Jade
Me despierto temprano muy emocionada. Mañana será mi cumpleaños y al fin conoceré a mi loba, también puedo conocer a mi mate. No puedo esperar a cambiar a mi forma lobuna, tengo muchas preguntas. ¿Cómo es su nombre? ¿Cuál es su color? ¿Seré más fuerte y veloz?
Después de ir al baño, hacer mis necesidades y darme una ducha rápida, salgo y me pongo unos pantalones de cuero junto a un jersey de cuello alto en rojo y mis converse blancas. Antes de salir de mi habitación, agarro mi mochila para ir al salón.
Bajando las escaleras escucho a mi hermano hablando con Kenzo, el Alfa de nuestra manada. Son mejores amigos, hablamos muy poco, pero con su madre si me llevo genial. Ha sido como una madre para mí.
—Buenos días, mocosa — saluda mi hermano y ruedo los ojos por ese apodo.
—Buenos días, Shrek — me burlo, ya que él odia que lo llame así — Buenos días, Kenzo.
Solo tenemos permitido llamarlo por su nombre en nuestra casa o la suya. No tenemos una mala relación, creo que podría decir que es como otro hermano mayor para mí. Solo que más frío y calculador.
—Buenos días, Jade — responde y le devuelvo la sonrisa.
—¿Vas al instituto? — pregunta mi hermano.
—Sí, Aleska viene por mí y se queda a dormir hoy.
—Bien, de clases para la casa — me señala con su dedo y pongo cara de fastidio — respétame niña.
—Deja a mi pequeña, Andreus — lo regaña nuestra nana saliendo de la cocina.
Ella nos conoce desde que éramos unos bebés, nos ha criado y se quedó con nosotros cuando nuestros padres fallecieron por un ataque a la manada, mismo en el que murió el antiguo Alfa Magnus, padre de Kenzo.
Me río de mi hermano sacándole la lengua mientras nana me da un beso en la frente, haciendo que Andreus ponga cara de cachorro abandonado. En ese momento suena el auto de Aleska.
—Ya me voy, nos vemos luego — digo antes de salir.
—Pero no has desayunado, cariño.
—No te preocupes, nana. Luego lo hago.
Cierro la puerta de casa y camino hasta el auto de mi amiga. Pego un bote del susto cuando abro la puerta y ella grita como una loca.
—¡¡¡AAAAAHHHH!!!
—Pero, ¿qué te pasa, loca? — la miro rara al ver su entusiasmo.
—¡Mañana es tu cumpleaños y vas a conocer a tu loba!
Comenzamos a gritar juntas.
—¡Sí! Por fin la voy a conocer, estoy segura de que Dulce y mi loba se llevarán igual que nosotras — le digo con seguridad y ella asiente.
Su loba es hermosa y le encanta cazar. Es muy veloz.
—Pues claro, serán mejores amigas como nosotras — responde y empezamos a reír, ella conduce mientras yo pongo la música.
Cantamos por el camino y vamos hablando de cosas sin importancia. Bajamos del auto para ir directas a las clases.
—Zorras.
Esa ha sido Sara, que está en la puerta. Nos odia porque está enamorada de mi hermano y piensa
que Aleska va a ser su mate. No se sabe, aún no ha llegado el momento y Aleska no ha conocido a su mate.
—Aquí la única zorra que hay eres tú, estúpida.
Responde Aleska pasando por su lado. Ella también la odia, se llevan mal desde pequeñas. En primaria, Sara le cortó el cabello y Aleska le clavó un lápiz en la pierna.
—Andreus va a ser mío y más vale que te quites de nuestro camino.
Yo miro todo aguantando la risa, ella está loca. Seguimos nuestro camino hasta llegar a nuestros asientos.
—No aguanto más a esa loca, no se quién le dijo que yo estoy con tu hermano — dice resoplando.
—No tengo ni idea, sabes que la gente es muy chismosa.
Dejamos de hablar al momento en que el profesor entra dando inicio a la clase de matemáticas.
Las horas pasan rápido y cuando llega la hora del recreo nos vamos a la cafetería.
—Oye, Jadeita — así me llama mi amiga — mira quien viene por ahí.
Estamos sentadas en la mesa de la cafetería, ya que hace mucho viento fuera y estamos mejor aquí. Al mirar por encima de mi hombro, veo a Damon Jones viniendo directo a
nosotras, es el típico niñato de cuarta que cree que lo puede tener todo con un chasquido de dedos.
—Hola, preciosa ¿cómo estás? — me pregunta y juro por los Dioses que si no fuese un mujeriego, creo que me gustaría.
Es alto, de pelo castaño oscuro, ojos azul cielo, fuerte y con una masa muscular digna de un hombre lobo a sus dieciocho años. Pero todo lo
pierde por los rumores que hay de él.
—Hola, estoy bien, gracias — respondo con una sonrisa falsa, ya que a mi instituto le gusta crear muchos rumores.
