Barrera de hielo (Saga "camin...

By YuukiThome

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Charlotte es una chica que vive bajo presión. Siendo una excelente patinadora de hielo, con el novio perfecto... More

ADVERTENCIA
Prólogo
1 Ensayo y cansancio
2 Accidente
3 El gran día
4 Cautiva
5 Día eterno y recuerdos
6 Pasado borroso
7 Aunque no sea de sangre
9 Raro
10 Deseo reprimido
11 Problemas
12 Todo fue tan rápido
13 Despedida
14 Mundo real
15 La verdad
16 Adiós
17 Esto es amor
18 Aclaraciones
19 Ganamos
20 Ven conmigo
21 Te amo
Epílogo

8 Locura

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By YuukiThome

Luka

Era jodido lo que pasaba por mi mente. Pero así era yo, no podía evitarlo, cambiarlo o desearlo de otro modo. Charlotte era mi obsesión desde que tenía dieciséis años y era un adolescente. Pensé que era por la edad, que las cosas se calmarían, pero sentir su cercanía, oler su cabello, sentir su suave piel cuando se acurrucaba en mi cama por las horribles pesadillas y los gritos de nuestros padres que la atacaban sin piedad, era lo peor que pude hacer en ese entonces.

Era solo una niña pero su voz, su sonrisa, sus hermosos ojos marrones, sus largas pestañas y esa fragilidad que la acompañaba a donde quiera que iba. Era tan vulnerable.

Tenía el poder en mis manos para obligarla a ser mía, pero no podía ser tan desgraciado y robar su inocencia a tan corta edad. Así que iba a esperar, su atracción por mí era segura. Yo era su lugar seguro, hasta que esa mujer se atrevió a llevársela de mi lado.

Alya descubrió mi enfermiza obsesión por Charlotte, creía que yo abusaba de ella, que yo la forzaba a hacer cosas en contra de su voluntad, que la manipulaba cuando nos íbamos a escondidas por las noches. Pero, yo jamás le haría daño a Milenka, ella siempre estuvo incrustada en mi mente y en mi corazón.

Sé que muchos lo verán como algo enfermizo, dañino, incluso lo peor del mundo, pero ella es lo único que siempre me ha importado. La ansiedad que he vivido todos estos años sin saber de ella me estaba consumiendo tanto que provocó el vicio por el tabaco y el wiski, que lograba apaciguar el vacío temporalmente en mi sistema, hasta que consumía más y más, entonces Iván mencionó haberle visto en una noticia periodística y ahí la encontré; Charlotte Evans, participante de patinaje artístico sobre hielo. Después de todo, aprendió muy bien lo que le enseñe de pequeña.

—Es una puta suerte —sonrió e hizo más grande la noticia en la pantalla—. Soy un puto genio.

—Eres un puto loco —golpee su cabeza—. Busca la noticia original —me alejé y tomé otro cigarrillo—. Ubicación; ciudad, locación, todo.

—Púdrete —rio.

—Tienes menos de cinco minutos —chasquee los dedos—. Ahora.

Iván es mi mejor amigo, mi mano derecha e hijo del antiguo mano derecha de mi padre, que lamentablemente falleció por cáncer en el colon, algo trágico. Lástima que como persona esté zafado y necesite cambio completo de tornillos, pero es un hacker y puto amo de la tecnología. Consiguió lo que le pedí en menos de tres minutos y yo ya estaba preparando todo para partir a mi nuevo destino.

Al principio pensé en acercarme y hablarle, pero no estaba seguro de que ocurriría si me veía después de tantos años. Los paquetes; nunca pensé que le asustarían, nunca lo hice con afán de molestarla o que pensara que era un asesino como los de las novelas de romance oscuro. Simplemente, no sabía que decir.

Espié durante tres meses en las sombras, no quería que se diera cuenta que era yo pero me sentía, lograba sentirme. Así que hay algo más ahí. Siempre tuvimos una conexión única, desde niños. A pesar de que yo fuese siete años mayor que ella, nos entendimos a la perfección.

*****

Sé que no me cree todo lo que le he contado de su madre, Alya se ha cambiado el nombre a Estefanía, incluso el apellido al ridículo Evans, pero va a hacerlo. Nos sedó con melatonina a todos, incluidos a los de seguridad, tomó las maletas con dinero del jefe de papá y se escapó con Milenka.

