DERNIรˆRE DANSE , neuvillette.

By keeishi

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DERNIรˆRE DANSE
โ €โ €PRร‰FACE
โ €โ €deux.

โ €โ €un.

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By keeishi

DERNIÈRE DANSE ₊˚★ | chapitre un.

. . . my last act of love
─ Sylvia Plath.

"Véngame"

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀RESONABA EN SU CABEZA UNA Y OTRA VEZ, como un mantra o un cántico. Las mismas siete letras eran coreadas por aquella voz en su cabeza, suave como una flor, pero potente como una viva llama ardiente. Su cabello rojo ondeaba en su inconsciente y por mucho que quisiese su rostro siempre estaba oculto, mas su lamento era todo lo que llenaba sus sueños, los deseos de venganza era su única ambición, el relevo que habían puesto en ella.

⠀⠀──¡Lefebvre! Si no sales ya te puedes ir olvidando de volver a ver la luz del sol ──gritaron desde el otro lado de la puerta.

⠀Ghyslaine terminó de meter sus cosas en su saco y de aprocharse su corto vestido marrón, manchado de aceite en los bajos. Entonces se dio la vuelta mirando por última vez a la persona que la acompañaba en su celda.

⠀⠀──Ghyslaine, no te olvides ──le dijo el hombre levantándose de la cama, arreglando su camisa ──, y tampoco te olvides de nosotros.

⠀Asintió con la cabeza en alto y agarrando su bolsa con fuerza salió de la celda, cambiando su rostro sereno por una sonrisa de oreja a oreja. Esperaba ver a Philippe, el guardia que se encargaba de su ala y con el que algunas noches hablaba, pero para su sorpresa, aquel día era el mismo Wriothesley quien estaba frente a su puerta.

⠀⠀──Que honor que el mismísimo Alcaide venga a despedirme ──dijo soltando una carcajada hueca ──. Al final me echarás de menos y todo.

⠀Comenzó a andar hacia la salida del Fuerte Merópide, pasando al moreno quien suspiró siguiéndola.

⠀⠀──Difícil de creer que consiguieses reducir tu condena ──llegó a su altura, caminando junto a ella ──. Esperaba ver como la rabia y la impotencia te consumía aquí dentro,  aunque has cambiado y esos robotitos tuyos me han hecho ganar más dinero, que menos que acompañarte a la puerta.

⠀Ghyslaine sonrió orgullosa ante el reconocimiento de su trabajo y tras haber hecho el papeleo se giró por última vez hacia Wriothesley, antes de montarse en el ascensor. Sus labios se movieron sin emitir sonido, dedicándole unas últimas palabras antes de que las puertas se cerrasen.

⠀Aguarriba su cabello castaño parecía haber recuperado su color, pero sus brillantes ojos verdes dolían ante la repentina luz solar del atardecer. En el Fuerte siquiera sabía qué día era, qué hora era, quién entraba o quién salía, allí dentro no sabía nada y tampoco había nada, mas fuera todo parecía cobrar sentido. El sonido del agua llenaba su cabeza, apagando las voces, los sentimientos, el miedo; cuando escuchaba las olas romper en la orilla no había nada más.

⠀Se acomodó el saco a la espalda, se subió la falda y se acercó a la orilla sin importar que sus zapatos se mojaran. Se sentía ligera como las gaviotas que descendía su vuelo y se posaban sobre el agua, pero Ghyslaine era elegante como una garza. Bailaba en la orilla del mar, al son se las olas y con el sol de testigo. Estiraba los brazos y no había nada que le estorpeciese el paso, no habían paredes, no había techo, no había gente, no había nada que la contuviese, era libre o eso era lo que le gustaría clamar a los cuatro vientos.

⠀⠀──Lefevbre, al final nos conocemos.

⠀El agua había subido hacia sus rodillas y la punta del cabello casi se le mojaba con el vaivén de las olas. El sol había desaparecido tras la elegante Fontaine y las estrellas comenzaban a brillar, duplicándose en el reflejo del mar.

⠀⠀──Debes de ser Cornelia.

⠀Su tono de voz era serio, toda la alegría de la que había podio gozar hace unos instantes había desaparecido cuando vio a aquella mujer rubia frente a ella, sosteniendo dos maletas, una en cada mano. La mujer asintió y sin más respuestas comenzó a andar hacia la reciente dormida Fontaine.

