Yo también quiero mi final fe...

By SarahiSalinas_

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Hollywood la ciudad de los artistas, de los famosos; de los sueños. Hazel king Turner es una chica no tan com... More

Sinopsis
Prólogo
Dedicatoria
Epígrafe
1. Regreso
2. Inesperado
3. Amigos
4. Trato de comprenderte
5. Fiesta
7. Solo un poco de cariño
8. No todo es bonito
9. Perdón
10. Películas
11. Horneando
12. Mejores amigos
13. Sabor amargo
14. Simplemente no puedo
15. Cicatrices
16. Sanando heridas
17. París

6. Pensar, recordar y tratar de olvidar

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By SarahiSalinas_

Capítulo dedicado a Michizurita389 que hoy cumple años, ¡Feliz cumpleaños preciosa! 💗 te deseo lo mejor y gracias por estar desde el inicio 🫶🏻 que vivas muchos años más.

•| ⊱✿⊰ |•

Se supone que debería dormir más, es domingo y aquí estoy en una mañana, son casi las siete de la mañana. Debería dormir más, debería aprovechar el día y debería...

Mi cuerpo no entiende, menos mi mente. Tan temprano y ya estoy pensando mucho.

Quizá deba de hacer alguna actividad para matar el tiempo, en la casa duermen hasta tarde, se supone que es el único día que descansan.

Antes existía el domingo familiar, ahora ya no.

Nevan está a horas de aquí, yo no estaba mis padres estaban solos. Regrese aún así no hay nada como el antes, en mi hay un gran vacío.

Deje de tener pesadillas, deje de gritar por las noches, mi mamá lo sabía, mi papá también nunca pudieron hacer nada. En ese entonces estaba muy lejos de ellos.

Si no hago algo pronto no pararé de pensar, de cuestionarme cada cosa que he hecho y lo mal que fue. Debo levantarme, bañarme para relajarme, buscar una ropa cómoda mientras tomo un libro de mi estantería y busco un asiento vacío en el jardín disfrutando del día.

Lo de ayer con Drystan, el disfrutar más y vivir una aventura.

La caída al agua me lleno de pena, pero cuando Drys se lanzó a hacerme compañía deje de sentir miedo.

Que me llevará a las letras de Hollywood fue muy bonito y no lo negaré, ese rato de silencio un silencio que es agradable.

Debería dejar de pensar en Drystan.

Eso sí que debería de hacer, ya no debo de pensar en él. Cada nada intenta meterse en mi vida, cada paso que da rompe una barrera, cuándo sabe que funciona sonríe con triunfo y sigue avanzando.

¿A dónde nos llevará todo esto?

Me reincorporo en la cama, ya puedo ver el sol dando sus primeros rayos de sol. Sería buena idea abrir las cortinas dejar que entre la luz.

Mientras me levanto, me siento un momento para estirar mis brazos. Acomodo mi cama, me tomo el tiempo necesario para proseguir.

Busco una ropa para estar en la casa, no pienso salir a ningún lado.

Me atrevo a utilizar una blusa con mangas cortas, mostrar mis brazos me perturba aún.

La señora White dijo que lo haría cuándo me sintiera segura, estoy en un entorno que me hace sentir segura que nadie me va a juzgar por mi apariencia.

Me baño con agua fría, mi piel se pone de gallina mientras el agua impacta mi cuerpo. No tardó mucho.

Me pasó la blusa por la cabeza, me pongo en mi piel crema humectante que tiene un olor tan suave y rico. Aliso mi cabello con el cepillo mientras tarareo una canción que no ha salido de mi cabeza desde que la escuché. Puedo sentir la melodía de la música en mis oídos y la voz del cantante.

Trato de no ver mis muñecas. Algún día seré tan valiente que cuando las vea ya no me dolerá, ya no me dará miedo y ya no sentiré lástima por mi misma.

Le sonrió al espejo, me sonrió.

Tomo una bocanada de aire para abrir la puerta del cuarto, llevo en una mano mi libro con lo necesario eso incluye mis audífonos y mi teléfono.
Más tarde escribiré.

