Acordes menores

By sasofiasedani

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Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un... More

Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39 - Final
Epílogo
Nota;)

Capitulo 36

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By sasofiasedani

Sabía que mi madre me iba a bombardear con preguntas.

—¿Es tu novio?

—Sí, mamá, somos novios —contesté.

—Lo sabe todo el mundo —comentó Irina.

Mi madre seguía con su papel de no saber nada sobre mi relación con Marcos, y llevaba haciéndolo un buen rato. Aunque no suelo abrirme demasiado con ella, sé que está al tanto de todos los detalles de mi vida. Desde el chisme que surgió en el cine hasta el revuelo de odio de las fans hacia mí, la entrevista de Marcos y la foto que compartí. Por mucho que mi madre finge no saber nada, es evidente que está al tanto de todo.

Estábamos en la cocina, era una sensación extraña estar ahí después de varios meses sin pisar mi casa.

—¿Y cómo habéis empezado a salir?

—Mamá, sabes perfectamente casi todo sobre mi relación con Marcos —le respondo, mientras siento un ligero nudo en el estómago.

—Bueno, sé lo que todo el mundo comenta, que tuvisteis una entrevista y que luego comenzasteis a salir... Pero se como toda madre, que hay más detrás de todo eso—me mira con esa expresión que siempre me desconcierta.

—Sí, bueno, yo... En realidad nosotros llevamos meses manteniendo nuestra relación en secreto, porque... bueno, fue complicado al principio.

—Recuerdo cómo te trataban las redes cuando ocurrió todo. Me ponía nerviosa no saber qué te pasaba. Tenía ganas de ir y sacarte de ahí, Pero dime, ¿cómo es que decidiste darle una oportunidad después de todo lo que pasaste?

Oh, no ha tardado mucho en preguntar.

—Porque uno no siempre puede controlar de quién se enamora, ¿verdad? Lo siento por no haberte contado demasiadas cosas.

—¿Hay algo que pueda hacer?

—Nada, estamos bien.

—¿Y por qué no ha venido contigo?—me preguntó.

Siento una enorme punzada en el corazón.

Entendía que mis padres tenían la curiosidad por conocer al chico con el que me estaban relacionando estos días en todos lados. No es que no quisiera que lo conocieran, sino que él está ocupado con la gira y no tiene tiempo para venir.

Me muevo por la cocina, abriendo armarios y cajones, con la intención de cocinar después de mucho tiempo en casa. Espero que mi madre no se sorprenda demasiado con todo lo que está sucediendo en mi vida en los últimos meses, ya que son muchas cosas y cualquiera podría sentirse agobiado. Además, tengo la sensación de que me estoy abriendo demasiado y compartiendo cosas que quizás no debería.

Luego recuerdo que soy hija única y que a ella le gusta que le cuente todo sobre mí.

—Tiene una gira, por eso no ha venido—contesta Irina

—¿Y tú también estás de novia con uno de ellos?—le preguntó, mi madre.

Mierda. No esperaba que preguntara eso.

La situación entre Irina y Nian es bastante delicada en este momento, y mi madre no tiene idea del caos que está ocurriendo en esa relación. Ellos no han vuelto a hablarse desde hace dos días, y siento que las cosas están empeorando rápidamente. Prefería no presionar a Irina con preguntas sobre su relación, y ella vino conmigo para despejarse y evitar pensar demasiado en sus problemas. Es evidente que hay tensiones, y todo parece estar relacionado con un nombre: Bella. Pero debo admitir que Irina tiene razón; si Nian no está dispuesto a arriesgarse por ella, entonces no están destinados a estar juntos.

—¿No tendrás nata, mamá? —rompo el hielo de la situación.

—Jude, creo que has perdido la noción y el tiempo —me comenta mi madre.

—Cooper, habrá sido el culpable —murmura Irina.

—¿Desde cuándo tu madre pone las natas en los armarios? —pregunta, seria.

—Desde nunca.

—Abre la nevera, allí están. Y no cambies de tema. ¿Estás saliendo tú también, Irina, con uno de esa banda? ¿O solo mi hija? —pregunta mi madre, curiosa.

