Cadenas del pasado

By MaggieAv24

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Will y Nico habían conseguido la casa con acera blanca, los niños y les faltaba el perro, cuando un accidente... More

CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPITULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPITULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII

CAPÍTULO VI

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By MaggieAv24


Nico había prometido algo y no era una persona que rompiera sus promesas —al menos no todas—, lamentablemente no fue tan fácil como pensó que sería. Bianca se la pasó todo el tiempo pegada a William como si fuera un cachorrito, así que Nico no sabía cómo empezar, tampoco se le hacía prudente llegar y simplemente arrebatar a la niña del lado de su padre y obligarla a convivir con él.

Así que esperó.

La buena noticia es que no tuvo que esperar mucho.

Resulta que la niña se la pasó toda la mañana contando como se había ido a tomar una malteada enorme que tenía muchas cosas con la tía Rachel, por razones que no comprendía, era irritante oír hablar de esa mujer, tal vez era porque no la conocía de todo o porque la Rachel que tenía en la mente y la Rachel que adoraba Bianca no podían ser la misma, debía ser por eso.

Sabía que era cercana a William, se había notado bastante con los dos abrazos que habían compartido, además ella había hablado con William el día que Nico se enteró sobre Bianca, no es que le importara, pero fue un poco raro ver llegar a alguien que era una completa extraña y que fuera tan cariñosa.

El caso es que la increíble experiencia de malteadas había hecho que Bianca se obsesionara un poco con preparar su propia malteada y hacerla perfecta. William le había dicho que en realidad no sabía hacer buenas malteadas, la niña tenía un puchero que probablemente se convertiría en otra rabieta, y Nico, bueno, él era bastante bueno haciendo malteadas. Bianca —su hermana— las hacía siempre para animar a Nico, cuando ella murió, él aprendió para que Hazel también pudiera tener esas malteadas de ánimo.

Y la famosa Rachel se lo había enseñado primero a Bianca, genial.

—Por favor —siguió suplicando Bianca.

William estaba a punto de hablar para negar, pero Nico se adelantó —aunque no sin un poco de nerviosismo— y dijo:

—Yo las sé hacer, puedo enseñarle.

William le dio una minúscula sonrisa, como si hubiera estado esperando eso —por supuesto que no lo hizo sentirse un poco orgulloso de sí mismo, ni nada—, además eran malteadas, no trigonometría, solo debías saber cuándo helado ponerle y por cuanto tiempo batirlo para que no quedara un licuado horrible.

Bianca parecía que estaba a punto de retractarse porque de repente se puso toda tímida, pero William le dio una mirada amable para que lo aceptara.

—Bueno —murmuró Bianca mirándolo como si de repente fuera a desaparecer.

—¿Hay alguna regla? —preguntó Nico a William, porque tenía que saber cómo tratar con la niña, era probable que la hubiera estado educando de alguna manera.

—Déjale hacer cosas sola, si se equivoca no pasa nada —dijo William.

Y bueno, Nico admiraba un poco eso. Normalmente cuando te equivocas, pasan muchas cosas, pero está bien.

Al principio fue un poco incómodo porque aunque había más o menos visto donde se encontraba todo, aún era un poco raro tomarlo como si nada, además Bianca estaba bastante silenciosa, solo siguiendo las indicaciones, William no estaba a la vista, como si no quisiera interferir o algo.

El silencio de Bianca afortunadamente se fue cuando llegó la hora de servir y decorar la malteada —porque las malteadas perfectas estaban decoradas—, así que Nico le enseñó cómo debía poner el chocolate en el vaso, servir la malteada y después ponerle crema batida —por lo menos algo recordaba—. El intento de la niña no fue perfecto, de hecho hubo más crema batida y chocolate en la mesa que en su vaso, pero la forma en que empezó a sonreír hizo que Nico se sintiera raro, como si algo burbujeara en su estómago, se sintió extrañamente cálido.

Cuando terminaron de decorar sus obras de arte la niña estaba impaciente, casi dando saltitos en su lugar, sintió que valía la pena tener que limpiar todo el mugrero que habían dejado.

