BTS - ALMAS PERDIDAS

By Airinworlds

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Jimin es un chico universitario de veintitrés años que lo único que quiere es llevar una vida normal y tranqu... More

NUEVA LOCURA
CAPÍTULO 1 - EL PRINCIPIO DEL FIN
CAPÍTULO 2 - EL CLARO
CAPÍTULO 3 - SUEÑOS
CAPÍTULO 4 - LA CAMPAÑA DEL MAL
CAPÍTULO 5 - CRISTALES ROTOS
CAPÍTULO 6 - EL EXTRAÑO DESCUBRIMIENTO
CAPÍTULO 7 - LA NUEVA CLASE
CAPÍTULO 9 - VISITAS INESPERADAS
CAPÍTULO 10 - SABER VOLAR
CAPÍTULO 11 - BATALLA EN EL AGUA
AVANCE
EXTRA 1
EXTRA 2
CAPÍTULO 12 - LA SORPRESA
CAPÍTULO 13 - DESAPARICIÓN
CAPÍTULO 14 - VIAJE AL PASADO

CAPÍTULO 8 - BIENVENIDA

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By Airinworlds

Jimin se colocó bien la mochila en los hombros y se dirigió hacia las escaleras que subían al primer piso. Cada escalón se hacía más alto, tanto que cuando llegó al último y vio el largo pasillo que le esperaba hasta encontrar su clase, hizo que jadeara. O eso creía él, pero su falta de aire no era más que producto de su nerviosismo. Las manos le sudaban y las piernas le temblaban.

Iba a ser un día difícil. Como pudo, anduvo hasta el final del pasillo, tal y como le había indicado su tío y se plantó delante de la puerta de la clase. No quería entrar y encontrarse con un montón de caras vueltas hacia él con curiosidad. No sabía si era peor enfrentarse a las burlas o a las miradas inquisitivas de los de su edad.

Cogió aire y extendió una mano hacia el pomo pero la retiró rápidamente. No se sentía preparado. Había conseguido que lo dejaran en paz y que nadie se fijara demasiado en él en sus anteriores clases. Pero en el instante en el que cruzara el umbral de esa puerta, estaría en el punto de mira durante no sabía cuánto tiempo y eso no le gustaba. Lo único que hizo que pegara tres veces en la madera fue pensar en el esfuerzo que había hecho su tío para que pudiera estar allí por un mero caprichoso suyo, por no haber sido lo suficientemente valiente como para enfrentarse al recuerdo de aquel ser.

-Adelante -dijo una voz ronca desde dentro.

Jimin abrió la puerta con lentitud, aguantando la respiración y entró con la cabeza gacha, intentando no reparar en todas las miradas que sabía que estaban puestas sobre él.

-Tú debes de ser Jimin -habló el profesor, observándolo por encima del cristal de sus gafas.

Era alto y fino como un fideo, tenía el pelo blanco aunque abundante. Vestía con un grueso chaleco de punto con rombos rojos y unos pantalones de vestir de color canela. Como había intuido, toda la clase lo miraba, haciéndole sentir incómodo.

-Hola -dijo haciendo acopio de todas sus fuerzas para que la voz le saliera de la garganta mientras se acercaba al profesor y se retorcía las manos, sin saber qué debía hacer a continuación.

Él asintió y señaló la única silla libre que estaba pegada a la pared, justo frente a la del profesor. Sin mirar a ningún lado, se sentó tan rápido como pudo. Escuchó murmullos a su alrededor, lo que hizo que sus mejillas enrojecieran levemente. Quería salir de allí y cuanto antes; pero el día no había hecho más que empezar.

-Bien, como ya habéis oído, él es Jimin y se incorporará ahora a nuestras clases -la voz del profesor retumbó en las paredes blancas de la clase-. Espero que lo ayudéis en todo lo que podáis ya que ahora tendrá que ponerse al día con las asignaturas. Portaos bien -terminó diciendo con tono de advertencia-. Yo soy el profesor Agustín y doy historia del arte. No sé si sabes algo sobre el tema.

