You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

El contorsionista
Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

Algodón

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By PapasConChedd4r

Fue una semana intensa a diferencia de los últimas. La rehabilitación de sus piernas avanzaba todos los días, Asmodeus y nuevos médicos ayudaban a Fizzarolli, personas más pacientes, más preparadas. Y había un patrón que se estaba repitiendo al fijarse y memorizar las actitudes de Fizzarolli. Luego de cada sesión acabada, él era llevado en silla de ruedas hacia su habitación por el personal de recuperación.

Las enfermas lo duchaban tranquilamente, lo regresaban a su cama limpia y cómoda. Asmodeus estaba más presente, veía los cambios y revisaba que nadie hiciera nada indebido. Y cada día, luego de un día duro de clases o trabajo, Fizzarolli se recostaba y envolvía su tierna cola de imp contra sus piernas y se acurrucaba para mirar aquella ventana en su habitación.

Ozzie observó el exterior del ventanal mientras los demonios de su fuego revoloteaban con curiosidad por todos lados. Solo había una vista al cielo verdoso y azulado, el cual permanencia en esas tonalidades cuando no era el atardecer. Nubes esponjosas, aves del infierno. Nada más.

—¿A quién esperas?

Largó la pregunta sin nada de tacto, no se dio cuenta de que quizá fue demasiado directo. No tenía mucho sentido si se trataba de esperar a alguien, estaban muy alejados de la planta baja. Al menos que la persona volara, o fuera un trepa muros.

—Nadie atravesaría esa ventana, estamos en un sexto piso —volvió a aclararle a Fizzarolli.

El imp se acurrucó con más fuerza contra las sábanas. No dejó de mirar con sus grandes ojos tristes el exterior de esa ventana. No pudo responder nada, se quedó en silencio pensando en que Asmodeus tenía razón.

Mes 4.

A pesar del silencio sepulcral, Asmodeus tomó asiento en una silla al costado de su cama. También miró las afueras de la habitación, el cielo comenzaba a oscurecerse un poco.

Las noches eran terribles para el caso de Fizzarolli.

Los informes no mentían. El imp aún llevaba el trauma tatuado en la piel y, generalmente en las madrugadas, no podía controlar sus terrores nocturnos, sus pesadillas o sus ataques de pánico. Las enfermeras le decían a Ozzie con pesar que los colpasos del paciente eran tan continuos que condicionaban al imp, haciendo que no quisiera dormir otra vez, que se mantuviera muy ansioso toda la noche y que no pudiera dormir adecuadamente. Tres o cuatro horas por noches no era sano, no en su estado donde necesitaba más descanso y reposo que nunca.

—¿Qué tal si me quedo? —le preguntó Ozzie con mucha timidez al saber que lo más problable era que recibiera un rotundo y doloroso rechazo— Es para hacerte compañía. Me han dicho que en las noches, eh... sueles... tener problemas —torció una mueca de preocupación—. Podría ayudarte si algo malo sucede.

El atrevimiento de esa pregunta despejó la mente de Fizzarolli, quien tomó asiento en su lugar y retrocedió abruptamente contra el respaldo de la cama con una mirada totalmente agresiva y desconfiada hacia Asmodeus.

Su expresión corporal lo decía todo. Estaba casi por gruñirle y, si pudiera hacerlo, le gritaría para que se marchara de ahí. Tal vez estaba siendo muy considerado en sus sesiones diarias, se lo agradecía. Pero no tenía que tomarlo por estúpido. Jamás creería que hacía eso porque le simpatizaba o por alguna razón transparente.

—Ah, si, soy la lujuria y eso... —Asmodeus retrocedió incómodo al comprender la razón por la cual Fizzarolli se alteró tanto ante su sugerencia y lo observaba como un cachorro rabioso que, al mismo tiempo, temblaba ante el temor de ser tomado a la fuerza por él.

Nunca se trató de eso. Ozzie sabía que era normal que lo prejuzgara de esa manera, como todos. Pero nunca fue su intención, quería explicarle que era imposible que algo de eso pudiera suceder.

