío, como un tiburón apunto de comerse a su presa.

—Ponlo en altavoz o no me mantendré callado.

—Eres un hijo de perra— susurra, colérica y se levanta de mi regazo— Hola.

—Hola, Juls, ¿donde estás?

«Juls, que apodo más patético» quiero hacerme entender que es mi hijo, que no puedo tenerle esta espinita todo el tiempo, pero aveces no lo puedo evitar y que me juzgue quien me tenga que juzgar.

—Estoy en casa. 

—Conmigo— susurro y ella me golpea en la cabeza para que haga silencio.

—Quería escucharte... hablar contigo y pedirte disculpas por cómo me fui aquella vez.

La veo tragar grueso.

—Will...

—Escucha, nena, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo y me dolería perderte— la interrumpe, consternado y no hago mas que ponerme de pie y pasarme una mano por la cara con irritación.

Irritación conmigo mismo, irritación por toda esta jodida situación que no hace más que agrandarse y empeorar.

Joder, estaba exhausto, solo quería amarla sin ningún impedimento.

Antonella me mira, analizando mis movimientos y mis expresiones.

—¿Y si mejor lo hablamos cuando regreses?— pide ella llegando hasta mi y colocando una mano en mi hombro.

Logró tranquilizarme un mínimo por ciento.

—¿Estas ocupada?— suena molesto y mis ojos, ante el tono que le es dirigido a ella, van hacia el móvil.

—N-no, pero me gustaría que lo habláramos en persona— tartamudea.

—No se cuando regresaré, Antonella.

Antonella frunce el ceño.

—Pero podrías tú venir.

«De ningunas de las maneras y mucho menos después de lo que he hablado con Gisele esta mañana»

—No— le espeto a ella e intento tomar el móvil de sus manos para colgar, ¡que diga después que se le cortó! ¡que se invente algo! no me importa. Si me ha podido mentir a mi, por supuesto que sabrá mentirle él.

—Estate quieto— me aparta.

—¿Estas sola?— le interroga William— ¿con quien estas?

—¿Que decías?

La línea se queda en silencio por unos minutos.

—Decía que tú podrías venir.

—Y yo he dicho que no irás— me mofo.

—Y yo te he dicho que te calles.

—Vale, he escuchado una voz, ¿con quien estas?— suena enfadado.

—No estoy con nadie, tal vez es la televisión que está encendida— se excusa rápidamente— te llamo luego, papá viene a recogerme y no me he alistado, ya sabes cómo puede ser.

—Vale, esperare a tu llamada y a tu confirmación. Te quiero.

—Que ni se te ocurra responderle— la amenazo y tomo el móvil de sus manos con rapidez y le cuelgo. Lo próximo que hago es lanzarlo al otro lado de la estancia.

—¡Lionel!— me chilla— ¡No puedes colgarle así por así!

—Tu no irás a Alemania.

Enarca una ceja.

—Tu no me vas a prohibir ir a ver a mi novio.

Me le río con ironía. Descarada.

—¿Ahora es tu novio? ¿no cuando me estabas comiendo la boca hace menos de cinco minutos?

—Yo... fue un error y...

—¿Fue un error y adivino... debería irme?— sonrío como un felino— no pienso moverme de aquí, Antonella.

–¡Hablo enserio, deberías marcharte!— me grita.

—No lo haré— me aproximo a ella y la cojo de la nuca, sin chance a que se pueda soltar de mi agarre— acabas de darme una luz verde y no pienso volver a cambiarla— susurro muy cerca de sus labios y vuelvo a tomarla.

«Quiero que olvide esa estupidez de irse detrás de él, quiero que la idea desaparezca de su cabeza»

Contuvo la respiración por unos cortos minutos pero luego tuvo una sabia decisión y fue enroscarme los brazos alrededor del cuello para yo poder tener más facilidad al alzarla. Sus piernas le dan la vuelva a mis caderas y con ese simple movimiento siento como mi corazón palpita furioso contra mi pecho. La acaricio, la aprieto contra mi y la lanzo a la cama una vez llegamos allí.