Nico le enseñó a brindar con su vaso, y de repente la sonrisita tímida desapareció, probó su malteada y los ojos de Bianca se abrieron con sorpresa y deleite, ahora sí una sonrisa brillante con dientes, y crema batida en los labios asomó en la expresión de la niña. Y solo con eso, como si la malteada tuviera todas las respuestas del mundo, Nico se sintió mejor que en días, y también supo sin lugar a dudas que Bianca lo tendría alrededor de su dedo meñique.

—¡Tus malteadas siempre son las mejores! —gritó Bianca con alegría, y también hizo sentir a Nico muy orgulloso de que la niña pensara eso y de que al menos sí se las había enseñado primero, no es que estuviera compitiendo ni nada, pero era algo a tener en cuenta.

—¿Incluso mejores que las de ayer? —y sí, lo preguntó porque es mezquino.

—¡Sí! —asintió Bianca con una sonrisa brillante, aunque luego un poco más tímida dijo—. Gracias.

Y nadie estaba compitiendo, por supuesto que no, pero ¡já!

Se sintió un poco idiota por eso, pero de todas maneras fue lindo oír decir a Bianca que sus malteadas eran las mejores.

El día fue más tranquilo —mucho más de lo que había sido desde que llegó—, hizo algunos quehaceres porque William parecía no querer moverse del sofá, se veía bastante raro, pero no le tomó mucha importancia.

Resulta que sí tenía importancia, no demasiada, pero sí.

Al día siguiente, muy por la mañana, William se veía horrible y no del tipo de horrible hecho un desastre como en el hospital, sino del tipo horrible de nariz roja, voz ahogada, muchos pañuelos y una sudadera tres veces su tamaño.

—Estás enfermo —dijo Nico estúpidamente durante la mañana.

—No es nada —murmuró William.

Y claro que era algo, tenía ese arruga entre las cejas que se le hacía siempre que estaba preocupado o se sentía misera... espera ¿qué?

Nico miró confundido a William, sin saber de dónde venía eso, pero no importó porque de todas maneras él no lo estaba mirando, William estaba agarrando su brazo como si doliera, y Nico podía decir que era porque lo hacía, los resfriados normalmente venían con dolores musculares tipo calambres.

—Entonces ¿crees que es bueno que estés parado aquí y no en tu habitación? —preguntó Nico, no estaba preocupado por el hombre, pero sí le preocupaba un poco que pudiera enfermar a Bianca, apenas estaba empezando a entender como ser con ella, no estaba listo para que ella enfermara, aunque tampoco sabía cómo la iba a cuidar solo.

Resulta que no tenía de qué preocuparse, después de su inocente pregunta William lo miró como si lo quisiera asesinar, pero pronto toda la lucha salió de su cuerpo, solo replicó "está bien, soy doctor, sé cómo cuidarme".

Y por eso Nico había escuchado que los médicos eran los peores pacientes.

El caso es que antes de que William entrara a su habitación le dijo "no tienes nada de qué preocuparte con Bianca" y cerró su habitación. Así que Nico se quedó pensando que iba a hacer, había algunas cosas para la comida, pero no creía que fuera suficiente, y podía salir a la tienda, claro, pero tampoco sabía dónde estaba y realmente aún le daba un poco de pánico salir a la calle —no lo había hecho en casi dos meses—, el caso es que estaba planeando estratégicamente cuando alguien golpeó la puerta.

No sabía cuanto tiempo había pasado desde que William se fue a la habitación, Bianca todavía seguía dormida, así que en realidad no lo pensó mucho y fue a abrir.

Cuando lo hizo se encontró con la sonrisa deslumbrante de una mujer, su cabello rojo cayendo en cascada y sus ojos brillantes de emoción, llevaba una bolsa grande en la mano, no necesitaba de sus recuerdos para entender que era Rachel Dare.

—Hola —dijo muy alegremente—. Nos conocemos por segunda vez, soy Rachel.

Y cómo tenía que ser muy educada, le tendió la mano.

Y Nico tenía que apreciar que era bastante hermosa, sus ojos verdes solo mostraban calidez y suavidad, como la persona madura que era y porque no tenía ninguna razón para que esa mujer no le cayera bien, le estrechó la mano.

—Mucho gusto —dijo Nico, y tal vez no se había quitado aún de la puerta—. ¿Qué haces aquí? Digo, es uh... muy temprano.

