BARDERA 𝒇𝒕. danilo sánchez

By mmarauder

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━━━━ ❪ 𝗯𝗮𝗿𝗱𝗲𝗿𝗮 𝒇𝒕. 𝘥𝘢𝘯𝘪𝘭𝘰 𝘴á𝘯𝘤𝘩𝘦𝘻 ..! en donde 𝘮𝘪𝘤𝘢𝘦𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘯𝘰 vuelve a s... More

𝗯𝗮𝗿𝗱𝗲𝗿𝗮
𝐨𝐧𝐞
𝐭𝐰𝐨
𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞
𝐟𝐨𝐮𝐫
𝐟𝐢𝐯𝐞
𝐬𝐢𝐱
𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧
𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐧𝐢𝐧𝐞
𝐭𝐞𝐧
𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧
𝐭𝐰𝐞𝐥𝐯𝐞
𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐟𝐨𝐮𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐬𝐢𝐱𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐧𝐢𝐧𝐞𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐭𝐰𝐞𝐧𝐭𝐲

𝐟𝐢𝐟𝐭𝐞𝐞𝐧

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By mmarauder

❪ painful acceptance ❫

danilo sánchez

NUEVAMENTE, la rutina volvió a la monótona vida de los tres amigos. Se solían reunir en la calle, en el colegio y rara vez en el hogar de Carlos, the best shipper de sus amigos.

Tenía una obsesión con advertirles constantemente que no funcionaban bien juntos, que no quería quedarse sin amigos por un mal romance entre ellos. Sin embargo era el primero en emparejarlos, en alentarlos a darse un chape o tirarse onda.

―Carlitosss ―lo abrazó― ¿che vos sabrás por qué le falla tanto a tu amiguito?

―¿Qué sabes vos de mi amiguito? ―se miró la entrepierna con temor.

―¡Tarado!, me refiero a Danilo ―le gritó en la cara, sorprendida por la reacción del de rulos.

―¿Qué te pa' tonta? ―la amenazó con una sonrisa ladeada.

―Aahh, ese... maso ―le hizo una seña de que se calle― después te digo ―deletreo para que solo la chica pueda descifrar su mensaje.

―Eee' qué hablan en secreto giles ―se quejó.

Micaela rió.

―Hablamos de lo boludo que sos.

Mentir no mentía. O un poco sí.

―Ee' no te haga' la loca porque ahoa' mismo me voy con la Agustina ―le advirtió con recelo.

La chica se quedó atónita, mientras el de rulos los observaba con desconfianza.

―¿Pasó algo con esa boluda? ―la rubia le proporciono una sonrisa.

―Parece que a Danilo le gustan las fáciles, las pelo duro, las idiotas que solo quieren punchi punchi todo el día ―recalco con un acento distinto― onda pobres out.

―Nena te describiste completa... meno' la parte de fácil, vo' no so' así mi amor ―se acercó a la muchacha con dobles intenciones― ueepa, qué me empujas mogólica, yo te chapo todo lo que quiero e', no te me confundas.

―Flaco no ayudas, así no te la ganasss ―se agarró los pelos con frustración.

―Callate vo' Carlo', ni idea tene' de minas.

Micaela agradeció a que el timbre sonará. Con enojo se dio la vuelta, con la intención de irse.

Antes de que lo logre el castaño la tomo del brazo izquierdo.

―Mañana te chapo toa' adelante de ella para que deje de jode' ―acaricio invasivamente la palma de la mano de Micaela.

―Hacelo ahora, cagon ―lo reto, exaltada por la reciente conversación.

El chico depósito un suave beso, hasta ese momento el más tierno y evidentemente menos lujurioso.

―Cuando quiera', con chaparte to' bien ―soltó su mano, para adentrarse a la construcción.

Y en su lugar dejo a una muy confundida chica. Si había algo para afirmar era eso mismo.

Le gustaba Danilo Sánchez, le encantaba, lo adoraba e imaginaba en cada instante. Y eso era lo peor, que lo quería aún después de todo. De como se trataban, de su relación. De su personalidad, y después de joderlo tanto lo había descubierto.

Se apresuró a entrar a la última clase del día, con la mente en cualquier lado y pensamientos intrusivos que revoloteaban por su cabeza.

Se sentó con agresividad en el banco y se aferró a su mochila, abrazándola de los nervios.