—Mamá, deja de meterte en eso... —intervengo, tratando de desviar la conversación.

—Lo siento, me gusta ser un poco chismosa.

Es igual que la madre de Marcos. No dejó que Irina responda, y cambió de tema.

—¿Sabes cómo conocí a mi novio, mamá? Fue gracias a una recogida de libros. Él preguntó a la recepcionista por mi nombre, me buscó en las redes, me encontró y vino el mismo día al bar de Miu. —le cuento distraídamente mientras busco en la nevera las natas—. Por cierto, si te lo has preguntado, Marcos toca la guitarra... eléctrica, y claro, luego están los demás chicos, el bajista, baterista y el vocalista.

—El vocalista es el peor de todos —comenta Irina.

—¿Porque...?

—Dejémoslo en que es el peor.

—No os fiéis de los músicos —nos dijo mi madre— Cuando la fama se les sube, nunca vuelven a ser iguales.

—Marcos no ha cambiado conmigo —defendí.

—Ten cuidado.

—El mío, es un idiota. No se le ha subido la fama, pero sigue siendo un inmaduro de mierda. Y no sé por qué aún le llamo mío —dijo, Irina frustrada.

Mira el calendario que tenemos colgado en la pared, entrecierra los ojos y pone una cara sorprendida.

—Es un mundo complicado el que han elegido esos chicos —añadió mi madre.

—Jude... Mañana es tu cumpleaños—me grita.

—Sí.

—¿Por qué no has dicho nada?

—Pensaba que te ibas a acordar sola.

—Pues no, de verdad que soy muy mala para las fechas —me dijo.

—Es que no me importa mucho mi cumpleaños. Son solo números más, y cada vez suenan peor los que cumplo, ¿o no, mamá?

Mi madre levanta la vista de lo que está haciendo en la cocina y sonríe.

—No importa cuántos cumplas, siempre serás mi niña.

—¡Oh, qué bonito! —exclama Irina, burlándose un poco.

—Cállate, tú también cumples dentro de nada—le digo.

—Seguro que me atropella un coche antes.

—¿Qué vas a hacer por tu cumpleaños..? —me pregunta mi madre—¿Vendrá, tu novio, al menos...?

Otra vez...

El nudo que siento en el estómago se cierra un poco más cuando me pregunta sobre él.

Apostaría a que Marcos ni siquiera se acuerda de mi cumpleaños. Se lo mencioné en algún momento, pero parece que no me escuchó. Así que decidí que lo celebraré con Irina y mis padres, este fin de semana antes de volver a la residencia. No quiero que sea un día especial, simplemente otro día en el calendario. Un cuatro de abril, es un día más. Sé que mis cumpleaños no suelen importarme mucho, pero ojalá se acuerde y me envíe un mensaje.

—Marcos está trabajando, no puede venir—dije—Y me basta con estar aquí este fin de semana con vosotros... —decidí cambiarle de tema—¿Cuántos huevos le van a una tarta de red velvet?

—Dos.

Irina me ayuda con los ingredientes.

—¿Dos? ¿Estás segura, Irina? —preguntó mi madre con una ceja alzada.

—Bueno, yo diría que uno y medio, ¿no, Jude? —respondió Irina con una sonrisa, mirándome en busca de apoyo.

—¿Uno y medio? Creo que deberíamos preguntarle a Google.

—Son dos huevos, solo quería bromear—responde.

Mi madre soltó una risa nerviosa.

Después de meter el pastel en el horno, Irina y yo volvimos a mi habitación. Me tumbé en la cama, mientras ella se recostaba a mi lado. Estaba a punto de llamar a Marcos, pero recordé que Irina podría sentirse mal si escuchaba a Nían de fondo, así que decidí posponer la llamada. Miré el reloj en la mesita de noche: las 19:00 de la tarde. El suave resplandor del atardecer se filtraba por la ventana, con tonos cálidos y acogedores. A pesar de la hora, no teníamos ningún plan en mente, y la idea de celebrar mi cumpleaños apenas cruzaba por mi mente.