—Mañana serás mi mate — habla muy seguro de sí mismo mientras apoya su cadera en la mesa y se cruza de brazos.
Aleska, que en ese momento estaba bebiendo de su zumo, le sale por la boca, empieza a reir y aplaudir como una foca mientras yo le sigo.
—Ya, Damon, no sabía que eras tan gracioso, por amor a la Luna — dice mientras niega con la cabeza y él la mira como si le faltase un tornillo.
—Damon, si eres mi mate pues ya mañana sabremos, no nos adelantemos a las cosas — respondo con toda la educación que me dieron mis padres.
—Ya verás que sí, linda. Mañana mismo te haré mía y te pondré mi marca en tu lindo cuello — me dieron ganas de vomitar y Aleska hizo el sonido por mí —¿Cuál es tu problema, estúpida? — le grita y Alexander está a nuestro lado al
instante.
Alexander es el hermano mellizo de Aleska y mi mejor amigo. Le da un empujón a Damon y él se
vuelve pálido.
—¿Qué te pasa a ti con mis hermanas? —pregunta tranquilo y con voz baja.
Hay que tener cuidado con Alexander, ya que es impredecible y nunca se sabe como va a actuar.
—Estaba hablando con mi mate, Alexander. Dile a la zorra de tu her... — no puede seguir hablando por el puñetazo que le lanza Alex a la
boca.
Lo tira al suelo llamando la atención de todos los que están aquí dentro. Damon se defiende, pero no es nadie contra Alexander que es el mejor guerrero hasta ahora. Siguen peleando y escucho a Aleska.
—¡¡Dale mas fuerte, hermanito. Tú puedes!! — grita animándolo y yo me muerdo el labio aguantando la risa.
Las puertas se abren dándole paso al director Dereck, que mira la escena con las manos en las caderas y grita.
—¡¡A mi despacho ahora, los dos!!
Los amigos de Alexander los separan y se lo llevan. Aleska y yo nos miramos sin saber que hacer, pero suena el timbre y tenemos que volver a clases sin poder alegar por él.
Las horas se hacen interminables, es viernes y se nota que todos queremos salir ya.
Cuando el timbre suena, salimos con prisas para ver a Alexander, que solo tiene el labio roto a comparación de Damon, que tiene un ojo hinchado y el labio roto al igual que la ceja.
—Nos vamos — nos lleva de las manos como si fuésemos niñas de cinco años y Aleska se ríe mientras yo la sigo.
—Alex, somos mayorcitas, no nos vamos a perder — me aguanto la risa cuando hablo.
Se vuelve hacia mí y su mandíbula se tensa cuando me mira con los ojos rojos.
—Espero que sigas con la misma risa cuando le cuente a tu hermano lo que ese imbécil va diciendo por ahí y que no deja de acosarte.
Se me borra la sonrisa y siento que estoy más pálida de lo normal.
—Alexander, por favor, no le digas nada. Sabes como se pone, es muy protector conmigo, el va a querer darle un puñetazo también y ya tuvo
suficiente contigo — le digo con mi mejor cara de pena, pero lo que dice Aleska no me ayuda en nada.
—Se lo merece, es un payaso — dice mientras se encoge de hombros.
A mi no me gusta que mi hermano se entere de estas cosas, ya que cuando de mi se trata, se vuelve un poco loco y yo se defenderme bastante bien.
Alexander nos mete a empujones en el auto de Aleska y se pone al volante. Llegando a mi casa veo que mi hermano se baja del auto de Kenzo. Mi suerte no puede ir a peor cuando nos ve y mira a Alexander con el labio roto.
—Alexander, ¿quién te hizo eso? — mientras le habla yo corro a casa sin mirar atrás. Sé lo que viene ahora.
—Hola, nana — saludo cuando la veo en la cocina.
—Hola mi niña, ¿qué quieres para comer? — llego a ella y me refugio en sus brazos porque escucho a
mi hermano venir y cuando lo veo tiene cara de loco.
No es para tanto pienso yo.
—Ya me estás contando que cojones ha pasado — me alza un poco la voz y me agarro más fuerte a nana.
—No le hables así, Andreus. Ella hablará cuando te calmes — habla mi nana con voz dura. Pocas veces utiliza ese tono con nosotros.
Andreus tensa la mandíbula, se sienta en la silla y mueve la mano esperando a que le cuente todo.
Le cuento lo que él dijo sobre hacerme suya delante de todos y mientras voy hablando cierra los ojos intentando controlarse y tensa tanto la mandíbula que creo que se va a romper los dientes.
—Le voy a reventar la boca a ese gilipollas — me advierte y me encojo de hombros.
—Es que no está bien lo que dijo, Jade. Te faltó el respeto y algunos lo escucharon — habla Alexander mientras su hermana asiente con la
cabeza.
Me separo de nana y me pongo a ayudarla con la comida, los demás se van a ver la televisión. Hacemos pasta y cuando terminamos de comer, nosotras nos subimos a mi habitación a pasar la tarde.
El día siguió su curso y mañana será un gran día.