Entro a la cocina para preparar un bol de yogurt con un poco de cereal y fruta picada. Cómo dije es domingo y es para pasarla en familia, implica que mis padres son tan considerados que descansa la servidumbre los sábados y domingos aunque cuando hay eventos les gratifica.

Salgo al jardín trasero, hay una enorme alberca.

En mi mente se repite una y otra vez el escenario de ayer.

Me siento en la tumbona abro mi libro en donde me he quedado, me pongo los audífonos reproduzco la canción que no ha salido de mi sistema.

Me devoro las letras tanto como puedo, subrayó lo que más me gusta y casi grito por cada acción de los protagonistas.

Mi lugar feliz son los libros.

Cuándo menos me doy cuenta me he comido más de la mitad del libro cuando recién lo estaba empezando.

—Tan devoradora de libros.

No tengo tan recio la música así que escucho la voz del susodicho. Lo miro de reojo sin apartar la mirada de mi lectura.

Su mirada es tan fuerte que no me deja concentrarme. Cierro el libro tan fuerte.

—Que deseas Drystan que has interrumpido mi parecido tiempo —arrastro las palabras con cierto fastidio.

—Nada, ni siquiera te estoy molestando —levanta los brazos en forma de redención—. Que tú encuentres mi presencia intimidante no es mi problema. ¿Te causo algún sentimiento?

Cómo hay un espacio en la tumbona no pierde el tiempo en sentarse muy cerca de mi, trato de retroceder pero no puedo si lo hago caeré del lugar.

—El sentimiento de enojo —contesto fulminándolo.

—Esa lengua mordaz —juguetea—. Me quedo tranquilo con que si sientes algo así sea enojo.

Cada cosa que digo es como perder cuando se trata de su presencia, de sus palabras.

—Piérdete

Decido ignorar su aura, me volteo para seguir mi concentración en mi libro. Aún puedo sentir su mirada clavada en mi espalda.

Solo haz que no existe.

Dejo de escuchar la música en mis audífonos. Volteo a verlo con rabia, ha desconectado el bluetooth.

Es un hijo...

La música suena a todo volumen.

—Benson Boone —saborea cada sílaba—, me gusta.

No contesto, no lo hago. No seguiré su juego, quiere que le preste atención a su majestad.

Por fin puedo seguir mi lectura, ya no siento sus ojos detrás de mi. Relajo mis hombros, respiro de nuevo con normalidad me doy cuenta ya que mi corazón estaba alterado sin haberlo notado.

Cuándo creo que todo va bien, sus palabras resuenan encima de la música.

—Que bonita te vez leyendo.

Mi corazón late de nuevo sin medida, hasta he olvidado que estoy haciendo. El color se sube a mis mejillas ya todas sonrojadas, trato de esconder ese rubor.

Beautiful things sigue reproduciendo sus notas.

Me giro para verlo, sigue en la misma posición solo que ahora recarga la mitad de su cara en la palma de su mano. Trato de no mostrar ni una pizca de gesto, me mantengo neutra aunque por dentro mi alma está desbocada por sus palabras.

Tan latente y frenético.

—Sigue con lo tuyo que yo disfruto de la vista —lo dice tan en serio tan concentrado viéndome—. Me gusta los gestos que haces cuando lees y ese brillo que creí que ya no poseías. Me doy cuenta que sigue ahí.

No puedo procesar todo. Sus ojos están tan brillantes, tanta vida en ellos como si nunca hubieran sufrido.

Quisiera tener la valentía que posee, el valor de seguir a pesar de que te han arrancado una parte del corazón.

—Por primera vez no me has contestado tan cortante, te he dejado muda —parpadeo—. Ya se cómo callarte, como bajar esa armadura y barreras que creas.

—No te atrevas —asevero.

—Me atrevo a todo si mi recompensa serás tú.

Otra vez tratando de desestabilizar mi pobre corazón.