—Will me llamó —comentó Rachel—. Dijo que probablemente estaba resfriado, y para ser doctor es bastante quejumbroso cuando se enferma, así que me pidió que trajera algunas cosas de comer para que no tuvieras que preocuparte.

Nico se sintió un poco irritado ante eso ¿William creía que era un completo incompetente o qué?

Podía haber ido él mismo a la tienda, no sabía dónde estaba, pero podía encontrarla. No necesitaba tener un supervisor como si fuera un niño pequeño.

—No tenías que molestarte —masculló.

Y no supo si Rachel no se había dado cuenta del tono o no le había importado.

—No es molestia. Entonces ¿puedo pasar?

Nico se hizo a un lado, ella entró con una agradable sonrisa, moviéndose como si estuviera en su propia casa, sacando comida y acomodándola en los lugares correctos.

—Aquí dejo algunas de desayuno para cuando Bianca se levante —dijo Rachel con suavidad.

Nico sintió un poco de envidia ante la facilidad en la que ella encajaba en esa casa, como podía mover y quitar todo a su antojo, como parecía sencillo. Luego ella le pidió permiso para ir a ver a William, cuando él se encogió de hombros, ella caminó sin ninguna vacilación al dormitorio, presumiblemente tocó la puerta y pudo entrar.

Bueno, se sentía un poco extraño con todo eso. Cuando llegó aquí —y todavía— le estaba costando encajar, y sin embargo esta mujer se movía como si perteneciera a este lugar. Una parte de él no pudo evitar pensar que era exactamente eso, él no pertenecía, lo que supuestamente había sido una familia, no era verdad porque una familia no era así. Aunque con ella podía hacer un cuadro perfectamente natural.

Ella era bastante buena con todo, encajaba de una manera que Nico jamás lo haría, por lo que podía ver se llevaba bien con la niña, y apreciaba a William, de nuevo se sintió como un intruso.

Podía hacerle ver a William como sus vidas se acomodarían si ambos hicieran lo correcto.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Bianca salió de su habitación, completamente despeinada y abrazando un dinosaurio de peluche.

—Tengo hambre —murmuró la niña mirándolo de manera tímida.

Y por supuesto que la tenía, si algo despertaba a Bianca era el hambre.

Vaya, Nico tenía que ponerse a analizar todo lo que sucedía en su cabeza.

—Vamos a ver lo que podemos hacer —comentó Nico, y también de manera un poco tímida le dio su mano para que la niña la tomara, lo que ella hizo felizmente.

Por supuesto, no se había dado cuenta que no estaba equivocado, había muy pocas cosas en la cocina, William iba menos seguido a la tienda y compraba cada vez menos alimentos, lo que le pareció un poco raro, pero no le había dado muchas vueltas al asunto. Así que claramente tuvieron que comer lo que había llevado Rachel.

—¿Dónde está papá? —preguntó Bianca a medio bocado.

—Tu papá se siente un poco mal —dijo Nico pensando si era lo correcto—. Se va a quedar en su habitación por el momento.

La niña lo miró con los ojos muy abiertos —¿También se va a olvidar de mí?

Y bueno, un golpe habría dolido menos.

—No, Bee —Nico se quedó un poco sorprendido por el apodo que por unos segundos no dijo nada—. Él solo tiene un poco de gripe.

—Bueno —murmuró Bianca y siguió comiendo tranquilamente.

Incluso después de que acabaron de desayunar, Rachel aún no salía del cuarto de William.

Y bueno, le preocupaba un poco que Bianca se quedara totalmente al cuidado de él, apenas había dicho que quería tratarla más, y de repente lo aventaban al ruedo sin estar del todo preparado.

Suponía que tenía que ayudar a Bianca a vestirse, así que ambos se dirigieron a la habitación de la niña, Nico se demoró un poco más para entrar, había tenido curiosidad desde el primer día y hasta ahora lo había logrado.

La habitación se sentía bastante familiar, había un sinfín de animales de peluche y dibujos colgados como si fueran un valioso tesoro.

Por un momento fugaz se vio a sí mismo alzando a Bianca por el aire mientras ella se reía a carcajadas, sintió una especie de vacío cuando no pudo obtener más de eso, afortunadamente la niña lo sacó de sus pensamientos cuando le dio la ropa que quería ponerse.