Debería haberla matado primero por privarme de mi mayor adicción durante siete años, pero no pude hacerlo, ella nunca me lo perdonaría. Así que Ben, bien implantado se encargó de todo para mí. Él entró más fácil que yo, así que esa estúpida mujer conocerá la furia de los Volkova en carne propia.

Quizá a estas alturas mi padre ya lo sabe y debe estarla buscando o ya la encontró, pero no es tonta ya debe haberse cambiado el nombre otra vez y la ridícula apariencia de rubia falsa.

¡Tenía todo! Pero le tuvo más miedo a la mafia y decidió esconderse como la cobarde que siempre ha sido.

Lottie no pudo durar mucho tiempo, salió a la luz de un modo hermoso y brillante como lo era su destino. Ahora solo tengo que mantenerla oculta de Viktor hasta que lo mate por su traición.

—Luka, ¿por qué me has traído aquí? —Su voz me regresó a la realidad—. Sé sincero...

Tomo un mechón de su cabello entre mis dedos, no puedo evitarlo. Siempre había sido adicto a su aroma. Y se me revuelve el estómago al pensar que el idiota de su ex novio la haya tocado de ese modo, que casi haya tomado lo que es mío.

—Ya te lo dije, quiero mantenerte a salvo.

Sus mejillas estaban rojas por el frío que nos envolvía, pero no quería perder ni un instante con ella. El mechón bailaba aún entre mis dedos y me acerqué para inhalar el aroma que desprendía.

—Luka...

—Vamos, se hace tarde —me acerqué a la pequeña banca y tomé los patines que guardo en una caja ahí, me los coloqué a prisa y esperé en la entrada a que se acercara—. Quiero ver cuánto has mejorado.

Dudó, pero al final entró. Ignoró y mano y se fue de paso, tanteando la superficie.

—Es hielo algo delgado —se giró para verme—, pero aguantará nuestro peso.

—Vaya, ahora eres catadora de superficies.

—Seguí patinando cuando me fui —pasó por mi lado—. Insistí tanto a mamá, que me inscribió a clases y conseguí una beca. Ahí conocí a Jared, desde entonces fuimos inseparables.

—Hasta que te puso la mano encima y se volvió violento, lo tengo —me emparejé a su velocidad y tomé su mano, no me soltó—. Verás, siempre que quiero algo, lo obtengo y conseguir información no me cuesta nada.

—Porque eres parte de una mafia corrupta que trafica droga, mata gente e incluso viola mujeres.

Su voz estaba cargada de ira, pero también de dudas.

—Jamás en mi vida tocaría a una mujer de ese modo —la jalé hacia mí y la tomé de la cintura, la alcé y apoyó sus rodillas en mi estómago—. Mucho menos te haría daño a ti.

Apoyó sus manos en las mías y alzó las piernas en el aire, la impulsé y dio unos giros y bajó directo, terminando de un modo majestuoso.

—Has mejorado bastante.

—Ahora soy profesional —se acercó un poco a mí, pero no tanto para que mis manos la alcanzaran—. Ya no soy una persona que se atiene a los demás.

Me doy cuenta...

Nos quedamos en silencio un rato, patinamos en conjunto, la ayudé a hacer algunos trucos, logrando sentir su cuerpo delgado. No está bien que esté así, pero haré lo que esté en mis manos para que suba de peso.

—Estoy agotada —soltó de pronto y se salió del estanque—. Quiero volver ahora.

Se sentó en la banca y comenzó a quitarse los patines, para proceder a colocarse las botas. Me senté a su lado e hice lo mismo. Cuando terminé, miraba al infinito, perdida en algún pensamiento, entonces, me atacó un recuerdo.

— ¡No quiero a nadie papá!

Recriminaba porque se había enamorado, suplantaría a mi madre después de dos años de su muerte. No lo aceptaba, encima tendría una hermanastra. ¡Yo era hijo único! Lo había sido durante doce años, no iba a permitir que nadie se metiera entre mi padre y yo, mucho menos que una mujer me dijera hijo.

Pero en el instante en que conocí a Charlotte, mi mundo se llenó de una inmensa luz. Me había sentido tan vacío y solo desde la muerte de mamá, que ver sus hermosos ojos castaños bajo esas enormes pestañas oscuras y su sonrisa de muñeca, me hizo sentir calma.

—Bueno, ella es Charlotte —la mujer habló—, yo soy Alya —sonrió en mi dirección—. ¿Cómo estás, Luka?