No necesita estar tan cerca de mi como para afectar a tal magnitud, si se acercara ya estuviera desecha en el suelo.

—Debes de extrañar mucho Canadá —se acomoda en el asiento—. Escuche a tus padres hablar sin querer sobre eso.

Me muerdo la lengua para no soltar y preguntarle de que estaban hablando mis padres exactamente.

—No extraño el país, la ciudad o el lugar; extraño a las personas que estaban ahí —susurro.

Las pláticas nocturnas de la vida, los susurros y los momentos vividos.

—Hablas como si ya no lo estuvieran.

Así debe de ser. No se nada de ellos.

—No lo se realmente, me gustaría saber que han logrado superar cada etapa —bajo mis ojos para observarme—. Que existe un lugar donde estén todos sanando, inclusive yo.

—Me da gusto que ya no lleves mangas largas —se ha dado cuenta— aunque sea aquí. Es un gran logro.

Un logro a medias solo me atreví para estar así en la casa, me queda enfrentar el mundo.

—Eso lo diría la señora White.

—¿No deberías seguir? —se a qué se refiere.

—Si, debo de hacerlo solo que no es fácil cuando ya te has acostumbrado a cierta persona —subo mis pies para acurrucarme—. Ya están buscando.

—¿Te sientes preparada?

—No

Soy sincera al decirlo.

—Cuando fui por primera vez no hable, no la vi a los ojos y ni siquiera se molestó, después de unos días fue lo mismo y así siguió hasta que el silencio me aturdió es donde por fin saque todo. Cómo si fuera vomito y no lo pudiera controlar —narra su propia experiencia—. Después llore sin parar, contarlo era como revivir cada detalle de esa tarde. Aún está en mi mente, aún lo recuerdo solo que ya aprendí a no...

Silencio. Se le atasca en la garganta todo lo que quería decir, ese nudo, ese apretón al pecho.

—El nudo en la garganta, las ganas de gritar y no poder —sigo yo—. Hay veces que me siento insuficiente.

Admitir en voz alta mis miedos es liberador, necesito hablarlo. Cierro los ojos tratando de no decir más.

—No te contentas Hazel —se acerca para tocarme pero evado su toque—. Aquí estoy, nunca te juzgare.

Se que no lo hará, sin embargo vera cada grieta que hay en mi todavía, que aún me queda mucho que sanar y que no debería estar aquí.

—Me gustaría escuchar cada miedo cada susurro —su mano acaricia mi espalda.

Niego, tocó mi tatuaje ese donde está escrito para la eternidad donde reposa un libro a un lado. La siento, la acaricio con miedo, no la veo.

—Debo de irme —tomo mis cosas rápidamente para huir.

Huir, es lo único que me queda. Cobarde es la palabra que me describe perfectamente.

Paso por el comedor donde mis padres charlan entre ellos, me ven pasar yo ignoro sus voces para subir los escalones lo más rápido que puedo. Al entrar a la habitación cierro y me dejó caer cerca de ella.

Aquí estoy segura.

Drystan quiere ayudarme, no necesito ayuda esto es mío, mi dolor, mis batallas yo tengo que luchar contra ellas, sola y después veré.

Me revuelvo el cabello, me siento frustrada.

Soy muchas emociones en un solo rato, un subidón, debo de controlar. Me quedo quieta sin mover ningún músculo.

Me pierdo viendo el sol, más allá de mi ventana.

Me levanto para caminar, me siento en la cama.

No tiene caso darle más vueltas al asunto, olvidar lo que haga daño.

Me acercó a mi libro que lo deje botado, continuo con la lectura inconclusa, trato de seguir el ritmo. Pongo música para concentrarme, me pierdo. O escucho la música o leo, nada me concentra.
Pierdo el ritmo, no puedo pasar más allá de la página, estancada. Así estoy con el libro.

Frustrada me quitó los audífonos de un jalón, cierro de un golpe el libro y lo alejo. Me alejo de todo. ¿Cómo es posible?