Nico no tenía un sentido de la moda desarrollado, aun así pudo darse cuenta que el conjunto que la niña había elegido se veía bastante curioso, aun así sentía que era lo correcto darle ese tipo de libertad a la niña.

Luego Bianca le preguntó si podía peinarla, Nico nunca había peinado a nadie y dudaba que eso saliera bien, aun así lo intentó. Era una especie de reflejo en donde sus manos empezaron a moverse por sí mismas, definitivamente le impresionó el resultado, porque aunque no quedaron perfectas y tal vez una coleta quedó más arriba que la otra, era un trabajo decente.

Fue en ese momento cuando Rachel decidió salir, en cuanto la vio, Bianca corrió a sus brazos.

—Mucho tiempo sin vernos —dijo Rachel riendo mientras abrazaba a la niña y mirando a Nico agregó—. Te quedó muy bien su peinado.

—Gracias —masculló Nico.

—Me tengo que ir —dijo Rachel—. Pero si me necesitan pueden llamarme.

—Claro que sí —resopló Nico—. Gracias.

Rachel ignoró el tonó y se despidió de la niña.

Cuando ella salió, Nico se pasó una mano por la cara. En realidad no entendía que era lo que lo irritaba de esa mujer, se veía bastante agradable y sí, como el reemplazo perfecto, pero eso no debía hacerlo sentir como se sentía, eso podría ser la respuesta a todo lo que estaba pasando.

Nico nunca fue de muchos amigos, o de amigos en general, la gente se iba o estaba contigo por conveniencia, así que mientras no les dieras entrada en tu vida todo estaría bien, pero en esos momentos se sentía totalmente rebasado, necesitaba contarle a alguien lo que estaba sucediendo con él, y aunque sabía que ella podía conocer a William, Nico sabía que siempre estaría a su lado. Marcó el número de Reyna.

***

Dos días pasaron antes de que William pudiera salir de su habitación por más de 20 minutos, —afortunadamente no se había vuelto a topar con Rachel—, solo había visto a Bianca para asegurarle que estaba bien, pero que no quería contagiarla. William le sonrió con cansancio cuando Nico por primera vez acostó a la niña.

Esa primera vez otro recuerdo llegó a él.

Estaba en la habitación de Bianca, justo a la hora de dormir.

—Te amo, papi —susurró Bianca adormilada.

—Yo te amo más —dijo Nico sonriéndole de manera cariñosa.

—No, yo más.

—Yo te amo hasta la luna y de regreso.

—Yo te amo más que al helado de chocolate —susurró Bianca, y con eso quedó cerrado el trato, ella había ganado.

Había sido un recuerdo tan tonto y a la vez tal dulce, que por primera vez no sintió que estaba haciendo algo mal y pudo dormir tranquilamente.

Cuando William estuvo lo suficientemente bien, fue momento de que Nico llevara a cabo su reunión con Reyna, habían quedado en comer en un restaurante que al menos Nico conocía, porque obviamente no quería que su plática fuera en la casa de William.

Estaba un poco nervioso porque iba a salir por primera vez desde que había llegado a esa casa, pero era mejor arrancar la tirita de una vez, no podía seguir así, aunque claro, antes de salir tuvo que llamarle a su hermana para ver si le podía dejar algo de dinero, se sentía mal de pedírselo a William, y obviamente Nico no tenía ninguna tarjeta con él.

—¿Vas a salir? —preguntó William cuando vio a Nico, tenía un tono extraño.

—Sí, voy a ver a Reyna.

—Puedes verla aquí —dijo William, y bueno, su tono estaba teñido con algo parecido al pánico.

—Por supuesto que no —masculló Nico.

—¿Cómo sabes a donde tienes que ir?

—Voy a pedir un taxi. No necesito una niñera, William —replicó Nico con un poco de molestia.

William lo miró con un destello de dolor —Lo sé, p-pero es la primera vez que vas a salir desde...

No tenía que completar esa frase, desde el accidente.

Y Nico no era un completo desgraciado, así que dijo —Va a estar bien, solo voy con Reyna.

Parecía que William tenía ganas de seguir replicando, pero luego su expresión pasó a una de resignación, como si hubiera admitido su funeral, dio un suspiro derrotado y con voz un poco quebrada dijo —Cuídate.