-Sí, sí -contestó Jimin con un hilo de voz-. Algo sé.

Y no mentía. Aunque se había decidido por Medicina, siempre le había gustado dibujar y no se le daba mal, por ese motivo no había puesto demasiadas pegas al cambio de facultad. Sabía que le costaría coger el ritmo, pero su cabeza no estaba para pensar en eso, solo quería olvidar aquel día.

-Bien, eso me alegra -Agustín intentó dedicarle una sonrisa sin mucho éxito-. Bien, pues saca tu libreta y tus bolígrafos para coger apuntes.

Jimin asintió una sola vez y abrió la cremallera de su mochila. El ruido que hizo al sacar la libreta y los bolígrafos parecía enmudecer cualquier otro. Hizo un gran esfuerzo por concentrarse en colocar las cosas bien sobre su mesa. Con los nervios temía que se le cayera algo al suelo y no quería que pensaran que era un torpe. Soltó todo el aire que contenían sus pulmones cuando tuvo todo ordenado sin ningún contratiempo.

-Bien, prosigamos con la lección -tras esas palabras, el profesor empezó a soltar una retahíla de fechas, nombres y acontecimientos que a Jimin no le daba tiempo a apuntar, pero intentó concentrase todo lo que pudo en cada palabra que salía de entre sus labios. Al menos, así podía olvidarse de dónde estaba y lo que vendría en el descanso entre clase y clase.

Pero nada de lo que esperaba pasó. Nadie se acercó a él para preguntarle alguna curiosidad o simplemente para entablar conversación. Tal vez fuera porque no era de demasiado interés o tal vez porque entre clase y clase apenas daba tiempo a nada. Cuando un profesor salía, ya estaba el siguiente esperando en la puerta para comenzar su lección sin darles un respiro. Y en parte lo agradecía, así se alargaba la inminente ráfaga de preguntas que sabía que vendría.

De vez en cuando, con el rabillo del ojo veía cómo algunos chicos lo observaban y cuchicheaban entre ellos. Tenía ganas de girarse hacia ellos, mirarles fijamente y decirles que si tenían algo decir que lo hicieran a la cara, no tenía ningún problema. Pero no quería hacer enemigos el primer día. En su antigua facultad los que lo rodeaban ya sabían cómo era. No se andaba con chiquitas y cuando algo o alguien le molestaba lo decía sin miramientos. Eso había hecho que nadie se quisiera meter con él; pero también había alejado a las posibles amistades que hubiera podido tener. Aunque era algo que no le importaba. Siempre había estado más en su propio mundo que en el que le rodeaba y más desde que fallecieron sus padres.

Pero era algo en lo que no quería pensar. Ya lo hizo demasiado en su momento y solo le trajo depresión, llantos y numerosos días encerrado en la habitación sin querer saber nada del mundo. Siempre se había sentido como un bicho raro y empezaba a entender por qué. Sin darse cuenta observaba su puño cerrado. Los nudillos se le habían puesto blancos y la muñeca había empezado a dolerle.

Los recuerdos de la noche del asalto regresaron como un torrente de agua helada. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al recordar el rostro desencajado de aquel hombre o aquel ser o lo que fuera lo que le atacó. Tenía que intentar ponerse en contacto con Yoongi como fuera. Necesitaba saber de él, saber si estaba bien y, sobre todo, preguntarle todas las dudas que habían surgido en el momento en el que había aparecido el primer ser en su mundo, provocando aquel accidente de coche.