Hace unos minutos atrás estaba más que bien, la lectura me era fluida y ahora solo no puedo no concentrarme en el primer párrafo. Me golpeó la gente con la palma de mi mano.

¡Mierda!

Quiero gritar el voz alta hasta quedarme afónica, cuándo intento hacerlo no sale nada.

Tan cobarde.

Me siento en el suelo procesando, juego con mis dedos desesperada. Reprimo las ganas de llorar.
Lo que amo mi siquiera es tan fuerte como para dejar continuar, no es culpa del libro, es perfecto tiene lo que me gusta; soy yo tratando de forzar algo cuándo claramente mi mente no está en condiciones de avanzar.

Me pican los ojos. Me tallo los ojos eliminado mis ganas de echarme a llorar a moco tendido.

No es el fin, no es tan malo, no va a pasar nada si por hoy no puedo leer. Quizá mañana pueda continuar.

Pero mañana tengo que ir a clases, tengo que hacer tarea y tengo que integrarme a la clase extra que me piden.

Aún no hago nada, y ya todo me está generando estrés. Yo sola me lo provoca.

Ya deja de pensar.

Sin embargo no puedo. Ahí está mi mente dando vueltas, vueltas y más vueltas.

No puedo parar de pensar, de cuestionarme.

¡Carajo!, es difícil.

Me acurrucó, me hago bolita, me abrazo. Me aferro a mi cuerpo. Dejo de escuchar a mi alrededor.

Que fácil sería dejar todo, irme sin pensar. Dejarme llevar por el silencio, un silencio que a veces necesito y que deseo con ansias.

Un sonido lejano, no se que es. Un toque a una cosa, no le prestó atención sigo sumida en mi profundidad, mi oscuridad gana. El sonido sigue.

Unas oraciones, voces distorsionadas.

Unos pasos.

—¡Hazel! —una alarma suena en mi cabeza—. ¿Qué haces ahí?, levántate.

Voz de mujer.

—Darren —llama a papá—, ella, ella no... No responde —hay un temblor en sus palabras—. Ayuda.

Tan desesperada, tan alarmada y quizá asustada.

Se escucha unos zapatos rápidos, movimientos.

—¿Qué sucede?

—La niña

—¡Haz! —de nuevo me llaman.

No presto nada de atención, solo escucho, no reaccionó.

—Drystan ayúdame a levantarla, no llores cariño ella está bien —trata de tranquilizar a mamá.

Me toman unos brazos.

Aparecen en mi campo de visión, los veo. No hay nada que salga de mi garganta. Sus rostros lucen preocupados.

—Hay que llamar a un doctor.

—Es como aquel día —desde la cama puedo verla.

Hay lágrimas en su rostro, está ahí llorando sin poder moverse.

Papá está llamado a alguien.

Sigo sin poder regresar.

Mi vista se dirige al cuerpo del chico que está a mi lado, su mano agarra la mía, la aprieta con amabilidad.

Lo observo, me ve con suma preocupación con culpabilidad en esos ojos verdes.

Siento resbalar un líquido. Estoy llorando.

Me embarga la culpa, es mi culpa. Están así por mi. Solo pensé en mi, en mis ganas de irme.

Mi cuerpo está ahí, pero mi mente esta sumida en un agujero negro que me come de poco a poco.

No se cuándo pasa, no se en que segundo llega el doctor para atenderme. Drystan sigue a mi lado.

Me checa el cuerpo, revisa mis signos vitales, mi corazón. Todo.

Cuándo ha acabado deja aún lado su equipo utilizado.

—¿Cómo está? —mi padre abraza a mi madre.

—Su cuerpo está bien —cierra los ojos—. Lo que no está bien es su mente.

Los sollozos de mamá se hacen más fuertes.

—No soy apto para atender este campo, usted debe de saberlo así que le recomiendo que la lleve con un psicólogo o mejor aún con su psiquiatra —da opciones viables.

—¿Qué más puede hacer usted?

—Puedo darle un cálmate para que duerma, que descanse su cuerpo y su mente, busque ayuda en un profesional en el campo —añade—. Supongo que lleva algún control.

