You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

Glaseado

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By PapasConChedd4r


Mes 6.

Asmodeus pensó racionalmente, como cualquier otro pecado o miembro de la realeza. Las otras razas no marcaban su historia o siquiera podían dejar huellas en sus recuerdos porque eran insignificantes. Entonces, bajo ese patrón, debía olvidar a Fizzarolli muy rápido. En cuestión de días.

Sin embargo, allí estaba él: tirado en la cama debajo de una frazada gigante, preguntándose que fue lo que hizo mal desde hacía dos meses. No podía dejar de pensar en el cachorro. Quiso creer que era porque Fizzarolli lo lastimó y eso lo volvía significativo, pero no estaba seguro. Siendo consciente del poco tiempo que hablaron, pensaba en él de la misma manera e igual de intenso incluso antes de pelear.

Ozzie se desinfló dentro de las sábanas, estaba disgustado consigo mismo. Fue la primera vez que pensó que había algo raro en la situación. Se sentía diferente, no se sentía bien. ¿Habría alguna clase de pieza defectuosa en su persona? Asmodeus no había establecido ninguna clase de lazo con ese imp, nada. Solo pensaba quedarse porque lo quería cuidar. No lo veía como un juguete y tampoco como un igual. No entendía qué era lo que le estaba obsesionando tanto de él.

"¿Por qué no puedo quitarlo de mi mente?"

Recordó esa linda sonrisa y sus ojos llenos de ilusión al caminar. Sus sentimiento puros fluir. ¿Cuándo fue la última vez que había presenciado emociones nobles en el infierno? El imp era único en su especie sin lugar a dudas, pero aún así, no había razones. Lo alejó y fue un maldito y un malagradecido. Pero no podía enojarse, solo sentirte deprimido por haber sido apartado tan bruscamente.

Quería verlo.

Asmodeus se levantó y dejó un rastro de fuego por su camino en la habitación. Quería verlo luego de dos meses de haberlo dejado. Tal vez ya no lo odiaba, tal vez se había arrepentido o simplemente ya no lo consideraba alguien malo. Estaba siendo un estúpido por no alejarse y no rendirse ante sus claras negativas. No obstante, no podía ceder a su discurso de querer quedarse solo para no volver a ser lastimado.

Era ridículo, eso lo enfermaba. Quedarse solo no era la solución y a veces era necesario tener a otros y necesitarlos para progresar.

Esa mañana llegó nuevamente a la clínica en su costosa limusina. Descendió y recorrió los pasillos de su establecimiento. Cuando pudo entrar a la oficina principal de los clínicos, solo se encontró con la jefa de enfermería. La súcubo se sorprendió al girar y encontrarse con el pecado capital, ya que había estado ausente por dos meses.

—¿Cómo está el paciente de la habitación seis? —carajo, Asmodeus no controló su ansiedad. Fue directo al grano, ni siquiera saludó. Su rostro oscuro y preocupado se dirigió a la mujer.

La enfermera súcubo sabía que estaba allí por eso, no se escandalizó. Revisó algunos informes, los cuales estaba apilando entre sus brazos y los leyó con detenimiento. Formó una mueca de inseguridad, como si tuviera miedo de comunicar malas noticias.

Aquel simple gesto solo hizo que Ozzie se estremeciera del miedo por un micro segundo. ¿Qué tanto podía había haber empeorado Fizzarolli en ese tiempo?

—Regular... —la mujer joven agitó sus alas con nerviosismo, debía ablandar el comunicado para que el pecado no quemara la mitad del hospital con sus llamas—  Sus piernas no han estado muy bien últimamente. Su cuerpo está un poco débil a diferencia de sus primeras semanas de rehabilitación. De todas maneras, es algo que esperábamos, no es nada imprevisto ya que una recuperación lineal era imposible en sus condiciones.

La lujuria se petrificó. Conocía a los súcubos de su clínica y conocía a la perfección su manera de hablar, temerosa y cuidadosa para que no se enfadara. Por consiguiente, sabía que estaba siendo suave y no le estaba diciendo la verdad de forma contundente para no alterarlo. Debía ser peor de lo que decía.