—¿Esperas que venga mañana? —me pregunta Irina.

—No. Lleva unas cuantas horas sin hablarme, ¿le habrá pasado algo? —pregunté.

—No creo.

—Me da pereza probar vestidos para un cumpleaños aburrido, pero mi madre insiste.

—¿Aburrido porque no está el que te remueve todo?

—No sé, supongo que sí. ¿Quién sabe qué estará haciendo ahora? —respondí con cierta resignación.

Irina soltó un suspiro.

—¿Le has llamado? —me preguntó.

—No.

—No tienen concierto hoy, Jude. ¿Por qué no le has llamado?

—No hay necesidad.

—Si lo haces por mí, te pido que dejes de hacerlo, ponte el mejor vestido y llámale.

—No pienso hacerlo —dije.

Irina me miró con una sonrisa traviesa.

—Vamos, Jude. Puedes sorprenderlo y hacer que se dé cuenta de lo que se está perdiendo.

—No se está perdiendo de gran cosa.

—¿Te estás infravalorando...? —pregunto—Eres la amiga más guapa que tengo.

—Gracias, tú también lo eres, al igual que Miu.

—Y Eliot —se ríe.

Me quedé pensando por un momento.

Irina sonrió de manera pícara, se levantó y abrió el armario que tenía en la habitación, y empezó a rebuscar entre los vestidos. No dejaba de insistir en que me pusiera uno y me arreglara para esta noche, pero la idea de celebrar mi cumpleaños no me entusiasmaba en absoluto. Sin embargo, algo en la mirada de Irina me impulsó a intentarlo, aunque solo fuera por curiosidad.

—Llama a Cooper —me repite por tercera vez.

—¿Y si aparece Nian en la llamada? —le pregunté.

—Cuelgas.

—Es mejor que no le llame, dejemos este fin de semana para nosotras solas.

—Jude, llámale. Nian es gilipollas, el peor novio, y lo odio... Y Marcos no tiene la culpa, seguro que espera que le llames.

—¿Cómo sabes que espera por mi llamada? —pregunté.

—Bueno... Es... Lo normal, ¿no? —cambió de tema rápidamente—. Si ves a Nian en la videollamada, no le digas nada sobre mí.

—Irina, no me creo eso de que estás mal con él solo porque Bella va a cenas familiares con él y tú nada. ¿Se ha besado con ella?

—No.

—Irina...

—Jude, llama a Cooper, es más importante que Nian, ¿vale? Además es la noche de tu cumpleaños.

Irina aprieta los labios y sigue sin mirarme a los ojos, mientras sigue rebuscando cosas en el armario. No quería un vestido; estoy en casa y lo último que me apetece es ponerme un vestido para una llamada. Opté por algo más cómodo pero igual de sexy: un conjunto de pijama de seda con encaje. La suavidad de la tela y los detalles de encaje lo hacían perfecto para la ocasión. Además, ¿quién dijo que no se puede estar sexy en pijama? ¿Y he mencionado que estoy haciendo ridículo haciendo estas cosas?

Es extraño hacer videollamadas, pero me gusta.

—¿Vas a celebrar tu cumpleaños con un pijama? —pregunta Irina.

—Es su pijama favorito...

—Joder, tiene hasta selección de pijamas favoritos, ¿se puede saber qué más tiene este chico que nos sorprenda...?

—No puedo nombrarte lo que tiene y pueda sorprenderte.

—¿Una buena polla?

—No digas esas cosas.

—Yo era fan de la banda y de vez en cuando se me iba un ojo a lo que no debería, lo siento. Pero estate tranquila, ya no lo hago, dejé de hacerlo porque me metí con uno de ellos.

—¿Ya no eres fan de la banda?—pregunte

—No.

Le vibró el móvil y buscó una excusa para salir de la habitación. Ir a revisar el pastel que habíamos dejado en el horno..