—Lo lleva solo que se supone que ya no era como antes, mi hija había mejorado —le cuesta, sabe que no es así que caí de nuevo—. Gracias.

Procede a inyectar en mi brazo.

Mi mamá se acerca a mi cama para verme, toca mi cara.

—Descansa mi amor, duerme —sus susurros, su temblor en cada palabra—. Yo te cuidare.

Mis ojos pesan, ahora sí podré dejar de pensar.

Necesito dormir, así no veré sus rostros llenos de dolor. Duermo para relajarme, para mejorar y ser como antes.

•| ⊱✿⊰ |•

Una mano no deja de acariciar, no me abandona, hay calidez. Susurra cosas intangibles.

No hay sueño, menos pesadillas.

No se si dormí mucho, no se cuánto ha pasado. Despierto. La luz del cuarto me sega por un momento. Veo la luz de la luna allá afuera. Noche, fueron horas.

Giro mi cabeza para ver al dueño de las caricias.

Drystan. Sigue ahí.

Me sonríe, de verdad lo hace, después de todo.

No lo merezco, no me merezco nada de esto. Solo hago sufrir a las personas que están a mi alrededor. Las seco, las hago llorar.

De nuevo quiero llorar.

—Por favor —suplica—, no te contengas Haz. Te hará daño.

Me tiembla el labio, una ruda. La primera.

—Creí que había sido mi culpa.

No Drys, no es tu culpa —quiero decirle, no puedo—.

—Pensé que había sido corrector dejarte ir para que te despejaras un rato, fue una total errónea idea.

No debería echarse la culpa, yo soy la culpable de todo.

—No —mi voz sale ronca—. No es tu culpa —me atrevo a decir—, no es de nadie sino mía.

Cae otra lágrima, luego viene otra.

—Yo, yo soy la culpable —lloro—. Nadie más que yo.

No reprimo nada está vez.

—Tranquila —no me importa que me vea así—. Fue un bajón.

Cómo puede estar tan tranquilo, aparenta estarlo se que dentro de él se culpa.

—¿Dónde están? —pregunto por mis papás.

Sigo sollozando, debo de sacar todo lo acumulado.

—Tu padre está haciendo una llamada, tu mamá está descansando se alteró un poco al verte así —lloro aún más—. Están bien, así que por eso estoy aquí contigo.

Los lastime de nuevo, los asusté.

Ya no debería hacerlo, no obstante aquí estoy de nuevo fallando.

Me parte el corazón.

—No te abandonaré.

—¿Llevas mucho?

—Poco —lo veo.

Su cabello está desordenado, más de lo normal. Cómo si hubiera pasado sus dedos cada nada.

Solo sirvo para lastimar, los lastime y a ti también.

—No me mientas, no lo hagas...

Me pasa papel higiénico para limpiar el desastre de mi nariz.

—La verdad es que estoy aquí desde que dormiste.

Ahora comprendo su aspecto. De nuevo me culpo.

—Lo lamento, yo no quise... No así —me disculpo—. No debiste molestarte en cuidarme.

Muevo mis manos una de ellas no la puedo mover, es la que mantiene unida a la de él.

La suelta al darse cuenta, me siento en la cama.

—Ya se, lo hago porque de verdad me importas y me interesas —no aparta su mirada—. Eres mi mejor amiga, nunca te abandonaré.

Su amiga, corrección su mejor amiga.

—Gracias, gracias por estar aquí —tallo mis ojos—. Me siento fatal, culpable. Es mi culpa.

He parado de chillar, de solo pensar de nuevo. De que espante a mis padres regresan las ganas de volver a llorar.

—No hay de que —se acerca—. Te cuidare así no me quieras cerca de ti.

Sonrió, una sonrisa triste.

—Esta es una de las razones por las cuales no quiero que nadie entre en mi vida, solo les hago daño y no quiero ver cómo sufren a mi lado —agacho la vista—. No merezco gente tan buena con buenas intenciones cuando yo no sé cómo corresponderles. Lo único que se hacer es dañarlos.