Sacudió la cabeza con fuerza y no fue hasta que escuchó el arrastras de las sillas contra el suelo cuando recordó dónde estaba. Deseó que nadie hubiera visto su pequeño ataque de histeria. Se quedó sentado con la vista fija en la mesa del profesor, esperando a que todo el mundo saliera de clase, así no tendría que fingir una sonrisa ante quien se le acercara. Solo quería regresar a casa, ponerse las zapatillas y salir a correr para despejar la mente; entrenar por si algo volvía a aparecer ante sus narices. Un gran alivio le recorrió el cuerpo cuando vio que nadie se detenía. Las ganas de salir de la clase y estar media hora fuera de aquellas cuatro paredes era mucho más fuerte que entablar conversación con el chico nuevo.

Se puso en pie con lentitud y observó la extensión de césped que había justo debajo de la ventana en la que se encontraba. Varios estudiantes y hacían pequeños grupos con sus amigos; algunos sacaban su almuerzo para charlar entre ellos, seguramente de quién era la chica que más buena estaba de su clase o qué chico ligaría más ese curso; otros estaban sentados en el césped divirtiéndose con juegos de mesa. Suspiró y torció el gesto con disgusto. No le apetecía demasiado bajar hasta allí y no hacer nada. Con las prisas se le había olvidado el almuerzo y no tenía ganas de pasar por la cafetería. Decidió quedarse en clase hasta la próxima asignatura.

-¿Aburrido, verdad? -Dijo alguien a su espalda.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no había visto que alguien más se quedaba. O tal vez no era alguien sino algo, ya no sabía si podía distinguir entre lo real y lo sobrenatural, aunque la voz le resultara familiar.

En un acto reflejo y con los nervios crispados como los tenía, se giró a gran velocidad sin darse cuenta exactamente de lo que estaba haciendo. Los acontecimientos de los últimos días habían hecho estragos en sus nervios y que alguien le dijera esas palabras de repente no le gustaba nada. Se giró rápidamente con un puño alzado y cerrado con fuerza, esperando encontrarse a un ser de otro mundo, pero se sorprendió cuando su muñeca fue retenida por alguien que era igual de corpóreo que él. Suspiró aliviado al cerciorarse de que no se trataba de ningún fantasma u otro ser que había decidido atacarlo de nuevo.

-¿Me vas a golpear cada vez que nos veamos? -El chico que tenía delante le dedicó una media sonrisa mientras le soltaba la muñeca con lentitud. Si no la hubiera detenido, su puño se habría estrellado contra su pecho-. Lo digo por si me tengo que comprar una armadura para acercarme a ti.

-¿Tú? -Dijo Jimin bajando el brazo despacio y frunciendo el ceño-. Era a quien menos esperaba encontrar aquí.

Ante él estaba el chico con el que se había chocado el mismo día que ocurrió el accidente de coche. No había olvidado su color de pelo: negro azabache con destellos azules.

-No pensé que estudiaras aquí -habló Jimin mientras volvía a fijar la vista en el exterior.

-Bueno, en nuestro primer encuentro no es que tuviéramos demasiado tiempo para hablar -le dedicó una amplia sonrisa, enseñando una dentadura perfecta-. Creo recordar que ibas demasiado deprisa para detenerte a hablar con nadie.

-Llegaba tarde -Jimin se encogió de hombros sin volverse hacia él.

-¿Puedo preguntarte algo? -El chico lo miraba con los ojos entrecerrados, algo que empezaba a poner nervioso a Jimin.

-¿Debo contestar a un completo desconocido así como así? -Contraatacó él con otra pregunta.

-Perdona, mi nombre es Jungkook -le tendió una mano frente al rostro.

-El mío creo que eso ya lo sabes -respondió Jimin con una media sonrisa pícara al tiempo que le estrechaba la mano con fuerza, demasiada-. Y respondiendo a la pregunta que sé que me harás, me he cambiado por motivos personales. Prefería estar más cerca de casa y no hacer un recorrido tan largo -contestó sin dejar que Jungkook continuara hablando, no le apetecía dar más explicaciones y esperaba que con esa respuesta seca se quedara satisfecho por el momento.