—Esto está mal— gimotea mientras yo me saco la camisa y los pantalones para postrarme encima de ella y hacer lo mismo con su ropa. Jadea cuando pellizco ambos de sus pezones y la simple imagen que tengo debajo de mi me hace salivar. Arriba y abajo.

«¿Mal? ¿como podía algo que se sentía tan bien ser algo malo?»

Arqueó la pelvis y me clavó las uñas en la espalda cuando mis dedos se encargaron de abrir sus pliegues. Deje mis ojos fijos allí, con ganas de comerme todo aquel manjar y dejé que mi lengua saboreara mis labios antes de que mi pulgar fuese a ese botoncito suyo de placer. Escucharla gemir, pedir por más y gritar mi nombre siempre iban a ser mis melodías favoritas.

La sentí vibrar debajo de mi al momento en el que lleve la punta de mi placer a su entrada y le sonreí desde arriba.

—¿Con él usas condón?— pregunto y evita mirarme a los ojos— Antonella...— aprieto la quijada y mis manos van a su cintura para apretarla y hacerla removerse.

—¿Con ella usas condón?— ataca— No, por eso la has dejado preñada.

—Respóndeme a la maldita pregunta— le exijo, los celos carcomiéndome por dentro tan solo al pensar que la sintió piel a piel.

—Solo fue una vez.

—¿Una vez qué?

—Que no usamos condón.

Y con eso me hundo en ella, con rabia, echando la cabeza hacia atrás y atrayéndola hacia mi. ¡Joder! cuanto la extrañaba. Me ardía la vista y podía sentir su corazón latiéndole fortísimo. Nos gastamos los labios a besos, nos hicimos el amor el uno al otro y sobre todo, pude sentir como mi alma volvía a conectar con la suya.

—Te amo, amore— le susurré al oído y acaricié sus mejillas, las cuales noté en ese momento, estaban mojadas. Me preocupe y detuve mis movimientos.

—¡No te detengas!— sollozó y apretó mi trasero.

—Estás llorando, ¿por que?— nos hice voltear y la tomé entre mis brazos. La atraje hacia mi pecho y una de mis manos fue a su cabello.

—Estamos en lo mismo, estamos en el punto de partida, no hemos aprendido nada.

«¿Y quien quiere aprender?»

—¿Que quieres decir?

—No vas a estar conmigo— susurra— vas a irte a casa con tu esposa y vas a tener un bebé. ¿Y yo? ¿que hay de mi? vas a volver a dejarme— llora con fuerza, aferrada a mi pecho.

«¿Que hay de ti? ¡tu lo eres todo!» quiero gritarle todas las verdades pero aún no es tiempo, aún no debe enterarse. Nadie debe.

—Que me vaya no significa que no me tengas— busco sus ojos.

—No voy a pedirte que la dejes y no voy a rogarte que te quedes conmigo.

—Estoy contigo, siempre he estado contigo. Me tienes, ¿no me ves? Aquí estoy— acaricio su cara de porcelana y seco sus lágrimas de cristal— me tendrás siempre, Antonella.

Sus ojos brillaban más que de costumbre y era por culpa de las lagrimas, jamás me había gustado verla llorar y mucho menos por mi causa.

—Te amo, amore— le repito— eres tú quien tiene mi corazón y mi alma, nadie más.

Se esconde en mi cuello, vulnerable.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Sigues amándome?

La siento sonreír contra mi cuello.

—Nunca dejaré de hacerlo.

• • •

¡Hola! ¿Que les pareció?

Nos vemos en el próximo capítulo :) espero que estén disfrutando.

¿Antonella y Lionel al fin juntos otra vez? ¿Will quiere que Antonella vaya a Alemania? ¿Que es lo que no se puede saber, Lionel? ¿Cual es el secreto de Gisela y Lionel? recordemos que aquí todos tienen secretos. 👀

Ahora sí, próximo narra Will.

Gracias por el apoyo, ¡ya somos 17k! besos, gabi 💗

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