—Se esfuerza mucho por caminar, pero su progreso está estancado —la chica lo observó temerosa desde abajo, intentando sonar lo más convincente posible como si todo estuviera siguiendo el plan y nada fuera tan grave— Le es muy difícil porque sus brazos aún no son muy estables para sostenerse y eso desequilibra el resto de su cuerpo. Además, está semana sus prótesis han sido rechazadas al menos dos veces y tuvimos que hacer unos cambios y ajustes de emergencia. Ahora mismo está estable, pero ha pasado algunos días realmente duros.

Asmodeus se retiró de la habitación. No había tiempo para enojarse o cuestionar el trato que le pudieron dar en todo ese tiempo. Solo quería verlo. Quería ver a Fizzarolli y saber por su propia cuenta cuál era su real estado.

Ya no quería leer informes o que cualquier otro se lo dijera. Ya no quería volver a alejarse aunque Fizz se lo gritara en la cara. Necesitaba estar ahí para poder controlar todo. Todo su progreso pendía de un hilo y, ante el más mínimo desbalance, se perdía. Y no estaba seguro de cuántas recaídas podría soportar su cuerpo en su delicado estado de salud.

—¿Fizzarolli? —abrió la puerta de su habitación con una desesperación que no quiso reconocer.

Se encontró con aquella vista que tanto temió ver. Aquel pequeño cuerpo acurrucado sobre su cama y cubierto por gruesas sábanas. Fizz no se movió ni un poco al escuchar la puerta abrirse. Mantuvo sus ojos cerrados, intentando dormir inútilmente.

Ozzie entró y cerró la puerta. Sus grandes ojos luminosos se enfocaron en la apariencia del pequeño. Fue como temió... Se veía casi en las deplorables condiciones en las que ingresó en su clínica hacía casi medio año. Había más cables conectados en él, las intravenosas volvieron, aquellos sueros que lo ayudaban a nutrirse.

Había hecho muchos avances cuando Asmodeus estaba presente, pero había desmejorado y recaído en ese corto tiempo. El pecado se sentó a su lado, sabía que era imposible recuperarse de forma rápida y lineal, era muy consciente de que caería muchas veces, pero jamás pensó que le resultaría tan angustiante verlo así otra vez.

Por otra parte, Fizz abrió un poco sus ojos y reconoció la figura de Ozzie a su lado. Sus ojos eran tan grises, como si ya no tuvieran vida. Estaba muy cansado, fueron días demasiado agotadores. Había tenido días así a pocos meses del incidente, pero ya no se sentía con tanta fuerza como para resisirlo. Todo era doloroso, todo era largo y duradero. Ya no recordaba los momentos en los que vivía sin sentir tanto dolor.

Hizo un leve contacto visual con el pecado antes de volver a cerrar sus ojos con debilidad.

¿Por qué estaba allí? Asmodeus rompió su palabra. Dijo que vendría siempre y que cuidaría de que nadie lo lastimara. Francamente jamás creyó en eso, así que no le afectó. Sin embargo, que volviera de la nada le resultaba muy extraño.

Fizzarolli sabía que estaba en una mala racha, y el ser consciente de eso lo estaba deprimiendo. Estaba preocupado por no avanzar ya que tenía un límite de tiempo y se sentía muy afectado por tener que atravesar esa dura recaída.

Su cuerpo no tenía fuerzas. Levantarse costaba el doble, sufrir de fiebre todas las noches no lo ayudaba y solo hacía que se debilitara aún más todos los días. Estaba muy triste, se sentía muy muy decaído. Por alguna razón, esa angustia lo estaba paralizando y no lo dejaba avanzar. Y si seguía así, no sabría si podría hacerlo.

El imp se dejó llevar por ese pensamiento realista. Estaba peleando contra un estado que no sabía si podría remediar. A veces solo quería rendirse... Su recuperación no estaba garantizada y se preguntaba si sufrir tanto valía la pena. De cualquier forma, si no se levantaba rápido, Mammon lo asesinaría porque no era tan importante realmente. Y si no lo satisfacía, también sería arrojado a la basura.