—No soy un perverso. He tenido milenios para reflexionar sobre el placer y he aprendido mucho por mis experiencias y meditaciones sobre el significado de la lujuria —le dijo en un tono suave y calmado para que Fizzarolli no le temiera—. A pesar de lo que todos creen, la lujuria no me convierte en un animal sin restricciones. Eso tal vez sucedía hace miles de años atrás, pero no actualmente —Ozzie quería que le creyera, estaba siendo totalmente sincero después de todo—. Los pecados evolucionamos y maduramos. Solo quiero hablar contigo y hacer que duermas tranquilo, de verdad... —le transmitió con calma. Quería intentar que lo dejara de considerar una amenaza.

A pesar de todo, Fizz se le quedó mirando con el ceño fruncido y con esa desconfianza tajante que no podía borrar de su ser. No podía relajarse o bajar la guardia, no con él allí.

Al percibir que sus palabras no cambiaban su forma de pensar, Asmodeus entrecerró sus ojos con algo de decepción y le desvió la mirada.

—Solo... si tú quieres. Sé que aún no confías en mí y es entendible —le dijo al comprender la situación que los atravesaba a los dos.

Fizzarolli lo comenzó a pensar, consideró sus opciones. Cada noche era una tortura, literalmente. Despertaba llorando y, a veces, vomitando. La angustia de los sueños le rompía la mente y siempre tenía fuertes crisis nerviosas en medio de las horas de sueño y también luego de despertar. Era porque estaba solo, nadie lo cuidaba en las noches, todo estaba silencioso y oscuro. Y solo sus pensamientos se quedaban con él para aterrorizarlo y hacerlo pensar en cosas horribles.

La sola idea de que alguien, cualquiera, se quedara a su lado toda la noche y al menos pudiera distraerlo de alguna manera lo hizo sentir que quizá no sería una noche tan mala. No ese día al menos. Y Asmodeus le aseguraba que no tenía una intención doble. Se obligó a si mismo a creerle, quizá tenía sentido porque nadie querría acostarse con alguien tan roto como él.

Finalmente, Fizz tomó la manga de su camisa y lo jaló un par de veces para que le prestara atención. Asmodeus se sobresaltó ante su agarre tierno y lo miró desde arriba y Fizz aprovechó su atención y se comunicó con él en señas.

Está bien. Las noches son difíciles para mí.

Parpadeó al aceptar esa propuesta. Luego, le corrió la mirada con nerviosismo y disgusto y trató de lucir fuerte, pero no lo logró. Aún estaba temeroso ante la presencia de la lujuria.

—¿No me harás daño, verdad?

Ozzie sintió felicidad luego de ser aceptado por Fizz. Le negó efusivamente, tanto así que se dejó llevar por la euforia.

—¡No, no lo haré! Nunca te haré daño.

Fizzarolli aún tenía muchas dudas. Parecía sincero, parecía diferente a los tipos de la realeza que siempre eran crueles cuando venían al circo. Volvió a cuestionar en señas sobre sus verdaderas intenciones y lo contempló fijamente. Necesitaba saber que se traía entre manos al querer pasar tiempo con él.

Eres un sangre azul, ¿por qué debería confiar en ti? Ustedes no nos quieren. Odian a las razas de poco valor.

Asmodeus entendió la razón de su desconfianza, era totalmente válido. La mayoría de la realeza trataba mal a las diferentes razas que no fueran su círculo cerrado. Incluso él era así. No podía negárselo y ser un hipócrita. Pero, por alguna razón, Ozzie estaba siendo conmovido por ese imp y por eso era diferente.

Sin embargo, no era una gran diferencia entre los de las altas clases. Era difícil contradecirlo y, aún así, necesitaba demostrarle que no sería una mala persona. No podía pretender que le regalara su confianza de un momento a otro, debía construir poco a poco un camino para que él pudiera establecer ese lazo sin tener miedo de volver a ser lastimado.

—No debes hacerlo —le sonrió el pecado con determinación—. Voy a ganarme tu confianza con el pasar del tiempo y te demostraré que no todos los de sangre azul somos iguales.

Su declaración era extraña. Fizzarolli lo observó con sus grandes ojos cristalinos. El rey podía hablar mucho, pero sus acciones serían lo que tomaría para saber si creerle o no. Se acurrucó contra las gruesas mantas y dejó que su cola se moviera de un lado a otro con ansiedad, plantó su mirada hacia el piso y frunció el ceño con inseguridad. Podría definir si Asmodeus no era realmente malo si esa noche no se sobrepasaba.

