You are loving | Rebirth

By PapasConChedd4r

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Retorcí mis extremidades por ti. Empujándome, amándome, tirando de mi, aplastándome. Los huesos se rompen, la... More

Pedazo de pastel
Piel de azúcar
Vainilla
Algodón
Mientras me alejas
Glaseado
Realidad
Cumpleaños
Nombre
La ciudad
Una llamada
Olvidar
Alejarse
Rencor
La última vez
Conocer tu alma
No te vayas
Tu elección
En nombre del amor
El rey de la Lujuria
Muñeca de circo
La luz de tu corazón
No estoy roto
La feria de las vanidades
El gigante durmiente
Verosika side B
Angustia en el Paraíso
Canción de cuna
Demandando excelencia
Por siempre
Fórmula
A casa luego del rehab ((forzado))
Cada segundo cuenta
Pros y contras
Limpiando sangre
No sé si soy una buena persona
Deberíamos hacer drogas (no)
Esto ciertamente luce como "el momento"
Al menos soy amado (aunque yo me odie)

El contorsionista

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By PapasConChedd4r


Hace quince años atrás.



Mammon cerró la puerta de su lujoso estudio en el palacio de la Codicia. Ajustó el traje de negocios y su larga corbata colorida, ya que era la hora de cerrar el trato que venían hablando desde hacía horas. Su poder de convencimiento era grato a la hora de conversar sobre dinero y necesitaba persuadir a su gran aliado para finalmente poner manos a la obra en su gran estrategia de negocios futura.

—¿Qué tal unos veinte millones como adelanto? Vamos, Ozzie —lo animó el rey de la Codicia al momento que se sentó frente a él del otro lado del escritorio—. Sé que debes tener un par de horas libres en tu agenda. Te aseguro que cuando el cachorro empiece a generar dinero, te obsequiaré una gran recompensa.

Mammon ofrecía una buena cantidad como honorarios y como parte de todo el dinero que se necesitaba para poder llevar a cabo la rehabilitación de ese pequeño imp, su gran diamante en bruto. Estaba tratando de convencer al rey de la lujuria, Asmodeus, de llevar a cabo esa reparación. Sería un desafío emocionante para él por lo que lo conocía, ya que nunca había reparado semejante desastre antes.

Asmodeus no se mostraba interesado desde el segundo uno. Estaba allí, sentado frente a él y tratando de fingir una posición neutral frente al asunto. Sin embargo, su mirada era francamente aburrida desde que Mammon comenzó a hablarle. El sujeto le insistía día y noche en ese proyecto, el cual consideraba una perdida de recursos. Ozzie era el pecado de la lujuria, manejaba grandes cantidades y variedades de tecnología que traían los súcubos desde el mundo de los vivos, incluso en avances de la medicina. Experimentaba con algunos imps, íncubos y hellhounds en su clínica privada para implementar los recursos y probar la anatomía de los cuerpos.

No obstante, el caso que le presentaba Mammon era diferente en el mal sentido. A Asmodeus no le importaba el dinero en sí, tampoco la recuperación de la nueva propiedad de la Codicia. No eran sus campos, tampoco le traería muchos beneficios.  Eso significaba que saldría perdiendo por todas partes. Y a pesar de que se negaba, Mammon seguía insistiendo en salvar la integridad física de ese imp. ¿Qué era lo que tenía de especial en todo caso?

—Leí el informe médico del imp con el que firmaste. De hecho, fui muy meticuloso al evaluar el caso —le respondió Asmodeus con un rostro serio y frío—. No es mi especialidad, como sabes. Nunca he hecho algo como esto.

Reparar al cachorro no era imposible. Pero no estaba seguro de si valdría la pena tanto esfuerzo y tiempo, no entendía porqué al contrario le importaba tanto si podría capturar a cualquier otro imp que fuera bueno en el entretenimiento y seguir adelante. Esforzarse tanto por un caso perdido que terminaría muriendo definitivamente no valía la pena.

—Mammon, su esperanza de vida es casi nula, está destrozado de principio a fin —Asmodeus decidió ser honesto. Le largó la realidad para intentar hacerlo entrar en razón—. Puedo repararlo con mi nueva tecnología, puedo intentar hacerlo vivir unos años, pero su cuerpo no lo resistirá a largo plazo. Será una pérdida de tiempo y de dinero —le reiteró sin nada de tacto—. Los imps son muy débiles en general, pero este se encuentra particularmente en el peor estado que he leído.

Mammon hizo oídos sordos. Ambos estaban hablando de un ser sintiente que aún seguía con vida, pero, en ese instante, para ambos era solo una propiedad. Una especie de animal que podría causar ganancias o también hacerlos perder el tiempo. En su naturaleza de pecados capitales, la fría crueldad de tener que tratar con un ser inferior seguía latente y palpable.