Joder, me acabo de quedar sola en la habitación de mi casa y la idea de llamarlo me dio un vuelco en el corazón. ¿Qué iba a decirle? ¿Y si no contestaba? ¿O peor aún, si contestaba y yo no sabía qué decir? Mis manos temblaban mientras deslizaba mi dedo por la pantalla del teléfono, sintiendo cómo el sudor se acumulaba en mis palmas. Pero ¿qué otra opción tenía? Necesitaba hablar con él por la noche de mi cumpleaños.

Dios, me siento estúpida. Pensará que realmente estoy queriendo provocarlo. Y, eso es lo que quiero, provocarlo, pero disimuladamente, y eso a mí se me da muy mal.

Lo llame como cuatro veces en veinte minutos.

Me acaba de contestar.

—¿Que tienes una reunión con el embajador, o qué, Jude? —me vacila.

—No... Es que mi novio me ha abandonado, y he tenido que llamarle. Creía que este era su pijama favorito, pero por lo que veo le interesa más si tengo una reunión con un embajador.

Estaba tan encantada de verle, que los nervios habían desaparecido casi por completo. Casi, ni por completo.

—¿Y qué tiene que hacer el embajador para poder verte entera con ese pijama?

—Pues tendría que decirme todas las maneras en las que me necesita.

Cerré con un pestillo la puerta.

—Quiero follarte.

—Qué romántico —le digo.

—Quiero sentirte rozando cada parte de mi piel, te quiero arriba, abajo y besándome... Quiero arrancarte ese pijama y follarte hasta que te olvides de tu nombre.

—No puedo olvidarme de mi nombre si en cada frase lo pronuncias.

—Te aseguro que esta noche se nos olvida a los dos... —me mira intensamente y me pongo roja.

—¿Estás seguro? —susurré.

—Jude, estoy cerca de ti, solo tienes que abrirme la puerta de tu habitación.

—¿Qué puerta?

—La de tu habitación, de tu casa...

Siempre hace lo mismo.

—¿Estás aquí?

Me cuelga la llamada y abro la puerta, todo mi cuerpo me traiciona inconscientemente al tenerlo ahí parado. Está malditamente guapo, ¿lo he dicho ya? Estoy temblando, ¿cómo demonios...? ¿Cómo ha llegado a venir...? Irina, había salido corriendo por esto. Puedo ver cómo me echa una mirada a mi cuerpo, y eso hace que solo quiera acercarlo y besarlo.

—¿Mis padres saben que estás aquí? —le pregunté.

—He llegado hace un rato, he conocido a tu madre pero la he dejado con Irina, quería buscarte antes... ¿no me vas a besar?

—¿Mi madre ha escuchado lo que me estabas diciendo en la videollamada?

—No lo sé. Ni me importa.

—Por favor, Marcos, qué vergüenza.

—Tranquila, no ha escuchado nada. Estaba diciéndote todo en la puerta de tu habitación y estaba solo —me dijo.

—¿Has cogido un vuelo desde Los Angeles solo para estar aquí?

—Sí.

—Marcos... No tendrías que hacerlo.

—Feliz cumpleaños, Jude.

No me imaginaba que esto fuera a ocurrir, es como si estuviera interrumpiendo por completo su gira al hacer estas cosas. El calor me está matando. Se acerca despacio para besarme, pero quiero que se dé prisa, porque no puedo soportar más estas cosas. Mis labios se separan mientras lo miro, y él me besa.

—Casi apostaba a que no ibas a venir —le digo, con un toque de sorpresa en mi voz.

—¿De todas las cosas que te mencioné antes, cuáles te gustaría hacer?—cierra la puerta.

—¡Se me han olvidado por completo!

—Arriba, abajo o de la manera que más te guste.

Dejé escapar un suspiro. No me agrada la idea de hacerlo con Irina en casa, con mis propios padres cerca, pero no quiero seguir poniendo excusas para detener estos momentos.

—Quiero que lo hagamos pero tu piel, no... tolera muchas cosas.

—Solo tengo unas horas, apróvechame.

Ni siquiera había caído en cuenta de que realmente había venido a verme la noche de mi cumpleaños.

—Quiero hacerte algo innovador—me dijo—Un especial cumpleaños.

—No sé que es un especial cumpleaños. Pero házmelo.

—¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me gustas, Jude...?