Luego de que algunas enfermeras cambiaran el suero que se inyectaban en sus muslos, le proporcionaban sedantes y le limpiaran las prótesis y sus articulaciones robóticas, ellas dejaron la habitación como nueva. Ofrecieron toda clase manjares a Asmodeus, pero él solo lo rechazó y quiso que el personal se retirara. No necesitaba alimento, solo necesitaba estar allí y estar atento a cualquier cosa que pudiera atormentar a Fizzarolli en el transcurso de la noche.

El pequeño lucía un poco cansado. Cualquiera podría hablar desde afuera y decir que su estadía en esa clínica no era dura, ya que era un lugar con las mejores atenciones y un gran presupuesto. No obstante, sus días empezaban temprano para poder mejorar su lenguaje y continuaban el resto del las tardes con su rehabilitación tanto de piernas como de brazos. Todo el día requería un gran esfuerzo físico y mental, se la pasaba horas en la sala de recuperación con distintos médicos y no paraba. Al llegar el atardecer y luego de ser bañado, podía al fin tomar un descanso.

En ese momento, Fizz se recostó de lado y observó a Asmodeus con aquellos ojos distantes y grandes ojeras negras por debajo de esos ojos grises. Ozzie lo observó con algo de pena... Si lo analizaba detenidamente, Fizzarolli se veía drenado de fuerza en ese instante y, además, lucía triste.

Era la hora en la que los pensamientos lo aconjogaban ya que no tenía su mente dirigida en sus ejercicios o alguna otra cosa. Entendía la razón por la cual las noches eran tan crueles para él.

Asmodeus empezó a hablarle en lenguaje de señas, gesto que hizo que Fizzarolli le prestara atención repentinamente y que sus ojos cobraran un poco más de brillo.

Me dijeron que eras grandioso en el circo, ¿qué es lo que más extrañas hacer?

El imp se sentó en su lugar y recuperó la compostura. Entendió cada seña a pesar de que el pecado estaba maniobrando su lenguaje de una forma avanzada. Aquello animó a Fizz, quien podía darse cuenta que todas esas clases estaban dando frutos en él. Le respondió de la misma manera, ya que para esas alturas, podía hablar en señas a la perfección.

Trucos de magia.

Asmodeus le sonrió bastante orgulloso de haber captado su atención ya que podía establecer una buena rama de comunicación de esa forma. Lo estaba estimulando y alejando de sus pensamientos tristes.

¿Eres un mago?

—No. Pero me gusta la magia. Sé hacer muchas cosas, en realidad. Al menos antes sabía hacerlo.

Fizzarolli respondió con mucha atención. Recordó los buenos tiempos... Recordó que era muy bueno en todo lo que se proponía cuando era más joven, incluso cuando era un niño. Era destacable en todas la áreas del circo y era grandioso para captar la atención y alegría del público ya que tenía mucho carisma en el escenario. Al menos antes era así... Y sabía que esa era la razón por la que Mammon estaba apostando por él.

¿Sabes hacer juegos con cartas?

—Si. Me gustan también.

—¿Has hecho trucos con animales de circo?

—Si, me gustan los caballos.

Fizzarolli sonrió inconsciente al recordar a sus bebés caballos del circo. Eran coloridos, preciosos y estaban muy bien cuidados y entrenados. Podían correr majestuosamente y obedecer sus indicaciones a la hora de actuar. El fuego de sus cabelleras era muy precioso de ver. Él podía recordar eso con mucha claridad y añoranza, porque no todo fue malo en el circo. Además, cuidaba a los animales y especialmente a los caballos porque Blitzo los amaba.

El rostro de Fizzarolli se desfiguró ante ese pensamiento.

Esos pedazos en negro en sus memorias fueron completados por la apariencia del chico que más amó. Blitzo alimentaba y se reía junto a esos caballos, Blitzo le enseñó como educarlos y ser amable con ellos. La sonrisa de Blitzo se dirigía hacia él mientras le tomaba la mano y lo guiaba para peinarlos y montarlos.