Odiaba que papá se casara y no me contara nada hasta ahora que las traería a vivir con nosotros. Pero algo en esa mujer nunca me gustó, sabía que era mala. Siempre hacía que papá dejara sus deberes por estar con ella y yo sabía que su trabajo era peligroso, siempre lo supe.

—Ella es tu hermana —papá habló—, Charlotte y se acercó con ella de la mano—. Él es tu nuevo hermano, pequeña, Luka.

—Luka —repitió la pequeña y sonrió, se acercó a mí y me tomó de la mano.

Yo estaba en shock, mi cuerpo no reaccionaba, las palabras no salían de mi boca y después sentí como su calidez me atravesó el cuerpo entero.

Cuando pude reaccionar, mi padre y Alya se marchaban de la sala de estar.

— ¿Vamos a jugar?

—Y-yo no...

Me miró con sus enormes ojos y me regaló una hermosa sonrisa, mostrando sus pequeños dientes de leche.

Nuestros padres volvieron unos momentos después con unas maletas y comenzamos a caminar a las escaleras para ir a las recamaras.

—Esta será tu recámara, Charlotte —papá abrió la puerta e introdujo una maleta oscura—. Tendrás todo lo que desees.

La niña no me soltaba de la mano, me miró y después me arrastró al interés, yo seguía bajo un embrujo que impedía que me negara o dijera algo malo ante su presencia.

Me hizo estar de pie a su lado cerca de la ventana, mientras miraba asombrada a su alrededor.

—Mío —dijo efusiva—. Mami, ¿aquí dormiré?

—Sí, cielo —habló ella poniéndose en cuclillas—. Todo esto es para ti sola —la mujer sonrió más grande y después me miró a mí, lanzándome una horrible escencia llena de desprecio que me atacó de inmediato.

—Luka, juguemos —la pequeña me jaló de la mano y la miré—. ¿Tomamos el té?

—Claro —pude hablar por fin—. Juguemos juntos.

Sonreí y después miré a la mujer, que ya estaba de pie junto a mi padre de brazos cruzados y el rostro serio.

—Bueno, vamos amor —mi padre la tomó por los hombros—, vamos a nuestra recamara.

Salieron y nos dejaron solos.

La pequeña niña ya había tomado unos peluches del estante de madera rosa y los había colocado sobre la alfombra blanca que cubría todo el piso de su recamara. Me senté a su lado e hicimos un círculo con los animales de algodón.

Una niña, de cinco años; que acababa de entrar en mi vida y en menos de veinte minutos me tenía jugando en su recamara, con peluches y tomando algo imaginario que se inventaba y sabía delicioso según lo que eligiera que fuera.

— ¿Estás bien?

Volví a la realidad y me topé con esos bellos ojos marrones que me hicieron ver la vida más colorida desde el instante en que se cruzaron por mi camino.

No quiero que esto termine aun, necesito más tiempo con ella, siempre es más tiempo. Pero a veces no tengo las palabras adecuadas para dirigirme a ella, no quiero arruinar lo poco que hemos avanzado en estos días tras haberla arrebatado de su vida ordinaria.

Y si había algo malo, es que no soy quien ella cree, puedo matar y hacer que todos ardan por su propio bienestar. No permitiré que nadie le toque un solo cabello, mucho menos que respiren cerca de ella para dañarla.

—Sí, estoy bien —me puse de pie después de quitarme los patines y volver a guardarlos ahora con los de ella) —. Siempre puedes venir aquí, nadie tiene acceso, así que estarás a salvo.

—Hablas como si —respiró entrecortado—, como si fueras a irte.

—Tendré que hacerlo.

— ¿Otra vez?

—Tengo negocios que atender.

—Droga que repartir.

—Matar a unos cuantos, solamente.

Quedó helada ante mis palabras.

—Estas bromeando —pero yo no mentía, menos a ella—. Luka, yo no puedo estar aquí, quiero volver a casa. Con mamá.

—Jamás te he mentido —me puse firme y la miré hacia abajo—. Hay negocios que no salen bien, tenemos que limpiar el desastre y...

—Tú no eres esto —me empujó del pecho—. El Luka que conocí jamás dañaría a nadie, él me quería, me cuidaba y protegía.

No contesté más.

Comenzamos a caminar de regreso a la casa y se fue directo a su recamara. Yo me fui a mi despacho a beber wiski, para evitar cometer una locura.

Conseguiría que Lottie me amara, de un modo u otro. Porque sé que no le soy indiferente, ya no.

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