Luna Maldita

By celinewell_

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+18 «Mi príncipe azul es el villano» . . . Cuando una muchacha aparentemente herida, llega pidiendo ayuda en... More

Sinopsis 🐺
Capítulo 1 🐺
Capítulo 2 🐺
Capítulo 3 🐺
Capítulo 4 🐺
Capítulo 5 🐺
Capítulo 6 🐺
Capítulo 7 🐺
Capítulo 9 🐺
Capítulo 10 🐺
Capítulo 11 🐺
Capítulo 12 🐺
Capítulo 13 🐺
Capítulo 14 🐺
Capítulo 15 🐺

Capítulo 8 🐺

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By celinewell_

STELLA

Yo soy su princesa.

Ninguna princesa de hadas con cuatro pelos en la cabeza va a quitarme ese apodo en este lugar.

Que rabia, que maldita rabia siento en este momento. Lo único que puedo pensar es en Killian casándose con otra, es una imagen que se pasea por mi mente y no me gusta nada lo que siento. Estoy molesta de que se pueda casar con otra persona, ¿por qué? No lo sé. Ni siquiera lo conozco, pero la molestia se introduce en mi sistema.

Estoy decepcionada de que sea un mentiroso. Un real mentiroso que mintió, que me hizo creer que podría ayudarme. Que me hizo creer en una mínima posibilidad de tener una familia feliz. Que él podría ser el hombre que amaré toda mi vida...

¡Y todo eso es una mentira!

—¡Milady!

—¿Pero donde va? ¡Espere por favor!

Las empleadas me siguen el rastro mientras atravieso furiosa los arbustos, tiro de mi vestido para que la tarea de salir del jardín sea más sencilla. Toda la zona que rodea el palacio está amurallada, pero eso no quiere decir que el espacio sea pequeño, todo lo contrario. Hay miles de hectáreas alrededor. Yo necesito salir del jardín que decora la parte exterior del palacio.

Las ignoro y sigo con mi camino, en dirección a la pradera supuestamente donde están Killian y los soldados que entrenan. Trabajan en las nuevas tácticas para iniciar en el ejército de los guerreros reales.

Mis tacones se unen en la tierra verde, estoy aplastando algunas flores que florecen por culpa de mi rabia. El corsé me aprieta tanto, que puedo sentir como las varillas quieren robarme el oxígeno. Pero yo soy más tozuda, sigo andando a pesar de los gritos histéricos de las mujeres a los pies de la pradera. Me piden que pare, pero lo único que hacen mis piernas es avanzar.

—¡Killian! —lo llamo.

Una gota de agua cae en mi rostro. ¿Me meó un pajarito? Después me encargaré de ti, pajarito meon.

Cuando llego a lo alto de la pradera, escucho los gritos lejanos de los luchadores. Están en pleno entrenamiento, pero no me importa. Corro para llegar más rápido, mis piernas empiezan a entumecerse por la intensidad de mis movimientos.

Los soldados notan mi presencia enseguida, algunos dejan de hacer sus ejercicios y me observan mientras miro enojada hacia todos lados para ubicar al mentiroso. Me lo encuentro luchando con otro hombre, lo tiene atrapado por el cuello y su contrincante luce como si se fuera a morir. Sus brazos se llenan de venas fuertes, su cabello cae por su frente sudada. 

—¿Esa es la mierda que te enseñé? Parece que necesitas que te corte las pelotas. Vamos, lucha como un verdadero soldado antes de que...—los ojos marrones miel me abrasan cuando posa los ojos hacia mi —. Oh. Hola, princesa.

—Eres un maldito ogro mentiroso.

Una de su ceja negra se levanta mientras si víctima se remueve sin éxito de liberación.

—Vaya, la bonita está de buen humor esta tarde —bromea frunciendo los labios para que no se le escape una sonrisa.

Suelta al chico que tiene una expresión horrorizada y se acerca a mi.

—¿Por qué me mientes, Killian? —le cuestiono enojada —. Pensé que podía confiar en ti.

—Tal vez podrías refrescarme la memoria, porque no suelo mentir a las bonitas como tú —se distrae un momento observando mis pechos apretados por el corsé, me moja el labio inferior.

—Mentira.

Me atrapa la muñeca, se interpone en mi camino empujándome. Sus soldados nos están mirando, han parado de ejercitarse y ahora nos observan en silencio con la cabeza baja. Le deben tener mucho respeto, o miedo, porque nadie dice nada solo esperan instrucciones y se mantienen quietos.

—Vamos a un lugar más alejado —no lo pide, lo ordena.

—¿Crees que puedes darme órdenes después de tirarme más que mentiras a la cara? —le preguntó rabiosa.

—No me hables así delante de mis hombres, Stella —aprieta los dientes mientras lo dice.

No me muevo un solo centímetro cuando me empuja, solo me tambaleo, porque su cuerpo es enorme, el mío diminuto. Me aprieta los dedos de su mano en la cadera para agarrarme, creo que le encanta tenerme entre sus brazos para dominar mi cuerpo, para salvarme y consolarme.