Blitzo estaba en todas partes cuando se trataba del circo. Era como si toda su memoria hubiera sido brutalmente invadida por esos recuerdos hermosos. Un pasado que nunca volvería, una persona que nunca fue real. Todo lo que creyó se le escurría entre las manos hasta volverse tierra y desaparecer. El Blitzo que conocía... El Blitzo que lo quería, solo era una sombra de lo que creía conocer.

No. Creo que ya no me gustan.

Indicó con un rostro inundado de una profunda amargura, ya que se sentía herido, decepcionado y solo.

Fizzarolli sentía sus manos temblar al formar las señas a Asmodeus, conteniendo sus lágrimas. No sé atrevió a mirar su rostro, su semblante se llenó del odio más grande, del desprecio más incalculable y del dolor más aberrante. Necesitaba sentir eso con desesperación para cubrir todo lo que lo extrañaba y todo lo que realmente sentía hacia Blitzo.

Era su única manera de no perder la razón ante todo lo que le había sucedido por culpa de ese imp y también era su única manera de protegerse.

Odio los caballos. Los odio.

Fizz volvió a retraerse, volvió a sentir que no podía confiar en esa clase de mundo que le había arrebatado todo sin merecerlo. En nada ni nadie, solo en Mammon porque lo había salvado. Su rostro estaba tan cargado de dolor y odio, no pudo ocultar nada de lo que estaba sintiendo ante sus contundentes memorias.

Asmodeus se preocupó al observar ese comportamiento erratico pero nada anormal en Fizzarolli. No conocía su historia, no lo conocía en definitiva más allá de los informes o sus interacciones. No obstante, sintió su misma clase de dolor, casi como si pudiera vivir en carne propia sus sentimientos debido a lo palpable que se sentía su sufrimiento al transmitir una expresión rota y desahuciada.

El pecado veía como el imp apretaba sus dedos contra las sábanas. No podía saber que le pasaba dentro de su corazón, tampoco podía invadirlo, pero... Extendió sus dedos para tomar la mano de Fizzarolli. Quería ayudarlo... Quería sanarlo al menos un poco si eso significaba que podría volver a verlo sonreír alguna vez.

—Las veces que vengo, siempre observas la ventana. Como si alguien estuviera por venir pronto —murmuró el pecado pensando en voz alta. Quería preguntar a quién esperaba con tanta insistencia, quería resolver toda sus dudas para poder ayudarlo.

Fizzarolli alejó su mano antes de que Asmodeus pudiera tomarla, le desvió la mirada con desprecio y construyó un muro de hielo entre ambos, más impenetrable y firme que nunca.

Aquel rechazo causó que Ozzie retrocediera y sintiera su corazón afligirse ante el dolor. Algo se rompió. No sabía en qué pensaba... Tal vez creyó por un segundo que podía ser un apoyo para Fizz, que podían ser cercanos. Pero claramente, Fizzarolli no quería incluirlo en su vida ni en lo más mínimo. Y se atrevió a pensar que lo odiaba porque nunca sintió un alejamiento tan frío y cortante departe de un imp.

El ambiente se volvió demasiado silencioso e incómodo.

Asmodeus se sentía tan abrumado y dolido por ese estúpido rechazo que no podía manejar sus reacciones. No estaba ofendido, estaba genuinamente afectado. No podía ni siquiera hablar. Por otro lado, Fizzarolli estaba quieto y silencioso en su lugar, con su vista lúgubre hacia abajo y tampoco pudiendo despejar sus pensamientos luego de que las memorias del circo lo invadieran.

Cuando se encontró a si mismo vibrando de ansiedad, comprendió que Asmodeus aún estaba allí y que había sido gratuitamente grosero con él. No le importaba mucho lo que pudiera sentir y opinar, pero...

Era injusto. Descargar ese odio y ese resentimiento súbito con alguien que no tenía la culpa de su desgracia no era lo ideal. Y a pesar de que odiaba el hecho de que quisiera acercarse todo el tiempo a él de alguna forma y que quisiera establecer lazos que jamás iban a ocurrir, reconocía que no merecía ser maltratado.

Fizzarolli levantó su mirada hacia el pecado, quien no se atrevía a pronunciar palabras luego del incómodo momento que sucedió entre los dos. Era un entrometido, definitivamente. Pero no era malo. Con una expresión un poco arrepentida, Fizz llamó su atención al hablarle otra vez mediante señas.