—Madre mía, Marcos, no te enredes y hazme lo que tengas que hacerme.

—Ui, que exigente estás, ¿tanto necesitas el especial cumpleaños?—lo hace aposta.

—No digas nada.

Sin contestar más, agarró mi rostro entre sus manos y me besó. Nunca lo había visto tan decidido en algo como ahora. Deslizó sus manos por mi espalda y me apretó el trasero. Dimos unos cuantos pasos y terminamos en el centro de la habitación. El roce de sus labios en mi cuello me erizó la piel, y sus dedos se deslizaron por la tela de mi pijama de cuero. Tiró de él con fuerza, dejándome desnuda ante él. Sin poder hablarle, sus labios bajan por mi pecho, por mi estómago, hasta llegar a mi ombligo, donde su lengua provocó un placer intenso que me hizo temblar de excitación.

Un suspiro nervioso se escapó de mis labios cuando se arrodilló ante mí, sus manos se deslizaron lentamente con delicadeza tirándome mi ropa interior hacia abajo. Podríamos ser interrumpidos en cualquier momento, pero no quiero que pare. Intenté articular alguna palabra, pero antes de que pudiera hacerlo, su lengua encontró mi clítoris y una oleada de placer me dejó sin aliento. Un gemido profundo se escapó de mi garganta, luchando por no resonar demasiado en la habitación.

Siento cómo sus manos se hunden en mi culo, aumentando aún más mi excitación mientras su lengua sigue humedeciendo mis partes. Ahora siento un cosquilleo recorrer toda mi piel. No puedo dejar de jadear, consciente de que esto me llevará al éxtasis. Es la primera vez que alguien me practica sexo oral, y es la primera vez que no quiero que pare. Ni siquiera necesito mirarlo para sentirme excitada. Me mete los dedos, llenándome por completo y haciéndome gemir de placer. Mi estómago se contrae y le hundo mis manos en su pelo para agarrarme. Mis músculos se tensan mientras mi respiración se vuelve más rápida y entrecortada.

Su lengua se movía con destreza en mi interior, provocándome un placer abrumador, y sus dedos, aún más. Cada roce, cada movimiento, aumentaba la intensidad del placer. No quiero que se detenga; deseo que esta sea la noche de mi cumpleaños, la noche en la que todo suceda...

Ni siquiera puedo articular una palabra cuando siento el primer orgasmo acercarse. Todo en mí palpita y tengo ganas de gritar. A medida que sus dedos entran y salen, siento cómo una ola de placer comienza a recorrerme, desde el centro de mi ser hasta los extremos de mis dedos. Mi respiración se vuelve irregular, entrecortada por gemidos ahogados de placer. Mis piernas tiemblan y los orgasmos me golpean como olas, uno tras otro, haciéndome temblar de arriba abajo.

Mi piel ardía.

Termina lentamente, sube y se queda mirándome fijamente, se acerca a mi boca, me besa y me hace probar de mi propio sabor.

—¿Es un buen cumpleaños eh?—me susurro

—El más diferente—me muerdo el labio.

—¿Quieres que siga...?

—¿Por cuánto tiempo podríamos estar aquí?—le susurró

—¿Una hora...?

—Es demasiado, ¿y si vamos a cenar primero y luego seguimos?—pregunté

—Jude, también quiero dejar ir la tensión que se ha acumulado en mi.

—Después de cenar podemos retomar esto—le dije

—Quiero ahora.

—Mi madre estará esperando por mí.

—¿Ahora espera por tí, Jude?

—Bueno... Por nosotros para cenar.

—Aceptó ir a cenar, pero que sepas que no pienso irme sin follarte como se debe—me dijo

—¿Sabes qué...? Estoy segura de que el Marcos Cooper de antes de que todo este asunto de la piel sucediera, era exactamente así...

—¿Así, como?

—Así de... provocativo, tan adictivo como tú.

—Estás siendo la única que puede tener estos privilegios de mi, Jude.