—Queria disculparme por haberme enojado la última vez que nos vimos y por haberte dicho tantas cosas... malas —Ozz torció una mueca de arrepentimiento, ya que no podía sacarse de la mente su última discusión.

Fizz lo escuchó con claridad. Honestamente, tenía tanta mierda en la cabeza que no consideraba a Asmodeus algo relevante. Era la menor de sus preocupaciones. Con algo de esfuerzo, intentó tranquilizarse y tomar asiento en su lugar. Fizzarolli se apoyó contra el respaldo de la camilla y, con sus manos inestables, se comunicó con mucha lentitud hacia él.

Ni siquiera lo recuerdo.

Asmodeus se sintió avergonzado. Le estaba poniendo un gran peso a cualquier cosa que le dijera el contrario y le daba un millón de vueltas sin poder soltarlo. Entendió que para Fizzarolli, sus palabras o intervenciones no le eran trascendentes. Ozzie era insignificante para él. No fue solo vergüenza, ese golpe también le dolió.

—Si... Supongo que no fue importante para ti —le dijo en un tono arrepentido, porque él si consideraba valiosa cualquier cosa que involucrara al imp—. Has pasado por semanas muy duras, tu mente debe estar concentrada en eso.

Volvió a mirar esos ojos vacíos en Fizzarolli, nublados por el pesimismo y la tristeza. El imp no volvió a mirarlo directamente, se quedó quieto. Asmodeus analizó con más detenimiento su cuerpo, sus huesos se marcaban aún más y su rostro se veía más agotado que nunca. Sus ojeras era negras y acompañaban la infelicidad que desprendía su cuerpo a la par.

—¿Has dormido algo este tiempo?... Te ves cansado —a esa altura de las cosas, Ozzie tenía miedo de preguntar. Quería ayudarlo, pero no sabía cómo. Formó una mueca de pesadumbre, debía construir nuevamente un camino para poder llegar a él al menos un poco.

Fizz estaba sumergido en esa depresión que se lo estaba comiendo. Ni siquiera escuchó a Asmodeus o notó su preocupación. Respondió sin fuerzas de poder desarrollar mucho más.

Estoy bien.

—No pregunté eso —Ozzie se alteró en un mal sentido, ya que no quería seguir hablando con un puto zombie. Le sujetó el rostro, le alzó el mentón y lo obligó a mirarlo de una forma absurdamente brusca— Quiero saber si duermes. Has tenido fiebre alta estos últimos días por las noches según los informes. Te ves... Te ves muy mal.

Asmodeus sintió un horrible nudo de angustia en su garganta, casi como si quiera llorar. Era terrible verlo rendirse... Si dejaba de esforzarse y perdía el brillo de la vida, si se dejaba vencer y no volvía a pelear por seguir vivo, Fizzarolli moriría sin dudarlo. Solo tenía su voluntad, esa había sido su única protección desde el primer momento. Y si la perdía, no habría manera de sobrevivir en su estado.

El pensamiento lo angustió y lo sacudió de formas que no sabía que podía sentir. Ozzie contempló ese rostro demacrado y roto. Fizzarolli no sé inmutó ante su llamado de atención, no se alteró ni se movió. Dejó que lo sujetara fuerte y no luchó contra eso porque no tenía la fuerza. Observó a Asmodeus a los ojos, sin un mínimo rastro de luz en ellos.

—Ven conmigo —el pecado ya no pudo soportarlo. Se levantó, desplegó sus polvos azules contra el cuerpo de Fizzarolli, los cuales no eran ofensivos, y le quitó los cables conectados a su piel sin proporcionarle dolor. Luego, lo alzó entre sus brazos y se lo llevó fuera de la habitación.

En ese momento, Fizzarolli reaccionó. Se aferró inconsciente a ese cuerpo y sintió su corazón bombear muy fuerte por el miedo. ¿Estaba enojado? ¿Iba a castigarlo por no avanzar? ¿Iba a lastimarlo aún más de lo que ya estaba?