—Voy a estirarme a cuarenta millones. Eso cubre tu presupuesto y hará que cierres la boca y solo trabajes sin quejarte —Mammon quiso ser simpático y, con una sonrisa bastante enfermiza, se cruzó de brazos sobre el escritorio y miró a los ojos a Asmodeus—. Te lo digo, es una mina de oro. Y somos amigos, ¿verdad? Hoy por mi y mañana por ti —lo animó con más énfasis, ya que los pecados debían ayudarse entre sí—. Incluso si no cubre tus expectativas, podré exprimir un poco más de él cuando esté reparado y extenderte otro cheque en el futuro, ¿es un trato?

Asmodeus arqueó una ceja hacia él con total desconfianza. Ellos no eran amigos. Podían ser socios o lo que fuera. Pero no eran amigos ni en lo más mínimo. Los valores de Mammon estaban muy distorsionados por su avaricia. Y entendía que ese era el rumbo de su pecado y que simplemente se dejaba llevar sin escrúpulos hacia sus objetivos.

Pero Ozzie no actuaba de esa forma. Era más racional y no se llevaba a todo el mundo por delante con la bandera de su pecado y excusándose ante todo el infierno porque él nació de esa forma. Mammon no le caía bien... Pero allí estaba, pensando en hacer ese trato del cual probablemente se arrepentiría en un futuro.

—Okey. Si muere, no me culpes —la Lujuria suspiró profundamente indiferente.

Extendió su mano y se la ofreció a su camarada, quien le sonrió con una alegría inaudita y realizó el apretón de palmas sellando el trato entre ambas partes.

-----

—¿Cuál es la habitación? Debería conocerlo al menos.

Una enfermera guió al rey de la Lujuria por los pasillos de su clínica privada. Habían pasado años desde la última vez que se paseaba por ahí. El caso era extremo y sabía que tendría que ir de forma recurrente para asegurarse de que sus empleados fueran cuidadosos y no rompieran al paciente con sus descuidados tratos. Conocía a los súcubos, a veces eran tan holgazanes cuando la cuestión no se trataba de sexo.

Día 1.

La enfermera llegó y abrió la puerta, dejando que su amo Asmodeus diera el primer vistazo hacia el paciente de la habitación seis.

Ozzie entró con una expresión aburrida y pesada. Quizá fue el destino el que lo hizo reaccionar tan abruptamente al verlo, o quién sabe, sin embargo...

Eso fue lo que sucedió. Asmodeus amplío sus ojos con un indiscutible asombro. Su panorama cambió por alguna indescriptible razón. No era lo que imaginaba, para nada. Aunque lo visualizó internamente por los informes que leyó, el cachorro era diferente.

El silencio fue incómodo, incluso para Asmodeus, quien recobró la compostura forzadamente ya que la enfermera seguía allí entre ellos. Le indicó que se fuera con una seña y la mujer obedeció y cerró la puerta.

Era algo extraño en definitiva, algo que no podía expresar. En ese momento, Asmodeus decidió llamar a ese sentimiento lástima. No tenía las herramientas mentales ni las sabiduría emocional como para darle otro nombre. La incomodidad que sentía era fuera de lo habitual... Se obligó a mirarlo y a recomponerse aún a un lado de la puerta. No podía alterarse, no tenía sentido.

—... Hola... ¿Fizzarolli?

Llamó la atención del imp, quien abrió los ojos y se sentó sobre la cama de hospital con algo de dificultad. Su apariencia era peculiar, mucho más cruda de lo que el pecado imaginó. Ozzie se le quedó mirando incrédulo y sorprendido, ya que nunca había visto a un imp que hubiera soportado semejante masacre en su cuerpo. La mayoría en su estado, simplemente se hubiera dejado morir.

Fizzarolli tenía una apariencia juvenil, su cuerpo era bastante pequeño a comparación de otros de su raza. Era muy delgado, probablemente estaba bajo de peso debido a todas las medicinas que tomaba y eran inyectadas por intravenosa, también por el estrés y sus turbulentos cambios de ánimo ese último año. Su piel estaba quemada, pero cicatrizada, la mayoría de su anatomía estaba cubierta por esos manchones blancos que indicaban las quemaduras, no había casi nada de piel sana en su cuerpo.

Sus huesos se marcaban... Sus cuernos rotos estaban envueltos con gruesas vendas, solo poseía unas prótesis provisorias en ambos brazos. No tenía piernas, sus muslos estaban vendados y solo los encajes estaban contra su piel sana, listo para enfrentar prótesis en un futuro.

En cuanto su expresión o fuerza, era como si nada de eso existiera. Fizzarolli tenía grandes ojeras negras por debajo de sus ojos, probablemente no dormía por el dolor crónico. Se veía exhausto y vacío por dentro, sus ojos no tenían brillo. Las intravenosas se inyectaban desde sus muslos y parte de su vientre.

El imp realmente lucía peor de lo que Asmodeus pensó. Cualquier otro imp no hubiera sobrevivido a semejante cantidad de heridas. Aunque estaba mejor luego de un año de recuperación en otra clínica, su estado seguía siendo lamentable.