Sonrío mientras me vuelvo a vestir. Sería tentador quedarme aquí disfrutando de este momento, pero tengo una cena con mis padres por mi cumpleaños y seguro que si tardo en salir, sospecharán algo que prefiero evitar. Antes de salir de la habitación, Marcos me comenta que ha venido con Nian porque quiere arreglar lo suyo con Irina. No me sorprende su presencia; sabe que Irina puede ser intensa y a veces llegar a ser complicada, pero jamás le traicionaría.

He cruzado la mirada de Nian al entrar en la sala de sofás, está solo. Me saluda pero lo ignoro de inmediato. Irina no está y sospecho que podría estar aún en la cocina con el pastel de red velvet, sin ganas de salir para hablarle o verlo.

—¿Estás seguro que es buena idea haberlo traído aquí?—pregunté con un tono suave.

—Ha insistido en venir conmigo, ¿tú sospechas que ha pasado algo muy malo entre ellos?

—Creo que el problema está en Nian.

—No, el problema es tu amiga.

Clavó la mirada en él, mientras tratábamos de ser discretos.

—Probablemente sean los dos—digo con brusquedad—Iré a ver a Irina, y si viene mi padre comportaros...

—Ojala poder comentarle a tu padre lo bien que sabe su hija—dijo con un tono tan suave como si estuviera casi susurrando.

—Eres imbécil.

—Ya lo sé.

Se ríe y voy en busca de Irina en la cocina.

Antes, Marcos solía sentir el dolor en su piel de inmediato, como una tormenta que lo sobrecarga. He visto que le he tocado el hombro, el cuello y no se ha molestado nada. Sin embargo, con el tiempo, ha aprendido a gestionarlo mejor. Las pastillas que toma le brindan cierto alivio, aunque insista en que no le hacen efecto. Pero más que las pastillas, ha sido su capacidad para superar el trauma dejado por su padre lo que realmente está marcando la diferencia en su mejoría. Me acuerdo cuando me dijo que la única manera de poder superar por completo esto, es que su padre le pidiera perdón. Supongo que aunque se lo hubiera pedido perdón, para él, es complicado aceptarlo.

No sé si algún día Marcos será capaz de perdonar a su padre por todo lo que le hizo.

Su padre había acudido al concierto en Berlín, eso demostraba que podía enfrentar su presencia en público sin ceder al impulso de huir. Estaba agradecida de que finalmente la terapia estaba dando resultados buenos. A menudo me confiesa que lo hace por mí, para que pueda tocarle, yo quiero pensar que lo hace por él mismo.

Lo importante era que estaba curándose.

—¿Se ha quemado el pastel...?—grite

—Sí, pero de todas formas se lo comerán, y Nían será el primero en hacerlo porque le daré el trozo más quemado, así se atraganta con él.

—Pobre pastel—murmure

—Perdon, tiene un poco de arreglo y si el trozo quemado cae en Nían, mucho mejor.

—Deja de decir eso y dime la verdadera razón de la cual estéis así—digo.

Ella suspiró y dejó el pastel encima de la encimera.

—Tú tienes cara de bien follada y no te digo nada—me vacila.

—Si ha estado bien y era mi primer...—no debo de hablar de esas cosas con nadie—Deja de marearme y dime que pasa con Nian...

—Me molesta que esté aquí—me contestó

—¿Planeaste lo de Marcos...?—le pregunté

—No, él quiso venir, me lo comentó y le ayudé un poco, pero ha traído con él al otro, ¿no puedes pedirle que se vaya...?

Negué con la cabeza.

—Si no me dices nada, no podré echarlo de aquí—dije

—Bien, pues me voy ir yo...

—Mañana es mi cumpleaños, Irina, no puedes dejarme sola, Eliot no puede venir, Miu tampoco porque está con lo del concurso, y Marcos no estará conmigo. Tienen que irse temprano mañana, ya que tiene su vuelo de vuelta para la gira—le comenté.

—Joder... —se le hace un nudo en la garganta y puedo percibir que sus ojos están enrojecidos.

—¿Qué pasa...?

—No quiero decirte nada, pero puedes imaginarte lo peor...