Un millón de pensamientos fatalistas lo invadieron. Tembló con mucho terror. Era un pecado después de todo... Y era muy fuerte.

Ambos entraron a la sala de rehabilitación, para sorpresa de Fizzarolli. Ozzie aseguró las puertas con el solo despliegue de sus polvos cargados en magia. Cuando estuvieron solos, se deslizó hacia el segmento de las barras de metal y disminuyó un poco el tamaño de su cuerpo. Sostuvo el cuerpo de Fizz entre sus manos, lo tomó por su cintura y lo ayudó a permanecer de pie y no caerse. El imp lo miraba con ojos atónitos, no esperando nada de lo que pasaba.

—Pudiste pararte conmigo y dar varios pasos, estabas mejorando cuando estaba aquí —le dijo el pecado con una voz firme y profunda, ya que creía conocer la razón por la cual había recaído de una forma tan violenta—. Vamos a intentarlo otra vez. No creo que tu progreso esté estancado, es una cuestión de comunicación con tu ayudante —le adivirtió—. Necesitas un vínculo, eso te estimula, eso te sana.

Asmodeus lo sabía. Fizzarolli estaba muy deprimido. Carajo, ¿cómo no estarlo? No tenía a nadie y Mammon brillaba por su ausencia. Y por lo poco que lo conocía, era muy sensible... Lloraba con facilidad y su mirada se llenaba de ilusión ante pequeños avances, como poder decir palabras o dar pasos. Necesitaba un apoyo real y sincero, alguien que estuviera siempre y lo alentara a mejorar.

Era muy fuerte y tenía determinación, solo debía hacer que esas cualidades renacieran. Él le falló, le dijo que estaría para él y se alejó cuando se sintió herido. Pero jamás lo volvería a hacer. Tal vez Fizz nunca lo reconocería, pero sabía que prefería su compañía antes de estar solo.

—No te dejaré caer, sabes que no miento —lo acomodó en las barras, aún sosteniendo su cuerpo y preparándolo— Solo en este preciso instante y únicamente ahora, intenta confiar en mi.

Fizzarolli sintió de nuevo esa chispa. Ignoró el dolor que emergía de sus prótesis y palpó la conexión entre ambos que alguna vez sintió cuando pudo caminar por primera vez en esa clínica. Se aferró fuerte a los barandales de metal y borró su mirada retraída y acongojada hacia Asmodeus. Quiso hacerlo, confiar en que no dejaría que se lastimara. Algo dentro de su pecho cambió, esa clase de palabras y motivación le dieron un objetivo. Quería sentir esa fuerza siempre. Era fugaz, pero la necesitaba.

Cuando, poco a poco, Ozzie lo soltó, cerró sus ojos y se sostuvo con todas sus fuerzas. Empezó a caminar sin dejar de sujetar su sostén, cada paso era lento y descuidado, pero podía avanzar. Quería dar algunos pasos sin sostenerse, incluso comenzó a soltarse. Pero su cuerpo perdió todas sus fuerzas, su vista se nubló por completo y se desplomó sin poder evitarlo.

Ozzie lo atrapó entre sus brazos, lo apegó a su pecho y se convirtió en su pilar. El pequeño estaba agitado, fue un gran esfuerzo físico. Había notado que había perdido el miedo a caer y herirse, pero su cuerpo no acompañaba ese avance y eso debía frustrarlo.

—Lo hiciste bien. Eres muy fuerte —acarició el costado de su rostro con la palma de su mano, lo acunó entre sus fuertes brazos y quiso darle cariño. Sin embargo, Fizzarolli se retorció en dolor y cerró sus ojos mientras sus párpados temblaban. Dolía demasiado... Todo dolía demasiado.

—¿Qué sucede? —Asmodeus se asustó, el pequeño cuerpo sufría leves espasmos involuntarios y musculares— Fizzarolli... Por favor... ¿Qué es lo que pasa? Tienes que decírmelo de cualquier forma.