Nico asintió bruscamente y salió de la casa, fue bastante reconfortante la luz del sol sobre su piel y el aire limpio. Estaba un poco en hipervigilancia porque aunque no recordaba en sí el accidente, no se sentía del todo seguro.

Afortunadamente no tardó mucho en llagar al restaurante donde Reyna ya lo estaba esperando. Cuando la vio se sintió mucho más aliviado, Reyna estaba revisando su celular y escribiendo frenéticamente en él.

Se saludaron con un abrazo.

—Te he extrañado tanto —dijo Reyna con una suave sonrisa.

—Y yo a ti.

Hablaron de temas triviales para empezar, ella le contaba cómo iba en el trabajo y le contó algunas de las cosas que habían hecho en estos años que Nico había perdido, incluso Nico se sintió un poco valiente y le pidió el teléfono de Percy.

—Nico —dijo Reyna con advertencia.

—¿No puedo estar en contacto con un amigo? —replicó Nico.

Reyna dudó por mucho tiempo hasta que accedió, advirtiéndole que no hiciera nada idiota, luego vino la pregunta que se esperaba:

—¿Cómo te está yendo con todo esto?

—Es una completa locura —dijo Nico honestamente—. Siempre me consideré a mí mismo bastante normal y ahora resulta que estoy casado nada menos que con un hombre y que tengo una hija, dime, ¿qué de eso es normal?

—Bueno, creo que la normalidad está sobrevalorada. Además creo que lo único que importa es el amor y ese no tiene que entrar en ninguna categoría, la normalidad está dictada por personas que piensan que todo se debe ajustar a como ellos ven el mundo, pero el mundo es diverso.

—Todavía no puedo creer que esto me está pasando a mí.

—Encontrarás el camino —dijo Reyna con confianza—. Pero hay algo más que te preocupa ¿qué pasa?

—He estado pensando en si he hecho todo mal y mi padre tenía razón... —y Nico se lanzó a contarle todo lo que había pasado desde su salida del hospital, como había sido mezquino, como había rechazado a la niña y el ultimátum de William —Reyna dijo que William tenía toda la razón y que Nico había sido un idiota, por eso Nico la apreciaba, no era como esas personas de alrededor de su padre que decían lo que querías escuchar, sino decían lo que necesitabas escuchar—.

—Creo que tú mismo te estás impidiendo ser feliz —dijo Reyna—. Lo que claramente entiendo por qué, pero no mereces algo así.

No quería hablar de lo que merecía o no, así que fue a la otra cosa más segura —¿Y lo que merece Bianca?

—¿A qué te refieres? —preguntó Reyna confundida.

—Me refiero a que estoy luchando con la idea de que Bianca merece una familia normal.

—Yo veo que su familia es perfectamente normal, la niña tiene amor, tiene sustento, tiene apoyo, normal.

—Y tiene dos papá y ninguna mamá, eso no es normal.

—Y hay personas que tenemos solo un papá, o solo mamá ¿tampoco son normales?

—A eso no es a lo que me refiero —masculló Nico, porque incluso mientras estaba en el restaurante se sentía cómodo al ser observado con una mujer a su lado, pero si en su lugar estuviera William, creía que podría morir de vergüenza.

—Sé a qué te refieres, pero quiero que te des cuenta de lo absurdo que suena. Tiene todo lo que una niña debe tener ¿o es qué esperas conseguirle una novia a Will y después dejarlos?

Nico abrió y cerró la boca un par de veces, porque sí, de hecho más o menos pensaba eso.

—Estás de broma —dijo Reyna rodando los ojos ante su silencio.

—Bueno, no tendría que conseguir a nadie, creo que la pudo conseguir por sí mismo —y eso sonó más amargado de lo que pretendía.

—¿De que estás hablando?

Así que tocaba contarle todo a Reyna sobre la tal Rachel y como encajaba muy bien en la vida de William y Bianca, Reyna casi escupió su bebida mientras Nico le contaba todo. Cuando acabó Reyna soltó una carcajada, la muy traidora.

Nico la miró con exasperación —No le encuentro lo gracioso.

Reyna siguió riendo y trató de mantenerse seria —Sé que no, lo siento.

—¿Entonces...?