―¿Qué te pasa ahora? ―se animó a preguntar.

No obstante Micaela no se sentía lista para responderle. Básicamente no se sentía lista para socializar con él, para tener ni la más mínima interacción por simple confusión.

Sí, sabía que le gustaba Danilo. ¿Pero acaso eso estaba bien, qué debía hacer al respecto?

―Rubia ―le tiró del pelo, recibiendo sólo una mala mirada de reojo― bue', anda. ―dejo de intentar obtener su atención.

La clase dio su final y la ojiazul se desespero por salir de ese salón que tanto la sofocaba. Mejor dicho, sus pensamientos eran los encargados de sofocarla.

A la salida la muchacha se apuro a las corridas para llegar al lado de su mejor amigo, su mejor consejero hasta el momento.

―Che Carlos... ¿Danilo tiene algún problema en casa? ―preguntó en voz baja.

―¿Por? ―interrogó incómodo.

―Me acuerdo que le habia dicho a mi papá que no tenía papás o algo así ―dijo con naturalidad.

―¿QUÉ?, ¿CÓMO O POR QUÉ?, ¿TAN NORMAL LO DECIS?

―Onda mi papá lo estaba re obligando a hablar ―hizo memoria con esfuerzo― vos estabas, ¿no te acordas?

El contrario negó.

―Me da cosa tratarlo así, pero se la re busca ―se mordió su labio con frustración― bueno, chau Carlitos.

El nombrado se quedó estático, extrañado por la confianza de la chica al hablar de ese tema.

―Espera Mica, ¿por qué preguntas?

La nombrada se quedó pensativa.

―No sé, algo raro. Tranqui.

―¿Y qué es boluda, me ves cara de adivino? ―rió con diversión.

―Yyy... no, pero qué se yo. No me siento tan cómoda diciendo esto en voz alta, recién hoy me di cuenta que-

―Dale boluda, qué onda con él ―consulto, pues quería sacarle información para poder proporcionarsela a su amigo quien babeaba por ella.

―¡Porque me gusta, me encanta Danilo chabon, más obvio no puede ser! ―se harto de su insistencia.

―Yo solo te pregunte tres veces...

El moreno se quedó pálido, sin habla. No tenía la capacidad de articular ninguna palabra.

La ojiazul lanzó un grito ahogado y se fue, dejándolo inquieto.

―Le cuento esto a Danilo y llora ―suspiró, digiriendo la conversación que acababa de tener.

En mitad de la noche la femenina se había levantado dado a que todos sus pensamientos azotaban su mente, no le dejaban maquinar correctamente.

Volvió a dormir sin una pizca de paz, con la esperanza de que al despertar cada rastro de sus pensamientos se esfume. A pesar de ello no fue así, pues seguía muy confundia.

« ¿Cómo dejo de querer algo siendo que lo empecé a querer sin querer? »

Resoplo y fue a la escuela sin rechistar, en busca de respuestas a sus interminables dudas.

Pese a su creciente positividad el objetivo se encontraba ahí, sentadito detrás de ella con una tranquilidad sobrehumana.

―¿Loca estás bien? ―le pregunto cuando esta se sentó delante de él.

No le respondió más que con un susurro apenas audible. Tampoco de dirigió la palabra en todo el día.

―¿Se está haciendo la difici'?, porque me encanta de ella ―sonrió con picardia― va, no tanto ―ahora una mueca triste prevalecía en su rostro.

Durante la clase era bien sabido que el castaño se volvía loco lentamente. Le tiraba indirectas, insinuaciones, la golpeaba, le tiraba del pelo y bolitas de papel. Un papel que necesitaba ya que poco tenía por su situación económica, pero por la atención de la rubia hacia todo.

―Nene deja de molestarme ―rogó en voz alta, sin dignarse a mirarlo.

―¿Qué te pasa Micaela? ―no se atrevió a volver a dirigirle la palabra luego de conseguir el silencio mismo como respuesta.

―¿Y qué hago? ―lo interrumpió histerica.

―Háblale, como una persona normal. Declarate ―hizo referencia a su conversación con el chico, quien le preguntaba exactamente lo mismo.

Sin embargo la femenina no entendería la indirecta ya que no estaba presente en esa charla.

Carlos ahora se sentía responsable de juntarlos en silencio.

Paso otro día. Otro en el que lo rechazaba, lo ignoraba por puro caos mental. Pero él no sabía eso.