De llenó de desesperación, comenzó a revisar las prótesis pero no podía saber exactamente de donde provenía ese sufrimiento. Pensó que el imp no sé lo indicaría, pero para su sorpresa, Fizzarolli se cubrió el hombro derecho y gimió muy afectado. Todo provenía de ahí, sus nervios aún no podían soportar los implantes en una de las zonas más dañadas luego de la explosión.

—Entiendo, no son las piernas. Es bueno que me lo digas —Asmodeus lo levantó entre sus brazos y lo cargó hasta su habitación con demasiada prisa—. Puedo trabajar en esto si me lo dices.

Lo recostó sobre la cama de su habitación. Podía hacer el procedimiento por si mismo, esas prótesis nuevas estaban más arraigadas a la profundidad de sus nervios para poder accionar la movilidad de brazos y manos. Abrió un cajón, sacó un largo cuchillo y lo sujetó con la mano.

Fizzarolli abrió sus ojos absolutamente horrorizado al ver el filo del cuchillo y retrocedió violentamente comenzando a largar lágrimas sin control. Chocó contra el respaldo de la cama y sollozó fuerte, totalmente en pánico al ver al pecado sostener la afilada arma. Cualquiera cosa que hiciera lo lastimaría y le dolería como el infierno.

—Tranquilo, tranquilo, hey... —Ozzie reaccionó ante su inminente miedo.

Bajó el cuchillo y lo abrazó...

Fizzarolli abrió sus ojos atónito. Era cariño. Sus ojos no dejaron de llorar. Se sentía agradable... Que Asmodeus lo abrazara se sentía agradable. Tan cálido, protector y hermoso. Lloró ante ese mar de emociones que lo abrumaban. Tantas cosas pasaban a la vez por su cabeza, pero en ese momento, solo se dejó invadir por el confort que le regalaba Asmodeus con un abrazo tan puro y cariñoso.

Cuando su cuerpo se relajó un poco, Asmodeus aprovechó ese instante para recostarlo con suavidad. Fizz cerró sus ojos, las manos del contrario se sentían suaves y lo sujetaban con mucha delicadeza, como si no quisiera romperlo.

Ozzie deslizó el cuchillo por las incontables vendas que sujetaban fuertemente la prótesis derecha del hombro de Fizz. Luego, posó su mano en la herida cicatrizada y esparció el brillo azulado y verdoso de su magia sobre aquellos lugares lastimados que tanto le dolían.

Fizzarolli suspiró de alivio... Comenzó a dejar de sentir dolor poco a poco. La presión que recibían sus músculos lastimados contra el frío metal se volvió casi nula. Volvió a respirar con normalidad, su cuerpo pudo relajarse. Todo gracias a que Asmodeus lo estaba cuidando.

—Es un poco de sedante. Hará que deje de doler y pueda repararte sin problemas. Esto te calmará —tomó algunas herramientas más finas y pequeñas del cajón, abrió el mecanismo del hombro que lo sujetaba a los nervios de la carne de Fizz y comenzó a reparar para que no se quedara sin un brazo al menos ese día—. Es el mismo problema de la primera vez. En estas semanas han cambiado tus prótesis muchas veces y ninguna es adecuada para tu anatomía.

Luego decir aquello, el pequeño permaneció en su lugar sin moverse, únicamente permitiendo que Asmodeus lo reparara. Una vez terminó después de largos minutos, volvió a vendarlo apropiadamente, limpió un poco de sangre y lo desinfectó con productos químicos.

La mirada de Fizzarolli volvió a oscurecerse, a sentirse vacía y distante. Sentía el alivio, ya no sentía dolor, pero todo eso era momentáneo. Volvería a suceder mil veces más, volvería a sucumbir ante el dolor y no estaba seguro de si podría resistirlo. Su convicción lo llenó de fuerza para luchar al principio, pero ese sentir estaba flaqueando.