Estoy rota.

—Déjate querer.

¿Cómo?

—Quizá sea bueno volver a regresar.

—Si, así ya no volveré a estos episodios.

Tener un bloqueo mental, hace mucho que no lo experimentaba.

La noche está preciosa con esas estrellas.

—Bonita noche —opina—. Más bonita sería apreciarla desde el balcón ¿quieres?

Se levanta de un salto para tenderme su mano, una invitación de ver la noche junto a él.

Tocó su cálida mano, la mano que no se apartó en ningún momento de mi que no me abandono.

Nos recibe el firmamento oscuro, las luces se aprecian desde aquí, tan pequeñas.

Nuestros cuerpos chocan al pararnos tan cerca del uno del otro. Me recargo en el barandal, disfruto de la noche.
Cierro los ojos para sentir la fractura de la noche, se siente tan liberador. ¿Qué se sentirá volar?.

—Me dan ganas de quedarme así para siempre, me gusta la brisa fresca y todo —lo digo aún con los ojos cerrados—. Hoy no fue el mejor día, fue malo pero con esta bonita noche me recompensa lo malo.

Decido ignorar mis pensamientos que me llevarán a juzgarme a mi misma y darle vueltas al asunto una y otra vez hasta cansarme, hasta acabar conmigo misma.

No, ya debo de seguir adelante. No debo atascarme, no está bien y si lo hago me llevo a todos entre las patas.
Y si vuelve a suceder me iré sola.

—Un día malo así es, no debes de desanimarte que seguro vendrán miles de días tan buenos y tan sonrientes —me reconforta—. La vida es un sube y baja o como la montaña rusa como te guste más verla pero ambas tienen la capacidad de llevarte en bajones así como también te llevan a la cima.

Un bajón, para tocar fondo solo queda tu propia voluntad, depende de ti si quedarte ahí o levantarte para alcanzar esa cima así sea gateando, arañando o cansándote en el camino, la recompensa será que lo lograste que a pesar de los obstáculos de la vida alcanzaste a superar los miedos.

¿Cuándo llegará mi victoria?, si un día llega ¿será lo suficientemente buena?

—¿Tú has llegado a esa cima?

—La he sentido, la he saboreando por segundos. Justo ahora no estoy en lo bajo pero tampoco en lo alto, estoy en ese punto medio donde no se que hacer o que camino seguir —traga grueso—. Hay muchos caminos, siento que si elijo uno me equivocare o fracasare y no lo quiero.

—Toma el que sientas que es el indicado, quizá así entenderás si vale la pena o no, y si no es el correcto toma otro. Experimenta, no está mal intentarlo —es momento que le dé algo de lo que él me ha ofrecido—. Esta claro que soy un asco dando consejos.

Me dan miles de consejos tan buenos y yo no soy capaz de dar uno. Terrible me siento.

Veo una leve sonrisa por mis últimas palabras.

—No eres un asco, nunca pienses así de ti —se voltea para darle la espalda al balcón—. Eres grandiosa, escribes arte. Si no supieras como hacerlo no estarías escribiendo, creando.

«Escribes arte»

Se queda clavado en mi corazón, me habrán dicho que tan bien escribo o que maravillosa soy al expresar todo pero nunca nadie me había dicho que escribo arte.

—Gracias, tus palabras me sirven mucho —habiendo muchos escritores y escritoras reconocidas por todos lados es muy difícil ser vista—. Tiendes a dar las mejores cosas.

—Soy genial no es obvio —me guiña un ojo—. Tienes suerte de tener a este chico en tu vida.

Ahora sí me da gracia lo que dice, agradezco que nunca se acabe su sentido del humor.

—¿Tratas de animarme? —enarco una ceja.

—¿Lo estoy logrando?

—Lo estás haciendo.

Cómo me gustaría estar escuchando una canción para este momento.

—La verdad es que él que tiene suerte soy yo —me saca de mi imaginación.