Tenía un amigo. Él me quería. Pero...

Asmodeus reaccionó sobresaltado al verlo dirigirle la mirada otra vez. Al parecer quería explicarle sobre su pasado y tal vez la razón por la cual había reaccionado de una manera tan brusca. Le prestó atención, trató de recomponerse. Esta vez, Ozzie le respondió con una pregunta y le habló con una voz grave y sigilosa al darse cuenta de que Fizzarolli no sabía como continuar su relato.

—¿Él murió en el incendio? —preguntó para tratar de ayudar a la reconstrucción de su historia.

Fizzarolli lo miró muy afectado ante esa pregunta. Su desesperación salió a flote y sus sentimientos se mostraron a flor de piel. Comenzó a temblar mucho más angustiado que antes. Le costaba mucho avanzar, era como volver a sentir el dolor del abandono y como si toda su vida se reflejara delante de sus ojos. Los momentos más felices, los momentos más importantes y también los más dolorosos.

Está... muerto para mí.

Le contestó con mucha lentitud, desarmándose ante cada seña que indicaba una respuesta hacia Asmodeus. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su mirada reflejó una tristeza tan profunda y sin límite.

Dolía mucho, seguía doliendo como el primer día. Había pasado más de un año y todavía se sentía como si le estuvieran apuñalando el corazón de la manera más desgarradora posible.

—¿Y por qué lo sigues esperando? —volvió a preguntar Asmodeus con un rostro igual de angustiado que el pequeño imp.

Porque soy un gran estúpido.

Contestó Fizzarolli al momento de quebrarse. Cubrió su rostro entre sus manos, cerró sus ojos con fuerza y comenzó a llorar. Sollozó muy destrozado, no podía manejarlo, se nubló ante su trauma y ante su dolor.

Lo seguía esperando, seguía esperando que Blitzo apareciera a pesar de que se forzaba a odiarlo todos los días. Lo extrañaba, lo quería, lo adoraba. Él le causó todo el dolor que estaba sintiendo, Blitzo quería borrarlo de su camino por envidia y rencor. Y Fizzarolli seguía siendo un imbécil que seguía amándolo a pesar de que estaba seguro de que todo ese manto de confianza y lealtad fue solo una pantalla para que bajara la guardia y pudiera ser un blanco fácil.

Ozzie se volvió terriblemente empático al verlo llorar. No le importó la distancia que Fizzarolli quería establecer, volvió a atreverse a dar un paso porque no podía verlo así, tan lastimado y fuera de sí mismo ante todo lo que sentía al mismo tiempo.

—No me gusta verte llorar... duele.

Su gran mano sostuvo la mejilla del pequeño y, para su sorpresa, Fizzarolli no lo apartó. Tal vez estaba muy perdido en sus propias emociones para tener la fuerza de poner distancia, pero no lo separó.

Asmodeus se dio cuenta de que se estaba dejando sostener porque necesitaba ese cariño en ese momento de debilidad. Y lo comprendió cuando Fizz cerró sus ojos y se relajó un poco ante su tacto, como si necesitara ese alivio y ese sostén con mucha desesperación porque no tenía a nadie más.

Ozzie frotó su mejilla y secó sus lágrimas con su pulgar con mucho cuidado y lentitud. El pequeño dejó de derramar lágrimas poco a poco, dejándose llevar por ese confort que abrigaba su cuerpo y lo hacía recomponerse lentamente. El pecado quería tomar todas esas piezas rotas y volver a armarlo, no quería que volviera a romperse y necesitaba que fuese muy fuerte para poder seguir.

—Creo que sé cómo hacerte feliz por unos momentos —tomó la pequeña carita entre sus palmas y le sonrió— ¿Qué tal si te traigo un postre? Algo delicioso, gigante y ostentoso.

Fizzarolli abrió sus ojos repletos de lágrimas tibias e hizo contacto visual con el pecado. A pesar de que fue muy descortés con Asmodeus, él seguía siendo amable. No lo entendía. ¿Por qué era tan dulce? Dolía mucho... Lo hacía sentir culpable.