Iba a volver a recaer, iba a volver a sentir como su propio cuerpo lo encerraba en una tortura sin fin. Era muy difícil. Fizzarolli se acurrucó en su lugar y envolvió su cola contra sus piernas al pensarlo luego de que Asmodeus terminara su trabajo. ¿De dónde sacaría fuerzas la próxima vez que se desmoronara ante su tristeza?

—No te rindas... —Ozzie se acercó a él y sujetó su suave mejilla para acariciarla con dulzura y preocupación— No quiero que te rindas... ¿Por qué te estás rindiendo?

Se acercó, volvió a abrazarlo. Le dolía mucho verlo así. Bajando los brazos y no pudiendo lidiar con su realidad. Sabían que sería duro, pero una cosa era solo imaginarlo y otra simplemente vivir las dolorosas caídas y retrocesos. Para su sorpresa, Fizzarolli correspondió y con bastante fuerza. Ozzie no sabía que se estaba nutriendo de ese cariño porque de verdad lo necesitaba con el alma.

—Si quieres recuperarte de verdad, debes decirme y decirle al equipo cada vez que algo duela —le murmuró despacio mientras acariciaba la pequeña espalda del cachorro—. Sé que el dolor suele ser constante y quizá hasta te es difícil reconocerlo. Pero tienes que ser honesto, para que yo pueda ayudarte —sintió el cálido latido del corazón de Fizzarolli, sensación que hizo que Asmodeus lo quisiera proteger con más fuerza—. Al menos, dime la verdad a mi y así caminarás. Lo prometo. No voy a ignorar lo que me digas, voy a ayudarte. Quiero ayudarte.

Cuando se separó un poco, lo levantó para mantenerlo alzado entre sus brazos. La débil mirada de Fizz se posó en su rostro preocupado. El imp lo entendía a pesar de que estaba anestesiado por su confort y el sedante. Era tan grande, majestuoso y protector. Tal vez era solo un momento de debilidad, pero por un segundo, creyó en todo eso que le decía de querer ayudarlo.

Perdón... por ser cruel.

Levantó sus manos y le pidió disculpas en señas con un rostro arrepentido. Después de todo, Asmodeus volvió a él y lo reparó, sabía dónde tocarlo para sanarlo y también sabía la manera para que volviera a recuperar un poco de confianza en su rehabilitación. Fizz no quería lastimarlo. A veces solo se dejaba llevar por toda la mierda que tenía dentro, el veneno y el odio. No era bueno para el pecado y lamentaba no ser bueno.

Ozzie parpadeó sintiendo su corazón later más rápido. Estaba impresionado, el pequeño se estaba disculpando por sus acciones groseras. Pensó que su orgullo no se lo permitiría.

Lo siento. Dije que eras malo por ser un sangre azul. No te conozco. No importa si eres bueno o malo, si el rey confió en ti, eres bueno para mí.

Cuando mencionó al rey, sabía que se refería a Mammon. Aquello hizo que el pecado sintiera un poco de decepción, ya que si Fizz estaba cediendo, era porque consideraba que Mammon lo había elegido y que solo era una buena compañía porque Mammon así lo determinaba. Que Mammon lo tuviera tan condicionado lo enojaba. Si tan solo supiera que era un pecado asqueroso. Pero no podía recriminarle, no luego de haber ganado un mínimo de su confianza ese día.

—Supongo que eso me basta, pequeño —posó su mano sobre su cabeza y lo acarició, la carita con grandes ojos de Fizzarolli mirándolo desde abajo le daba demasiada ternura—. Quiero seguir cerca de ti. Eres interesante.

Fizz entrecerró sus ojos y quiso preguntarle de nuevo una de sus dudas más recurrentes. Levantó sus manos y le cuestionó.

¿En qué sentido? ¿Interesante como un juguete nuevo?

Asmodeus le negó con la cabeza y fue muy directo en su respuesta.

—No. Interesante como persona, me interesas como persona. No eres un juguete de ninguna manera. Nunca te veré de esa forma —le aseguró con absoluta verdad en su respuesta—. Pero como dije, sé que aún debo trabajar mucho para ganarme tu confianza. No voy a rendirme.

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