-Está bien saberlo - Jungkook se dio varios golpes con el dedo índice sobre el lateral derecho de la barbilla, alzando la vista hacia el techo durante un instante-; pero, en realidad, lo que quería preguntarse es si querías que almorzáramos juntos. Como no conoces a nadie ni tampoco la facultad creí que te vendría bien algo de compañía, así te explico un poco cómo va esto -le dedicó una mirada divertida-. Y puedo ayudarte a ponerte al día con las asignaturas si quieres.

Jimin agachó la cabeza algo avergonzado por haberle respondido de aquella manera tan brusca sin saber lo que quería preguntarle. Con una sonrisa tímida, asintió levemente y lo siguió al exterior del edificio, introduciéndose en el barullo de voces, gritos y risas que impregnaba cada rincón. Un chico cruzó entre los dos, empujándolos al pasar; una chica lo seguía de cerca, soltando carcajadas.

-Bienvenido al caos -dijo Jungkook en voz alta señalando el patio con un amplio movimiento de los brazos.

El chico que tenía frente a ella con el pelo bicolor no parecía el típico chico universitario. Aunque captaba las miradas de la gente, sobre todo del sector femenino, no parecía llevarse especialmente bien con nadie. Ese día iba vestido con unos vaqueros ajustados y una sudadera negra que le quedaba dos tallas más grande. Caminaba de manera despreocupada camino del comedor que se encontraba en un edificio adjunto al principal.

No podía negar que ese chico le resultaba curioso aunque le había parecido extraño que se quedara solo en clase con él. Tal vez fuera un bicho raro como él o tal vez fuera alguien que pasaba del resto del mundo. Tenía más pinta de eso. No le importaba, no había venido a hacer amigos, se recordó. No podía. Se sentía incapaz de entablar una amistad con alguien. Primero porque ya de por sí le era complicado, nunca había tenido amigos de verdad, solo conocidos que iban a su misma clase y con los que mantenía las típicas conversaciones insustanciales de rigor; segundo, porque no quería poner a nadie más en peligro.

Ya había estado a punto de perder a su tío por lo que fuera que le estaba pasando y no quería entrometer a nadie más. Tenía que averiguar cuanto antes quién o qué estaba detrás de sus intentos de asesinato y no podía perder el tiempo en las banalidades de la universidad. Intentó entrar en la conversación que parecía tener Jungkook con él aunque no había escuchado ni una de las palabras que había estado pronunciando.

-...y esos son los más populares, aunque la verdad es que son otros más del montón -estaba diciendo en ese instante mientras señalaba sin ningún pudor a dos chicos a varios metros de donde se encontraban que lo observaban con los ojos entrecerrados y cara de pocos amigos.

-¿Nunca te han dicho que señalar es de mala educación? -Habló Jimin entre divertida y curiosa.

-Me lo dicen a menudo pero no es algo que me importe -Jongkok se giró hacia él con los ojos abiertos de par en par, haciéndolos más grandes de lo que ya eran, aparentando ser un niño bueno mientras se encogía de hombros.

Jimin negó lentamente con la cabeza al tiempo que intentaba disimular una media sonrisa. Le caía bien ese chico. Ya fuera por sus pintas extravagantes, por su simpatía un tanto extraña o porque era un bicho raro como él. Lo contempló un instante con los ojos entrecerrados para después volverse hacia el patio y observar a los más deportistas correr sobre el cesped.

Le agradecía en silencio que no le hubiera preguntado por el motivo por el cual se había cambiado a mitad de curso. Había podido leer en su mirada que esa pregunta rondaba su mente y que estaba a punto de saltar de sus carnosos labios, pero la contenía, tal vez al ver que él no tenía muchas ganas de hablar sobre ese tema. Volvió a sonreír para sí.

-¿Cómo va la incorporación? -A Jimin le recorrió un escalofrío a lo largo de toda la espina dorsal al escuchar aquella voz-. ¿Cómo va todo, señor Jeon?