Le asintió con un pequeño sonrojo de vergüenza al mirarlo, aún con una expresión preocupada hacia él. Le había secado las lágrimas y lo había protegido. Se dejó llevar por lo bien que se sentía ser querido. A veces pensaba que era lo único que necesitaba... solo algunas migajas de cariño de absolutamente cualquier ser para no sentirse solo.

—G-Gracias.

Pronunció con una voz muy entrecortada y raspada. Le mostró su tonalidad, quería al menos demostrarle que aunque todavía no podía controlar su respiración y su modulación correctamente, era capaz de emitir algunas palabras. No sabía si era algo plenamente físico, intentaba todos los días poder avanzar un poco más en cuanto a su voz. Quería que Asmodeus lo escuchara. Tal vez se alegraría por su progreso como cuando pudo caminar.

Definitivamente el pecado de la lujuria se impactó. ¡Lo escuchó hablar por primera vez! ¡No era imposible que pudiera hablar! Cuando reaccionó ante esa tonalidad, comenzó a reírse sin intención.

—Esa no es la voz que esperaba —bromeó ante la tonalidad de motosierra que acababa de escuchar.

Fizzarolli se sonrojó furiosamente, lo apartó de su lado con movimientos bruscos de sus manos de metal mientras el pecado no dejaba de reírse. Con mucho nerviosismo y exaltación, respondió haciendo las señas que correspondían.

Lo sé. Esta no es mi voz. Antes no lo era.

—Es adorable de todas formas —respondió el más grande con una gran sonrisa. No se estaba burlando, lo encontraba encantador y tierno.

Asmodeus rápidamente olvidó todo el ambiente incómodo y el dolor que sintió. Se sintió cálido, a pesar de que era solo un momento fugar. Sabía que Fizzarolli volvería a desconfiar de él y que no volvería a acercarse con facilidad, pero quería disfrutar de ese momento en el que el pequeño se había distraído y había bajado un poco sus agudas defensas.

Fizz entrecerró sus ojos con sospechas porque sabía que el pecado le mentía para hacerlo sentir mejor. Así que decidió responderle moviendo muy rápido sus manos.

—Es totalmente espantosa y es la que tendré por siempre.

—No es nada malo —le dijo Ozzie bastante relajado—, no es nada por lo que debes sentir vergüenza. Puedes empezar a hablar conmigo hasta acostumbrarte —le indicó para transmitirle un poco más de seguridad y para que no se acomplejara—. Ya lo verás, cuando seas una gran estrella para Mammon, no dejarás de parlotear con esa elocuente voz.

Fizz volvió a sentirse tímido. Enredó el largo de su cola contra sus piernas y le desvió la mirada con pena y sus mejillas ardiendo. De verdad deseaba que fuera así. Y que alguien le dijera que esa voz no era algo horrible, sino lo contrario, muy en el fondo lo hacía feliz.

—Mammon me dijo que este era tu gran sueño —reiteró Ozzie al ver a esa ternura haciéndose bolita con su cola entre las piernas—. Cuando estés bien, lo llevarás adelante. Veo tanto brillo en ti. Es como si pudiera ver el futuro y saber que serás un gran artista.

Basta. Fizzarolli se sonrojó aún más al no poder procesar muy bien esa clase de futuro que proyectaba en él. Era su sueño, era verdad. Y también sería duro de concretar porque seguía en rehabilitación. La forma en como Asmodeus creía en él debía ser irreal. Aún con su mirada avergonzada y temerosa, no tuvo el corazón de ser un bastardo despiadado ante su aliento.

Parecía hacerlo sin dobles intenciones. Luego de ser tan desconfiado, debía al menos ser agradecido por quedarse con él, animarlo y aliviar su dolor.

Gracias...

Indicó con solo una seña. Pero Asmodeus ya no se podía conformar con eso. Se acercó un poco más a su rostro y lo hizo temblar ante su cercanía íntima.

—Puedes decírmelo. Vamos, pequeño —lo desafió con una sonrisa traviesa, hambriento por volver a escuchar su voz. Podría hacerse adicto a escucharla.

Fizzarolli jadeó antes de tratar de hablar, repentinamente vulnerable ante la petición del imponente pecado. Asintió de forma sumisa, todavía muy apenado por mostrarse así.

—G-Gracias...

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