—Solo no sé que te llevó a esa conclusión, pero te puedo asegurar que ese no es el caso. A Rachel definitivamente no le gusta Will, ni ella a él.

—¿Cómo sabes? —preguntó Nico entendiendo por primera vez que había algo que se estaba perdiendo.

Reyna se empezó a reír otra vez mientras negaba con la cabeza —Lo siento, yo solo asumí que lo sabías, por eso no dije nada. Lo que es totalmente estúpido ahora que lo pienso, nunca hablamos de esto y...

—Estás divagando —interrumpió Nico

—Bueno —dijo Reyna suspirando—. Rachel no está enamorada de William porque bueno, Rachel es mi pareja.

—¿Tu pareja? ¿Cómo...? —Oh.

Y bueno, Nico se sentía como un completo idiota.

—Sí —dijo Reyna tomando un trago de su café—. Nos conocimos al mismo tiempo que Will y tú, pero llevamos 6 años saliendo y desde hace 3 vivimos juntas.

Las mejillas de Nico se calentaron, había sido tan tonto, pero bueno, no había forma de saberlo, nadie se había molestado en decírselo.

Y tal vez Reyna malinterpretó su silencio porque dijo —Espero que eso no sea un problema.

—Por supuesto que no —se apresuró a decir Nico, porque era la verdad, no solo una forma de tranquilizar a Reyna. Nico en realidad nunca había tenido problemas con la diversidad de sexualidades que había, el único con el que tenía problemas era con el mismo. Como si a todos los demás se le permitiera descubrir quiénes eran y el amor, menos a él.

—Bueno —dijo Reyna lentamente.

—Solo que ahora me siento como un completo idiota.

Reyna sonrió —Si fuiste un poco idiota, pero nadie te lo había dicho y te juro que aunque a veces esos dos parecen estar pegados con la cadera, en realidad no son más que amigos, y de hecho tú eras amigo de Rachel.

—Es lo que dijo William en el hospital.

—Así que no tienes nada de que preocuparte —dijo Reyna con una sonrisa cómplice, como si entendiera algo que él no.

—No me estaba preocupando —replicó Nico.

—Claro.

Era verdad, Nico no se estaba preocupando, solo pensó que podría haber sido una buena solución.

—Se lo voy a decir a Rachel —comentó Reyna luego de un breve momento de silencio.

—Reyna —se quejó Nico, no era necesario que nadie más supiera de su estupidez.

Una hora más y Nico se estaba despidiendo de Reyna, sintiéndose muchísimo más liviano que en semanas, le había hecho muy bien platicar con ella, aunque todavía sentía sus mejillas sonrojarse cuando recordaba su estupidez, aun así todo había ido bastante bien.

Cuando llegó a la casa de William se dio cuenta que obviamente no tenía llaves, solo dudó un segundo antes de tocar la puerta.

Bianca la abrió, estaba ahí con el ceño fruncido y luego una sonrisa de pura felicidad apareció en su cara y se aventó a sus piernas —¡Papi, volviste!

Nico tomó entre sus brazos a la niña.

—Bianca, que te he dicho de no abrir... —William se quedó ahí parado mirando a Nico como si no pudiera creer que estaba ahí.

Y fue cuando Nico registró lo que Bianca había dicho "volviste", como si eso ya no hubiera sido una posibilidad y por la forma en que William lo veía podía pensar que de hecho lo era.

—Sí volví —asintió Nico a la niña, ella le sonrió y lo abrazó.

William se veía bastante aliviado, como si hubiera repasado todas las probabilidades que habría de que no volviera, y Nico se dio cuenta que tenía razón en hacerlo, pero con un dejo de sorpresa también admitió que de hecho en ningún momento pensó en no volver.

Fue una extraña revelación porque había tenido la oportunidad que tanto quería, sus cosas en realidad no eran importantes para sacarlas, había estado afuera y ni siquiera fue una posibilidad el que no regresaría a esa casa.

Vaya.

William se veía como si en cualquier minuto pudiera llorar, pero se volteó y se recompuso de manera inmediata.

Tal vez, solo tal vez si esto termina todo podría estar bien, tal vez no necesitarían destruirse entre ellos.

Mucho más tarde, después de acostar a Bianca se dio cuenta que había usado el "si eso terminara", en vez de "cuando termine".

Ese día se sintió como una promesa.

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