Jimin y Jungkook se volvieron hacia atrás para ver al decano acercarse hacia donde estaban con los brazos tras la espalda que mantenía completamente recta, enfundado en su traje, aunque en ese instante no llevaba la chaqueta, solo la blusa blanca, dándole un aspecto desinteresado.

Sus ojos verdes se volvieron casi transparentes cuando le dieron los rayos de sol. Sin darse apenas cuenta, dio un paso hacia atrás, intimidado por su esbelta figura. No podía negar que era atractivo, quizá demasiado y desbordaba una personalidad fuerte y segura. Agachó la cabeza al notar cómo sus mejillas se enrojecían. No entendía el efecto tan extraño que le causaba aquel hombre. Jungkook lo observaba con una ceja alzada y una sonrisa divertida mal disimulada en el rostro.

-Muy bien, señor -contestó Jungkook echándose hacia un lado para dejarle hueco a Taehyung entre él y Jimin-. Enseñándole al chico nuevo las leyes de la selva.

Taehyung soltó una leve carcajada mientras se volvía hacia Jimin. Cuando notó sus ojos en los de él, volvió a agachar la cabeza rápidamente.

-¿Y qué te parece por ahora la universidad? -Preguntó, girándose hacia el campo de juego.

-No puedo opinar mucho -contestó Jimin intentando disimular el temblor de su voz-. No he tenido tiempo para mirarlo todo con atención.

-Bueno, ya tendrás -le dedicó una amplia sonrisa que él solo pudo intuir a través del rabillo del ojo-. Espero que tu primer día siga yendo así de tranquilo -inclinó levemente la cabeza hacia él a modo de despedida-. Señor Jeon, espero dejarlo en buenas manos.

-Delo por hecho señor -contestó Jungkook con una sonrisa torcida mientras Taehyung se alejaba saludando a otros alumnos a su paso-. ¿No me digas que tú también te sientes atraído por los eflujos que emanan de ese hombre? - Jungkook se agachó hasta rozar la oreja de Jimin con sus labios.

-¿Pero qué estás diciendo? -Jimin alzó la cabeza con brusquedad hacia él para fulminarlo con la mirada-. ¿Qué estás insinuando?

-Aquí todas las chicas suspiran por él - Jungkook hizo un movimiento leve con la cabeza, indicándole a Jimin que mirara hacia la dirección que le indicaba-. Y también de los chicos. Yo no juzgo.

Jimin comprobó con cierta sorpresa cómo el director saludaba a un grupo de chicas que estaba un poco más alejado de ellos. Todas lo observaban con cierta adoración y los ojos brillantes, algo intimidadas por la atención que estaban recibiendo por parte del decano.

-Es el decano y no se da cuenta del efecto que causa en los alumnos, pero siempre es lo mismo, cada vez que aparece por clase o en los descansos se van escuchando suspiros por cada esquina - Jungkook negó lentamente con la cabeza-. No sé qué tiene que lo hace irresistible. Incluso yo tengo que confesar que lo veo también atractivo. Esos ojos verdes, ese pelo negro, esa espalda, ese cu...

-Bueno, vale ya -lo cortó Jimin dándole un puñetazo en el brazo, quizá con demasiada fuerza, pero a Jungkook no pareció importarle-. Parece que estás perdidamente enamorado.

-Puede ser - Jungkook se mesó la barbilla con el pulgar y el índice-, aunque no soy yo el que se pone colorado cuando él aparece.

Aquel comentario solo hizo que Jimin volviera a propinarle un nuevo puñetazo, menos fuerte que el anterior, pero igual de molesto. Jungkook se frotó la parte dolorida mientras reía a carcajadas.

Al final, su primer día de clase no estaba siendo tan malo como había esperado en un principio. Quizá no conociera a nadie más de su clase, pero le bastaba con Jungkook, sentía que había congeniado bastante con él y una pequeña parte de él se alegraba de haber entrado en Bellas Artes.

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