—¿Se ha acostado con Bella...?—pregunte

Ella simplemente tragó el nudo que se le había formado en la garganta y me abrazó. Irina es fría, rara vez me abraza, por lo que me sorprende que lo haga ahora. Siendo sincera, no puedo encontrar ninguna respuesta lógica. Pero todo parece indicar que sí... Espero que no sea así. No quiero asumir que le ha puesto los cuernos, porque ella no me ha respondido a nada.

Solo conocí a Bella una vez en una fiesta. No sabía mucho de ella. Mientras Irina permanece en silencio en mi abrazo, mi mente se llena de preguntas sin respuestas. Joder, no quiero molestarle y hacerle miles de preguntas, pero no me gusta verla así con lo divertida y alocada que esta.

—¿Puedo dejarlo en que estoy jodida...?—me pregunta

—Si, pero, ¿qué puedo hacer por ti...?

—Nada Jude, feliz cumpleaños aunque no son las doce de la noche.

—Gracias.

Escucho a mi padre entrar y mi cuerpo entero se tensa. Sus pasos resonando en el pasillo hacen que mi corazón se acelere. Siento un nudo en el estómago. Con cada paso más cerca, los nervios aumentan. Hoy será la primera vez que conozca a Marcos, y la idea me llena de ansiedad. Mi padre viene del veterinario después de llevar a Shock a una pequeña revisión, así que está de buen humor.

Putos nervios.

—¡Shock! —grité emocionada—. ¡Hola, pequeño! Te he echado mucho de menos. ¿Papá te ha tratado bien...?

No para de ladrar en la cocina, y mi padre entra directamente a la sala de sofás. Joder, ¿por qué estaba sufriendo de repente? Irina y yo nos miramos cómplices y salimos corriendo de la cocina. Si antes había considerado la idea de esconderme, ahora estaba completamente segura de ello.

Está Marcos sentado al lado de mi padre, yo solo pestañeo al mirarlo, intentando descifrar qué está pasando por su cabeza ahora mismo. Es evidente que está nervioso y no puede hablar mucho. Mientras Irina se acomoda en un extremo del sofá y Nían ocupa el otro, él le dirige una mirada, pero ella parece hacer todo lo posible por ignorarlo. Y ahí estoy yo, atrapada entre ellos dos en el sofá. No sé por qué me he sentado entre ellos ni cómo controlar la situación.

—¿Qué tal está Shock?—pregunté a mi padre.

—Shock está bien, ¿lo has visto...?—me preguntó

Asentí.

—¿Quién es Shock...? —pregunta Nian.

—Nuestro perro. Sé que no tiene un buen nombre, pero me encapriché en llamarle así —respondí.

—¿Y dónde está...? —pregunta Marcos.

—Del shock de veros aquí, se quedó en la cocina con mi madre... —conteste, intentando contener una risa nerviosa.

Casi todos se ríen, pero se contienen al darse cuenta de que mi padre los está mirando.

—¡Es un buen perro! —comenta mi padre, dirigiéndose a Marcos—. ¿Tú no tienes mascotas?

—No, no tengo... —responde.

Me acomodo más en el sofá y no puedo evitar cruzar miradas constantemente con él. Estoy a punto de romper esta situación incómoda, pero no sé cómo hacerlo. Por un lado, tengo a una pareja en crisis y, por otro, a mi padre conociendo a mi novio. La ironía de esta situación me hace gracia.

—¿Cuándo habéis llegado...?—les pregunta mi padre.

—Esta tarde—contesta Marcos

—Has tenido tiempo de venir a ver a mi hija en su cumpleaños.

—Nadie quiere perderse un cumpleaños con un bonus especial—contesta

Me arde el cuerpo de calor cuando le contesta eso. Mi padre mire a Nian.

—¿Y él debe de ser el novio de Irina...? —comenta, con un tono que denota su confusión

El silencio es incómodo.

—¿Que tal si cenamos...?—pregunte

Después del momento en la sala de estar, nos dirigimos hacia la mesa para cenar. Irina y Nian se sientan en silencio, evitando mirarse entre ellos, mientras que Marcos y yo nos sentamos uno al lado del otro. Puedo sentir la tensión en el aire mientras mi padre sirve la comida. Marcos, sin embargo, parece completamente relajado, bromeando con mi padre.