—Yo te hablo como me da la gana.

Error.

Su expresión molesta se descompone en pedazos afilados que hacen que sus facciones se contraigan, su rostro se vuelve más aterrador y sus ojos más malvados. Killian quiere hacerme creer que es un buen chico, pero su verdadera naturaleza sale cuando eres valiente para alterarlo.

Me agarra posesivamente de las caderas para levantarme al cielo, caigo en sus hombros fuertes, me lleva sobre ellos mientras emito gritos de molestia y temor. Aprieta su agarre en uno de los muslos de mis piernas, mientras introduce sus manos en el vestido para que el agarre sea efectivo. Siento sus dedos en mi piel, lo siento con tanta intensidad, que me arde la sangre que corre por mis venas.

—Jamás vuelvas a hablarme de esa manera —amenaza con frialdad —. Jamas delante de gente que me respeta y teme.

Me transporta hasta un lugar más alejado, los soldados salen huyendo de la escena, algunos me lanzan miradas de compasión, otras de odio. Killian me baja de sus hombros, mi cuerpo se proyecta contra un árbol y se me escapa un gemido.

Noto sus dedos acariciarle la piel sensible de mi cuello, me está ahorcando mientras me inmoviliza contra un tronco lleno de hiedra que lo rodea. Mis pechos se inflan, quedan más visibles a su vista y más turgentes. Se le escapa un vistazo hasta ahí, vuelve a mirarme con esos ojos aún más furioso. Aprieta más el agarre de mi cuello.

—¿En que mentí? —masculla.

—Ya tienes una esposa con la que te casarás. ¿Por qué te burlas de mi y dices que será el padre de mi hijo? Pensaba que serías un hombre distinto, pensaba que podría confiar en ti. En serio lo pensaba, pero solo eres igual que los demás, Killian. No mereces nada de lo puedo darte.

—Tu vas a ser mi esposa —sube el agarre del cuello hasta mi quijada, me acaricia con su gran mano y se acerca con la boca entreabierta para dejar un beso en mi barbilla—. Y el bebé, nuestro hijo.

—No.

Con la mano que tiene libre, me levanta y me sube una pierna a su cadera. Me tambaleo, así que subí mi brazo a su cuello para sostenerme y acercarme más a él. Mis pechos chocan contra su pecho, están a punto de salirse del vestido y la piel le roza el torso desnudo. Puedo sentir su piel dura contra la mía, quiero morirme.

—Está decidido —declara —. Te casarás conmigo.

—¿Quién decidió eso?

—Yo.

—No tienes derecho a decidir nada.

Usa su lengua para lamer mi barbilla, acercándose al comienzo de mi labio interior. Hundo mis uñas en su hombro, cierro los ojos para controlar mi corazón que bombea con locura.

—Tengo ese derecho después de que te mirara por primera vez y decidiera que serías mía —confiesa.

—Jamás sería tuya.

Killian dirige su nariz hacia mi cuello, olfatea ruidosamente mi aroma acariciando con la punta de su nariz y sus labios el extremo de mi cuello. Empiezo a respirar con dificultad. ¿Que está haciéndome? ¿Y por que está gustándome? Me arrincona con toda la fuerza que posee, yo le rodeo una pierna con la cadera para mostrar también mi posesión.

—¿No?

Niego con la cabeza, su mano baja hasta mi cuello de nuevo, me hace caricias con el pulgar.

—Eres mía desde que decidiste poner un pie en mi palacio.

—No tuve opción.

—Voy a tener que domar esa boca venenosa pronto —manifiesta —. Mi princesa celosa.

—Doma la boca de tú otra princesa —suelto mi veneno.

—Nah, estoy obsesionado con esta princesa —deja un beso en mi mejilla, aprieta fuerte sus labios en mi rostro para hacerme gemir.

—¿Por eso te vas a casar con Amber? La princesa de las hadas o no sé qué demonios. Va a venir pronto aquí, el pacto que estábamos formando va a desaparecer porque estarás ocupado con ella. Eres un mentiroso, me hiciste ilusiones si ya estabas comprometido con...

La cara de Killian se restriega por mis pechos, pasea su lengua sobre ellos mojándolos y mojándome en otras partes más íntimas. Me quedo petrificada, hundiendo mis dedos en su cabello para tirar de él. Tenerlo ahí, sumergido como un maldito psicopata me pone mal. Pasa la lengua lentamente por el hueco apretado de mis tetas, por las curvas superiores y sube hasta las clavículas dejando besos cortos. Suelto un jadeo por la excitación.

—¿Qué haces?

—Qué venga quien quiera, nada de lo que he hablado contigo cambiará —asegura, muy ocupado dejando marcas de besos invisibles por mis hombros.

—Pero...

—Dime que quieres que te bese, y lo haré delante de todos para que sepan quien será mi verdadera mujer —me susurra subiendo lentamente a mi oído, tomándose su tiempo para deleitarse con su toque.

Me está matando.