—¿Por qué?

—Te tengo a ti y nadie tiene a una Hazel llena de sueños, de vida y creadora de mundos imaginarios —declara sin ningún tipo de vergüenza—. No me cansaré de decir que eres única, que afortunado soy de tener una persona especial en mi vida.

Soy especial en su vida, soy algo en ella.

Llena de sueños.

Llena de vida.

Creadora de mundos imaginarios.

Drystan siempre se lleva todas mis expectativas. Él es él que imagina y goza de ella, tiene tanto que decir, muchos halagos no se los reprime, no calla.

Yo también soy afortunada de tener a un chico muy especial, es alegre, en su rostro siempre lleva el brillo que desprende. Ojalá nunca te pagues, ojalá nunca me dejes.

No soy capaz de decirle ninguna de esas cosas, de como pienso. Eres muy especial.

Trazo cosas sin sentido en mi piel, como si mis dedos fueran un pincel o un lápiz. Imagino...

—Cuéntame como va tu escritura, que es lo que estás escribiendo... —no es pregunta, es una manera de que siga.

De que le cuente mi más grande sueño, mi secreto.

Solo él lo sabe.

—No creo que te guste escuchar mis divagaciones de creadora.

—Quizá si me interese, me gusta escucharte así como antes —se acomoda para prestarme atención—, soy todo oídos.

Cuando éramos niños le contaba tantas historias creadas por mi imaginación, cuentos que surgían y los narraba. Las noches que pasábamos juntos haciendo pijamadas me pedía que inventara una de las tantas historias que decía saber.

Yo toda emocionada lo hacía, Drys fue el primero en escucharme atento sin perder ninguna palabra, atento a mis sílabas que salían de mi boca.

—Sabes, me gustaría escuchar de nuevo tus cuentos o historias creadas por ti —sugiere—. Tal vez me regales una de ellas, extraño esas noches, me regalaste los mejores cuentos.

Me está pidiendo que le narre de nuevo.

—Yo creo que ya no te gustará escuchar cuentos para niños.

—Si no quisiera escucharlos no te los estaría pidiendo.

Encuentra entretenidos mis historias.

—Quiero saber que es lo que escribes actualmente —con calma, sutil para no alterarme.

Trato de evitar ese rojo de mi cara, la noche disimula.

Ya no solo son historias infantiles o fantasía, es más que eso.

Me gusta el romance, me gusta lo mucho que soy los chicos buenos así como lo son los villanos. Cómo le explicó que ya no se compara con lo de antes. Me da un poco de pena decirlo en voz alta.

—No me digas que escribes cosas guarras —me mira expectante.

—¡Cómo crees! —casi grito.

No voy admitir nada.

—Eso me dice otra cosa —entre cierra los ojos—, lo dejaré pasar.

Claro está que no se cree mi inocencia.

La puerta se abre dándole la bienvenida a mis padres, nos observan sin decir nada. Me ven sonriendo.

Recuerdo los hechos, los acontecimientos.

Aprieto los ojos.

Todavía hay rastro en los ojos de mi madre de haber llorado por mucho rato, mi padre está apagado.

Otra vez llega el arrepentimiento, sobre todo la culpa es más grande pesa en mis hombros.
Quiero llorar de nuevo, se instala un sabor amargo.

—Debemos hablar hija.

•| ⊱✿⊰ |•

¡Bonito sábado!

Yo les había contando que estaba entrando
en bloqueó escritor y me aferre a no dejarme
caer, este no es el capítulo, es el siguiente
con el cual batalle.

Trate de hacer lo mejor posible con este.
Lo que le pasó a Hazel es un bloqueo
emocional o mental que es un mecanismo
de defensa que impide sentir emociones
con normalidad depende del factor que
este ocurriendo a su alrededor.

Si quieren saber más acerca del tema
pueden investigar, hay muchas páginas
que hablan del tema e incluso psicólogos
profesionales abordando sobre el tema.

Sin más que decir, nos vemos pronto 💋

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