—Mama, deja de mencionar lo de internet—le pido.

—Nos ha molestado verte mal, ¿porque te has comportado de esa forma con ella..?—le preguntó a Marcos.

Eché una mirada de reojo a Marcos y pude notar cuánto se sentía incómodo. Lo conozco bastante bien como para darme cuenta de cuando algo no le agrada. Puedo entenderlo; es complicado hablar con los padres de la chica con la que sales sobre tus problemas y lo mal que lo pasaste en tu vida. No quería que respondiera, ni siquiera quería que mi madre continuara preguntándole. Sé que ella no tiene la culpa, porque solo trata de saber qué fue lo que pasó aquel día, pero no me gusta que saque el tema ahora.

—No hace falta que le respondas a nada—le susurró.

—¿Y al menos la has cuidado...?—le cambió la pregunta.

—Que responda ella—me miró.

Joder, me mira y ya quiero que termine la cena y irnos a la habitación.

—Me ha cuidado bien—respondí

****

Estábamos dando un paseo nocturno por el pueblo, todo en plan tranquilo. A esas horas, la gente ya dormía, ni paparazzis ni conocidos de la banda por ahí. Pero a mí eso me daba igual, que nos vieran juntos no me preocupaba. Aunque en internet la gente seguía con sus comentarios sobre nosotros, yo intentaba no darle muchas vueltas.

Nunca me habían importado tanto mis cumpleaños como hoy.

¿Por qué será Jude?

—¿Te ha gustado la tarta de red velvet...?—le pregunté

—¿La has hecho tú...?

—Si. Pero con la ayuda de Irina.

—Estaba muy buena. Lo has clavado.

—Gracias.

—Yo... Bueno, no he podido traerte nada de regalo y quería... ¿Puedo darte el regalo cuando vuelva de la gira? Es que no me ha dado tiempo de terminar lo que quería regalarte—me cambio de tema.

Sonrió algo nerviosa.

—No necesito que me compres nada, me dan igual mis cumpleaños—le dije

—A mi no me dan igual tus cumpleaños.

—Lo sé, has cogido un vuelo aquí para pasar la noche conmigo, y eso es el mejor regalo.

Mierda. En medio de la calle, Irina y Nian se gritan, interrumpiendo el momento. Sus voces se escuchan a lo lejos, rompiendo el ambiente de calma que se había creado entre Marcos y yo. La mirada de Marcos y la mía se encuentran, compartiendo un gesto de complicidad ante el caos que se ha desatado.

—¿Qué ha pasado...?—pregunta Marcos dejando escapar un suspiro.

—No ha pasado nada—responde Irina.

—Bueno, si no ha pasado nada, nosotros nos vamos a casa que tenemos cosas interesantes que hacer esta noche—le respondió Marcos.

Lo ignore.

—¿Qué está pasando entre vosotros? —pregunté.

—Bella y sus dramas, ya te he dicho que no me gusta.

—Tengo motivos para no creerte—le dijo Irina.

—Jude, vámonos—me dijo Marcos.

—Se están pelando.

—¿De que te sorprende...? Siempre pelean y vuelven—me dijo y me abrazó por la cintura—¿De verdad prefieres estar aquí no tenerme encima de ti...?

Todo mi cuerpo reacciona.

—Quiero saber porque pelean.

—Nunca lo sabremos.

—Es el cumpleaños de Jude, no quiero discutir más contigo—le dijo furiosa y seria.

Y allí se quedó todo. Volvimos a casa. Y nos pusimos todos a ver una película, estaba por quedarme dormida, el hecho de que Marcos se vaya mañana temprano, y no aprovechar esta noche, me molesta. Cuando nos tumbamos uno a cada lado de las almohadas, hablamos de todo y de nada hasta quedarnos dormidos.


Pequeñas notas:

No quiero asustaros, pero no queda mucho para que termine, lo cual me pone triste. Espero que os gusten estos últimos capítulos❣️

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