Pese a ello en el siguiente opto por lo mejor para ambos. O al menos para su salud mental, ya que había visto con sus propios ojos como el chico se desvanecía día y noche para poder interactuar con ella. Decidida camino en dirección al chico: lo encontró a la salida del colegio, pero no estaba solo.

En primera se encontraba sin compañía, pero en el mismo momento en que sus ojos se conectaron el castaño le pareció oportuno buscar a alguien en específico para más tarde acercarse.

No tardaron mucho en congeniar ambos cuerpos ajenos.

Los ojos de Micaela se cristalizaron ante la imagen delante de ella.

El chico que le gustaba besándose con la pelotuda que le causaba más inseguridades que la mierda.

Y lo peor de la situación resultaba en que los ojos de Danilo resaltaban su disfrute. Sin embargo distinto a como la chica se esperaria no estaba contento por besarse con aquella chica, si no porque finalmente la rubia que vivía en sus pensamientos le daba un mínimo de bola, ya que últimamente no dejaba de ignorarlo.

―¿Danilo? ―su voz se entrecortó.

―Ay dio', de vuelta jode esta gila ―se separó del beso de su enamorado― amea' superalo por dio'.

Sin pensarlo demasiado Micaela se acercó a quien le había hablado y se posiciono delante suyo.

―Mica-

―¿Qué dijiste gor? ―su voz desprendía amenaza.

En cuanto se atrevió a responderle la ojiazul se abalanzó hacia esta y le tironeo el pelo a gritos.

―¡Zorra de mierda! ―le tiraba de los mechones.

―¡AAAH SÓLTAME WACHINA! ―luchaba por su libertad.

―¡MICAELA! ―las separó con mucho esfuerzo.

―¡TE VOY A PEGA' UN TIRO FLAQUITA DE MIERDA QUE TE VO' A REVENTAR TODA LA CEBEZA!

El chico tomó la tomo de la mano y corrió hacia la calle. Estaba ayudándola a escapar. Los dos se metieron en una avenida sin salida, estaban acorralados. Mas nadie los estaba siguiendo, por lo que pudieron descansar un momento.

―Se hacia la picante pero no e' capaz de tocarte Mica, tranquila ―la abrazó y ejerció todas sus fuerzas, temiendo que se esfume otra vez de su día a día.

La cabeza de la muchacha quedaba por el pecho del contrario, por lo que la diferencia de altura era algo obvio en este momento.

Esta no se negó a abrazarlo, pero luego de un tiempo se separó.

―¿Qué pasó boba, por qué te separa'?

―Sos un pelotudo, Danilo. Eso.

―¿Qué necesita' para perdonarme, loquita?

La chica arrugó sus cejas y esbozó una sonrisa sarcástica.

Eso prendió tanto al chico que con desespero tomo la cintura de la chica y la acercó a él.

―Esto ―se puso de puntitas de pie y lo beso desaforadamente.

La mano del castaño fue a parar en el seno de la rubia.

Siempre tan caliente este chico.

―Ja, ta' nerviosa ―murmuró sobre sus labios, lo que provocó que la chica dude en callarlo a besos.

Lo alejó en un empujón.

―No te alejee', quería seguir dándote un besito...

―¿Sabes qué te quería decir? ―interpelo, algo frustrada por su fallida declaración.

―¿Qué, que tene' mejo' culo que la Agustina?, ya sé. Vo' lo tenes más suavecito y apachurrable.

―Para empezar ella ni culo tiene pajero del orto ―le dio un golpe en el hombro al oír sus palabras― y no, tarado, te iba a decir otra cosa.

Sus iris volvieron a lagrimear.

―Yo ya me informe de esto, vo' llora por eso que te paso la otra ve'. Cuando cagas rojo te pone sensible, me explico Marielina, la noviecita de Carlo'.

―Mariela ―corrigió ya harta.

Repentinamente le cayó un balde de agua fría. Se estaba besando con los mismo labios con los que Danilo se chapo a otra.

―¿Qué me quere' decir?

―Ahora nada, por boludo. Acordate de este momento y mejor olvídate de mí, idiota.

En realidad sus verdaderas intenciones estaban a punto de desbordarse. Quería confesarse y contarle su nuevo descubrimiento.

Le atraía el boludo de Danilo, es decir, él.

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