⠀El camino era tan silencioso como la misma noche, ninguna de las dos hablaba y solo se oía el murmullo de la fuente y los pasos sobre los adoquines. Ghyslaine acababa de salir de prisión y sentía que estaba cometiendo un hurto, colándose en la ciudad cuando todo el mundo dormía, despertándose cuando nadie miraba y mezclándose entre las personas. Incluso cuando esa siempre había sido su vida sentía que ya no pertenecía ahí, no era su lugar, era un ser externo a todo.

⠀⠀──Es aquí ──Cornelia se detuvo de pronto frente a una puerta, dejando las maletas en el suelo para entregarle un manojo de llaves ──. Es el ático, ya han traído todas las cosas de tu taller. Si te descubren ve a esta dirección ──acto seguido le entregó un trozo de papel doblado.

⠀Lefevbre tomó nota mental de todo aquello y una vez tomó las llaves ya no había nada que mantuviese allí a Cornelia que, sin mediar más palabra, se marchó calle arriba, perdiéndose en la sutil bruma de la noche. 

⠀Las maletas arrastrándose eran lo único que se oía en la escalera de aquel complejo de apartamentos, mas el sonido cesó cuando Ghyslaine llegó a la tercera planta, la cual correspondía al ático. No había más puertas en aquel diminuto rellano, así que no tenía más tiempo que perder y sacando la llave del bolsillo abrió la puerta, siendo recibida por el más pesado silencio. La luz que provenía del exterior era suficiente para iluminar todo el apartamento, de tipo estudio con los muebles justos. Efectivamente, tal y como Cornelia había dicho, sobre una mesa frente a una gran ventana había tres bolsas con piezas mecánicas, una caja de herramientas y una cabeza de mecagendarme que actuaba como pisapapeles al estar sobre una gran montaña de carpetas y láminas sueltas, todo aquello venía de su taller y no pudo evitar sentir cierta nostalgia y malestar. 

⠀Se acercó hacia la superficie tras cerrar y dejar caer las maletas frente a la puerta. Sus finos dedos repasaron todos los relieves y salientes, examinó las bolsas, la caja y ojeó los planos de construcción, los bocetos, las fórmulas...Todo su trabajo estaba allí e incluso aquellas puntas de ballet, desgastadas de tela negra, las mismas que agarró con ambas manos para observarlas bien y después arrojó con fuerza contra una esquina del apartamento, desapareciendo de su vista. Bastaron esas zapatillas para hacer que su sangre se enfriase y sus pensamientos se organizasen, estaba allí por un motivo y debía de cumplirlo.

⠀Ojeó por la ventana: justo enfrente se encontraba el Café Lutecia y, al lado, las escaleras que descendían hacia el Río Ceniciento, aquel insólito lugar al que siempre llamó hogar. Entonces se puso de nuevo la chaqueta, los zapatos, su bolsa de tela y se dispuso a ir hacia aquellas escaleras, tenía que hacer una visita a casa. El Río Ceniciento era todo lo contrario a la Corte, era ruidoso aún a aquellas horas de la noche, la gente alzaba la voz, las armas resonaban contra las mesas de madera, los niños lloraban y los lagartos correteaban sobre las planchas de hojalata. Las personas que veían a Ghyslaine lo hacían con sorpresa e incredulidad, unos saludaban; otros las ignoraban y, en el peor de los casos, escupían al suelo antes de que pasara. Nada allí abajo había cambiado, todo se pudría igual y eso la enrabiaba; siete años había pasado en prisión, siete años lejos de la vida y la sociedad, siete años ahogándose en la más absoluta miseria y regresaba con la esperanza de ver un cambio, pero parecía ser una añoranza demasiado compleja.

⠀⠀──Me alegra verte por aquí ──exclamó Tétreaux cuando la vio entrar al L'Or Noir.

⠀⠀──Pareces ser el único que lo hace ──esbozó una sonrisa dejándose caer en uno de los taburetes de la barra.

⠀Antes de terminar de sentarse Tétreaux ya le tenía preparada su bebida de siempre, la sorprendía que tras tantos años aún se acordara y eso le daban ganas de llorar. Ghyslaine era capaz de echarse a llorar en la barra de aquel bar, sin importar quien mirase o escuchase. Aquel cantinero parecía ser la única persona que se alegraba de su presencia desde los últimos siete años cuando todo cambió; sin embargo, en vez de echarse a llorar, se bebió el contenido del vaso de un sorbo y lo extendió para que se lo rellenase.

⠀⠀──¿No ibas para diez años? ──preguntó el cantinero mientras le rellenaba la copa ──. Sabes, Faustier también regresó hace unos meses, aunque está bastante cambiado.