—No entiendo, Killian —confieso, con la voz entrecortada por el efecto que tiene sobre mi.

Jamás había sentido unas caricias tan ardientes como las de este hombre. Podría estar horas disfrutando de ellas, son sanadoras y arrebatadoras. Tan adictivas.

—Qué mi única princesa eres tú —me susurra a centímetros de mis labios, puedo sentir su cálido aliento acariciar mi boca—. Qué me está matando no besarte como un jodido animal. Qué me viene importando un carajo cualquier mujer que no seas tú.

No sé lo que hago.

Ni siquiera sé, si estoy haciendo lo correcto.

Ni si tampoco me voy a arrepentir.

Las puntas de mis dedos conducen su mandíbula a una dirección en la que pueda alcanzar su boca, lo abrazo por los hombros, me impulso para atrapo sus labios con los míos. Al segundo de empezar a mover mis labios para besarlo, él me empuja contra el árbol y arrasa con mi boca. Me besa como si hubiera esperado una vida entera para hacerlo, le sigo su beso tan agresivo, porque me encanta la manera en la que maltrata mi boca. La manera que altera mi corazón con cada lamida.

Su lengua quiere jugar con la mía, lame cada centímetro de mi boca y sonrío por su movimiento. Aprovecha para introducir la lengua dentro, me embiste, me posee. Su mano está apresando en mi cadera, la otra apartando los rizos de mi rostro mientras la descansa en mi mejilla.

—¿Vas a ser mía?

—Jamás —gimo contra su labios —Jamás seré tuya.

Captura mi labio inferior y lo muerde, me quejo arañándole el cuello.

—Tienes unas uñas muy afiladas, espero que me marques con ellas.

—¿Dónde quieres que te marque?

—En la polla, por favor —murmura, fingiendo inocencia.

Me encargo de lamer su labio inferior, no me deja hacer mucho más porque ya está sobre mi comiéndome la boca como un salvaje. Se me escapa una risita mientras intento seguirle el ritmo, me abraza por la cintura y me protege con su cuerpo, ya que algunas gotas de lluvia esta cayendo sobre nosotros. Aferro mis piernas a sus caderas, lo atraigo a mi tirándole del cielo. Necesito que esté más cerca, necesito que esta llama que me consume se apagué.

—¿Notas todo esto, Stella?

Estoy con los ojos cerrados, besando sus labios mientras habla. Acarició la sombra de su barba, sintiendo los detalles de la cicatriz que le surca de un lado de la cara.

—Haces que vuelva a querer vivir, Killian.

—Y tú haces que quiera morir por ti, Stella.

Le dedico una sonrisa, abro los ojos porque los he cerrado por los besos. Me está mirando la boca como si fuera ahí estuviera pasando algo maravilloso.

—Hazlo otra vez —me pide.

—¿El que? —frunzo el ceño.

—Sonreír.

Se separa de mi retrocediendo, la lluvia le cae agresivamente cuando sale de la protección que dan las ramas pobladas del árbol. Lo sigo porque no estoy dispuesta a parar, mi cabello se moja y las gotas de resbalan por el canalillo de mis pechos. Ambos nos miramos a la misma vez, estamos en medio de una tormenta, porque los truenos atraviesan el cielo, pero nosotros nos impulsamos para volver a besarnos.

Es tan brutal el movimiento, que terminamos enredados en el suelo. Se pone encima de mi para que la lluvia no me golpee, ver si cara mojada, los labios rojos por los besos y la manera en la que el flequillo gotea me hace sentir cosas nuevas en mi interior, exactamente entre mis piernas.

Nos llenamos de barro mientras nos besamos, mientras nos consumimos debajo de una tempestad. Me aferro a él y a sus besos, porque me llevan a un paraíso lleno de felicidad. Me besa por todas partes, desliza la lengua por mi cuello atrapando las gotas de lluvia y las gotas que se esconden entre mis senos. Me los aprieta sonriendo como un condenado, metiendo sus dedos entre el corsé. Sus manos se sienten frías, pero el contraste con mi piel caliente, hace que las chipas de mi cordura se desvanezcan.

Estoy disfrutando de su sensación.

Cuando el sonido alarma nos pone en alerta.

Y entonces el verdadero caos comienza.

🐺

Pero que está pasando ahora, por Dios. Ay, es que se me ocurre cada giro inesperado. Jejeje.

Hagan sus apuestas, que creen que va a pasar.

Miren, yo les digo una cosa. Estaría escribiendo toda mi vida como Stella y Killian se comen. Necesito varias escenas bien calientes de ellos, así que esto es un buen comienzo. Ya era hora de que pasara, si lo digo. Dormiré muy a gusto hoy sabiendo que HUBO BESO AAAAS Y QUE BESO.

Espero que este pequeño especial de San Valentín les haya emocionado, que fabuloso iniciar con la tanda de besos en un día así.

No se olviden de seguirme en mis redes sociales, porque suelto muchos spoilers e imágenes de la historia. Además, podemos chismear un poco.

¡Nos vemos pronto!

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