Ozzie avanzó un par de pasos, Fizzarolli alzó su mirada hacia la figura que se aproximaba. Su cuerpo se contrajo ante el temor, retrocedió por instinto y miró con el ceño fruncido al sujeto que caminaba hacia él. Era como un cachorro lastimado que observaba nervioso y consternado cualquier tipo de señal de hostilidad a su alrededor.

—Oh, claro, soy grande. No quise asustar... —Ozzie se detuvo ya que evidentemente su tamaño era un problema, incluso se sintió algo tenso ya que debió haber notado que su presencia era intimidante y se reprochó ser tan descuidado por su acercamiento— Soy el rey Asmodeus, amo de la Lujuria. Trabajo con el rey Mammon y acepté comenzar con tu reparación y rehabilitación.

Fizzarolli lo miraba desde abajo. Su mirada se relajó al escuchar el nombre de Mammon. No lo observó como si fuera una amenaza, no obstante, sus ojos grises bajaron y dejaron de verlo directamente.

—Tus heridas y quemaduras están cicatrizadas, pronto reemplazaremos tus viejas prótesis de los brazos por unas propias de mi tecnología y haremos una colocación en tus piernas —Asmodeus se puso de rodillas ante la camilla para poder estar a su altura, quería que el pequeño lo escuchara—. Volverás a caminar con paciencia, ¿no es genial?

Ozzie le sonrió un poco. No necesitaba involucrarse mucho con el cachorro, pero sabía que ese pequeño debía nutrirse de algo de motivación para salir adelante. Mammon lo necesitaba sano y fuerte, pero también cuerdo.

Aunque... Tal vez sería difícil recuperar un estado mental sano luego de perder las extremidades y sufrir tanto para sanar. El imp estaba allí por su propia voluntad de vivir, era el único recurso que lo aferraba a la vida.

Fizzarolli no podía ser irrespetuoso e ignorar mucho al rey de la Lujuria. A pesar de que no sentía agrado, seguridad, ni mucho menos, levantó una mano y realizó la seña, ya que no tenía otra forma de agradecer ante el tipo grandote de sangre azul.

... Gracias.

Ozzie se sobresaltó, hasta sintió vergüenza por pretender una respuesta entusiasta en palabras.

—Discúlpame... Es verdad, me dijeron sobre... tu capacidad del habla —se apenó al no considerarlo— Habrá alguien que vendrá todas las semanas y afilará tu lenguaje de señas, es parte de la rehabilitación, también me debo encargar de eso por si no logras volver a hablar —le explicó con paciencia— Aunque todo indica que podrás hacerlo también, es cuestión de tiempo. Un día a la vez.

Le sonrió apenado y se sintió un estúpido por haberse disculpado con un ser inferior. Estaba por disculparse por disculparse, pero eso sería incluso más estúpido. ¿Por qué se sentía tan nervioso de repente? Dejó de dar una batalla mental al volver a enfocarse en ese cachorro. No hubo respuesta de su parte, su mirada triste y desolada se enfocaba en el piso.

Era evidente... Ese imp aún estaba en una especie de estado de shock. A pesar de que su accidente sucedió hacía un año, asumir una incapacidad de forma repentina era terriblemente difícil.

—¿Cuántos años tienes, pequeño? Eres muy joven... ¿Recuerdas tu edad? —Asmodeus se acercó para examinarlo con curiosidad con sus ojos grandes y luminosos, era como revisar un imp único en su especie— Los informes dicen que eres mayor, pero... Mammon a veces... miente —rodó los ojos con algo de fastidio, ya que la Codicia se las pagaría si había obligado a un cachorro tan dañado a ser su socio. Eso era cruel incluso para un pecado—. Él me dijo que firmaste su contrato a los diecisiete, hace un año. ¿Eso es cierto?

Fizzarolli se quedó en silencio. Luego de unos largos momentos, alzó un poco su rostro y le respondió con las señas de sus manos.

Tengo dieciocho.

—Entonces es real —Asmodeus se alivió un poco, al menos el estúpido de su camarada no le había mentido—. Aún así, te ves muy joven. Ha pasado un año desde tu firma con Mammon, tal vez tu cuerpo este mucho mejor desde tu accidente, pero un año es solo un suspiro. Aún hay mucho que trabajar.

Se le quedó mirando. El imp se recostó sobre su lugar, cerró sus ojos y decidió ignorarlo. Podía ser la Lujuria y el socio de Mammon, también sería el que financiaría su rehabilitación y sus prótesis nuevas. Pero su tiempo de escucharlo finalizó. No soportaba a los sangre azul, solo a Mammon. Todo muy bien, pero Fizzarolli se hizo una bolita sobre la cama y decidió dormir envolviendo su cola alrededor de todo su cuerpo. Le inyectaron muchos sedantes, necesitaba ese respiro.

Asmodeus lo observó detalladamente por unos cuantos segundos. Era un cachorro rebelde, dejando a un pecado capital con la palabra en la boca. El pequeño se durmió con facilidad.

—Vendré a verte seguido. Me interesan tus progresos, Fizzarolli.

Ozzie cubrió la espalda de ese imp con unas sábanas, gesto que el pequeño no notó porque cayó rendido ante su sueño con facilidad.

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