⠀⠀──El mismísimo Alcaide me la ha reducido por hacerle unos trabajillos. Fuerte Merópide es un lugar completamente distinto, allí todo vale ──repitió la misma acción con la nueva copa ──. Con quién crees que estuvo Faustier peleando, parece que no me conoces ──respondió riéndose.

⠀⠀──Espero que con trabajillos te refieras a los meca ──contestó mientras se daba la vuelta hacia el estante de botellas, sacando una nueva junto a otro vaso para servirse él ──. El que nos diseñaste para Spina di Rosula ha interceptado ya varias diligencias cargadas de sinte, deberías de pasarte a echarle un vistazo cuando puedas y a ver a Navia también, seguro que se alegrará de verte.

⠀⠀──Ya dejé ese otro mundo... ──su tono de voz se apagó sutilmente y su mirada estaba fija en el hielo en el fondo de su bebida ──. He ayudado con una nueva generación de mecagendarmes más independientes y duraderos, además he descubierto como reutilizar piezas viejas, lo cual ha hecho que el Duque gane más dinero y yo también, así que échanos otra copa que pago yo.

⠀Echaba de menos la sensación de ardor que el alcohol dejaba al bajar por su garganta junto al amargo del limón que remojaba sus labios. Estuvo allí un par de horas riendo y hablando con Tétreaux, poniéndose al día de lo que había sucedido en su ausencia: la profecía, las chicas desaparecidas, los juicios sin sentido y los espectáculos en los que esto se convertían; oía también sobre la vida de la corte y los jóvenes refinados que bajaban hasta el Río Ceniciento haciéndose los valientes, estafando a aquella pobre gente.

⠀⠀──Como sigas hablándome de eso la copa se me va a volver agria ──aquellas pésimas noticias no hacían más que desanimarla ──. Y como siga bebiendo voy a quedarme igual. Ha sido un placer verte esta noche, Tétreaux.

⠀⠀──Espero que pases más por aquí, siempre tendrás un hogar al que volver mientras nosotros estemos aquí, ¿de acuerdo?

⠀Ghyslaine sonrió, era una sonrisa natural y sincera, genuina, una sonrisa que no dedicaba en mucho tiempo, tal vez ya no se sentía tan fuera de lugar.

⠀Se levantó haciendo un crujir su cuerpo y despidiéndose con un asentimiento de cabeza abandonó el L'Or Noir. Sus zapatos desgastados apenas hacían ruido sobre las planchas metálicas y el poco que podían hacer era silenciado por el ruido que hacía el agua de aquellas malolientes alcantarillas, solo la más absoluta miseria tenía cabida en un lugar como aquel. Antes de volver al ático hizo una parada en aquel puesto donde cierta exmarine le sonreía mientras la veía acercarse.

⠀⠀──Ya pensaba que te estabas olvidando de mi ──dijo Crossa acomodándose sobre su taburete.

⠀⠀──Zion te tiene alta estima, no podría hacer eso ──sacó de su bolsa un pequeño saco rebosante de mora que dejó sobre las cajas de madera que hacían de mostrador.

⠀Crossa tomó el dinero y a cambio dejó un sobre del mismo tamaño de un folio junto a un manojo de llaves ──. No sabes cuanto me ha costado convencer Potier de que hiciese las llaves, es un hueso duro de roer.

⠀⠀──Prometo que Zion ha dejado un extra por inconvenientes, gracias Crossa.

⠀Tomó el sobre junto a las llaves y finalmente estaba lista para subir de nuevo a la Corte, donde se llevó la sorpresa de que seguía siendo de noche, así que se dirigió directamente al ático donde se preparó un baño caliente junto a una copa de vino. Echaba de menos los relajantes baños calientes, más que la buena comida o una buena copa de alcohol.

⠀Sumergió la cabeza dentro del agua dejando salir el aire lentamente. Su mente estaba revuelta, a veces se le venía la imagen de su padre, el disparo que resonó en el aire aquel día, su error, su juicio, su sentencia, su condena...Ahora estaba fuera y todo volvía a hacerse presente, Aguabajo quién eras no importaba, te volvías uno más, te moldeabas como el hierro bajo la presión. Sacó la cabeza del agua tomando una gran bocanada de aire y se recostó contra las paredes de la bañera, observando fijamente aquel sobre aún cerrado que descansaba bajo la copa de vino, sobre una mesa junto a la bañera.

⠀Dudosa estiró la mano y abrió el sobre sacando su contenido, papeles, cartas, panfletos, recortes de periódico, fotos.

⠀⠀──Así que Neuvillette...

© KEEISHI, 2O24

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